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BIBLIOTECA BÁSICA DEL CRISTIANO

Cristo, el Siervo Sufriente anunciado por Isaías

Actualización de Is. 53 en el evangelio según san Lucas.

Colaboración de Mauricio Israel Pérez López

 

En este artículo pretendo mostrar de qué forma las profecías del segundo Isaías sobre el Siervo de Yahveh, en concreto las desarrolladas en el Cuarto Cántico del Siervo, se hacen realidad en la persona de Jesús, según el relato de la pasión en el evangelio de Lucas.

 

Consideraciones literarias

 

El libro veterotestamentario de Isaías, está compuesto no sólo por las enseñanzas y profecías de un solo profeta, sino que compendia la obra de autores diferentes, en tiempos diferentes y bajo contextos históricos distintos que los motivan a escribir de distinta forma.

 

Mientras que el Proto-Isaías (Is 1-39), escrito con un estilo contundente, enérgico y conciso, considera un mesianismo davídico, haciendo énfasis en un mesías heredero de la casa de David, el Deutero-Isaías (Is 40-55) profetiza sobre la figura del Siervo de Yahveh, que lleva a cabo la misión de la salvación del pueblo mediante su enseñanza y su sufrimiento. Esto, con un estilo más bien solemne y redundante. El Trito-Isaías (Is 56-66) resulta más heterogéneo en su composición.

El Deutero-Isaías presenta cuatro piezas líricas que se han titulado "Los Cantos del Siervo". Presentan al perfecto discípulo de Yahveh, que predica la verdadera fe, es luz de las naciones, y expía con su muerte los pecados del pueblo. Los primeros tres cantos se atribuyen al segundo Isaías, pero el cuarto, del cual nos ocupamos en este ejercicio, se piensa que fue compuesto más bien por alguno de los discípulos del profeta.

 

Como referencia en la línea del tiempo, el primer Isaías fue escrito en el siglo VIII a.C., el segundo Isaías en el VI, y el tercer Isaías en el V.

 

En cuanto al evangelio según san Lucas, es importante considerar la continua reflexión del autor sobre Jesús como profeta, cuya misión está rodeada de las implicaciones y tribulaciones características de este ministerio, que finalmente culminarán en su muerte, en cumplimiento de los designios de su Padre. En Lc 4,16-28, Jesús se identifica a sí mismo como el Ungido para anunciar a los pobres la Buena Nueva, que anunciara el segundo Isaías (Is 61,1-2).

 

Los libros de Lucas, el Evangelio y los Hechos de los Apóstoles, están escrito en un griego exquisito, con un estilo literario de primera. Compuesto alrededor de la década de los ochenta después de Cristo, el autor es discípulo de san Pablo y ha investigado diligentemente todo desde los orígenes, para que Teófilo, el destinatario de su obra, conozca la solidez de las enseñanzas que ha recibido (cf Lc 1,3-4). Vemos pues que una de las intenciones de la obra lucana, consiste poner de manifiesto que lo que se ha enseñado de Jesús es verdadero.

 

Los textos

 

Para realizar este análisis he empleado textos tomados de la Edición Española de la Biblia de Jerusalén. El texto bíblico aparece en azul, y mis comentarios personales en negro.

El Cuarto canto del Siervo en Isaías comienza en Is 52,13-15:

 

He aquí que prosperará mi Siervo, será enaltecido, levantado y ensalzado sobremanera.

Así como se asombraron de él muchos -pues tan desfigurado tenía el aspecto que no parecía hombre, ni su apariencia era humana- otro tanto se admirarán mucha naciones; ante él cerrarán los reyes la boca, pues lo que nunca se les contó verán, y lo que nunca oyeron reconocerán.

 

A continuación, la relación de Is 53 con Lc:

 

53,1

¿Quién dio crédito a nuestra noticia? Y el brazo de Yahveh ¿a quién se le reveló?

La noticia resulta imposible de creer para los que la reciben.

24,9-11

Regresando del sepulcro, anunciaron todas estas cosas a los Once y a todos los demás. Las que decían estas cosas a los apóstoles eran María  Magdalena, Juana y María la de Santiago y las demás que estaban con ellas. Pero todas estas palabras les parecían como desatinos y no les creían.

Los apóstoles no creen a las mujeres que Cristo resucitó.

53,2

Creció como un retoño delante de él, como raíz de tierra árida. No tenía apariencia ni presencia; (le vimos) y no tenía aspecto que pudiésemos estimar.

El siervo no tiene apariencia ni presencia.

22,63-65

Los hombres que le tenían preso se burlaban de él y le golpeaban; y cubriéndole con un velo le preguntaban: «¡Adivina! ¿Quién es el que te ha pegado?» Y le insultaban diciéndole otras muchas cosas.

Los soldados se burlan de Cristo y lo golpean.

53,3

Despreciable y desecho de hombres, varón de dolores y sabedor de dolencias, como uno ante quien se oculta el rostro, despreciable, y no le tuvimos en cuenta.

El siervo resulta despreciable y no tomado en cuenta, desecho de hombres, varón de dolores.

23,18.21.23

Toda la muchedumbre se puso a gritar a una: «¡Fuera ése, suéltanos a Barrabás!»,... pero ellos seguían gritando: «¡Crucifícale, crucifícale!» ...Pero ellos insistían pidiendo a grandes voces que fuera crucificado y sus gritos eran cada vez más fuertes.

Piden la muerte para Cristo despreciándolo, y reclamando en cambio la libertad de un asesino.

53,
4-5

¡Y con todo eran nuestras dolencias las que él llevaba y nuestros dolores los que soportaba! Nosotros le tuvimos por azotado, herido de Dios y humillado.

Eran nuestras dolencias las que el siervo cargaba.

23,34a

Jesús decía: «Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen.»

Se descubre una actitud de no rechazar los pecados (dolencias) de la humanidad.

53,5

Él ha sido herido por nuestras rebeldías, molido por nuestras culpas. Él soportó el castigo que nos trae la paz, y con sus cardenales hemos sido curados.

Con el castigo que soporta nos trae la paz.

24,52

Ellos (los apóstoles), después de postrarse ante él, se volvieron a Jerusalén con gran gozo.

El sufrimiento produce gran alegría.

53,6

Todos nosotros como ovejas erramos, cada uno marchó por su camino, y Yahveh descargó sobre él la culpa de todos nosotros.

Como ovejas erramos.

24,13.21

Aquel mismo día iban dos de ellos a un pueblo llamado Emaús, que distaba sesenta estadios de Jerusalén. «Nosotros esperábamos que sería él el que iba a librar a Israel; pero, con todas estas cosas, llevamos ya tres días desde que esto pasó.»

Los discípulos que regresan a Emaús andan como ovejas errantes.

53,7

Fue oprimido, y Él se humilló y no abrió la boca. Como un cordero al degüello era llevado, y como oveja que ante los que la trasquilan está muda, tampoco él abrió la boca.

Fue oprimido y Él se humilló, como cordero.

23,9.11

(Herodes) Le preguntó con mucha palabrería, pero él no respondió nada. Pero Herodes, con su guardia, después de despreciarle y burlarse de él, le puso un espléndido vestido y le remitió a Pilato.

Herodes lo viste como "rey". Jesús sufre la humillación en silencio total.

53,8

Tras arresto y juicio fue arrebatado, y de sus contemporáneos, ¿quién se preocupa? Fue arrancado de la tierra de los vivos; por las rebeldías de su pueblo ha sido herido;

Arresto y juicio son anunciados.

23,10

Estaban allí los sacerdotes y los escribas acusándolo con insistencia.

Cristo es acusado.

35,9

y se puso su sepultura entre los malvados y con los ricos su tumba, por más que no hizo atropello ni hubo engaño en su boca.

Sepultura entre malvados y tumba entre ricos.

23,33.50-51a.53

Llegados al lugar llamado Calvario, le crucificaron allí a él y a los malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda.
Había un hombre llamado José, miembro del Consejo, hombre bueno y justo, que no había asentido al parecer de los demás. Y después de descolgarle, le envolvió en una sábana y le puso en un sepulcro excavado en la roca en el que nadie había sido puesto todavía.

Crucificado entre malhechores. José de Arimatea proporciona su sepulcro.

53,10

Mas plugo a Yahveh quebrantarle con dolencias. Si se da a sí mismo en expiación, verá descendencia, alargará sus días, y lo que plazca a Yahveh se cumplirá por su mano. 

Si se da en sacrificio, dará vida.

22,42-43

Y decía: Jesús, acuérdate de mí cuando estés en tu Reino. Jesús le dijo: Yo te aseguro: hoy estarás conmigo en el Paraíso.

La muerte de Cristo da la vida.

53,11

Por las fatigas de su alma, verá luz, se saciará. Por su conocimiento justificará mi Siervo a muchos y las culpas de ellos él soportará.

Justificará a muchos.

24,47-48

Y se predicará en su nombre la conversión para perdón de los pecados a todas las naciones, empezando desde Jerusalén. Vosotros sois testigos de estas cosas.

Por el anuncio de Cristo muerto y resucitado, se salvará (justificará) la humanidad.

53,12

Por eso le daré su parte entre los grandes y con poderosos repartirá despojos, ya que indefenso, se entregó a la muerte y con los rebeldes fue contado, cuando él llevó el pecado de muchos, e intercedió por los rebeldes.

Llevó el pecado de muchos e intercedió por los rebeldes.

23,34a

 

Jesús decía: «Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen.»

Aun soportando los dolores de la cruz, Jesús intercede por sus verdugos y por los que lo condenaron.

 

Conclusión  

Jesús mismo conocía estos textos de Isaías de memoria. Es por ello que sabía lo que habría de padecer durante su pasión "tan desfigurado tenía el aspecto que no parecía hombre, ni su apariencia era humana." El texto de Isaías está contenido en la segunda parte, que se caracteriza ante todo por ser una obra profética de consuelo al pueblo de Israel. Que las palabras del profeta, y sobre todo, la obra redentora de Cristo Jesús, nos sirvan como recuerdo constante de la Buena Nueva que vino a anunciar el Ungido, "El Siervo de Yahveh".

 

Referencias bibliográficas

 

EDICION ESPAÑOLA DE LA BIBLIA DE JERUSALEN. Desclee de Brouwer, Bilbao, 1998.

THE NEW AMERICAN BIBLE. Catholic Bible Press, Nashville, 1987.

Carrillo, S., LOS PROFETAS DE ISRAEL 2. Instituto de Pastoral Bíblica, México, 1985.

 

© Mauricio Israel Pérez López, 2001