LUNES DE LA SEMANA 19ª DEL TIEMPO ORDINARIO

 

 1.- Dt 10, 12-22

1-1.

-Y ahora, Israel, ¿qué te pide el Señor tu Dios? 

-No otra cosa sino que temas al Señor tu Dios, que sigas todos sus caminos, que le ames, que sirvas al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma, que guardes los mandamientos del Señor que te prescribo hoy para que seas feliz...

En una frase admirable se resume todo el Deuteronomio: temer a Dios, amarle, servirle, ser fiel a su Voluntad... ¡es fuente de felicidad!

Jesús no dirá otra cosa en el evangelio. (Mateo 19,16 18).

«Hágase tu Voluntad así en la tierra como en el cielo.» «Mi manjar es hacer la voluntad de aquél que me ha enviado.» ¿Es también mi «religión»?, ¿mi felicidad?, la mía...

-Mira: Del Señor tu Dios son los cielos, la tierra y cuanto hay en ella. Sin embargo sólo de tus padres se prendó el Señor, por amor a ellos y de ellos, eligió a su descendencia entre todas las naciones, es decir a vosotros, hasta el día de hoy.

La experiencia de haber sido elegido.

Es la experiencia misma del amor. Recordad vuestras experiencias ¡Cuán misterioso es todo ello!

Israel hizo esta experiencia. Sabe perfectamente que Dios es el Dios de todos los pueblos y los ama a todos. Y, con todo, descubrió ser «preferido». De otro modo ¿cómo explicar todos esos acontecimientos de los que ha sido protagonista? Israel no era más que un montón de esclavos en Egipto... y he aquí que cuarenta años más tarde pasó a ser una comunidad viva, libre, y que, sin dejar de ser pequeña y débil llegó a ser una luz espiritual definitiva para todos los hombres que buscan un sentido a su destino. La Biblia es el gran documento religioso de la humanidad.

La experiencia de lsrael, su elección, se extiende a todos los pueblos. ¿Cómo vivo yo mismo mi propia elección, mi vocación de bautizado? ¿Cuál es la experiencia privilegiada de amor que el bautismo me invita a vivir? ¿Soy consciente de que, en la comunión universal, yo vivo esa gracia en provecho de toda la humanidad... como una especie de testigo del amor de Dios por todos?

-Circuncidad pues vuestro corazón y no endurezcáis más vuestra cerviz porque el Señor vuestro Dios es el Dios de los dioses y el Señor de los señores, el Dios grande y temible, que no hace acepción de personas ni se deja corromper con regalos ni sobornos.

La elección particular de Israel no puede ser utilizada por éste como una garantía automática de salvación. ¡No es un privilegio, es una exigencia!

No basta pertenecer materialmente a esa raza, por la circuncisión ritual. Sobre todo hay que corresponder al amor de Dios por una «circuncisión del corazón». Y esto es posible a todos los hombres, sin diferencia.

Jesús repetirá: los ritos no bastan... Dios puede, de esas piedras, dar «hijos a Abraham». (Mateo 3, 9)

¿Y yo, Señor? ¡cambia mi corazón! Haz que viva de veras mi vocación.

-Dios hace justicia al huérfano y a la viuda y ama al forastero a quien da pan y vestido.

Amad al forastero porque forasteros fuisteis vosotros en el país de Egipto.

¡Cuán ejemplares son esas páginas tan llenas de matices! Una de las obligaciones principales de ese pueblo «elegido» es «amar a los demás», a todos los demás, ¡a los forasteros particularmente! No hay que vanagloriarse de la propia elección: hay que vivirla adoptando los mismos sentimientos de Dios, el cual ama a todos los hombres.

«Amarás al Señor tu Dios y al prójimo como a ti mismo.. . »

NOEL QUESSON
PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 5
PRIMERAS LECTURAS PARA EL TIEMPO ORDINARIO
DE LOS AÑO IMPARES
EDIT. CLARET/BARCELONA 1983.Pág. 224 s.


1-2. /Dt/10/12-22 /Dt/11/07 /Dt/11/26-28

Este pasaje es un desarrollo homilético típico del Dt. Todo lo que se ha visto antes se convierte ahora (v 12) en punto de partida de la decisión. El amor y la misericordia de Yahvé siguen extendidos sobre vosotros y, pese a que habéis pecado contra él, Dios sólo os pide que le temáis. Es algo que toca al pueblo y que sólo él lo puede hacer, como concluye un comentario rabínico: «Todo está en las manos de Dios, ... excepto el temor de Dios» (Rashi, ad loc. = Ber 33b). El peso de los preceptos resulta más ligero cuando se sabe que es algo «que pide tu Dios» y que redunda en bien de Israel: «Que temas al Señor... que ames, sirvas a Yahvé... para tu bien» (10,12-13). El que tanto hizo por vosotros os pide que respetéis el pacto: si obedecéis os aseguráis la bendición; si os apartáis de Yahvé, os perseguirá la maldición (11,26-28). Sólo Yahvé es camino de salvación: no hay experiencia de otros dioses que salven. La bendición y la maldición que se plantean ahora son sanciones definitivas y hay que tomarlas absolutamente en serio. El pueblo se encuentra en la encrucijada de dos caminos: la alianza exige una opción existencial, decidirse personalmente por Dios.

El mandamiento principal de la alianza («amarás a Yahvé, tu Dios»: Dt 6,5) se despliega en sinónimos: «temer al Señor», «servirle», «obedecerle»... Si la misericordia de Yahvé fue radical, también lo ha de ser la respuesta del pueblo: la circuncisión debe llegar a lo más profundo del hombre («circuncidad vuestro corazón»: 10,16). Y de ese núcleo de la persona brotará una nueva relación con los demás. Recuerda tu pasado de esclavo en Egipto, para ponerte en el lugar del oprimido y amarle «desde él mismo». El huérfano, la viuda y el forastero son aquí imágenes vivas del desamparo social. Promover los derechos humanos de todos no es sino imitar a Yahvé: «Amaréis al emigrante, porque emigrantes fuisteis vosotros en Egipto» (10,19): la propia experiencia es fuente de enseñanza moral. También para Pablo, la experiencia de estar salvado debe llevar a una nueva relación con los hombres: "Habéis sido llamados a la libertad... que el amor os tenga al servicio de los demás" (Gál 5,13).

R. VICENT
LA BIBLIA DIA A DIA
Comentario exegético a las lecturas de la Liturgia de las Horas
Ediciones CRISTIANDAD.MADRID-1981.Pág. 540 s.


2.- Ez 1, 2-5.24-2, 1

2-1.

Abordamos hoy, y para dos semanas, la lectura del profeta Ezequiel. La catástrofe del 586, la destrucción de Jerusalén y de toda la vida institucional judía, de modo que ya no hay rey, ni Templo, ni culto, marca un viraje decisivo para el pueblo elegido: bajo la presión tan desconcertante de los acontecimientos, el sueño de un Estado temporal es sustituido por una «comunidad espiritual» despojada de toda posibilidad política.

El mismo Ezequiel, que era sacerdote, se encuentra entre los deportados, lejos de su país, lejos de su Templo. A orillas del río Kebar, en tierra pagana, ¡sigue encontrando a Dios!

-El quinto día del cuarto mes -era el quinto año de la deportación del rey Joaquín- la palabra de Dios fue dirigida al sacerdote Ezequiel, en el país de los caldeos, a orillas del río Kebar y allí sintió sobre él la mano del Señor.

Ya no está en un santuario. Está al aire libre, a orillas de un río. Dios está también allí.

¿Qué hacía Ezequiel en este momento? Estaba quizá agachado ante los látigos de los guardianes que vigilaban los pesados trabajos que se imponía a los deportados.

Como los prisioneros de todo tiempo, contaba los días.

-La mano del Señor se posó sobre mi.

No una «mano» física.

Admirable expresión para afirmar, como todos los profetas, el dominio de Dios sobre él.

-Tuve una visión: un viento huracanado, una gran nube con fuego fulgurante y resplandores en torno y en medio como el fulgor de un bronce brillante en medio del fuego...

Cada profeta tiene una manera muy personal de revelar su experiencia.

Ezequiel, como Isaías, ha quedado "deslumbrado", sumergido...

Las palabras que afloran a sus labios para balbucear algo pertenecen al vocabulario de las fuerzas cósmicas irresistibles: la tempestad, el relámpago, el fuego.

-En el centro distinguía la forma de cuatro seres vivos de apariencia humana. Oí el rumor de sus alas parecido al ruido del océano, a la voz del Todopoderoso, el rumor tumultuoso de un campamento.

Las imágenes se atropellan y se contradicen. Un ruido ensordecedor. Esas imágenes sólo están ahí para tratar de sugerir la transcendencia de Dios.

-Encima de la bóveda que dominaba sus cabezas, había algo como una piedra de zafiro en forma de trono y en lo más alto una figura de apariencia humana.

Ezequiel acumula las precauciones, multiplica las fórmulas aproximativas: "he visto como el fulgor... una forma de trono... una apariencia humana..." De hecho Dios está mucho más allá de toda imagen. Pero podemos servirnos de todo lo que nos eleva más allá de nosotros, de los espectáculos grandiosos de la naturaleza, por ejemplo, para hacernos una idea de su grandeza.

-Vi algo como fuego que producía un resplandor en torno... Era la visión de la imagen de la gloria del Señor.

Basta con evocar a "Jesús", humilde y pobre, y sin embargo "glorioso" para adivinar cuán variadas y contradictorias pueden ser las imágenes de Dios. Ninguna de ellas es suficiente.

Es preciso, sin duda dejarse aprehender por cada experiencia, sin negar los demás.

NOEL QUESSON
PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 4
PRIMERAS LECTURAS PARA EL TIEMPO ORDINARIO
DE LOS AÑOS PARES
EDIT. CLARET/BARCELONA 1984.Pág. 224 s.


2-2. /Ez/01/03-14  /Ez/01/22-28

La lectura de hoy nos sitúa al comienzo del libro de Ezequiel, presentándonos su vocación, precedida por una gran teofanía, que prepara el relato vocacional. En el texto, tal como lo tenemos actualmente, hay varios añadidos que, muchas veces, llevan a confusión.

Lo principal es, pues, buscar el sentido general de la visión.

La situación que contempla el texto es la siguiente: estamos alrededor del año 590. Hace cinco años que Nabucodonosor, rey de Babilonia, para castigar la rebelión de Joaquín -rey de Judá-, ha deportado a la casa real, a los nobles y artesanos hacia Babilonia, poniendo en Judá un rey-muñeco. Los deportados están lejos de la tierra prometida, de la ciudad santa, del templo. No tienen monarquía, ni culto, ni profeta. ¿Está ausente Dios? Los deportados ¿son todavía pueblo elegido? Son las preguntas que se hacen.

En esta situación llega la visión de Ezequiel. La narración intenta traducir la inefable experiencia de la presencia divina, que el profeta ha tenido, mediante imágenes y formas teológicas tradicionales, pero queriendo salvaguardar -por todos los medios- la trascendencia divina.

Por eso multiplica las palabras "semejante", «como», «una especie de», etc. Todos los demás elementos de la visión están destinados a confirmar esto. Encima de los seres animados, que representan a la vez la superioridad del hombre y la majestad y fuerza del reino animal: hombre, león, toro y águila (v 10), se levanta el firmamento (22), y encima del firmamento (como sobre una plataforma) una especie de trono (26) donde está la presencia de Dios o, más exactamente, su gloria. Ahora bien: los deportados saben con certeza que Dios está «también» presente en medio de los exiliados, en una tierra extraña: Dios no les ha abandonado.

La finalidad de la visión es confortar a los exiliados: Dios no está atado ni a un lugar, ni a una tierra concreta, ni a un templo determinado. Trasciende todos estos lugares. Dios está presente en medio de los hombres, estén donde estén y sean los que sean: ésta es la gran noticia, la buena nueva.

J. PEDROS
LA BIBLIA DIA A DIA
Comentario exegético a las lecturas de la Liturgia de las Horas
Ediciones CRISTIANDAD.MADRID-1981.Pág. 801 s.


3.- Mt 17, 21-26

3-1.

-Jesús anuncia su pasión, no inmediata.

Hemos meditado ya ese acontecimiento, relatado por Marcos 8, 3O y Lucas 9, 44. Mateo lo anota aquí, sin ningún comentario. Ocasión esta, para recordarnos que Jesús tenía muy presente el pensamiento de su "muerte". Cada vez que habla de ella es también para anunciar su "resurrección".

Si el misterio pascual tiene tanta importancia en nuestras vidas, la ha tenido antes en la vida de Cristo: es, manifiestamente, la cumbre de su vida y no un incidente o accidente fortuito. De ahí la importancia de la eucaristía, cuyo "memorial" es.

-Los que cobraban el "didracma", tributo anual para el templo, se acercaron a Pedro y le preguntaron: "Vuestro Maestro no paga el impuesto"? "¡Sí, cabalmente!"

Según la Ley, cada judío debía pagar un impuesto destinado a la conservación del Templo y a la ofrenda de los sacrificios. Es significativo que los recaudadores se dirijan a Pedro: aparecía ya como el responsable del grupo.

Es muy significativo también que Pedro responda espontáneamente "sí". Jesús es un ciudadano como los demás, un israelita piadoso, cumplidor de sus deberes.

Me agrada, Señor, verte mezclado a la vida cotidiana de tus contemporáneos: la ley de encarnación va hasta ese compartir totalmente la vida humana.

-Cuando llegó a casa se adelanto Jesús a preguntarle: "¿Qué te parece, Simón?..."

Ese debía de ser tu método preferido. No das enseguida la "solución", preguntas, haces reflexionar.

Qué bellos debían de ser esos diálogos sostenidos entre Tú y tus apóstoles, a lo largo de los días, cara a los acontecimientos... o al anochecer, en la calma de la casa...

Ayúdame también a ser una persona de diálogo, respetuoso con la opinión ajena, capaz de escuchar, sin imponer mis propias opiniones.

-Los reyes de este mundo, ¿a quiénes cobran tributos e impuestos? ¿a sus hijos o a los extraños? Contestó Pedro: "A los extraños" Jesús le dijo: "O sea, que los hijos están exentos..."

Una vez más, y a propósito de un pequeño suceso banal, nos adentramos en la psicología profunda de Jesús. Un día había dicho: "...hay aquí más que el Templo..." (Mateo 12, 6). Y, en otra ocasión; "Hay aquí más que Salomón." (Mateo 12, 42).

¡Pretensión orgullosa e insensata por parte de ese antiguo carpintero de Nazaret! Ahora bien, Jesús afirma hoy que ¡"el Hijo del rey" no paga el impuesto a su Padre! Jesús está "en su casa" en el Templo de Dios; normalmente, no tendría pues que pagar el impuesto del Templo.

-Sin embargo, para no escandalizarlos, ve al lago y echa el anzuelo; toma el primer pez que pique, ábrele la boca y encontrarás una moneda.

Reconozco aquí un rasgo de tu personalidad, Señor, no quieres dar escándalo. De nada sirve provocar. Es mejor "hacer como todo el mundo" en lo que no hay pecado. En nuestra vida y en la historia de la Iglesia, pueden darse situaciones en las que "habría razón" para obrar de otro modo, pero en las que es más razonable evitar un escándalo eventual, porque uno no sería comprendido.

¡Admirable humildad del Hijo de Dios, que "siendo de condición divina no reivindicó celosamente su igualdad con Dios", dirá San Pablo!

-Toma esta moneda de "cuatro dracmas~ y págales por mí y por ti.

Pues sí, finalmente Jesús paga el impuesto, para "dos personas", para sí mismo y para Pedro.

NOEL QUESSON
PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 2
EVANG. DE PENTECOSTES A ADVIENTO
EDIT. CLARET/BARCELONA 1983.Pág. 116 s.


3-2.

1. (Año I) Deuteronomio 10,12-22

a) En el libro del Deuteronomio -«la segunda ley»- sigue Moisés dando las ultimas recomendaciones a su pueblo, al final de la travesía del desierto.

La lógica es muy hermosa:

- Dios nos ha amado. Ese Dios que ha hecho los cielos y la tierra, el todopoderoso: «se enamoró el Señor de vuestros padres, los amó, y os escogió a vosotros entre todos los pueblos».

- Por tanto, ahora nos toca a nosotros corresponderle. Los verbos su suceden: «que temas al Señor, que sigas sus caminos, que le ames, que le sirvas, que guardes sus preceptos, que te pegues a él...».

Moisés concreta, una vez más, el amor a Dios relacionándolo con el amor al prójimo: ya que Dios «no es parcial ni acepta soborno, hace justicia al huérfano y a la viuda, y ama al forastero, dándole pan y vestido», también nosotros debemos hacer lo mismo: «amaréis al forastero, porque forasteros fuisteis en Egipto».

b) La lógica de Moisés sirve también para nosotros, que hemos experimentado el amor de Dios todavía más que los israelitas.

En Cristo Jesús nos ha elegido para hijos suyos. Nos ha dado la plenitud de la libertad y de la salvación. Nosotros sí que podemos decir con el salmo: «glorifica al Señor, alaba a tu Dios... que ha puesto paz en tus fronteras, él envía su mensaje a la tierra... con ninguna nación obró así».

Amar a Dios, servirle, seguir sus caminos: ahí está la verdadera felicidad para cada persona y la clave de la armonía y la prosperidad para la comunidad. Esos caminos de Dios no son sólo de oración y de culto, sino también de justicia y de caridad. «Circuncidar el corazón» es una invitación a que sepamos cortar por lo sano. Cuando un médico nos dice que hay que operar, que hay que extirpar algo de nuestro cuerpo para el bien del resto, no dudamos en obedecerle. ¿Y cuando nos lo pide la salud espiritual?

Seguir los caminos de Dios y cumplir sus mandatos no es exactamente la consigna que más se oye en nuestra sociedad. Pero es la que nos recuerda continuamente la Palabra de Dios, que, de ese modo, hace de contrapunto a las voces de este mundo. Es lo que vino a hacer y a enseñar Jesús: «mi alimento es cumplir la voluntad de mi Padre». Los que hemos orientado nuestra vida en esta dirección -responder con nuestro amor concreto al amor que nos ha mostrado Dios-, haremos bien en refrescar hoy nuestras motivaciones y la coherencia en nuestro estilo de vida.

1. (Año II) Ezequiel 1,2-5.24 - 2,1

Iniciamos hoy la lectura de un nuevo profeta, Ezequiel. Lectura que se prolongará durante dos semanas.

Ezequiel es un profeta muy singular, lleno de fantasía, imaginativo, con un lenguaje cargado de simbolismos. Era sacerdote en Jerusalén cuando, junto con otros muchos israelitas, fue deportado al destierro de Babilonia. Es un profeta, por tanto, que comparte con el pueblo la experiencia del mayor desastre nacional y religioso. Estamos entre los años 597-570 antes de Cristo.

Allí, junto al río Quebar, tiene las primeras visiones, con las que Dios quiere dar a entender a los que están en el destierro, pero también a los que se han quedado en Jerusalén -por poco tiempo, porque a la primera deportación va a seguir pronto la segunda-, cuáles son sus planes de salvación.

a) El pueblo está en el destierro. El profeta Ezequiel, también. Y a orillas del río, el profeta tiene la primera visión misteriosa.

Una visión mezcla de elementos cósmicos (viento, nube, relámpagos) y misteriosos: cuatro seres vivientes, con estrépito de alas, y sobre todo uno en forma humana, rodeado de luz y fuego. El profeta nos explica esta figura: «era la apariencia visible de la Gloria del Señor».

Esto es lo principal: también allí, en tierra extranjera, les alcanza la mano bondadosa de Dios. Dios ha viajado con su pueblo al destierro. Se abre la puerta de la esperanza.

b) En los períodos más dramáticos de la historia, Dios sigue cercano a su pueblo, suscitando profetas que ayuden a sus hermanos y les transmitan su voz. Personas que viven las mismas dificultades que los demás, y así, desde esa solidaridad, ejercen su misión profética.

Ante una desgracias personal o colectiva, estaría mal hecha la pregunta: ¿cómo lo permite Dios? ¿dónde está Dios en este momento? Porque el primero que compadece (que «padece-con») es Dios. Como cuando su pueblo sufría en Egipto. Como cuando pasaba hambre y sed en el desierto. Como cuando está en el destierro. Nunca deberíamos perder esta convicción. Aunque no sepamos explicarnos el porqué de los males que nos pasan ahora.

Probablemente, no tendremos visiones de ciencia ficción como las de Ezequiel para transmitir a los demás. Pero, si tenemos fe, sabremos ver la cercanía de Dios en los acontecimientos, en las personas, en la Iglesia, en sus sacramentos. Jesús nos dijo: «yo estaré con vosotros todos los días», «donde dos o tres están reunidos en mi nombre estaré yo», «tomad este pan, es mi Cuerpo»

Con esta convicción, nos tiene que salir espontánea la alegría del salmista: «Alabad al Señor en el cielo... los jóvenes y también las doncellas, los viejos junto con los niños, alaben el nombre del Señor... él acrece el vigor de su pueblo». Pues nos hacen falta vigor y ánimos en nuestra vida.

2. Mateo 17,21-26

a) Después de un nuevo anuncio de su muerte y resurrección -que entristece mucho a sus discípulos-, el pasaje de hoy se refiere al pago de un tributo por parte de Jesús.

Desde tiempos de Nehemías era costumbre que los israelitas mayores de veinte años pagaran, cada año, una pequeña ayuda para el mantenimiento del Templo de Jerusalén: dos dracmas (en moneda griega) o dos denarios (en romana). Era un impuesto que no tenía nada que ver con los que pagaban a la potencia ocupante, los romanos, y que recogían los publicanos.

Jesús pagaba cada año este didracma a favor del Templo, como afirma en seguida Pedro. Cumple las obligaciones del buen ciudadano y del creyente judío. Aunque, como él mismo razona, el Hijo no tendría por qué pagar un impuesto precisamente en su casa, en la casa de su Padre. Pero, para no dar motivos de escándalo y crítica, lo hace. En otras cosas no tiene tanto interés en no escandalizar (el sábado, el ayuno). Pero no se podrá decir que apareciera interesado en cuestión de dinero.

Lo del pez resulta difícil de explicar: probablemente, se refiere a una clase de peces con la boca muy ancha y que, a veces, se encontraban con monedas tragadas. En esta ocasión, encuentran un «estáter», que valía cuatro dracmas, lo suficiente para pagar por Jesús y por Pedro, con quien se ve que tiene una relación muy especial.

b) El pequeño episodio nos recuerda, por una parte, cómo Jesús se encarnó totalmente en su pueblo, siguiendo sus costumbres y normas. Como cuando fue circuncidado o presentado por sus padres en el Templo, pagando la ofrenda de los pobres. También en lo civil recomendó: «dad al César lo que es del César».

Aunque la enseñanza principal de Jesús fue cumplir la voluntad de Dios sobre nuestra vida: les anuncia a los suyos su disponibilidad total ante la misión que se le ha encomendado, salvar a la humanidad con su muerte y resurrección.

También a nosotros nos toca cumplir las normas generales de convivencia social, por ejemplo, las referentes a los tributos. No sólo por evitar sanciones, sino porque «la corresponsabilidad en el bien común exige moralmente el pago de los impuestos, el ejercicio del derecho al voto y la defensa del país» (Catecismo n. 2240).

Y, como en el evangelio de hoy se trata de un impuesto religioso, el de la ayuda al culto del Templo, es útil recordar que todos nos deberíamos sentir corresponsables de las necesidades de la comunidad eclesial, colaborando de los diversos modos que se nos proponen: trabajo personal, colectas de dinero para el mantenimiento del culto, la formación de los ministros, las actividades benéficas, las misiones, etc.

«Que temas al Señor tu Dios, que sigas sus caminos y le ames» (1ª lectura I)

«Se apoyó sobre mí la mano del Señor» (1ª lectura II)

«El acrece el vigor de su pueblo» (salmo II)

«Al Hijo del Hombre lo matarán pero resucitará al tercer día» (evangelio)

J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 5
Tiempo Ordinario. Semanas 10-21
Barcelona 1997. Págs. 250-254


3-3. CLARETIANOS 2002

Esta semana nos acompaña en la primera lectura la profecía de Ezequiel, sacerdote del Templo y primer profeta del destierro en Babilonia, a partir del año 592 a. C., en Tel Abib, junto al río Kebar. La gloria del Señor se hace visible en su profecía en un momento en el cual no es posible el culto. La ausencia de culto y templo lo sustituye Ezequiel por una pastoral en su casa. Es un sacerdote que quiere vivir en la fidelidad a la Palabra de quien ha experimentado el gozo de ser amo y la tristeza del desarraigo en su condición de esclavo en los trabajos del campo, de la artesanía, etc., en la periferia de la urbe.

La sorpresa de Ezequiel es que Dios le llama en la tierra de la opresión; allí, Dios sigue siendo el Dios del éxodo. Le llama a examinar la historia de su pueblo y llega a corregir las promesa anteriores hechas a la monarquía porque lo anunciado no se ha cumplido (34,23-24). Jamás Dios se casa con la injusticia. Dios está con la causa de los pobres, acompaña al oprimido, sigue el mismo camino de los desterrados. Su imagen de Dios es transcendente, por encima de la naturaleza, y a la vez, es el Dios cercano, de la vida, del perdón, que pacta de nuevo con el pueblo.

"Llenos están el cielo y la tierra de la Gloria del Señor" (Sal 148) , y quizá es más fácil percibir su brillo cuando la vida se sumerge en la penumbra de un futuro de dolor. El Hijo del Hombre sigue entregado a las manos de los hombres. Quien le recibe sabe de su dolor, de su poder de liberación personal en la debilidad.

La semana nos trae el testimonio martirial de algunos creyentes que, como Ezequiel, también supieron interpretar su momento y respondieron a la llamada, de modo que fueron transfigurados por la gloria de Dios. Si la gloria de Dios es la vida del hombre, en la entrega de la misma la encontraron para siempre. La obediencia a la Palabra de Jesús les llevó a recorrer el camino Pascual que hoy se propone a Pedro y a todo ser humano capaz de vivir esa libertad en medio del sufrimiento.

Miguel Niño, cmf. (cormariam@planalfa.es)


3-4. 2001

COMENTARIO 1

vv. 22-23: Mientras caminaban juntos por Galilea les dijo Jesús: Al Hijo del hombre lo van a entregar en manos de los hom­bres y 23lo matarán, pero al tercer día resucitará. Ellos quedaron consternados.

De nuevo en Galilea. Han vuelto del territorio de Cesarea (16, 13). Segunda predicción de la muerte-resurrección, muy distinta de la primera (16,21). Usa Jesús la denominación «el Hijo del hombre», de valor extensivo. Lo que afirma toca, por tanto, en primer lugar a él, pero también a sus seguidores (cf. 10,17). No menciona lugar ni perso­najes concretos; sus asesinos se­rán «hombres». Repite que la muerte no es lo definitivo; en breve tiempo se manifestará la vida.

La oposición entre los «hombres» y «el Hijo del hombre» es común en los evangelistas. Si el Hijo del hombre se caracteriza por poseer el Espíritu de Dios, «los hombres» son los que carecen de él y no comprenden ni secundan el plan de Dios (16,13.23). Aquí son «algunos hombres» (sin artículo), que representan, en el caso de Jesús, a las autoridades judías. Jesús, el Hombre- Dios (1,23), lleva en sí la vida que le permite levantarse de la muerte.

La reacción de los discípulos no es de fe-adhesión; quedan desolados ante la perspectiva de la muerte. Tampoco los que han es­tado presentes a la escena de la transfiguración han entendido.

v. 24: Cuando llegaron a Cafarnaún, los que cobraban el impuesto del templo se acercaron a Pedro y le preguntaron: ¿Vuestro maestro no paga el impuesto?

«El impuesto del templo»: lit. «las didracmas», impuesto anual que todo judío de Palestina o del extranjero había de pagar al templo desde los veinte años (Ex 30,11-13; 38,26; cf. Neh 10,33s). Dos dracmas es el equivalente a dos días de jornal. Se cobraba el impuesto en la segunda quincena de marzo (Adar); en Nisán (Abril), que señalaba el comienzo del año litúrgico, tenía que estar cobrado. La Pascua no estaba lejos.

La pregunta de los recaudadores a Pedro espera respuesta afir­mativa, pero dejando abierta la posibilidad contraria. Los sacer­dotes y algunos rabinos pretendían estar exentos de pagar el im­puesto. Dado que a Jesús se le llama maestro, podría pretender el mismo privilegio.

vv. 25-26: Contestó: Sí. Cuando llegó a casa se adelantó Jesús a preguntarle: ¿Qué te parece, Simón? Los reyes de este mundo, ¿a quiénes les cobran tributos e impuestos, a los suyos o a los extraños? 26Contestó: A los extraños. Jesús le dijo: O sea, que los suyos están exentos.

Pedro, sin más, responde afirmativamente, mostrando su concepción de un Mesías que respeta y continúa las instituciones de Israel. No le penetran las predicciones que ha hecho Jesús de su muerte (16,21; 17,22s); a pesar de la increpación de Jesús (16,23) y de la transfiguración (17,l ss), su idea sigue siendo la humana (16,23). Jesús le da la lección, ampliando el caso a los tributos reales. «Los reyes de este mundo», expresión judía corriente en oposición con «el rey del cielo»; «a los suyos» (lit. «de sus hijos», cf. 8,12). Se refiere a los súbditos de su reino; son los extraños / extranjeros, es decir, los pueblos sometidos, los que pagan el tri­buto. Jesús y sus discípulos son los ciudadanos del reino de Dios y están exentos del pago. Como el texto juega con el doble signi­ficado de «hijos», súbditos del rey / hijos de Dios, se escoge una traducción («los suyos») que permite ambos sentidos.

La frase central del pasaje es «los suyos están exentos» (lit. «libres son los hijos»). Tal ha de ser la conciencia de la comu­nidad cristiana. La condición de hijos de Dios lleva consigo la ab­soluta libertad respecto a toda clase de poder e imposición.

v. 27: Sin embargo, para no escandalizarlos, ve al mar y echa el anzuelo; coge el primer pez que saques, ábrele la boca y encontrarás una moneda; cógela y págales por mí y por ti.

Ni Jesús ni los suyos tienen ninguna obligación de pagar. Si lo hacen, no es por respeto al templo, sino al pueblo. «El escán­dalo» es un tema de Mt (cf. 5,29; 11,6; 13,21.57; 15,12; 18,6, etc.).


COMENTARIO 2

El texto de hoy esta construido a partir de dos pequeñas unidades literarias: la primera corresponde a un segundo anuncio de la pasión: "El Hijo del Hombre va a ser entregado en manos de los hombres" (17, 22-23), y la segunda parte tiene que ver con el pago del tributo del templo (17, 24-27). Las dos unidades aparentemente no tienen relación; sin embargo, su punto de encuentro lo podemos descubrir en el tema de la pérdida de la propia vida por causa las autoridades civiles y religiosas.

El acento de estos primeros versículos (vv. 22-23) está puesto sobre la inminencia de la pasión de Jesús. Los discípulos se juntan inquietos en torno a él, o más bien, todos los discípulos vuelven a encontrarse alrededor de Jesús después de la separación de la transfiguración. Desde ahora, la pasión y los sufrimientos de Jesús son inminentes; él ve con claridad el fin que le espera y por tanto le habla a sus discípulos de ello.

Mateo dice que Jesús va a ser "entregado", es decir, va a ofrecer la vida, va a padecer a manos de los hombres y la consecuencia de ello es que lo "matarán". Al igual que en los otros anuncios de la pasión, a la afirmación de la muerte, aquí también le sigue inmediatamente la de la resurrección: "y al tercer día resucitará". Se puede percibir en el tono de estas palabras un contenido catequético y litúrgico de una profesión de fe vivida por las primeras comunidades cristianas.

La segunda parte del texto tiene que ver con el pago del tributo del templo (vv. 24-27). Estos versículos son propios de Mateo. El texto constituye un testimonio histórico precioso de la actitud de Jesús y de los primeros cristianos frente al tributo del templo e incluso frente al poder político, económico, social y religioso de su tiempo. En las palabras de Jesús no podemos ver sólo su actitud frente al templo de Jerusalén, sino también ante el poder político de su época. Supuesto esto, es obvio pensar que el relato sobre el tributo al César significa que hay que pagar, pero como hombres libres, porque hay que darle al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios. Sumisos sólo a Dios y a su proyecto de justicia y dignidad, porque él pagará el tributo a la ley en la persona de su hijo.

1. J. Mateos-F. Camacho, El evangelio de Mateo. Lectura comentada, Ediciones Cristiandad, Madrid

2. Diario Bíblico. Cicla (Confederación Internacional Claretiana de Latinoamérica)


3-5. 2002

Dos partes claramente diferenciadas por las circunstancias de lugar y por la temática se pueden señalar en el texto evangélico. La primera comprende los vv.22 y 23, la segunda los vv. 24-27.

En la primera parte la acción se desarrolla en los caminos de la Galilea. En ese escenario Jesús vuelve a anunciar su Pascua que culmina en la resurrección pero que incluye la entrega y la muerte.

La oposición de los discípulos no es tan decidida como la de Pedro luego del primer anuncio pero continúan sin comprender el sentido más profundo del acontecimiento. Su “consternación” (v.23) brota no tanto del anuncio de la separación de su Maestro debido a su próxima muerte sino de la imposibilidad de aceptar que la resurrección sólo puede alcanzarse al final de este camino de sufrimiento y muerte. El triunfalismo de Pedro que después del primer anuncio quería impedir la Historia de la Pasión se convierte aquí en resignación fatalista que impide a los discípulos abrirse al sentido de los acontecimientos.

En la segunda parte se cambia de escenario. Ahora en la ciudad de Jesús, Cafarnaún (cf. 9,1) se encuentran éste y sus discípulos. Pero además, de ellos , intervienen en el episodio los cobradores del impuesto para el templo. La pregunta de éstos será el punto de partida para el desarrollo de la acción.

La pregunta se dirige a determinar la actitud de Jesús frente a este impuesto. En el trasfondo histórico la época del evangelista tendía a establecer el tipo más general de comportamiento que la comunidad debía asumir frente a la dirigencia farisea. La discreción del escritor busca evitar la agudización de los conflictos con dicha representación institucional.

Pero más allá de estas circunstancias, el texto indica las actitudes del cristiano frente a las mediaciones humanas en el marco de su libertad filial.

Primeramente, Pedro da a la pregunta una respuesta afirmativa (v.25a). Y con ocasión de esta respuesta Jesús establecerá para los discípulos la línea de conducta a seguir. Para ello, dirigirá a Pedro una pregunta en que el impuesto al templo se convierte en un caso particular que es expresión de algo más general referido a todo impuesto.

Ya en la pregunta se plantea la distinción entre “los suyos (sus hijos)” y “los extraños” (v.25b) en las disposiciones que, para el cobro de los impuestos, establecen los “reyes de este mundo”. Estos ávidos en recabar dinero de las poblaciones conquistadas , sin embargo, eximen a los suyos de esa obligación. Pero Jesús inmediatamente imprime un giro decisivo a la cuestión. Los hijos del Reino, los que aceptaron a Jesús como Hijo del Padre están libres del impuesto del Templo. Jesús los ha liberado de esta obligación.

Sin embargo, como quiere evitar una ruptura que exacerbe los conflictos con la autoridad religiosa señala un camino para poder cumplir con la obligación. Invita a Pedro a realizarlo mediante la práctica de su oficio de pescador. El pez, encontrado por Pedro es don gratuito de Dios que le posibilita pagar por sí mismo y por Jesús, ligándolo de esa forma más íntimamente con Él.

Esta unión realizada en la obediencia de la fe a la Palabra de su Maestro, exige de Pedro realizar el mismo camino de Jesús hacia la Pascua. Esta produce la liberación plena del hombre, lo constituye hijo de Dios lo mismo que a Jesús y capacita al discípulo para poder vivir esa libertad en medio de las opresiones y sufrimiento de este mundo.

Diario Bíblico. Cicla (Confederación Internacional Claretiana de Latinoamérica).


3-6. DOMINICOS 2003

Palabras de amor y temor filial
Del libro del Deuteronomio 10, 12-22:
“Moisés habló al pueblo y dijo: Israel ¿quieres saber lo que te exige el Señor tu Dios? Que temas al Señor tu Dios que sigas sus caminos y le ames, que sirvas al Señor tu Dios con todo el corazón y con toda el alma, que guardes los preceptos del Señor tu Dios... Circuncidad vuestro corazón; no endurezcáis vuestra cerviz; que el Señor vuestro Dios es Dios de dioses y Señor de señores, Dios grande, fuerte y terrible... Amaréis al forastero, porque forasteros fuisteis en Egipto. Temerás al Señor tu Dios...”

El mensaje de ese fragmento del Deuteronomio en tan amplio que no cabe en el texto litúrgico de un día: hemos de amar a Dios con temor reverencial de hijos, dedicarle nuestro corazón, tener impresas las señales de fidelidad, adorarlo sólo a Él y cuidar al forastero que es hermano... Tal es un camino real de vida.

Evangelio según san Mateo 17, 21-26:
“Mientras Jesús y sus discípulos recorrían Galilea, les dijo Jesús: Al Hijo del hombre lo van a entregar en manos de los hombres; lo matarán; pero resucitará el tercer día. Ellos se pusieron muy tristes.

Cuando llegaron a Cafarnaúm, los cobradores de las dos dracmas de impuestos, preguntaron a Pedro: vuestro Maestro, ¿no paga las dos dracmas? Contestó: sí.

Y cuando llegaron a casa, Jesús le dijo a Pedro: Simón, los reyes de este mundo ¿a quién cobran impuestos y tasas, a sus hijos o a los extraños? Pedro le respondió: a los extraños. Entonces, le dijo Jesús, los hijos estamos exentos. Pero, para no dar mal ejemplo, echa el anzuelo, coge el primer pez y ábrele la boca, y encontrarás una moneda de plata. Paga por ti y por mí”

También este texto evangélico contiene demasiadas cosas: primero, la catequesis de Jesús preparando a sus discípulos para los días finales de su pasión, muerte y resurrección, sin que ellos le comprendieran; después, un signo de Jesús, Hijo del Padre, que, siendo Señor, se somete a la disciplina de los hombres, por delicadeza y ejemplo. Delicadeza y amor se dan la mano.



Momento de reflexión
¿Qué nos pide el Señor hoy?
Es bueno que nos lo preguntemos en torno a la mesa o banquete eucarístico y a la escucha de la Palabra, y que nos imaginemos como reunidos con Moisés para compartir sus sentimientos y mensaje.

Dios nos pide hoy lo mismo que pidió ayer: fidelidad a Él y a sus hijos, los hombres; alma dispuesta a captar su voluntad que siempre nos hará ser felices en la docilidad y libertad; mano tendida al que está o pasa a nuestro lado, para que nadie se sienta extraño entre nosotros.

Pedro, paga por ti y por mí.
¡Qué gracia y detalle el de Jesús pidiendo al pez dos monedas! Jesús poseía evidentemente un altísimo sentido de la justicia, amor y paz. Y, aunque se sentía en el mundo como en la casa del Padre, no hacía gala de ello sino que se atenía a las condiciones reales que en una sociedad se imponen como garantía de subsistencia y de un mínimo bienestar seguro.

La anécdota de pedir al pez que le diera una moneda de plata es buen símbolo. Podemos interpretarlo como una pequeñez; como si dijera: lo material –al menos en una mínima proporción- es relativamente fácil adquirirlo, para cumplir con las leyes externas; lo difícil para cada uno es sacar adelante un proyecto de salvación , realizar obras grandes en el espíritu, por encima de sí mismo.

La vida en el espíritu requiere, además de un poco de plata y oro para el pan de cada día, un gran corazón, cuajado en la virtud, solidaridad, preocupación por los demás, y necesitado de oración y encuentros con Dios Padre.


3-7.

Lunes 11 de agosto de 2003
Clara, Martín de Tours

Dt 10, 12-22: Circunciden su corazón; amarán al forastero
Salmo responsorial: 147, 12-15.19-20: Haz amado, Señor, un pueblo de pobres
Mt 17, 22-27: Lo matarán pero resucitará

El texto presentado por la liturgia contiene dos temas: Jesús habla de nuevo de su inminente muerte y resurrección (vv. 22-23) y el tema del pago del impuesto del Templo (vv. 24-27). Así, en el primer tema el hilo de los acontecimientos apunta a los días finales en Jerusalén y también se insiste en el punto central: la identidad plena de Jesús como Hijo de Dios. La pasión se cierne sobre la persona de Jesús como algo próximo e inevitable. De esta manera Jesús advierte una vez más (cf 16,21) a sus seguidores sobre lo que va a suceder allí. Aunque ha de sufrir y morir, el acento se pone de nuevo en la resurrección, pues ésta es la garantía del Siervo/Hijo del hombre (Is 52,13; 53,10). Los discípulos se entristecen mucho porque todavía no han entendido la razón por la que Jesús ha de sufrir y a su inseguridad por el papel que ellos han de desempeñar en todo ello (cf 16,24-26).

La cuestión del impuesto del Templo, recaudado en Galilea antes de la Pascua, era un impuesto anual que se cobraba a todos los judíos varones de más de veinte años de edad para pagar los sacrificios públicos habituales y los de las festividades. La cantidad se basa en Ex 30,11-16 y era más que suficiente. Al tener todos que pagar este impuesto se convirtió en un modo de identificarse como miembro de la comunidad judía. Así la mayoría de los judíos varones lo pagaban, aún cuando les trajera sin cuidado el culto sacrificial y el Templo de Jerusalén. La razón de que a Pedro le preguntaran si Jesús pagaba dicho impuesto pudo ser la existencia de cierta duda sobre si los sacerdotes y rabís tenían que pagar. Puesto que iban a ir a Jerusalén para la Pascua, Pedro supone que Jesús pagará. Cuando se encuentran Jesús le plantea a Pedro la cuestión acerca de la validez del impuesto. En los reinos de la tierra, los gobernantes no gravan a sus familias con impuestos ni contribuciones. Pedro, que había confesado que Jesús era Hijo de Dios, ha de reflexionar ahora sobre un dilema: si Jesús es el Hijo de Dios, no estará obligado a pagar, pues es la casa de su Padre. Que los hijos están exentos constituye el principio del que se deduce que el Hijo de Dios está exento del impuesto del Templo. Todo el culto sacrificial del Templo se pone en tela de juicio de nuevo (cf Os 6,6) pues esto se aplica a los cristianos, especialmente dentro del contexto de la comunidad judeocristiana de Mateo. Sin embargo, para no escandalizar a nadie por falta de entendimiento, Jesús se ajusta a la costumbre.


Al igual que los evangelistas Marcos y Lucas, Mateo también recuerda los tres grandes anuncios de su pasión. La enseñanza es que Jesús tiene clara conciencia a dónde se dirige. Jesús ve este anuncio no con los ojos del “yo” personal que debe inclinarse ante una voluntad superior sino con los ojos del Hijo del hombre ante quien no hay nada oculto. Ahora habla “de los hombres” de manera simple pero con mayor profundidad pues en realidad son los hombres los enemigos de Dios (Rom 5,10), que deben ser reconciliados con él. Esa es la finalidad de la pasión: salvar el abismo entre Dios y los seres humanos, para que éstos puedan tener acceso a Dios. Agradezcamos a Cristo esta redención.

La parte más larga de este texto que meditamos hoy es sobre el pago de un impuesto al Templo que debían hacer todos los varones. Este episodio que sólo se encuentra en Mateo destaca el protagonismo de Pedro y la invitación del evangelista a los miembros de su comunidad para que solucionen pacíficamente cualquier diferencia que pudiera existir entre ellos a causa de la distinta manera de entender el mensaje cristiano. Por otra parte, la respuesta de Jesús esta basada en una comparación profunda: el Señor del templo era Dios. Jesús es su Hijo. Los que creen en Jesús participan de esta filiación. Su libertad nace de su calidad de hijos. Pero, junto a esta libertad, quiere expresar también Jesús una actitud de respeto frente a la posible obligación legal y frente al templo en cuanto que es la casa de Dios. Y paga el impuesto. Jesús hizo muchas cosas a las que, por su calidad de Hijo, no estaba obligado; sin embargo, para que su libertad no ofendiera el sentir común, en este caso como en otros, paga el impuesto en cuanto tenía un significado religioso. Ante ciertos deberes sociales o políticos, el ejemplo de Jesús nos enseña que obedecer con libertad y no por miedo o servilismo es pagar un justo impuesto a la convivencia humana. Nos enseña a saber cumplir, como cristianos que estamos en el mundo sin ser de él, de manera coherente los deberes sociales y políticos de las sociedades en las que nos desenvolvemos.

Finalmente el recurso al milagro del pez, sirve para poner de relieve su calidad de Hijo: es el Padre quien ha proporcionado lo necesario para pagar el impuesto.

SERVICIO BÍBLICO LATINOAMERICANO


3-8. El tributo del templo

Fuente: Catholic.net
Autor: P . Clemente González

Reflexión:

Si nos pusiéramos a contar los sueños irrealizados, los proyectos personales sin concluir, las ideas que no han tomado forma, llenaríamos muchas cajas.

El joven que no concluye sus estudios, la chica que no se decide a formar un hogar, el empresario que no se atreve con un negocio, el profesor que no se actualiza, son ejemplos de personas que no llegan a realizarse en sus vidas.

Y tú, ¿quieres conseguir el ideal que te has propuesto en la vida? ¿estás dispuesto a pagar el “impuesto” que supone el sacrificio de luchar hasta lograr el objetivo?

Gracias a Dios, hay muchos hombres y mujeres que lo han conseguido antes que nosotros. Inventores como Bell, científicos como Pasteur, santos como San Javier, pagaron en su vida con el dinero justo, la moneda precisa.

Cristo nos invita a dar lo necesario de nuestra parte, para no quedarnos a medias, entre sueños e ilusiones, sino que nos ofrece el camino de su cruz, que es el sacrificio, para llevar nuestro ideal de vida hasta el fin.


3-9.

Reflexión

Este breve pasaje nos ilustra cómo el cristiano está obligado a cumplir con las obligaciones puestas por el Estado, de la misma manera que Jesús lo hizo y enseño a sus discípulos a realizarlo. Y es que, aun viviendo en el Reino, estamos sujetos a la vida social, a la vida civil, y es precisamente ahí en donde, con nuestro testimonio, podemos construir una sociedad más justa, más humana y más libre. Es mediante nuestras acciones como vamos transformando el orden social, por lo que el pago de nuestros impuestos, el acudir a las urnas a votar en tiempos de elección, el pertenecer a organizaciones y partidos políticos y de servicio no solo es un derecho sino una verdadera obligación de cada cristiano. No pertenecemos a este mundo, pero vivimos en él y tenemos la encomienda recibida de Jesús de transformarlo. Seamos responsables en todo lo que concierne a la vida civil, política y social de nuestro país, hagamos de él (cada uno de acuerdo al don que Dios le ha dado) un lugar en donde el amor y la paz sean una verdadera realidad.

Que pases un día lleno del amor de Dios.

Como María, todo por Jesús y para Jesús

Pbro. Ernesto María Caro


3-10.

Ez. 1, 2-5. 24-28. Dios jamás abandonará a los suyos. Los Israelitas han sido deportados, lejos de su tierra. En medio de la añoranza por la tierra y por el templo de Dios, el Señor se hace presente en medio de ellos, cercano, como en figura humana, para consolarlos, invitarlos a la conversión y librarlos de la mano de sus enemigos. Por muy pecadores que seamos, el Señor siempre nos seguirá amando y saldrá a buscarnos con gran amor, hasta encontrarnos y llevarnos de vuelta a casa. Tanto amó Dios al mundo, que le envió a su propio Hijo para librar al mundo del pecado. Por medio de Cristo Jesús, Dios, hecho hombre, se hizo cercano a nosotros. En Cristo hemos conocido la Gloria de Dios, pues, amándonos, Dios se nos manifestó como el Dios misericordioso y compasivo para con cada uno de nosotros. Y ese es el camino de la Iglesia, manifestar el Rostro amoroso y misericordioso de Dios a la humanidad entera.

Sal. 148. Ojalá y no sólo el cielo y la tierra estén llenos de la gloria de Dios para que la contemplemos, sino que lo esté también en nuestra vida toda, para que disfrutemos al Señor como centro de todo nuestro ser. Entonces no sólo alabaremos al Señor, sino que toda nuestra vida será una continua alabanza de su Santo Nombre. ¿Cómo no alabar a nuestro Dios y Padre, con un corazón agradecido, especialmente por la Redención realizada por Jesucristo? ¿Cómo no alabarlo porque por medio de la Iglesia esa Redención llega hasta nosotros con todo su poder salvador? ¿Cómo no alabarlo porque por medio de los sacramentos, especialmente por medio de la Eucaristía, nos hace sus hijos, nos conforma a la imagen de su Hijo Unigénito por obra del espíritu Santo y se convierte en el Pan que nos da Vida eterna, porque nos une a sí mismo como las ramas están unidas al tronco, para que produzcamos frutos abundantes de buenas obras? Elevemos nuestro corazón a Dios, démosle gracias y alabemos todos juntos su poder, su amor y su Santo Nombre por todo el bien que nos ha hecho.

Mt. 17, 22-27. Jesús, entregado en manos de los hombres, padece, de parte de ellos, la muerte. Jesús, entregado en manos de su Padre Dios, recibe, de parte de Él, la resurrección para entrar nuevamente en la Gloria que le corresponde como a Hijo unigénito del Padre. La muerte de Cristo es el tributo que Él paga para rescatarnos del pecado y de la muerte y hacernos, junto con Él, hijos de Dios; de tal forma que en adelante ya no hemos de vivir para nosotros, sino para Aquel que por nosotros murió y resucitó. La Gracia de la Redención ha sido puesta en manos de la Iglesia especialmente por medio de la Eucaristía, Memorial del Misterio Pascual de Cristo. La Iglesia ofrece esta Moneda de gran valor para el perdón de las faltas cometidas por la humanidad pecadora, con la que Cristo quiso hacerse solidario para clavar en la cruz el documento que nos condenaba.

En la Eucaristía el Señor entrega, como Memorial, su vida para el perdón de nuestros pecados. Él se acerca a nosotros en los signos sacramentales del Pan y del Vino, convertidos en su Cuerpo y en su Sangre. Él nos habla por medio del Ministro consagrado, tal vez signo demasiado pobre, pero escogido por Dios y puesto al frente de su Pueblo para conducirlo a la salvación. No son las apariencias, sino la fe la que nos une a nuestro Dios y Padre. Él sabe de nuestro alejamiento; ante Él no podemos ocultar nuestros pecados. Y sin embargo Él nos sigue amando. Él se acerca a nosotros para ofrecernos su perdón, su vida y su paz. Él nos quiere con Él eternamente. Vivamos con una fe auténtica estos momentos en que nos unimos al Señor, y en que Él se nos da como alimento de Vida eterna. Hagamos nuestra su vida y su misión. Hechos uno con Él vayamos al mundo para manifestarle la Gloria de Dios desde una vida llena de amor, de alegría, de paz y de misericordia para con todos.

¿En verdad nosotros también entregamos nuestra vida para que la salvación llegue a todos? Ojalá y no nos conformemos únicamente con anunciar el Nombre del Señor con las palabras. El Evangelio se ha de encarnar en cada uno de nosotros. Así la Iglesia debe ser el Evangelio viviente del Padre a través de la historia. Día a día debemos ser entregados en manos de los hombres para que reciban, desde nosotros, la salvación y el amor Dios que los salve. No hemos de tener miedo en convertirnos en una Eucaristía viviente en el mundo. Eucaristía que se convierte en acción de gracias porque el mundo disfruta de una vida nueva a costa de la entrega amorosa de cada uno de nosotros, unidos al Sacrificio Redentor de Cristo, en favor de los demás. Y esto no porque el poder salvador sea algo inherente a nuestra naturaleza humana, sino porque el Señor, cuyo Espíritu habita en nosotros, realiza la obra de salvación por medio de la Iglesia. Por eso no nos convirtamos en ocasión de pecado y de muerte para los demás, sino que seamos los primeros en convertirnos en la moneda de rescate para el perdón de los pecadores y en fuente de vida y salvación para todos, pues Dios, que estará siempre con nosotros, hará su obra de salvación en el mundo por medio nuestro.

Roguémosle al Señor, por intercesión de la Santísima Virgen María, nuestra Madre, que nos conceda la gracia de trabajar por el Reino de Dios entre nosotros, sin importarnos si para que la salvación llegue a todos, tengamos incluso que entregar, como precio, nuestra propia vida. Amén.

Homiliacatolica.com


3-11. Fray Nelson Lunes 8 de Agosto de 2005
Temas de las lecturas: No cierren su corazón. Amen al forastero, porque también ustedes lo fueron en Egipto * Lo matarán, pero resucitará. Los hijos están exentos de impuestos.

1. ¿Por qué mandamientos?
1.1 En general sentimos que las restricciones son fastidiosas y que nos encarcelan. Como los Mandamientos implican restricciones es natural que nos preguntemos qué pasa si no los cumplimos.

1.2 A veces es bueno comparar a los mandamientos con las normas de tráfico. En una carretera hay un letrero que dice que la velocidad máxima permitida es de 60 mph, por dar un ejemplo. Un joven amante de la velocidad se pregunta por qué le limitan su deseo de correr en su automóvil nuevo y aprovecha una noche en que no ve ningún policía para correr hasta el tope de lo que le da su motor. ¿Qué podemos suponer que le va a pasar?

1.3 Uno entiende que si alguien puso ese límite de velocidad no fue por capricho. El camino tiene algunas curvas con limitada visibilidad. El joven de nuestra historia va a más de 100 mph cuando no logra tomar una curva; su carro sale volando por la barda y el muchacho, aunque no muere, queda paralítico. Es una historia real.

1.4 Algo así pasa con los Mandamientos. ¿Qué le pasa al mundo, a este mundo que vemos, cuando no obedece los mandamientos de Dios? Pasa que al principio pensamos que no nos va a pasar nada. El que pueda robar, roba; el que quiere ser infiel con la esposa, lo es; el que no quiere rezar ni honrar a Dios, así lo hace. Y todo parece normal. Pero el tiempo pasa y empezamos a darnos cuenta del triste curso de los acontecimientos. La familia se desmorona. Muchos jóvenes se crían solos. Los vicios se multiplican. Entonces entendemos que los mandamientos, aunque nos parezcan restricciones, son en realidad protección para nuestras vidas y para nuestra misma felicidad.

2. ¿Y si estoy en desacuerdo?
2.1 Hay maneras de no estar de acuerdo, y razones para no estar de acuerdo. Tú sabes que los niños a veces toman la actitud de "no, porque no". No es lo mismo estar en desacuerdo "porque sí" o "porque yo digo", que estar en desacuerdo por algunas razones debidamente sustentadas y expuestas.

2.2 ¿Qué razones podríamos tener para estar en desacuerdo? Miremos un caso típico: el caso de los anticonceptivos artificiales. Pienso que sobre este tema es bueno tener una perspectiva más amplia de la que es usual.

2.3 Un ejemplo. Si una persona utiliza cada mañana un aerosol, de los que destruyen la capa de ozono, no ve cada mañana más agujereado el cielo. Para él el cielo sigue siendo igual cada día. Sin embargo, su acción, unida a la de millones de otras personas, simplemente está destruyendo el planeta tierra.

2.4 Algo así sucede con las cosas relativas a la sexualidad: no sólo la anticoncepción, sino también la pornografía, la masturbación, la inestabilidad matrimonial, y muchas más. Cada persona vive SU sexualidad, seguramente en privado, tal vez al escondido. Pero su pequeño acto puede estar desfigurando el sentido del amor para la especie humana. Cuando se levanta del lecho de la infidelidad no piensa que ha hecho algo demasiado grave, pero en realidad su falta, unida a las de millones de personas, hace que cada vez nos resulten más difíciles la paciencia, la abnegación y la generosidad sion los cuales no existen matrimonios felices.

2.5 Es un asunto de "clima", podríamos decir. Resultaría más cómodo para el gobierno no cansar a los ciudadanos con advertencias sobre el uso de un aerosol en el baño de tu casa, pero un buen gobierno mira no sólo el gusto de la persona sino el bien común del país o incluso de la especie.

2.6 No debemos pensar que los pecados sexuales son los más graves de todos, pero sí sabemos que en el largo plazo marcan para bien o para mal el futuro de las relaciones afectivas de millones de personas y son la atmósfera en la que sobrevivirán o naufragarán millones de familias.

2.7 Los Papas no son gente caprichosa. Te invito a que conozcas un poco sus vidas y pronto verás por qué hacen lo que hacen. Son gente que se acostumbra a pensar en el bien común, y por eso, aunque a veces tengan que decir cosas que a la gente no le gusta oír, prefieren sufrir un poco ese disgusto, porque piensan en un futuro mejor para todos.

2.8 En nuestras sociedades, marcadas por el individualismo y el inmediatismo, no estamos acostumbrados a pensar en el bien común. No se nos ocurre fácilmente que nuestros actos pequeños hagan más bello o más feo, más habitable o más duro este mundo.

2.9 El pueblo de la Biblia, por el contrario, tenía esa clase de perspectiva de un modo más frecuente, intenso y natural. Sabían, por ejemplo, que si tú perteneces a un grupo pequeño que va por el desierto y cada uno empieza a desear la mujer ajena pronto el campamento se llenará de venganzas, celos y... cadáveres. Es sólo un ejemplo.

2.10 Lo que quiero decir es que, si adoptamos una visión más amplia y completa entendemos que una sexualidad y en general una vida según los mandamientos divinos es lo mejor que puede sucederle al mundo.


3-12.


3-13.