MIÉRCOLES DE LA SEMANA 22ª DEL TIEMPO ORDINARIO

 

PRIMERA LECTURA
El mensaje de la verdad ha llegado a vosotros y al mundo entero
Comienzo de la carta del apóstol san Pablo a los Colosenses 1, 1-8

Pablo, apóstol de Cristo Jesús por designio de Dios, y el hermano Timoteo, a los santos que viven en Colosas, hermanos fieles en Cristo.

Os deseamos la gracia y la paz de Dios, nuestro Padre.

En nuestras oraciones damos siempre gracias por vosotros a Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, desde que nos enteramos de vuestra fe en Cristo Jesús y del amor que tenéis a todos los santos.

Os anima a esto la esperanza de lo que Dios os tiene reservado en los cielos, que ya conocisteis cuando llegó hasta vosotros por primera vez el Evangelio, la palabra, el mensaje de la verdad.

Éste se sigue propagando y va dando fruto en el mundo entero, como ha ocurrido entre vosotros desde el día en que lo escuchasteis y comprendisteis de verdad la gracia de Dios.

Fue Epafras quien os lo enseñó, nuestro querido compañero de servicio, fiel ministro de Cristo para con vosotros, el cual nos ha informado de vuestro amor en el Espíritu.

Palabra de Dios.

Salmo responsorial Sal 51, 10. 11
R. Confío en tu misericordia, Señor, por siempre jamás.

Pero yo, como verde olivo, en la casa de Dios, confío en la misericordia de Dios por siempre jamás. R.

Te daré siempre gracias porque has actuado; proclamaré delante de tus fieles: «Tu nombre es bueno.» R

EVANGELIO
También a los otros pueblos tengo que anunciarles el reino de Dios, para eso me han enviado
Lectura del santo evangelio según san Lucas 4, 38-44

En aquel tiempo, al salir Jesús de la sinagoga, entró en casa de Simón.

La suegra de Simón estaba con fiebre muy alta y le pidieron que hiciera algo por ella.

Él, de pie a su lado, increpó a la fiebre, y se le pasó; ella, levantándose en seguida, se puso a servirles.

Al ponerse el sol, los que tenían enfermos con el mal que fuera se los llevaban; y él, poniendo las manos sobre cada uno, los iba curando.
De muchos de ellos salían también demonios, que gritaban:

-«Tú eres el Hijo de Dios.»

Los increpaba y no les dejaba hablar, porque sabían que él era el Mesías.

Al hacerse de día, salió a un lugar solitario.

La gente lo andaba buscando; dieron con él e intentaban retenerlo para que no se les fuese.

Pero él les dijo:

-«También a los otros pueblos tengo que anunciarles el reino de Dios, para eso me han enviado.»

Y predicaba en las sinagogas de Judea.


Palabra del Señor.


 

1.- Col 1. 1-8

1-1. 

Colosas es una ciudad de Asia Menor, cerca de Efeso, actualmente en Turquía. Esta ciudad no fue evangelizada por Pablo, sino por Epafras. Toma la responsabilidad de escribir a la Iglesia de Colosas porque la amenaza una "crisis" y esta crisis es una devoción excesiva a los ángeles (2.18) con el riesgo de que lleguen a ocupar el lugar de Cristo. Pablo, como es su costumbre, insistirá en destacar el papel central e irremplazable de Cristo.

El conjunto de los exegetas piensan que Pablo escribió esa epístola al final de su vida, durante su cautividad en Roma (del 61 al 63): en este documento tenemos, pues, una síntesis teológica muy corta, pero que expresa el pensamiento más maduro de Pablo tal como se manifiesta abiertamente en la epístola de los Efesios.

-Yo, Pablo, apóstol de Cristo Jesús por voluntad de Dios, y Timoteo, el hermano, a los cristianos de Colosas, hermanos fieles en Cristo.

Es la dirección y el saludo del comienzo de toda carta.

Dos veces aparece el término «hermano». Era la manera de nombrarse entre sí los primeros cristianos. El cristianismo, ¿es también para nosotros una gran fraternidad? «Hermanos en Cristo»... porque no se trata solamente de solidaridad humana, como la creada por la familia, el ambiente, la raza. Se trata de considerar las relaciones humanas desde el ángulo de la fe: unos hombres unidos al mismo Cristo son hermanos. Examino mis relaciones a esa misma luz.

-Miembros del pueblo santo, ¡que Dios nuestro Padre os dé la gracia y la paz!

Pablo tiene la costumbre de llamar «santos» a los cristianos (Rm 1, 7; 6, 19; 15, 25; 2 Co 9, 1;1 Co 1, 2; 6, 1; 14, 33 etc.). Esto no quiere decir que fuesen perfectos y sin pecado. Los llama así porque participan de la santidad de Dios al recibir su vida: «Dios nuestro Padre».

Otra razón de llamarse «hermanos».

-Damos gracias sin cesar a Dios... por vosotros en nuestras oraciones.

La mayoría de las epístolas de san Pablo empiezan dando gracias o «eucaristía». Yo también, Señor, quisiera que me dieras un alma alegre, que no cese de dar gracias, pensando en... Enumero los nombres de las personas de las que soy responsable.

Tenemos noticia de vuestra fe en Cristo Jesús, y del amor que tenéis con todos los santos, en la esperanza de lo que nos aguarda en los cielos.

La fe, la caridad y la esperanza caracterizan a los cristianos y es aquello sobre lo que versa la oración.

La fórmula da a entender que el motor, el dinamismo de las otras dos virtudes, es la esperanza. El cristiano está en marcha. Sabe donde va. Su vida tiene un sentido. Va hacia el cielo. Y la fe y la caridad son como un gustar anticipado de ese cielo que realizará en plenitud todas las aspiraciones del hombre.

-De lo que fuisteis ya instruidos por la Palabra de la verdad, el Evangelio que llegó hasta vosotros que fructifica y crece entre vosotros, lo mismo que en todo el mundo...

¡Cuando pensamos que los cristianos sólo eran entonces una ínfima minoría! Y nosotros nos entretenemos en lamentaciones sobre las crisis de la Iglesia. Danos, Señor, ese alegre dinamismo. Concede a cada cristiano sentirse responsable del progreso de la fe en el mundo entero.

NOEL QUESSON
PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 5
PRIMERAS LECTURAS PARA EL TIEMPO ORDINARIO
DE LOS AÑO IMPARES
EDIT. CLARET/BARCELONA 1983. Pág. 264 s.


1-2. /Col/01/01-14 

Pablo prisionero en Roma, escribe esta carta a los cristianos de Dolosas, ciudad situada en Asia Menor. El Apóstol no conoce personalmente a los destinatarios. Como de costumbre, inicia su carta con un saludo introductorio. Pablo se llama «apóstol de Jesucristo por designio de Dios» (1). La vocación no proviene de su voluntad, sino de la de Dios.

Los informes que tiene de tales creyentes, de su fe y caridad hacia los santos, surgida de la esperanza que les está reservada en el cielo, le mueven a dar gracias a Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo (vv 3s). Esta esperanza, que ahora es sólo promesa -sólo han oído hablar de ella- y que será realidad un día, excluye del ejercicio de la fe y la caridad cualquier interés por las cosas de este mundo. De ahí que la vida cristiana sea difícil de entender para quienes no se mueven sino por intereses inmediatos. Por otra parte, la definición del evangelio como «palabra de la verdad» (5) parece indicar que, para Pablo, el evangelio es la única palabra verdadera que se ha dirigido a los hombres. De hecho, para él, como es sabido, lo único que vale la pena es conocer a Cristo. Por eso no quiere que sus lectores pierdan el tiempo buscando la verdad en otros lugares.

El evangelio no se limita a informar sobre ciertos acontecimientos del pasado. Su conocimiento lleva, sobre todo, a descubrir la manera de vivir digna del Señor. Con él, el creyente aprende cómo debe vivir, sea cual fuere su inteligencia de los misterios cristianos.

Lo importante es vivir de una manera digna del Señor, agradándole en todo (10). Ahora bien: este conocimiento, que tiende a adueñarse del hombre entero, gobernando e inspirando su vida, no lo tiene el que quiere. Ni el mismo Pablo lo puede proporcionar.

Prueba de ello es la necesidad de recurrir a la oración. Pablo ruega para que los colosenses reciban el don de conocer plenamente el designio de Dios con todo el saber e inteligencia que procura el Espíritu (9).

M. GALLART
LA BIBLIA DIA A DIA
Comentario exegético a las lecturas de la Liturgia de las Horas
Ediciones CRISTIANDAD.MADRID-1981.Pág. 468 s.


2.- 1Co 3, 1-9

2-1.

Ver DOMINGO 18C


2-2.

-Yo, hermanos, no pude hablaros como a espirituales, sino como a hombres carnales...

Como niños os di a beber leche y no alimento sólido: no lo habríais soportado.

Pablo, animado por el Espíritu, reivindicó para sí una "sabiduría" superior a todos los razonamientos de este mundo. Ahora, hace notar a los corintios que no ha podido darles todo el «alimento» que hubiera querido.

Como buen educador, supo adecuar la enseñanza a su capacidad de asimilación. Jesús también dijo a sus apóstoles: «no comprendéis ahora, lo comprenderéis más tarde.»

Señor, ayúdame a ponerme en el lugar de los demás para amarles tal como son y no tal como yo quisiera que fuesen. Con los niños, en particular, que sea yo respetuoso con su caminar, con su ritmo.

Ruego por todos aquellos con quienes estoy en relación, para que cada uno progrese a partir del punto en que se encuentra... paso a paso, solamente.

-Porque sois hombres carnales mientras haya entre vosotros envidia y discordia. Y así ¿no es vuestra conducta simplemente humana?

Son impotentes para comprender la Fe porque están todavía muy sometidos a las pasiones egoístas: la envidia, la discordia, los grupitos en lo que se refiere a los predicadores -¡¡yo soy de Pablo, y yo soy de Apolo!!-, todo esto manifiesta una falta de madurez en la Fe, es "demasiado humano".

Cuando uno dice: «Yo soy de Pablo» y otro «yo, de Apolo» no es esa una reacción totalmente humana? En todo caso, para Pablo, no hay lugar para «partidos» en la Iglesia.

Este mal amenaza siempre a nuestras comunidades cristianas. Existe siempre el riesgo de los sectarismos que permanecen fieles a un jefe, a un mandamás. ¿No tengo yo tendencia a pensar que los demás no pueden tener otros puntos de vista que los míos, y que no se puede encontrar a Cristo por otros caminos que los míos? Señor, ayúdame a tener gran amplitud de miras.

Ayuda a los cristianos a aceptarse los unos a los otros con sus propias diferencias sin que las divergencias legítimas en el plano humano los dividan en el plano de la Fe profunda.

Divergencias litúrgicas, políticas, culturales.

«Yo estoy por la misa en latín... yo estoy en contra...» «Yo estoy por tal diputado... y yo por X de la oposición...»

-¿Qué es, pues, Apolo? ¿Qué es Pablo?... Servidores que os han transmitido la fe, y cada uno según el don que Dios les dio.

Apolo debió de ser un orador más brillante que Pablo.

-Yo planté, Apolo regó, mas fue Dios quien ha hecho crecer.

Las cualidades de los predicadores no son inútiles. Pero nunca son más que un instrumento en las manos de Dios.

-Somos los colaboradores de Dios; y vosotros, el campo que El cultiva.

Podemos adivinar aquí, la idea tan importante de «colegialidad»: los compañeros de apostolado forman un solo equipo apostólico, en el cual los carismas de cada uno cooperan a la obra común, que es la de Dios.

En esta perspectiva, las concurrencias, las rivalidades, los clanes sectarios, son francamente ridículos.

«Colaborador de Dios».. llevo a la oración, esta hermosa fórmula.

NOEL QUESSON
PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 4
PRIMERAS LECTURAS PARA EL TIEMPO ORDINARIO
DE LOS AÑOS PARES
EDIT. CLARET/BARCELONA 1984. Pág. 264 s.


2-3. /1Co/03/01-23

Los partidismos surgidos entre los corintios revelan que su comportamiento es «simplemente humano». Está amenazada la unidad de la comunidad, y Pablo se halla preocupado por el cariz que toman las disensiones. En este capítulo intenta salir al paso, dando una valoración de lo que es el trabajo apostólico y ofreciendo una jerarquía de valores eclesiales.

En ningún pasaje de la carta se dice que fueran los apóstoles quienes motivaron las divisiones existentes; fueron los cristianos quienes no captaron la auténtica dimensión del ministerio apostólico. Sus criterios los llevaron a establecer diferencias entre los apóstoles, sin comprender que, si realmente las había, era porque cada uno de ellos cumplía una tarea asignada por Dios (v 5). Inicialmente, Pablo se tuvo que contentar con poner lo que él llama «el fundamento», Jesucristo (11), y apenas profundizó en su predicación porque no le habrían entendido. Después pasó Apolo y, con su elocuencia, debió de iluminar otros puntos de la fe. Pero sería absurdo que ahora contrapusiesen los trabajos realizados por los diferentes apóstoles, cuando en realidad «todo es uno» (8): edificar la fe.

Pablo no duda en decir que los apóstoles son «simples servidores». Su ministerio es importante, porque sin predicación no hay fe; pero la fe es una realidad dinámica y un don de Dios gratuito. Su crecimiento es siempre un ministerio inexplicable incluso para quien la ha suscitado o fortalecido con su palabra. La profundización de la fe es un asunto que queda siempre dentro del ámbito de las relaciones personales entre Dios y el hombre. El apóstol no puede pretender establecer relaciones de causa-efecto entre su trabajo y los resultados conseguidos, aunque sí deberá responsabilizarse de la calidad de su trabajo. Ni la elegancia de la predicación, ni la fluidez de palabra en medio del auditorio, ni la depuración de las técnicas pastorales, ni la persistencia en costumbres religiosas tradicionales son argumentos suficientemente válidos para justificar un buen trabajo. Todo puede ser válido, pero también todo puede quemarse. Para un apóstol, sólo el «templo de Dios es sagrado», y este templo son los cristianos.

A. R. SASTRE
LA BIBLIA DIA A DIA
Comentario exegético a las lecturas de la Liturgia de las Horas
Ediciones CRISTIANDAD.MADRID-1981.Pág. 508


3.- Lc 4, 38-44

3-1. EV/MANIPULACION 

Jesús no les deja hablar y los expulsa (v.41). En este rasgo común en los antiguos exorcismos, se descubre que es preciso luchar contra lo malo sin detenerse a discutir sus pretensiones.

Todos sabemos que el mal se puede revestir de una apariencia buena, engañando a los que vienen a escuchar sus ruegos. Jesús no se ha parado. Sabía que todo lo que destruye al hombre es perverso y se ha esforzado por vencerlo.

La obra de Jesús suscita una reacción egoísta entre las gentes: quieren aprovecharle, monopolizar el aspecto más extenso de su actividad y utilizarle como un simple curandero.

Por eso vienen a buscarle (4.42). Nuestra relación con Jesús y el cristianismo puede moverse en ese plano: los aceptamos simplemente en la medida en que nos ayudan a resolver nuestros problemas (nos ofrecen tranquilidad psicológica, garantizan un orden en la familia o el estado, sancionan unas normas de conducta que pensamos provechosas).

Esa forma de utilizar el evangelio es vieja; quizá puede aplicarse a ella las palabras de condena que Jesús dirige a Cafarnaún (Lc 10. 15), la ciudad que pretendía monopolizar sus obras milagrosas.

La respuesta de Jesús es clara: tiene que anunciar el reino en otros pueblos (4.43). Su exigencia se traduce en un don que se halla abierto a todos los que esperan. Ciertamente, el evangelio es un regalo que enriquece la existencia: pero es un regalo que no se puede encerrar, un regalo que nos abre sin cesar hacia los otros.

COMENTARIOS A LA BIBLIA LITURGICA NT
EDIC MAROVA/MADRID 1976.Pág.1261


3-2. J/ORACION:

Contemplemos las diversas actividades de Jesús, a través del relato de Lucas.

1º Reza en público. Al salir de la sinagoga...

Cada pueblo judío tenía una "casa de oración", la Sinagoga... algo así como nuestras iglesias y capillas.

Muy de mañana iba Jesús, como otros muchos judíos piadosos; y allí, sentado en un banco, recitaba de memoria los salmos, balanceándose a derecha y a izquierda, como la Ley recomendaba, a fin que la Palabra de Dios penetrara hasta en los ritmos vitales corporales, como vemos que todavía lo hacen los orientales. Los Salmos... la Ley... Jesús quedó profundamente impregnado de ellos.

Sí, Jesús meditó, reflexionó, rumió las palabras de la Biblia.

Ayúdanos, Señor, a que, como Tú, sepamos dar mucha importancia a esa impregnación regular de la Palabra de Dios. Cuando rezo los salmos en particular, ayúdame a rezar en unión contigo pensando que recitaste esas mismas plegarias venerables, cada mañana, en la sinagoga de tu pueblo.

2º Vive con algunos allegados, algunos amigos. Jesús entró en casa de Simón. La suegra de Simón estaba con fiebre muy alta y le pidieron que hiciera algo por ella.

Cuando estabas en Nazaret, pasabas la mayor parte del día con tu familia. Al empezar tu vida pública, adoptaste otra familia, otra casa, la de Simón-Pedro en Cafarnaúm.

Allí tenías tus relaciones familiares, las de la vida ordinaria.

Mi primer deber, también para mí, es el de prestar atención a aquellos con quienes comparto la vida cotidiana.

Trato de imaginar tu actitud, con las personas que te encontrabas todos los días... Pedro, su suegra...

3º Hace el bien. El se inclinó a la cabecera, increpó a la fiebre y se le pasó. Ella levantándose al momento se puso a servirles. Al ponerse el sol, todos los que tenían enfermos se los llevaron y El, aplicándole las manos a cada uno, los iba curando... De muchos de ellos expulsó demonios...

Esa es una de tus ocupaciones esenciales, Señor. Tu evangelio está lleno de enfermos curados y de demonios expulsados.

Has venido al mundo para sanar y salvar.

Por tu sola presencia, el mal retrocede. En este sentido, las enfermedades son un símbolo expresivo: son un ataque al hombre, lo disminuyen al quitarle sus capacidades de acción aparente, hacen daño... y con ello son como una imagen sensible y visible de ese otro mal más interior y menos controlable, que es el pecado . Y, para poner muy de manifiesto que este es el mal más grave para el hombre, "expulsas a los demonios".

Señor, ayúdame a participar en ese gran combate que es el tuyo.

En lo profundo de mi vida, como en el mundo que me rodea, ¡que sepa yo hacer retroceder el mal y progresar el bien! ¡Que, contigo y como Tú lo hiciste, trabaje para el desarrollo, la felicidad y la promoción de mis hermanos! ¿Qué curación, HOY, puedo yo contribuir a hacer avanzar en mí? ¿en mis hermanos? ¿en la sociedad?

4º De nuevo, Jesús ora en solitario. Jesús salió y se fue a un lugar apartado y desierto.

Tiene un tiempo para la plegaria pública, en la sinagoga, y un tiempo para la oración solitaria, de corazón a corazón.

5º Evangeliza. He de anunciarles también la buena nueva del reino...

El mensaje que Jesús siente que ha de proclamar no puede retrasarse. "He de".

No me retengáis. Son tantos los hombres que no han oído aún todas las "cosas buenas" que debo decirles de parte de Dios. Es la sed misionera. Hacer que oigan el evangelio de la salvación los que están todavía fuera de su alcance.

¿Tengo yo ese ardor? ¿Soy cristiano solamente "para mí"?

NOEL QUESSON
PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 2
EVANG. DE PENTECOSTES A ADVIENTO
EDIT. CLARET/BARCELONA 1983. Pág. 156 s.


3-3.

1. (Año I) Colosenses 1,1-8

A partir de hoy, y durante ocho días, leeremos la Carta de Pablo a los cristianos de Colosas, una ciudad que estaba en Frigia, a unos doscientos kilómetros de Efeso, en el Asia Menor, actual Turquía.

Pablo no había fundado aquella comunidad, ni la conocía. Había sido su discípulo Epafras el evangelizador de aquella región. Pablo les dirige una carta amable, hacia el año 63, cuando estaba en Roma en arresto domiciliario. Se ve que aquellos cristianos, aunque no conocían personalmente a Pablo, habían oído hablar mucho y sentían "un profundo amor" por él.

Por el contenido de su misiva se entrevé la vida de aquella comunidad, mezcla de griegos y judíos, también con algún problema doctrinal: por ejemplo la tendencia "gnóstica", la dualidad de su visión cósmica, tal vez con un excesivo aprecio de los ángeles, mientras que los cristianos sitúan claramente a Cristo en el centro de toda su cosmovisión. Por eso la Carta es muy "cristológica".

a) La primera página de esta Carta es un saludo afectuoso y lleno de optimismo. Pablo tenía buenas noticias de aquel "pueblo santo que vive en Colosas": tiene fama "vuestra fe en Cristo Jesús y el amor que tenéis a todo el pueblo santo". Buen retrato de una comunidad.

Pablo aprovecha para decirles que la fe en Cristo, "el mensaje de la verdad, se sigue propagando y dando fruto en el mundo entero".

El salmo hace un eco amable a este saludo: "confío en tu misericordia, Señor... proclamaré delante de tus fieles: tu nombre es bueno".

b) Ojalá se pudiera decir de todas nuestras comunidades -las diócesis, las parroquias, las comunidades religiosas, los diversos movimientos y asociaciones- que son famosas por su "fe en Cristo Jesús" y su "amor a todos los demás" y que "les anima en todo la esperanza".

Luego pueden añadirse más cosas organizativas y vistosas. Pero lo principal es que existan estas tres virtudes llamadas teologales, las básicas de todo cristiano: la fe, la esperanza y la caridad. Éste es el mejor adorno de una comunidad, y la mejor garantía de que su presencia en medio de la sociedad será eficazmente misionera.

1. (Año II) 1 Corintios 3,1-9

a) Para Pablo, la existencia de divisiones en la comunidad es un signo claro de inmadurez, de falta de verdadera sabiduría.

Se ve que en Corinto se habían formado bandos: unos eran "fans" de Pablo y otros de Apolo, que se ve que era mejor orador. Estas divisiones, para Pablo, se deben a que siguen unos criterios humanos, "carnales", y no se dejan guiar por el Espíritu. Son niños pequeños todavía y por eso no pueden alimentarse más que de leche, no de alimentos sólidos.

Porque si tuvieran la mirada del Espirítu, verían a Pablo y a Apolo -a los ministros y predicadores de la comunidad- como "agentes de Dios", servidores, que sólo preparan el campo para que Dios lo haga fructificar, o el edificio para que Dios lo edifique.

Para los griegos, el sabio habla en su propio nombre y lo que tiene fuerza decisiva son sus cualidades. Pero la mirada de los cristianos debería estar puesta más en Dios que en Pablo y Apolo. Como repite el salmo, "dichosa la nación cuyo Dios es el Señor... el Señor, desde su morada, observa a todos los habitantes de la tierra, él modeló cada corazón y comprende todas sus acciones".

b) La sabiduría no se evalúa por los conocimientos eruditos, sino por las actitudes concretas de la vida comunitaria. Un termómetro de madurez para una comunidad cristiana es la existencia o no de cismas y celos en su seno. ¿Fomentamos divisiones en nuestra comunidad religiosa o parroquial o en nuestra vida social?

Nuestras divisiones de ahora tal vez no son precisamente porque unos sean partidarios de un apóstol y otros de otro. Pero, sea cual sea el motivo de las "envidias y contiendas" que nos dividan, que siempre se deberán a nuestra falta de visión "espiritual" de las cosas, estamos demostrando nuestra inmadurez y nuestra cortedad de miras. Estamos actuando según criterios humanos y no espirituales.

Si no somos capaces de vivir en paz, si no aceptamos a los demás con sus diferencias y nos fijamos sólo en si alguien habla mejor que otro, somos todavía infantiles y no entendemos lo que es el ministerio en la Iglesia. Recordemos cómo Juan el Bautista no quería que se fijasen en él, sino en aquél a quien él anunciaba: que crezca él y que yo disminuya.

A veces llegamos a perder la paz y el humor por pequeñeces. ¿Qué importa si Apolo tiene unas cualidades humanas más brillantes que Pablo? Los dos anuncian al mismo Cristo, y ese mensaje es el que tenemos que oir y seguir. ¿Qué importa si un sembrador lanza su semilla en el campo con más o menos garbo, si el verdadero agricultor, el que da fecundidad al grano, es Dios? ¿Qué importan las cualidades del capataz, si el verdadero arquitecto es Dios ("sois también edificio de Dios")?

2. Lucas 4,38-44

a) Lo que Jesús anunció en Nazaret lo va cumpliendo. Allí dijo, aplicándose la profecía de Isaías, que había venido a anunciar la salvación a los pobres y curar a los ciegos y dar la libertad a los oprimidos.

En efecto, hoy leemos el programa de una jornada de Jesús "al salir de la sinagoga": cura de su fiebre a la suegra de Pedro, impone las manos y sana a los enfermos que le traen, libera a los poseídos por el demonio y no se cansa de ir de pueblo en pueblo "anunciando el reino de Dios". En medio, busca momentos de paz para rezar personalmente en un lugar solitario.

Desde luego, el Reino ya está aquí. Ha empezado a actuar la fuerza salvadora de Dios a través de su Enviado, Jesús.

b) Buen programa para un cristiano y sobre todo para un apóstol. "Al salir de la sinagoga", o sea, "al salir de nuestra misa o de nuestra oración", nos espera una jornada de trabajo, de predicación y evangelización, de servicio curativo para con los demás y a la vez de oración personal.

¿Ayudamos a que a la gente se le pase la fiebre? ¿a que se liberen de sus depresiones y males? ¿atendemos a los que acuden a nosotros, acogiéndoles con nuestra palabra y dedicándoles nuestro tiempo? ¿nos sentimos obligados a seguir anunciando la buena noticia del Reino, sea cual sea el éxito de nuestro esfuerzo? ¿y lo hacemos todo en un clima de oración?

Podemos revisar dos significativos rasgos de esta página. a) Jesús, en medio de una jornada con un horario intensivo de trabajo y dedicación misionera, encuentra momentos para orar a solas. b) Y no quiere "instalarse" en un lugar donde le han acogido bien: "también a los otros pueblos tengo que anunciarles el reino de Dios". Para que evitemos dos peligros: el activismo exagerado, descuidando la oración, y la tentación de quedarnos en el ambiente en que somos bien recibidos, descuidando la universalidad de nuestra misión.

Cristo evangelizador. Cristo liberador. Cristo orante. Fijos nuestros ojos en él, que es nuestro modelo y maestro, aprenderemos a vivir su mismo estilo de vida. Dejándonos liberar de nuestras fiebres y ayudando a los demás a encontrar en Jesús su verdadera felicidad.

"Confío en tu misericordia, Señor, por siempre jamás" (salmo I)

"Mientras haya entre vosotros envidias y contiendas, es que os guían los instintos carnales" (1ªa lectura II)

"Tengo que anunciar el reino de Dios, para eso me han enviado" (evangelio)

J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 6
Tiempo Ordinario. Semanas 22-34
Barcelona 1997. Págs. 20-24


3-4.

1 Cor 3, 1-9: Todos son de Cristo

Lc 4, 38-44: La suegra de Pedro curada de su fiebre

Muchas personas fueron sanadas por Jesús. De la mayoría de ellos apenas tenemos noticia. El episodio que leemos hoy es relevante por la actitud que asumió la suegra después de ser curada. También, porque marca una intensa actividad misionera de Jesús como servidor itinerante de la Palabra.

Jesús viene de enfrentar a sus obstinados paisanos y de desafiar a las autoridades al solidarizarse con los que estaban por fuera de la ley. Encuentra a la suegra de Simón postrada por la fiebre. Jesús se dirige a la fiebre y la amonesta. La suegra, liberada de la fiebre que la mantenía atada al lecho, se levanta a servir.

Esta señal doméstica es significativa porque muestra cómo las personas liberadas por la Palabra de Dios se incorporan al servicio de la comunidad. La enfermedad, el pecado, las ideologías atan a los seres humanos y no les permiten estar disponibles para servir al prójimo. La Palabra de Jesús los libera de todos esos lazos. Incluso de los más sutiles, como los de las autojustificaciones ideológicas.

Pero la acción de Jesús está abierta a toda la comunidad. Terminada la vigilia del sábado, la gente acude con enfermos que no habían llevado a la sinagoga por temor a fariseos y escribas. Jesús tiene un contacto personal con los afligidos. Comunica la misericordia de Dios con gestos afectuosos y altamente significativos. Pero, evita que el demonio de la vanagloria le toma la delantera. Por eso, elude los pomposos reconocimientos y busca nuevos sitios para evangelizar. No se deja retener por el gentío pobre que quiere acaparar todos los bienes para sí.

Hoy estamos presos de diversas fiebres que nos atan y no nos permiten incorporarnos al servicio al prójimo. La comunidad está llamada a liberar a las personas atadas por autojustificaciones ideológicas, problemas psicológicos o por ligaduras de cualquier índole que no les permiten ser libres. Pues, solamente hombres y mujeres libres están en condiciones de servir bien al prójimo.

SERVICIO BIBLICO LATINOAMERICANO


3-5. CLARETIANOS 2002

San Pablo continúa dándonos "claves de interpretación" mientras Jesús persiste en entrar en nuestras pequeñas cosas de todos los días y salir al paso de nuestras necesidades más triviales.

Pablo lanza hoy sus anatemas contra las envidias y los partidismos. Hemos de reconocer que en este punto caemos casi todos: "yo soy de Pablo, yo de Apolo" (cada uno que ponga el nombre que corresponda) y acabamos convirtiendo en una olla de grillos lo que debería ser una comunidad de amor. ¿No es verdad que, a veces, aceptamos las cosas según quién las diga? La Palabra nos invita a considerar objetivamente la realidad e ir más allá, buscando la Verdad por encima del ropaje con que nos llega. Nada son el que planta ni el que riega, sino Aquel que hace crecer.

Quedarnos en lo externo es "cosa de niños" y no estamos hablando del niño evangélico, transparente y sencillo, sino de la actitud infantil que no sabe ir más lejos de lo que pueden ver los ojos, oír los oídos o tocar las manos. Los "servidores de la Palabra" somos todos imperfectos, no sólo por la elocuencia en el decir, la originalidad o la brillantez con que podamos convencer sino, fundamentalmente, porque nuestra deseada, buscada y cada día procurada coherencia de vida siempre deja algo o mucho que desear. Permitidme que recuerde una escena de la película "Gandhi": El apóstol de la no violencia quiere convencer de algo a su mujer; ella persiste en sus argumentos una y otra vez intentando hacer valer sus razones hasta que Gandhi, agotada su paciencia, le lanza una sonora bofetada. El efecto es instantáneo pero no en ella, sino en él. Inmediatamente cae en la cuenta de que acaba de hacer exactamente lo contrario de aquello en lo que ha empeñado su vida. Perplejo y dolorido contempla sus manos y se pregunta a sí mismo: "¿qué me ha pasado? ¿qué he hecho?" La respuesta, dulce y suave, le llega desde los labios de su propia mujer a quien no ha herido porque le conoce: "Sólo te ha pasado que eres, sencillamente, un ser humano".

Esto es así. Dejemos, pues, todo partidismo y vayamos a lo hondo. Aceptemos, de corazón, que la respuesta a nuestra sed nos llega por cauces imperfectos, que tal vez no nos gustan... pero lo que importa es el Agua.

El Salmo nos lo dice con la hondura de que la que sólo la poesía es capaz: "El Señor formó el corazón de cada uno" y sólo El lo entiende acabadamente. ¿Por qué habíamos de juzgarnos mutuamente y, mucho menos, tomar partido? Dejemos a Dios ser Dios.

Y, como una constante de toda esta semana, el Evangelio nos muestra a Jesús "metido" en nuestras realidades de todos los días. Devuelve la salud a los enfermos, cura los miedos y anuncia un Reino de Paz que debe anidar y crecer en el propio corazón del hombre.

Nuestro Dios está cerca: "en su santo nombre confiamos". Que a la sombra de su Amor os guarde cada día.

Olga Elisa Molina (olgamolicapo@yahoo.es)


3-6. COMENTARIO 1


LA FIEBRE NACIONALISTA

Primero en la sinagoga de Nazaret («Todos se declaraban en contra»), después en la de Cafarnaún («¿Has venido a destruirnos?»), ahora «en casa de Simón», en todas partes predomina el mismo espíritu: «La suegra de Simón estaba aquejada de fiebre muy alta» (4,38). La «fiebre», también en nuestro contexto cultural, puede expresar un patriotismo enfervorizado y fanático. Pero postra a la persona y le arrebata toda libertad de movimientos. Lucas describe el entorno «familiar» de Simón, futuro discípulo de Jesús, vinculándolo -aunque de forma indirecta («suegra»)- al movimiento o ideología zelota. Jesús conmina a la fiebre, como lo había hecho en Cafarnaún, y ésta se va. Cuando la fiebre (de poder) se va, ella «se puso a servirles» (4,39). El espíritu de servicio será la tónica del grupo de Jesús.




LA PUESTA DE SOL LIBERA DEL PRECEPTO SABATICO

«Al ponerse el sol, todos los que tenían enfermos con las más variadas dolencias se los llevaron, y él, aplicándoles las manos a cada uno de ellos, los fue curando. De muchos salían también demonios, gritando: "Tú eres el Hijo de Dios." El los conminaba y no les permitía hablar, pues sabían que él era el Mesías» (4,40-41). Las enfermedades físicas y psíquicas andan dándose la mano. Las ideologías que toman posesión del hombre lo esclavizan hasta hacerles hablar de lo que no saben, aunque lo afirmen: «saben» lo que les dictan los de arriba, los que se sirven de ellos para sus intereses particulares y les dan cuerda como si fuesen robots al servicio de una causa.

«Al hacerse de día salió y se marchó a un lugar despoblado» (lit. «desierto») (4,42a). Una vez que pierde su vigencia el precepto del «sábado», comienza el «día» propiamente dicho, es el «día» de su vida pública, que culminará en la cruz (23,45: «al eclipsarse el sol»), durante el cual desarrollará toda su actividad liberadora en el «desierto» de la sociedad, donde pululan toda clase de ambiciones de poder que intentarán inútilmente desviarlo de su propósito y apoderarse de él: «Las multitudes lo andaban buscando, dieron con él e intentaban retenerlo para que no se les fuese» (4,42b).

Lo que en el primer «desierto» venía expresado en lenguaje simbólico, bajo la imagen del Tentador, que trataba de desviarlo del camino que él iba recorriendo en el seno de la sociedad hostil gracias al empuje constante y permanente del Espíritu («el Espíritu lo fue llevando por el desierto durante cuarenta días -la duración de su vida-, mientras el diablo lo tentaba», 4,1-2), en este segundo «lugar despoblado» viene expresado en un lenguaje más sencillo, bajo la imagen de las multitudes que andan a la búsqueda de un líder o gurú que les solucione todos los problemas espirituales..., temporales y políticos.


EL DESIGNIO UNIVERSAL DE DIOS

Y LA MISION DE JESUS SON COINCIDENTES

«Jesús les dijo: "También a los otros pueblos tengo que dar la buena noticia del reinado de Dios, pues para eso he sido enviado"» (4,43). Jesús tiene una visión demasiado amplia para los horizontes estrechos de sus contemporáneos de Cafarnaún..., ¡y de los de hoy! Eso de «el Pueblo de Dios» en sentido excluyente (con artículo y en mayúscula), como si los demás pueblos no lo fuesen también, no responde al designio del Dios Creador del universo. Ni «pueblo de Israel» ni ningún otro. También a los «otros pueblos», en nuestro derredor no judíos, sino paganos y paganizados, debemos anunciarles que son tan «pueblo de Dios» como se llamó a sí mismo Israel y como pretendemos llamarnos nosotros. A no ser que por «el pueblo de Dios» entendamos el pueblo constituido por los pobres, desheredados y desaparecidos, el pueblo crucificado, a la cabeza del cual está el Crucificado de Nazaret.



COMENTARIO 2

En este pasaje de la curación de la suegra de Pedro, Lucas subraya fundamentalmente dos cosas:

En primer lugar la fuerza curativa de las palabras de Jesús. Esto se evidencia con la frase "amenazó a la fiebre"; v. 39, es lo mismo usado en el verso 35 para indicar la expulsión del demonio.

En segundo lugar, la inmediatez o instantaneidad de la curación misma (con la expresión "se levantó al instante": v. 39), más allá de la gravedad de la enfermedad ("estaba con fiebre muy alta": v. 38).

Esta curación dada sus características es considerada por Lucas como un poderoso exorcismo de Jesús, siempre empeñado en la lucha no sólo contra Satanás, sino también contra las consecuencias del pecado (en este caso contra la enfermedad).

De la acción eficaz y liberadora de Jesús se pasa a la acción de la persona curada: "se puso a servirles". De este modo se actualiza aquel dicho popular: "el bien engendra bien". No cabe duda de que toda la vida de Jesús (sobre todo en la visión lucana) fue "un pasar por el mundo haciendo el bien y curando a los poseídos por el diablo" (Hechos 10, 38). De este modo la Iglesia, comunidad continuadora de las palabras y obras de Jesús se vuelve en todas sus expresiones hacedora del bien, perpetuadora de lo bueno, de todo aquello que hace posible el bien: la verdad, la justicia, la libertad... la paz.

1. Josep Rius-Camps, El Éxodo del Hombre libre. Catequesis sobre el Evangelio de Lucas, Ediciones El Almendro, Córdoba 1991

2. Diario Bíblico. Cicla (Confederación Internacional Claretiana de Latinoamérica)


3-7. DOMINICOS 2003

Palabra de amor y servicio

Carta de san Pablo a los colosenses 1, 1-8:

“Pablo, apóstol de Cristo Jesús por designio de Dios, y el hermano Timoteo, al pueblo santo que vive en Colosas, de hermanos fieles a Cristo. Os deseamos la gracia y la paz de Dios, nuestro Padre.

En nuestras oraciones damos siempre gracias por vosotros a Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, desde que nos enteramos de vuestra fe en Cristo Jesús y del amor que tenéis a todo el pueblo santo. Os anima a esto la esperanza de lo que Dios os tiene reservado en los cielos, que ya conocisteis cuando llegó a vosotros por primera vez la Buena Noticia, el mensaje de la verdad...”

El apóstol muestra su alegría y gratitud porque la fe y el amor han entrado en el corazón de los fieles. La gloria de Dios en ellos es  su propia felicidad.

Evangelio según san Lucas 4, 38-44:

“Un día, al salir Jesús de la sinagoga, entró en casa de Simón. La suegra de Simón estaba con fiebre muy alta, y le pidieron que hiciera algo por ella. Él, de pie a su lado, increpó a la fiebre, y se le pasó; ella, levantándose en seguida, se puso a servirles.

Al ponerse el sol, los que tenían enfermos... se los llevaban; y él, poniendo las manos sobre cada uno, los iba curando. De muchos enfermos salían también demonios, que gritaban: Tú eres el Hijo de Dios. Y Jesús les increpaba y no les dejaba hablar...

Al hacerse de día, salió a un lugar solitario. La gente lo andaba buscando, y dieron con él e intentaban retenerlo. Pero él les dijo: También a otros pueblos tengo que anunciarles el reino de Dios...”

Tres planos tiene el realto: súplica de caridad, y tierna caridad en la respuesta de Jesús; reconocimiento de que el amor misericordioso de Jesús se dilataba día a día; renuncia a toda ambición y gloria mundana, porque la voluntad del Padre es la única bandera de Jesús.

 

Momento de reflexión

No ocultemos sentimientos de amor y fe.

En ocasiones se nos recrimina a los cristianos, a las comunidades religiosas, a las instituciones eclesiales, e incluso a los Pastores, cierta frialdad en las relaciones humanas, como si la afectividad –que es un don de Dios al hombre y mujer-  hubiéramos de ocultarla bajo capa de peligrosidad moral.

Eso no es un bien. Así como hemos de ser –por naturaleza-  humanos, cordiales y limpios de corazón, así hemos de lograr que ciertos toques de gracia embellezcan, no deterioren nuestra vida. La comunicación cordial de la fe es un don.

Si ocultamos nuestros sentimientos en la plegaria, si no saludamos con la flor del amor en los labios, nuestro corazón no es del todo feliz ni comunica felicidad. Hagamos como Pablo en la introducción a esta carta pastoral a los colosenses.

Cristo, corazón rebosante de amor.

Grabemos bien en nuestras almas los sentimientos de Cristo en el detalle evangélico del día de hoy: Atención delicada y tierna a la suegra de Pedro, enferma, y a cuantos acudieron a él en súplica de gracia, perdón, amistad, justicia, salud... Atención muy personal al encuentro con el Padre en la oración solitaria del amanecer, momento en que le gusta a Jesús expansionarse y reafirmar su obediencia a la voluntad del Padre, por nosotros, pecadores. Atención apostólica a cuantos hombres y mujeres, de buena voluntad, esperan y reclaman su Palabra.

¡A cuántos pueblos, instituciones, religiones, culturas y personas hambrientas de verdad, justicia y amor, tenemos que llevar nosotros la verdad o mensaje de Cristo salvador con paciencia, ternura, cariño!


3-8. Miércoles 3 de septiembre de 2003
GREGORIO MAGNO

Col 1, 1-8: Un saludo a los colosenses
Salmo responsorial: 51, 10-11
Lc 4, 38-44:La curación de la suegra de Pedro

Después de que Jesús sale de la sinagoga, se va para la casa de Simón Pedro. Algunos dicen que la casa de Pedro en Cafarnaún se convirtió para Jesús en su propia casa, que allí vivía, compartía y se desplazaba a otros lugares.

El texto nos dice que la suegra de Pedro se enfermó repentinamente y tenía mucha fiebre. Seguramente era una mujer mayor, desgastada y trajinada por los sufrimientos de la vida y el trabajo. La fiebre la postró en cama y la imposibilitó para realizar sus tareas cotidianas. Jesús intervino: se inclinó hacia ella y expulsó el espíritu de la fiebre, que inmediatamente dejó a la anciana libre, y ella se levantó y les sirvió.

La curación de la suegra de Pedro es narrada como si se tratara de la expulsión de un poder demoníaco: “dio una orden a la fiebre y ésta desapareció”. Lucas describe la curación como si fuera un exorcismo. Vuelve y aparece la fuerza y el poder de Jesús que es capaz de acabar con todo lo que genera el mal que postra o aniquila a la persona. La actitud de la anciana, de servicio incondicional, corrobora que, en Jesús, más que lo que decía, impactaba el poder de sus acciones a favor de la vida y contra el mal que aplasta al ser humano. La presencia de Jesús priva al mal de toda fuerza y reconstruye la dignidad que todos tenemos.

Lucas continúa diciendo que “al ponerse el sol -ha terminado el sábado- todos los que tenían enfermos de diversos males se los llevaban a Jesús y él los sanaba imponiéndoles las manos a cada uno”. Jesús era particularmente sensible a la marginación que causaba la enfermedad, y a la pérdida de esperanza del pueblo; por eso, sus actitudes son generadoras de vida para ese pueblo. No podemos entender sus curaciones como simple milagrería: en Jesús no son otra cosa que la posibilidad de dignificar al ser humano. Es la manera de gritar a la sociedad de su tiempo que el ser humano es más importante que todas las estructuras, porque su Dios es el Dios de la vida y está por la vida del pueblo.

La gente de Cafarnaún ante las acciones de Jesús lo quieren retener, porque sólo reconocen en él su fuerza milagrosa separada de la “Buena Noticia”. Pero Jesús escapa de ellos; su misión es anunciar también a las otras ciudades la Buena Nueva del Reino de Dios. Para eso se sentía él enviado.

SERVICIO BÍBLICO LATINOAMERICANO


3-9. ACI DIGITAL 2003

38. Véase Mat. 8, 14 - 16; Marc. 1, 29 - 34.

41. Jesús no quiere apoyarse en el testimonio de los demonios, que sirven a la mentira, aunque alguna vez digan la verdad. El, que no recibió testimonio de los hombres y ni siquiera necesitaba el de Juan Bautista porque tenía el de su divino Padre (véase Juan 5, 34 - 40), ¿cómo podía aceptar por apóstoles a los espíritus del mal? Por ahí vemos el honor inmenso que El nos hace al enviarnos los apóstoles (Juan 17, 18 - 21; 20, 21; Luc. 24, 48). Es de notar que Satanás mismo nunca expresó ese conocimiento que aquí manifiestan los demonios (v. 34 ss.).


3-10.

LECTURAS: COL 1, 1-8; SAL 51; LC 4, 38-44

Col. 1, 1-8. Pablo, y Timoteo, se dirigen en una carta, llena de afecto, a los cristianos de Colosas, comunidad fundada por Epafras, discípulo de san Pablo y, en ese momento, compañeros en la cárcel. Pablo llama santos a los Colosenses, consciente de que participan de la misma dignidad del Hijo de Dios, Jesucristo, por su unión a Él. Efectivamente: así como una persona sin linaje, unida en alianza matrimonial con un personaje importante participa del linaje de este último, y como tal se le ha de reconocer por todos; así, quien se une a Cristo en Alianza con Él, en Él participa de la gracia que le corresponde como a Hijo único del Padre Dios. Sin embargo no basta esa Alianza con el Señor para ser santos; hay que vivirle fieles; y así Pablo lo expresa: Los hermanos santos y fieles en Cristo. De esta manera, junto con Pablo y con todos los que se han unido al Señor, participan de la Gracia que Dios comunica a quienes han pronunciado su sí, lleno de amor, a la oferta salvadora que Dios nos hace para vivir unidos a Él sin desviarse por caminos equivocados. Nuestra fe en Cristo nos ha de llevar al amor fraterno aún en medio de grandes dificultades, sin perder la esperanza de que, al final, después de haber pasado por grandes tribulaciones, viviremos unidos eternamente al Señor. Conscientes de que esa unión ya se ha iniciado en esta vida, hemos de manifestar con obras, que el Evangelio crece y fructifica día a día en nosotros y no se ha quedado como una semilla sembrada en un terreno estéril. Trabajemos, pues, constantemente, guiados por el Espíritu Santo, para que el Reino de Dios llegue en nosotros a su plenitud.

Sal. 51. Muchas persecuciones sufre el justo, pero de todas ellas Dios lo libra. El malvado se engríe en su maldad, se abalanza sobre los pobres e indefensos para maltratarlos y acabar con ellos, y piensa: Dios no lo ve, el Señor se oculta para no enterarse. Sin embargo, por los huesos del justo vela Dios y no le alcanzará la maldad de los inicuos. Por eso, quien confía en el Señor y en su amor sabe que ha plantado su vida como se plantan los olivos junto a las corrientes de los ríos y no le alcanzará tormento alguno; a pesar de los contratiempos, su esperanza en el Señor le conservará constantemente dando frutos de bondad, pues la presencia del Señor en el hombre justo no puede quedar infecunda, a pesar de la persecución y la muerte. Confiados en el amor que el Señor nos tiene ofrezcámosle, no sólo un sacrificio de acción de gracias, sino toda nuestra vida convertida en un continuo sacrificio de alabanza a su Santo Nombre.

Lc. 4, 38-44. Buscar a Jesús; ojalá y no sea sólo para recibir la curación o la solución a problemas que nos agobien. Ciertamente que por medio de Él Dios se ha manifestado misericordioso con nosotros; y, también es cierto que cuando por medio de alguna persona recibimos el remedio de nuestros males nos apegamos a esa persona y las multitudes no le dejan espacio ni para comer. Sin embargo Jesús no vino como un curandero; Él ha venido como el Hijo de Dios que nos libera de la esclavitud del pecado; que nos desata de nuestros males para que trabajemos en el bien y construyamos su Reino. La Iglesia tiene como vocación el anuncio del Reino de Dios en todas partes. A partir de vivir y caminar en el amor que procede de Dios, será posible construir un mundo más justo, con menos pobreza y con más oportunidades para que todos disfruten de una vida más digna. Es necesario que no sólo nos fijemos en la solución de la enfermedad y de la pobreza material; tenemos que luchar porque el Reino de Dios nos quite nuestro anquilosamiento espiritual, que nos hace vivir como postrados en cama, sólo pensando en nosotros mismos y en nuestro provecho personal. Hemos de permitir que el Espíritu de Dios nos levante y nos ponga a servir, en amor fraterno, a quienes necesitan de una mano, no que los explote y maltrate, sino que les sirva con el amor que procede de Dios y habita en nosotros.

En esta Eucaristía nos reúne Aquel que no sólo vino a aliviar nuestros sufrimientos y a soportar nuestros dolores, sino también a cargar sobre sí nuestras culpas y a interceder por nosotros, pecadores, para que por sus llagas fuéramos curados, fueran perdonados nuestros pecados. Por eso Dios lo resucitó de entre los muertos y le dio un Nombre que está por encima de todo nombre. La Celebración de la Eucaristía nos hace comprender el amor que el Señor nos tiene y cómo, a costa de la entrega de su propia vida, nos ha elevado a la dignidad de hijos de Dios, manifestándonos, así, un amor como nadie más puede tenernos.

Quienes Creemos en Cristo y nos hemos hecho uno con Él debemos meditar en el banquete que el Señor nos ha preparado; cómo Él nos alimenta con la entrega de su propia vida, para que nosotros tengamos vida; para que, así como Él nos ha amado, nos amemos los unos a los otros. El verdadero discípulo del Señor no sólo recibe la Palabra que lo salva y se alimenta de ella, sino que se convierte en portador de la misma, para que otros conozcan al Señor, reciban la salvación que Él nos ha traído, y puedan, también ellos, esforzarse para que más y más vayan al Señor y se dejen salvar por Él. Quien destruye la vida de su prójimo, quien mata sus ilusiones, quien le deja inutilizado para caminar y progresar, quien le escandaliza y destruye en él el amor de Dios, no puede en verdad llamarse hijo de Dios, pues el Señor no vino a destruir, sino a salvar a todos los que se habían perdido y desbalagado como ovejas sin pastor; y esta es la misma misión que ha confiado a su Iglesia, comunidad de fe en Él.

Que el Señor nos conceda, por intercesión de la Santísima Virgen María, nuestra Madre, la gracia de abrir nuestro corazón para que en él habite el amor misericordioso de Dios, de tal forma que desde nosotros produzca fruto abundante que, convertido en un serio apostolado a favor del Evangelio, nos convierta en colaboradores que ayuden a que la semilla de la Buena Nueva pueda ser sembrada en el corazón de todos los hombres, de tal forma que, convertidos en testigos del Dios-Amor podamos construir, en verdad, entre nosotros su Reino. Amén.

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3-11. SERVICIO BIBLICO LATINOAMERICANO 2004

1 Cor 3,1-9 Nosotros somos colaboradores de Dios, y vosotros campo de Dios, edificio de Dios
Salmo responsorial: 32 Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad.
Lc 4, 38-44: Y anduvo predicando por las sinagogas del país judío


Para terminar la introducción al evangelio de Lucas, proponemos, a continuación, su estructura.

El evangelio de Lucas se puede dividir en siete partes, precedidas de un Prólogo (1,1-4)

En la primera parte (1-1-4) se presenta mediante el método del paralelismo antitético a Juan y Jesús, aquél como precursor de éste, el anuncio de sus nacimientos y una pincelada breve sobre su infancia.

En la segunda (3,1-4,44) comienza la misión de cada uno de estos dos personajes, insistiendo sobre el papel precursor de Juan y la superioridad de Jesús, así como la respuesta inicial que ambos obtienen por parte de la gente.

La tercera parte (5,1-6,11) va de la llamada de los primeros discípulos hasta el rechazo de los dirigentes de la sinagoga de Nazaret hacia Jesús.

En la cuarta parte, Jesús elige a los Doce, base del nuevo Israel, y otros discípulos, como Leví. Los Doce se muestran reacios a lo largo del evangelio para comprender la clase de Mesías que es Jesús (6,12-9,50); ellos lo quieren más en línea con el mesianismo davídico, de carácter político, que del siervo de Yahvé del libro de Isaías.

La quinta parte del evangelio (9,51-19,46) es muy extensa, pues Lucas describe las incidencias del viaje de Jesús a Jerusalén, acompañado de sus discípulos, para enfrentarse con la institución judía.

La sexta parte (19,47-21,38) describe la enseñanza de Jesús en el templo y la polémica con los dirigentes judíos.
La séptima (22,1-24,53) está dedicada a los acontecimientos de la pasión y la Pascua, terminando el evangelio con la Ascensión de Jesús.

Jesús había entrado en la sinagoga de Nazaret y, como resultado, todos se habían declarado en contra por decir que la Escritura se cumplía en él; después va a la de Cafarnaún y el hombre con el espíritu inmundo lo declara persona non grata, considerándolo más enemigo y contrincante que amigo y salvador. Ahora, en tercera instancia, llega Jesús en sábado a la casa de Simón, donde encuentra a su suegra, aquejada de una fiebre muy alta que la tenía postrada. Jesús conmina a la fiebre, como si de un espíritu inmundo se tratase, y cura a la mujer. La suegra de Simón, curada en el acto, se puso a servirles. Esta y no otra tiene que ser la actitud del grupo de Jesús.

Al ponerse el sol, Jesús cura a muchos de sus dolencias; y de muchos de ellos, dice el evangelista que salían espíritus inmundos que lo identificaban como “hijo de David”. Pero Jesús no acepta este título que hace pensar a la gente en un mesías de carácter nacionalista, político-militar, como David, y, por eso, manda callar a los endemoniados. El ha venido para servir y no para dominar; por eso quien se encuentra con él, como la suegra de Simón, se libera para el servicio.

Tampoco el triunfo es el lugar adecuado para Jesús o sus seguidores. Cuando los discípulos tratan de retenerlo en Cafarnaún, donde había obtenido tanto éxito por hacer tantas curaciones, Jesús les dice que tiene que continuar anunciando la buena noticia del reinado de Dios en otras muchas ciudades, pues para eso había venido.


3-12. DOMINICOS 2004

¿Soy yo de Pedro, yo de Pablo?

Yo soy de Cristo, únicamente de Cristo, cabeza y centro de unidad
Yo soy de la Iglesia, en comunión con todos los hermanos.
Yo soy para los demás, en actitud de solidaridad y servicio.

Ayer, con san Pablo, hacíamos la alabanza de buenas gentes, gentes de espíritu, que mutuamente se comunican desde actitudes sencillas, humildes, nobles, formando comunidad de fe y amor.

Hoy, con san Pablo también, nos encontraremos con una evidencia: la de que habitualmente en las comunidades se dan, junto a personas de espíritu, personas que no asimilan bien el lenguaje de la unidad y comunión en Cristo y con Cristo, y que más bien provocan divisiones, incomprensiones, celos, ruptura de la paz y armonía.

En la unidad de la Iglesia, en la unidad de la fe, en la unidad del amor, las peculiaridades de cada uno no deben engendrar actitudes incomunicables sino puntos de vista que enriquezcan el conjunto de la Comunidad y Reino. Deseémonos mutuamente que así sea.



La luz de Dios y su mensaje en la Biblia
Primera carta de san Pablo a los corintios 3, 1-9:
“Hermanos: yo no pude hablaros como a hombres de espíritu, sino como a gente débil, como a cristianos todavía en la infancia. Por eso os alimenté con leche, no con comida, porque no estabais para más. Por supuesto, tampoco ahora lo estáis, cuando seguís los bajos instintos.

Mientras haya entre vosotros envidias y contiendas, es que os guían los bajos instintos, es que procedéis como una gente cualquiera.

Cuando uno dice“yo estoy por Pablo’, y otro replica que ‘yo por Apolo’,,¿no actuáis como cualquiera? En fin de cuentas ¿qué es Apolo y qué es Pablo? Agentes de Dios que os llevaron a la fe, cada uno como le encargó el Señor. Yo planté, Apolo regó, pero fue Dios quien hizo crecer... Nosotros somos colaboradores de Dios, y vosotros sois campo de Dios, edificio de Dios” “

Evangelio según san Lucas 4, 38-44:
“Un día, al salir Jesús de la sinagoga, entró en casa de Simón. La suegra de Simón estaba con fiebre muy alta, y le pidieron que hiciera algo por ella. El, de pie a su lado, increpó a la fiebre, y se le pasó; y ella, levantándose en seguida, se puso a servirles.

Al ponerse el sol, los que tenían enfermos se los llevaban; y él, poniendo las manos sobre cada uno, los iba curando.

De muchos enfermos salían también demonios, que gritaban: ‘Tú eres el Hijo de Dios’. Y Jesús les increpaba y no les dejaba hablar..., y acudiendo a otros pueblos, anunciaba el Reino de Dios...”



Reflexión para este día
Seamos fautores de paz y trabajemos en armonía, según los dones recibidos.
Hoy seamos sinceros con nosotros mismos y con los demás, y reconozcamos que las divisiones en el seno de la Iglesia son un escándalo. Quienes las fomentan o mantienen demuestran que no viven con madurez el espíritu evangélico de caridad.

Cristo es uno, y su Iglesia, cuerpo místico, ha de ser también una. Hacia ello debemos tender todos en nuestros actos y sentimientos, y para eso tenemos que educarnos en la práctica de la comprensión mutua, diálogo sincero, complementariedad.

Pero ¿cómo hacerlo desde nuestra peculiar personalidad, siempre débil? Habríamos de reconocer y apreciar, desde el primer momento, lo que Cristo significa en la Iglesia y lo que cada uno y todos recibimos de Dios como dones de su bondad, para ponerlos en servicio.

Pablo dice que su papel peculiar –y los dones recibidos- le llevaron a sembrar la semilla del Reino y a poner en marcha la obra de la evangelización. ¿No debería ser también ésa nuestra vocación de servicio? Apolo vino después, y tuvo la oportunidad de regar las semillas y plantas ya cultivadas. Ambos eran complementarios, y ambos sabían que la savia de vida y el crecimiento de las plantas es cosa de Dios, por medio de su Espíritu. Sepámoslo también nosotros.


3-13.

Comentario: Rev. D. Homer Val i Pérez (Barcelona, España)

«Poniendo Él las manos sobre cada uno de ellos, los curaba. Salían también demonios de muchos gritando»

Hoy nos encontramos ante un claro contraste: la gente que busca a Jesús y Él que cura toda “enfermedad” (comenzando por la suegra de Simón Pedro); a la vez, «salían también demonios de muchos, gritando» (Lc 4,41). Es decir: bien y paz, por un lado; mal y desesperación, por otro.

No es la primera ocasión que aparece el diablo “saliendo”, es decir, huyendo de la presencia de Dios entre gritos y exclamaciones. Recordemos también el endemoniado de Gerasa (cf. Lc 8,26-39). Sorprende que el propio diablo “reconozca” a Jesús y que, como en el caso del de Gerasa, es él mismo quien sale al encuentro de Jesús (eso sí, muy rabioso y molesto porque la presencia de Dios perturbaba su vergonzosa tranquilidad).

¡Tantas veces también nosotros pensamos que encontrarnos con Jesús es un estorbo! Nos estorba tener que ir a Misa el domingo; nos inquieta pensar que hace mucho que no dedicamos un tiempo a la oración; nos avergonzamos de nuestros errores, en lugar de ir al Médico de nuestra alma a pedirle sencillamente perdón... ¡Pensemos si no es el Señor quien tiene que venir a encontrarnos, pues nosotros nos hacemos rogar para dejar nuestra pequeña “cueva” y salir al encuentro de quien es el Pastor de nuestras vidas! A esto se le llama, sencillamente, tibieza.

Hay un diagnóstico para esto: atonía, falta de tensión en el alma, angustia, curiosidad desordenada, hiperactividad, pereza espiritual con las cosas de la fe, pusilanimidad, ganas de estar solo con uno mismo... Y hay también un antídoto: dejar de mirarse a uno mismo y ponerse manos a la obra. Hacer el pequeño compromiso de dedicar un rato cada día a mirar y a escuchar a Jesús (lo que se entiende por oración): Jesús lo hacía, ya que «al hacerse de día, salió y se fue a un lugar solitario» (Lc 4,42). Hacer el pequeño compromiso de vencer el egoísmo en una pequeña cosa cada día por el bien de los otros (a eso se le llama amar). Hacer el pequeño-gran compromiso de vivir cada día en coherencia con nuestra vida cristiana.


3-14.

Comentario: Rev. D. Homer Val i Pérez (Barcelona, España)

«Poniendo Él las manos sobre cada uno de ellos, los curaba. Salían también demonios de muchos gritando»

Hoy nos encontramos ante un claro contraste: la gente que busca a Jesús y Él que cura toda “enfermedad” (comenzando por la suegra de Simón Pedro); a la vez, «salían también demonios de muchos, gritando» (Lc 4,41). Es decir: bien y paz, por un lado; mal y desesperación, por otro.

No es la primera ocasión que aparece el diablo “saliendo”, es decir, huyendo de la presencia de Dios entre gritos y exclamaciones. Recordemos también el endemoniado de Gerasa (cf. Lc 8,26-39). Sorprende que el propio diablo “reconozca” a Jesús y que, como en el caso del de Gerasa, es él mismo quien sale al encuentro de Jesús (eso sí, muy rabioso y molesto porque la presencia de Dios perturbaba su vergonzosa tranquilidad).

¡Tantas veces también nosotros pensamos que encontrarnos con Jesús es un estorbo! Nos estorba tener que ir a Misa el domingo; nos inquieta pensar que hace mucho que no dedicamos un tiempo a la oración; nos avergonzamos de nuestros errores, en lugar de ir al Médico de nuestra alma a pedirle sencillamente perdón... ¡Pensemos si no es el Señor quien tiene que venir a encontrarnos, pues nosotros nos hacemos rogar para dejar nuestra pequeña “cueva” y salir al encuentro de quien es el Pastor de nuestras vidas! A esto se le llama, sencillamente, tibieza.

Hay un diagnóstico para esto: atonía, falta de tensión en el alma, angustia, curiosidad desordenada, hiperactividad, pereza espiritual con las cosas de la fe, pusilanimidad, ganas de estar solo con uno mismo... Y hay también un antídoto: dejar de mirarse a uno mismo y ponerse manos a la obra. Hacer el pequeño compromiso de dedicar un rato cada día a mirar y a escuchar a Jesús (lo que se entiende por oración): Jesús lo hacía, ya que «al hacerse de día, salió y se fue a un lugar solitario» (Lc 4,42). Hacer el pequeño compromiso de vencer el egoísmo en una pequeña cosa cada día por el bien de los otros (a eso se le llama amar). Hacer el pequeño-gran compromiso de vivir cada día en coherencia con nuestra vida cristiana.


3-15.

Reflexión

Una de las actitudes fundamentales de Jesús, y que sobre todo san Lucas no se cansa de resaltar, es la gran misericordia de Jesús que lo lleva a ser disponible para los demás. Para él no hay un momento determinado para sanar, para atender a los que lo buscan. Todo su tiempo le pertenece a los demás, para quienes él ha sido enviado. Se ha hecho disponible para todos y todos han encontrado en él alivio y consuelo. En nuestro mundo agitado es fundamental el recobrar esta actitud de Jesús, sobre todo para los de nuestra propia casa. Es cierto que muchas veces estamos cansados, pero que importante es estar siempre disponible para los hijos, para el esposo o la esposa, para nuestros padres. La falta de disponibilidad causa serias lesiones en la relación de la familia lo que va poco a poco provocando la indiferencia y la dispersión. Quizás valdría la pena hoy reflexionar sobre nuestra disponibilidad y pensar ¿qué tan dispuesto estoy para dar una mano (escuchar, acompañar, servir) a los que se acercan a mi, sobre todo los de mi propia familia? Recuerda que servir es amar.

Que pases un día lleno del amor de Dios.

Como María, todo por Jesús y para Jesús

Pbro. Ernesto María Caro


3-16. Miércoles, 1 de setiembre del 2004

Somos cooperadores de Dios, y ustedes son el campo de Dios, el edificio de Dios


Lectura de la primera carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Corinto

3, 1-9

Hermanos:

Yo no pude hablarles a ustedes como a hombres espirituales, sino como a hombres carnales, como a quienes todavía son niños en Cristo. Los alimenté con leche y no con alimento sólido, porque aún no podían tolerarlo, como tampoco ahora, ya que siguen siendo carnales. Los celos y discordias que hay entre ustedes, ¿no prueban acaso, que todavía son carnales y se comportan de una manera puramente humana?

Cuando uno dice: «Yo soy de Pablo», y el otro: «Yo de Apolo», ¿acaso no están procediendo como lo haría cualquier hombre?

Después de todo, ¿quién es Apolo, quién es Pablo? Simples servidores, por medio de los cuales ustedes han creído, y cada uno de ellos lo es según lo que ha recibido del Señor. Yo planté y Apolo regó, pero el que ha hecho crecer es Dios. Ni el que planta ni el que riega valen algo, sino Dios, que hace crecer. No hay ninguna diferencia entre el que planta y el que riega; sin embargo, cada uno recibirá su salario de acuerdo con el trabajo que haya realizado. Porque nosotros somos cooperadores de Dios, y ustedes son el campo de Dios, el edificio de Dios.


Palabra de Dios.



SALMO RESPONSORIAL 32, 12-15. 20-21



R. ¡Feliz el pueblo que el Señor se eligió como herencia!


¡Feliz la nación cuyo Dios es el Señor,
el pueblo que Él se eligió como herencia!
El Señor observa desde el cielo
y contempla a todos los hombres. R.

Él mira desde su trono 
a todos los habitantes de la tierra;
modela el corazón de cada uno
y conoce a fondo todas sus acciones. R.

Nuestra alma espera en el Señor;
Él es nuestra ayuda y nuestro escudo.
Nuestro corazón se regocija en Él:
nosotros confiamos en su santo Nombre. R.


EVANGELIO


También a las otras ciudades debo anunciar el Evangelio, porque para eso he sido enviado


Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 4, 38-44

Al salir de la sinagoga, Jesús entró en la casa de Simón. La suegra de Simón tenía mucha fiebre, y le pidieron que hiciera algo por ella. Inclinándose sobre ella, Jesús increpó a la fiebre y ésta desapareció. En seguida, ella se levantó y se puso a servirlos.

Al atardecer, todos los que tenían enfermos afectados de diversas dolencias se los llevaron, y Él, imponiendo las manos sobre cada uno de ellos, los sanaba. De muchos salían demonios gritando: «¡Tú eres el Hijo de Dios!» Pero Él los increpaba y no los dejaba hablar, porque ellos sabían que era el Mesías.

Cuando amaneció, Jesús salió y se fue a un lugar desierto. La multitud comenzó a buscarlo y, cuando lo encontraron, querían retenerlo para que no se alejara de ellos. Pero Él les dijo: «También a las otras ciudades debo anunciar la Buena Noticia del Reino de Dios, porque para eso he sido enviado».

Y predicaba en las sinagogas de toda la Judea.


Palabra del Señor.


Reflexión:

1Cor. 3, 1-9. Dios es el único autor de la salvación. A nosotros, colaboradores suyos, nos ha confiado su Palabra para que, como la mejor de las semillas, la sembremos en el corazón de todas las personas; y para que, mediante la predicación, vayamos empapando día a día el terreno en el que se haya sembrado esa Palabra. Pero el que brote la Vida nueva y crezca hasta producir frutos nuevos de santidad y de justicia, no depende de nosotros sino de Dios. Por eso el apóstol no puede propiciar el que sus oyentes se vayan tras de él despreciando a los demás apóstoles o agentes de pastoral, generando así divisiones en la Iglesia. Sólo somos colaboradores del Evangelio. Cumplamos con amor la Misión que se nos ha confiado. Procuremos que el corazón de aquellos a los que proclamamos la Buena Nueva de salvación no vaya tras de nosotros sino tras de Cristo, hasta llegar, junto con Él, a la Gloria que Dios ofrece a la humanidad entera, y que nosotros no podríamos darles al margen de Cristo.

Sal. 33 (32). El Señor nuestro Dios no sólo nos ha llamado para comunicarnos su Vida y hacernos hijos suyos, sino que también nos ha revelado su Victoria sobre el pecado y la muerte. En Cristo tanto hemos conocido como hemos experimentado el amor de Dios. Los que hemos sido objeto de este amor misericordioso de Dios nos hemos de convertir en sus fieles testigos en el mundo, pues Dios ha querido que por medio de su Iglesia la Victoria de Cristo llegue a todos, hasta el último rincón de la tierra, y puedan, todos, alcanzar la salvación y alabar su Santo Nombre. Cumplamos, pues, con la Misión que el Señor nos ha confiado.

Lc. 4, 38-44. También nosotros debemos encontrarnos con Cristo, para que remedie nuestros males no sólo físicos sino también interiores. Pero no sólo hemos de buscar al Señor para recibir de Él sus dones, sino especialmente para ponernos al servicio de los demás, libres de todo aquello que pudiera torcer nuestras intenciones de servicio, que ha de nacer del amor fraterno y gratuito que hemos de tener a todos; libres de todo aquello que pudiera generar divisiones entre nosotros. No perdamos la conciencia de que la Iglesia ha sido instituida para evangelizar a todas las naciones. No hagamos de la Iglesia una iglesia de grupos o de élites. Trabajemos para que el Evangelio se encarne en el corazón de todas las personas, de tal forma que, libres de todo aquello que les oprime, puedan convertirse en un signo claro y creíble del Evangelio mediante sus palabras, sus obras y su vida misma.

El Señor nos ha reunido en esta Celebración Litúrgica para que seamos testigos cualificados del amor que el Padre Dios nos tiene. Él quiere que la Vida que ha sembrado en nosotros no se quede como una semilla estéril al borde del camino. Él espera de nosotros los frutos abundantes del amor, de la paz y de la justicia, que nos hagan convertirnos en continuadores de la Obra de Salvación de Dios en el mundo. En la Eucaristía el Señor nos libra de nuestras diversas esclavitudes; de aquellas cadenas que nos atan al pecado o al egoísmo, y nos pone en camino, camino de servicio en el amor fraterno, buscando hacer el bien a todos a imagen de como Cristo lo ha hecho a favor de nosotros.

La Iglesia, todos los bautizados, no debemos perder la conciencia de que hemos sido enviados a trabajar por el Reino de Dios. Esta Misión la hemos recibido desde el día en que fuimos incorporados a Cristo mediante el Bautismo. Por eso hemos de ser testigos de Cristo y anunciar su Evangelio en los diversos ambientes en que se desarrolle nuestra vida, contribuyendo a ello tanto con nuestras palabras, como con nuestra oración, nuestro sacrificio, nuestras buenas obras, nuestro ejemplo y nuestra vida misma. En el anuncio del Evangelio no podemos despreciar lo que, antes de nosotros, otros hicieron, pues no somos lo que inventan la obra evangelizadora, sino los que continúan la obra de Dios en el mundo. Así, conforme a la medida de la gracia recibida, cada uno debe esforzarse, fortalecido con el Espíritu Santo, en hacer que día a día nos vayamos viendo cada vez más libres de todo aquello que nos impida vernos como hermanos, y trabajar para que el Reino de Dios se inicie ya desde ahora entre nosotros.

Roguémosle al Señor, por intercesión de la Santísima Virgen María, nuestra Madre, que nos conceda la gracia de saber poner nuestra vida al servicio del Evangelio, tratando, especialmente, de pasar haciendo el bien a todos, conforme al ejemplo que de Cristo hemos recibido. Amén.

Homiliacatolica.com


3-17. Curación de la suegra de Pedro

Fuente: Catholic.net
Autor: P. Clemente González

Lucas 4, 38-44

En aquel tiempo, al salir Jesús de la sinagoga, entró en la casa de Simón. La suegra de Simón estaba con mucha fiebre, y le rogaron por ella. Inclinándose sobre ella, conminó a la fiebre, y la fiebre la dejó; ella, levantándose al punto, se puso a servirles. A la puesta del sol, todos cuantos tenían enfermos de diversas dolencias se los llevaban; y, poniendo él las manos sobre cada uno de ellos, los curaba. Salían también demonios de muchos, gritando y diciendo: Tú eres el Hijo de Dios. Pero Él, conminaba y no les permitía hablar, porque sabían que Él era el Cristo. Al hacerse de día, salió y se fue a un lugar solitario. La gente le andaba buscando y, llegando donde Él, trataban de retenerle para que no les dejara. Pero Él les dijo: También a otras ciudades tengo que anunciar la Buena Nueva del Reino de Dios, porque a esto he sido enviado. E iba predicando por las sinagogas de Judea.


Reflexión:

Es admirable el trabajo de los médicos. Nunca tienen un rato de descanso, porque allí donde van, aunque sea a una fiesta, todo el mundo se acerca para hablarles de sus padecimientos y enfermedades.

Así me imagino también a Jesús. No había llegado todavía a casa de su amigo Pedro cuando ya le piden un milagro. Y por la tarde vinieron a suplicarle que sanara a otros enfermos. Y al salir el sol le seguían buscando incluso en el desierto.

¡Qué grande es el Corazón de Cristo! Qué paciente, las veinticuatro horas del día, sin pedir nada a cambio. La Palabra ablanda cualquier corazón, aunque sea más duro que las piedras.. Le apasionaba su misión. Sabía que tenía que aprovechar los tres años de vida pública y no se permitió ni un momento de reposo.

Esto nos enseña a tomarnos en serio nuestra vida. El tiempo que Dios nos ha concedido no puede tirarse a la basura con entretenimientos estériles. Hay mucho que hacer, y algún día nos pedirán cuentas de lo que hayamos hecho. Seguro que tienes varias tareas pendientes que están esperando su momento. ¿Y cuando llegará? Quién sabe.

Es cuestión de organizarse bien, de tener el día programado para rendir al máximo, aun sacrificando el tiempo dedicado a la televisión. Debemos ser exigentes con el uso de las horas. No pueden desperdiciarse, porque nunca más volverán.

Primero es necesario establecer una jerarquía. ¿Qué es lo más importante para mí? No hay que descuidar el trabajo, ni la familia, ni los momentos para Dios, ni las actividades que enriquezcan a los que viven en la misma ciudad o país. Sepamos sacarle el jugo a la vida que Dios nos ha regalado.


3-18. CLARETIANOS 2004

Queridos hermanos y hermanas,

Siempre me ha gustado mucho esta imagen de Jesús que va predicando de pueblo en pueblo, de sinagoga en sinagoga... Jesús que camina, que nos busca, que se preocupa por llegar a todos nosotros que somos tan diferentes. Cuando unos “tenían” a Jesús le pedían que se quedara con ellos pero la misión no puede parar, Jesús no puede quedarse estático para unos pocos.

Jesús (y su mensaje) tiene que ser dinámico si quiere llegar a todo el mundo. Nosotros, los hombres, formamos una galaxia de pensamientos, características, vivencias, historias, costumbres, culturas tan dispares que un mensaje único dejaría seguramente a alguien fuera y por eso hemos tenido y tenemos la suerte de que nos hablen de manera distinta del mensaje de Jesús.

Pablo, en la carta a los Corintios, asume esta diversidad de formas de anunciar la “buena nueva” como algo positivo, intentando evitar caer en los partidismos absurdos: “…Después de todo, Apolo y yo sólo somos servidores de Dios para ayudarlos a creer en Jesucristo…”. Los que se otorgan el derecho de ser los dueños de la verdad única y absoluta del mensaje de Cristo no se dan cuenta de que lo único que hacen es empobrecer el Evangelio, lo convierten en un libro para una “elite” y de ahí al desprecio por las opiniones de los demás (y para las personas mismas que tienen tales opiniones) el paso es muy corto. Como diría Pablo “…Tienen celos los unos de los otros, y se pelean entre sí. Porque cuando uno dice: "Yo soy seguidor de Pablo", y otro contesta: "Yo soy seguidor de Apolo", están actuando como la gente de este mundo. ¿No se dan cuenta de que así se comportan los pecadores?...”. Al final “…Cada uno de ellos recibirá su premio, según el trabajo que haya hecho…” y de lo que podemos estar seguros es que la vara de medir será sólo y exclusivamente el Amor.

Carlo Gallucci
(galluccicarlo@hotmail.com)


3-19.