Juan 1, 1-5

 

1. Por favor, ve al Evangelio de San Juan y lee el capítulo primero desde el versículo 1al 5. Recordarás que lo hemos visto antes, pero lo vamos a estudiar ahora un poco más detenidamente. Fíjate en el primer versículo. Dice así: "Al principio ya existía la Palabra" (Juan 1,1). ¿Qué te parece cómo usa Juan la  palabra "Palabra"? Un tanto extraño, me dirás. Para nosotros una palabra es un sonido que viene de la boca y tiene un cierto significado. Este significado está primero en nuestra mente y al hablar lo manifestamos con una palabra que es una combinación de uno o más sonidos. Por ejemplo, los sonidos "casa, alegría, hermoso" son palabras porque tienen un significado. Sonidos como "jijaju" no son una palabra para nosotros.

 

2. Lo importante de una palabra es que sirve para manifestar una idea o un sentimiento. Cuando no hay nada que decir o no sabemos qué decir nos callamos diciendo que las palabras sobran. Es evidente que las palabras tienen que tener el mismo significado para quien las dice como para quien las oye, si no, no habría entendimiento. Si uno dice "casa" para dar a entender el lugar donde vive y el otro entiende que "casa", así dicho, quiere decir "caja", la conversación es imposible.

 

3. Que Dios tenga boca para hablar o decir una palabra es ridículo. Dios no es así. Pero, a ver si nos sigues. ¿Recuerdas que Dios es Amor? Ciertamente. Dios es amor, siempre lo ha sido, lo es y seguirá siéndolo. El mismo San Juan gritaba: "El que no ama no conoce a Dios, porque Dios es amor" (1ª Juan 4,8; Catecismo de la Iglesia 218-221). Ahora te vamos a hacer una pregunta: ¿A quién amaba Dios fuera del tiempo, o dicho de otra manera, antes de crear el mundo y todo lo que existe? ¿A nadie? ¿A nada? El amor se manifiesta amando. El amor se abre y vuelca en otra persona. Así el marido ama a su mujer y la mujer a su marido; los padres a los hijos y los hijos a los padres. Si tú no tienes hijos, no puedes amarlos. El amor eterno de Dios también se manifestaba amando. Te repito la pregunta: ¿A quién amaba Dios?

 

4. Observa la respuesta: Dios ama amándose porque sólo se tiene a sí mismo para amar. En cuanto ama es una Persona. Es otra, la Segunda, en cuanto es amado. Estas dos Personas se devuelven el amor que se tienen en una Tercera Persona. Difícil, ¿no? Ciertamente que lo es. Queremos decirte que algunos entendidos aún complican más las cosas tratando de tratar lo intratable. Si sabemos algo es porque es el mismo Jesús quien nos ha dicho que en Dios hay tres Personas. Le estamos agradecidos.

 

5. Parece increíble que Dios sea Amor, el Amor infinito de Tres Personas que son un solo y único Dios. (Catecismo de la Iglesia 234-237). No nos preguntes cómo es eso que no lo sabemos. Recuerda lo que le pasó a San Agustín que le daba vueltas en la cabeza al misterio de la Santísima Trinidad y vio a un niño jugando en la playa que quería vaciar el mar en un agujero que había hecho en la arena. El buen hombre se sintió interpelado por una voz que le decía: "Agustín, tampoco tú vas a poder". Se marchó con un suspiro, pero nunca olvidó esas palabras.

 

6. Pero tal vez lo que querrías preguntar es qué tiene que ver todo esto con la palabra "Palabra" del primer versículo del primer capítulo del Evangelio de San Juan. Vamos a explicarnos. En una lección anterior, la 3 en el apartado 6, te comentamos cómo el redactor inspirado del libro del Génesis, al explicar la creación del mundo, va repitiendo casi con monotonía: "Y dijo Dios", "Y dijo Dios", "Y dijo Dios". Claro que, si lo tomas al pie de la letra, esto quiere decir que Dios dice: "Que exista la luz" (Génesis 1,3) y la luz empieza a existir.

 

7. Pero la intención del redactor no acaba ahí. Él nos quiere decir que Dios crea con su Palabra. La creación es un acto de amor, "vio Dios todo lo que había hecho: y era muy bueno" (Génesis 1,31). El amor de las tres Personas de Dios se vuelca fuera de Él en la creación por medio de su Palabra y esa Palabra es la Segunda Persona de la Santísima Trinidad que se hizo hombre también por amor y se llamó Jesús.

 

8. Tal vez ahora puedas entender un poco mejor lo que sigue en el primer versículo: "La Palabra se dirigía a Dios" (Juan 1,1).  Exactamente, y no puede ser de otra manera. La Palabra se dirige a Dios porque ama y es amada. San Juan deja las cosas muy claras cuando, a continuación, completa su enseñanza: "Y la Palabra era Dios" (Juan 1,1). Este texto es de un peso y una fuerza enorme para decirnos quién es Jesús. Además, fíjate cómo Juan insiste diciendo: "Mediante ella se hizo todo; sin ella no se hizo nada de lo hecho" (Juan 1,3).

 

9. Juan sigue hablándonos de Dios de una manera sorprendente. Apenas acaba de  decirnos que la Palabra era Dios cuando nos da otra sacudida añadiendo: "Ella contenía vida" (Juan 1,4a). La Segunda Persona de la Santísima Trinidad es vida y la vida es vivir, estar vivos, amar, relacionarnos, compartir, darse, darnos, amar aún más, querernos, estar con otros, ver a otros y quererlos, sentirse a gusto con todos, amarlos, sentirse querido, amado, apreciado y todo esto en Dios y con los hombres en la vida eterna que es para siempre. Esto es lo que contenía y contiene la Palabra, Jesús, la Segunda Persona de la Santísima Trinidad que es Dios y es Amor.

 

10. San Juan tampoco se queda corto cuando dice: "Y esa vida era la luz del hombre" (Juan 1,4b). La razón es que Dios creó al hombre para sí, para amarle con un amor eterno porque, cuando lo creó, lo hizo por amor, que es la única manera que Dios tiene de hacer las cosas. No tiene otra. Ese Amor es luz para el hombre y le guía a su verdadero fin (Gaudium et Spes 3,38; Catecismo de la Iglesia 456-460).

 

11. Observa hasta dónde y de qué modo en cinco cortos versículos San Juan nos eleva a unas alturas tan próximas a Dios que nos hace sentir el vértigo que conlleva estar ante algo indescriptiblemente hermoso y, al mismo tiempo, lleno hasta rebosar de majestad, de grandeza, de amor y de vida. Gritamos: ¡Dios me ama! Pero, sin mucho tardar, Juan nos toca en la espalda y nos vuelve a la realidad. Bajamos de tan altas cumbres para oír que "esa luz brilla en las tinieblas y las tinieblas no la han comprendido" (Juan 1,5).Y pensamos enseguida que hay hombres que prefieren las tinieblas a la luz y lo hacen porque sí, porque quieren. El hombre no usó ni usa bien el don de la libertad, que le diferencia de las demás criaturas, que le hace responsable de sus acciones y que Dios respeta con un cuidado exquisito (Dignitatis Humanae 7).