JUEVES DE LA SEMANA 22ª DEL TIEMPO ORDINARIO
PRIMERA LECTURA
Nos ha sacado del dominio de las tinieblas, y nos ha trasladado al reino de su
Hijo querido
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Colosenses 1, 9-14
Hermanos:
Desde que nos enteramos de vuestra conducta, no dejamos de rezar a Dios por
vosotros y de pedir que consigáis un conocimiento perfecto de su voluntad, con
toda sabiduría e inteligencia espiritual.
De esta manera, vuestra conducta será digna del Señor, agradándole en todo;
fructificaréis en toda clase de obras buenas y aumentará vuestro conocimiento de
Dios.
El poder de su gloria os dará fuerza para soportar todo con paciencia y
magnanimidad, con alegría, dando gracias al Padre, que os ha hecho capaces de
compartir la herencia del pueblo santo en la luz.
Él nos ha sacado del dominio de las tinieblas, y nos ha trasladado al reino de
su Hijo querido, por cuya sangre hemos recibido la redención, el perdón de los
pecados.
Palabra de Dios.
Salmo responsorial Sal 97, 2-3ab. 3cd-4. 5-6
R. El Señor da a conocer su victoria.
El Señor da a conocer su victoria, revela a las naciones su justicia: se acordó
de su misericordia y su fidelidad en favor de la casa de Israel. R.
Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios. Aclama al
Señor, tierra entera; gritad, vitoread, tocad. R.
Tocad la cítara para el Señor, suenen los instrumentos: con clarines y al son de
trompetas, aclamad al Rey y Señor. R
EVANGELIO
Dejándolo todo, lo siguieron
Lectura del santo evangelio según san Lucas 5, 1-11
En aquel tiempo, la gente se agolpaba alrededor de Jesús para oír la palabra de
Dios, estando él a orillas del lago de Genesaret. Vio dos barcas que estaban
junto a la orilla; los pescadores habían desembarcado y estaban lavando las
redes.
Subió a una de las barcas, la de Simón, y le pidió que la apartara un poco de
tierra. Desde la barca, sentado, enseñaba a la gente.
Cuando acabó de hablar, dijo a Simón:
-«Rema mar adentro, y echad las redes para pescar.»
Simón contestó:
-«Maestro, nos hemos pasado la noche bregando y no hemos cogido nada; pero, por
tu palabra, echaré las redes. »
Y, puestos a la obra, hicieron una redada de peces tan grande, que reventaba la
red. Hicieron señas a lo socios de la otra barca, para que vinieran a echarles
una mano. Se acercaron ellos y llenaron las dos barcas, que casi se hundían. Al
ver esto, Simón Pedro se arrojó a los pies de Jesús diciendo:
-«Apártate de mí, Señor, que soy un pecador.»
Y es que el asombro se había apoderado de él y de los que estaban con él, al ver
la redada de peces que hablan cogido; y lo mismo les pasaba a Santiago y Juan,
hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón.
Jesús dijo a Simón:
-«No temas; desde ahora serás pescador de hombres.»
Ellos sacaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo siguieron.
Palabra del Señor.
1.- Col 1, 9-14
1-1. SB/ORACION
El evangelio no se limita a informar sobre ciertos acontecimientos del pasado. Su conocimiento lleva, sobre todo, a descubrir la manera de vivir digna del Señor. Con él, el creyente aprende cómo debe vivir, sea cual fuere su inteligencia de los misterios cristianos.
Lo importante es vivir de una manera digna del Señor, agradándole en todo (10). Ahora bien: este conocimiento, que tiende a adueñarse del hombre entero, gobernando e inspirando su vida, no lo tiene el que quiere. Ni el mismo Pablo lo puede proporcionar.
Prueba de ello es la necesidad de recurrir a la oración. Pablo ruega para que los colosenses reciban el don de conocer plenamente el designio de Dios con todo el saber e inteligencia que procura el Espíritu (9).
LA BIBLIA DIA A DIA
Comentario exegético a las lecturas de la Liturgia de las
Horas
Ediciones CRISTIANDAD.MADRID-1981.Pág. 469
1-2. SB/CIENCIA
"Conocimiento perfecto". Esta "superciencia" nunca se concibe en un plano meramente teórico, como una pura carga cerebral introvertida, sino con una inevitable proyección sobre la corriente vital: "para que caminéis como Dios se merece..., fructificando en toda obra buena y creciendo..." No se trata solamente de una "ortodoxia", sino de una "ortopraxis" clara y consecuente. Reducir la fe a una pura aceptación cerebral termina por racionalizar la fe y despojarla de su elemento verdaderamente impulsor: la "fortaleza" y el "poder" de Dios. Se cree, porque uno se compromete a impulsos de un misterioso y enojoso poder divino que dinamiza al creyente.
Pero antes de bajar a la ascesis práctica, Pablo apuntala aún más el valor intrínseco de la "superciencia" cristiana, desdoblándola en dos vertientes del conocimiento a lo divino: la "sabiduría" y la "ciencia".
La "sabiduría" es el conocimiento de los caminos de Dios, de su objetivo, de su plan; indica al cristiano la dirección en que debe caminar, las normas a las que debe adaptar su vivir.
La "inteligencia" o "ciencia" es el conocimiento crítico, el discernimiento entre lo bueno y lo malo.
Una y otra son el resultado no del esfuerzo humano, sino el fruto sabroso del Espíritu, presente en cada uno y en toda la comunidad.
COMENTARIOS A LA BIBLIA LITURGICA NT
EDIC MAROVA/MADRID 1976.Pág. 1885
1-3.
Pablo convierte el deseo de conocer la voluntad de Dios en un tema de oración por las comunidades: que sean llenas del conocimiento de la voluntad de Dios, para que en ellas se consiga la unión de la teoría y la práctica: que lo que se ha conocido llegue a ser realizado.
(...) Crecer en el conocimiento de Dios. Dios es de suyo "un Dios oculto" (Is 45.15). Pero en la creación ha descubierto "su eterno poder y su divinidad", para que el hombre los conociera (Rm 1.20)... La gloria de Dios resplandeció en la faz de JC (2 Co 4. 6; Jn 14. 9). El Hijo encarnado nos ha hecho conocer a Dios (Jn 1. 18). Sin embargo, la naturaleza de Dios sigue siendo un misterio inagotable incluso para el cristiano, y la eternidad no será suficiente para agotarlo... Solamente el Espíritu conoce "lo que hay en Dios", "las profundidades de Dios" (1 Co 2. 10-12) v.12: "con alegría dando gracias a Dios Padre". En la alegría que nace del agradecimiento por la bondad de Dios estriba el sentido de la vida humana. Y la bondad, el amor de Dios se manifiesta en que "nos ha hecho capaces de compartir la herencia del pueblo santo en la luz".
(...) S. Pablo proclama con la primitiva Iglesia que Dios ha resucitado a JC de entre los muertos y le ha hecho sentar a la diestra en el cielo. Pero también nos ha resucitado en el bautismo y ya desde ahora nos hace sentar sobre los cielos en Cristo (Ef 2.6), de tal forma que "compartimos la ciudadanía de los santos (de los que moran en el cielo) y somos de la familia de Dios"(Ef 2.19).
EL NT Y SU
MENSAJE
CARTA A LOS COLOSENSES
CARTA A FILEMON
HERDER BARCELONA 1969.Pág.
31.36
1-4.
-Desde el día que oímos hablar de vuestra «vida en Cristo» no dejamos de orar por vosotros.
Se trata pues de unos cristianos a quienes Pablo no conoce personalmente. No ha estado nunca en Colosas, solamente ha oído hablar de ellos. Sin embargo ruega sin cesar por esos fieles que no conoce. En lo invisible, por encima de las distancias y del anonimato ¿soy capaz de rezar con un corazón tan amplio?
-Pedimos a Dios que lleguéis al pleno conocimiento de su voluntad con toda sabiduría e inteligencia espiritual.
Pablo insiste a menudo en la necesidad de «progresar en el conocimiento». (Filipenses 1, 9; Filemón 6; Efesios 1, 17; Colosenses 2, 2-3). Para este progreso pide dos dones del Espíritu: la sabiduría y la inteligencia.
Pablo, ya lo hemos visto, temía que los colosenses se dejasen engañar por falsas doctrinas imbuidas de esoterismo-gnóstico. Para prevenirles contra esas especulaciones místico-intelectuales, ruega por ellos a fin de que tengan la verdadera inteligencia de su fe.
En nuestro tiempo estamos también tentados por unas desviaciones doctrinales que provienen de la influencia que tienen sobre nosotros las corrientes de pensamiento que nos envuelven. Razón de más para profundizar en nuestros conocimientos.
-Así vuestra conducta será digna del Señor y capaz de agradarle en todo, fructificando en toda obra buena y creciendo en el conocimiento de Dios.
Lo que Pablo propone no es pues una pura teoría reservada a los intelectuales: el conocimiento de Dios es a menudo el privilegio de los humildes y es ante todo una actitud, un comportamiento concreto, "una conducta digna de Dios". La fe se manifiesta en la vida real.
Haz, señor, que mi conducta te agrade siempre... que mi vida sea fructífera... que no deje de progresar.
-Seréis confortados con toda fortaleza por el poder de su gloria, que os dará constancia y paciencia. Daréis gracias al Padre con alegría...
He ahí cuatro frutos del verdadero conocimiento de Dios: la perseverancia, la paciencia, la alegría, la acción de gracias. Todo ello signos de que ¡Dios está allí!
-Al Padre que os ha hecho aptos para participar en la luz en la herencia del pueblo santo.
De muchas maneras, la Escritura nos repite que Dios decidió comunicarse desde acá abajo a sus fieles, en prenda de esa plenitud de unión que será un día la visión intuitiva de Dios.
«Participar en la herencia de los santos. » Es la imagen de la Tierra Prometida, abierta para siempre a los paganos, a todos los hombres. (Efesios 1, ll-14; 2, 19.)
-El nos libró del poder de las tinieblas y nos trasladó al reino de su Hijo muy amado, en quien tenemos la redención y el perdón de los pecados.
H/DIGNIDAD: La más profunda definición del hombre: «un ser capaz de Dios». . «un ser programado para llegar a ser Dios»... «una criatura que Dios decidió hacer a su imagen»... «un ser que Dios introdujo en su propia esfera divina». ·León-MAGNO-san, ese gran Papa del siglo V, pensando sin duda en ese pasaje de san Pablo decía, en su famoso sermón de Navidad: «Reconoce, oh cristiano, tu dignidad. Has llegado a ser participante de la naturaleza divina, no vuelvas a tu bajeza primera viviendo de un modo indigno de tu condición. Recuerda que has sido arrancado de las tinieblas y transplantado a la luz y al reino de Dios.»
NOEL
QUESSON
PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 5
PRIMERAS LECTURAS PARA EL TIEMPO ORDINARIO
DE LOS AÑO IMPARES
EDIT. CLARET/BARCELONA 1983.Pág. 266 s.
S.-SALMO RESPONSORIAL: /Sal/097/02-06
S-1.
El Señor ha sido fiel a su promesa al sacarnos de las tinieblas y trasladarnos a la luz admirable del reino de su Hijo. Ha sido la culminación de las obras victoriosas de Yahvé. Su salvación se nos ha hecho posible mediante la redención. Por eso, nuestra aclamación y canto jubiloso.
COMENTARIOS BIBLICOS-5.Pág. 232
2.- 1Co 3, 18-23
2-1.
La Iglesia de Corinto, como puede adivinarse a través de los textos de san Pablo, estaba muy dividida. Distintas corrientes de pensamiento, varios gropúsculos estaban tenazmente aferrados a su sistema, a su concepción de las cosas. ¿Cómo hallar la verdad en todo esto?
-Hermanos, ¡que nadie se engañe!
En efecto, es preciso, primero, no fiarse de uno mismo, no mantener, algo orgullosamente, el propio punto de vista.
A fuerza de defender las propias ideas acaba uno por contemplarse uno mismo, por escucharse a sí mismo y por no prestar atención a los puntos de vista de los demás... tal persona se encierra en su propia dialéctica.
Esforcémonos en reconocer la parte de verdad que hay en los que no piensan como nosotros.
Y sepamos también admitir la parte de error en nuestras propias opciones.
-Si alguno de vosotros se cree sabio, según este mundo, hágase necio para llegar a ser sabio; pues la sabiduría de este mundo es locura ante Dios.
Hay que estar "loco" para absolutizar un sistema humano, sea el que fuere.
Todo lo humano es ambiguo, frágil, provisional.
Dios permite relativizarlo todo.
Apoyarse solamente sobre análisis humanos, sobre criterios "de este mundo", es insuficiente para un cristiano.
Es propio de los sistemas filosóficos o políticos, y en cierta medida es normal, pretender encerrar, toda la realidad en lo observable. Ahora bien, desde el ámbito de la Fe, el mundo no esta encerrado en sí mismo: lo atraviesan las intervenciones imprevisibles de las libertades humanas, y las de la Libertad de Dios. La historia no puede reducirse pura y simplemente a mecanismos casi materiales. ¿Quién podía prever la Encarnación de Dios, la Crucifixión de Jesús? Y esto ha sucedido. Era una locura imaginar cosas semejantes. Fue obra de la sabiduría imprevisible de Dios.
-Porque la Escritura dice: «Dios prende a los sabios en su propia astucia... Y el Señor conoce ¡cuán vanos son los pensamientos de los sabios!»
Sólo Dios es verdaderamente sabio. Y su proyecto se cumplirá a pesar de todas las apariencias contrarias. Los cristianos de Corinto en ese momento, no eran más que un grupo minúsculo inmerso en un mundo pagano extremadamente poderoso y que estaba sometido a corrientes de pensamiento en apariencia triunfantes.
Según todos los análisis humanos, el "Helenismo", con su civilización brillante que ¡tan espléndidos monumentos ha dejado por todo el entorno del Mediterráneo! era el que tenía que perdurar. Ahora bien, «Dios atrapó a los sabios en su propia astucia»: de hecho, será el Cristianismo el que tendrá un porvenir, es decir, el «grupito de pobres» que se reunían en torno a Pablo para oír la Palabra de Dios y participar en la Eucaristía.
-Todo os pertenece, Pablo, Apolo, Cefas, -Pedro-, el mundo, la vida, la muerte, el presente y el futuro: todo es vuestro, pero vosotros sois de Cristo y Cristo es de Dios.
Cuán audaces son estas palabras.
¡Los apóstoles son para los fieles, y no los fieles para los apóstoles! Vosotros decís: «yo soy de Pablo, y otro yo soy de Apolo», pues bien, la verdad es exactamente lo contrario. No pertenecéis a estos ministros, ¡son ellos vuestros servidores! Y llevado por este lirismo, Pablo llegará a decir que todo el Cosmos está al servicio de ese puñado de pobres trabajadores del muelle que se reunían entonces en Corinto.
Inmensa dignidad de los cristianos. CR/DIGNIDAD:
NOEL
QUESSON
PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 4
PRIMERAS LECTURAS PARA EL TIEMPO ORDINARIO
DE LOS AÑOS PARES
EDIT. CLARET/BARCELONA 1984.Pág. 266 s.
3.- Lc 5, 1-11
3-1.
Ver DOMINGO 05C
3-2. CR/MISIONERO
En la pesca sobre el lago está simbolizada para Lucas toda la actividad de Pedro y de la Iglesia. Hasta entonces Jesús actuaba de una manera directa y personal; desde ahora actúa por medio de los hombres que les escuchan o cumplen su palabra (lanzan en su nombre las redes sobre el lago). Miradas las cosas desde fuera, parece que Jesús envía a los discípulos a un lago de aguas malas, enigmáticamente vacías de peces. Sin embargo, la voz del Maestro ofrece mayor seguridad que toda la apariencia adversa de las aguas. Desde esa voz la pesca habrá de ser ampliamente milagrosa. (...).
Para Lucas, discípulo es ante todo el mensajero y enviado de Jesús; en este sentido es necesario que la Iglesia (todos los cristianos) aviven su conciencia de misión.
La apariencia de inutilidad de la misión sigue siendo tan grande como al principio; por eso no debemos olvidar que el resultado no se funda en previsiones de carácter social y psicológico, sino en la misma fuerza del envío de Jesús y la presencia de su Espíritu. En la misión, los discípulos tienen que impartir aquello que Jesús ha realizado: su victoria sobre el mal (4. 31-36), su ayuda a todos los perdidos, su mensaje de plenitud escatológica (4. 16-22). Sin olvidar que el resultado de la pesca será escatológico, sepamos que su efecto puede vislumbrarse algunas veces desde dentro de este mundo.
COMENTARIOS A LA BIBLIA LITURGICA NT
EDIC MAROVA/MADRID 1976.Pág. 1263
3-3.
El agua tiene en el A.T. un sentido negativo y caótico; sacar de las aguas es salvar (Gn 1.7; Ex 14; 15). Toda salvación se realiza a través del agua: el Bautismo.
Pescar=salvar sin Jesús es imposible. Todos los saberes y técnicas humanas, las horas oportunas: la noche, no son capaces de salvar.
Jesús, el aprisionado, el que tiene peligro de ser apropiado y destruido entra en el mar y la salvación comienza. Él corrió nuestros caminos hasta el fondo.
Ser "pescadores de hombres" no puede ser cambiar a los hombres de prisión, es dar libertad de ídolos, de ideologías, de opresiones.
Es la salvación total la que anuncia Cristo. Es abrir el corazón humano a la esperanza y al amor de Dios.
Sólo pueden salvar los pobres, los libres: "dejándolo todo le siguieron"(v.11). Los aprisionados por el poder, el dinero, la sociedad de consumo no podremos salvar, hay que dejarlo todo ante el pasmo de un Dios que se hace carne para hacernos hijos de Dios. El pecado no aparta a Dios, cuando es reconocido como tal.
Él no vino a salvar a los justos, sino a los pecadores.
COMENTARIOS BIBLICOS-5.Pág. 503
3-4. TEMOR-D/EPI:
Si no se ha capturado nada durante la noche, que es el tiempo de la pesca, ahora -por la mañana- se pescará mucho menos. La elección y la vocación exigen fe, aunque no se comprenda, exigen "esperanza contra toda esperanza" (Rm 4. 18). Así creyó y esperó María, así también Abraham.
Simón reconoce que la palabra de Jesús ordena con autoridad y que es capaz de realizar lo que no se puede lograr con fuerzas humanas: "Maestro... por tu palabra, echaré las redes" (...) La fe en la palabra imperiosa del Maestro no se ve frustrada. Las redes estaban a punto de romperse debido al peso de los peces.
Como Pedro no exige ningún signo, recibe el signo que se amolda a su vida, a su inteligencia y a su vocación. Dios procede con él como con María. Así procede Dios con su pueblo. La salvación exige fe, pero Dios apoya la fe con sus signos. (...) Simón ve en Jesús una manifestación (epifanía) de Dios. Ha visto y vivido el milagro, el poder divino que actúa en Jesús. La manifestación de Dios suscita en él la conciencia de su condición de pecador, de su indignidad, el temor del Dios completamente Otro, del Dios santo. La manifestación del Dios santo a Isaías remata en esta confesión del profeta: "¡Ay de mí, perdido soy!, pues siendo hombre de impuros labios..., he visto con mis ojos al Rey, Yahvéh Sebaot" (/Is/06/05). La admiración por Jesús atrae a Simón hacia él, la conciencia de su pecado le aleja de él. En la palabra "Señor" expresa la grandeza de aquel al que ha reconocido en su milagro.
EL NT Y SU
MENSAJE
EL EVANGELIO SEGUN SAN LUCAS/03-1
HERDER BARCELONA 1970.Pág.
150 s
3-5. MAR/MAL
Se comprende mejor la importancia del episodio de la pesca milagrosa si se tiene en cuenta que el judío considera el agua, sobre todo el mar, como morada de Satanás y de las fuerzas contrarias a Dios. Hasta la venida del Salvador, nada podía hacerse -salvo un milagro del tipo del del mar Rojo- para salvar a quienes la mar enemiga engullía; pero desde que Él está aquí, se pueden pescar hombres en abundancia y sustraerlos a las garras del imperio del mal. Ese es, por otro lado, el sentido profundo de la bajada a los infiernos (inferi=aguas inferiores) en /1P/03/19, en donde Cristo desciende precisamente para salvar a quienes habían sucumbido bajo las aguas del diluvio. Ser pescadores de hombres es, pues, participar en esa empresa de salvamento de todos cuantos se han visto absorbidos por el mal; ya Jr 16. 15-16a preveía esa función.
S.Lucas considera, pues, a la Iglesia como la institución encargada de salvar a la humanidad de la sumersión que la amenaza. Para garantizar la realización de esa misión hay hombres encargados de una misión apostólica particular dentro de la Iglesia. Pero sólo a Cristo le deben las fuerzas con que cuentan para llevar a buen término su "pesca" y el ardor que ponen en conseguirlo.
El misionero será un pescador de hombres en la medida en que salve seres humanos mediante la administración del bautismo. El cristiano será pescador de hombres en la medida en que multiplique a su alrededor las conversiones e introduzca en la Iglesia a muchas almas. Este concepto individualista no corresponde quizá del todo con la manera de pensar de Lucas y ni siquiera con la mentalidad moderna. Bajo apariencias místicas, el relato de la pesca milagrosa parece tener otro alcance: la humanidad es presa de potencias que la absorben y la anegan; Cristo se reserva a Sí y a sus discípulos una misión liberadora que frene y contrarreste ese deslizamiento hacia la catástrofe.
El caso es que la humanidad actual se mueve en la cuerda floja y bastaría muy poca cosa para que se hundiese a sí misma sin necesidad de otras fuerzas demoníacas que su propio egoísmo y su afán de poder. Ser pescador de hombres consiste, por tanto, hoy, en participar en todas las empresas que quieren evitarle al hombre esa perdición y colaborar, mediante una mayor igualdad, una paz más estable y una mayor posibilidad para los humildes de promoverse a sí mismos, sacar a la humanidad del océano que la sumerge. Dejarla fuera de estos movimientos es condenar a la Iglesia a no revelar su identidad y su misión entre los hombres.
MAERTENS-FRISQUE
NUEVA GUIA DE LA ASAMBLEA CRISTIANA VIII
MAROVA MADRID 1969.Pág.
19
3-6. SV/LIBERACION:
Los amigos de Jesús habían estado pescando toda la noche y habían vuelto con las redes vacías. Pero Jesús les invita a remar mar adentro y a echar de nuevo las redes. La pesca supera a todas las expectativas: su peso hace que se rompan las redes. A lo largo de los siglos se hablará de aquella "pesca milagrosa". La cosa podría haber quedado ahí, y lo que ocurrió aquella mañana no habría pasado de ser una anécdota. Pero Jesús prosigue: "En adelante serás pescador de hombres". La imagen resulta sorprendente, y la anécdota se hace parábola. Aquella mañana desveló Jesús la misión de la Iglesia.
¡Pescar hombres...! Hay una enorme competencia en todos los bancos de pesca... Sectas, gurús e ideologías tratan de seducir a los hombres que nadan entre dos aguas, abandonados a las corrientes que les llevan de acá para allá sin que ellos puedan dar con el sentido de su vida. ¿Será la Iglesia una "empresa de pesca" más, en competencia con otras muchas? "En adelante serán hombres lo que captures". Ahora bien, uno puede ser capturado en el sentido en que se afirma de un prisionero, y puede también ser capturado en el sentido que se emplea para referirse a un enamorado que ha quedado atrapado en las redes del amor. "En adelante serán hombres lo que captures".
La Iglesia sólo podrá lanzar sus redes a la manera de su Señor: aquellos a los que éste ha "capturado" han sido llamados por él sin ser engañados. Lo que ha hecho ha sido iluminarlos con su verdad, pero sin manipularlos; reconfortarlos con su Espíritu, pero sin violentarlos. Y es que Jesús "captura" a los hombres para gozo y alegría de éstos: los hace libres. Jesús "captura" al hombre para que éste quede prendado de él.
En adelante, la misión de la Iglesia consiste en lanzar a todos los vientos la Palabra para que los hombres queden seducidos por ese rostro que les despierta a la vida y a la libertad. "En adelante... : esta expresión no significa sólo "a partir de este momento en que te lo digo", sino también: "a causa de la experiencia que acabas de realizar". Aun habiendo sido seducida, la Iglesia no ha de ser seductora: las presiones, los eslóganes y los chantajes no tienen nada que ver con la misión. La vocación de la Iglesia no consiste en atrapar a nadie en sus redes; no se trata de "tener" a los hombres, de poseerlos. Tan sólo resultan "tocados" los que han visto cómo su libertad era despertada, suscitada, re-sucitada. El "¡Tú sabes que te amo!" brota únicamente en la libertad de un corazón convertido y que se abandona. Sólo los enamorados son atrapados en las redes que les sumergen en la libertad de la vida.
Tú
nos has seducido, Dios de ternura,
con la solicitud por nosotros.
Tu amor se ha hecho pasión
para revelarnos tu proyecto:
prendernos en las redes de tu benevolencia.
Haz que sepamos abandonarnos a semejante pasión:
danos a conocer el gozo de ser amados para siempre.
DIOS CADA
DIA
SIGUIENDO EL LECCIONARIO FERIAL
SEMANAS XXII-XXXIV T.O. EVANG.DE LUCAS
SAL TERRAE/SANTANDER 1990.Pág.
27 s.
3-7.
-Jesús se encontraba a la orilla del lago de Genezaret. La gente se agolpaba a su alrededor para oír la palabra de Dios.
Escena viva, concreta. Trato de imaginarla. ¿Tengo yo esa misma avidez?
-Vio dos barcas junto a la orilla: Los pescadores habían desembarcado y estaban lavando las redes. Jesús subió a una de las barcas, la de Simón, y le pidió que la retirara un poco de tierra.
Cuando Jesús mete el pie dentro, la barca bambolea un poco; pero Simón sabe restablecer el equilibrio como marino experto.
-Luego se sentó y desde la barca enseñaba a la gente.
¡Cuánto me hubiera gustado encontrarme en esa playa entre los oyentes!
-Cuando acabó de hablar dijo a Simón: "Sácala mar adentro"... En aguas profundas.
-Simón contestó: "Maestro, nos hemos pasado la noche bregando y no hemos pescado nada; pero ya que Tú lo dices, echaré las redes.
Y Simón sube la vela, o toma sus remos... y se boga, lago adentro con Jesús a bordo.
A menudo, así, Jesús nos pide de hacer cosas sorprendentes, irracionales. Salir de nuevo a pescar ¡cuando nada se ha logrado en toda una noche de esfuerzo! La fe es algo semejante. Confiar en Jesús. No fiarse de los propios razonamientos. Partir mar adentro. Partir hacia los misterios: la Eucaristía... la Trinidad... la Encarnación... la Resurrección... la Iglesia... Ya que lo dices, Señor, te creo; echo las redes.
-Obtuvieron tal redada de peces que reventaba la red. Hicieron señas a sus compañeros de la otra barca para que vinieran a echarles una mano... Llenaron las dos barcas que casi se hundían.
Contemplo esas barcas demasiado llenas que amenazan zozobrar.
¿Me ha sucedido alguna vez en mi vida hacer la experiencia de la sobreabundancia que Dios aporta? ¿sentirse colmado? Orar partiendo de mis éxitos, de mis alegrías.
En los días de aridez espiritual es bueno acordarse de los buenos momentos... como Pedro debió recordarlos más tarde... en medio de los fracasos de su vida apostólica.
-Al ver esto Simón Pedro se echó a los pies de Jesús, diciendo: "Apártate de mí, Señor, que soy un hombre pecador."
El espanto le embargó.
En el lenguaje bíblico ese miedo o espanto es señal de que Dios se ha acercado a nosotros.
Nuestras mentes modernas encuentran esto casi excesivo.
¡Y sin embargo es así! No nos hagamos los más listos ante Dios. No se trata de caer en un miedo enfermizo y malsano -Dios es infinitamente bueno- pero ¿no nos sería muy conveniente volver a descubrir la santidad y el poder de Dios? -Dios es infinitamente grande-. Y ¿cómo no nos descubriríamos entonces, como Pedro, indignos de permanecer en su presencia? Señor, soy un pecador, una pecadora, no soy digno de recibirte...
-Jesús dijo a Simón: "No temas, desde ahora serás pescador de hombres." ¡No temas!
Es uno de los refranes de Dios.
Es natural que el hombre tiemble ante Dios; y he aquí que Dios mismo se empeña en tranquilizarnos. ¡Gracias, Señor! "Serás pescador de hombres"...
Vocación divina. Dios cambia un destino.
-Dejándolo todo lo siguieron.
"Todo". Dejándolo todo. ¿Cuál es mi disponibilidad?
NOEL
QUESSON
PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 2
EVANG. DE PENTECOSTES A ADVIENTO
EDIT. CLARET/BARCELONA 1983.Pág. 158 s.
3-8.
1. (Año I) Colosenses 1,9-14
a) La alabanza de ayer se convierte ahora en una oración de Pablo, para que la comunidad de Colosas siga adelante, profundice en su conocimiento de la voluntad de Dios y le agrade en todas sus obras.
Habla de "conocimiento", pero en seguida añade lo de las "obras buenas" y, si es el caso, "la fuerza para soportar todo con paciencia y alegría".
Dios les ha trasladado de las tinieblas a la luz, lo cual, por una parte, llena de alegría y, por otra, compromete a un estilo de vida conforme a Cristo Jesús.
b) Podemos examinarnos, ante todo, si existe una buena mezcla de "conocimiento" y de "buenas obras" en nuestra vida. Si nos conformamos con "saber" o si también "hacemos" lo que sabemos que es la voluntad de Dios, buscando agradarle en todo. La sabiduría que Pablo quiere para los suyos es "un conocimiento perfecto" (en griego, "epignosin", super-conocimiento), una "sabiduría e inteligencia espiritual", o sea, apoyada en el Espíritu.
Una sabiduría que no se queda en palabras, sino que conduce a una vida "digna del Señor".
Podemos preguntarnos también si nos hemos liberado totalmente del "dominio de las tinieblas" y hemos pasado al "reino de la luz". Si caminamos en la verdad, en la sinceridad, o si andamos a medias, entre penumbras, con regateos y vías tortuosas, con trampas y manipulaciones de la verdad.
Si caminamos en la luz, nosotros mismos estaremos mucho más llenos de alegría -en la línea optimista del salmo- y también seremos mucho más creíbles en nuestro testimonio para con los demás.
1. (Año II) 1 Corintios 3,18-23
a) Ayer acusaba Pablo a los Corintios de inmaduros e infantiles, por las divisiones que se suscitaban entre ellos. Hoy vuelve al tema desde la perspectiva de la "sabiduría".
Si son "sabios según el mundo", entonces sí que se explican estas divisiones sobre Apolo y Pablo (esta vez añade también a Cefas, o sea, Pedro, que también se ve que tenía sus "fans" allí). Pero eso no es sabiduría, sino necedad a los ojos de Dios. Deberíamos juzgar las cosas y las personas desde una mentalidad espiritual y madura.
Esta mirada la expresa Pablo con una profunda y lúcida gradación: "todo es vuestro (Pablo, Apolo, Cefas, el mundo, la vida, la muerte, lo presente, lo futuro), todo es vuestro; vosotros, de Cristo, y Cristo, de Dios".
b) Esta visión sí que es una interpretación espiritual de la historia, que, a la vez, relativiza nuestras preocupaciones y celos en la vida de la comunidad. Nada es "absoluto" sino Cristo y Dios. Lo demás -incluidos los ministros de la comunidad- son relativos. Morirá Apolo y morirá Pablo, y morirá el Papa actual y el siguiente. Pero Cristo es el mismo ayer, hoy y siempre, y es el que, a través de esta Iglesia frágil y caduca, nos va llevando a todos a Dios.
Ésta es la clave de la sabiduría espiritual, la sabiduría del "grupo que busca al Señor", del que habla el salmo de hoy. El que sigue criterios humanos y se cree listo, "sus pensamientos son vanos" y "Dios lo caza en su astucia".
En nuestra vida de comunidad se establecen a veces una serie de divisiones, más o menos sutiles, basadas en lo que Pablo llama claramente "necedades". Damos importancia a lo que no la tiene. Los ministros de la comunidad -el Papa, el Obispo, los pastores más cercanos- no son los protagonistas, ni los dueños. Su elocuencia o sus carismas personales -que ojalá no sean pequeños- no son el factor determinante. Están al servicio de la comunidad ("son vuestros"). Son colaboradores de Dios. No vale la pena que por unas cualidades más o menos se produzcan tensiones tontas. Ni porque ellos se lo creen ("¿qué tienes que no hayas recibido?", nos dirá Pablo pasado mañana) ni porque sus oyentes o fieles toman partido por uno u otro.
2. Lucas 5,1-11
a) Lucas nos narra la llamada vocacional de Pedro y de los otros primeros discípulos: "desde ahora serás pescador de hombres". Hasta ahora aparecía trabajando solo. Ahora busca colaboradores.
Ya ayer hablaba de Pedro el evangelio: Jesús curó a su suegra de la fiebre. Hoy nos cuenta cómo, para poder apartarse un poco de la gente que se agolpaba en torno, le pide a Pedro que le preste su barca. Qué satisfacción sentiría Pedro: ese predicador que se está haciendo famoso, por su palabra y por sus milagros, le ha pedido a él su barca.
Luego, aunque a regañadientes, porque tiene la experiencia del fracaso de la noche, echa las redes "por la palabra de Jesús". Y sucede lo inesperado: la pesca milagrosa, que provoca en Pedro una reacción de espanto y admiración: "apártate de mí, Señor, que soy un pecador".
No debieron entender mucho lo de ser "pescador de hombres". Pero aquel hombre les ha convencido: "dejándolo todo, lo siguieron".
b) Ser "pescadores de hombres" no significa nada peyorativo. Pescar a las personas, en este sentido, no es un proselitismo a ultranza, ni hacer que mueran para nuestro provecho -en eso consiste la pesca de los peces- sino lo contrario: evangelizar, convencer, ofrecer de parte de Dios a cuantas más personas mejor la buena noticia del amor y la salvación.
En el origen de nuestra vocación cristiana y apostólica tal vez no haya una "pesca milagrosa" o algún hecho extraordinario. Pero sí, de algún modo, ha habido y sigue habiendo un sentimiento de admiración y asombro por Cristo, y la convicción de que vale la pena dejarlo todo y seguirle, para colaborar con él en la salvación del mundo.
Probablemente lo que sí hemos experimentado ya son noches estériles en que "no hemos pescado nada" y días en que hemos sentido la presencia de Jesús que ha vuelto eficaz nuestro trabajo. Sin él, esterilidad. Con él, fecundidad sorprendente. Y así vamos madurando, como aquellos primeros discípulos, en nuestro camino de fe, a través de los días buenos y de los malos. Para que, por una parte, no caigamos en la tentación del miedo o la pereza. Y, por otra, no confiemos excesivamente en nuestros métodos, sino en la fuerza de la palabra de Cristo.
Si no hemos conseguido más, en nuestro apostolado, "mar adentro", ¿no habrá sido porque hemos confiado más en nosotros que en él? ¿porque hemos "echado las redes" en nombre propio y no en el de él?
"El poder de su gloria os dará fuerza para soportar todo con paciencia y magnanimidad" (1ª lectura I)
"La sabiduría de este mundo es necedad ante Dios" (1ª lectura II)
"Este es el grupo que busca al Señor, que viene a tu presencia, Dios de Jacob" (salmo II)
"Y dejándolo todo, le siguieron" (evangelio)
J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 6
Tiempo Ordinario. Semanas 22-34
Barcelona 1997. Págs. 24-27
3-9.
1 Cor 3, 18-23: Que nadie se engañe
Lc 5, 1-11: La vocación de los pescadores
Los amigos de Jesús eran en su mayoría pescadores y campesinos. Jesús se encuentra a un grupo de ellos, comandado por Simón, que trabaja junto a las barcas.
El llamado que Jesús hace a Simón no es una invitación individual. Simón Pedro es la cabeza de dos grupos de pescadores. Su respuesta representa un conjunto de preocupaciones respecto a trabajos para el sustento diario y a expectativas frente al Reino. En Pedro es llamado un grupo de seres humanos que se encuentran desesperados frente a la improductividad de sus esfuerzos y que se asustan ante los resultados que obtienen al obedecer a Jesús.
El grupo lleva las barcas a tierra y lo dejan todo para seguir al Maestro. Al abandonar las barcas, dejan lo conocido, su trabajo cotidiano, sus seguridades... para arriesgarse a un nuevo camino. Éste será una experiencia de formación humana que los irá llevando, poco a poco, desde un patriotismo nacionalista a una mentalidad universal; desde un compromiso únicamente con intereses individuales y familiares a un servicio incondicional a todos los marginados, de una persona esclava del egoísmo y la ambición a una Persona nueva libre y solidaria. El compromiso expresado por Pedro es la voluntad de toda una comunidad que ha optado por un nuevo estilo de vida. Por ésta razón, va todo el grupo tras el Maestro.
Nosotros, influidos por ideas extrañas al evangelio, creemos que el llamado de Jesús va dirigido exclusivamente a individuos excepcionales. El evangelio, sin embargo, constantemente nos muestra que la decisión aunque es personal, el seguimiento de Jesús se hace en comunidad.
El llamado de Jesús al grupo de Pedro, Santiago y Juan nos desafía hoy a buscar formas comunitarias de formarnos como discípulos del Maestro. Es hora de dejar la devoción solitaria y buscar un cristianismo comunitario y solidario.
SERVICIO BIBLICO LATINOAMERICANO
3-10. CLARETIANOS 2002
Seguimos a vueltas con la necedad y la sabiduría. San Pablo nos recuerda una vez más que la sabiduría que cuenta no es la que solemos valorar como tal sino aquella que, por venir de Dios, nos da las claves de la vida y de la muerte, del bien y del mal, de la alegría y del dolor... de todo aquello que, más pronto o más tarde, nos enfrenta a todos con la verdad más honda, la única que realmente importa.
Curiosamente, este "secreto" se descubre a los de corazón sencillo. Es el salmo el que nos proporciona la clave: encuentra a Dios "el hombre de manos inocentes y limpio corazón, el que no entrega su alma a la mentira y nunca jura en falso". La transparencia es condición indispensable para llegar a ser sabio, para llegar a comprender el mundo que nos rodea, el "por qué" y el "para qué" de nuestros días sobre la tierra. Es la meta de la búsqueda en la que, de un modo u otro, solemos empeñar la existencia.
Aunque a simple vista no lo parezca, el texto del Evangelio de Lucas que leemos hoy viene decirnos lo mismo: para encontrar, para "pescar" tenemos que aceptar definitivamente que hay Alguien que sabe más que nosotros y que es a su Sombra donde nuestras búsquedas alcanzan su objetivo, donde nuestras preguntas encuentran respuesta.
Lucas nos presenta a pescadores expertísimos intentando explicar a Jesús que El sabrá mucho del Reino de su Padre... pero que de peces son ellos los que entienden. Sin embargo, Pedro deja que Jesús se "meta" en su vida cotidiana, en sus asuntos más triviales en apariencia y tiene la lucidez suficiente para responder a Jesús: "fiado en tu palabra echaré la red". No hizo falta más. Su gesto fue bastante para poner en evidencia el poder de Dios y, sobre todo, para descubrir que Dios es más grande que todos nuestras teorías, más poderoso que nuestra ciencia.
Pero necesitamos Fe. Sin ella no tendremos el valor de echar las redes, no nos determinaremos a abandonar la seguridad de lo que conocemos para buscar allí donde la Palabra nos asegura que hemos de encontrar.
Simón Pedro creyó y alcanzó la sabiduría -"¡Señor!"- y, con la Sabiduría la serenidad para acogerla en la propia vida y dejar que le marcara un rumbo diferente: "No tengas miedo; desde ahora serás pescador de hombres."
¡Dios está con nosotros! Basta tener la Fe y la
transparencia de corazón suficientes para saber mirar... y para arriesgarnos.
¿No os parece que es motivo más que suficiente para una verdadera y profunda
alegría?
Olga Elisa Molina (olgamolicapo@yahoo.es)
3-11.
COMENTARIO 1
LLAMADA DE LOS PRIMEROS DISCIPULOS, ISRAELITAS
La llamada de los primeros discípulos tiene como marco el lago de Genesaret.
Lucas, a diferencia de Mateo y de Marcos, evita denominarlo «mar», pues su
travesía connotaría la salida/éxodo del territorio judío hacia los paganos,
siendo así que para Lucas el punto de partida del éxodo del Mesías ha de ser
precisamente el centro espiritual de la religiosidad judía, Jerusalén (cf. Lc
24,47-48; Hch 1,8). En el encabezamiento del episodio de la pesca -anticipado en
relación con el de Jn 21,1-14- Lucas establece una referencia implícita
(«también él») a un pasaje conocido de los lectores, la profecía de Ezequiel
sobre el río de aguas salutíferas que mana del templo y sanea las aguas del mar
(Ez 47,1-10): «Mientras la multitud se agolpaba alrededor de él para escuchar el
mensaje de Dios, también él se paró a la orilla del lago de Genesaret y vio dos
barcas que estaban en la orilla; los pescadores habían desembarcado y estaban
lavando las redes» (Lc 5,1-2).
Se cumple la profecía: «Se pararán pescadores a sus orillas, procedentes de En-gadí
hasta Eglain; habrá tendederos de redes» (Ez 47,l0a). Ahora bien, en nuestro
caso -como veremos inmediatamente-, los pescadores han pasado la noche bregando
y no han pescado absolutamente nada (Lc 5,5), mientras que allí se prometía una
«pesca variada, tan abundante como la hay en el mar Grande, una cantidad
extraordinaria» (Ez 47, l0b). El contrapunto servirá para dar relieve a la
actuación de Jesús.
Mientras que allí era el agua que manaba del templo la que saneaba las aguas,
aquí será la enseñanza de Jesús la que calificará la actividad de los
pescadores: «Subió a una de las barcas, que pertenecía a Simón, y le rogó que la
sacase un poco de tierra. Se sentó y, desde la barca, se puso a enseñar a las
multitudes» (Lc 5,3).
LA ENSEÑANZA DE JESUS REVALORIZA
LA ACTIVIDAD DE LOS GRUPOS HUMANOS
Jesús se vale de dos grupos humanos ya constituidos, simbolizados por las dos
barcas, liderados ambos por Simón, para ejemplarizar el alcance de la nueva
enseñanza que imparte a la gente. La enseñanza de Jesús se traduce de inmediato
en hechos palpables: «Cuando acabó de hablar, dijo a Simón: "Sácala adonde haya
fondo y echad vuestras redes para pescar"» (5,4). Simón reconoce que el
liderazgo de Jesús es superior al que él ejercía sin fruto: «Jefe, nos hemos
pasado la noche bregando y no hemos cogido nada; pero, fiado en tu palabra,
echaré las redes» (5,5).
El término «jefe» es buena muestra del concepto que Pedro se ha formado de Jesús
después de haber escuchado su enseñanza. A partir de ahora, los discípulos,
siempre que se dirijan a Jesús, lo llamarán así, pues lo consideran un líder. La
«noche» representa el pasado infructuoso de la actividad del grupo, que,
capitaneado por Simón, ha experimentado la ineficacia de los medios humanos, en
los que tanto confiaba.
El resultado de la nueva actividad asumida por el grupo bajo las directrices de
la enseñanza de Jesús es totalmente otro: «Así lo hicieron, y capturaron tal
cantidad de peces que reventaban las redes» (5,6). La nueva experiencia es
compartida de inmediato por los socios de la otra barca, el otro grupo humano
que había compartido hasta ese momento los ideales propugnados por Simón,
llenándose de tal modo las barcas que casi se hundían (5,7). La única diferencia
que existe entre su actividad anterior y la presente es el contenido nuevo de la
enseñanza impartida por Jesús. El fruto abundante será una constante de la
actividad humana llevada a cabo bajo las directrices de Jesús.
«Al ver esto, Simón Pedro (la primera vez que se presenta en el Evangelio el
calificativo de "Pedro" "piedra", "duro de mollera") se postró a los pies de
Jesús, diciendo: "Apártate de mí, Señor, que soy un pecador" (5,8). Pedro está
en contradicción consigo mismo: si bien no es un judío practicante (cf. 4,38),
se siente indigno/impuro ante Jesús, que viene a liberar precisamente a los que
se tienen o son tenidos por «pecadores/descreídos» (cf. 5,32).
El texto evangélico insiste en la existencia de una comunidad humana y en el
liderazgo de Simón, previos a la llamada de Jesús: «Es que él y todos los que
estaban con él se habían quedado pasmados por la redada de peces que habían
cogido; y lo mismo les pasaba a Santiago y a Juan, hijos de Zebedeo, que eran
compañeros de Simón» (5,9-10a).
Jesús asume las realidades humanas, pero cambia su dirección: «No temas; desde
ahora pescarás hombres vivos» (5,10b). Uno y otro grupo dejan los valores en que
confiaban hasta ahora, y empiezan el seguimiento de Jesús (5,11), seguimiento al
que serán invitados de ahora en adelante todos los que quieran ser sus
discípulos. No se trata de un simple consejo evangélico, sino de una condición
indispensable para llegar a ser miembros del grupo de Jesús. Este «dejarlo
todo», por otro lado, comporta un cambio total en la escala de valores, cambio
que no se realiza en un instante ni por un acto de generosidad, por muy pensado
y reflexionado que se quiera hacer, sino día tras día, en la medida en que cada
uno va integrando los valores del reino en la experiencia cotidiana.
COMENTARIO 2
En el presente texto titulado "la pesca milagrosa" podemos distinguir tres
momentos":
-una descripción de los lugares donde tuvo lugar la primera predicación de Jesús
según Lucas (versos 1-3);
-la pesca milagrosa (versos 4b-10a);
-y la llamada de Pedro (10b-11).
Estos tres momentos han sido compuestos dentro de una escena que goza de una
perfecta unidad. Todo está centrado en un hecho, la pesca milagrosa (mientras la
predicación de Jesús desde la barca es sólo un elemento accesorio y secundario)
y sobre una persona: Pedro (obsérvese cómo Andrés no es mencionado y Santiago y
Juan lo son sólo al final).
Pedro se presenta como el hombre de fe que se fía absolutamente de la
Palabra-Mandato de Jesús. Todo lo que se suscita posteriormente es visto a
través del prisma del ánimo de Pedro: el poder taumatúrgico de Jesús, la
maravilla o asombro. Esto a su vez provoca en Pedro la toma genuina de
conciencia de ser un pecador. Se trata de una reacción espontánea, aquella en la
que el ser humano experimenta de modo inmediato y tangible el misterio divino.
No obstante dicha experiencia hace capaz a Pedro de comprender la palabra
tranquilizante de Jesús (v. 10) como una clara invitación a la misión que lo
empuja a aceptar esta misión, haciéndose, en esto, modelo de sus compañeros. De
ahí la centralidad de la figura de Pedro en este pasaje.
1. Josep Rius-Camps, El Éxodo del Hombre libre. Catequesis sobre el Evangelio de Lucas, Ediciones El Almendro, Córdoba 1991
2. Diario Bíblico. Cicla (Confederación Internacional Claretiana de Latinoamérica)
3-12. DOMINICOS 2003
En la primera lectura de hoy Pablo se congratula en la fe y en el amor cristiano, y lo hace porque ha tenido noticias de que hay comunidades como la de Colosas por las que vale la pena luchar. Él en realidad no había fundado esa Iglesia de Colosas, ni la había visitado nunca. Esa comunidad la formó su fiel discípulo Epafras, que fue instruido por Pablo en Éfeso.
Posteriormente, cuando Pablo estaba preso en Roma, Epafras fue a visitarlo, y, al mismo tiempo que cumplía con un deber de caridad, le informó de cómo el grupo progresaba, pero que no faltaban problemas a causa de algunos infiltrados que turbaban al grupo.
Pablo, tras oírle e instruirle, escribió esta carta, agradecido, alabó las virtudes de la comunidad, y luego la puso en guardia contra ciertas sectas que rebajaban la dignidad de Cristo Jesús. De ahí que Pablo en esta Carta ensalce muy mucho las excelencias de Cristo y la prestancia de las virtudes del cristiano.
Alegrémonos todos por el triunfo de la fe. Celebremos la grandeza de alma de apóstoles anónimos infatigables. Valoremos la paciencia inagotable de los discípulos de la verdad.
Por otra parte, al leer el texto evangélico, sepamos comprender también la torpeza de Pedro y de otros discípulos del Señor que, como nosotros mismos, se movían a ras de tierra mientras que Jesús hablaba desde la mente y corazón de Dios Padre.
ORACIÓN:
Haznos, Señor Jesús, discípulos de la Verdad, agradecidos a los Dones divinos y humanos, firmes en la Esperanza, pacientes en la adversidad y mutuamente solidarios para que siempre nos demos la mano, como hijos de Dios que somos. Amén.
“Hermanos: desde que nos enteramos de vuestra conducta, no dejamos de rezar por vosotros y de pedir que consigáis un conocimiento perfecto de la voluntad de Dios, con toda sabiduría e inteligencia espiritual. De esta manera vuestra conducta será digna del Señor. Agradándole en todo, fructificaréis en toda clase de obras buenas y aumentará vuestro conocimiento de Dios.
El poder de su gloria os dará fuerza para soportar todo con paciencia y magnanimidad, con alegría, dando gracias a Dios Padre, que os ha hecho capaces de compartir la herencia del pueblo santo en la luz...”
Como aspiración cristiana, tengamos el proyecto de adquirir conocimiento perfecto de la voluntad de Dios. Como fruto, esperemos la divina amistad. Y como virtudes, busquemos una vida paciente, magnánima y alegre. ¡No es poco!
“En aquel tiempo la gente se agolpaba alrededor de Jesús para oír la palabra de Dios, estando él a la orilla del lago de Genesaret; y vio dos barcas que estaban junto a la orilla; los pescadores habían desembarcado y estaban lavando las redes.
Jesús subió a una de las barcas, la de Simón, y le pidió que la apartara un poco de tierra. Y desde la barca, sentado, enseñaba a la gente. Y cuando acabó de hablar, dijo a Simón: rema mar adentro y echad las redes para pescar... Puestos a la obra, hicieron una redada de peces tan grande que reventaba la red ... Al ver esto, Simón Pedro se arrojó a los pies de Jesús, diciendo: Apártate de mí, Señor, que soy un pecador ... Jesús dijo a Simón: No temas; desde hoy serás pescador de hombres”.
Jesús habla, y a nosotros nos llega su palabra y mensaje. Elevémonos a alta mar de meditación y reflexión para dejarnos penetrar por esa palabra; y proyectamos sobre los demás el fruto del encuentro con Dios en la intimidad. Así todo será armonía, aunque sea entre nieblas y dificultades.
Pablo se alegra de la fe de los colosenses, y acompaña esa alegría con oraciones fervientes por cuantos forman la comunidad.
Y como actúa en calidad de Maestro exponiendo el mensaje de Cristo, primero reconoce la verdad y la bondad ya logradas, y luego marca una línea de profundización a seguir: la de alcanzar mayor conocimiento de la voluntad del Padre mediante la adquisición progresiva de una sabiduría e inteligencia espiritual que fructifique en obras de gran calidad.
¿Qué sabiduría, inteligencia y conocimiento son ésas? La sabiduría, inteligencia y conocimiento sobrenatural que nos da la fe, si vivimos íntimamente con Cristo la experiencia de hijos muy amados. He ahí la meta: vivir como hijos en el hogar del Padre, haciendo su voluntad y sacrificándonos en el amor fraterno. Ése es nuestro plan de santificación.
Propia y exclusiva de Jesús es la gran experiencia de vivir en calidad de Hijo, en las entrañas del Padre.
Ese don no lo tenían Pedro y sus compañeros, ni lo tenemos tampoco nosotros. Sin embargo, todos, a pesar de nuestra debilidad, podemos acercarnos a participar un poco de una experiencia profunda, que es experiencia de riesgo, de entrega, de oración, de sacrificio por los demás, de búsqueda de la justicia, de compasión por los más necesitados...
Cuando Jesús dice a Pedro: Rema mar adentro, le está indicando metafóricamente que entre en las profundidades de la experiencia de Dios. Y Pedro, como se siente pecador, infiel, pobre, le pide perdón de una forma alocada: “Apártate de mí, Señor, que soy pecador”
¡Pobre Pedro! Precisamente lo que necesitas es que Jesús no se aparte de ti. ¡Pobre Pedro! Como amas mucho, no sabes bien lo que dices. Quieres decir lo contrario de lo que insinúan las palabras: que no se aleje de tu vida y de tu corazón. Eso es lo que hemos de decir también nosotros.
3-13.
Jueves 4 de septiembre de 2003
Col 1, 9-14:Lleven una vida digna en el Señor
Salmo responsorial: 97, 2-6
Lc 5, 1-11: Lleven una vida digna en el Señor
La escena que nos narra el evangelio de Lucas en
el texto de hoy esta enmarcada por las riberas del lago de Genesaret (que
significa “jardín de la riqueza”). Los personajes que actúan en el pasaje
bíblico tienen como actividad económica la pesca. Lucas nos dice que Jesús tomó
la barca de Pedro y la utilizó como púlpito para hablar a la gente que se
agolpaba a su lado para escucharlo. Cuando terminó de hablar, le pidió a Pedro
que se alejara mar adentro y echara las redes para pescar. Pedro quedó
asombrado; habían trabajado toda la noche y no habían pescado nada. Jesús
insiste. A pesar de la duda de Pedro echaron las redes y el resultado fue
asombroso, tanto, que Pedro inmediatamente se decidió seguir a Jesús de manera
incondicional y definitiva.
El pasaje tiene los elementos característicos de un relato vocacional. Es
frecuente en la Biblia que antes de confiarle a una persona una misión, se tenga
una fuerte experiencia de Dios, muchas veces esta experiencia esta construida a
través de una “teofanía” o un signo que manifiesta el poder de Dios. Después del
signo, Pedro reconoce a Jesús como “Señor”, es decir, como Mesías y Salvador, y
también reconoce su propio pecado indicando que ha dudado de Jesús y no se había
dado cuenta de que en él actuaba el poder de Dios. “Simón no temas, le dice
Jesús; en adelante serás pescador de seres humanos. Y en seguida llevaron sus
barcas a tierra, lo dejaron todo y siguieron a Jesús”. Éstas son las dos
características claves del seguimiento: dejarlo todo y seguir a Jesús.
Jesús llamó a gente del pueblo, a pescadores sin una formación profesional, ni
pertenecientes a ningún grupo especial, para conformar el grupo de sus
discípulos. Los llamó para instruirlos y enviarlos a anunciar la Buena Noticia
del Reino. A nadie se le hubiera ocurrido seleccionar ese personal para una
empresa tan importante. Pero ésa era la mejor manera de respaldar con hechos el
mensaje de la buena noticia para el pueblo: Dios está con los pobres, con los
que no cuentan. Los elegidos no tienen que tener cartas de recomendación,
títulos o prestigio, para ser objeto de su amor y predilección, para ser
invitados a poseer el Reino y a trabajar por él.
Hoy Jesús sigue llamando a hombres y mujeres para que sean pescadores de
personas, para que sigan anunciando que el Reino de Dios es posible, para que
sigan creando espacios de esperanza en medio del dolor y la muerte en la que
viven nuestros pueblos.
SERVICIO BÍBLICO LATINOAMERICANO
3-14. ACI DIGITAL 2003
1. Véase Mat. 4, 18 ss.; Marc. 1, 16 ss.
3. Simón es el nombre primitivo de Pedro antes de su vocación. Desde esta escena
la barca de Pedro es mirada como símbolo de la Iglesia.
6. Se rompían: Nótese el contraste con la segunda pesca milagrosa (Juan 21, 11),
donde se hace constar que las redes no se rompían; por donde parece encerrarse
en esto un significado simbólico, que ha sido interpretado de muy diversas
maneras, pero que Jesús acentúa en el v. 10. Cf. Mat. 13, 47 y nota: "También es
semejante el reino de los cielos a una red que se echó en el mar y que recogió
peces de toda clase". La red es la Iglesia visible con sus apóstoles encargados
de reunir en uno a los hijos de Dios (Juan 11, 52), pescando en el mar que es el
mundo. En esta parábola nos muestra Cristo, como en la del banquete (22, 8 -
14), la existencia de buenos y malos dentro de esa Iglesia, hasta el día en que
los ángeles hagan la separación y Jesús, celebrando sus Bodas con el Cuerpo
místico, arroje del festín a los que no tenían el traje nupcial.
8. Un día comprenderá Pedro que, precisamente porque somos pecadores, no podemos
decirle a Jesús que se aleje, sino que venga como médico. Véase v. 32: "Yo no he
venido para convidar al arrepentimiento a los justos sino a los pecadores". Hay
aquí, junto a la manifestación del Corazón misericordioso del Redentor, que se
inclina sobre los necesitados de perdón, una honda ironía para los fariseos, es
decir, para los que se creen justos. Ellos no se dan por redimidos, pues no se
sienten necesitados de redención. Y Jesús no los llama a ellos porque sabe que
no responderán. Terrible estado de espíritu que los hará morir en su pecado
(Juan 8, 21). Sobre la dialéctica de Jesús con los fariseos cf. Juan 9, 39 - 41.
Sobre el privilegio de los que mucho deben cf. 7, 41 - 49. Y Juan 13, 8 y notas:
Pedro le dijo: "No, jamás me lavarás Tú los pies". Jesús le respondió. "Si Yo no
te lavo, no tendrás nada de común conmigo". Sobre esta falsa humildad. "Para
tener comunidad con Jesús es necesario no tener miedo de El. Sin eso ¿cómo nos
llamaríamos redimidos por El?".
10. Pescarás hombres: ¡Maravillosa promesa de eficacia en nuestro apostolado!
Así como antes no conseguía ningún pez y ahora tiene tantos por haberse apoyado
en la palabra de Jesús para echar la red, así también, aun en medio de este
mundo malo, podremos pescar hombres sin número, si usamos para ello las palabras
del Evangelio y no las nuestras. Cristo oró por nuestro éxito (Juan 17, 20) y
sigue orando hasta el fin (Hebr. 7, 25).
11. Pedro y sus compañeros tenían familia y hogar. En un instante lo dejaron
todo para seguir a Jesús, y eso que en aquel momento no creían todavía en su
divinidad. Es decir que nadie podía resistirse a la suavidad del trato con
Jesús, a menos que tuviera doblez en la conciencia. Cf. Juan 3, 19: "Y éste es
el juicio: que la luz ha venido al mundo, y los hombres han amado más las
tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas".
Este es el juicio de discernimiento entre el que es recto y el que tiene doblez. Jesús será para ellos como una piedra de toque (cf. 7, 17; Luc. 2, 34 s.). La terrible sanción contra los que rechazan la luz será abandonarlos a su ceguera (Marc. 4, 12), para que crean a la mentira y se pierdan. S. Pablo nos revela que esto es lo que ocurrirá cuando aparezca el Anticristo (II Tes. 2, 9 - 12).
3-15.
LECTURAS: COL 1, 9-14; SAL 97; LC 5, 1-11
Col. 1, 9-14. Orar por aquellos a quienes, por medio nuestro, Dios abrió al
Evangelio y los hizo partícipes de su Vida, de su Luz y de su Sabiduría, nos
hace conscientes de que la obra de salvación es de Dios y no nuestra. Por ese
motivo nosotros no nos predicamos a nosotros mismos, sino a Cristo; su Evangelio
es para nosotros la Sabiduría que Dios nos ha manifestado, para que,
conociéndola y aceptándola en nuestra vida, podamos dar fruto abundante con toda
clase de buenas obras, siendo, así, gratos a Dios. Hechos partícipes del Reino
de la luz, no seremos vencidos por las tinieblas, pues el Poder del Señor en
nosotros nos ayudará a resistir y a perseverar en el bien, de tal forma que,
cuando nos reunamos para celebrar la Acción de Gracias, vayamos con la alegría
de saber que Dios ha hecho su obra en nosotros y nos ha conservado en su amor
participándonos de su Vida y de su Reino. Efectivamente, por medio del Bautismo,
Él nos ha liberado del poder de las tinieblas, haciendo que, junto con su Hijo,
nos levantemos de aquello que nos retenía en la muerte y lejos de su presencia;
y para que, hechos hijos en el Hijo, ahora vivamos para Aquel que por nosotros
murió y resucitó. Así formamos el Reino del Hijo amado de Dios. Unidos al Señor,
el Padre Dios nos contempla con el mismo amor con que contempla a su Hijo, y nos
hace coherederos con Él de la misma herencia que le corresponde como a Hijo
suyo.
Sal. 97. En Cristo Jesús, Dios se ha levantado victorioso
sobre el pecado y la muerte. Todas las naciones son testigos del amor que Dios
le ha tenido a su Pueblo Santo. A pesar de nuestras infidelidades, Él permanece
fiel, y su lealtad jamás da marcha atrás. Quienes se adhieran al Señor, aún sin
pertenecer al antiguo Pueblo de Dios, podrán no sólo aclamarlo, sino participar
de su victoria y, formando un único pueblo basado en la fe en Jesucristo, podrán
tenerlo como su Señor y Rey. Entonces, todas las naciones podrán aclamar
jubilosas al Señor eternamente. Efectivamente Jesucristo ha derrumbado el muro
que nos separaba: el odio; y nos ha unido en el amor que procede de Dios, de tal
forma que ahora todos vivamos y caminemos en el amor fraterno teniendo un sólo
Señor, una sola fe, un solo bautismo, un solo Dios y Padre. Que esta dignación
con que Dios nos ha distinguido nos ayude a no seguirnos dividiendo, sino a
vivir la unidad en el amor fraterno querida por Jesucristo, y que servirá como
testimonio para que el mundo crea.
Lc. 5, 1-11. La Iglesia, simbolizada en la barca de Pedro, teniendo consigo a
Cristo, proclama la Buena Nueva a todos los hombres, invitándolos a unirse a
ella para que la salvación se haga realidad para todos. No podemos anunciar el
Nombre de Dios sin preocuparnos de atraer a todos hacia Cristo. Cuando el Señor
pide a Pedro arrojar las redes al mar, lo está invitando a cumplir fielmente con
la misión de hacer que la salvación, por medio del anuncio del Evangelio, que
conduce a la fe en Cristo, llegue a todos los hombres sin distinción. Esa labor
no podrá hacerse al margen de Cristo. Antes que nada, la Iglesia debe saber
escuchar al Señor y serle fiel. No son nuestros métodos, ni nuestras
imaginaciones o investigaciones técnicas lo que le da su eficacia a la Palabra
de Dios. Es el Señor quien nos salva y nos conduce para que, abandonando nuestro
antiguo modo de vivir, nos convirtamos en testigos suyos por caminar tras sus
huellas. Entonces el anuncio eficaz del Evangelio no será fruto de la ciencia
humana, sino de nuestra experiencia personal del Señor y del Espíritu que nos
conduce a la Verdad plena.
Venimos ante el Señor trayendo todas nuestras fatigas apostólica y humanas. Él
nos precede con su cruz, con su entrega. Él nos hace saber que, a pesar de que,
por serle fieles dando testimonio de Él en los diversos ambientes en que se
desarrolle nuestra vida, encontremos dificultades, persecuciones, e incluso la
muerte, jamás debemos dar marcha atrás en la escucha fiel de su Palabra y en la
puesta en práctica de la misma. Efectivamente, nuestra fe en Cristo no puede
quedarse arrinconada en actos litúrgicos. Cuando acudimos a la Celebración de la
Eucaristía nos presentamos ante el Señor trayendo como ofrenda nuestra propia
vida con todas nuestras ilusiones; aun cuando traemos también nuestras angustias
y todo aquello que, por algún motivo, nos ha querido impulsar a dar marcha atrás
en el camino recto, o en nuestra entrega a favor del bien hecho a quienes nos
rodean. El Señor nos contempla con gran amor y nos invita a seguir sus huellas,
sin claudicar de aquello que dará un nuevo rumbo a nuestra historia. No importa
que la noche totalmente oscura se haya cernido sobre nosotros; el Señor nos
invita a que le demos espacio en la barca de nuestra propia vida para que
conozcamos la Buena Nueva de su amor y recuperemos la paz y el ánimo de
seguirnos esforzando por darle sentido a nuestra vida.
Por eso el Señor nos dice: Conduce la barca mar adentro. Yo voy contigo; aprende
a escuchar mi Palabra y a ponerla en práctica. La salvación no puede estar al
margen de tu esfuerzo continuo por vivir conforme al Camino que yo te he
indicado. Si queremos convertirnos en pescadores de hombres; si queremos ser
colaboradores para que todos encuentren el camino del amor fraterno, para que,
unidos a Cristo, le demos un nuevo rumbo a nuestra existencia comprometiéndonos
constante por erradicar de nosotros la pobreza, los encarcelados injustamente
por oponerse a las propias ideas, las injusticias sociales, el pecado y el
enviciarse en él, antes que nada nosotros mismos hemos de tomar las actitudes de
Cristo que el mundo requiere para encontrar en nosotros un poco más de luz, de
amor y de esperanza en su vida. No podemos sólo predicarles la Buena Nueva; es
necesario ponernos a trabajar echando las redes y afanándonos para que ese Reino
de Dios, ese mundo nuevo se abra paso entre nosotros. A pesar de que nuestros
intentos anteriores por colaborar en el bien hayan sido fallidos, ahora, con
Cristo presente en nosotros, fieles a su Palabra, vayamos mar adentro, no
huyamos del mundo y sus problemas, acerquémonos a todos para proclamarles el
Nombre del Señor, tanto con nuestras palabras, como, sobre, todo, con nuestro
propio testimonio. Así, siendo instrumentos eficaces en las manos de Dios,
nosotros seremos realmente colaboradores para que Él continúe realizando su obra
salvadora entre nosotros.
Que Dios nos conceda, por intercesión de la Santísima Virgen María, nuestra
Madre, la gracia de esforzarnos continuamente, guiados por el Espíritu Santo,
para que el Reino de Dios esté en nosotros y nos ayude a vivir como hijos de un
mismo Dios y Padre; y para que, sin quedarnos en una salvación adquirida de un
modo personalista, nos preocupan de que esa salvación llegue a todos hasta que
todos seamos uno en Cristo, en una sola Barca en la que, encontrándose el Señor
con nosotros al final todos convertirnos en una continua alabanza del Padre
Dios, por quien fuimos llamados a la Vida y hacia el que se encaminan nuestros
pasos para gozarle y alabarle eternamente. Amén.
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3-16.
Comentario: Rev. D. Blas Ruiz i López (Ascó-Tarragona,
España)
«En tu palabra echaré las redes»
Hoy, el Evangelio nos ofrece el diálogo, sencillo y profundo a la vez, entre
Jesús y Simón Pedro, diálogo que podríamos hacer nuestro: en medio de las aguas
tempestuosas de este mundo, nos esforzamos por nadar contra corriente, buscando
la buena pesca de un anuncio del Evangelio que obtenga una respuesta
fructuosa...
Y es entonces cuando nos cae encima, indefectiblemente, la dura realidad;
nuestras fuerzas no son suficientes. Necesitamos alguna cosa más: la confianza
en la Palabra de aquel que nos ha prometido que nunca nos dejará solos.
«Maestro, hemos estado bregando toda la noche y no hemos pescado nada; pero, en
tu palabra, echaré las redes» (Lc 5,5). Esta respuesta de Pedro la podemos
entender en relación con las palabras de María en las bodas de Caná: «Haced lo
que Él os diga» (Jn 2,5). Y es en el cumplimiento confiado de la voluntad del
Señor cuando nuestro trabajo resulta provechoso.
Y todo, a pesar de nuestra limitación de pecadores: «Aléjate de mí, Señor, que
soy un hombre pecador» (Lc 5,8). San Ireneo de Lyón descubre un aspecto
pedagógico en el pecado: quien es consciente de su naturaleza pecadora es capaz
de reconocer su condición de criatura, y este reconocimiento nos pone ante la
evidencia de un Creador que nos supera.
Solamente quien, como Pedro, ha sabido aceptar su limitación, está en
condiciones de aceptar que los frutos de su trabajo apostólico no son suyos,
sino de Aquel de quien se ha servido como de un instrumento. El Señor llama a
los Apóstoles a ser pescadores de hombres, pero el verdadero pescador es Él: el
buen discípulo no es más que la red que recoge la pesca, y esta red solamente es
efectiva si actúa como lo hicieron los Apóstoles: dejándolo todo y siguiendo al
Señor (cf. Lc 5,11).
3-17. La pesca milagrosa
Fuente: Catholic.net
Autor: P. Sergio A. C
Reflexión
“¡Que Dios es la mar de raro!...” es el título de un libro escrito hace ya
algunos años por un sacerdote, pensador y periodista mexicano llamado Antonio
Brambila. Y me pareció muy acertado este título para mi reflexión del día de
hoy.
El padre Brambila explica en el prólogo de su libro el porqué de ese título.
Cuenta que un día, hace ya mucho tiempo, atendía en dirección espiritual a una
joven religiosa que estaba pasando por un momento muy difícil en su vocación,
uno de esos períodos de desolación y de sequedad espiritual en los que el alma
sufre bastante interiormente, pero que Dios nuestro Señor aprovecha, de un modo
misterioso, para purificarla y acercarla más a Él. Y el padre le decía que Dios
juega a las escondidas con sus hijos, que se les oculta para hacerse desear y
buscar; y luego se les manifiesta para volverse a esconder; y que, durante
nuestra vida en este mundo, muchas veces nos muestra su amor en forma de
castigos que nos desconciertan y nos hacen llorar y sufrir... La religiosa, tras
un momento de silencio, concluyó: ¡pues, la verdad, Dios es la mar de raro!”.
Efectivamente, ¡la mar de raro! Rarísimo. Porque Dios es misterioso. Más aún, Él
mismo es un misterio que no podemos comprender y en muchísimas ocasiones su modo
de actuar nos sorprende, nos confunde y nos “destantea”. ¡Parece ilógico y
extraño! Ya el profeta Isaías nos decía que “los pensamientos de Dios no son
nuestros pensamientos, ni sus caminos son nuestros caminos” (Is 55, 8).
No entendemos, por ejemplo, por qué Dios permite el sufrimiento, máxime cuando
el que sufre es una persona inocente. ¿Por qué el dolor de tanta gente pobre en
tantos países del África, de Asia o de América Latina, y muchísimos de ellos a
veces sin lo mínimo para subsistir? ¿Por qué tantas injusticias y abusos contra
los pobres y débiles? Pensemos en las guerras, en las discriminaciones, en las
persecuciones y segregaciones de pueblos enteros a causa del color, la religión,
la raza, la cultura o su condición social. ¿Por qué tantos abusos de niños y
mujeres, usados para la trata de blancas y un comercio brutalmente indigno y
escandaloso? ¿Por qué tantos niños tronchados en el vientre de su propia madre
antes de ver la luz del sol?
Tal vez también nosotros tengamos experiencias de sufrimiento en nuestra vida.
Es tremendamente doloroso. ¿Por qué Dios permite la enfermedad o la muerte de un
ser querido, sobre todo cuando aún es necesaria su presencia en este mundo? ¿Por
qué el Señor permite a veces que sintamos el dolor terrible de la depresión, la
soledad, la tristeza, el abandono? ¿Por qué ciertos problemas sin resolver,
después de tantos años de haber luchado en vano por superarlos? ¿Por qué
fracasan a veces los matrimonios, con tanto sufrimiento para la esposa, los
hijos, los familiares? ¿Y por qué no se puede rehacer la propia vida con otro
hombre o con otra mujer después de haber fallado el primer matrimonio
religioso?.... Éstos y muchos otros interrogantes tocan a la puerta de nuestra
alma sin encontrar suficientes respuestas.
El evangelio de este día no nos habla sobre el dolor, pero sí nos puede ofrecer
alguna luz para tratar de comprenderlo y de aceptarlo.
San Lucas nos presenta hoy la escena de la pesca milagrosa. Nuestro Señor se
halla en el lago y, después de predicar, le dice a Simón Pedro que reme mar
adentro y que eche las redes para pescar. Simón era un experto pescador –ése era
su oficio— y conocía perfectamente los lugares y las horas más oportunas para
ello. Él sabía de sobra que se pesca durante la noche porque las aguas están
tranquilas y los peces dormidos. Es más, se habían pasado la noche entera
bregando ¡y no habían cogido ni un miserable charal! Y ahora llega este Jesús
–todavía no conocía bien Pedro a nuestro Señor— y, sin conocer el arte y los
gajes del oficio, le dice así, tranquilamente, que eche las redes para pescar…
“¡Pero, Señor –le pudo haber dicho Pedro— no es hora de pesca, ni el lugar ni
las condiciones son apropiadas!...”. Y humanamente tenía toda la razón. Cuando
se callan las palabras de nuestra propia experiencia, de nuestras previsiones y
cálculos humanos (“nos hemos pasado toda la noche bregando”); cuando hemos
probado la amargura del fracaso o de la desilusión (“no hemos cogido nada”),
entonces puede brotar el milagro: “Pero, en tu nombre echaré las redes”. Esto es
lo más maravilloso de todo. Y ya sabemos lo que pasó después.
En realidad, éste fue el verdadero milagro: que Pedro haya creído en Cristo y
que, cuando todo era ilógico, adverso y contradictorio para la razón, haya
aceptado la orden del Señor y haya obedecido. La pesca sobreabundante y las
redes repletas fueron ya sólo una consecuencia. Para nuestro Señor no hay
imposibles porque Él es Dios. El único imposible es que nuestra voluntad no
quiera adherirse a lo que Él quiere Y el milagro está precisamente aquí.
Si echamos una hojeada a todo el evangelio, nos daremos cuenta de que siempre
actúa así nuestro Señor: todos los milagros comienzan con la FE y es la única
condición que Él pone para poder actuar. Sólo cuando aceptamos a Jesús con el
corazón y doblamos las rodillas de nuestra mente, aunque humanamente no se vea
nada, aunque el llanto explote en nuestra garganta y las lágrimas arrasen
nuestros ojos, aunque tengamos que esperar contra toda esperanza humana y sangre
el corazón… si creemos en Él y lo aceptamos, así como Dios nos visita, ¡es
entonces cuando Jesús realiza el milagro!
Pero no es fácil. Necesitamos una fe muy grande. Y la fe es un don de Dios.
¡Pidámosle con humildad ese grandioso don!
Ojalá que también nosotros, como Pedro, creamos en Jesús y obedezcamos su
palabra: “¡Rema mar adentro y echa las redes para la pesca!”. Y entonces veremos
otro milagro en nuestra vida.
3-18. SERVICIO BIBLICO LATINOAMERICANO 2004
1 Cor 3,18-23 Todo es vuestro, vosotros de Cristo,
y Cristo de Dios
Salmo responsorial: 23 Del Señor es la tierra y cuanto la llena.
Lc 5, 1-11: No temas, desde ahora pescarás hombres vivos.
La actuación de Jesús ha levantado expectativas en el pueblo que se agolpa a su
alrededor para escuchar su mensaje. Se trata de un mensaje en acción, pues no se
dice en qué consiste la enseñanza de Jesús. O mejor, no se dice con palabras,
sino con hechos. Porque el episodio de la pesca abundante informa sobre cómo se
llega a ser discípulos, que implica serlo y para qué se es.
Pedro llega a ser discípulo de Jesús, gracias a que Jesús lo ha elegido. Es Jesús quien le confía en ministerio y lo llama para que lo siga.
Ser discípulo implica, llegado el caso, “dejarlo todo”. Puesto que los discípulos se hacen miembros de una comunidad guiada por Jesús, las personas llamadas al discipulado tienen que estar preparadas para abandonar sus posesiones, e incluso la familia si fuese necesario. Dejarlo todo significa que los discípulos tienen su lugar adecuado entre los “pobres” (Lc 6,20) para seguirlo por el camino de liberación de todos los marginados y oprimidos.
Se es discípulo para llevar a cabo una misión de alcance universal: Pedro es enviado no a pescar “israelitas”, sino “personas” si más precisión de país o raza. El nuevo pueblo de Dios estará integrado por judíos y paganos. Con el tiempo, este pueblo será un gran pueblo como sugiere la cantidad de peces capturados en las barcas.
En todo caso, por esta escena queda claro que dentro de la comunidad no puede haber otro liderazgo que el de Jesús, liderazgo de servicio y entrega. Bajo el liderazgo de Pedro, su grupo se había pasado la noche bregando sin coger nada; cuando éste y su grupo siguen la orden de Jesús, el resultado es una pesca abundante a pesar de no ser la hora apropiada; tan abundante que tuvieron que hacer señas a los socios de la otra barca para que les echasen una mano, llenándose las dos barcas que casi se hundían.
3-19. DOMINICOS 2004
Todo es vuestro y vosotros de Cristo
Dichos los que trabajan por la justicia y la paz.
Dichosos los que hacen de su vida una ofrenda de amor a los demás.
Dichosos los que viven a la luz de la verdad y actúan con sincera caridad.
En días anteriores, san Pablo ha denunciado actitudes equivocadas y violentas
que tienden a generar divisiones y desórdenes en Corinto y en cualquiera de
nuestras comunidades cristianas o ciudadanas. Hoy redondea su pensamiento y nos
indica que –mirando los traspiés de los demás- no debemos tenernos por mejores:
nadie debe dejarse engañar teniéndose a sí mismo por sabio.
Por nuestra sabiduría, llegamos a conocer y comprender ciertas actitudes humanas
más o menos nobles. Pero si a esa sabiduría no le añadimos la sabiduría de Dios,
que él nos ha revelado con amor, de poco nos vale.
Según la sabiduría de Dios, hay que armonizar todas las cosas en Cristo, y con
Cristo en Dios. A nadie le beneficia obrar de modo que genere distanciamientos y
divisiones. ¿No es uno Cristo? ¿No es uno nuestro Dios? Pues no rompamos nuestra
unión con Él y nuestra mutua comunión.
La luz de Dios y su mensaje en la Biblia
Primera carta de san Pablo a los corintios 3, 18-23:
“Hermanos: que nadie se engañe. Si alguno de vosotros se cree sabio en este
mundo, que se haga necio para llegar a ser sabio. La sabiduría de este mundo es
necedad ante Dios; como está escrito: “Él caza a los sabios en su astucia’ “.
Y también: “El Señor penetra los pensamientos de los sabios y conoce que son
vanos’ “.Así pues, que nadie se gloríe en los hombres, pues todo es vuestro:
Pablo, Apolo, Cefas,
el mundo, la vida y la muerte, el presente y el futuro, pero vosotros sois de
Cristo, y Cristo es de Dios”
Evangelio según san Lucas 5, 1-11:
“En aquel tiempo la gente se agolpaba alrededor de Jesús para oir la palabra de
Dios. Estando él a la orilla del lago de Genesaret, vio dos barcas que estaban
junto a la orilla. Los pescadores habían desembarcado y estaban lavando las
redes.
Jesús subió a una de las barcas, la de Simón, y le pidió que la apartara un poco
de tierra. Y desde la barca, sentado, enseñaba a la gente. Y cuando acabó de
hablar, dijo a Simón: rema mar adentro y echad las redes para pescar...
Puestos a la obra, hicieron una redada de peces tan grande que reventaba la
red... Al ver esto, Simón Pedro se arrojó a los pies de Jesús, diciendo:
Apártate de mí, Señor que soy un pecador. . Jesús dijo a Simón: No temas; desde
hoy serás pescador de hombres”.
Reflexión para este día
Todo es vuestro; vosotros, de Cristo; Cristo, de Dios.
Grabemos en nuestra alma esta bellísima expresión de Pablo: todo es vuestro,
vosotros sois de Cristo, y Cristo es de Dios. Armonía perfecta, sentimiento
noble, vivencia profunda. Muchas habrán sido en la historia las glosas escritas
a esta frase de Pablo. Nosotros podemos recrearnos en tres comentarios
teológicos muy breves:
Primero: en el orden de la naturaleza, incluido el hombre, todo ha sido creado
para gloria de Dios; pero esa creación ha sido ordenada y permite a cada cosa
disfrutar de sus propias perfecciones y beneficiarse de las perfecciones de las
demás. Cada elemento tiene valor en sí mismo y en el conjunto a que pertenece.
Y en ese esquema de la creación el ser humano es como la conciencia del cosmos,
su palabra, su vibración. Por eso, todo es —en algún modo- de él.
Segundo: en el orden de la re-creación y gracia, sobre todo desde la Redención,
todo ha quedado sometido a Cristo, Señor de todo y de todos. El es nuestra
cabeza, la fuente de nuestra vida como hijos, el amigo que nos acompaña y anima,
y nos lleva al Padre.
Tercero: en el orden de la creación y re-creación, todo acontece conforme a los
designios del Padre que nos convocó a la vida, nos envió al Hijo, y nos espera
al final de la historia. Incluso lo que no entendemos ahora se nos hará luz en
la eternidad.
3-20.
Comentario: Rev. D. Pedro Iglesias i Martínez (Montcada
i Reixac-Barcelona, España)
«Boga mar adentro»
Hoy día todavía nos resulta sorprendente comprobar cómo aquellos pescadores
fueron capaces de dejar su trabajo, sus familias, y seguir a Jesús («Dejándolo
todo, le siguieron»: Lc 5,11), precisamente cuando Éste se manifiesta ante ellos
como un colaborador excepcional para el negocio que les proporciona el sustento.
Si Jesús de Nazaret nos hiciera la propuesta a nosotros, en nuestro siglo XXI...,
¿tendríamos el coraje de aquellos hombres?; ¿seríamos capaces de intuir cuál es
la verdadera ganancia?
Los cristianos creemos que Cristo es eterno presente; por lo tanto, ese Cristo
que está resucitado nos pide, no ya a Pedro, a Juan o a Santiago, sino a Jordi,
a José Manuel, a Paula, a todos y cada uno de quienes le confesamos como el
Señor, repito, nos pide desde el texto de Lucas que le acojamos en la barca de
nuestra vida, porque quiere descansar junto a nosotros; nos pide que le dejemos
servirse de nosotros, que le permitamos mostrar hacia dónde orientar nuestra
existencia para ser fecundos en medio de una sociedad cada vez más alejada y
necesitada de la Buena Nueva. La propuesta es atrayente, sólo nos hace falta
saber y querer despojarnos de nuestros miedos, de nuestros “qué dirán” y poner
rumbo a aguas mas profundas, o lo que es lo mismo, a horizontes más lejanos de
aquellos que constriñen nuestra mediocre cotidianeidad de zozobras y desánimos.
«Quien tropieza en el camino, por poco que avance, algo se acerca al término;
quien corre fuera de él, cuanto más corra más se aleja del término» (Santo Tomás
de Aquino).
«Duc in altum»; «Boga mar adentro» (Lc 5,4): ¡no nos quedemos en las costas de
un mundo que vive mirándose el ombligo! Nuestra navegación por los mares de la
vida nos ha de conducir hasta atracar en la tierra prometida, fin de nuestra
singladura en ese Cielo esperado, que es regalo del Padre, pero
indivisiblemente, también trabajo del hombre —tuyo, mío— al servicio de los
demás en la barca de la Iglesia. Cristo conoce bien los caladeros, de nosotros
depende: o en el puerto de nuestro egoísmo, o hacia sus horizontes.
3-21. Jueves, 2 de setiembre del 2004
Todo es de ustedes, pero ustedes son de Cristo y Cristo es de Dios
Lectura de la primera carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Corinto 3,
18-23
Hermanos:
¡Que nadie se engañe! Si alguno de ustedes se tiene por sabio en este mundo, que
se haga insensato para ser realmente sabio. Porque la sabiduría de este mundo es
locura delante de Dios. En efecto, dice la Escritura: "Él sorprende a los sabios
en su propia astucia", y además: "El Señor conoce los razonamientos de los
sabios y sabe que son vanos".
En consecuencia, que nadie se gloríe en los hombres, porque todo les pertenece a
ustedes: Pablo, Apolo o Cefas, el mundo, la vida, la muerte, el presente o el
futuro. Todo es de ustedes, pero ustedes son de Cristo y Cristo es de Dios.
Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL 23, 1-4b. 5-6
R. Del Señor es la tierra y todo lo que hay en ella.
Del Señor es la tierra y todo lo que hay en ella,
el mundo y todos sus habitantes,
porque Él la fundó sobre los mares,
Él la afirmó sobre las corrientes del océano. R.
¿Quién podrá subir a la Montaña del Señor
y permanecer en su recinto sagrado?
El que tiene las manos limpias y puro el corazón;
el que no rinde culto a los ídolos. R.
El recibirá la bendición del Señor,
la recompensa de Dios, su Salvador.
Así son los que buscan al Señor,
los que buscan tu rostro, Dios de Jacob. R.
EVANGELIO
Abandonándolo todo, lo siguieron
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 5, 1-11
En una oportunidad, la multitud se amontonaba alrededor de Jesús para escuchar
la Palabra de Dios, y Él estaba de pie a la orilla del lago de Genesaret. Desde
allí vio dos barcas junto a la orilla del lago; los pescadores habían bajado y
estaban limpiando las redes. Jesús subió a una de las barcas, que era de Simón,
y le pidió que se apartara un poco de la orilla; después se sentó, y enseñaba a
la multitud desde la barca. Cuando terminó de hablar, dijo a Simón: «Navega mar
adentro, y echen las redes».
Simón le respondió: «Maestro, hemos trabajado la noche entera y no hemos sacado
nada, pero si Tú lo dices, echaré las redes». Así lo hicieron, y sacaron tal
cantidad de peces, que las redes estaban a punto de romperse. Entonces hicieron
señas a los compañeros de la otra barca para que fueran a ayudarlos. Ellos
acudieron, y llenaron tanto las dos barcas, que casi se hundían.
Al ver esto, Simón Pedro se echó a los pies de Jesús y le dijo: «Aléjate de mí,
Señor, porque soy un pecador». El temor se había apoderado de él y de los que lo
acompañaban, por la cantidad de peces que habían recogido; y lo mismo les pasaba
a Santiago y a Juan, hijos de Zebedeo, compañeros de Simón.
Pero Jesús dijo a Simón: «No temas, de ahora en adelante serás pescador de
hombres».
Ellos atracaron las barcas a la orilla y, abandonándolo todo, lo siguieron.
Palabra del Señor.
Reflexión:
1Cor. 3, 18-23. El Padre Dios es el origen de todo y de todos. Nuestra confianza
no está puesta en manos de los hombres, aún cuando sean considerados los más
sabios conforme a los criterios de este mundo. Por eso nosotros no anunciamos
cosas terrenas, sino a Cristo Jesús, que el Padre Dios nos entregó no sólo como
Salvador nuestro, sino también como Aquel que nos hace conocer a Dios y el amor
que, como Padre nuestro, nos tiene. Así, perteneciendo a Cristo, unidos a Él
mediante una Alianza nueva y eterna, junto con Él pertenecemos a Dios Padre, no
como simples criaturas suyas, mucho menos como extraños que lo invocan, sino
como hijos en el Hijo. Por eso aprendamos a vivir totalmente comprometidos como
de hijos de Dios. Unidos a Él demos testimonio de Él en el mundo no sólo como
fruto de nuestras investigaciones y estudios eruditos conforme a la ciencia de
este mundo, sino conforme a la experiencia que tengamos del amor salvador de
Dios, viendo así nuestros estudios sólo como auxiliares y no como fuente de
salvación, la cual sólo procede de Dios de un modo gratuito hacia nosotros.
Sal. 24 (23). Cristo Jesús es el "Monte Santo" hacia el que confluyen todas las
naciones. Sólo mediante Él podemos entrar en comunión de Vida con Dios y ser de
Él. Sin embargo no podemos permanecer en Él mientras el pecado nos aleje de Él.
Un corazón purificado, convertido en amor para elevarse a Dios como ofrenda
agradable a Él, pero también convertido en amor fraterno para ser un signo del
amor salvador de Dios en medio de las demás personas, es lo que Dios espera de
su Iglesia. Sin embargo, sabiéndonos pecadores mientras peregrinamos por este
mundo, hemos de abrir nuestro corazón a las inspiraciones del Espíritu Santo,
que Dios ha derramado en nuestros corazones, para dejarnos transformar por Él en
una imagen cada vez más perfecta del Hijo de Dios. Entonces seremos realmente
una Iglesia que, mediante una continua conversión, camina hacia su perfección en
Cristo mientras peregrina por este mundo.
Lc. 5, 1-11. Jesucristo es la Palabra de Dios que se ha encarnado, se ha hecho
hombre, se ha hecho uno de nosotros. Nosotros lo escuchamos para conocer los
caminos de Dios y vivir conforme a ellos. Por eso no podemos quedarnos junto a
Él escuchándolo, sino que hemos de ser obedientes a su voluntad. Hemos de ir mar
adentro, sin miedo a tener que encontrarnos con aquellos que viven lejos de Dios
y a los que hemos de hacer llegar también el Mensaje de Salvación, pues la
Iglesia no sólo debe ser evangelizada, sino que debe también convertirse en
evangelizadora conforme a su propia experiencia personal de vida con el Señor.
Sabemos que la fuerza salvadora del anuncio del Evangelio sólo depende de Dios y
no de nosotros; que nosotros sólo somos frágiles instrumentos puestos
amorosamente en manos de Dios. Cuando realmente logremos ser testigos de la
conversión de los que viven lejos de Dios como ovejas sin Pastor, no nos
vanagloriemos pensando que lo hicimos nosotros con nuestra ciencia y
experiencia; reportémoslo a Dios; arrodillémonos ante Él y reconozcamos su poder
salvador, realizado por medio nuestro, a pesar de que somos grandes pecadores;
pecadores que, al igual que todos, vivimos en una continua conversión a Dios,
que nos ha escogido para instruirnos y enviarnos como portadores de su Evangelio
de salvación al mundo entero.
El Señor nos reúne para pronunciar su Palabra Salvadora sobre nosotros, de tal
forma que lleguemos a ser en Él, hijos de Dios. Él nos explica las Escriturar y
parte para nosotros el Pan. Así no sólo nos anuncia el mensaje de salvación con
sus palabras, sino que su Entrega Pascual se convierte también en el lenguaje
mediante el cual el Señor nos hace comprender el amor que el Padre Dios nos
tiene. Y el Señor nos llama para que entremos en comunión de vida con Él. Su
Iglesia recibe así la vocación de convertirse en portadora del Evangelio, no
sólo instruyendo a los demás en el Camino de Salvación, sino dando su vida por
todos para que todos tengan vida, y Vida eterna. Ante Cristo, con toda humildad,
tomemos la firme determinación de pertenecer sólo a Él, para que siendo, en Él,
de Dios, podamos continuar su obra salvadora en el mundo.
El Señor ha instituido a su Iglesia para que sea el instrumento mediante el cual
la salvación llegue a toda la humanidad, de todos los tiempos y lugares hasta el
fin del mundo. Sin embargo no podemos cimentar el anuncio del Evangelio en
hechos admirables y milagrosos sino en la adhesión a Cristo Jesús. Quien busca a
Cristo sólo para recibir de Él aquello que busca y pretende conforme a sus
necesidades temporales, fácilmente puede derrumbarse y alejarse de Él perdiendo
su compromiso en el anuncio del Evangelio que nos salva. A veces nos
encontraremos con acontecimientos arduos, difíciles en la vida; tal vez el
desánimo toque a nuestra puerta cuando, habiéndolo dado todo, la respuesta sea
nula o demasiado exigua. Es entonces el momento de reflexionar sobre los
criterios que han regido nuestra labor evangelizadora. Es tiempo de saber si
hemos estado en oración a los pies de Jesús, si lo hemos escuchado y hemos
trabajado obedeciéndolo a Él; o, por el contrario, si hemos seguido nuestros
planes, tal vez elaborados de un modo técnicamente perfecto, pero muy al margen
de Dios. Sepamos que no somos nosotros los que damos la salvación al mundo. Es
Dios; y nosotros sólo somos sus frágiles instrumentos. Haciéndolo todo en su
Nombre todo cobrará la eficacia que nos viene de Dios y podremos ser testigos de
la obra de salvación que Él realice incluso en aquellas personas en la que
parecería imposible que sucediera. Vivamos, pues, en un amor fiel al Señor y a
su Palabra.
Que Dios nos conceda, por intercesión de la Santísima Virgen María, nuestra
Madre, la gracia de saber ser dóciles a la Palabra de Dios, para que, por
nuestro medio, el Señor haga llegar su salvación al mundo entero. Amén.
Homiliacatolica.com
3-22.
Reflexión
Hoy se tiene la tentación de pensar que la “Palabra de Dios”, lo que leemos en
el Evangelio o en general en la Sagrada Escritura, tiene el mismo valor que la
que está escrita en cualquier otro libro. Hoy Pedro, un experimentado pescador,
se pone a escuchar lo que para un hombre de su experiencia resultaría una
“ilógica” petición la cual proviene de un Carpintero. Sin embargo, la Escritura
nos dice que antes de invitara a Pedro a pescar, Jesús había predicado a los que
se reunieron en torno a la barca. Seguramente que lo que escuchó Pedro de labios
de Jesús, lo animó a intentar una acción fuera de toda lógica dentro de sus
oficio. El resultado: Una gran pesca. Pedro entonces, a pesar de ser un hombre
experimentado reconoce que la Palabra de Jesús no es como la de cualquier
hombre. Y a pesar de ser un “experto” en la materia se deja conducir por la
“palabra del Maestro”. Debemos, pues, por un lado, escuchar más seguido y con
mucha atención la Palabra de Jesús que tenemos en los evangelios y por otro lado
reconocer que esa palabra no es la de cualquier hombre, no es simplemente la
palabra del Carpintero de Nazaret, sino que es la palabra de Dios, la cual tiene
poder. Date tiempo para leer la Sagrada Escritura y aprende a dejarte conducir
por ella.
Que pases un día lleno del amor de Dios.
Como María, todo por Jesús y para Jesús
Pbro. Ernesto María Caro
3-23. La pesca milagrosa
Fuente: Catholic.net
Autor: P. Clemente González
Reflexión
Es sorprendente la suavidad con que Cristo va guiando a sus amigos hacia la
conversión. En este pasaje, se nos cuenta cómo logró conquistar a Pedro.
El apóstol San Pedro, antes de conocer al Señor, era Simón el pescador. Un
hombre recio, acostumbrado a la dura tarea de la pesca. Seguramente era uno de
los más importantes del negocio y uno de los más respetados, debido a su
carácter fuerte. Jesús se acercó a él, se subió a una de las barcas y le pidió
que se alejara un poco para poder predicar a la muchedumbre. Pedro estaba
pendiente del timón y de los remos, quizás sin escuchar las palabras del Señor.
Pero luego, Jesús le miró y le dijo que fuera mar adentro, a pescar. Simón se
extrañó. ¿Pero cómo? ¿No sabe éste que yo soy un profesional? Si no he pescado
nada durante la noche, ¿cómo voy a hacerlo a pleno día? Sin embargo, le dijo: Lo
haré porque tú me lo pides.
Jesús esperaba estas palabras, esperaba un poco de humildad por parte de Pedro,
el impetuoso. Fue entonces cuando se obró el milagro. “Y pescaron gran cantidad
de peces”. Al ver lo sucedido, Pedro se olvidó de la pesca y cayó de rodillas
ante Jesús.
El Señor sabía muy bien cómo ganárselo, con amabilidad, sin recriminaciones. Y
luego le dijo: “No temas, desde ahora serás pescador de hombres”.
3-24. CLARETIANOS 2004
Queridos hermanos y hermanas,
Las lecturas, hoy, nos hablan del saber, del conocimiento, la sabiduría. Cuántos
esfuerzos hacemos para aprender, cuánto hemos estudiado en nuestra vida… para
que luego se nos diga en la carta a los Corintios “…para Dios, la sabiduría de
este mundo es una tontería…”. Justo a pocos días de la “vuelta al cole” parece
que las lecturas nos invitan a no dar tanta importancia a la adquisición de
conocimientos. Entonces, ¿hemos estado perdiendo el tiempo aprendiendo y
estudiando? No, no lo creo y más cuando vemos, en el Evangelio, lo que hace
Jesús que “…se sentó en la barca, y desde allí comenzó a enseñar a la gente…”.
Cuanto más aprendemos y conocemos, más podemos caer en la tentación del poder,
usado de forma arrogante. Mantenerse en la humildad sabiendo que eres una
persona culta, con títulos y diplomas, o sencillamente porque sabes más del que
tienes al lado, de tu vecino o de tu compañero de trabajo, no es nada sencillo.
Nos da seguridad y tranquilidad “controlar” una situación desde lo alto de
nuestros conocimientos, nos proporciona armas que los demás no tienen y que
además pueden infundir temor.
“Si alguno cree que es muy sabio y que sabe mucho de las cosas de este mundo,
para ser sabio de verdad debe comportarse como un ignorante.”, esta es la clave
que nos da la primera lectura, mientras que el Evangelio nos dice “De hoy en
adelante, en lugar de pescar peces, voy a enseñarte a pescar hombres.” Son dos
claves muy importantes. La primera se refiere al cómo y la segunda el qué, al
contenido. Sobre el cómo creo que no hay que decir mucho más que leer y releer
varias veces la frase de la carta a los corintios; es más, yo os aconsejo que la
pongáis como protector de pantalla del ordenador o enmarcarla y colgarla en un
lugar muy visible de vuestra habitación, para que nunca se nos olvide. Muy
importante me parece también la frase del Evangelio porque en ella Jesús nos
centra sobre lo que realmente es importante, o sea el hombre. Más allá de todo
el saber, el conocimiento y la sabiduría humana, lo que realmente importa es ser
conocedores de los caminos que nos llevan al Reino de Dios y ser capaces de
transmitirlos. El trabajo del educador, del formador, del profesor, del obispo o
del mío, como padre, debe tener esa meta en común.
Carlo Gallucci
(galluccicarlo@hotmail.com)
3-25. Fray Nelson Jueves 1 de Septiembre de 2005
Temas de las lecturas: Dios nos ha liberado del dominio de las tinieblas y nos
ha trasladado al Reino de su Hijo amado * Dejándolo todo, lo siguieron.
1. Hacia la plenitud
1.1 Uno de los aspectos más interesantes de la primera lectura del día de hoy es
el llamado hacia la plenitud. Creer es un ejercicio, un dinamismo. La vida
cristiana no puede resumirse en "tener" fe, como quien posee algo que ha quedado
bajo su poder. Más bien, ser cristiano, en la óptica de Pablo es quedar bajo el
poder de la fe, es decir, entrar en un proceso que ha tenido su comienzo
maravilloso cuando nos abrimos a la propuesta del amor divino pero que debe
perfeccionar ese comienzo hasta "llegar a conocer con plenitud su voluntad",
como hemos escuchado hoy.
1.2 El tema de la "sabiduría espiritual" lo había tocado antes el apóstol, en el
contexto polémico de las Cartas a los Corintios, especialmente la primera de
ellas, en el capítulo segundo. Es fácil, en efecto, caer en el error de
convertir el cristianismo en un sistema de ideas, una especie de filosofía, y
por ello Pablo entiende que no podemos agarrar la esencia, la nuez del
cristianismo, si no es por gracia. Ser cristiano no es, o por lo menos no se
limita a ser, un coleccionista de ideas que encajan bien unas en otras. Pablo
ora por los colosenses, y por nosotros, porque sabe que sólo en la gracia y por
la gracia podemos llegar a descubrir la verdadera sabiduría, esa que nos MUEVE a
agradar al mismo Dios de quien la recibimos.
2. Encuentro de dos poderes
2.1 Es importante descubrir este aspecto dinámico de la fe y del conocimiento
espiritual entre otras cosas porque vivir en clave cristiana conlleva presenciar
el crudo enfrentamiento de dos poderes. Así lo podemos entender de la misma
primera lectura del día de hoy.
2.2 Pablo nos habla del "dominio" de las tinieblas, ciertamente vencido por el
"Reino" del Hijo querido. Es preciso que comprendamos que el mal tiene poder,
aunque siempre es más importante que afirmemos que ese poder es menor y está
finalmente subordinado al poder y la sabiduría del Dios Altísimo.
2.3 Entender que el mal tiene poder nos lleva a obrar con seriedad en relación
con nosotros mismos y con nuestras propias tentaciones. Además, nos hace
comprensivos y compasivos con respecto a nuestros hermanos, pues no es por
capricho que una persona se daña a sí misma a través de sus pecados. O dicho de
otro modo: la primera víctima del mal es el malvado mismo. Teniendo esto
presente seremos más sabios y ponderados al abordar los problemas y deficiencias
de los demás y de nosotros mismos.
3. Vencido en su terreno
3.1 Amo particularmente el texto del evangelio de hoy. Porque es un texto de
llamado, desde luego, pero más aún por el modo como Cristo completa el llamado
que ya había hecho a sus primeros discípulos.
3.2 Cristo ya era conocido por Pedro. Para Pedro, Cristo era tal vez un profeta,
tal vez el mejor y más grande maestro y predicador que él hubiera conocido,
pero... hasta ahí. Es decir: Pedro tenía su terreno, el de la pesca, y Cristo
tenía el suyo, el de la predicación y los milagros. Eran dos terrenos diferentes
y Pedro quizá se sentía cómodo con esa frontera que estaba tácita pero muy
clara. En el evangelio de hoy, por el contrario, vemos a Cristo pasar la
frontera. Para atraer a Pedro hacia su terreno, Cristo "invade" el terreno de
Pedro. Hoy vemos a Cristo pescando peces para que mañana Pedro pueda pescar
hombres.
3.3 Y ciertamente Cristo no lo hizo mal como pescador de peces en el lago de
Genesaret. ¡Las redes casi se rompían, las barcas casi se hundían bajo el peso
de la pesca más grande que se hubiera visto en aquel lugar! Semejante abundancia
mostró varias cosas a Pedro y a nosotros. Primera, dejemos la idea de los
terrenos separados. Eso de que "esta parte la hago yo y la otra parte la hace
Dios" no vale para el verdadero discípulo. La comunión con el Señor implica que
estamos todos en la siembra y en la siega, en la echada de la red y en su
recogida. Segunda enseñanza: el Señor multiplica nuestros esfuerzos y confirma
con su bendición nuestro trabajo. Y tercera: él, cuando nos llama, no anula lo
que hemos sido, sino que lo plenifica, lo eleva. Como decían los antiguos
escolásticos, "la gracia no destruye sino que perfecciona la naturaleza".