LUNES DE LA SEMANA 21ª DEL TIEMPO ORDINARIO

 

1.- 1Ts 1, 2-5.8-10

1-1.

Tesalónica era la capital de Macedonia, al norte de Grecia.

Obligado a huir, a causa de la persecución, Pablo dejó allí una pequeña comunidad cristiana muy frágil: ¡contaba sólo unos meses! Habiendo enviado a Timoteo para tener noticias Pablo se entera de que los cristianos perseveran con firmeza y les envía una carta para felicitarlos y contestar a algunas preguntas. Esta carta, escrita hacia el año 52 es el primer documento escrito del Nuevo Testamento.

-Damos sin cesar gracias a Dios por vosotros, recordándoos en nuestras oraciones.

Así, la primera epístola de san Pablo, el primer documento cristiano después de los saludos usuales, comienza por la palabra «eujaristumen», «os damos gracias». Esta frase es el comienzo de una especie de prefacio eucarístico, una larga acción de gracias. La página que leemos hoy es una única y larga frase, en griego, en la que se adivina el entusiasmo de Pablo.

La alegría. Las gracias a Dios. ¡La oración... en todo momento! Tal es el clima del alma del apóstol. ¿Es también el mío?

-Tenemos siempre presente la actividad de vuestra fe, los trabajos de vuestra caridad y la tenacidad de vuestra esperanza...

En tres meses de predicación. Pablo no había tenido tiempo de llegar muy lejos en la formación doctrinal de los tesalonicenses. Fue directamente a lo esencial, que resume así: ser cristiano es vivir de una fe activa, es traducirla concretamente en el amor y el servicio de todos, es por fin, soportar las pruebas con valentía y esperanza. Fe, esperanza, caridad, las tres actitudes existenciales que definen al cristiano.

-En nuestro Señor Jesucristo, en presencia de Dios nuestro Padre... Porque nuestro anuncio del Evangelio no se hizo sólo con palabras, sino también con poder y con el Espíritu Santo...

Lo esencial es también la Trinidad.

Notemos que esta «primera» formulación de la Trinidad en el Nuevo Testamento expresa no un «misterio» intelectual, sino nuestras relaciones con esas tres personas: Jesucristo va en cabeza. El «en quien» tenemos la fe, la caridad y la esperanza... luego viene el Padre, en presencia del cual vivimos... y por fin el Espíritu, el que anima la acción actual de los apóstoles, el que ha sido el agente de la evangelización...

¿Es mi vida cristiana una vida de relación con las tres divinas personas?

Y subrayamos el papel de la «gracia»: la impresionante rapidez y solidez de la evangelización de esos hombres, de esas mujeres, no proviene de la elocuencia de Pablo, sino del poder del Espíritu de Dios.

-La noticia de vuestra fe en Dios se ha difundido tanto que la gente cuenta como habéis acogido la Palabra, tras haberos convertido y abandonado los ídolos.

Lo esencial es también la actitud «misionera» de la comunidad: no guarda para sí su fe, sino que la irradia inmediatamente a los demás.

A fin de servir a Dios vivo y verdadero y esperar así a su Hijo que ha de venir de los cielos, a quien resucitó de entre los muertos. Este Jesús que nos salva de la cólera venidera.

Lo esencial es por fin la resurrección y la espera de Jesús «que vive» y «que viene».

¡Una primera página de evangelio! de una densidad excepcional.

NOEL QUESSON
PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 5
PRIMERAS LECTURAS PARA EL TIEMPO ORDINARIO
DE LOS AÑO IMPARES
EDIT. CLARET/BARCELONA 1983.Pág. 248 s.


2.- 2Ts 1, 1-5.11-12

2-1.

Las dos cartas de san Pablo a los Tesalonicenses son las primeras epístolas escritas por él, hacia el año 51... y al mismo tiempo los primeros textos del Nuevo Testamento. En esta fecha, veinte años después de la muerte de Jesús, las tradiciones evangélicas eran ya divulgadas oralmente, pero no habían sido aún redactadas tal como las tenemos actualmente. Las Cartas a los habitantes de Tesalónica son pues, de hecho, el primer documento escrito de la fe cristiana.

-Nosotros, Pablo, Silvano y Timoteo nos dirigimos a vosotros... Gracia y paz de parte de Dios Padre y del Señor Jesucristo.

Pablo no está solo. Vive "en equipo apostólico", como decimos hoy. Da, Señor, a los cristianos y en particular a los sacerdotes este espíritu de cooperación.

Pablo y sus compañeros desean a sus fieles la "gracia y la paz"... ¡de parte de Dios Padre y de Jesús! He ahí pues una comunidad que vive a un muy alto nivel de relaciones.

-A vosotros, Iglesia de Tesalónica que está en Dios y en Jesucristo el Señor.

Esta comunidad vive «en Dios»... y «en Jesús»...

Como en un medio vital.

No obstante, aparentemente, esta gente no era más que los habitantes de una gran metrópoli antigua, capital de la provincia de Macedonia, en la Vía Egnatia que unía el mar Egeo al Adriático, lugar de tránsito donde se mezclaban numerosas razas; floreciente ciudad comercial. Han pasado sólo unos meses desde que recibieron a Pablo por vez primera (Hechos 17, 2) Sin duda no son más que un puñado de cristianos: pero Pablo los ve como "la Iglesia que está en Dios y en Jesucristo", la Iglesia inmersa en el Imperio romano pagano.

Te ruego, Señor, por los cristianos de HOY, a menudo, tan minoritarios en un mundo hostil o indiferente, para que tengan en medio del mundo esta misma conciencia del misterio divino que se halla en ellos.

-Tenemos que dar en todo tiempo gracias a Dios por vosotros, hermanos... Porque vuestra fe progresa y se acrecienta la mutua caridad de todos y cada uno de vosotros.

La alegría. La acción de gracias, es la tonalidad dominante de las primeras comunidades cristianas. ¡Gentes que «continuamente» dan gracias a Dios!, gentes «eucarísticas» -de eukaristein = dar gracias.

¿Tienen esta tonalidad nuestras asambleas cristianas? Pablo se alegra y da gracias por la fe y la caridad. Esto es, en efecto, lo esencial de la vida cristiana.

Y esta fe no es estática, estereotipada... es una fe que «progresa». Y esta caridad no está adormilada, en reposo... se va «desarrollando». Estos cristianos no son perfectos, son gente que continúa avanzando, son una comunidad dinámica, no por sus realizaciones externas, sino por su progreso interior.

-Por todo ello nos gloriamos de vosotros por la constancia y la fe en medio de todas las persecuciones y tribulaciones que estáis soportando.

Y esta es la dimensión de la esperanza, la tercera gran virtud cristiana.

-Esto es señal del justo juicio de Dios: en el que seréis declarados dignos del Reino de Dios por cuya causa padecéis. Que Dios os conceda cumplir todo el bien que deseáis hacer y, a la vez, activice vuestra fe.

El hecho de ser perseguidos: lejos de abatir a estos hombres, por el contrario los anima y excita... los lleva a pensar en ese Reino escatológico que va viniendo. Saben a donde van.

NOEL QUESSON
PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 4
PRIMERAS LECTURAS PARA EL TIEMPO ORDINARIO
DE LOS AÑOS PARES
EDIT. CLARET/BARCELONA 1984.Pág. 248 s.


2-2. /2Ts/01/01-12

Esta segunda carta a los fieles de Tesalónica comienza con un saludo semejante al de la primera, si bien un poco más solemne. Sin embargo, las persecuciones, las contrariedades que padecen los tesalonicenses, en lugar de disminuir, parecen haberse agravado. Por otra parte, Pablo conoce su creciente constancia en la fe, que se muestra en el crecimiento del amor mutuo entre ellos; por eso, para infundirles ánimo les dice que siente el deber de dar gracias a Dios por ello y, a la vez, el orgullo de su perseverancia ante las otras Iglesias. La persecución y la perseverancia son para Pablo una prueba del justo juicio de Dios, que quiere hacerlos dignos de su reino, pues de él provienen en último término la una y la otra: «Es justo a los ojos de Dios pagar con aflicción a los que os afligen y con alivio a vosotros los afligidos con nosotros, cuando el Señor Jesús se revele» (v 6).

Premio para los perseguidos y castigo para los perseguidores. ¿Serán así las cosas?

¿Quiere Pablo declarar aquí la realidad de la suerte eterna de unos y de otros?

¿Representa el juicio o pensamiento de Pablo el definitivo juicio y pensamiento de Dios?

De la lectura del texto se deduce que lo que importa al Apóstol es que la fe y la vida cristiana de los tesalonicenses no se debiliten ante las dificultades que los rodean. También es cierto, no obstante, que todos percibimos una cierta incongruencia y experimentamos un cierto rechazo ante la idea de que, al final, los perseguidores puedan ser tratados del mismo modo que aquellos a quienes han hecho sufrir por Dios y su evangelio. Pero Pablo no afronta aquí esa cuestión. En efecto, al trazar la línea recta de la vida de los creyentes, que lleva derecha hacia la glorificación del nombre del Señor Jesús en ellos y de ellos en el Señor, quiere que tomen conciencia de la solidez de su comportamiento, del que ni los perseguidores ni ninguna otra cosa han de poder desviarlos. Lo que Pablo desea son hombres conscientes y responsables de su vocación cristiana, con deseo de hacer el bien y con una fe operante. Pero sabe también que tiene las manos atadas para mover interiormente al hombre. Por eso no cesa de rogar por ellos. Sus recursos no son los de Dios.

M. GALLART
LA BIBLIA DIA A DIA
Comentario exegético a las lecturas de la Liturgia de las Horas
Ediciones CRISTIANDAD.MADRID-1981.Pág. 237 s.


3.- Mt 23, 13-22

3-1.

Seguimos con las invectivas de Jesús contra los fariseos.

Siete veces dijo Jesús: "¡Ay de vosotros escribas y fariseos hipócritas!"

-¡Ay de vosotros!...

La palabra griega "Quai!" es una onomatopeya que el español traduce bien por la exclamación "Ay" -en castellano resulta intraducible y se la sustituye por ¡"Desgracia" a vos!-. No es pues una maldición, expresa más bien un profundo dolor, una indignación, una amenaza profética.

Jesús está triste e indignado. Explota.

Es seguro que no la pronunció en tono dulzón.

Cuando se trata de defender un cierto número de valores esenciales, Jesús se hace violento. El, el "manso y humilde de corazón". Hay que escuchar...

-Vosotros que cerráis a los hombres el Reino de los cielos.

Vosotros ciertamente no entráis; y a los que están entrando no les dejáis entrar.

La tensión con los responsables del pueblo... que impiden a la "gente sencilla" seguir a

Jesús, ha llegado ahora a su punto culminante.

En lugar de "abrir las puertas.. las cerráis"....

Las llaves del Reino, que reteníais hasta aquí por vuestra ciencia y vuestro conocimiento de la Ley os serán quitadas. Otros responsables las recibirán. "Pedro, te daré las llaves del Reino de Dios" (Mateo 16, 19).

Ruego por los que tienen responsabilidades en la Iglesia, en la sociedad civil.

-Vosotros que recorréis mar y tierra para hacer un prosélito, y cuando llega a serlo, le hacéis hijo de perdición, dos veces peor que vosotros.

Jesús describe, aquí, a los que están, por así decir, al acecho para ganar nuevos partidarios para su propia causa... y lanzados sobre las gentes para hacer que sean unos fanáticos más sectarios que ellos.

Existen estilos de "propaganda" contrarios al espíritu de Jesús: una cierta insistencia en convertir a los demás a cualquier precio... insistencia que no respeta la libertad del acto de fe...

¡Señor, haz que seamos testigos de los apóstoles! ¡Guárdanos para no ser partidarios ni sectarios!

-¡Ay de vosotros, guías ciegos, que decís: "Si uno jura por el Santuario, eso no es nada: mas, si jura por el oro del Santuario, queda obligado!" ¡Insensatos y ciegos! ¿Qué es más importante, el oro, o el Santuario que hace sagrado el oro?

Jesús tiene en cuenta aquí la casuística formal y jurídica... la de las personas que ponen toda la importancia de su religión en detalles insignificantes. Recordemos que, a propósito del ayuno eucarístico, se decía, no hace aún muchos años: si os laváis los dientes antes de la misa... si tragáis una gota de lluvia caída en los labios al ir a la iglesia... (?) ya no podéis comulgar. Los formalismos renacen sin cesar, bajo nuevas formas. Las invectivas de Cristo no pasan de moda.

-Si uno jura "por el altar", eso no es nada... Mas, si jura "por la ofrenda que está sobre el altar", queda obligado.

No olvidemos que esos eran los "casos" sobre los que discutían los rabinos de la época.

HOY, en la evolución de la liturgia o de la vida de la Iglesia... ¿no hay quizá también cuestiones concretas que suscitan tomas de posición tan ridículas como aquellas de las que habla Jesús? Señor, danos la virtud de la humildad. Sana nuestros formalismos. Ayúdanos a estar atentos a lo que es esencial en lugar de perdernos en bagatelas y en controversias estériles.

NOEL QUESSON
PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 2
EVANG. DE PENTECOSTES A ADVIENTO
EDIT. CLARET/BARCELONA 1983.Pág. 140 s.


3-2.

1. (Año I) 1 Tesalonicenses 1,1-5.8-10

Después de nueve semanas en que hemos ido siguiendo la historia de Israel en los Libros del AT, hoy pasamos al NT.

Esta semana leemos la primera carta que Pablo escribió a la comunidad cristiana de Tesalónica. Es el escrito más antiguo que se conserva del Nuevo Testamento, fechado hacia el año 51, apenas veinte años después de la muerte de Jesús. Los evangelios todavía no se habían escrito, pero se estaban predicando oralmente y aquí, en las primeras cartas de Pablo, ya se respiran y resumen.

Tesalónica, puerto de mar, la actual Salónica, era la capital de la Macedonia romana, al norte de Grecia. Allí había permanecido Pablo unos meses y había fundado una comunidad cristiana, ayudado por Silas. Se convirtieron, no los judíos, sino unos paganos griegos, con envidia de los dirigentes de la sinagoga judía, que promovieron un alboroto popular contra Pablo, que le obligó a huir (nos lo cuenta Hch 17,1-9).

En las dos cartas que Pablo escribió a los Tesalonicenses, les alaba por la buena orientación de su vida y, a la vez, les exhorta a seguir por ese camino y a corregir algunas desviaciones, como, por ejemplo, la excesiva preocupación por la inminente venida final del Señor, que a algunos parece que les incitaba a no trabajar.

a) Se ve que Timoteo, enviado por Pablo a Tesalónica, habla traído buenas noticias sobre la marcha de la comunidad, y por eso empieza la carta con palabras de alabanza: han sabido acoger la llamada de Dios y la salvación que les ha conseguido Jesús, han abandonado los ídolos que antes adoraban y ahora son famosos por «la actividad de su fe, el esfuerzo de su amor y el aguante de su esperanza», aguardando la venida última de Jesús. Ya aparecen aquí las tres virtudes fundamentales de los cristianos, que luego se llamarían «virtudes teologales»: la fe, la esperanza y la caridad.

El apóstol recuerda que «cuando se proclamó el Evangelio en Tesalónica, no hubo sólo palabras, sino, además, fuerza del Espíritu Santo y convicción profunda»: ahora se ven los frutos en la vida de la comunidad.

b) Alguien que nos conozca personalmente, y conozca nuestras comunidades, ¿nos podría felicitar como Pablo a los de Tesalónica? ¿podría decir que la dirección general de nuestra vida es la acertada y que estamos bien orientados en lo principal?

Una comunidad cristiana llena de fe, de caridad y de esperanza, puede hacer gozosamente suyo el salmo: «Cantad al Señor un cántico nuevo, resuene su alabanza en la asamblea de los fieles... el Señor ama a su pueblo y adorna con la victoria a los humildes».

Al mismo tiempo, los cristianos debemos dar un testimonio profético en medio del mundo.

¿Podría Pablo decir de nosotros: «vuestra fe en Dios ha corrido de boca en boca»? Una familia cristiana, una comunidad religiosa o parroquial, deben ser luz y fermento en medio de la sociedad, un signo viviente del Evangelio de Jesús: ¿se notan en nuestro estilo de vida la fe, la esperanza y la caridad por las que era conocida la comunidad de Tesalónica, a pesar de haber recibido una formación un poco precipitada?

1. (Año II) 2 Tesalonicenses 1,1-5.11-12

Durante tres días leemos la segunda carta que dirigió Pablo a los cristianos de Tesalónica, escrita muy poco después de la primera (cf: la semana 21 de los años impares, en que leemos la 1 Ts). Esta segunda es más breve, y un poco menos cordial que la primera, tal vez porque quiere corregir algunas desviaciones que se dan en aquella comunidad.

a) Al saludo -de Pablo, Silvano y Timoteo, como en la primera carta-, sigue una alabanza y acción de gracias, que es lo que leemos hoy. Pablo está contento de aquella joven comunidad de Grecia:

- porque «vuestra fe crece vigorosamente»;

- a pesar de las dificultades, «vuestra fe permanece constante en medio de las persecuciones y luchas que sostenéis»;

- además, «vuestro amor sigue aumentando»

- y «esto hace que nos mostremos orgullosos de vosotros ante las iglesias de Dios».

Pablo, en la primera carta, les pedía que siguieran progresando en su vida cristiana. Se ve que lo cumplieron, y por eso les muestra su satisfacción. De nuevo les urge a que sigan creciendo: que sean «dignos de la vocación» que han recibido, que se «cumplan los buenos deseos y la tarea de la fe», porque hay mucho que hacer todavía.

b) Toda comunidad cristiana tiene que ir progresando y creciendo en la calidad de su vida de fe. Como quiera que está inserta en medio de una sociedad que, como la de Tesalónica, tiene una mentalidad distinta de la del Evangelio, si no se afianza en los criterios de Jesús, difícilmente podrá evitar que el ambiente que la rodea la contamine.

¿Podría Pablo dirigirnos unas palabras de alabanza tan hermosas como a los de Tesalónica? ¿podría decir que está orgulloso de nosotros, por el ejemplo que damos a las demás comunidades? Más aun: ¿podríamos decir, como él propone a los suyos, «que Jesús nuestro Señor es nuestra gloria y nosotros la gloria de Jesús» ? Ya es importante que una comunidad cristiana sea el orgullo de sus pastores y responsables. Pero mucho más, que lo sea de Cristo Jesús.

Entonces sí que una comunidad podrá ser misionera y hacer eficazmente su tarea de evangelización, como pide el salmo: «contad a los pueblos su gloria, sus maravillas a todas las naciones... porque los dioses de los gentiles son apariencia, mientras que el Señor ha hecho el cielo». Es el testimonio que una comunidad -y cada cristiano personalmente- deben dar en este mundo: ser signos vivientes de la Buena Noticia de la salvación que Dios nos ofrece en Cristo Jesús.

2. Mateo 23,13-22

a) Los ataques de Jesús contra los fariseos empezamos a leerlos el sábado pasado («no hacen lo que dicen») y van a continuar durante tres días, con una serie de lamentaciones que les descalifican: «ay de vosotros...».

Las acusaciones de Jesús son muy directas:

- no entran en el Reino, ni dejan entrar a los demás: porque no quieren reconocer al que es la Puerta, Jesús, y atosigan al pueblo con interpretaciones rigoristas;

- con el pretexto de oraciones, «devoran los bienes de las viudas»;

- hacen proselitismo, pero cuando encuentran a una persona dispuesta, no la convierten a Dios, sino a sus propias opiniones;

- caen en una casuística inútil, por ejemplo, sobre los juramentos, perdiendo el tiempo y angustiando a los fieles con cosas que no tienen importancia.

Son «guías ciegos y necios». Mal van a poder conducir al pueblo.

b) Con las personas normales, por débiles y pecadoras que sean, Jesús no se suele mostrar tan duro. Pero sí, con los que son -deberían ser- guías del pueblo, o constituidos en autoridad: «vuestra sentencia será más severa».

Los que tenemos alguna responsabilidad en la vida de la familia o en el campo de la educación o de la comunidad eclesial, tenemos mayor obligación de dar ejemplo a los demás, de no llevar una «doble vida» (entre lo que enseñamos y lo que luego hacemos), de no ser exigentes con los demás y tolerantes con nosotros mismos (la «ley del embudo»), de no ser como los hipócritas, que presentan por fuera una fachada, pero por dentro son otra cosa...

Las acusaciones de Jesús nos las hemos de aplicar a nosotros, porque dentro de cada uno puede esconderse un pequeño o gran fariseo. ¿Qué actitudes farisaicas descubro en mí? Repasemos la lista y respondamos sinceramente si se nos podría tildar de «guías ciegos y necios», si buscamos «prosélitos» para vanidad nuestra más que para bien de los demás o para gloria de Dios, si perdemos el tiempo en inútiles discusiones de palabras, si hemos matado el espíritu con una casuística exagerada...

«Vuestra fe en Dios ha corrido de boca en boca» (1ª lectura I)

«El Señor ama a su pueblo y adorna con la victoria a los humildes» (salmo I)

«Ay de vosotros, guías ciegos: vuestra sentencia será más severa» (evangelio)

J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 5
Tiempo Ordinario. Semanas 10-21
Barcelona 1997. Págs. 304-308


3-3. CLARETIANOS 2002

Esta semana la Palabra nos presenta los llamados "ayes" de Jesús contra escribas y fariseos. Son ocho lamentaciones, que Mateo coloca después de haber proclamado Jesús las Bienaventuranzas.

Es curioso ver el tono tan distinto que tienen hoy las dos lecturas: en la primera, Pablo da gracias por la fe de los de Tesalónica y, en el Evangelio, se hacen ciertos reproches (¡durísimos!) por la falta de autenticidad y la hipocresía de los dirigentes religiosos de Israel. En la Iglesia, y en cada uno de nosotros, también hay momentos, situaciones y actitudes que provocan las dos cosas: dar gracias y reconocer nuestro pecado.

¿Qué quiere decir Pablo cuando al animar a los cristianos que sufren persecuciones, da gracias porque se mantienen firmes y así Cristo es glorificado en ellos y ellos en Él?. ¿Cómo entender nosotros esto de "dar gloria" a Dios y de ser glorificados por Él? San Ireneo, allá por el siglo II lo explicó con una breve y hermosa frase: "la gloria de Dios es que el hombre viva". Me gusta pensar que cuando realmente estoy viviendo plenamente, en abundancia; cuando yo pongo mi vida en juego al cien por cien y disfruto por ello, estoy dando gloria a Dios, le estoy dando lo que más quiere de mí: ser feliz en su Nombre y por Él.

¡Qué bueno sería recordar esto más a menudo! Nuestro Dios, el Dios de la Vida, el Dios de Jesucristo, goza (es glorificado) cuando tú vives de verdad. Sin miedos, sin mediocridades, sin retaguardias, .... Porque, además, un cristiano vivo da vida allí donde se encuentra. Y si no, pensad en personas con las que uno se encuentra realmente a gusto; posiblemente son aquellas que ponen vida allí donde están, que te animan a ir siempre más allá, que soportan las dificultades que los días van trayendo sin reproches ni lamentaciones estériles. Sólo así se puede anunciar con verdad que tenemos una Buena Noticia que dar al mundo, porque el Hijo de Dios no ha venido a juzgarnos sino a dar vida, y vida en abundancia (cf Jn 10, 10).

Es la postura contraria a la que Jesús reprocha en el Evangelio: ¡ay de los que viven como guías ciegos y torpes, atados a mil historias que no promueven la vida, que nos menguan y atrofian poco a poco, y que, además, impiden a otros la entrada en el Reino de los Cielos!

Por último, la Iglesia recuerda hoy a Santa Teresa de Jesús Journet e Ibars, patrona de la ancianidad. Puede ser buen momento para pensar en nuestros mayores -los que aún sean jóvenes-, y en la propia forma de ir envejeciendo -los que ya estén un poco más "crecidos"-. Oí decir una vez que sobre los 40 años, el rostro de cada persona ya ha quedado marcado por la expresión más habitual en ella: ceño fruncido, nostalgia, serenidad, tristeza, malhumor,... No seremos ancianos de repente; vamos fraguando con nuestra forma de vivir lo cotidiano una ancianidad concreta. Ojalá el Señor nos ayude a ir viviendo de tal forma (¡hombre y mujeres vivos de verdad!) que no sólo crezcamos en edad, sino también en fe, esperanza y amor. Vivos en abundancia.

Vuestra amiga,

Rosa Ruiz, rmi (rraragoneses@hotmail.com)


3-4. 2001

COMENTARIO 1

v. 13: ¡Ay de vosotros, letrados y fariseos hipócritas, que les cerráis a los hombres el reino de Dios! 14Porque voso­tros no entráis, y a los que están entrando tampoco los de­jais.

El reino de Dios ha sido anunciado por Juan Bautista y por Jesús (3,2; 4,17). Los letrados usan de la autoridad de su en­señanza para impedir que el pueblo acepte ese mensaje, que ellos son los primeros en rechazar. Son la clase de gente a que alude Jesús en 11,16-19, los sabios y entendidos a quienes se oculta el designio de Dios (l1,25s). De ahí su responsabilidad: ellos, que, por su saber, debían haber preparado el camino al reino, son los que impiden que éste alcance sus objetivos.

v. 15: ¡Ay de vosotros, letrados y fariseos hipócritas, que recorréis mar y tierra para ganar un prosélito y, cuando lo conseguís, lo hacéis digno del fuego el doble que vosotros!

La actividad misionera del judaísmo había llegado a su máximo en tiempos de Jesús. Este acusa a letrados y fariseos de no llevar a los prosélitos al conocimiento del verdadero Dios, sino de convertirlos en fanáticos del legalismo que ellos proponen. «Pro­sélito» era un pagano convertido a la religión judía, que recibía el baño ritual y la circuncisión y se comprometía a la observancia de la Ley.

vv. 16: ¡Ay de vosotros, guías ciegos, que enseñáis: «Jurar por el santuario no es nada; pero jurar por el oro del santuario obliga»!

Ser ciegos y guías de ciegos (cf. 15,14) lo muestran por la enseñanza moral que proponen.

vv. 17-22: ¡Necios y ciegos! ¿Qué es más: el oro o el santuario que consagra el oro? 18O también: «Jurar por el altar no es nada, pero jurar por la ofrenda que está en el altar obliga». 19¡Ciegos! ¿Qué es más: la ofrenda o el altar, que hace sagrada la ofrenda? 20Quien jura por el altar, jura al mismo tiempo por todo lo que está encima; 21y quien jura por el santuario, jura al mismo tiempo por el que habita en él: 22y quien jura por el cielo, jura por el trono de Dios y por el que está sentado en él.

En 5,33-37 excluía Jesús todo juramento en la nueva comunidad. Ahora se refiere a la praxis dentro del judaísmo y señala que el mismo nombre de Dios queda cuestionado por la casuística. Ignoran que el juramento tiene una esencial relación con Dios, representado por el templo, el altar, el santuario o el cielo. Ellos hacen profano lo que es sagrado: hacen del templo un mero edificio; del altar y del cielo, una realidad en sí mismos. Los juramentos que ellos consideran válidos son su­persticiosos, como si algo inanimado pudiese imponerse al hom­bre. El verdadero juramento tiene siempre una relación con Dios mismo, sean cuales sean los términos en que se exprese.


COMENTARIO 2

Los vv. 13-31 presentan siete maldiciones contra los escribas y los fariseos. Mateo usa la expresión "¡ay!" que puede significar dolor o indignación; es probable que Mateo, en este caso, le dé aquí un acento de condenación mesiánica ya que en esta parte del evangelio, Jesús ya no exhorta sino que se enfrenta con sus adversarios y los condena.

En este texto nos encontramos con el tema de la hipocresía de los fariseos que dicen y no hacen, enseñan pero no practican, como veíamos en el texto anterior. La hipocresía es más compleja: los mismos hipócritas son las primeras víctimas de su vanidad religiosa, caen en la misma trampa de su vanagloria. Jesús reprocha a los fariseos que con su proselitismo feroz no convierten a los hombres al verdadero Dios, sino a sus propias ideas, haciendo de ellos fanáticos del legalismo o impidiéndoles entrar en el Reino por la misma intransigencia legalista.

Jesús llama a los fariseos "locos y ciegos" porque hacen jurar a los demás por cosas que no tienen sentido porque para él todos los juramentos deben ser guardados, cualquiera que sea la forma en la que hayan sido hechos. Jesús a lo que apunta es a no hacer distinciones sutiles entre juramentos válidos y no válidos, como hace la casuística rabínica. Por su legalismo minucioso, los escribas dispensan al hombre de las exigencias esenciales de la ley. Jesús no censura aquí la sutileza por sí misma, sino el arte de procurar con ella subterfugios a la obligación de la ley. Dice que los fariseos con sus interpretaciones desautorizan los mandamientos de Dios y que un cultivo de la ciencia moral orientado a evadirse "legalmente de la ley" no puede menos de degenerar en escuela de hipocresía.

1. J. Mateos-F. Camacho, El evangelio de Mateo. Lectura comentada, Ediciones Cristiandad, Madrid

2. Diario Bíblico. Cicla (Confederación Internacional Claretiana de Latinoamérica)
 


3-5. 2002

El texto evangélico presenta hoy, y los dos días inmediatamente siguientes, los ayes contra los letrados y fariseos en que Jesús pone en evidencia su hipocresía. Se trata de ocho lamentaciones que, al final de su vida, Jesús dirige a quienes no han sido capaces de abrirse a la felicidad de las bienaventuranzas propuestas al comienzo del sermón de la montaña.

Todo el discurso esta dirigido a mostrar la incoherencia de los jefes religiosos del pueblo. Podríamos considerarla como un largo desarrollo de lo dicho en el v.1 del mismo capítulo: “ellos dicen y no hacen” y asume la forma de las condenas proféticas por la ruptura de la alianza. Más que de una condena o de una maldición se trata de una constatación que hace surgir un lamento por la muerte de esas personas en el horizonte de un cercano juicio divino.

En la lectura hoy se encuentran tres o cuatro de esos ayes, según se considere o no parte del texto a Mt 23,14 que puede ser un añadido a partir de Lc 29,47. En todo caso la forma de todos ellos es semejante- Se inician con un “ay” seguido del apóstrofe: “letrados y fariseos hipócritas” que sólo está ausente en el último que, en contrapartida, ofrece la motivación subsiguiente más extensa (vv.16-22).

En el v.13 la acusación consiste en cerrar “a los hombres el Reino de Dios”. La falta de adecuación entre su enseñanza y su práctica oscurece la acción de Dios en la historia humana y, por consiguiente, la verdadera religiosidad. De esta forma, su extravío les impide la entrada al Reino e impide también, la posibilidad de entrar a sus seguidores.

El segundo ay tiene por fundamento que “devoran las casas de las viudas con pretextos de largos rezos”. Con ella se pone de manifiesto que una falsa piedad esconde la injusticia. Desprecian en los indefensos al mismo Dios al que pretenden dirigirse con su oración.

La continuación es una crítica al afán proselitista del judaísmo farisaico. Dicho proselitismo no tiene como objetivo convertir a los prosélitos al verdadero Dios sino a su propia concepción. De esa forma en lugar de la salvación le ofrecen en partida doble su misma suerte en el Juicio.

De una forma más detallada se presenta la incomprensión de la dirigencia ejercida por los jefes religiosos. Por tres veces (vv.16.17.18) se los califica de “ciegos”. Esta ceguera se manifiesta en una complicada casuística sobre el juramento. De esta forma se devalúa la palabra dada, que debería tener valor cualquiera sea modo en que se exprese (cf. Mt 5,33-37).

Este motivo se desarrolla largamente contraponiendo el “santuario” y el “oro del santuario”, “el altar” y la “ofrenda que está sobre el altar”. Con estas distinciones el fariseísmo da más importancia a lo de menos valor.

En todos los casos se trata de una práctica que no responde al auténtico querer de Dios. La imagen de Esta es falseada e impide a los hombres el camino hacia el Dios verdadero. En lugar de mediación para la presencia divina se convierten en obstáculo de la presencia de Dios entre los hombres.

Diario Bíblico. Cicla (Confederación Internacional Claretiana de Latinoamérica)


3-6. DOMINICOS 2003

Palabra en el espíritu

Primera carta de Pablo a los tesalonicenses 1, 1-5. 8-10:

“Pablo, Silvano y Timoteo, a la iglesia de los tesalonicenses, en Dios Padre y en el Señor Jesucristo, gracia y paz... Siempre damos gracias a Dios por vosotros y os tenemos presentes en nuestras oraciones. Ante Dios, nuestro Padre, recordamos sin cesar la actividad de vuestra fe, el esfuerzo de vuestro amor y el aguante de vuestra esperanza en Jesucristo nuestro Señor.

Bien sabemos, hermanos amados de Dios, que él os ha elegido y que cuando se proclamó el Evangelio entre vosotros no hubo sólo palabras, sino además fuerza del Espíritu Santo y convicción profunda... Abandonando los ídolos, os volvisteis a Dios, para servir al Dios vivo y verdadero...”

En el inicio de esta carta Pablo se muestra cordial, afectuoso, agradecido a Dios y a sus hermanos en la fe. Y en esa cordialidad anota que el dinamismo comunitario en la fe tiene su fuente en la acción del Espíritu de Dios.

Evangelio según san Lucas 7, 11-17:

“En aquel tiempo iba Jesús camino de una ciudad llamada Naín, e iban con él sus discípulos y mucho gentío. Cuando estaba cerca de la ciudad, resultó que sacaban a enterrar  un muerto, hijo único de su madre que era viuda...

 Al ver el Señor a la mujer, le dio lástima y le dijo: No llores. Se acercó al ataúd y dijo: ¡Muchacho, a ti te digo, levántate! El muerto se incorporó y empezó a hablar, y Jesús se lo entregó a su madre...”

 En este texto y en muchos otros del Evangelio de Lucas encontramos la actitud compasiva, misericordiosa de Jesús. Con razón al Evangelio de Lucas se le llama ‘evangelio de la misericordia’

 

Momento de reflexión

Palabras y fuerza del Espíritu para la conversión.

En El texto de la carta de san Pablo tenemos señalado el camino por el cual se fue formando la comunidad cristiana de Tesalónica. Allí quienes se mantenían por tradición adheridos al culto de falsos dioses tuvieron la oportunidad de conocer la gran revelación de Dios por Jesucristo.

Esa revelación les venía por medio de la palabra del Apóstol. Oyeron el mensaje, dieron FE a la palabra y se adhirieron a Jesús. Como se ve, tres factores intervinieron en el advenimiento a la nueva fe, por parte de los tesalonicenses: su buena disposición interior, el anuncio de la Palabra o mensaje salvador, y el impulso o fuerza del Espíritu que les llevó a la convicción profunda de que en Cristo estaba la verdad.

¡A ti te digo: levántate!

El texto evangélico seleccionado para el día hoy es muy oportuno, y lo podemos comentar desde tres ángulos de visión complementaria: La mujer viuda de Naín ama, sufre, llora por el “único hijo” al que quiere dar a luz de nuevo. Quisiera ser su madre nuevamente. El niño muerto y su madre son dos criaturas que necesitan, además del dolor y las lágrimas, un fuerte impulso del Espíritu revitalizador, que Jesús puede lograr. El Espíritu de Dios, la mano providencial del Señor, las lágrimas, las palabras de confianza y súplica, rasgan el corazón de Jesús y se hace el  milagro de amor.

¡Señor, que en nuestros días se unan también muchas veces el dolor, las lágrimas y una mano amiga al lado de los necesitados; y que el impulso del Espíritu actúe transformando las cosas!


3-7. Lunes 25 de agosto de 2003
José de Calasanz, Luis de Francia

1 Tes 1, 2-5.8-10: Comienzo de la carta a los Tesalonicenses
Salmo responsorial. 149,3-6.9
Mt 23,13-22: : ¡Ay de ustedes guías de ciegos!

El capítulo 23 de Mateo recoge las denuncias y la crítica profética que hace Jesús a los dirigentes del pueblo. Refleja la situación que vive la comunidad cristiana que redactó este Evangelio en contraste con la sinagoga, y la dificultades de convivencia con la religión judía en tiempos de la redacción de este evangelio de Mateo. Después de la destrucción de Jerusalén, el judaísmo se radicaliza, y sufren los cristianos. Por eso Mateo trata de recordar la vida de Jesús, y sus conflictos con la sinagoga para animar a los cristianos en esa situación.

Es básicamente un conflicto teológico con la religión oficial. La imagen, y la experiencia de Jesús sobre Dios, contrasta con la imagen de los dirigentes del pueblo. Esta imagen, es una corrupción del Dios de sus padres, del Dios del Éxodo, de las tribus, de Dios de los profetas. Esa imagen de Dios es, para Jesús, la raíz del desorden social, cultural y espiritual al que está sometido el pueblo. Origina un proselitismo para la muerte, no para la vida. Hace que sea más importante el negocio del templo, la ofrenda… que el sentido de la ofrenda, que el valor simbólico del altar, signo de la presencia de Dios. Para aquellos escribas y fariseos no importa destruir la simbología de los signos sagrados, con tal de recuperar el dinero de la ofrenda.

El mayor pecado aquí es la ceguera. Ciegos guiando a ciegos. Jesús deslegitima esa religión. Para Él, en la religión, en el culto todo debe estar al servicio de la vida El Dios de Jesús ensancha las fronteras del pueblo de Dios, acercando a este Dios a los leprosos, posesos, pecadores, y cobradores de impuestos.

Jesús trata de ayudar al pueblo a recuperar su espiritualidad en el Dios de la vida, rompiendo la inmovilización espiritual a que le tiene sujeto la sinagoga. Contra la religión fanática, destructora de identidad del pueblo y a favor de un Dios ecuménico.

Mensaje muy actual en esta época de fanatismos religiosos y de lecturas fundamentalistas de la Biblia y de otros textos sagrados.

SERVICIO BÍBLICO LATINOAMERICANO


3-8. ACI DIGITAL 2003

13. Confrontado en Mateo 11, 12: "Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el reino de los cielos padece fuerza, y los que usan la fuerza se apoderan de él". Según algunos, los que no hacen violencia a Dios con su confianza inquebrantable, no entrarán en el reino de los cielos. Otros exégetas toman estas palabras en sentido profético, refiriéndolas a las persecuciones que el Reino de Dios ha de sufrir en la tierra. Se apoderan de él: así también Buzy y la Biblia Pirot; y Lucas 11, 52: "¡Ay de vosotros! hombres de la Ley, porque vosotros os habéis apoderado de la llave del conocimiento; vosotros mismos no entrasteis, y a los que iban a entrar, vosotros se lo habéis impedido". 52. La llave del conocimiento de Dios es la Sagrada Escritura (S. Crisóstomo). Los escribas y fariseos que la interpretaban falsamente, o la reservaban para sí mismos, son condenados como seductores de las almas. El pueblo tiene derecho a que se le predique la Palabra de Dios. En cuanto al conocimiento de la Sagrada Biblia por parte del pueblo, dice S. S. Pío XII en la reciente Encíclica "Divino Afflante": "Favorezcan (los Obispos) y presten su auxilio a todas aquellas pías asociaciones, que tengan por fin editar, y difundir entre los fieles ejemplares impresos de las Sagradas Escrituras, principalmente de los Evangelios, y procuren con todo empeño que en las familias cristianas se tenga ordenada y santamente cotidiana lectura de ellas".

14. El versículo 14 falta en los mejores códices.

15. Hacer un prosélito: convertir a un gentil a la religión judía. Había dos clases de prosélitos, según recibiesen o no la circuncisión: los prosélitos de la puerta y los de la justicia. Jesús enseña aquí que no siempre la mucha actividad es verdadero apostolado, si no está movida por la fe viva que obra por la caridad (15, 8; Juan 4, 23; Gál. 5, 6; I Cor. 3, 12 - 15). Sobre la gehenna véase 5, 22 y nota.


3-9. DOMINICOS 2004

23 de agosto, lunes: Santa Rosa de Lima, Flor de América

En Lima, el año 1586, nació Isabel Flores de Oliva. Popularmente la llamaron Rosa, por su belleza; y espiritualmente Rosa de Santa María, como a ella le gustaba, por su amor a la Madre de Dios encarnado.

A esta mujer excepcional, humanamente casi indefensa, eclesialmente terciaria dominicana de la Penitencia, ascéticamente casi ermitaña, se le considera primera flor de santidad en América.

Murió a los 31 años de edad, pero en tan corto tiempo amó, sirvió, oró, se sacrificó y animó tanto la vida de la Iglesia que pocos se le igualan en la historia. Vaciada de todo tipo de ambiciones materiales o sociales, celebró con júbilo su condición de hija de Dios convocada al puro amor. Vivió en soledad, retiro, y tuvo por refugio preferido una chabola de adobes. Trabajó con afán para no ser una carga de nadie, y disfrutó de tiempo para hacerse colaboradora afable de necesitados. Oraba ante el Señor y ante María horas y horas por la iglesia y el mundo, y se propuso ser testigo de que el Amor vale más que cualquier otro tesoro.

Naturalmente, esto no lo entendían en su casa (padres y otros diez hermanos), ni era grato a los ojos concupiscentes de muchos mortales, pero era sencillamente maravilloso a los ojos del Padre. Su recuerdo más vivo está en el santuario de Santa Rosa, Lima, erigido en el lugar de su casa natal.


La luz de Dios y su mensaje en la Biblia
Segunda carta de Pablo a los tesalonicenses 1, 1-5. 11-12:
“Hermanos: Os deseamos la gracia y la paz de Dios Padre y del Señor Jesucristo. Es deber nuestro dar continuas gracias a Dios por vosotros, hermanos; y es justo, pues vuestra fe crece vigorosamente, y vuestro amor, de cada uno por todos y de todos por cada uno, sigue aumentando. Esto hace que nosotros nos mostremos orgullosos de vosotros ante las iglesias de Dios, viendo que vuestra fe permanece constante en medio de todas las persecuciones y luchas que sostenéis...

Nuestro Señor os considere dignos de vuestra vocación..., y Jesucristo sea vuestra gloria y vosotros seáis la gloria de él, según la gracia de Dios y del Señor Jesucristo”.


Evangelio según san Mateo 23, 13-22:
“En aquel tiempo habló Jesús diciendo: ¡Ay de vosotros, letrados y fariseos hipócritas, que cerráis a los hombres el reino de los cielos! Ni entráis vosotros, ni dejáis entrar a los que quieren.

¡Ay de vosotros, letrados y fariseos hipócritas, que devoráis los bienes de las viudas con pretexto de largas oraciones! Vuestra sentencia será por eso más severa...

¡Ay de vosotros, guías de ciegos... ¡ ¡Necios y ciegos!...”


Reflexión para este día
Gozo y paz en Dios
El texto tomado de la segunda carta a los tesalonicenses es una bendición. Rebosa alegría en el corazón de Pablo, Silvano y Timoteo.

¿Cuál es el motivo de tanto gozo? El comprobar que una comunidad, pequeña iglesia, grupito de creyentes sinceros en Cristo, ha tomado muy en serio su vinculación con Dios, con el Señor Jesús y con los hermanos en la fe y vida. Tanto es lo que ha alcanzado que produce envidia la mutua solidaridad que se ofrecen los hermanos. Así, en medio de pruebas y dificultades, saben mantenerse en alto grado de fidelidad, con paciente perseverancia.

Es ésta una página que con frecuencia vemos repetida en la historia de las comunidades y de la iglesia cuando las persecuciones generan en ellas tal espíritu de comunión y elevación de miras que ya no se guían por sus intereses sino que su gloria es obrar según Dios.

Como contrapunto de esa felicidad, gozo, alegría en el espíritu, ahí está la actitud repetitiva de algunos letrados y fariseos en Israel que ‘devoran los bienes de las pobres viudas’, hacen un tipo de oración que ‘ofende al Señor’, y no abren su corazón al Mesías Salvador para ser iluminados desde lo alto del cielo. ¡Qué incoherentes somos los mortales!


3-10.

Comentario: P. Raimondo Sorgia Mannai, OP (San Domenico di Fiesole-Florència, Italia)

«¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que cerráis a los hombres el Reino de los Cielos!»

Hoy, el Señor nos quiere iluminar sobre un concepto que en sí mismo es elemental, pero que pocos llegan a profundizar: guiar hacia un desastre no es guiar a la vida, sino a la muerte. Quien enseña a morir o a matar a los demás no es un maestro de vida, sino un “asesino”.

El Señor hoy está —diríamos— de malhumor, está justamente enfadado con los guías que extravían al prójimo y le quitan el gusto del vivir y, finalmente, la vida: «¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que recorréis mar y tierra para hacer un prosélito, y, cuando llega a serlo, le hacéis hijo de condenación el doble que vosotros!» (Mt 23,15).

Hay gente que intenta de verdad entrar en el Reino de los cielos, y quitarle esta ilusión es una culpa verdaderamente grave. Se han apoderado de las llaves de entrada, pero para ellos representan un “juguete”, algo llamativo para tener colgado en el cinturón y nada más. Los fariseos persiguen a los individuos, y les “dan la caza” para llevarlos a su propia convicción religiosa; no a la de Dios, sino a la propia; con el fin de convertirlos no en hijos de Dios, sino del infierno. Su orgullo no eleva al cielo, no conduce a la vida, sino a la perdición. ¡Que error tan grave!

«Guías —les dice Jesús— ciegos, que coláis el mosquito y os tragáis el camello» (Mt 23,24). Todo está trocado, revuelto; el Señor repetidamente ha intentado destapar las orejas y desvelar los ojos a los fariseos, pero dice el profeta Zacarías: «Ellos no pusieron atención, volvieron obstinadamente las espaldas y se taparon las orejas para no oír» (Za 7,11). Entonces, en el momento del juicio, el juez emitirá una sentencia severa: «¡Jamás os conocí; apartaos de mí, agentes de iniquidad!» (Mt 7,23). No es suficiente saber más: hace falta saber la verdad y enseñarla con humilde fidelidad. Acordémonos del dicho de un auténtico maestro de sabiduría, santo Tomás de Aquino: «¡Mientras ensalzan su propia bravura, los soberbios envilecen la excelencia de la verdad!».


3-11.

Reflexión:

2Tes. 1, 1-5. 11-12. El Reino de los cielos se acercó a nosotros y se hizo realidad dentro de nosotros. La presencia de Dios en nosotros impulsa nuestra vida no sólo a proclamar su Nombre, sino a dar testimonio de Él con un vida intachable. En medio de persecuciones y tribulaciones no hemos de dar marcha atrás en la esperanza de que al final seremos dignos del Reino eterno. Así con la vida, que camine en la fe y en el amor, ganaremos a todos para Cristo, pues no seremos unos hipócritas, como aquellos que dicen una cosa y hacen otra. Siendo fieles al amor de Dios toda nuestra vida se convertirá en una verdadera glorificación de su Santo Nombre y no motivo de que su Nombre sea denigrado ante las naciones. Vivamos y caminemos constantemente en el amor a Dios y en el amor al prójimo; si permanecemos fieles hasta el final entonces el Señor nos glorificará, pues su Gracia no habrá sido estéril en nosotros.

Sal. 96 (95). Lo antiguo, las tinieblas, el pecado han quedado atrás. Quienes hemos sido perdonados de nuestros pecados y vivimos unidos a Cristo resucitado y glorificado a la diestra del Padre Dios, no podemos continuar entonando el canto de la maldad, de la violencia, de la destrucción, de la injusticia, de la opresión, sino el canto nuevo del amor, de la bondad, de la misericordia, del perdón; entonces no seremos sólo nosotros los constructores de una nueva humanidad, sino el Espíritu Santo, que actuará en nosotros y desde nosotros como Autor del hombre renovado en Cristo, para gloria de Dios y para realizar el bien en medio de nuestro mundo, oprimido por los nuevos ídolos de la humanidad, que dejan vacíos y faltos de una verdadera dirección en la orientación de la vida a quienes se dejarnos atrapar y engañar por ellos. Quienes creemos en Cristo Jesús no podemos llevar una vida engañosa en el mundo. La firmeza de nuestra fe y el convencimiento profundo del amor convertido en servicio, que aliente nuestras esperanzas de ser mejores cada día y nos ponga en camino para lograrlas, hará que broten esos cánticos nuevos de buenas obras de quienes, dejando atrás sus esclavitudes al pecado, viven ahora como hijos de Dios.

Mt. 23, 13-22. Jesús es el Reino. Aceptar su Palabra; aceptarlo a Él, unir a Él nuestra vida y permanecer en Él como los miembros de un cuerpo permanecen unidos a la Cabeza, es aceptar hacernos parte de ese Reino. Entonces, a pesar de nuestra fidelidad a la Ley santa de Dios, sabremos que la salvación no es fruto de nuestras buenas obras, sino un don gratuito de Dios a nosotros. No queramos una Iglesia convertida en un grupo elitista. Todos estamos llamados a la santidad; todos podemos ser de Cristo. No cerremos la puerta del Reino a quienes no son de nuestra condición social, económica o cultural, o que no piensan como nosotros. Ganemos a todos para Cristo, no para que sean de nuestro grupo, tal vez egoísta, para después echarlos a perder con falsas interpretaciones de la Escritura, o con una vida falta de compromiso en la fe que decimos tener. Si le hemos entregado a Cristo nuestra vida, no pensemos que le dimos lo externo a nosotros, sino nuestro corazón para que habite en Él y nos consagre como ofrenda agradable a sus ojos, más valiosa que todo el oro y los templos de piedra que haya en el mundo.

Vamos tras las huellas de Cristo. El hombre de una fe verdadera y acendrada no puede sólo formularse bueno propósitos, sino que debe emprender el camino de la fe, tal vez arduo, sembrado de dificultades y amenazado por grandes persecuciones y tribulaciones. Hay Alguien que va delante nuestro: Cristo Jesús. Él nos contempla con gran amor y nos ha comunicado su Espíritu Santo para que no seamos derrotados por el pecado, sino para que, a pesar de la entrega de nuestra vida en amor a Él y en amor a nuestros hermanos, estemos seguros de que nos levantaremos con la Victoria de Cristo como personas renovadas y glorificadas junto con Él. La Eucaristía que hoy celebramos hace realidad en nosotros la Comunión de Vida y de Espíritus con el Señor de la historia y de la Iglesia para que no tengamos miedo, pues Él ha vencido al mundo mediante la entrega de su propia Vida. Ese es el camino victorioso de quienes entramos en Comunión de Vida con Cristo Jesús, Hermano y Señor nuestro.

El Señor espera de su Iglesia un auténtico servicio en el amor fraterno a la humanidad entera, buscando, no intereses turbios, sino sólo la salvación de todos. Cristo pasó haciendo el bien y nadie pudo echarle en cara un pecado. Y el Señor nos ha enviado a continuar su obra salvadora en el mundo. No podemos difundir el Evangelio, buscando que todos vuelvan a Dios y formemos una sola Iglesia, teniendo todos a Cristo por Cabeza y por único Pastor de su Pueblo, para después hacer más dignos de condenación a los convertidos por darles ocasión de escándalo, a causa de no concordar nuestra vida y nuestras obras con el Evangelio anunciado con los labios. Dios quiere santificarnos a todos. Seamos los primeros en permitir a Dios llevar adelante esa obra de salvación en nosotros. Si un día aceptamos su Alianza de amor y, unidos a Cristo por la fe y por el Bautismo, en Él fuimos hechos hijos de Dios y participamos de su mismo Espíritu, no hagamos a un lado nuestras promesas, pues nuestro sí no es un simple juego sino todo un compromiso que exige fidelidad.

Roguémosle al Señor, por intercesión de la Santísima Virgen María, nuestra Madre, que nos conceda la gracia de vivir con lealtad nuestra fe. Amén.

Homiliacatolica.com


3-12.

Reflexión

El evangelio de hoy nos presenta una dura reprimenda para aquellos que llevan una fe fingida (fariseos y escribas), para todos aquellos que tratan de aparentar ante los demás saber la ley y la anuncian, pero para vivirla le hacen sus propias “acomodaciones”. Desafortunadamente no faltan en nuestras comunidades este tipo de cristianos, los cuales siendo catequistas, evangelizadores, ministros en alguno de los servicios de la comunidad, desvirtúan el mensaje de la Escritura (o de la enseñanza de la Iglesia) para su propia conveniencia. Si actualizamos el mensaje de Jesús hoy a los Fariseos, podríamos decir: “Ustedes (padres de familia, catequistas, etc.) enseñan que hay que santificar las fiestas (el domingo) pero con mucha facilidad encuentran una buen excusa para no ir a misa o se limitan en ésta a la “escucha” y no se comprometen con lo que escucharon”. Es pues hoy la invitación para que, ante la palabra de Dios nos preguntémonos si nosotros, en algunos momentos, no buscamos acomodar el Evangelio a nuestra “propia conveniencia” a fin de llevar una vida mas cómoda, pero finalmente, al margen de lo que Jesús nos pide a todos aquellos que nos decimos sus discípulos.

Que pases un día lleno del amor de Dios.

Como María, todo por Jesús y para Jesús

Pbro. Ernesto María Caro


3-13. Maldiciones contra escribas y fariseos

Fuente: Catholic.net
Autor: Santiago Garza

Reflexión

Una de las virtudes humanas más apreciadas por la mayoría de las personas es, sin duda, la coherencia de vida. En la misma vida de Jesús podemos ver un gran ejemplo de coherencia humana, pues Él actúa lo que predica.

Siendo Jesús una persona humanamente bien formada, con principios y valores rectos, la actitud de los escribas y fariseos le parece de lo más reprochable. Es por eso que Jesús les reprime y recrimina. Jesús es consciente que ellos influyen mucho en los demás, ya que son los jefes de las sinagogas, y viendo que sus actitudes no son las más adecuadas, se decide a actuar para poner solución a la situación. Jesús es el buen pastor que cuida de sus ovejas y no las deja solas. Pueden parecer duras las palabras que les dirige, pero lo hace con dos intenciones: la primera es llegar a las conciencias de los escribas y fariseos para que recapaciten su forma de proceder; la segunda, para que las personas que lo escuchan sepan que él ha venido a traer la verdad.

Señor Jesús, tú que supiste reprender a los escribas y fariseos con palabras llenas de fuerza y de verdad, danos la gracia de poder escucharte, pues quizá nos estás hablando y no lo hacemos. Te pedimos, Señor, de manera especial por todos aquellos que de algún modo son jefes y guías de los demás para que sean realmente personas coherentes y prudentes en sus comportamientos.


3-14-1. Fray Nelson Medina

Temas de las lecturas: Deseábamos entregaros no sólo el Evangelio de Dios, sino hasta nuestras propias personas * Esto es lo que habría que practicar, aunque sin descuidar aquello

1. Un amor inmenso

1.1 Es admirable el amor que Cristo otorga a sus evangelizadores. Lo sentimos palpitar en la primera lectura del día de hoy. ¿Qué tal esa maravilla: "tan grande es nuestro afecto por ustedes, que hubiéramos querido entregarles no solamente el Evangelio de Dios, sino también nuestra propia vida"?

1.2 ¿No es un milagro en sí mismo eso de que alguien pase tantas penalidades, sufra tantos desengaños, padezca tantas ingratitudes, se vea escaso de alimento y de descanso, no reciba sueldo ni riquezas, sea castigado y despreciado como reo de un delito que no cometió, y con todo eso encima, sonría cargado de amor y diga: "hubiéramos querido entregarles no solamente el Evangelio de Dios, sino también nuestra propia vida"?

1.3 El gran milagro de la evangelización no son las sanaciones físicas, ni los exorcismos espectaculares, ni la elocuencia imparable, ni los beneficios sociales o la promoción humana. El gran milagro de la evangelización es que alguien llegue a amar a sus hermanos, aun sin que ellos le amen, en grado tan alto que pueda entregar de su tiempo, sus bienes, su paz y hasta su vida por ellos. Ese es el amor que hace genuinos evangelizadores. Clamemos a Dios por él.

2. Cristo Indignado

2.1 Los versículos que ayer y hoy hemos encontrado en el evangelio tienen una impresionante carga de indignación y de reprensión. En pocos lugares del Nuevo Testamento encontramos a Cristo tan indignado y tan acerado en sus palabras como en este capítulo 23 de san Mateo.

2.2 Hay razón, desde luego, para ese enojo, y, puesto que toda palabra de Cristo es enseñanza sus discípulos, aprendamos, hermanos, de este enojo del Señor, así como en otras ocasiones hemos querido aprender de su sonrisa, su abrazo o su ternura.

2.3 La razón fundamental de tanto castigo es la hipocresía. Y la razón para castigar la hipocresía es que nos hace inhábiles para la conversión. Además, la mentira que nos ciega a nuestros males igualmente nos ciega a los bienes ajenos. El resultado es que quien no reconoce su daño se afianza en él y daña a los demás.

2.4 Entendemos así que Jesucristo quiere erradicar del mundo la hipocresía por amor a quienes la practican y por compasión con quienes la padecen.