JUEVES DE LA SEMANA 17ª DEL TIEMPO ORDINARIO

 

1.- Ex 40, 14-19.32-36

1-1.

-Moisés obedeció todas las prescripciones del Señor. Erigió la morada de la «Tienda de Reunión».

Diversos textos bíblicos describen en detalle los objetos del culto y las ceremonias litúrgicas. Sería imposible proponer una reconstitución real de lo que fue, de hecho, ese «santuario» del desierto, porque encontramos en él parecidos con el Templo de Jerusalén que, evidentemente tuvieron que ser añadidos mucho más tarde. De otra parte, nuestro punto de vista no es arqueológico, sino espiritual.

-Moisés asentó las basas, colocó los tableros y los travesaños y erigió sus postes; desplegó la Tienda encima, tomó las «tablas de la Ley» y las colocó dentro del arca, puso el propiciatorio encima del arca...

Fijémonos en que se trata de una «tienda» un abrigo frágil y transportable, que se desmonta a cada partida y se remonta a cada nueva etapa.

El Dios de Israel es un Dios que «hace camino» con su pueblo. Es invisible... pero tiene en cuenta el deseo de «signos» y acepta que los hombres materialicen un lugar que simbolice su Presencia. La palabra «tienda» es a veces sustituida en nuestra lengua por «tabernáculo», del latín «tabernaculum». «El Verbo se hizo carne, y erigió su tienda. » Estamos pues ante un primer jalón, de simplicidad emocionante, de lo que será después el lugar de una presencia real aunque misteriosa, en nuestras capillas e iglesias.

¿Utilizo la visita al «Tabernáculo», al Sagrario, como una ayuda a mi sensibilidad, para facilitar un cierto tipo de oración?

-Las tablas de la Ley...

La Tienda de Reunión no contenía ninguna representación figurativa... ¡sino solamente "los diez mandamientos"! Podríamos sacar de ello algunas sugerencias útiles: la verdadera Presencia de Dios se realiza allá donde unos hombres y unas mujeres, en su vida cotidiana, cumplen la «voluntad de Dios». Amar y adorar a Dios. Amar y respetar al prójimo: he ahí lo que debería hacernos encontrar su Presencia.

«Lo que haréis al más pequeño de los míos a Mí lo haréis... Lo que rehusaréis a mis hermanos, a Mí lo rehusáis".

-La nube cubrió la Tienda de Reunión y la gloria de Dios llenó la morada.

Ese tema de la «nube» es también un signo: no se ve a Dio, sólo se ve una «nube». Dios es misterioso.

En la Transfiguración, Jesús y sus apóstoles fueron también envueltos por una nube luminosa, evocación de la divinidad.

-Por la noche, un fuego brillaba en la nube.

El «fuego» también es símbolo de Dios. Sabemos que desde la Encarnación ese «fuego» ha venido al corazón de los hombres: el día de Pentecostés, llenó la Iglesia. Por el Espíritu, los bautizados han venido a ser los lugares de la Presencia de Dios. «¡Que vuestra luz brille!» decía Jesús.

Un fuego brillaba en la nube sobre la Tienda de Dios.

¿Qué oración me sugiere este pasaje de la Escritura?

-Así sucedía en todas sus etapas.

San Juan usa ese lenguaje para describir la Encarnación del Hijo de Dios.

Y Jesucristo es en verdad Dios que plantó su tienda entre nosotros. Y Jesús se atrevió a afirmar que, en adelante, se podía "destruir el Templo", porque lo reconstruiría en tres días.

El cuerpo de Cristo es la verdadera presencia de Dios entre nosotros, en todas las etapas de la vida, en todos los lugares de la tierra.

NOEL QUESSON
PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 5
PRIMERAS LECTURAS PARA EL TIEMPO ORDINARIO
DE LOS AÑO IMPARES
EDIT. CLARET/BARCELONA 1983.Pág. 206 s.


1-2.

Hemos llegado al final del libro del Éxodo. Lo comenzábamos con la imagen de la opresión de Israel a manos del faraón, símbolo de los poderosos. Ahora lo terminamos con la visión de un pueblo libre, que marcha, protegido y guiado por Yahvé (vv 37s), hacia la tierra prometida.

El puñado de fugitivos de Egipto aparece ahora como una comunidad bien organizada, de la que ha tomado posesión Yahvé, tras de haberse manifestado a ellos en el Sinaí. El milagro de esta transformación es obra exclusiva de Yahvé. El es quien ha escogido este pueblo para que sea sacramento de su presencia salvadora. Por eso lo ha llamado de la nada, lo ha sacado de la opresión, lo ha puesto en el camino de la libertad y le ha dado un sentido de marcha. Dios se revela en los acontecimientos de la historia. Por ello, la morada de Dios, su habitación, es esencialmente el pueblo, la comunidad humana. De hecho, Dios había ordenado a Moisés: «Hazme un santuario, y moraré entre ellos» (25,8).

Nuestro texto nos dice que el pueblo de Israel cumplió la orden de Yahvé. El autor sacerdotal de esta narración tiene muy presente el templo de Salomón. Mirando a este modelo nos dice cómo Moisés edificó el tabernáculo del desierto y lo santificó depositando en él los objetos sagrados de la comunidad: el arca con el testimonio de la alianza (20), los panes sagrados (23), el candelabro (24), el altar de los perfumes (26)... Es el orden habitual en los templos semitas. El autor no hace arqueología: narra el recuerdo del hecho conservado por la tradición, desnudo de detalles, y lo reviste con lo que se debe hacer ahora.

Después, Yahvé toma posesión del santuario. La nube que vimos en la hora crítica de iniciarse el éxodo cubre ahora la tienda y la gloria del Señor la llena por completo. El santuario será el signo de la presencia de Yahvé en medio de su pueblo; por eso Moisés, el mediador, no tendrá necesidad de entrar en él. Yahvé está allí como uno más: habita y marcha con el pueblo, comparte su lucha y su vida. Se ha hecho realidad la promesa de Dios: "Habitaré en medio de los hijos de Israel y seré su Dios. Ellos reconocerán que yo soy Yahvé, su Dios que los sacó de Egipto para habitar entre ellos. Yo soy Yahvé su Dios" (29,45) A pesar de ese cumplimiento histórico, nuestro relato no deja de ser una imagen de la plena realización de la presencia de Dios en Jesucristo, la misma palabra de Dios, que se hizo hombre y plantó su tienda entre nosotros y nos permitió ver su gloria.

J. M. ARAGONÉS
LA BIBLIA DIA A DIA
Comentario exegético a las lecturas de la Liturgia de las Horas
Ediciones CRISTIANDAD.MADRID-1981.Pág.1145 s.


2.- Jr 18, 1-6

2-1.

-Palabra que fue dirigida a Jeremías, de parte del Señor: «¡Levántate! Baja donde el alfarero: que allí mismo te haré oír mis palabras...»

¡Levantate! Ve y mira como trabaja la gente... Reflexiona sobre su simbolismo... Dios puede hablarte a través de ellos... La taquimecanógrafa, el metalúrgico, el labriego, el alfarero, el agente de policía, el albañil, etc.

SIMBOLOS/ACTOS: Si se prueba de hacer la cuenta de los "hechos simbólicos" vividos por los profetas, causa asombro su variedad:

--su propio drama personal con su mujer (Oseas 1, 3)

--los nombres de los hijos de Isaías (7, 3,. 8, 1; 8 18)

--el ramo de almendro y la marmita (Jeremías 1, 11-14)

--la faja escondida en el Eúfrates (Jeremías 13, 1)

--la jarra (Jeremías 19)

--los higos (Jeremías 24)

--el yugo (Jeremías 27)

--el campo comprado (Jeremías 32)

--el ladrillo grabado (Ezequiel 4, 1)

--el alimento racionado (Ezequiel 4, 9)

--la marmita (Ezequiel 24, 3) 

--los dos bastones (Ezequiel 37, 15)

¿Sabemos vivir con los símbolos, humildes signos hechos para nosotros?

-Bajé a la alfarería y he aquí que el alfarero estaba haciendo un trabajo al torno. Cuando el vaso que estaba haciendo se estropeó, como suele suceder... volvió a empezar otro vaso, según es costumbre entre los alfareros.

Jeremías. de momento. se limitó pues a observar.

Es una experiencia de fracaso.

El alfarero quería hacer tal tipo de vaso y la arcilla se resistió ya sea que por demasiado húmeda no aguantaba, ya, por el contrario. que por demasiado seca y se resistía a la presión de las manos del alfarero que quería modelarla.

Lejos de desanimarse, el alfarero hizo de nuevo una bola y comenzó otra pieza con el mismo barro.

Toda la gracia de la «parábola» consiste en tomar este sencillo hecho para darle un significado espiritual.

Así actúa Dios con nosotros.

No le desanimamos nunca. Prueba otra cosa.

¿Sabemos nosotros esforzarnos continuamente de nuevo?

-¿No puedo hacer yo con vosotros, casa de Israel, lo mismo que este alfarero?

Hay aquí un cierto tono de amenaza por parte de Dios. El artesano puede destruir su obra y comenzar otra. De igual modo, si Israel, no se deja modelar según el proyecto de Dios, Dios realizará su proyecto de todos modos pero con otros pueblos.

Con frecuencia aparecerá ese tema en boca de Jesús: los invitados que ocupan los puestos de los que no eran dignos de ellos, los trabajadores de la viña a quienes ésta les es retirada para confiarla a otros.

-Como el barro en la mano del alfarero, así sois vosotros en mi mano.

Que se tome la imagen positiva o negativa, nos conviene quedarnos con este último pensamiento: «estoy en manos de Dios»... Dios quiere hacer algo de mí... si me dejo modelar, hará algo bueno de mí.

Esta imagen del alfarero es un tema frecuente en la Escritura.

Desde el Génesis (2, 7) Dios formaba a Adán con barro. Isaías (29, 16) insistía en la dependencia absoluta del hombre con respecto a su creador. San Pablo dirá también: «¿no es el alfarero dueño de su arcilla?» (Romanos 9, 21) Esta imagen muestra la iniciativa absoluta de Dios.

Señor, ¿acepto libremente estar «en tus manos»? Modélame según tu agrado.

Concédeme ser cada día más dócil a los impulsos de tus dedos divinos. Termina en mí tu creación.

NOEL QUESSON
PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 4
PRIMERAS LECTURAS PARA EL TIEMPO ORDINARIO
DE LOS AÑOS PARES
EDIT. CLARET/BARCELONA 1984.Pág. 206 s.


3.- Mt 13, 47-53

3-1.

-Se parece también el reino de Dios a la red que echan en el mar...

Jesús habla a marineros de las orillas del lago de Tiberíades.

Se dirige a ellos partiendo de sus faenas de pesca.

Ayúdanos, Señor, a estar también cerca de la vida de cada día, para saber expresar las maravillas de la Fe con las mismas palabras y experiencias de aquellos con los que quisiéramos compartirla.

La "red que se echa en el mar" era, para ti, Jesús, reveladora del misterio del Reino... Los objetos familiares de tu época, eran, para ti transparentes, portadores de significaciones profundas.

Yo también podría hacer oración partiendo de los "objetos familiares" que utilizo: el reino de Dios se parece a...

-Y recoge toda clase de peces...

Buenos y malos juntos. Útiles e inútiles.

Lo mismo que en la parábola de la cizaña y el trigo mezclados.

Tú te propones decirnos, Señor, que dejas a los hombres todos, "un tiempo para convertirse".

Tú nos revelas un rasgo dominante de tu personalidad, que a la vez revela un rasgo dominante de Dios: Eres bueno, indulgente. No has querido hacer una Iglesia de "puros", de perfectos. Hay "toda clase" de gentes en tu Reino, que esperan la plenitud perfecta del Fin de los tiempos.

Me soportas, a mí el primero. Estoy muy lejos del ideal que llevo en mi interior y que deseas para mí. Ayúdame a soportarme a mí mismo. Esto me ayudará a saber soportar a los demás. Te ruego, Señor, por todos los que, en la Iglesia, son pesos pesados. Hay que haber visto una red salir del mar, con todas las suciedades que contiene. No es nada hermoso. Así es el Reino, por ahora.

-Cuando está llena, los pescadores la arrastran a la orilla, se sientan, recogen los buenos en cestos y tiran los malos.

Hoy la mirada del hombre no es suficientemente clara para hacer este discernimiento. Esta selección definitiva es asunto de Dios, no nuestro.

-Lo mismo sucederá al fin del mundo: saldrán los ángeles, separarán a los malos de los buenos...

Sí, un día tendrá lugar esta gran selección.

Ahora es el tiempo de la paciencia de Dios.

En tu mente, Jesús, el Reino es una realidad que va creciendo en el tiempo, que se purifica poco a poco. Dejas que los hombres caminen lentamente, hasta el día en que la gran red divina será del todo limpia.

Visión realista de la Historia. Visión optimista a fin de cuentas. Pero visión seria, sin embargo, y que contiene una advertencia.

-Y los arrojarán al horno encendido. Allí sera el llanto y el apretar de dientes.

Tu bondad, Señor, no es debilidad ni dejadez.

No tenemos derecho a suprimir esas frases terribles del evangelio... incluso si conviene no tomarlas en su sentido material. Ciertamente significan algo. No se le han escapado a Jesús: son imágenes estereotipadas que se usaban tal cual en el lenguaje corriente de la época, y que Mateo relata seis veces (8, 12; 13, 42; 13, 50; 22, 13; 24, 51; 25, 50).

Como el resto de la parábola, son símbolos, imágenes muy evocadoras. Mediante este rigor, Jesús quiere despertar nuestras conciencias. No hay ningún sadismo en esto, ni ninguna venganza, es el amor de una persona clarividente que quiere hacernos comprender la gravedad de lo que está en juego.

Cuando el cirujano introduce el bisturí en una inflamación purulenta, no es cruel, quiere salvar al enfermo.

Haz, Señor, que yo trabaje en esa salvación.

NOEL QUESSON
PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 2
EVANG. DE PENTECOSTES A ADVIENTO
EDIT. CLARET/BARCELONA 1983.Pág. 98 s.


3-2.

1. (Año I) Éxodo 40,16-21.34-38

a) Hoy terminamos la lectura del Libro del Éxodo. Y lo hacemos con una perspectiva esperanzadora: Dios está cercano a su pueblo, le acompaña en su camino a través del desierto.

Moisés manda construir lo que aquí se llama «el santuario», que no es todavía el Templo, naturalmente, aunque el lenguaje parece como si quisiera adelantar sus características. Esta tienda, a veces envuelta en una nube misteriosa, será el punto de referencia continuo de la presencia de Dios a su pueblo. Contiene el arca de la alianza, con el documento en que constan las cláusulas de la Alianza.

Pero es una tienda desmontable y peregrina. Cuando el pueblo levantaba el campamento para recorrer una etapa más de su marcha por el desierto, hacia la tierra prometida, Dios también caminaba con ellos, manifestando su presencia por medio de una nube, de día, y una columna de fuego, de noche.

b) La Iglesia de Cristo también es un pueblo peregrino, en marcha. En este camino, nos sentimos acompañados por Dios. El nos ha enviado a su Hijo, el Dios-con-nosotros, que ha «plantado su tienda entre nosotros».

Pensando en la Iglesia a la que pertenecemos, podemos hacer nuestro el Salmo 83: «qué deseables son tus moradas, Señor... dichosos los que viven en tu casa... dichosos los que encuentran en ti su fuerza: caminan de baluarte en baluarte».

Somos pueblo nómada. Pero siempre camina a nuestro lado el Dios de la Alianza, el Dios de Jesús. Jesús mismo. En la Iglesia-comunidad, a la que Pablo llama «la casa de Dios» (l Tm 3, 15) y, de modo particular, en la Eucaristía, el sacramento más entrañable de la cercanía del Señor Resucitado, en el que él mismo en persona se nos da, como alimento para el camino. Y no sólo durante la celebración, sino a lo largo de la jornada, con su presencia eucarística prolongada en el sagrario de nuestras iglesias y capillas.

¿Nos sentimos de verdad y siempre acompañados en nuestro camino?

1. (Año II) Jeremías 18,1-6

a) Otro gesto simbólico. Después del cinturón de lino, que leíamos anteayer, ahora Jeremías expresa su mensaje al pueblo con la «parábola en acción» de su visita al taller de un alfarero.

El alfarero, al moldear una vasija con barro, si no le sale como quería, vuelve a utilizar el mismo barro para otra que le salga mejor. La intención simbólica podría ser doble:

- o se está diciendo a Israel que no juegue con Dios, porque podría muy bien elegirse otro pueblo que le responda mejor (algo parecido a la parábola de los viñadores infieles de Jesús, que anuncia que Dios pasará su Reino a otros mejores),

- o se está acentuando que Dios tiene paciencia, como el alfarero, y si no le sale la forma que quería, vuelve a probar de nuevo con la misma arcilla.

El salmo parece interpretar la página con esperanza: «alaba, alma mía, al Señor... dichoso a quien auxilia el Dios de Jacob, el que espera en el Señor su Dios».

b) Todos somos, en manos de Dios, como el barro o la arcilla en las del alfarero. Nos trata personalmente, uno a uno. Somos originales, irrepetibles, sin clonación alguna. Pero ¿nos dejamos moldear según la imagen que él quiere, o le defraudamos?

Adán, según el Génesis, fue formado del barro de la tierra. Es una imagen antigua, por tanto, que expresa bien cómo dependemos de Dios, cómo deberíamos ser dóciles en sus manos de Artista supremo, disponibles a lo que él quiera: y ya sabemos que lo que quiere de cada uno de nosotros es una imagen de su Hijo. La lástima es que nos podemos resistir.

Pablo usaba el mismo lenguaje: «¿acaso la pieza de barro dirá a quien la moldeó: por qué me hiciste así? ¿o es que el alfarero no es dueño de hacer de una misma masa unas vasijas para usos nobles y otras no?» (Rm 9,20?)

Los santos son las «figuras» que mejor le han salido a Dios: como para exponerlas en un museo a la vista de todos. Empezando por María de Nazaret, la madre de su Hijo, la obra maestra de este taller divino de alfarería. Mientras que nosotros, tal vez, no le damos demasiadas satisfacciones y defraudamos al Alfarero, porque no nos dejamos moldear por sus manos.

Otro profeta, Isaías, usaba la misma comparación y nos sugería una oración humilde para que Dios no pierda la paciencia con nosotros: «Señor, tú eres nuestro Padre, nosotros somos el barro, y tú eres el alfarero: todos somos obra de tus manos. No te irrites, oh Dios, demasiado, ni para siempre recuerdes la culpa» (Is 64,7-8).

Además, podríamos aprender la paciencia del alfarero cuando, en las obras que llevamos entre manos, algo nos sale mal. No se trata de romper, sino de volver a empezar.

Como hace Dios con nosotros, año tras año. Respetando los ritmos de las personas, y buscando su bien, no nuestra satisfacción.

2. Mateo 13,47-53

a) La de hoy es la última parábola de la serie, y resulta muy parecida a la de la cizaña.

Esta vez, la imagen está tomada, no del trabajo del campo, sino de la pesca en el lago.

Jesús compara su Reino -por tanto, su Iglesia- a una red que los pescadores recogen con peces buenos y malos, y la llevan a la orilla tal como está, sin preocuparse, de momento, de separarlos. Eso ya vendrá después, cuando llegue la hora de separar los buenos y los malos, el día de la selección, al igual que el día de la siega para separar la cizaña y el trigo.

b) De nuevo parece como si se nos quisiera disuadir de la idea de una Iglesia pura. Por el Bautismo hemos entrado en la comunidad de Jesús muchas personas. Pero no tenemos que creer que es comunidad de perfectos, sino también de pecadores.

El mismo Jesús trata con los pecadores, les dirige su palabra, les da tiempo, les invita, no les obliga a la conversión o a seguirle. También ahora en su Iglesia coexisten trigo y cizaña, peces buenos y malos. Es una comunidad universal. Jesús se esfuerza por decirnos que, si alguna oveja se descarría, hay que intentar recuperarla, y, cuando vuelve, la alegría de Dios es inmensa cuando logra reconducirla al redil. Y que no ha venido para los justos, sino para los pecadores. Como el médico está para los enfermos, y no para los sanos.

¿Cuál es nuestra actitud ante las personas que nos parecen débiles y pecadoras? ¿ante la situación de un mundo desorientado? ¿les damos un margen de rehabilitación? ¿o nos portamos tan drásticamente como los que querían arrancar en seguida la cizaña?

Claro que tenemos que luchar contra el mal. Pero sin imitar la presunción de los fariseos, que se tenían por los perfectos, y parecían querer excluir a todos los imperfectos o pecadores. Jesús tiene otro estilo y otro ritmo.

Ojalá, después de todas estas parábolas, podamos decir, como los oyentes de Jesús -no sabemos si con mucha razón- que sí le habían entendido. Que hemos captado la intención de cada una de ellas y nos disponemos a corregir nuestras desviaciones y ponernos en la dirección que él quiere.

«Dichosos los que encuentran en ti su fuerza» (salmo I)

«Dichoso a quien auxilia el Dios de Jacob, el que espera en el Señor su Dios» (salmo II)

«Al final del tiempo, los ángeles separarán a los malos de los buenos» (evangelio)

J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 5
Tiempo Ordinario. Semanas 10-21
Barcelona 1997. Págs. 207-210


3-3.

Jr 18, 1-6: Barro en las manos del alfarero

Mt 13, 47-53: El Reino es como una red

Las redes de los pescadores pueden atrapar cualquier clase de peces. Así es el Reino.

Atrae por igual a gente honesta con buenos propósitos y a gente manipuladora y oportunista. Sin embargo, la lógica misma del Reino hace que unos se diferencien radicalmente de los otros.

Muchos discípulos de Jesús lo siguieron con aparente fidelidad pero ocultaban oscuros intereses. A lo largo del camino fueron manifestando sus verdaderas intenciones. Se vestían con el manto del servicio a Dios para servir a sus propias ambiciones. Jesús les anuncia la inevitable fuerza que tiene el Reino para descubrirlos y separarlos de la auténtica comunidad. Al final, Dios les servirá de lo mismo que han cultivado.

Al terminar la parábola, Jesús diferencia entre los escribas o intelectuales que se han hecho sus discípulos de otros que se han encerrado en sus doctrinas. El intelectual que se hace hijo del Reino sabe combinar lo que sabe, lo que tiene con la novedad constante que irrumpe con el Reino. Saca de sus reservas cosas nuevas y cosas antiguas. El intelectual que no se abre a la acción del Reino, se encierra en sus doctrinas para sólo sacar vejestorios inservibles. De este modo, Jesús acoge entre sus discípulos a los que están dispuestos a poner al servicio del pueblo y del Reino lo que saben. Aquellos hábiles y creativos que combinan su ciencia con la novedad que irrumpe en la vida del Pueblo de Dios.

Servicio Bíblico Latinoamericano


3-4.

Ex 40, 16-19.32-36: Todo quedó lleno de la gloria de Dios

Sal 83

Lc 10, 38-42: Una sola cosa es necesaria

Por supuesto, si uno supiera que era Jesús el que estaba llamando a la puerta de su casa, claro está que le acogería. Éste es posiblemente el comentario que sale desde dentro de nuestro corazón al escuchar la historia de Marta. Acoger al Señor en nuestra vida es nuestro más hondo deseo como cristianos. Todo un privilegio el que tuvo Marta. Si se nos apareciese, por supuesto que le conoceríamos. Tantas imágenes como hemos visto en las iglesias y en las estampas. El Señor en esas imágenes,suele tener la cabeza rodeada de un halo de luz. Y se le conoce por su majestad. Pero nos decimos que hoy eso ya no es posible.

Sin embargo, el Señor sigue andando por nuestras calles, cansado del camino y cubierto de polvo, sin halo de luz rodeando su cabeza y con apariencia de total normalidad. Un hombre más. Hoy sigue necesitando que le acojamos en la persona de todos los pobres y necesitados de nuestro mundo. Si abrimos los ojos, veremos al mismo Jesús presente en cada uno de ellos. No dejemos pasar la oportunidad como no la dejó pasar Marta.

SERVICIO BIBLICO LATINOAMERICANO


3-5. claretianos 2002

En este mes se cierran muchas cosas en mi país: tiendas, oficinas, negocios. ¡Es el mes de las vacaciones! Sin embargo, Ciudad Redonda sigue siendo una ciudad abierta. No colgamos el cartel de "Cerrado por vacaciones". Este Rincón de la Palabra quiere ser una zona fresca para que podáis disfrutar de la Palabra de Dios allí donde os encontréis.

Terminamos ayer el mes de julio con la memoria de un hombre de horizontes anchos: Ignacio de Loyola. Comenzamos hoy el mes de agosto evocando a otro santo: San Alfonso María de Ligorio.

El evangelio nos ofrece una nueva parábola del capítulo 13 de Mateo. Es la parábola de la "red barredera". Su mensaje es muy parecido al de la siega del trigo y de la cizaña. Mateo acentúa otra vez el juicio que tendrá lugar al final.

Quisiera detenerme hoy en esa comparación que Jesús establece entre el escriba que entiende del reino de los cielos y el padre de familia que "va sacando del arca lo nuevo y lo antiguo". No olvidemos que Mateo escribe para cristianos provenientes del judaísmo. Por esa razón tiene mucho interés en relacionar "lo viejo" (la promesa) y "lo nuevo" (el cumplimiento). La predicación de Jesús no se desconectas del caminar del viejo pueblo. Es, más bien, su culminación.

No quisiera terminar sin invitaros a reír un poco. Es una buena manera de comenzar este mes de vacaciones.

Gonzalo Fernández , cmf (gonzalo@claret.org)


3-6. 2001

COMENTARIO 1

vv. 47-48: Se parece también el reino de Dios a la red que echan en el mar y recoge toda clase de peces: 48cuando está llena, la arrastran a la orilla, se sientan, reúnen los buenos en cestos y tiran los malos.

La última parábola lleva también su explicación. El con­tenido coincide con la del trigo y la cizaña. La oposición de «bue­nos» y «malos» corresponde a la de los árboles buenos y malos de 7,15-19 (cf. 12,33); los malos son los falsos profetas, los lobos con piel de oveja, los que siguen a Jesús sólo en la apariencia, pero persiguen objetivos inconfesables.

En la ex­plicación son llamados «los malos/malvados», siempre en rela­ción con «el Malo».

vv. 49-50: Lo mismo sucederá al fin de esta edad: saldrán los ángeles, separarán a los malos de los buenos 50y los arrojarán al horno encendido. Allí será el llanto y el rechinar de dientes.

El destino de los malos es también el fuego destructor (50; cf. 13,42). La frustración definitiva del hombre («llanto y rechinar de dientes») es perder la vida para siempre.

La parábola propone a los discípulos la suerte final, para orientarlos en la decisión pre­sente. Los únicos que llegan a la vida son los que producen fruto.

vv. 51-53: ¿Habéis entendido todo esto? Contestaron ellos: Sí. 52Él les dijo: De modo que todo letrado instruido en el reino de Dios se parece al dueño de casa que saca de su arcón cosas nuevas y antiguas. 53Cuando acabó estas parábolas se marchó Jesús de allí.

Termina la instrucción a los discípulos en privado. Vuel­ve el tema del «entender» que ha dado el tono de todo el capítulo (13,13.14.15.19.23.51). Recibido el conocimiento, han de exponerlo a los demás.

Mt establece una oposición entre los «letrados» cris­tianos y los de Israel. Estos tenían detrás una inmensa tradición interpretativa que pretendía no salirse de los límites de lo antiguo. El letrado que ha comprendido el secreto del reino ya no depende de su antigua tradición, sino que en él «lo nuevo» tiene el primer lugar; «lo antiguo» está subordinado a lo nuevo. No se basa en primer lugar en lo que han dicho o hecho Moisés o los Profetas, sino que comienza con el mensaje de Jesús. Este es la clave de lectura de todo el AT.

El modelo de este letrado es el mismo evan­gelista.


COMENTARIO 2

La parábola de la red sólo la encontramos en el evangelio de Mateo y debería estar ubicada a continuación de la parábola de la cizaña o, mejor aún, después de su explicación, para seguir con el mismo pensamiento, cuyo tema principal es la oposición de los justos y de los malos, el horno encendido, los llantos y el rechinar de dientes, que encontramos en la parábola anterior (vv. 42 y 50). Sorprende que, a pesar de tantas expresiones idénticas a la parábola de la cizaña, la parábola de la red sea tan original y pueda expresar de forma tan nueva la idea que domina todo el capitulo 13: por el momento, buenos y malos están mezclados, pero vendrá el juicio que los separará.

La parábola de la red tiene dos temas muy interesantes: por una parte, está ausente la idea de crecimiento, dominante y difícil de entender en el sembrador, la levadura y la cizaña y su explicación. Los peces son recogidos inmediatamente y no es menor la rapidez con que se saca a tierra la red. Por otra parte, la idea del campo, común a las parábolas precedentes, cede el puesto a la de la red. La red, como el campo, contiene "sujetos" buenos y malos; pero la imagen de la red es mucho más dinámica; la red esta en movimiento y saca los peces del mar. Si la red corresponde exactamente al campo, representa al mundo; pero si es algo distinto del campo, podría representar el Reino de Dios que anclado en el mar del mundo contendrá buenos y malos hasta el día en que sacada a la orilla, se proceda a seleccionar su contenido. No es de extrañar que la imagen de la red se haya usado para elaborar algunos contenidos eclesiológicos más ricos y, con frecuencia, más contradictorios que los efectuados a propósito de la imagen del campo; tanto más que los numerosos textos evangélicos sobre la pesca y los pescadores venían a nutrir esta interpretación más o menos alegórica. Notemos, sin embargo que esta parábola no hace ninguna mención expresa de los pescadores; que se presenta como una parábola del reino de los cielos, no de la Iglesia.

1. J. Mateos-F. Camacho, El evangelio de Mateo. Lectura comentada, Ediciones Cristiandad, Madrid

2. Diario Bíblico. Cicla (Confederación Internacional Claretiana de Latinoamérica)


3-7. 2002

Podemos constatar en este pasaje la presencia de dos elementos claramente diversos: una parábola (vv. 47-50) y la conclusión de todo el discurso parabólico (vv. 51-52).

La parábola retoma datos presentes en la introducción al discurso (13,1-3a) y en el final de la explicación de la parábola de la cizaña (vv. 41-43). Como en la introducción se encuentra la mención del mar, de la orilla y de personas que se sientan, como en la explicación mencionada se habla del “horno encendido”. Con esta expresión se alude a Mal 3,19, que presenta el Juicio como superación del escándalo de la presencia de los impíos dentro del pueblo de Israel. Por tanto, todas las referencias apuntan a describir una realidad última representada por una red que recoge “toda clase de cosas” hasta que está “llena” o mejor “cumplida” ya que el evangelista usa el mismo verbo que utiliza para el cumplimiento de las profecías en Cristo.

De esa forma se nos coloca ante la realidad del Juicio final, “el fin del mundo”, que en la mente del autor está ya históricamente presente en la obra terrestre del Cristo. En ésta ha comenzado un discernimiento entre justos y malvados. Cada hombre ante Cristo se revela a sí mismo y, por consiguiente, debe tomar en serio el mensaje del Reino si no quiere quedar excluido de él. Dicha exclusión significaría la autodestrucción que el evangelista subraya con la expresión “allí será el llanto y el rechinar de dientes”, repetidamente presente en la obra de Mateo (8,12; 13,42; 22,13; 24,51; 25,30).

En la conclusión del discurso se retoman todos los datos de éste por medio de una pregunta: ¿Han entendido todo esto (“estas cosas”)? Se trata de la comprensión de las parábolas y, aún más, de Jesús que habla en parábolas. Ante la respuesta afirmativa de los discípulos explicita las exigencias necesarias de la comprensión auténtica por medio de otra comparación.

En ésta se describe la condición del letrado cristiano. A diferencia de los demás letrados se exige de él una conversión al discipulado. Esta elección lo lleva a compartir la enseñanza recibida con otros, transmitir a otros lo que se ha recibido a semejanza de un “dueño de casa”. El letrado que hasta el momento del encuentro de Jesús ha sido especialista de la Ley, de la Escritura, descubre, encontrando a Jesús, que debe renovar todas sus concepciones anteriores. En Él debe saber descubrir toda su novedad y desde esta novedad puede dar el verdadero sentido, el del cumplimiento, a lo viejo.

La breve noticia de 13,53 reproduce más o menos exactamente la fórmula final de todos discursos de Mateo (7,29; 11,1; 19,1; 26,1).

El pasaje por tanto nos invita a hacer un recorrido. Descubrir en Jesús la plenitud del cumplimiento ante el cual se nos revela el sentido de la existencia propia. En Jesús la red se ha llenado y ha comenzado el tiempo de la selección de lo recolectado. Los que han sido capaces de entender el acontecimiento están obligados a transmitir este sentido a los demás y, de esa forma, renovar la propia enseñanza al contacto con la enseñanza de Jesús. Sólo desde esta última la Escritura antigua adquiere su sentido verdadero y auténtico.

Diario Bíblico. Cicla (Confederación Internacional Claretiana de Latinoamérica)


3-8. DOMINICOS 2003

Palabras al espíritu
Libro del Éxodo 40, 14-19.32-36: preparación de habitáculo para el tabernáculo.
“En aquellos días, Moisés hizo todo ajustándose a lo que el Señor le había ordenado.

El día uno del mes primero del segundo año fue construido el santuario. Moisés construyó el santuario, colocó las basas..., plantó las columnas..., montó la tienda sobre el santuario y puso la cubierta sobre la tienda... Luego colocó el documento de la alianza en el arca, sujetó al arca los varales y la cubrió con la placa... Entonces la nube cubrió la tienda del encuentro y la gloria del Señor llenó el santuario...”

En la historia de Israel, que se desarrolla bajo una mano providencial del Señor, el templo o santuario ocupa un lugar de absoluta preferencia. En él están presentes el arca de la alianza, la alianza y el mismo dador de la alianza, es decir, Dios, su pueblo y su culto.

Evangelio según san Mateo 13, 47-53:
“En aquel tiempo Jesús prosiguió hablando en parábolas y dijo a la gente: El Reino de los cielos se parece también a la red que echan los pescadores en el mar y recoge toda clase de peces. Cuando está llena, la arrastran a la orilla; allí se sientan, depositan a los buenos en cestos, y a los demás los tiran. Lo mismo sucederá al final del tiempo: saldrán los ángeles, separarán a los malos de los buenos y los echarán al horno encendido. Allí será el llanto y rechinar de dientes. Entended bien todo esto...”



Momento de reflexión
El arca, la tienda y la nube .
La providencia de Dios sobre los israelitas aparece de forma especial en el diálogo místico que se establece entre estos elementos: el templo-arca, la nube que cubre el templo, y su movilidad, según que el Señor pida u ordene que pueblo y campamento se levanten.

Esto es una forma muy gráfica de expresar un gran valor religioso que nosotros hemos hemos aprender a leerlo en los signos de los tiempos: que Dios está con nosotros, y que nos espera y habla principalmente en momentos de encuentro espiritual oracional o de caridad.

Si nosotros llevamos en el corazón el amor, la tienda, la amistad y la oración, entenderemos el misterio de la vida en Dios. De lo contrario, nada entenderemos.

El lenguaje de las parábolas: red y peces buenos o malos.
El Reino de Dios, dice el Evangelio, se parece a una red, llena de peces buenos y malos. ¿Significa esto que el Reino de Dios tiene que estar siempre ‘colmado de peces’ (personas) sean de una u otra condición moral? Al menos, los invitados serán incontables, pues Dios nos atrae a todos a su casa y a su mesa cuando nos invita a la conversión, y lo hace manteniendo la esperanza de que le seremos cada día más fieles en el amor.

Lo infiel, dañado, envenenado, no es querido sino meramente tolerado. Nuestra desgracia es que, a pesar de los dones y apoyos recibidos, frecuentamos mucho el lupanar de los pecados .¿Y si , al final, somos desechados como peces malolientes y corruptos? La misericordia del Señor nos acompañe siempre.

¡Que no lleguemos a ese trance final con el corazón y las manos manchadas!

Que imitemos a Ignacio de Loyola en todo su itinerario de transformación en fiel soldado de Cristo, para gloria de Dios.

Que hagamos, como los discípulos de Ignacio, una excelente preparación de ánimo para testificar en cualquier lugar y situación del mundo que todo lo ofrecemos en servicio al reino de Dios


3-9. Jueves 31 de julio de 2003

Ex 40, 14-19.32-36:La nube y la gloria del Señor
Salmo responsorial: 83, 3-6.8.11
Mt 13, 47-53 : El Reino se parece a una red barredera

No todos los que aceptan el Reino son dignos de él.

La invitación a formar parte del Reino es para todos. En la red de pesca entran libremente todos los peces que quieran; igualmente, en principio, todos los hombres y mujeres están en capacidad de aceptar la propuesta de Jesús, pero cada uno entra o se excluye libremente. La primera selección depende de la libertad humana. No todos los que aceptan pertenecer al Reino son dignos de él, porque no cumplen con los requisitos o las exigencias. Se necesita entonces una segunda selección que debe hacer Dios, ya que es El quien hace la invitación y quien coloca las exigencias. Una vez que la red está llena de peces es necesario traerla a la orilla: esto significa soportar, cargar, sobrellevar, tolerar hasta que llegue el momento oportuno para la selección.

Si no hay una verdadera intención de cambiar, de nada nos sirve decir que aceptamos las enseñanzas de Jesús. Hay muchos hombres y mujeres que han aceptado la propuesta de Jesús, el hecho de vivir una fe común y tener que caminar con los demás nos ayuda a volvernos más tolerantes, a tener paciencia para no echar a perder a aquellos que no llevan nuestro propio ritmo. Tener una misma fe no significa que debamos vivir un mismo estilo de vida: en la red quedaron atrapados toda clase de peces cada uno con sus diferencias individuales, y aunque estaban en la misma red, se hizo necesaria una última selección. La vida cristiana no es de uniformidad sino de unidad en la diversidad.

También coloca Jesús la comparación del escriba que se ha hecho discípulo del Reino de los Cielos que es como el dueño de la casa que sabe aprovechar lo nuevo y lo viejo. Tenemos la tentación de rechazar lo viejo porque es viejo y de aceptar lo novedoso. La sabiduría está precisamente en saber aprovechar todo aquello que nos ayude a nuestro crecimiento interior, sea que lo encontremos en lo antiguo o en lo nuevo, lo que debemos evitar son los absolutismos que nos hacen demasiado daño y nos vuelven intolerantes.

SERVICIO BÍBLICO LATINOAMERICANO


3-10. ACI DIGITAL 2003

47. La red es la Iglesia visible con sus apóstoles encargados de reunir en uno a los hijos de Dios (Juan 11, 52), pescando en el mar que es el mundo. En esta parábola nos muestra Cristo, como en la del banquete (22, 8 - 14), la existencia de buenos y malos dentro de esa Iglesia, hasta el día en que los ángeles hagan la separación y Jesús, celebrando sus Bodas con el Cuerpo místico, arroje del festín a los que no tenían el traje nupcial.

49. Santo Tomás dice que es de notar que Jesús expone la parábola sólo en cuanto a los malos, y luego observa que esos malos están entre los buenos como está la cizaña en medio del trigo (y la levadura en medio de la masa), tratándose por tanto aquí de los que no están separados de la Iglesia por diversidad de dogmas sino de los que hacen profesión de pertenecer a ella. Vemos así que no es ésta una repetición de la parábola de la cizaña, pues allí el campo no es la Iglesia sino todo el mundo (v. 38), mientras que aquí la red de pescar se refiere a la Iglesia apostólica formada por aquellos que "echaban la red en el mar, pues eran pescadores" (4, 18), y a quienes Jesús hizo "pescadores de hombres" (ibid. 19).

51. ¿Habéis entendido todo esto? Santo Tomás muestra cómo, según Jesús, la inteligencia de todas esas parábolas - más misteriosas de lo que parecen - es necesaria para "todo escriba que ha llegado a ser discípulo del Reino" (v. 52; cf. vv. 19 y 23 y notas; Marc. 4, 13). De esa manera será semejante al Dueño de casa, que es el mismo Jesús, a quien deben parecerse sus discípulos (10, 23) y el cual saca de su tesoro (v. 52) eternas verdades del Antiguo Testamento y misterios nuevos que El vino a revelar, tanto sobre su venida a predicar el "año de la reconciliación", cuanto sobre su retorno en el "día de la venganza" (Luc. 4, 17 - 21; Is. 61, 1 s.). El mismo Jesús confirma esto en Luc. 24, 44. Por donde, dice San Agustín, debéis entender de modo que las cosas que se leen en el A. T. sepáis exponerlas a la luz del Nuevo. Vemos, pues, aquí el conocimiento que el cristiano y principalmente el apóstol han de tener de todos los misterios revelados por Cristo y que se refieren tanto a sus padecimientos cuanto a su futuro triunfo (I Pedr. 1, 11).


3-11. CLARETIANOS 2004

Queridos amigos y amigas:

¡Qué bonita es la primera lectura de hoy! El Señor, que pide a Jeremías que baje a casa del alfarero para hablarle; de nuevo, un Dios que nos habla desde lo cotidiano, desde la actividad de los hombres, desde lo que podemos comprender. Un hombre, Jeremías, que obedece a esa llamada de Dios y por eso es capaz de escuchar el mensaje. Otro hombre, el alfarero, que con paciencia y tesón va creando una vasija a su gusto, sin importarle tener que empezar de nuevo cada vez que el cacharro se estropea. Y por último, el mensaje: ¿Acaso no puedo yo hacer con vosotros igual que hace el alfarero?... Como está la arcilla en manos del alfarero, así estáis vosotros en mis manos. Creernos esto de verdad da mucha tranquilidad -a mí al menos-, por saber que siempre estamos en manos de Dios, que Él nos va creando y recreando con paciencia, muchas veces a pesar de nuestras resistencias. Pero, al mismo tiempo, creo que hemos de sentir la necesidad de colaborar a esa obra creadora mediante nuestra docilidad, flexibilidad, ductilidad... La obra no puede llevarse a cabo sin nosotros.

Celebramos hoy la festividad de Santa Marta, de ahí que el evangelio del día sea el de la resurrección de Lázaro, el hermano de Marta y María. También en este texto se trasluce ese estar nuestra vida en las manos de Dios. Lázaro ha muerto; Marta, desconsolada, sale al encuentro de Jesús y le habla, totalmente segura de que si él –que es la Vida- hubiera estado, su hermano no habría muerto. En sus palabras se adivina mucha fe en Jesús y en su relación con el Padre. Además, ella cree en la resurrección del final de los tiempos. Pero Jesús va más allá aún: Yo soy la Resurrección, el que cree en mí, aunque muera, vivirá; y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás. Creer en Jesús y seguirle es lo que verdaderamente nos da vida, y vida en abundancia. Marta cree en él. Es gracias a esta fe de Marta, que Jesús hace que Lázaro reviva. Es como una nueva creación.

También nosotros a veces podemos decir que vivimos porque respiramos, pero en realidad no vivimos en plenitud, no tenemos vida en abundancia por nuestra falta de fe. Dejamos que la vida pase por nosotros en vez de pasar nosotros por la vida. ¡Dejémonos crear y recrear por Dios! Seamos barro en sus manos, dejémonos modelar, dejemos que cada mañana vuelva a comenzar esa obra creadora, reparando aquellos pequeños desperfectos que no le acaben de agradar del todo... Ojalá tengamos esa confianza ciega en Jesucristo que tuvo Marta porque... la obra no puede llevarse a cabo sin nosotros.
Vuestra hermana en la fe,
Lidia Alcántara Ivars, misionera claretiana
 (lidiamst@yahoo.es)


3-12. 2004

Jer. 18, 1-6. La Escritura nos dice que Dios formó al hombre del barro de la tierra, e insufló en sus narices aliento de vida; y el hombre fue un espíritu viviente. El Profeta Isaías nos dice: ¿Es el alfarero como la arcilla, para que le diga la obra a su hacedor: "No me has hecho", y la vasija diga de su alfarero: "No entiende el oficio"? Tal vez en algunas ocasiones no comprendamos a fondo los planes de Dios sobre nosotros. Si queremos llegar a nuestra perfección en Él, hemos de aprender a escuchar su voz e ir tras Aquel que es el Camino que nos conduce al Padre: Cristo Jesús. Él es el hombre perfecto; y unidos a Él será nuestra la perfección y la gloria que le corresponde como a Hijo único de Dios. Tal vez nosotros quisiéramos hacer nuestro camino de salvación a nuestro modo y a la medida de nuestras aspiraciones, quitando todo aquello que pudiese reportarnos algún sacrificio, renuncia o entrega. Sin embargo el Alfarero Divino es el que llevará a cabo su obra en nosotros para que, conforme a su voluntad, lleguemos a la perfección. ¿Quién será grato a tus ojos Señor? El Hijo amado del Padre, en quien Él se complace, es Aquel que aún siendo Hijo, por los padecimientos aprendió la obediencia; y llegado a la perfección, se convirtió en causa de salvación eterna para todos los que le obedecen. Quien quiera ser grato a Dios no puede ir por un camino diferente al que nos manifestó el Señor de la Iglesia.

Sal. 145. Alabemos al Señor nuestro Dios. Que nuestra alabanza no sea sólo con nuestros labios sino con toda nuestra vida confiada totalmente en Él. Quien confía en los poderosos de este mundo tal vez mientras vivan o detenten el poder tendrá seguridad, pero jamás podrá encontrar en ellos la salvación, pues, al igual que todos los humanos, exhalarán el espíritu y volverán al barro del que fueron formados. Sólo Dios Es y permanece para siempre. Quienes confíen en Él jamás se sentirán defraudados, pues Dios, creador y dueño de todo, velará por ellos y no permitirá que al final vayan a su destrucción total, sino que los hará permanecer con Él eternamente.

SANTA MARTA Lc. 10, 38-42. Qué bueno que seamos serviciales, que abramos los ojos ante las necesidades de nuestro prójimo y tratemos, en la medida de nuestras posibilidades, de buscar soluciones adecuadas que les ayuden a superar sus pruebas, y a vivir con mayor decoro y dignidad. Sin embargo esto no debe inquietar nuestra vida llegando a achacar a los demás su falta de solidaridad en el servicio que nosotros prestamos. No pensemos que el servicio prestado a los demás ocupa el único lugar en la manifestación de nuestra fe, que nos hace ser comprometidos en el amor fraterno en ese aspecto. Mientras todo esto no brote de un compromiso real con Cristo adquirido desde un ambiente de oración, en que sepamos escuchar al Señor y vivir conforme a su Palabra, probablemente nos desvivamos haciendo el bien a los demás, pero nuestra vida de fe se quedará en un amor horizontal, sin trascendencia hacia la vida eterna. Quien, unido a Cristo sirve a su prójimo, no va en nombre propio, sino en Nombre de Cristo para que, desde su Iglesia el Señor continúe pasando entre nosotros haciendo el bien a todos.

El Señor nos reúne en este día para celebrar la Eucaristía. Antes que nada Él quiere que lo escuchemos. Quien quiera trabajar en su Nombre y colaborar en la construcción del Reino de los cielos, antes que nada debe entrar en un diálogo de amor con el Señor para conocer su voluntad. En la Eucaristía el Señor pronuncia su Palabra Salvadora para que se encarne en nosotros y seamos, así, un signo de esa Palabra en nuestro mundo. En la Eucaristía no sólo venimos a contemplar un espectáculo, sino a ser testigos del amor que Dios nos tiene, amor hasta el extremo, amor que se convierte en alianza para que así como el Padre está en el Hijo y el Hijo en el Padre, así el Hijo esté en nosotros y nosotros en el Hijo, recibiendo su Espíritu Santo para poder ir a nuestro mundo a amar a nuestro prójimo en la misma forma en que nosotros hemos sido amados por Dios. A partir de nuestra comunión de vida con Cristo su Iglesia no dará a luz viento, sino hijos que alaben y glorifiquen el Nombre de Dios desde una vida intachable ante Él, y desde una vida misericordiosa para con todos.

Quienes nos preciamos de creer en Cristo y de ser de Él, no podemos pasar de largo ante las miserias, necesidades y angustias de que son víctimas muchos hermanos nuestros. Ya en la primitiva Iglesia el servicio de caridad ocupó un lugar preponderante en ella, pues fueron instituidos siete diáconos para que se dedicaran a ese servicio. Sin embargo en la misma Iglesia no se dejó a un lado el contacto con el Señor, pues los Apóstoles indicaron que se dedicarían a la oración y al anuncio de la Palabra. Sin la oración la Iglesia deja de respirar, pues pierde su contacto con el Dios de la Vida. Sin la oración la acción pastoral de la Iglesia se queda en una simple promoción humana. Sin la oración buscamos nuestra propia gloria y Dios queda desplazado de nuestra vida. Pero sin la acción que ha de brotar de la oración la Iglesia se queda como un árbol de follaje frondoso pero estéril. Sin la acción la Iglesia pierde su vocación de hacer cercano el amor de Dios al mundo entero. Sin la acción la Iglesia se desliga de las realidades temporales y se vuelve angelista, incapaz de decir algo de parte de Dios al hombre de nuestro tiempo. Aprendamos a vivir en el equilibrio de la oración y la acción, de la acción y la oración. Sólo así no sólo seremos testigos del amor de Dios en el mundo, sino que la acción pastoral de la Iglesia será eficaz, con la eficacia que nos viene del Espíritu de Dios que inspira y guía a la Iglesia en la Misión que el Señor le ha confiado de ir, buscar y salvar todo lo que se había perdido para conducirlo a la salvación eterna, iniciando ya desde este mundo, con signos concretos, el Reino de Dios entre nosotros.

Que Dios nos conceda, por intercesión de la Santísima Virgen María, nuestra Madre, la gracia de saber depositar con amor nuestra vida en sus manos; de saber escuchar su Palabra y dejarla encarnarse en nosotros, para que podamos ir a nuestros hermanos como un verdadero signo del amor salvador de Dios para la humanidad entera. Amén.

Homiliacatolica.com


3-13.

Reflexión

Jesús termina esta sección de parábolas recordándonos lo importante de vivir de acuerdo a lo que el mismo nos ha ido instruyendo, pues si bien es cierto que no sabemos cuando llegará el final de tiempo para toda la humanidad sabemos con certeza que éste llega para cada uno de nosotros el día en que el señor nos llama. En ese día no habrá excusas, sino resultados; Separará a los que vivieron de acuerdo los valores del evangelio de aquellos que se negaron, que rechazaron la vida evangélica. Cada día es una nueva oportunidad que Dios nos da para amar, pera perdonar, para servir a los demás, para hacer de nuestra vida un instrumento de su gracia y sobre todo para dejar que su amor y su infinita misericordia nos inunden y transformen. El único día que tenemos es el de hoy; ayer ya pasó y el mañana aun esta en las manos de Dios… vivámoslo con entusiasmo y apertura al Espíritu Santo.

Que pases un día lleno del amor de Dios.

Como María, todo por Jesús y para Jesús

Pbro. Ernesto María Caro


14. Fray Nelson Jueves 28 de Julio de 2005
Temas de las lecturas: La nube cubrió la tienda de la reunión, y la gloria del Señor llenó el santuario * Los pescadores ponen los pescados buenos en canastos y tiran los malos.

1. La nube luminosa. La luz nublada.
1.1 La primera lectura nos habla de la presencia de Dios en medio de su pueblo con la imagen de una nube luminosa... o de una luz nublada. Los dos aspectos de esta imagen, nube y luz, nos aportan valiosas enseñanzas.

1.2 Una nube se ve pero no deja ver. La luz hace ver pero también deslumbra. La nube muestra que no vemos. La luz oculta que no podemos verlo todo. Es una imagen preciosa: habla de una visión ciega, de una oscuridad clara, de una noche brillante y de un conocimiento arcano. Y así es la presencia misteriosa pero realísima de Dios. Por algo hay un clásico de la espiritualidad que se intitula "La Nube del No-Saber".

2. Vivir al ritmo de Dios
2.1 Uno de los aspectos pedagógicos de nuestro acompañar litúrgicamente a los israelitas en su peregrinar por el desierto es verlos obedecer al ritmo de Dios. La nube misteriosa de la presencia divina no es un freno de incomprensión o de incapacidad para entender el plan divino: es más bien la guía providente que marca un paso y que defiende el paso del pueblo de Dios.

2.2 De esto aprendemos que sólo seremos salvos caminando a ritmo de Dios. El agua que nos bendice o las fieras que nos acechan las conoce mejor aquella nube que desde su altura ve más de lo que nosotros vemos, por hablar figuradamente.

2.3 Vivir guiado por Dios es como vivir en la actitud del "sí" de María. Es acoger el querer divino y amar su voluntad como a la propia vida, o incluso más. Una prueba que los israelitas no superaron, cuando les acosó la sed o les apretó el hambre, pero que nosotros, ungidos por el Espíritu Santo, podremos superar con garbo y gozo.

3. "¿Han entendido todo esto?"
3.1 ¡Vaya pregunta la que nos trae Jesús en el evangelio de hoy! "¿Han entendido todo esto?". Con más optimismo que tino aquellos oyentes dijeron que sí. Parece que hubiera sido más sensato dudar un poco.

3.2 Les hablaba Cristo, en efecto, de los misterios del Reino de Dios. Y aunque sus palabras eran sencillas, y las imágenes que utilizaba pertenecían al mundo de cada día, no por ello el contenido debía parecerles tan obvio. Pero ellos creyeron que entendían. Nos puede pasar también a nosotros.

3.3 Aquí hay una relación con la primera lectura: descubrir que no entiendo, darme cuenta que no me estoy dando cuenta de todo es el principio de la sabiduría. Es algo como la nube luminosa. Nadie que sepa que no abarca la profundidad del Evangelio despreciará al Evangelio. Sólo desprecian la buena nueva los que creen que ya la entienden y que ya ha sido probada a fondo y que ya ha dado todo de sí.

3.4 Y aunque parezca extraño eso se da, eso existe. La Europa de nuestros días, por dar sólo un ejemplo, quiere definirse como indiferente y cuando menos "posterior" al cristianismo. Millones de europeos sienten que ya aprendieron todo lo que el Evangelio les podía dar y que la propuesta cristiana ya se ensayó lo suficiente. Quizá hará falta para ellos que alguien sepa mostrarles de modo nuevo y sugerente que hay una nube de luz y una luz de niebla que viste la desnudez de Cristo en la Cruz.