SÁBADO DE LA SEMANA 20ª DEL TIEMPO ORDINARIO

 

1.- Rt 2, 1-3.8-11;  4, 13-17

1-1.

-Noemí, por parte de su marido, tenía un pariente. Era un rico propietario del mismo clan, llamado Booz.

En su desamparo esas dos mujeres tienen suficiente valor e imaginación para forzar el destino: se agarran a lo que pueden... ese pariente lejano, por ejemplo. ¿Quién sabe si las podría ayudar?

-Rut, la moabita, dijo a Noemí: «Déjame ir al campo detrás de aquel que me lo permita... quiso la suerte que fuera a dar en una parcela de Booz. Booz dijo a Rut: «¿Me oyes, hija mía? No vayas a espigar a otro campo ni te alejes de aquí, quédate junto a mis criados y sígueles. Les he encargado que no te molesten. Si tienes sed vete a las vasijas del agua que han sacado del pozo.»

He ahí un hombre particularmente justo y bueno

Una vez más nos encontramos ante una página que preanuncia el evangelio: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo... Tuve hambre y me diste de comer, tuve sed y me diste de beber...»

-Entonces Rut se postró rostro en tierra y le dijo: «¿Cómo he hallado gracia a tus ojos para que te fijes en mí que no soy más que una extranjera?» Booz respondió: «Me han contado todo lo que hiciste con tu suegra, después de la muerte de tu marido y cómo has dejado a tu padre y a tu madre y a tu país natal y has venido a un pueblo que no conociste en tu vida. »

Siempre la misma insistencia y la misma lección de "amplitud de miras", de «apertura de corazón»

-Booz tomó a Rut para que fuera su mujer y se unió a ella.

Este episodio es la ilustración concreta de la ley del Levirato que evoca el evangelio; el pariente más próximo debía procurar descendencia a una viuda, en una especie de solidaridad de clan. (Dt 25, 5-10; Mt 22, 24).

-El Señor le concedió que concibiera, y dio a luz a un niño.

Las mujeres de Belén dijeron a Noemí: "¡Bendito sea el Señor que hoy te ha dado un defensor! ¡Que se celebre su nombre en Israel! Será para ti un consuelo y un apoyo de tu vejez, porque lo ha dado a luz tu nuera que te quiere y es para ti mejor que siete hijos.»

Hay que volver a escuchar esa delicada y natural manera de acoger la «vida», el «niño».

Esa actitud perdura todavía en el conjunto de los pueblos pobres y puede plantear la cuestión a nuestras sociedades occidentales tentadas por una contraconcepción sin freno y sin límite.

V/BENDICION: La «vida» considerada como una «bendición» de Dios: actitud resueltamente optimista, que contrasta con la tristeza característica de los pueblos ricos.

-Las vecinas decían: «Le ha nacido un hijo a Noemí» y le llamaron Obed. Fue el padre de Jesé, padre de David.

El misterio de un nacimiento es que no se puede nunca saber ¡«qué» llegará a ser aquel niño! Un genio, un artista, un santo, un bienhechor de la humanidad...

Es la gloria de las madres.

Y David nacerá de esa moabita, cuya nación es particularmente detestada por el pueblo de Israel (Génesis 19, 37), ¡por proceder de un incesto! Misterio de los destinos salvadores de Dios.

NOEL QUESSON
PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 5
PRIMERAS LECTURAS PARA EL TIEMPO ORDINARIO
DE LOS AÑO IMPARES
EDIT. CLARET/BARCELONA 1983.Pág. 246 s.


1-2. /Rt/02/01-13

La audaz decisión de Rut de seguir siempre y a todas partes a su suegra, Noemí, implicaba privaciones y contratiempos. Es posible que el carácter idílico de la escena de Rut espigando en los campos betlemitas, que ha inspirado a los pintores durante siglos y que resulta entrañable y sugestiva para el lector amante de la vida campesina, haya llevado a olvidar el otro aspecto, más prosaico, pero importante y muy real de tal acontecimiento: la lucha tenaz y agotadora de las dos mujeres por su subsistencia.

El capítulo segundo comienza con la descripción del tercer personaje importante del librito de Rut: Boaz. Es pariente de Noemí por parte de su marido, mas no muy próximo, como confirmará el curso posterior del relato. Además se trata de un personaje poderoso y prestigioso por su condición acomodada. Para un hebreo, su nombre significaba «en él hay fuerza», y de hecho la tenía.

Rut, que es más joven, se encarga de conseguir los alimentos. Espigar era un recurso de indigentes. La ley reconocía este derecho a los pobres, los extranjeros, los huérfanos y las viudas (Dt 24,19-21; Lv 19,9s; 23,22), pero Rut no quiere reivindicar ningún derecho. Sólo busca un corazón generoso que, libremente y de grado, le permita recoger las espigas caídas. El azar, aunque previsto por Dios, la lleva a un campo de Boaz, que acude a él cuando los segadores llevan ya varias horas trabajando. Boaz intercambia con sus jornaleros los saludos de rigor (los hallamos todavía en la liturgia) y se interesa por la espigadora. El mayoral le explica de quién se trata y le informa de la petición que le ha hecho y de la constancia con que se ha dedicado a su tarea. Boaz dirige a Rut unas palabras llenas de afecto y de solicitud. Le pide que espigue sólo en sus campos, le asegura que sus criados no la molestarán y le da permiso para que beba del agua de los servidores. Rut, con un gesto de humildad y de respeto, pregunta a qué se debe tal benevolencia hacia ella, una simple extranjera; Boaz le replica que ha llegado a su conocimiento todo lo que ha hecho por Noemí y cómo ha abandonado su país y su familia de origen. Que el Señor, Dios de Israel, bajo cuyas alas se ha refugiado (= al cual se ha convertido), la recompense plenamente por su meritorio gesto.

Esta oración, aparte de ser exponente de la dimensión religiosa del libro, es importante en la dinámica de todo el relato. Dios se valdrá de Boaz para escuchar tal plegaria, y la expresión de Rut, «he hallado gracia a tus ojos», de gran resonancia en el desarrollo de la narración (vv 2.10.13), comienza a perfilarse como algo más que una buena acogida o una benigna actitud. Quizá convenga recordar, en un tiempo litúrgico como el adviento, que en estos mismos pasajes resonará el anuncio de Navidad a los pastores.

J. MAS ANTO
LA BIBLIA DIA A DIA
Comentario exegético a las lecturas de la Liturgia de las Horas
Ediciones CRISTIANDAD.MADRID-1981.Pág. 449 s.


1-3. /Rt/04/01-22

Este capítulo presenta la solución del caso jurídico planteado en el anterior, la culminación del idilio y el desenlace general del drama de la familia de Elimélec recogido en el libro de Rut. Los acontecimientos tienen lugar en la puerta de la villa de Belén y se desarrollan en forma de acto oficial. Después se narra el matrimonio de Boaz y de Rut y el nacimiento de su hijo Obed. El libro concluye con la genealogía de David.

Muy de mañana como había prometido a Rut (3,13), Boaz se dirige a la puerta de la ciudad y se sienta allí. Por ser más amplio que las estrechas callejuelas, el lugar de la puerta era el punto obligado de reunión ciudadana y donde se discutían y resolvían los casos jurídicos. También era el sitio ideal para encontrarse con cualquier persona en las antiguas poblaciones orientales. Cuando ve pasar al goel ( = redentor) o pariente más próximo Boaz lo llama y lo invita a sentarse a su lado. El relato no menciona su nombre, probablemente porque se trata de una figura secundaria de la que sólo interesa la renuncia pública a sus derechos. Después, Boaz convoca a diez ancianos de la villa o cabezas de familia para que actúen como testigos cualificados del acto público que se va a celebrar

Quizá intencionadamente Boaz comienza tratando del campo que se debía rescatar. El pariente se aviene a comprar el campo; pero se echa atrás, por interés propio y de su familia, al saber que también tendrá que tomar a la moabita Rut por mujer para dar descendencia a Elimélec. Como gesto simbólico de la renuncia a sus derechos, el pariente, de acuerdo con la antigua costumbre que consigna el autor del relato, se quitó la sandalia y se la dio a Boaz (sobre el simbolismo de quitarse las sandalias, cf. Sal 60,10 y Dt 25,7-10). Entonces Boaz declaró solemnemente ante los testigos que asumía todas las responsabilidades.

Los buenos augurios de la gente y de los ancianos para con Boaz tienen sabor litúrgico.

Evocan las matriarcas de Israel Raquel y Lía, así como Tamar, no sólo porque es extranjera como Rut y porque es con ella una de las dos únicas mujeres en que, según el AT, se cumple la ley del levirato, sino sobre todo porque es la madre de Fares, progenitor de Boaz y del clan de los efrateos. El coro de mujeres que había intervenido al principio (1,19) para constatar la aflicción y desolación de Noemí lo hace ahora para alabar al Señor porque ha resuelto todas las dificultades. El acto de colocar al niño en el regazo recuerda el ritual de adopción (cf. Gn 30,3-8, 48,5-12; 50,23). El nombre del niño, Obed ( = servidor), presenta dificultades. ¿Era éste el primitivo? En cualquier caso es el abuelo de David. Rut y Boaz entran en la gran historia por ser antecesores de David y del Mesías. La guía de Dios, que recorre más o menos veladamente todo el libro brilla en esta nueva y elevada dimensión.

J. MAS ANTO
LA BIBLIA DIA A DIA
Comentario exegético a las lecturas de la Liturgia de las Horas
Ediciones CRISTIANDAD.MADRID-1981.Pág. 452 s.


2.- Ez 43, 1-7

2-1.

Los últimos capítulos del Libro de Ezequiel están consagrados a una visión algo sorprendente en la que el profeta imagina el Israel del mañana: traza las líneas de un Templo imaginario y perfecto, da los nuevos ritos del culto venidero, entrevé el papel futuro de los sacerdotes del retorno del exilio.

¿Somos capaces, HOY, de esta utopía constructora? En medio de nuestros actuales días desgraciados, ¿somos capaces de soñar en la perfección del mañana que Dios nos invita a preparar?

-El enviado del Señor me condujo hacia el pórtico del nuevo templo, el pórtico que mira a oriente...

El Templo imaginario está orientado. Por una de sus puertas entra el «sol naciente».

Cada amanecer tiene allí lugar una brillante salida de sol.

-Y he ahí que la gloria de Dios llegaba de la parte de oriente, con un ruido como el de muchas aguas, y la tierra resplandecía de su gloria.

La «Gloria». El «Peso real», la «Densidad», la «Presencia» de Dios. ¿Soy yo también capaz de dejarme deslumbrar por la Gloria de Dios? ¿Soy capaz de contemplar en la naturaleza el resplandor de la Gloria de Dios? ¿Es el mundo para mí un mundo sin relieve, insulso, banal, un simple juego de fuerzas anónimas y materiales? o bien ¿soy de los que ven transparentarse el rostro de una Inteligencia y de un Amor excepcionales?

¿Veo la tierra resplandeciente de Aquel que le dio su esplendor? Océano, montaña, cosmos... ¿son signos parlantes para mí?

-Esta visión me recordaba la que yo había visto, cuando vine para la destrucción de la ciudad, y como la que había visto junto al río Kebar.

Hemos meditado (Ezequiel 9, 10) sobre el abandono del Templo por parte de Dios. Dios había seguido a los deportados. Ezequiel le encontraba de nuevo en el espectáculo del río Kebar. Con sus fieles que retornan a Jerusalén, la Gloria de Dios retorna también.

¿Cómo hablar de la omnipresencia divina de manera más manifiesta?

-Entonces caí rostro en tierra.

Concédenos, Señor, saber adoptar ante Ti las actitudes más convenientes para captar la Presencia.

Ayúdanos a entrar en comunicación con lo invisible con todo nuestro ser, alma y cuerpo.

-La Gloria del Señor llegó al Templo por el pórtico que mira a oriente. El Espíritu me levantó y me introdujo en el atrio interior: he ahí que la Gloria del Señor llenaba el Templo.

Y oí una voz que venía del Templo: «Hijo de hombre, este es el lugar de mi trono, el lugar donde se posan mis pies. Aquí habitaré, en medio de los hijos de Israel para siempre.»

Hay altos lugares, privilegiados para la presencia divina.

Me corresponde a mí descubrirlos, saber llegar hasta ellos y recogerme en ellos. Con tales palabras, Ezequiel trataba de infundir esperanza en los deportados. Al leerlas no olvidemos que, exteriormente, todo parecía entonces contradecir este ensueño.

Tampoco para nosotros la Presencia de Dios es una evidencia que se impone fácilmente, es un acto de Fe y de Esperanza que amplifica nuestras mejores investigaciones intelectuales.

NOEL QUESSON
PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 4
PRIMERAS LECTURAS PARA EL TIEMPO ORDINARIO
DE LOS AÑOS PARES
EDIT. CLARET/BARCELONA 1984.Pág. 246 s.


2-2. /Ez/40/01-04 /Ez/43/01-12

El fragmento que leemos hoy, sin ser de los más emotivos de Ezequiel, con todo, es importante en la perspectiva del profeta.

De hecho, el capítulo 43 (del que leemos hoy una primera parte), con el retorno de la gloria de Yahvé, da el tema central de los capítulos 40-48. Los capítulos anteriores preparan el terreno para este acontecimiento, y los posteriores expresan las consecuencias.

Los primeros versículos del capítulo 40 (inicio de la lectura) quieren sólo subrayar la importancia de todo lo que leeremos después: por eso se indica con tanta precisión el día, el mes, el año (573), y por eso se invita al profeta a prestar máxima atención a cuanto escucha y ve.

Pero el centro es el capítulo 43: al volver del exilio, Ezequiel intenta poner en marcha, dentro de la nueva situación, las nuevas instituciones que, de alguna forma, corresponden a las del pasado. Pero como primer paso es necesaria la presencia de la gloria de Yahvé, que -recordémoslo- salió del templo de Jerusalén en castigo por los pecados del pueblo (c. 10). Por eso, una vez reconstruido (cc. 40-42), vuelve la gloria del Señor a llenar el templo.

De aquí la necesidad de la santidad es decir apartarse de todos los pecados y de todas las abominaciones, entre las cuales destaca la idolatría (vv 7 y 9) («prostitución»), y la poca distinción entre espacio sagrado (el templo) y espacio regio (el palacio real), es decir, la falta de respeto a la santidad de Yahvé.

Pero las cosas no son totalmente como antes: Dios lo ha renovado todo. Por eso, de ahora en adelante, no volverán a profanar el templo, porque es un «templo nuevo»; ellos, con la vergüenza de los pecados pasados, emprenderán una nueva vida, una vida santa.

Hay que recordar los fracasos anteriores, las experiencias pasadas, para no volver a caer en los mismos fallos.

Ezequiel, al reorganizar el pueblo tras el exilio, lo tiene muy en cuenta.

Cierto que para Ezequiel es muy importante todavía el aspecto externo: el templo, bien separado del palacio, es religión sincera. Pero éste es un buen principio para toda sociedad creyente, que necesita de estructuras externas, aunque su culto no reciba la plenitud en un templo material, sino en la adoración en «espíritu y verdad», ya que nuestro Dios es espíritu (Jn 4 24); un Espíritu presente en cada cristiano por el amor: «Si nos amamos unos a otros Dios está con nosotros» (1 Jn 4,12.16).

J. PEDROS
LA BIBLIA DIA A DIA
Comentario exegético a las lecturas de la Liturgia de las Horas
Ediciones CRISTIANDAD.MADRID-1981.Pág. 823 s.


3.- Mt 23, 1-12

3-1.

Ver DOMINGO 31A


3-2.

En el capitulo 23, Mateo agrupó varias frases de Jesús "contra los fariseos".

-En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos.

Tomaron un poder oficial desde el punto de vista religioso.

Fueron lo que hoy se llama "un grupo de presión".

-Haced pues y observad todo lo que os digan; pero no imitéis su conducta, porque "ellos dicen" y "no hacen".

Primera crítica: son buenos disertadores, son teóricos. Su ideal es válido, pero no lo ponen realmente en práctica en su vida. Ayúdame, Señor, a detectar esa distancia entre "lo que digo" y "lo que hago". Hazme clarividente y realista.

-Atan cargas pesadas y las echan a las espaldas de la gente, pero ellos ni con el dedo quieren moverlas.

Segunda crítica: "oprimen" a los demás con sus grandes principios, son muy exigentes para los demás y muy poco para sí mismos. Saben lo que se tendría que hacer. "No hay más que..." Ayúdame, Señor, a ser bueno con los demás y exigente para conmigo. Haz que sepa descargar del peso a los demás... y que yo mismo no sea una carga para los que me rodean.

-Todas sus obras las hacen para ser vistos por los hombres...

Filacterias, orlas, primeros puestos, saludos.

Tercera crítica: Actúan no para Dios, sino "para ser vistos".

Buscan recibir honores y destacar entre los demás.

Es la puerta abierta a la vanidad que da importancia a lo que no la tiene... y también a la hipocresía, que conserva una fachada de honorabilidad cuando todo el interior está podrido.

Ayúdame, Señor, a ver todos los gérmenes de fariseísmo que estén en mí.

-Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar "Rabbi"... -Maestro- Ni llaméis a nadie "Padre"...

Ni tampoco os dejéis llamar "Doctores"....

Efectivamente Jesús persigue todos los "títulos" que uno puede darse a sí mismo. Pero Jesús condena también esa pretensión de ser el guardián de la ortodoxia: la religión de Jesús no es una religión "profesoral", en sentido despectivo, donde están los que "saben" y deben enseñar su saber a los demás. Encontrar a Dios, entrar en relación con Dios no es privilegio de los exégetas, de los teólogos, de los sabios. La abuela ancianita que ha vivido toda su vida desvelándose por los demás y rezando sencillamente sus oraciones, sabe y tiene mejor conocimiento de Dios, que todos los doctores en teología.

-Vosotros sois todos hermanos y tenéis un solo Padre, el del cielo, y un solo Doctor, Cristo...

Sí, los mismos apóstoles no hacen mas que transmitir "lo que han recibido".

No convendría disputar sobre las palabras, porque el lenguaje cambia y los "términos" del tiempo de Jesús no tienen hoy la misma resonancia sensible.

De todos modos, en esas palabras de Jesús, hay una profunda reivindicación de igualdad: la sola apelación entre nosotros verdaderamente evangélica, debiera ser la de "¡hermano!" Pero, más allá de las palabras, es la actitud lo que cuenta.

Los cristianos de hoy ¿están preparados para esa conversión?

-El mayor entre vosotros sea vuestro servidor. El que se humille, será ensalzado. El que se ensalza, será humillado.

¿Cuándo haremos por fin caso de esas consignas repetidas de humildad y de servicio?

Examinar detenidamente en mí todos mis instintos de superioridad... todos mis fariseísmos.

NOEL QUESSON
PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 2
EVANG. DE PENTECOSTES A ADVIENTO
EDIT. CLARET/BARCELONA 1983.Pág. 138 s.


3-3.

1. (año I) Rut 2,1-3.8-11; 4,13-17

a) Termina hoy, y de color rosa, la historia de Rut. Para poder subsistir ella y su suegra Noemí, la joven se presta a trabajar de espigadora en los campos del rico Booz. Pero éste, que se ha enterado de la noble actitud de la muchacha, se enamora de ella y la toma por esposa. La historia es bastante más larga: aquí la leemos muy resumida.

De esa unión nace Obed, el padre de Jesé, el padre de David. Cuando Mateo, al comienzo de su evangelio, nos enumera la genealogía de Jesús, el Mesías, no se olvida de poner el nombre de esta mujer, Rut, la moabita, o sea, una extranjera, aunque convertida a la religión de Yahvé.

b) Nuestra primera reflexión es aprender de Rut esa difícil fidelidad en las cosas de cada día, en nuestras relaciones familiares o comunitarias. Que es la que proporciona la verdadera felicidad. Por eso está muy bien elegido el salmo: «dichoso el que teme al Señor y sigue sus caminos; comerás del fruto de tu trabajo, seras dichoso, te irá bien... esta es la bendición del que teme al Señor». Si fuéramos sencillos y disponibles como Rut, nos irían mucho mejor las cosas en la sociedad y en la Iglesia.

Pero podemos sacar otra consecuencia: alegrarnos de que, en la lista genealógica de Jesús, en la que la mayoría son hombres y, además, las pocas mujeres que se citan no son muy recomendables (como la madre de Salomón, Betsabé), aparezca una mujer buena, sencilla, trabajadora y extranjera.

Eso nos reconcilia con las personas humildes y nos hace admirar los caminos por los que Dios va conduciendo la historia, mientras que nosotros tal vez nos inclinamos a las cosas y las personas muy solemnes y aparentes. Jesús elige como apóstoles a gente sencilla: pescadores y hasta publicanos, recaudadores de impuestos. ¿Tenemos un corazón universal para aceptar a los emigrantes y a los que, en principio, podríamos considerar como alejados y extraños y hasta pecadores? ¿somos ecuménicos en nuestra actitud hacia los otros cristianos? ¿tenemos un ánimo acogedor?

1. (año II) Ezequiel 43,1-7

a) Durante dos semanas hemos ido siguiendo el libro de Ezequiel, que daba ánimos a su pueblo en los calamitosos tiempos del destierro y le indicaba los caminos de Dios.

Hoy termina una serie de ocho semanas en las que la primera lectura ha sido tomada de aquellos profetas que acompañaron al pueblo de Israel durante los tristes años de antes y durante el destierro.

Ayer el profeta anunciaba que Dios iba a infundir su espíritu nuevo. Hoy leemos cómo la gloria de Dios, él mismo, vuelve al Templo. Es una visión esperanzadora: el miércoles de la semana pasada habíamos leído como lo abandonaba, para ir al destierro con su pueblo. La vuelta significa, por tanto, que el destierro termina y se va a reconstruir el Templo y la sociedad. Además, Dios afirma: «voy a residir para siempre en medio de los hijos de Israel».

b) Con el espíritu que Dios infunde y con el corazón nuevo que aceptamos de él, todo es posible en el futuro.

La gloria de Dios que entra en el Templo «por la puerta oriental» es para nosotros Cristo, Jesús, «el sol que nace de lo alto», que nos visita por la gran misericordia de Dios, palabras que Lucas en los labios de Zacarías, en su himno del Benedictus.

Jesús nos dice lo mismo que Yahvé a Israel: «yo estaré con vosotros todos los días hasta el final del mundo». Nuestro Templo y nuestra Luz es Cristo Jesús, en quien creemos, a quien seguimos. Y a quien en la celebración de la Eucaristía recibimos, primero, como Palabra viviente de Dios y, luego como Pan y Vino, alimento para nuestra vida.

Sea cual sea la situación en que nos encontramos, personal o comunitaria, tenemos que confiar siempre en que, al menos por parte de Dios, la historia puede recomenzar cada vez.

Digamos, creyéndolas, las palabras del salmo: «Dios anuncia la paz a su pueblo y a sus amigos... la gloria del Señor habitará en nuestra tierra... el Señor dará la lluvia y nuestra tierra dará su fruto».

2. Mateo 23,1-12

a) Ayer los fariseos le preguntaban a Jesús, seguramente con no muy buena intención, cuál era el mandamiento principal. Hoy escuchan un ataque muy serio de Jesús sobre su conducta: «haced lo que os digan, pero no hagáis lo que ellos hacen, porque ellos no hacen lo que dicen».

Los fariseos eran buenas personas, deseosas de cumplir la ley, pero en su conducta mantenían unas actitudes que Jesús desenmascara repetidamente. Su lista empieza hoy y sigue durante tres días de la semana próxima:

- se presentan delante de Dios como los justos y cumplidores;

- se creen superiores a los demás;

- dan importancia a la apariencia, a la opinión que otros puedan tener de ellos, y no a lo interior;

- les gustan los primeros lugares en todo;

- y que les llamen «maestro», «padre» y «jefe»;

- quedan bloqueados por detalles insignificantes y descuidan valores fundamentales en la vida;

- son hipócritas: aparentan una cosa y son otra;

- no cumplen lo que enseñan: obligan a otros a llevar fardos pesados, pero ellos no mueven ni un dedo para ayudarles...

b) El estilo que enseña Jesús a los suyos es totalmente diferente. Quiere que seamos árboles que no sólo presenten una apariencia hermosa, sino que demos frutos. Que no sólo «digamos», sino que «cumplamos la voluntad de Dios». Exactamente como él, que predicaba lo que ya cumplía. Así empieza el Libro de los Hechos: «El primer libro (el del evangelio) lo escribí sobre todo lo que Jesús hizo y enseñó desde el principio» (Hch i, l ).

Hizo y enseñó. ¿Se podría decir lo mismo de nosotros, sobre todo si somos personas que enseñan a los demás y tratan de educarles o animarles en la fe cristiana?

¿Mereceríamos alguna de las acusaciones que Jesús dirige a los fariseos?

Repasemos, como mirándonos a un espejo, esta lista de defectos y con sinceridad respondámonos a nosotros mismos. Porque puede ser que también caigamos en lo de buscar los primeros lugares y lo de cuidar la apariencia exterior, y lo de no cumplir lo que recomendamos a los demás...

Jesús ataca, sobre todo, a los que de alguna manera son dirigentes en la sociedad, porque dicen una cosa y hacen otra. Él quiere que aquellos de entre nosotros que tengan alguna clase de autoridad no se hagan llamar «maestros, padres, jefes»: que entiendan esa autoridad como servicio («el primero entre vosotros será vuestro servidor»), que no se dejen llevar del orgullo («el que se enaltece será humillado»). El mejor ejemplo nos lo dio el mismo Jesús, cuando, en la cena de despedida, se despojó de su manto, se ciñó la toalla y empezó a lavar los pies a sus discípulos: «si yo, el Señor y el Maestro, os he lavado los pies, vosotros también debéis lavaros los pies unos a otros» (Jn 13,14).

Tendremos que corregir lo que tengamos de fariseos en nuestras actitudes para con Dios y para con el prójimo.

«Dichoso el que teme al Señor y sigue sus caminos» (salmo I)

«Voy a residir para siempre en medio de los hijos de Israel» (1ª lectura II)

«Dios anuncia la paz a su pueblo y a sus amigos» (salmo II)

«El primero entre vosotros será vuestro servidor» (evangelio)

J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 5
Tiempo Ordinario. Semanas 10-21
Barcelona 1997. Págs. 299-302


3-4.

Ez 43, 1-7a: La gloria del Señor se manifiesta

Mt 23, 1-12: Maestro sólo hay uno

Los fariseos buscaban el prestigio a cualquier precio. Ellos formaban un partido político que quería alcanzar el Reino por medio del estricto cumplimiento de la Ley. Se mostraban como modelos de santidad y perfección con la intención de meter al pueblo por el camino del fanatismo religioso. Pero, sus aspiraciones verdaderas eran adquirir el poder con el apoyo popular.

Jesús les reprocha a los fariseos la pretensión de cargar al pueblo con seiscientos trece mandatos que ellos mismos no cumplían. Estos eran una carga extremadamente pesada e inútil. Los fariseos se exhibían como hombres piadosos, pero no estaban dispuestos a realizar lo más importante de la ley que es la misericordia y la justicia.

Jesús invita a los suyos a aprender de lo que saben los fariseos pero no a imitar su actitud de vida. Pues, en efecto, ellos enseñaban muchas cosas valiosas de la Sagrada Escritura, pero no estaban dispuestos a comprometerse con las exigencias de la Palabra de Dios. La comunidad de Jesús, por el contrario, no basa su existencia en una mera noción de la Palabra, sino en un compromiso vital con ella.

Actualmente enfrentamos un reto similar al que enfrentó Jesús: hay quienes se presentan como maestros, jefes y doctores que conocen perfectamente las doctrinas y pueden guiar a la comunidad, pero que, en verdad, buscan el poder y el prestigio. La comunidad debe ser crítica ante ellos y descubrir sus verdaderas intenciones. El maestro, la doctrina y la autoridad siguen siendo Jesucristo y su Evangelio. A la luz de El y de su Palabra la comunidad ha de discernir el verdadero camino de vida.

SERVICIO BIBLICO LATINOAMERICANO


3-5. COMENTARIO 1

v. 1: Entonces Jesús, dirigiéndose a las multitudes y a sus discípulos...

Para empezar, Jesús no se dirige a letrados y fariseos, sino a la gente y a sus discípulos. Su denuncia pretende abrirles los ojos para que conozcan la calidad de los que se proclaman maes­tros y se liberen de su yugo.

v. 2: ...declaró: En la cátedra de Moisés han tomado asiento los le­trados y los fariseos.

En Dt 18,15.18 se anunciaban profetas como los sucesores de Moisés. El puesto de los profetas lo han tomado los doctores de la Ley y sus observantes. Se ha sustituido la referencia a Dios, propia de los profetas, por la referencia a un código minuciosa­mente comentado e interpretado, que ahoga al hombre en la ca­suística. Recuérdense los 613 mandamientos que se distinguían en la Ley, todos obligatorios por igual.

v. 3: Por tanto, todo lo que os digan, hacedlo y cumplidlo..., pero no imitéis sus obras, porque ellos dicen, pero no hacen.

Los puntos suspensivos indican la ironía de la frase. El segundo miembro neutraliza al primero, pues nadie hace caso de maestros sabiendo que son hipócritas. Esta interpretación se con­firma por el hecho de que Jesús ataca no sólo la conducta, sino también la doctrina de los fariseos (15,6-9.14; 16,12; 23,13.15.16-22). No puede, por tanto, estar recomendando que hagan lo que dicen.

v. 4: Lían fardos pesados y los cargan en las espaldas de los hombres, mientras ellos no quieren empujarlos ni con un dedo.

«Los fardos pesados» se oponen a «la carga ligera» de Je­sús (11,30). La doctrina propuesta por los letrados es una carga insoportable. Es más, ellos, que la proponen como obligatoria, no ayudan en nada a su observancia, se desentienden de los que ten­drían que observarlas. No pretenden, por tanto, ayudar a los hom­bres, sino dominar por medio de su doctrina.

vv. 5-6: Todo lo hacen para llamar la atención de la gente: se ponen distintivos ostentosos y borlas grandes en el manto: 6les encantan los primeros puestos en los banquetes y los asientos de honor en las sinagogas...

«Se ponen distintivos ostentosos», lit. «ensanchan sus filac­terias». Este término significa «medio de protección» contra el mal, y en el contexto judío, probablemente «medio de custodiar/conservar en la memoria» la ley de Moisés; consistían en unos colgantes que llevaban escritos ciertos pasajes de la Ley (Dt 11,13-22; 6,4-9; Ex 13,11-16.2-10) y eran el cumplimiento al pie de la letra de Ex 13,9.16; Dt 6,8; 11,18 («meteos estas palabras mías en el corazón y en el alma, atadlas a la muñeca como un signo, ponedlas de señal en vuestra frente»). Se colgaban en la frente y en la muñeca los días de trabajo para la oración de la mañana y se pronunciaba una bendición a Dios. Los fariseos devotos las llevaban puestas todo el día, y más grandes de lo ordinario, para ostentar su fidelidad a la Ley.

No existe equivalente exacto en nuestra cultura, lo más aproximado serían los distintivos ostentosos de la propia piedad o consagración a Dios. La traducción más cercana al original será: «se cuelgan amuletos anchos/insignias/distintivos ostentosos»; el objetivo de aquella exhibición ha de ser explicado.

vv. 7-8: ...que les hagan reverencias por la calle y que la gente los llame «Rabbí». 8Vosotros, en cambio no os dejéis llamar «Rabbí», pues vuestro maestro es uno solo y vosotros todos sois hermanos...

«Señor mío», «monseñor», significado de «rabbí» en la época de Jesús; era titulo dado a los maestros eminentes de la Ley. De ordinario se traduce «maestro», pero en este texto, donde Mt opone el término hebreo al griego, es mejor conservarle su sentido de título.

Aunque el texto no lo indica, estas palabras de Jesús están dirigidas a sus discípulos. Jesús insiste en la igualdad entre los suyos. Nadie de su comunidad tiene derecho a rango o privilegio; nadie depende de otro para la doctrina: el único maestro es Jesús mismo: todos los cristianos son «hermanos», iguales. De hecho es Jesús solo quien puede revelar al hombre el ser del Padre (11,27). Esta es la verdadera enseñanza, que consiste en la experiencia que procura el Espíritu. Esto indica que en su comunidad lo único que tiene vigencia es lo que procede de él, que nadie puede arrogarse el derecho a constituir doctrina que no tenga su fundamento en la que él expone y su base en la experiencia que él comunica, y que en esta tarea todos son iguales.

v. 9: y no os llamaréis «padre» unos a otros en la tierra, pues vuestro Padre es uno solo, el del cielo...

«Y no os llaméis padre»: título de los maestros y de los miembros del Gran Consejo (Hch 7,2; 22,1).

El título «padre» se usaba para los rabinos y los miembros del Gran Consejo. «Padre» significaba transmisor de la tradición y modelo de vida. Jesús prohíbe a los suyos reconocer ninguna paternidad terrena, es decir, someterse a lo que transmiten otros ni tomarlos por modelo. Lo mismo que él no tiene padre humano, tampoco los suyos han de reconocerlo en el sentido dicho. El dis­cípulo no tiene más modelo que el Padre del cielo (cf. 5,48) y a él sólo debe invocar como «Padre» (6,9). Se adivina en las pala­bras de Jesús la relación que crea el Espíritu: él es la vida que procede del verdadero Padre, y el agente de la semejanza del hom­bre con el Padre.

v. 10: tampoco dejaréis que os llamen «directores», porque vuestro director es uno solo el Mesías.

El término usado por Mt significa el consejero y guía es­piritual. Lo mismo que el título de Maestro, Jesús se reserva tam­bién éste y previene contra toda usurpación. Es él, en cuanto Mesías, el que señala el camino y es objeto de seguimiento.

v. 11: El más grande de vosotros será servidor vuestro.

Establecida la diferencia entre el comportamiento de los rabinos y el de los discípulos (8-10), define Jesús cuál es la ver­dadera grandeza, en oposición a las pretensiones de los letrados y fariseos; prescribe el espíritu de servicio, en contraste con la falta de ayuda de los maestros de la Ley a los que tienen que cumplirla (v. 4).

v. 12: A quien se encumbra, lo abajarán, y a quien se abaja, lo encumbrarán.

Contra el deseo de preeminencia, enuncia Jesús el principio que ha de orientar a su comunidad. El sujeto no indicado de los verbos «lo abajarán, lo encumbrarán» es Dios mismo. El principio enuncia, por tanto, un juicio de Dios sobre las actitudes humanas. La estima que pretenden los rabinos ante los hombres, es deses­tima a los ojos de Dios.


COMENTARIO 2

Entre los grupos religiosos existentes en Palestina en tiempos de Jesús, el más influyente era el de los fariseos. La mayoría de ellos eran personas sencillas del pueblo, sin una formación especial. Constituían el "pueblo de la práctica", los laicos celosos por la ley. Los dirigentes del grupo, la minoría, eran escribas, letrados o juristas (especialistas en la ley). Tenían poder y autoridad sólo por su saber. Sólo ellos podían decidir en cuestiones de legislación religiosa y ser jueces en procesos criminales. Se consideraban los "inmediatos herederos y sucesores de los profetas", el verdadero Israel.

Ahora podemos entender el significado de las palabras de Jesús en el texto de hoy, las cuales van dirigidas principalmente a los escribas y rabinos que se sientan en la cátedra de Moisés para explicar y aplicar la ley mosaica, pues son ellos los que imponen cargas pesadas, quieren que se les respete, y con ello convierten la gloria de Dios en su propia gloria.

Jesús denuncia la actitud de estos falsos maestros porque se sienten seguros de sí mismos, porque pretenden adueñarse de lo que pertenece al pueblo, porque pretenden ser los santos, porque se creen seguros de su salvación y, sin embargo, son incoherentes, porque no practican lo que enseñan: "pues atan pesadas cargas y las echan sobre las espaldas de los hombres, pero ellos no quieren moverlas ni con un dedo"

En los vv. 8-12 Jesús cambia de interlocutores, ahora sus palabras están orientadas a sus discípulos para enseñarles cuáles deben ser sus actitudes en la vida comunitaria y en el ejercicio de su ministerio. Los discípulos son invitados a recorrer el mismo camino de su Maestro, el discípulo debe ejercer toda responsabilidad desde el último lugar. En la comunidad cristiana cumplirá bien con esta tarea quien no busque su propia autoridad, quien sea un hermano entre los hermanos, quien construya la unidad desde la hermandad que se hace realidad desde la actitud de servicio y no desde el cumplimiento de la ley, porque Jesús une la autoridad en la comunidad al servicio fraterno.

1. J. Mateos-F. Camacho, El evangelio de Mateo. Lectura comentada, Ediciones Cristiandad, Madrid

2. Diario Bíblico. Cicla (Confederación Internacional Claretiana de Latinoamérica)


3-6. DOMINICOS 2003

Palabra y acción

Libro de Ruth, 2, 1-3.8-11;4,13-17:

“En aquel tiempo, el matrimonio Elimélec y Noemí, con sus dos hijos, se marcharon de Belén de Judá a la campiña de Moab... Allí murió a Elimélec... y sus dos hijos se casaron con dos moabitas, Orfá y Rut... Estos dos esposos jóvenes murieron también muy pronto, y Orfá y Rut quedaron viudas...

Entonces Noemí y sus nueras Orfá y Rut volvieron a Belén... Noemí les invitó a marchar a sus tierras, pero Rut se quedó con ella, y le dijo: Déjame ir al campo, a espigar donde me admitan por caridad... Se fue a espigar a unas tierras de Boaz, personaje de la familia de Elimélec... Allí conoció a Boaz, y éste, como familiar del esposo de Noemí, tomó por esposa a Rut..., se unió a ella y ésta dio a luz un hijo que se llamó Obed. Éste fue el padre de Jesé, padre de David”

El libro de Rut es bellísimo, sencillo en su composición, y lleno de sugerencias de tipo moral, legal, religioso. Esta escena se produce en Judá, patria del Rey David; es como una alabanza a sus antepasados.

Evangelio según san Mateo 23, 1-12:

“Jesús habló a la gente y a sus discípulos, diciendo: En la cátedra de Moisés se han sentado los letrados y los fariseos: haced y cumplid lo que os digan; pero no hagáis lo que ellos hacen, porque ellos no hacen lo que dicen. Ellos lían fardos insoportables y se los cargan a la gente en los hombros, pero ellos no están dispuestos a mover un dedo para empujar. Todo lo que hacen es para que los vea la gente: alargan las filacterias y ensanchan las franjas del manto; les gustan los primeros puestos... Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar maestros, porque uno solo es vuestro Maestro, y todos vosotros sois hermanos ... El primero entre vosotros será vuestro servidor. El que se ensalce será humillado, y el que se humille será ensalzado”.

La lección es sencilla y clara: seamos coherentes en la vida, no pregonemos lo que no cumplimos, no presumamos de maestros cuando somos ignorantes, no obremos con soberbia y dominio sino con humildad y veracidad en todo.

 

Momento de reflexión

Mensaje del libro de Rut

La narración de Rut se sitúa “en tiempo de los Jueces”, pero su redacción parece corresponder al siglo V antes de Cristo, pues su mensaje tiene la apertura al universalismo religioso del Segundo y Tercer Isaías; y en la aceptación de las dos esposas moabitas –Orfá y Rut- se rechaza la endogamia judía y el racismo de familia.

Es tema básico del libro el mantenimiento de la ley del levirato, según la cual, si un varón muere sin descendencia, el familiar más próximo debe desposar a la viuda, como hace Boaz con Rut. Además, hay un detalle psicológico y pastoral importante: que el amor es condición indispensable y cauce óptimo para ganar el corazón de las personas. Ejemplo es el amor de Noemí que se gana a Rut, y el amor de Rut a Noemí por el cual se dispone a hacer, practicar y profesar lo que Noemí hace, practica y profesa.

Haced lo que digan, no lo que hacen letrados y fariseos.

Es un fracaso psicológico y pastoral hablar y enseñar una cosa y luego no aplicarla en la conducta de cada día.

Ser cristiano de nombre, de palabra, de pensamiento, es muy poco. Puede servir a los demás, si no miran e imitan nuestra conducta; pero supone un fracaso personal.

Nosotros, como cristianos, hemos de optar por la vida en sencillez, humildad, servicio, no por la vanagloria y honores de los primeros puestos.

A pesar de nuestras flaquezas e infidelidades, pongamos hoy los ojos en la casi incomprensible vida de santa Rosa de Lima, y pidamos para Perú y América una lluvia especial de gracias.


3-7. Sábado 23 de agosto de 2003 Rosa de Lima

Rut 2, 1-3.8-11; 4, 13-17: Le llamó Obed; él fue el padre de Jesé, padre de David
Salmo responsorial: 127: Tu bendición Señor, hace florecer la vida
Mt 23, 1-12: Dicen y no hacen

Al estilo de Moisés, los escribas y fariseos interpretaban la Ley y juzgaban a los transgresores. Eran, en ese sentido, continuadores de Moisés (por eso se dice que se sientan en la cátedra de Moisés; ¿había también una cátedra en los lugares de reunión desde la que impartían sus enseñanzas? Probablemente sí). Pero estos jueces oficiales no eran precisamente modelos de conducta a seguir. Estos escribas y fariseos están sentados en la cátedra de Moisés, dado que prácticamente habían asumido la función sacerdotal de instruir al pueblo en lo concerniente a la ley de la alianza. Por tanto, puesto que son los transmisores de la ley de la alianza, Jesús dice a sus oyentes que hagan... y sigan (cf. Dt 4,6; 7,12; Is 56,1) todo lo que ellos dicen. Jesús se refiere aquí a las estipulaciones básicas de la alianza, y ciertamente con esto no cohonesta las formas en que los escribas y fariseos interpretaban las leyes en su tradición oral (cf. 12,1-14; 15,1-20; 16,5-12; 19,3-9). “No hagan lo que ellos hacen” incluye también sus interpretaciones de la Ley (cf. 15,1-20). Para la gente ordinaria, el único acceso a la escucha de las Escrituras se encontraba en las sinagogas dominadas por fariseos y escribas. Las “cargas pesadas e insoportables” que le ponen a la gente a las espaldas son sus interpretaciones de la Ley y la imposición de dichas interpretaciones a los demás.

Jesús pone como ejemplos: el uso de correas más anchas y vistosas para atar sus filacterias, las cajitas de cuero que contenían extractos de la Ley y que se fijaban con correas a la frente y al brazo izquierdo en una interpretación muy literal de Ex 13,9 y Dt 6,8; el alargar mucho sus borlas, cosidas a los bordes del manto y puestas como recordatorio de la alianza, para llamar la atención; buscar los puestos de honor en los banquetes junto al anfitrión, y los primeros asientos en las sinagogas, reservados para ancianos y maestros. “Rabí” se puede entender en general como “maestro”. Sin embargo, en este contexto resulta útil saber que este título significa literalmente “grande mío”.

Es importante advertir: no se puede negar que ha habido un uso erróneo y perverso de estos textos por parte de cristianos que pretendían justificar con ellos actitudes y costumbres anti-judías dentro de la Iglesia. El peligro de tal negación está siempre presente y constituye una cuestión del más grave interés pastoral. El arrepentimiento público de la Iglesia por el pecado de anti-judaísmo proporciona al pastor un presupuesto eclesial fundamental para la reflexión cristiana sobre este texto.


Iniciamos este capítulo con un ataque durísimo a los escribas y fariseos. La tensión que se ha generado entre Jesús y los jefes del pueblo, testimoniado en el evangelio de Mateo a partir del c. 21, desemboca aquí en invectivas tan enérgicas, que no dejan de sorprender. En este sentido, este c. 23 prepara la historia de la pasión. Pero lo más importante es que el evangelista presenta este choque no simplemente por hacer historia, sino porque se trata de una catequesis muy importante contra un mal que acecha constantemente a la humanidad y nosotros no estamos excluidos: esta es la hipocresía.

Los escribas eran los doctores de la Ley, profesionales de la Ley de Moisés con reconocimiento oficial. Hombres de gran influencia en la sociedad por su tarea específica de formar a los demás, dictar sentencia en los tribunales y determinar el sentido de la Ley y las normas de conducta. Los fariseos eran defensores entusiastas e intransigentes de la Ley. Estaban convencidos de tener en ella todas las normas reguladas del orden religioso y civil. Se consideraban los “puros”, separados de los demás. Grupo de laicos piadosos. Tenían influencia en la sociedad judía por la administración de la justicia y la formación de los demás. Aquí había un punto de contacto con los escribas.

Estas invectivas de Jesús son las más fuertes del evangelio, y completan la acción de los profetas contra la falsa religiosidad. Jesús enseña una actitud diferente respecto a la Ley, actitud en la que su yugo era suave y su carga ligera (Mt 11,30). El defecto del concepto de justicia atacado por Jesús (6,1-18) es que estos jefes concretos realizaban sus actos como espectáculo (eso es lo que significa “hipócrita). En contraste con los escribas y fariseos y los reinos de este mundo, quienes quieran ser los más grandes en el reino habrán de humillarse y ser servidores de los demás.

Al escuchar estas críticas de Jesús se siente la tentación de ver cómo se aplican a los demás; pero debemos ver primero cómo se nos aplican a nosotros mismos. Cualquier cristiano puede hacerse culpable de lo que aquí denuncia Jesús. Comencemos a examinarnos cada uno, y la Iglesia mejorará. Decir y no hacer es hipocresía. Acusar a los demás y luego hacer lo mismo es hipocresía e injusticia. Todos podemos hacernos culpables de diversas formas de hipocresía: mirar a los demás de arriba abajo, cumplir sólo lo que nos resulta cómodo, pretender enseñar a los demás, pensar que somos los “auténticos” cristianos... ¿Qué diría Cristo de esas actitudes nuestras? Entre los discípulos de Jesús la máxima dignidad es el servicio: a mayor servicio prestado mayor dignidad y a mayor dignidad mayor el servicio exigido.

SERVICIO BÍBLICO LATINOAMERICANO


3-8.

Comentario

5. En las filacterias o cajitas de cuero, sujetas con correas a la frente y a los brazos, llevaban los judíos pergaminos o papeles en que estaban escritos algunos pasajes de la Ley. Los fariseos formulistas habían exagerado esta piadosa práctica destinada a tener siempre a la vista la Palabra de Dios.

8. Confrontado en Colosenses 2, 8: "Mirad, pues, no haya alguno que os cautive por medio de la filosofía y de vana falacia, fundadas en la tradición de los hombres sobre los elementos del mundo, y no sobre Cristo"; y en Apocalipsis 2, 6 y nota: "Esto empero tienes: que aborreces las obras de los Nicolaítas, que yo también aborrezco". De Nicolaítas se cree que fue una secta de falso ascetismo, que prohibía el matrimonio, el vino y el consumo de carne. S. Ireneo dice que vivían indiscretamente, por lo cual se duda, dice Allo, si su abuso consistía en entregarse a los placeres de la carne, o a la inversa, a una maceración excesiva. Algunos la explican por su etimología, de nikao (conquistar) y laos (pueblo) y piensan que el nicolaísmo era odioso a Dios porque pretendía dominar a las almas so capa de religiosidad, contrariando lo enseñado por Jesús. Observa Pirot a este respecto que el sentido de esa palabra en griego equivale al de Balaam en hebreo.

11. Meditemos esto en Luc. 22, 27 y nota: "Pues ¿quién es mayor, el que está sentado a la mesa, o el que sirve? ¿No es acaso el que está sentado a la mesa? Sin embargo, Yo estoy entre vosotros como el sirviente". ¡Como el sirviente! No podemos pasar por alto esta palabra inefable del Hijo de Dios, sin postrarnos con la frente pegada al polvo de la más profunda humillación y suplicarle que nos libre de toda soberbia y de la abominable presunción de ser superiores a nuestros hermanos, o de querer tiranizarlos, abusando de la potestad que sobre ellos hemos recibido del divino Sirviente.

12. Es la doctrina del Magnificat propuesta en San Lucas 1, 52: "Bajó del trono a los poderosos, y levantó a los pequeños"; 14, 11: " Porque el que se levanta, será abajado y el que se abaja, será levantado" y 18, 14: "Os digo: éste bajó a su casa justificado, mas no el otro; porque el que se eleva, será abajado; y el que se abaja, será elevado".


3-9. DOMINICOS 2004

San Pío X, Papa

La figura de san Pío X (1835-1914) es muy relevante en la historia moderna de la Iglesia y de la espiritualidad sacramental. Nació en un hogar muy pobre, cerca de Venecia. Estudió primeras letras acudiendo a la escuela, a pie y descalzo, a siete kilómetros de distancia. Luego cursó en Seminarios su carrera sacerdotal, y a sus 23 años ya era sacerdote. En el ejercicio de su ministerio, hizo un recorrido espectacular por varias parroquias de Italia, y en todas ellas su buen sentido, su cercanía a la gente y su caridad le hicieron sumamente querido y respetado.

Elevado sorpresivamente al papado, no cesó un solo día en su campaña o proyecto de “instaurar todas las cosas en Cristo”: Acción Católica, Reforma litúrgica, Comunión frecuente, Códigos de leyes, Reforma de curia romana, Instituto Bíblico, Doctrina social de la Iglesia. Realmente fue un hombre de enormes facultades, y las puso, con sentido práctico, al servicio de la pastoral eclesial y del Reino de Dios.


La luz de Dios y su mensaje en la Biblia
Profeta Ezequiel 43, 1-7: visión simbólica del templo del Señor.
“En aquellos días, el ángel me condujo a la puerta oriental: Vi la gloria del Dios de Israel que venía de oriente con estruendo de aguas caudalosas...

La visión que tuve era como la que tuve cuando vino a destruir la ciudad...

Caí rostro a tierra. La gloria del Señor entró en el templo por la puerta oriental. Entonces me arrebató el espíritu y me llevó al atrio interior. La gloria del Señor llenaba el templo.

Entonces oí a uno que me hablaba... y me decía: Hijo de Adán, este es el sitio de mi trono, el sitio de las plantas de mis pies, donde voy a residir para siempre en medio de los hijos de Israel”.


Evangelio según san Mateo 23, 1-12
“Jesús habló a la gente y a sus discípulos diciendo: En la cátedra de Moisés se han sentado los letrados y los fariseos: Haced y cumplid lo que os digan; pero no hagáis lo que ellos hacen, porque ellos no hacen lo que dicen.

Ellos lían fardos pesados e insoportables y se los cargan a la gente en los hombros, pero ellos no están dispuesto a mover un dedo para empujar. Todo lo que hacen es para que los vea la gente...

Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar maestro, porque uno solo es vuestro Maestro... Y no os dejéis llamar padre..., porque uno solo es vuestro Padre, el del cielo...”


Reflexión para este día
Padre y Maestro de los hombres.
El lenguaje de Jesús, y también el lenguaje de san Pío X, era plástico. No decía vaguedades ni se perdía en elucubraciones, al modo de sabios enfatuados. En la reflexión de hoy, ese lenguaje da preferencia a dos palabras, y a dos actitudes.

Las palabras son éstas: maestro y padre. Referidas al más alto nivel de la consideración religiosa, son palabras que fácilmente se aplican a quienes asumen el papel cultual, discernidor de conciencia, educador de la conducta: sacerdotes, formadores, directores de conciencia, experimentados... Pero ese papel, comparado con el que corresponde a Dios diseñador, creador, animador, impulsor de la vida humana en dignidad de ‘hijos de Altísimo’, se queda tamañito. Nada ni nadie se puede comparar con el amor, sabiduría y providencia divina. Celebremos que así sea.

Y las actitudes son éstas: de coherencia, de incoherencia. Referidas –por una parte- a las personas que ejercen poder, dignidad, orientación, animación de los demás, representan la armonía, integridad, complemento, abrazo de lo que se piensa y dice con lo que se hace. Quienes la adoptan de por vida son auténticos comprometidos en su ideal. Se les podrá aceptar o no aceptar, pero son nobles. Y referidas –por otro lado- a cuantos no tienen palabra de verdad, de seriedad, de compromiso, sino que se burlan de los demás y de lo que ellos mismos dicen, son una vergüenza pública. Dios nos libre de su gobierno y de su ejemplo.


3-10.

Comentario: Rev. D. Antoni Carol i Hostench (Sant Cugat del Vallès-Barcelona, España)

«El que se ensalce, será humillado; y el que se humille, será ensalzado»

Hoy, Jesucristo nos dirige nuevamente una llamada a la humildad, una invitación a situarnos en el verdadero lugar que nos corresponde: «No os dejéis llamar “Rabbí” (...); ni llaméis a nadie “Padre”; ni tampoco os dejéis llamar “Guías”» (Mt 23,8-10). Antes de apropiarnos de todos estos títulos, procuremos dar gracias a Dios por todo lo que tenemos y que de Él hemos recibido.

Como dice san Pablo, «¿qué tienes que no lo hayas recibido? Y si lo has recibido, ¿a qué gloriarte cual si no lo hubieras recibido?» (1Cor 4,7). De manera que, cuando tengamos conciencia de haber actuado correctamente, haremos bien en repetir: «Somos siervos inútiles; hemos hecho lo que debíamos hacer» (Lc 17,10).

El hombre moderno padece una lamentable amnesia: vivimos y actuamos como si nosotros mismos hubiésemos sido los autores de la vida y los creadores del mundo. Por contraste, causa admiración Aristóteles, el cual —en su teología natural— desconocía el concepto de la “creación” (noción conocida en aquellos tiempos sólo por Revelación divina), pero, por lo menos, tenía claro que este mundo dependía de la Divinidad (la “Causa incausada”). Juan Pablo II nos llama a conservar la memoria de la deuda que tenemos contraída con nuestro Dios: «Es preciso que el hombre dé honor al Creador ofreciendo, en una acción de gracias y de alabanza, todo lo que de Él ha recibido. El hombre no puede perder el sentido de esta deuda, que solamente él, entre todas las otras realidades terrestres, puede reconocer».

Además, pensando en la vida sobrenatural, nuestra colaboración —¡Él no hará nada sin nuestro permiso, sin nuestro esfuerzo!— consiste en no estorbar a la labor del Espíritu Santo: ¡dejar hacer a Dios!; que la santidad no la “fabricamos” nosotros, sino que la otorga Él, que es Maestro, Padre y Guía. En todo caso, si creemos que somos y tenemos algo, esmerémonos en ponerlo al servicio de los demás: «El mayor entre vosotros será vuestro servidor» (Mt 23,11).


3-11.

Reflexión:

Ez. 43, 1-7. El Señor jamás se olvida de los suyos. Él conoce nuestra fragilidad; Él sabe que estamos inclinados al mal desde nuestra más tierna adolescencia. Él es Dios Misericordioso y siempre fiel a su Alianza de amor con nosotros. El amor de Dios por nosotros se manifestó en que siendo aún pecadores, envió a su propio Hijo, para liberarnos del pecado y hacernos hijos suyos. En Cristo se acercó para siempre la Gloria de Dios al hombre, a todo hombre que peregrina por este mundo. Él vive en nosotros como en un templo. Ojalá y hagamos nuestro el amor de Dios y permitamos que lleve a plenitud en nosotros su obra salvadora, para que queden atrás nuestras ruinas de maldad y de pecado y nos manifestemos como criaturas nuevas en Cristo Jesús, Señor y Salvador nuestro.

Sal. 85 (84). Dios, Dios-con-nosotros, es nuestra paz, nuestro gozo y nuestra vida eterna. Su Gloria no sólo habita en la tierra, en templos construidos por manos humanas; Él habita en nuestros corazones como en un templo. Nosotros somos frágiles y muchas veces volvemos a morder el suelo de nuestra maldad y concupiscencia. Sólo amados, comprendidos, perdonados y fortalecidos por el Señor no sólo pronunciaremos con los labios, sino que viviremos como una realidad lo que el Señor nos enseñó: Venga a nosotros tu Reino; hágase tu voluntad así en la tierra como en el Cielo. Entonces el polvo de nuestro ser, por la fecundidad del Espíritu santo que habita en nosotros, producirá abundantes frutos de salvación, de justicia, de paz, de alegría y de bondad para que nuestro mundo los disfrute y pueda participar del amor, de la vida, del perdón y de la gracia que nuestro Dios misericordioso ofrece a todos para que lleguen a ser hijos de Dios.

Mt. 23, 1-12. El Espíritu del Señor, por medio del autor de los Hechos de los Apóstoles nos da esta sabia enseñanza: Ya traté en mi primer libro, querido Teófilo, de todo lo que Jesús hizo y enseñó desde el principio hasta el día en que subió al cielo. Efectivamente el Señor no se quedó en simples palabras, pronunciadas con mucha sabiduría humana o divina. Él no sólo contempló al alfarero realizar su obra; Él mismo tomó el barro en sus manos para llevar a buen término su obra de salvación en nosotros: Que lleguemos a ser conforme a la imagen del Hijo de Dios. Y Él confió esta misma misión a su Iglesia. No podemos quedarnos en simples discursos, elaborados magistralmente, tal vez, incluso, a los pies de Jesús. Es necesario comenzar a moldear al hombre nuevo aun a costa de la entrega de nuestra propia vida, pues el que realmente ama no es el que sólo anuncia el Evangelio con los labios, sino el que da la vida en recate por los pecadores, a quienes jamás ha dejado de amar como suyos.

Nuestro Dios y Padre nos ha convocado para encontrarnos con Él no tanto en un templo de piedra, sino en Cristo Jesús, Señor Nuestro. En Él se nos ha manifestado la Gloria y el amor de Dios, de tal forma que las antiguas promesas llegaron a su fiel cumplimiento en Aquel que siendo Dios se hizo uno de nosotros para liberarnos de la esclavitud del pecado y de la muerte. El Señor nos quiere unidos a Él con un corazón indiviso, en una Alianza de amor nueva y eterna. Pero sabiendo de nuestra fragilidad Él mismo se convierte en nuestra purificación y salvación. El Señor se acerca a nosotros, abramos nuestro corazón para que, habitando en nosotros, nos convierta en su signo de amor en el mundo.

Iglesia convertida en un auténtico servicio de amor a favor de todas las personas, sin distinción de razas, sexos, culturas, ni condiciones sociales. Iglesia cercana a los pecadores, a los pobres, a los desprotegidos, a los marginados para anunciarles el Evangelio y librarlos de sus opresiones. No podemos decir que somos la Iglesia de Cristo cuando, aprovechándonos del Evangelio para nuestros sucios intereses, buscamos nuestro propio prestigio y casi exigimos que los demás nos adoren y vean en nosotros más que siervos del Evangelio, unos simples dignatarios fríos y lejanos del Pueblo, que necesita no vanos discursos, sino de quienes les hagan cercano el amor misericordioso de Dios, capaces de cargarse sobre sí mismos las miserias de la humanidad para remediarlas aún a costa de la propia vida. ¿Cuál es la lealtad de nuestra fe? ¿Seguiremos las huellas de Cristo, o sólo buscaremos nuestra gloria, perecedera e hipócrita?

Roguémosle al Señor, por intercesión de la Santísima Virgen María, nuestra Madre, que nos conceda la gracia de anunciar su Evangelio haciéndolo cercano a los demás con una vida de amor esforzado para que en todos se haga realidad la presencia salvadora de nuestro Dios y Padre. Amén.

Homiliacatolica.com


3-12.

Los escribas y fariseos, puestos al desnudo

Autor: Misal Meditación

Reflexión

Claras y duras son las palabras de Nuestro Señor en este pasaje. Su estilo transparente puede hacernos sentir algo "incómodos" y es que, no habrá en la historia de la humanidad hombre tan coherente como lo fue Jesús, el único. Que nos puede advertir acerca de la hipocresía con justa razón. ¡Cuántas veces nos muestra a lo largo de los Evangelios su descontento con los hipócritas! ¡Cuántas veces nos exhorta a no ser como ellos! Y es que el Señor sabe muy bien cuánto daño hace la hipocresía en el apostolado, y cuántas almas permanecen cerradas al amor de Dios porque no ven en nuestro testimonio de cristianos una coherencia entre lo que decimos y predicamos y lo que en realidad ponemos en práctica.

"Haced y cumplid lo que os digan, pero no hagáis lo que hacen..." ¡Qué actual es esta recomendación que nos da el Señor! ¡Cuánto nos cuesta a los soberbios aceptar estas palabras! ¿Por qué desoímos tantas veces lo que el Señor nos pide a través de su Palabra? ¿No será para justificarnos en la incoherencia de los demás? "No juzguéis y no seréis juzgados" dice el Señor. Mejor sería que pusiéramos en práctica todo lo que el Señor nos va pidiendo sin esperar nada de los demás, sin olvidar que el instrumento es pequeño.

Así pues, levantemos la mirada del horizonte y miremos en vertical, porque es de Dios y para Dios todo en nuestra vida. No justifiquemos nuestros errores en los errores de los demás, pues nuestro único modelo debe ser Jesús, en Él debemos fijar todas nuestras metas. Ante Él la verdad y la autenticidad permanecen, todo lo demás es desechado. Continúa el pasaje: “uno sólo es vuestro Padre, el del cielo." Dice la canción: "¡Dios es mi Padre, qué feliz soy!"

Realmente es así de sencillo y de maravilloso, pero, ¿cuándo vamos a creer del todo estas palabras? ¿cuándo vamos a interiorizarlas y a asumir la grandeza de este hecho? Porque si Dios es mi Padre, me conoce totalmente, me cuida, se preocupa por mí, le interesa lo que a mí me interesa, vela por mi vida, por mi bien, me da lo que necesito... Con Jesús descubrimos que Dios no es un Padre autoritario ni justiciero, sino amoroso y misericordioso que me ha amado y me ha creado y, así, mi vida cobra un sentido, mi vida no es un absurdo. Podemos llegar aún más lejos: si Dios es mi Padre, entonces Él tiene que encontrar en mí signos de que yo soy su hijo, pues los padres y los hijos se parecen.


3-13. Fray Nelson 3. Textos para leer
Sábado 20 de Agosto de 2005
Temas de las lecturas: El Señor no ha permitido que le faltara un descendiente a tu familia. Este es el padre de Jesé, padre de David * Los fariseos dicen una cosa y hacen otra.

1. Cuando el amor se abre paso
1.1 El breve libro de Rut hace una aparición casi furtiva en las lecturas de la Santa Misa: apenas un par de pasajes leemos, y eso cada dos años, es decir, en el ciclo de lecturas del año impar.

1.2 Un modo de resumir el mensaje de este libro y también un modo de ponerle un título con sabor actual es esta frase: "Cuando el amor se abre paso..." Rut es un bello ejemplo de lo que puede el amor: amor humano, amor de amiga, amor de nuera, y finalmente, amor de madre. Todos estos amores, a su vez, abrazados por el amor a Dios y al pueblo de Dios.

1.3 Y el fruto de ese amor es visible, tan visible como el reinado de David, de quien nos vino, según la carne, la visibilidad misma del Hijo de Dios.

2. Los falsos maestros
2.1 El evangelio nos presenta en labios de Jesús lo que no es un maestro, es decir, cómo es que NO se sirve a Dios. Esta enseñanza es especialmente útil para quienes tienen o tenemos un servicio de predicación o pastoreo en medio del pueblo de Dios: ya el Señor nos muestra bien qué es lo que él detesta y por qué lo rechaza.

2.2 En realidad se trata de tres cosas: la primera y más evidente es la hipocresía, que se sintetiza en la frase: "todo lo hacen para que los vea la gente."

2.3 Lo segundo es la opresión al pobre, expresado en aquello: "lían cargas insoportables." De fondo esta opresión es una desfiguración de la ley, que en principio debería servir para traer vida.

2.4 Lo tercero es la incoherencia, según la recomendación "hagan lo que dicen pero no lo que hacen." Tal consejo contiene implícito el dolor por una vida que tiene suficiente verdad para pronunciar pero muy poca verdad para vivir.