El sentido del humor, actitud ante la vida
¡Arriba los corazones!
"Estoy en el hospital por una enfermedad que no tiene cura. Se llama fibrosis quística.
Es de nacimiento. Pero lo tengo asumido. Quiero ser payaso y médico.
Como a mí me han hecho reír, ya es una costumbre. Me gustan los niños.
Ésta es mi vida": es el testimonio de Diego, un chico de quince años que ha pasado la mayor parte de su vida ingresado en el Hospital del Niño Jesús en Madrid.
Es un testimonio de cómo el dolor y el sufrimiento se pueden superar. El secreto, sin duda, está en esa presencia viva de la imagen de Dios en el alma, de donde brota el genuino y humanísimo sentido del humor

Inés Vélez

Todos los días, a las seis de la tarde, payasos profesionales y voluntarios actúan en un pequeño teatro situado dentro del Hospital del Niño Jesús. En bata y zapatillas, los niños hospitalizados suben al escenario, participan en el guiñol, cuentan chistes y cantan en un karaoke. "Utilizamos el humor para humanizar el hospital -asegura, a Alfa y Omega, don Mariano Bes, coordinador de actividades culturales del Hospital del Niño Jesús y payaso profesional-. Estas actividades se integran en un plan de salud integral y de humanización hospitalaria. El promedio de hospitalización es de 6 días, pero hay niños que están aquí mucho tiempo, los niños de psiquiatría o con diagnóstico grave".

Es decir, en este lugar, donde el dolor y el sufrimiento son el pan de cada día, los profesionales de la salud han concedido un hueco, un gran hueco, para la alegría y el buen humor. "La risa es salud -continúa el señor Bes-. Hay un psiquiatra que manda a muchos de sus pacientes al hospital para que vean a otros enfermos y participen en estas actividades, hagan reír a los demás y así superen sus depresiones. Los padres, a veces, lloran, y, al ver a sus hijos reír, se olvidan del dolor. No es que sea una curación, pero sirve para superar los problemas". Incluso, para algunos de estos niños, el sentido del humor, reír y hacer reír a los demás, se convierte en un estilo de vida. "Los problemas -dice Diego-, si se quiere, se pueden superar. Si no, evidentemente, no. Al ver actuar a los payasos en el hospital, empecé a hacer chistes y parodias. Yo también me río de mí mismo. ¡Digo tantas tonterías! El otro día me metí con un hombre desde el escenario. ¡Y la que lié! Era calvo y le pregunté si se hacía la raya en medio. ¡Menuda vergüenza pasé! Él se rió y, después, me dijo que lo había hecho muy bien. ¡Algún día me van a dar!"

DE PROFESIÓN, PAYASO


 

El humor es, según el diccionario, el estado de ánimo que se manifiesta ante los demás. Puede ser bueno o malo. El buen humor es la inclinación a mostrar un carácter alegre y complaciente. El mal humor, evidentemente, lo contrario. Todo el mundo tiene sentido del humor. Es una característica propia del ser humano. Se puede desarrollar, pero también desvirtuar e, incluso, perder. "Con una sonrisa puedo comprar todas aquellas cosas que no se venden", cantaba, hace varios años, José Luis Perales. El poder del buen humor es, sin duda, inmenso.

Según nos cuentan los profesionales del mundo de la risa: "Hacer reír es más difícil que hacer llorar -afirma don Bernardo García, Fani, payaso de cara blanca, con más de cuarenta años de experiencia-. Desde niño, quise ser payaso. El misterio del payaso está en el candor y la pureza. Nuestro trabajo es el de la ingenuidad máxima. Ésta es una profesión que no se escoge para ganar dinero. El payaso, cada vez que ve a una persona reír, goza". El buen sentido del humor brota, como dice este payaso, del candor y de la pureza; de la capacidad de observar la realidad con ingenuidad y asombro. Con ojos nuevos y sencillos.

En la madrileña plaza de Tirso de Molina, payasos y magos se reúnen en el Club de Payasos Españoles y Artistas de Circo, fundado por Tonetti. Rodeado de cuadros e imágenes de las figuras del mundo del circo, Fani continúa: "El humor negro no me gusta. Tampoco el humor grosero. El español es muy dado a reírse de todo, y no es así. No hace falta usar la pornografía para hacer reír. Los grandes nunca dijeron groserías y la gente se agarraba a las butacas. La gente que se ríe a carcajadas es gente buena".

"Una sonrisa es lo más bonito que hay -nos asegura don José Pérez, Carly, acróbata y payaso-. Para mí, el circo es el cielo. En el circo, cuando se sale a trabajar, no se piensa en uno mismo. Sólo le pido a Dios: Que la gente se lo pase bien. La vida es hermosa. Lo malo, olvidarlo. Y lo bueno, disfrutar de ello".

Asimismo, dice doña María Eugenia Alegre, Directora del Departamento de Ferias y Circos, de la Comisión Episcopal de Migraciones, de la Conferencia Episcopal Española, "el payaso es una persona muy humana. Es gente con una ternura especial. Es capaz de ver, entre el público, al niño, al anciano, a la persona necesitada. Es buena gente". Sin duda, hacer reír es un don.

LA SONRISA DE JESÚS


 

Está sonriendo. Sí. El Cristo del castillo de Javier, en Navarra, de la familia de san Francisco Javier, está en la cruz y sonríe. (Página 9) Es una bella talla de un Cristo crucificado sonriente. Miles de peregrinos y visitantes de ese lugar se han preguntado, más de una vez, cómo es posible sonreír en la cruz. El sentido del humor es una característica propia del ser humano, y en ella, por tanto, se refleja la imagen de Dios. Si Dios se hizo hombre, verdaderamente hombre, Jesús, entonces, ríe y llora, sufre y sonríe como cualquiera de nosotros... y tiene sentido del humor.

En sus conciertos, Martín Valverde, cantautor católico mexicano, dice: "Jesús tiene sentido del humor. Sólo hay que leer el evangelio". Hay cientos de ejemplos, sólo hay que buscarlos. Escribe san Marcos: "Al anochecer estaba la barca en medio del lago, y Jesús solo, en tierra. Viendo cómo se cansaban remando, pues el viento era contrario, al amanecer, fue hacia ellos, caminando sobre el agua como si quisiera pasarlos de largo". Desde luego, Jesús tiene sentido del humor, no le parece suficiente andar sobre el agua sino que hace ademán de pasar de largo. Como si tal cosa.

En otra ocasión, dice san Lucas: "Jesús acogió a la gente y se puso a hablarles del reino de Dios y devolvió la salud a los que necesitaban curación. El día comenzaba a declinar y los Doce se acercaron para decirle: Despide a la gente; que vayan a las aldeas y pueblecitos de los alrededores en busca de alojamiento y comida, porque aquí estamos en un lugar solitario. Jesús les contestó: Dadles vosotros de comer". Sin duda, los discípulos debieron quedarse con la boca abierta. ¡Dar de comer a cinco mil hombres sin contar a las mujeres ni a los niños! Jesús sonreiría al ver su cara de asombro.

También san Juan en su evangelio nos ha dejado buenos ejemplos. Jesús ya había resucitado y varios de sus discípulos estaban junto al lago de Galilea. "Pedro les dijo: Voy a pescar.Y le dijeron: Nosotros también vamos contigo. Aquella noche no pescaron nada. Al hacerse de día, estaba Jesús en la orilla, pero los discípulos no sabían que era Jesús". A Él, en cambio, sin duda no le faltaba ironía cuando les dijo: "Muchachos, ¿tenéis pescado?"

Es el sentido del humor de Dios. Un humor amoroso, limpio, sencillo y sincero. El humor es, sobre todo, signo de conocimiento del hombre. Y Dios es el que mejor conoce al ser humano. No en vano es su Creador.

LA REALIDAD, CON OTROS OJOS


 

"El buen humor mira el mundo a través de la lente de lo absurdo -comenta, a Alfa y Omega, Ignacio Andreu, el dibujante de chistes de la página web de la archidiócesis de Madrid, www.archimadrid.com-. Cuando se reducen los problemas al absurdo, nos damos cuenta de que no hay tantas cosas por las que sufrir. Hay pocas cosas importantes. El que no tiene sentido del humor enseguida se pone triste, se desespera, se agobia. El sentido del humor relaja". Pero este buen humor no es tonto o despreocupado. "El humor no está reñido con la seriedad" -continúa el dibujante-. Hay que ser serios y mirar la realidad de verdad, de frente. Y, desde ahí, ver la realidad con ojos de amor, de esperanza, de cambio. El humor sirve para enfrentarnos, con cariño, a la realidad. Por otro lado, la realidad, a veces, es muy dura. Es muy triste. Y, claro, la queremos ocultar. La realidad nos compromete. Queremos vivir en un mundo pequeño sin enfrentarnos a nuestra propia injusticia, a nuestras malas querencias. En mi caso, utilizo el sentido del humor para mirar la realidad de frente. Por eso es serio y no es fácil. Se me ocurren muchas veces miles de dibujitos, pero otros días no se me ocurre nada. Aveces da miedo herir la sensibilidad del lector porque se le de un mazazo que no pueda entender. Por ejemplo, si le dices que la muerte no es tan importante o que cada uno de nosotros no somos el ombligo del mundo".

UNA RAZÓN DE PESO


 

Ante las dificultades de la vida, que las hay, y muchas, se pueden tomar varias actitudes: rendirse, dejarse llevar por la desesperación, la rebeldía, la huída. O, en cambio, encajar los problemas y asumirlos. El sentido del humor, el buen sentido del humor, es una buena vía.

Rendirse o superarse son dos caras de la misma moneda, de la moneda de la vida. Son dos actitudes ante la vida. El ser humano puede y está llamado a superar las dificultades. A considerarlas como un reto, y a hacer de ellas un trampolín hacia la vida eterna. Además, en esta tarea el ser humano no está solo. Cuenta con la ayuda de la gracia y la cercanía de Dios.

"Dios quiere la felicidad del hombre" decía recientemente el Papa Juan Pablo II ante cientos de peregrinos reunidos en la Plaza de San Pedro, el pasado mes de octubre. "El anuncio que todos han de escuchar, hasta en las islas más remotas, es que Dios viene para reunir a su pueblo, hacer feliz al hombre y cuidar de la vida humana en todas sus dimensiones -continúa el Papa-. Por eso su Palabra hace soñar y suscita una alegría incontenible. La vida cristiana es una llamada a un júbilo que sólo nuestro pecado puede entorpecer, y a fundar el sentido de la existencia en la firme voluntad divina de transformar el luto en alegría, colmando sin límites las más profundas aspiraciones de toda persona humana".

Existe una razón de peso: "Hay una certeza para quien está bajo la sombra de la protección divina: no es el mal quien tiene la última palabra, sino el bien -asegura Juan Pablo II-. Dios triunfa sobre el mal, incluso cuando parece grandioso e invencible. La arrogancia la transforma en fragilidad y debilidad, la potencia en caída y fracaso". El mal no tiene la última palabra, porque Cristo ha vencido a la muerte. Cristo ha resucitado. Sí, éste es el secreto y la razón última del verdadero sentido del humor y de la alegría. El mal, la enfermedad, el dolor y la muerte tienen un sentido y un fin. Además, el hombre no está solo en la vida y ante los problemas de cada día. Tiene la cercanía de Dios, de Dios hecho hombre.

Ahora, al comienzo de un nuevo Adviento, en el que la Iglesia se prepara para recibir el misterio de Dios, hecho un niño pequeño e indefenso, este mensaje de alegría se hace patente. Es el tiempo litúrgico en el que la Iglesia invita a reflexionar y a profundizar sobre el sentido del nacimiento del Niño Jesús. El momento de ser conscientes del mensaje de alegría que trae este acontecimiento. Como dice el título de la portada de este número: Sonríe, Dios está cerca. Siempre hay un motivo para la alegría, porque Cristo ha resucitado.