SÁBADO DE LA SEMANA 13ª DEL TIEMPO ORDINARIO

 

1.- Gn 27, 1-5.15-29

1-1.

El relato que leeremos hoy, aparentemente es poco edificante. Se trata de un ardid de Rebeca, con el cual logra desposeer a Esaú de un «derecho de primogenitura» en provecho de su segundo hijo Jacob. Ardid, mentira, injusticia. No nos hagamos ilusiones: los autores y los lectores antiguos no eran más fáciles de engañar que nosotros. Y tampoco ellos querían justificar ni poner como ejemplo unos procedimientos tan incalificables. Si nos han contado esa siniestra astucia fue porque vieron en ella una misteriosa y paradójica lección.

-Dios lleva a cabo su plan a través de los equívocos humanos... logra lo que se propone a pesar de la deficiencia de los instrumentos de que se vale...

No será ésta la última vez que Dios se servirá del mal para extraer de él un bien. Esto es también una ley general de la creación. El poeta ·Péguy-Ch lo ha expresado muy bien: "Uno se pregunta a veces, ¿por qué razón esa fuente llamada Esperanza mana eternamente? ¿De dónde toma este niño tanta agua pura? Buena gente, dice Dios, no hay malicia en ello. De aguas malas o sucias esa fuente hace agua clara. O también: hace agua clara del agua turbia. Almas fluyentes de almas estancadas. Almas transparentes de almas turbias. Y del alma impura hace un alma pura. Esa fuente no se secará nunca..."

En efecto, lo sabemos, Tú, Señor, eres capaz de transformarnos, sirviéndote de nuestros pobres medios humanos, a veces tan ambiguos.

Así esta página bastante innoble puede, paradójicamente, aportarnos una cierta esperanza. Creemos que todo el mal del mundo ¡no impedirá que Dios realice sus proyectos!

Dios es amo soberano de sus elecciones... Llama a quien quiere para llevar a cabo su obra...

Esta es la segunda lección, subrayada por san Pablo en la Epístola a los Romanos 9, 10-13.

Se manifiesta por el tema, bastante constante en la Biblia, del «hermano menor que suplanta al mayor». Los derechos adquiridos no cuentan ante la soberana autonomía de Dios. Este será el caso de José, elegido preferentemente a sus hermanos. De David el pequeño de la familia. De Salomón.

Tenemos de nuevo un tema paradójico de reflexión de plena actualidad, a pesar de las apariencias. Nos sentimos siempre demasiado inclinados a monopolizar a Dios en provecho propio. Y los países occidentales a creer que Cristo es siempre «blanco». ¡No, no tenemos derechos sobre Dios !

Gracias, Señor, por haberme dado la fe. Pero ayúdame a no considerarme nunca como propietario exclusivo.

-La bendición de Isaac: «Que Dios te dé el rocío del cielo y la fertilidad de la tierra, trigo y vino en abundancia. Que las naciones te sirvan.....

En una forma algo «primitiva» y salvaje esta bendición nos muestra la continuidad de la «promesa hecha a Abraham». Abraham, Isaac, Jacob. De eslabón en eslabón la historia avanza hacia Jesucristo, y la bendición de Dios, a través de la Iglesia, se extenderá a todos los hombres.

Es una promesa de prosperidad, de apertura, de felicidad.

Gracias, Señor, por repetirnos todas esas cosas.

Pero, una vez más pensemos en todos los hombres para los cuales ese tipo de promesas son irrisorias porque el «trigo» falta y el hambre atenaza. Porque la dignidad es escarnecida. Porque los hombres esclavizan a sus hermanos en lugar de liberarlos.

«Por tu misericordia, Señor, líbranos del pecado, danos paz en las pruebas, en esta vida en la que esperamos la felicidad que Tú prometes...»

NOEL QUESSON
PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 5
PRIMERAS LECTURAS PARA EL TIEMPO ORDINARIO
DE LOS AÑO IMPARES
EDIT. CLARET/BARCELONA 1983.Pág. 162 s.


1-2.

La narración de la bendición de Isaac, obtenida fraudulentamente por Jacob forma parte de las historias relacionadas con el ciclo transjordánico de Jacob. Por su complejo dramatismo contrasta con otras narraciones patriarcales, más sencillas y con un desarrollo emotivo más lineal.

El versículo inicial refiere la ceguera del anciano Isaac, uno de los elementos básicos en la trama dramática del relato, y la llamada a Esaú, el hijo predilecto al cual el patriarca quiere otorgar su bendición solemne y definitiva, según el ritual acostumbrado. Este nivel familiar de la bendición es el más antiguo de los muchos que aparecen en la Biblia. Como la bendición implica una fuerza vital, se comprende que Isaac, antes de concederla, quiera fortalecerse con una comida confortante, preparada con la carne de los animales cazados por Esaú.

Sin embargo, Rebeca, que está al corriente de todo, urde un plan para frustrar los designios de Isaac y hacer beneficiario de la bendición a Jacob, su predilecto. Este, al principio, no se atreve a lanzarse a esta empresa arriesgada; pero, animado por su madre, desecha finalmente sus reticencias y se aviene a disfrazarse. Se presenta así ante su padre y solicita la bendición.

Surge inmediatamente la primera dificultad: Isaac se sorprende de que haya encontrado caza tan pronto. La respuesta del hijo compromete al mismo Yahvé en el engaño, ya que toda su actuación choca con la legislación de Israel, que prohíbe aprovecharse de los ciegos (Lv 19,14; Dt 27,18). El padre, que no acaba de superar su desconfianza, lo somete a otra prueba: quiere palparlo. La voz traiciona a Jacob, pero el disfraz de las pieles tiene éxito. La tensión narrativa y la cuestión de la identidad, aún sin confirmar, emerge en la segunda pregunta de Isaac, más clara y directa: "¿Eres tú mi hijo Esaú?". Finalmente, tras recibir el beso de su hijo y sentir el aroma del traje de Esaú, aroma de tierra y de campos abiertos, Isaac desecha toda desconfianza y se dispone a impartir la bendición. Esta se dirige ante todo al campo, a fin de que sea fecundo, fértil y abundante en sus frutos. Después, como Jacob encarna a Israel, la bendición implica superioridad y preponderancia sobre los otros pueblos, también sobre Edom (identificado con Esaú). Todo culmina con una maldición para los que le maldigan y una bendición para los que le bendigan.

Así termina la escena de Isaac con Jacob y la concesión de la bendición. Jacob y Rebeca han conseguido llevar adelante su plan, pero esta mala acción no va a quedar impune. Y por encima de la debilidad humana se impondrá el plan de Dios.

J. MAS ANTO
LA BIBLIA DIA A DIA
Comentario exegético a las lecturas de la Liturgia de las Horas
Ediciones CRISTIANDAD.MADRID-1981.Pág. 77 s.


2.- Am 9, 11-15

2-1.

-En aquel día levantaré la cabaña ruinosa de David, repararé las brechas, restauraré las ruinas, la reconstruiré como en los días de antaño.

Amós ha sido ante todo un "profeta de desdichas": que para provocar a la conversión, anuncia catástrofes.

Sin embargo no olvidemos que, de hecho, esas catástrofes sucedieron. Caída de Samaria en 722. Caída de Jerusalén en 586. Con todo su cortejo de horribles sufrimientos.

¿Vamos, con Nietzsche, a acusar a la religión de ser «el sepulturero de los entusiasmos humanos»? Los profetas ¿se habrían complacido en la desgracia y serían unos aguafiestas?

¡No! La última palabra de los profetas es siempre la esperanza. El «día del Señor» es calamidad porque destruye el mal, pero es ante todo «salvación» porque «las ruinas serán restauradas y las ciudades reconstruidas».

-He aquí que vienen días -Palabra del Señor- en que el labrador empalmará con el segador.

El tiempo se acorta: apenas ha sido labrada la tierra que ¡ya apuntan las espigas! Es la abundancia. Ya no hay que esperar para saciar el hambre.

-Destilarán vino nuevo las montañas y en todas las colinas se derretirá.

Estas imágenes nos invitan a soñar.

Es preciso descubrir de nuevo la esperanza.

El «vino» es el símbolo de la alegría, de la comida festiva.

Jesús lo escogió como símbolo de sí mismo.

-Volverán a Israel los deportados; reconstruirán las ciudades devastadas y habitarán en ellas; plantarán viñas y beberán su vino; cultivarán las huertas y comerán sus frutos.

En verano en que tantos hombres reencuentran la naturaleza es bueno contemplar en el mundo físico, en una hermosa «huerta», en un árbol frutal los signos de esta vida abundante que Dios quiere darnos. «He venido para que tengan vida, y la tengan en abundancia.» (Juan 10, 10)

El trabajo tiene a menudo un carácter pesado, alienante, es la tarea que, con demasiada frecuencia, se hace sin alegría, porque es penoso ganarse la vida. Pero precisamente lo que aquí se anuncia es un trabajo no alienante, que no tiene el carácter de castigo según el Génesis (3, 19): «Ganarás el pan con el sudor de tu frente.»

Señor, ayuda a los hombres aplastados por su trabajo.

Condúcenos hacia nuestra profunda liberación.

-Yo los plantaré en su suelo y no serán arrancados jamás de la tierra que les di. Eso dice el Señor, tu Dios.

Para Dios, la vida presente, sobre la tierra, no es un simple accidente fortuito, ni siquiera una preparación para «la otra vida». Tenemos el deber de ser felices aquí abajo: es un don de Dios.

Sin embargo, sabemos que esas promesas divinas no se realizan nunca totalmente en la tierra. Hay pues que permanecer abiertos a las perspectivas de la vida eterna en la que «Dios será todo en todos», realizando una felicidad en plenitud (Apocalipsis 21, 4)

NOEL QUESSON
PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 4
PRIMERAS LECTURAS PARA EL TIEMPO ORDINARIO
DE LOS AÑOS PARES
EDIT. CLARET/BARCELONA 1984.Pág. 162 s.


2-2. /Am/09/01-15

A lo largo de todos los capítulos precedentes, el mensaje de Amós ha tendido a recordar que el culto debe constituirse y crecer desde la adoración, como respuesta al acto salvador de Dios; por tanto, siempre como anámnesis. Por haberlo querido ignorar, el templo, el altar, el culto causan la muerte de la comunidad: «Vi al Señor en pie junto al altar, y me dijo: Golpea los capiteles y trepidarán los umbrales» (v 1). Simbólicamente viene a significar que este mismo templo donde los israelitas iban a presentar sus ofrendas, sus diezmos, sus sacrificios (suyos, pero no de Dios) es la causa de la muerte de la comunidad de la alianza.

El profeta casi podría decir con los cantores Bäul de Bengala: 

«Yo no voy, corazón mío, ni a La Meca ni a Medina;
gustosamente permanezco al lado de mi amigo.
Enloquecería si me alejase de él sin haberlo conocido.
No hay presencia ni en la mezquita ni en el templo,
ni tan sólo en un día especial dedicado al culto.
A cada paso tengo La Meca y el Kashi;
cada minuto es sagrado para hallar al amigo».

Los profetas se interesan también por el pasado: tienen conciencia de que Dios intervino en él activamente y que por ello continúa interviniendo en el presente. Yahvé no es una divinidad local, ligada a una tierra, como las divinidades cananeas de la fecundidad, sino el Dios único de todos los pueblos, de todas las fuerzas y de todas las potestades. Se sirve de los acontecimientos internacionales. De aquí que Yahvé no sea un Dios tribal, sólo de Israel. El libro de Amós, que se abre con un proceso a los países paganos y a Israel, se cierra con la referencia a los pueblos extranjeros confrontados con Israel. Los cusitas, descendientes de Cam, los filisteos y arameos, tan distanciados de Israel por la historia, la religión y también por la etnia, son igualmente pueblos del Dios de Israel. Existe una identidad fundamental en su dependencia frente a Dios: "Hijos de Israel, ¿no sois para mí como etíopes?" (v 7). Sin embargo, esta igualdad no suprime el privilegio de la alianza concedido a Israel, sino que demuestra su gratuidad. La misión del profeta es explicar los acontecimientos al pueblo ciego y sordo y convertirlos así en acontecimientos-signo. El día de Yahvé es el paso necesario para experimentar una gracia reservada en espera de que el pueblo abandone las falsas seguridades. Hasta ahora Israel ha hecho imposible el encuentro con Dios en el culto, en el amor al prójimo y en los acontecimientos históricos del pasado a causa de su idolatría, de su egoísmo excluyente y de su obcecación: "Prepárate, Israel, a encararte con tu Dios" (4,12).

F. RAURELL
LA BIBLIA DIA A DIA
Comentario exegético a las lecturas de la Liturgia de las Horas
Ediciones CRISTIANDAD.MADRID-1981.Pág. 738 s.


3.- Mt 9, 14-17

3-1.

Ver DOMINGO 08B


3-2.

-Se acercaron entonces los discípulos de Juan a preguntarle: "Nosotros y los fariseos ayunamos a menudo, ¿por qué razón tus discípulos no ayunan?"

El comportamiento de los discípulos de Jesús chocaba... se les encontraba demasiado alegres y contentos... poco austeros... no ayunaban... ¡eso era escandaloso! ¿Por qué no os portáis como todo el mundo? ¿como los discípulos de los fariseos? En fin ¡todos los demás rabinos imponen una disciplina estricta a los que quieren adelantar en la perfección!

Es el problema de Jesús y los suyos respecto de las observancias -sabat, abluciones, ayuno- problema que se pone aquí y que estará también en otros pasajes de los evangelios. Lo hemos meditado ya en Marcos 2, 18-26.

-Jesús les contestó: "Los invitados a la boda...

Esta respuesta debió provocar estupor.

En nuestro recuerdo personal, hay que evocar lo que esta imagen significa concretamente: Imagen de alegría y de fiesta.

En otra ocasión, hablando también del ayuno, Jesús había dicho: "cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara; ¡que tu aspecto no sea sombrío!" (Mateo 6, 16).

-Los invitados a la boda ¿pueden estar de luto, mientras el esposo está con ellos?

Cuando el novio invita a sus amigos a su boda, ellos y ellas aquel día no van a una ceremonia fúnebre. Es a una fiesta, ocasión de gozo y de alegría.

Ahora bien, Jesús es este "esposo" misterioso que invita a su boda. El ayuno no tendría sentido. El tiempo de Jesús es un tiempo de felicidad y júbilo intensos. Los tiempos mesiánicos ya han llegado: Dios se ha desposado definitivamente con la humanidad "para lo mejor y para lo peor" y nos invita a festejar ese gran acontecimiento.

¡Jesús amoroso! ¡Jesús enamorado de la humanidad! ¡Jesús desposado con la humanidad! Todo el Antiguo Testamento lo había anunciado. (Is 54, 4-8; 61, 10; 62, 4-5; Jr 2, 2; 31, 3; Ez 16; Os 1 a 3; Sal 45, 7-8) Y yo, por mi parte, ¿soy un enamorado de Jesús? ¿Respondo a su amor? ¿Cómo? ¿Estoy contento y alegre? ¿Soy feliz? ¿Vivo todos y cada día como un "invitado a la boda~? Y la misa, ¿la considero como un "banquete de boda" ? ¿Es una "cita de amor", un lugar privilegiado de encuentro, de diálogo, de silencio para escuchar? El celibato consagrado, para quienes lo han elegido, tiene esta significación. También el matrimonio, de distinta manera, tiene la misma significación: "Este sacramento es grande, concierne a Cristo y a la Iglesia." (Efesios 5, 32)

-Pero llegará el día en que se lleven al esposo: Entonces ayunarán.

Es el primer anuncio de la Pasión, en san Mateo. Sobre esta intimidad de los discípulos contentos con su maestro planea una sombra. Jesús la entrevé, la vislumbra. Por primera vez Jesús hace alusión a su muerte... y, más allá de esta muerte, al misterio de la separación aparente, de la ausencia del esposo.

-Nadie echa una pieza de paño sin estrenar, a un manto pasado...

Tampoco se echa vino nuevo en odres viejos...

Jesús es consciente de traer al mundo una realidad nueva, sin ninguna medida común con lo que los hombres han vivido hasta aquí. Todo lo antiguo está superado: no hay ningún compromiso posible entre las conductas de antaño y la novedad radical de la era nueva que Jesús instaura.

"EI vino nuevo se pone en odres nuevos". Señor, ¡danos ese "vino nuevo"! Ese espíritu y ese corazón nuevos. Como en Caná, cambia en buen vino el agua insípida de nuestras vidas.

NOEL QUESSON
PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 2
EVANG. DE PENTECOSTES A ADVIENTO
EDIT. CLARET/BARCELONA 1983.Pág. 54 s.


3-3.

1. (Año I) Génesis 27,1-5.15-29

a) Hemos pasado al siguiente capítulo de la historia: los hijos de Isaac.

Y lo hacemos con una escena -curiosa y nada edificante-, de trampas e intrigas dentro de su familia: las preferencias de Rebeca por Jacob y el engaño que ambos preparan al anciano Isaac, aprovechándose de su ceguera y su debilidad por la buena comida. Se le arrebatan así a Esaú, con la bendición paterna que recae en Jacob, los derechos que tenía como primogénito.

Al autor del libro le interesa subrayar, sobre todo, que, a pesar de eso, Dios sigue guiando la historia de su pueblo. Una vez más, en la línea de la promesa mesiánica, aparecen como protagonistas no los más fuertes, como Esaú, el cazador, sino los débiles, como Jacob.

El salmo alude explícitamente a la preferencia de Dios por Jacob, llamado también Israel: «alabad al Señor, porque es bueno... Porque él se escogió a Jacob, a Israel en posesión suya». Por eso se hará clásico llamar a Dios «el Dios de Abrahán, de Isaac y de Jacob»: la familia de la que nacerá, a su tiempo, el Mesías, Jesús de Nazaret.

b) Dios no actúa según unos criterios humanos, sino según su amor y libertad.

Cuando Pablo reflexiona sobre la suerte del pueblo de Israel (en la Carta a los Romanos, capítulo 9), recuerda que no todas los descendientes de Abrahán son el verdadero Israel (por ejemplo, los ismaelitas no lo son, a pesar de descender del primogénito de Abrahán), ni tampoco son iguales los hijos de Rebeca, porque ya antes de nacer, Dios preveía que el mayor, Esaú, serviría al menor, Jacob. (Los ismaelitas no eran bien vistos por los israelitas, y los edomitas, descendientes de Esaú, eran considerados como enemigos). Dios no actúa necesariamente según los méritos de las personas, sino que es libre en su amor y en su misericordia. Cuántas veces elige como colaboradores a los más pobres y débiles según el mundo. ¿Eligió Jesús como apóstoles a los que estaban mejor preparados, a los más sabios, a los más prestigiosos en la sociedad de su tiempo? ¿no escandalizó a los fariseos cuando llamó, por ejemplo, a Mateo, que era un publicado?

Esto, por una parte, nos debe hacer más humildes en la presencia de Dios. Más respetuosos de sus planes y de sus elecciones, no esgrimiendo lo que nos parecen nuestros derechos y estando dispuestos a acoger las sorpresas de Dios.

Por otra parte, no debemos escandalizarnos de la debilidad y hasta del pecado que existe entre nosotros. Por desgracia, la nada gloriosa historia de Isaac y Rebeca se repite continuamente: engaños, desconfianzas, divisiones. Y no pasa sólo en el ambiente doméstico, dentro de la familia, sino también en las relaciones entre familias, en la comunidad eclesial y en la social.

Pero Dios no cesa en sus propósitos. Incluso de las miserias humanas se sirve para guiarnos por la vida. ¿No puso Jesús los cimientos de su Iglesia en los apóstoles, aun contando con la debilidad de Pedro y las ambiciones de los demás y los celos de Juan y la traición de Judas? No es que vayamos a imitar la trampa de Rebeca y de Jacob. Pero tampoco hemos de escandalizarnos o desanimarnos al reconocer la debilidad propia o la de los demás, incluso los pecados de esta comunidad que se llama Iglesia.

1. (Año II) Amós 9,11-15

a) El final de nuestra lectura del profeta Amós se tiñe de un tono de esperanza. Después de las denuncias, el vidente anuncia un futuro de felicidad.

Invita al pueblo a tener confianza en Dios, que, a pesar de ser exigente en el cumplimiento de su Alianza, es comprensivo con nuestra debilidad. Las imágenes están tomadas de la vida del campo: se levanta la choza caída, se reparan las ruinas, se suceden rápidamente las cosechas, se recoge vino abundante de las viñas, los cautivos vuelven a casa, se reedifican las ciudades...

b) Dios siempre deja un resquicio a la esperanza. Siempre nos permite el camino de retorno, como al hijo pródigo que describirá Jesús. Así había sucedido después del crimen de Caín o del castigo del diluvio o de la esclavitud de Egipto. Así sucederá después del destierro de Babilonia. Dios tiene corazón de padre. Él mismo curará las heridas y reconstruirá las ciudades en ruinas.

A nosotros esto nos suena como ya cumplido, porque sabemos que Dios envió a su Hijo Jesús, creemos en él y le seguimos. En él encontramos sentido a nuestra vida y confianza para curar nuestras debilidades y restaurar lo que, con nuestra culpa, se haya venido abajo, en la vida personal o en la eclesial.

Dios corrige, pero corrige desde el amor. Como el padre a su hijo. Nunca debemos perder la esperanza ni la confianza en él: «Dios anuncia la paz a su pueblo y a sus amigos y a los que se convierten de corazón... El Señor nos dará la lluvia y nuestra tierra dará su fruto».

¿Qué brechas o ruinas hay en mi vida, que Dios quiere que se reparen? ¿y en la vida de la comunidad? Con confianza, hemos de rezar y poner manos a la obra, aprendiendo la lección del pueblo de Israel y haciendo caso al profeta Amós, que nos invita a cambiar nuestra vida, para que discurra por los caminos que Dios quiere.

2. Mateo 9,14-17

a) En este pasaje, la polémica sobre el ayuno no deberíamos entenderla dirigida inmediatamente a esa práctica ascética -privarse de algo de comida con una finalidad de penitencia o austeridad-, sino al ayuno como signo de la espera mesiánica. Es una controversia que provocan los discípulos de Juan y que se refiere a si se acepta o no a Cristo como el enviado de Dios.

Jesús se queja de que no le reconozcan y no quieran cambiar de vida. Y pone tres comparaciones:

- él es el novio o el esposo y, por tanto, deberían estar todos de fiesta, y no de luto o preparando algo que ya ha llegado;

- él es el traje nuevo, que no admite parches de tela vieja;

- él es el vino nuevo, que se estropea si se pone en odres viejos.

Los seguidores de Juan Bautista tendrían que haber aprendido la lección, porque ya su maestro se llamaba a sí mismo «el amigo del novio» (Jn 3,29).

b) El ayuno sigue teniendo sentido para los cristianos. Es un buen medio de expresar nuestra humildad y nuestra conversión a los valores esenciales, por encima de los que nos propone la sociedad de consumo. Los judíos piadosos ayunaban dos días a la semana (lunes y jueves). Los seguidores de Juan, también. El mismo Jesús ayunó en el desierto. Y los cristianos seguirán haciéndolo, por ejemplo en la Cuaresma, preparando la Pascua.

Pero no es esto lo que aquí discute Jesús. Lo que él nos enseña es la actitud propia de sus seguidores: la fiesta y la novedad radical.

Ya en el sermón de la montaña nos decía que, cuando ayunemos, lo hagamos con cara alegre, sin pregonar a todos nuestro esfuerzo ascético. Hoy se compara a sí mismo con el novio y el esposo: los amigos del esposo están de fiesta. Los cristianos no debemos vivir tristes, con miedo, como obligados, sino con una actitud interna de alegría festiva. El cristianismo es, sobre todo, fiesta, porque se basa en el amor de Dios, en la salvación que nos ofrece en Cristo Jesús.

Israel no supo hacer fiesta. Nosotros deberíamos ser de los que sí han reconocido a Jesús como el Esposo que nos invita a su fiesta, por ejemplo, a la mesa eucarística, en la que nos comunica su vida y su gracia.

Por eso mismo, la vida en Cristo es vida de novedad radical. Creer en él y seguirle no significa cambiar unos pequeños detalles, poner unos remiendos nuevos a un traje viejo, ocultando sus rotos, o guardar el vino nuevo de la fe en los mismos pellejos en los que guardábamos el vino viejo del pecado. Lo nuevo es incompatible con lo viejo, nos viene a decir Jesús. Seguirle es cambiar el vestido entero, más aun, cambiar la mentalidad, no sólo el vestido exterior. Es tener un corazón nuevo. (¡Lo que les costó a Pedro y a los demás discípulos cambiar la mentalidad religiosa y social que tenían antes de conocer a Cristo!). Seguir a Cristo afecta a toda nuestra vida, no sólo a unas oraciones o prácticas piadosas.

«Alabad al Señor, porque es bueno» (salmo I)

«Dios anuncia la paz a su pueblo y a sus amigos, a los que se convierten de corazón» (salmo ll)

«¿Es que pueden guardar luto los amigos del novio?» (evangelio)

J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 5
Tiempo Ordinario. Semanas 10-21
Barcelona 1997. Págs. 109-112


3-4.

Primera lectura : Amós 9, 11-15 Haré volver los cautivos de Israel y los plantaré en su campo.

Salmo responsorial : 84, 9.11-12 Dios anuncia la paz a su pueblo.

Evangelio : Mateo 9, 14-17 ¿Es que pueden guardar luto los amigos del novio mientras el novio está con ellos?

Los discípulos de Juan, igual que los fariseos, animados por su piedad individual, realizaban ayunos constantemente para que con su ayuda se apresurara la llegada del Reino. En medio de la fidelidad a las prácticas de mortificación externa, los discípulos de Juan se encuentran con una fuerte controversia: ¿por qué los discípulos de Jesús no ayunan? Los seguidores del Bautista corren de inmediato a preguntarle a Jesús, pero pareciera que Jesús evadiera la interpelación que le hacen. Jesús está convencido que el problema no está en la discusión planteada por los seguidores de Juan. El problema de fondo no es el ayuno en sí, sino la nueva forma de vida que Jesús está inaugurando, que se aleja de todo legalismo y permite vivir en libertad y renovarse interiormente.

La propuesta de Jesús es clara: no se puede recibir el Reino de Dios con la mente y la vida embotadas por esquemas mentales verotestamentarios ya caducos y por ritos externos que han puesto de lado la justicia y la misericordia. No se puede utilizar la fe en Dios para justificar la injusticia y la falta de caridad en medio del pueblo. No se puede echar vino nuevo (el Reino de Dios), en odres viejos (la ley, la exclusión y la falsedad religiosa).

El Reino de Dios lo reciben hombres y mujeres nuevos, que se hayan liberado del esquema simbólico que imperaba en el pueblo judío del tiempo de Jesús. Jesús se enfrenta a una sociedad apegada a lo viejo que no daba lugar al Espíritu, ya que la ley había absorbido la vida de todos. Ahora la propuesta de Jesús es dar tiempo al Espíritu para que el Reino sea una realidad de justicia, de amor y de paz.

SERVICIO BÍBLICO LATINOAMERICANO


3-5.

Efesios 2, 19-22: Son ciudadanos del Reino

Salmo responsorial: 116, 1-2

Mateo 9, 14-17: Dichosos los que crean.

Tomás, como Apóstol, pone ante nosotros la apostolicidad de la Iglesia de Jesús, edificio construido sobre la roca de los Apóstoles, en el que nos cobijamos todos los demás, cada uno con su carisma, y al entrar en ella no somos ya extranjeros ni huéspedes, sino "conciudadanos del pueblo de los santos", "ciudadanos del cielo" decía el clásico de Lucien Deis. De ello nos habla la primera lectura, invitándonos a una contemplación sabrosa de esta compañía ancestral de santos, apóstoles y profetas en cuyo caminar nos ha sido dada la gracia de participar...

Aparte de este su carácter de apóstol, común con los demás, Tomás es siempre un símbolo del binomio fe/incredulidad. El refrán popular consagró el dicho: "Yo como santo Tomás, si no lo veo no lo creo".

En realidad, es una expresión inadecuada, porque no se puede creer lo que se ve. Lo que "se ve", lo que se nos hace "evidente", no puede ser "creído", porque lo vemos, vemos su prueba. Sólo se puede creer lo que no se ve, lo que no se sabe, aquello cuya prueba no tenemos. Y eso sólo se puede creer "fiándonos de alguien". La fe es siempre "creer a alguien", no simplemente "creer algo". Creemos algo "a alguien", fiados por el testimonio de alguien, de alguien que nos resulta creíble, digno de fe.

Para creer "lo que estamos viendo" no necesitamos a nadie. Lo que no vemos, lo que no entendemos, o -más aún- lo que nos parece difícil o imposible, sólo podemos creerlo si se lo creemos a alguien creíble que nos lo asegura; "fiados" en él, porque nos merece credibilidad, nos arriesgamos a tener por cierto eso que nos parece casi imposible...

La fe cristiana no es "creer algo", tener por ciertas una serie de "cosas", sino creer "a alguien" fiarse concretamente de Alguien. Y ese fiarnos vale tanto más cuanto más difícil, o incluso imposible parece aquello que se nos presenta para ser creído. Por eso tenía razón Jesús cuando dijo a Tomás: dichosos los que sin ver (sin comprobar, sin pruebas, contra toda evidencia incluso) han creído (a Alguien, a Jesús, a Dios que nos lo envió).

SERVICIO BIBLICO LATINOAMERICANO


3-6. CLARETIANOS

¡Menos mal que la semana termina con un poco de esperanza! Amós, cansado ya de meter tanto el dedo en la llaga, adopta hoy un tono positivo que nos ayuda a afrontar el futuro de otra manera: "Haré volver a los cautivos de Israel". El guión profético es siempre el mismo. Primero se mete miedo en el cuerpo, se ponen los motores al máximo, y, cuando el personal está hecho polvo, entonces vienen las promesas y los halagos. No soy nadie para enfadarme con Amós, pero uno acaba un poco harto de este recurso teatral. Y, sin embargo, la vida nos muestra que toda patria es un exilio superado, que toda alegría es una tristeza vencida, que toda paz es una guerra terminada. A esto, en lenguaje cristiano, lo llamamos "misterio pascual". Cuesta hacerse a la idea de que así es como avanza la vida verdadera.

En el evangelio también se respira aire de novedad. Los "amigos del novio" no guardan luto sino que se alegran con el vino nuevo de la fiesta. El novio representa la irrupción de lo nuevo.

¿Cuántas veces habéis tenido la impresión de que todo lo que tiene que ver con nuestra fe parece, más bien, viejo, ajado, como fuera de este tiempo? Es quizá el peso de una tradición multisecular. Pero lo mejor es que siempre, siempre, bajo las cenizas de muchas cosas envejecidas, están siempre las brasas de la novedad. Cada vez que un hombre o una mujer se estremecen ante las palabras de Jesús, es como si naciera un mundo nuevo.

Gonzalo Fernández , cmf (gonzalo@claret.org)


3-7. DOMINICOS 2003

Palabra de Dios
Libro del Génesis 27, 1-5.15-29:
“Cuando Isaac se hizo viejo y perdió la vista, llamó a su hijo mayor, Esaú, y le dijo...: sal al campo a buscarme caza..., prepárame un buen plato..., y te daré mi bendición de heredero... Rebeca, su madre, lo escuchó todo; y cuando Esaú salió al campo..., tomó el traje de fiesta de Esaú y con él vistió a Jacob, su hijo menor, y con piel de los cabritos le cubrió los brazos. Luego preparó el guiso que le gustaba a Isaac, y lo puso en manos de Jacob para se lo sirviera a su padre... Con el engaño, obtuvo Jacob la bendición de su padre, desposeyendo de ella a Esaú...”

El venerable patriarca Isaac, ciego y achacoso, es engañado. Según la tradición, bendice a Jacob y ya no puede rectificar su error. Víctima de manipulaciones, sólo puede legar a su primogénito las bendiciones del cielo que nunca faltan.

Evangelio según san Mateo 9, 14-17:
“En cierta ocasión, los discípulos de Juan Bautista se le acercaron a Jesús, y le preguntaron: ¿por qué nosotros y los fariseos ayunamos a menudo, y, en cambio, tus discípulos no ayunan? Jesús les dijo: ¿es que pueden guardar luto los amigos del novio mientras el novio está con ellos? Llegará un día en que se lleven al novio, y entonces ayunarán. Mirad: nadie echa un remiendo de paño sin remojar a un manto pasado, porque la pieza tira del manto y hace un roto mayor. Tampoco se echa vino nuevo en odres viejos, porque revientan los odres...; a vino nuevo, odres nuevos”.

Jesús insinúa a sus adversarios que en la novedad del Reino de Dios, según el Espíritu, todo hay que interpretarlo desde las entrañas del Padre que envía a su Hijo para que vivamos en el Espíritu Santo. Muchas pequeñeces pierden valor, si la grandeza del amor, de la caridad, de solidaridad campea en el mundo.



Momento de reflexión
Malicia humana, paciencia divina
La anécdota de la malicia combinada en la que son protagonistas Rebeca y Jacob, frente a Isaac y Esaú, es uno de los innumerables episodios en que los humanos hemos actuado con deslealtad en la historia.

El amor del padre, Isaac, a favor de Esaú era respetuoso con la tradición de la primogenitura, y se disponía a sellar en él la herencia con bendición solemne. Aquí al valor humano -vinculado a la sangre- se añadía el valor de lo alto en forma de bendición, y Dios contaba con ello en sus designios.

Rebeca y Jacob se permitieron engañar al hombre, probablemente con conciencia de que eran desleales también ante Yhavé. Y Dios, al mismo tiempo que condena la deslealtad y el engaño, se mantiene sin interferirse en los caminos de la libertad humana, salvando, eso sí, los designios de salvación del hombre.

Dios, lamentando el engaño y sus consecuencias, no retira su favor al heredero del patriarca, a Jacob, sino que contará con él para realizar su plan.

¡Cuántas veces nosotros mismos, hombres engañosos y engañados, hemos de aprovechar situaciones que no aprobamos para sacar de ellas algunos bienes futuros!

Vino nuevo, odres nuevos
La anécdota evangélica es de otro corte muy distinto. El ayuno era tradición muy respetada por la tradición judía. En su ejercicio riguroso coincidían los discípulos de Juan con los fariseos.

En cambio, los discípulos de Jesús, animados por su Maestro, eran más tolerantes, comprensivos, espirituales. Lo eran porque para ellos, en el reino de Dios, la vida, caridad, amor, servicio, estaban muy por encima del ayuno. Esto no lo comprendían bien ni siquiera los ascéticos discípulos de Juan, que vivían al amparo del Viejo Testamento. Por eso Jesús les habla de que están entrando en tiempos nuevos, valoraciones nuevas.

¿Aprenderemos alguna vez a vivir, evolucionar y actuar según el Espíritu?


3-8. CLARETIANOS 2003

El Génesis se supera a sí mismo. El fragmento de hoy es puro culebrón para una tarde de verano. Jacob es un mentiroso sin paliativos. Y Rebeca una urdidora de engaños. El pobre Esaú no pasa de ser un ingenuo que todavía cree en la palabra. Sólo se salva Isaac por el arrebato poético que le entra después de besar a su hijo Esaú-Jacob: Aroma de un campo que bendijo el Señor es el aroma de mi hijo: que Dios te conceda el rocío del cielo.

Conozco a más de uno al que esta historia le escandaliza. Es como si Dios sancionara la mentira. Muchos políticos, sin embargo, podrían leer con regocijo este relato. Parece el acta fundacional de un estilo propio de conducirse en la vida: el fin justifica los medios.

No nos queda más que recordar aquello de que “Dios escribe recto con líneas torcidas”. En el fondo, el relato de hoy, como tantos otros, constituye una verdadera teología de la historia. Nos revela, no tanto que Dios “guíe” los acontecimientos (convirtiéndonos en simples actores de su guión), sino que nunca deja de regalar su gracia en la trama de una historia que escribimos nosotros, con nuestras grandezas y miserias. Pablo lo dice con una frase insuperable: Donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia.
Esta manera de ver las cosas sólo se aclara en Jesús. Él es el vino nuevo almacenado en odres nuevos.

Gonzalo (gonzalo@claret.org)


3-9. 2001

COMENTARIO 1

v. 14: Se acercaron entonces los discípulos de Juan a pre­guntarle: Nosotros y los fariseos ayunamos a menudo, ¿por qué razón tus discípulos no ayunan?

Juan Bautista está ya en la cárcel (4,12). Según la presentación que ha hecho Mt, Juan no ha pretendido hacer discípulos ni fun­dar escuela; su papel era de mero precursor (3,11). Aparecen ahora, sin embargo, «los discípulos de Juan», que mantienen su adhe­sión a él. »Discípulos» son los que siguen la doctrina de un maes­tro; éstos han conferido a Juan ese papel. Éstos quieren perpetuar su figura y doctrina, absolutizándolas, contradiciendo a su carácter de precursor. De hecho, no llaman a Jesús «Maestro».

La práctica religiosa de los discípulos de Juan se ha asimilado a la de los fariseos. El papel renovador de Juan y su oposición a los fariseos, a quienes calificó de «camada de víboras» (3,7), han sido olvidados por sus discípulos. Estos han integrado a Juan en el antiguo sistema. Reprochan a Jesús no atenerse a la tradición ascética de los grupos observantes de Israel. Consideran indiscutible que para formar a los discípulos hay que imponerles una severa disciplina.

v. 15: Jesús les contestó: ¿Pueden estar de luto los amigos del novio mientras el novio está con ellos? Llegará el día en que les arrebaten al novio y entonces ayunarán.

La respuesta de Jesús enfoca la cuestión desde un punto de vista completamente distinto. Compara su convivencia con los discípulos a un banquete de bodas, donde él representa al novio / esposo. Los discípulos son «los amigos del Esposo» (lit.: «los hijos del tálamo o de la sala del banquete», modismo semítico para designar a los amigos íntimos del novio, que se ocupaban de todo lo necesario para la celebración de la boda y de animar la fiesta).

La denominación «el Esposo» enlaza con las palabras de Juan Bautista «yo no merezco ni quitarle las sandalias» (3,11). «El Es­poso» o marido era designación de Dios en el AT dentro del sim­bolismo de la alianza como unión nupcial entre Dios y el pueblo (Os 2). Como lo indicaba ya Juan, Jesús asume esa función; nueva transferencia de una función divina a Jesús, «el Dios entre nos­otros» (1,23). La imagen del Esposo supone el cambio de alianza (cf. Jr 31,31-34). Características de ésta son la amistad, la intimidad, la alegría y la libertad. «Los amigos del Esposo» no están sujetos a una disciplina; su actividad se ejerce en la libertad, guiada por el amor al amigo. Ésta es la relación del hombre con Dios en la nueva alianza: el alegre servicio guiado por la adhesión a Jesús, que es amistad con él. Siendo el ayuno expresión de tristeza, es incompatible con la presencia de Jesús. Llegarán días, sin embar­go, en que el ayuno esté justificado, cuando los discípulos se vean privados de la presencia del amigo («el día en que les arrebaten al novio»).

vv. 16-17: Nadie echa una pieza de paño sin estrenar a un manto pasado, porque el remiendo tira del manto y deja un roto peor. 17Tampoco se echa vino nuevo en odres viejos, porque, si no, revientan los odres: el vino se derrama y los odres se echan a perder; no, el vino nuevo se echa en odres nuevos, y así las dos cosas se conservan.

La pregunta de los discípulos de Juan mostraba su extrañeza y escándalo porque Jesús no imponía a sus discípulos la disciplina ascética tradicional. Jesús les explica ahora la razón usando dos comparaciones, la de la pieza de paño nuevo en un vestido viejo y la de los odres y el vino. Lo viejo y lo nuevo son incompatibles; todo compromiso lleva al fracaso y a la ruina de ambos. Con su presencia comienza una época de novedad radical.

Esta perícopa está íntimamente ligada a las anteriores y cons­tituye el centro de esta sección. Jesús llama al reino de Dios a «los pecadores», término que incluye a los paganos en su significado y en la futura realización del reino. Jesús afirma que en la comunidad mesiánica (Mesías-Esposo) no se va a imponer a sus discí­pulos la praxis religiosa judía. Las antiguas instituciones y prác­ticas, que pertenecen a la tradición cultural de un pueblo, no pue­den adaptarse en absoluto a la universalidad de la comunidad mesiánica. Lo mismo que para entrar en el reino la única con­dición es la adhesión a Jesús, así lo es también para pertenecer a él. Jesús libera a los futuros discípulos procedentes del paga­nismo de toda dependencia de la cultura judía. El antiguo Israel ha pasado, y sus instituciones con él.

Es de notar que Jesús considera el ayuno no como una práctica religiosa, sino como expresión personal de tristeza. Es un hecho lo que puede llevar a los discípulos a ayunar: la ausencia del Es­poso, que tendrá lugar en su pasión y muerte. Una vez resucitado, su presencia será continua (28,20). El ayuno no tiene relación con Dios: como las lágrimas, es una expresión de la tristeza, que el hombre practicará cuando tenga motivo para ello.

Los fariseos y discípulos del Bautista continúan sus ayunos por­que no han reconocido en Jesús al Esposo-Mesías. Su ayuno es señal de su rechazo de Jesús.


COMENTARIO 2

A la pregunta sobre el ayuno ritual Jesús responde con una sentencia, la cual afirma que la permanencia de Jesús con sus discípulos se considera tiempo de alegría, como en una boda, o mejor dicho, como en las relaciones nupciales que Dios ha establecido con su pueblo, cuando el ayuno o cualquier otra señal de tristeza o duelo está fuera de lugar. Jesús no rechaza el ayuno en cuanto tal, lo que rechaza es el legalismo que despersonifica y niega la libertad de ayunar cuando ello es conveniente. Además, la respuesta de Jesús significa principalmente que los fariseos y los discípulos de Juan no han reconocido aún que Jesús es el esposo mesiánico; su tristeza piadosa es signo de su rechazo a Jesús y al verdadero arrepentimiento.

No pueden los invitados a la boda ponerse tristes mientras el novio está con ellos (v.15). Los amigos del novio son aquí los discípulos de Jesús. Aquí la imagen significa que mientras el esposo está aquí sería incorrecto que los amigos del novio siguieran sumidos en la espera ansiosa y en la tristeza. Así pues, este versículo se refiere concretamente a la vida de Jesús con sus discípulos; interpretarlo de otra manera implica tropezar con dificultades insolubles.

Para terminar con la controversia sobre el ayuno, Jesús establece el contraste de cómo combinar algo viejo con algo nuevo, lo cual puede generar una ruptura más grande causando un destrozo irreparable. Los dos dichos que Jesús utiliza quieren mostrar la incompatibilidad entre las formas o instituciones del judaísmo y el Reino de Dios. Jesús anuncia un cambio de época, anuncia la Buena Noticia; y esta es una novedad que revierte lo antiguo; su núcleo está en las nuevas relaciones entre Dios y el hombre. Esta novedad no puede encajar en lo antiguo, porque todo intento de hacerlo sería inútil, lo antiguo mostraría aún más su insuficiencia e incapacidad de resistir la fuerza de lo nuevo. El término nuevo que se opone a lo viejo, indica que Jesús ofrece una alternativa, no una síntesis. Quien desee seguirlo tiene que romper con los presupuestos del pasado, con las instituciones y sus leyes pesadas que Jesús califica como anticuadas e inservibles para la vida del hombre.

1. J. Mateos-F. Camacho, El evangelio de Mateo. Lectura comentada, Ediciones Cristiandad, Madrid

2. Diario Bíblico. Cicla (Confederación Internacional Claretiana de Latinoamérica)


3-10. 2002

La sección a la que pertenece este pasaje se abre con una serie de tres episodios a la que pertenecen la curación de un paralítico (9, 2-8), la llamada a Mateo (9, 9) y la comida con los pecadores (9, 9-13). Dicho capítulo concluye también con tres episodios: la salvación de dos personajes femeninos (9, 18-26), la curación de dos ciegos (9, 27-31) y la de un mudo (9, 32-34). Entre ambos trípticos se coloca un texto sobre la novedad cristiana y sobre su incompatibilidad con las instituciones religiosas judías que constituye la enseñanza central de 9, 2-34 y desde el cual se deben interpretar los restantes textos.

El pasaje se articula en dos momentos: en el primero encontramos una controversia entre Jesús y los discípulos del Bautista a propósito de la observancia del ayuno; en el segundo se opone lo nuevo a lo antiguo a partir de dos comparaciones tomadas de la forma de coser un vestido y de la conservación del vino.

La inconciliable convivencia de lo nuevo y lo antiguo en estos dos órdenes esclarece la irreductibilidad entre la práctica de Jesús y la práctica de los fariseos y bautistas. Esta última permanece en el ámbito del pasado israelita que, por su particularismo, no puede adaptarse al ámbito universal de la salvación proclamada por Jesús para su comunidad.

Esta nueva realidad nace de la presencia del Esposo en el banquete nupcial. La imagen de las bodas había sido usada en el Antiguo Testamento para expresar la relación de Dios con su pueblo. Ahora se aplica a Jesús que con su llegada ha dado inicio al banquete mesiánico.

La nueva realidad, la presencia del Dios con nosotros entre la comunidad de los discípulos de Jesús, prohíbe el sentimiento de tristeza expresado por el ayuno. Los discípulos de Juan no han comprendido el sentido de la venida de Jesús y, por lo mismo no han comprendido su carácter de precursor del Mesías. Por lo mismo insisten en la práctica del ayuno considerando que siguen vigentes las disciplinas de la Antigua Alianza. De esa forma, ellos mismos se colocan en la misma categoría que los discípulos de los fariseos.

La presencia del Esposo en las bodas mesiánicas exige, por el contrario, una nueva actitud que sólo puede ser expresada adecuadamente por el sentimiento de alegría que lleva a tomar parte activa en el banquete.

La disciplina preparatoria de la Ley antigua debe ceder su lugar al servicio alegre en libertad fruto de esta intervención decisiva de Dios en la historia humana.

El reconocimiento de la presencia divina en Jesús Esposo ha cambiado el sentido de la vida de los discípulos galileos de Jesús. De la tristeza de la preparación expresada por medio del ayuno han sido transportados al ámbito de la plenitud de la alegría del banquete mesiánico.

Todo discípulo de Jesús a lo largo de la historia deberá hacer la misma experiencia y, por ende, no hay espacio en su existencia para la tristeza. Los “amigos del novio” deben ser capaces de expresar la alegre intimidad con Jesús en la fiesta que significa el compartir del Reino.

Diario Bíblico. Cicla (Confederación Internacional Claretiana de Latinoamérica)


3-11. Sábado 5 de julio de 2003
Antonio María Zacaría, Berta

Gn 27, 1-5.15-29: Jacob quitó la bendición a su hermano
Salmo: 134, 1-6
Mt 9, 14-17: ¿Pueden estar de luto los amigos del novio?

Decía Santa Teresa que "un santo triste es un triste santo". Santidad y tristeza están reñidas. Para mucha gente, sin embargo, los cristianos han sido verdaderos aguafiestas, gente que veía peligros en todo; que, en lugar de alegrar la vida de los demás, la llenaba de perturbación y preocupación. ¡Qué equivocados estamos! Así eran los fariseos. Con el deseo de agradar a Dios, ayunaban mucho más de lo que estaba mandado: dos veces por semana, mientras sólo era obligatorio una vez al año, el día de la purificación (Yom kippur). Jesús parece no estar de acuerdo con esta vida de negación de lo corporal y de mortificación, al no enseñar a sus discípulos estas prácticas religiosas. Él ha venido a celebrar las bodas de Dios con el pueblo; en estas bodas -símbolo de alegría, vida y fecundidad- Jesús es el esposo, y mientras se celebran, no hay lugar para la penitencia y la ascética inútil. La única práctica permitida a los esposos es la del amor sin límite. Y, por esto, Jesús responde a la acusación que le hacen: ¿Pueden estar de luto los amigos del novio mientras dura la boda? Ayunarán cuando pierdan al esposo, el día de su muerte, pero será un día tan pasajero como el tiempo que Jesús estaría en el sepulcro.

SERVICIO BÍBLICO LATINOAMERICANO


3-12. ACI DIGITAL 2003

15. El Esposo de esta parábola es el mismo Jesús; sus amigos, los apóstoles, no podían ayunar como si hicieran duelo por su presencia. En las bodas de los judíos los amigos solían acompañar al esposo cuando éste salía al encuentro de la esposa (Mat. 25, 1 - 13; Juan 3, 29). Sobre el ayuno véase 6, 16 y nota: "Cuando ayunéis, no pongáis cara triste, como los hipócritas, que fingen un rostro escuálido para que las gentes noten que ellos ayunan; en verdad, os digo, ya tienen su paga". El ayuno no era, como hoy, parcial, sino que consistía en la abstinencia total de todas las comidas y bebidas durante el día. Era, pues, una verdadera privación, una auténtica señal de penitencia, que practicaban también los primeros cristianos, principalmente el viernes de cada semana, por ser el día en que "el Esposo nos fue quitado" (9, 15).


3-13. Fray Nelson Sábado 2 de Julio de 2005
Temas de las lecturas: Jacob suplantó a su hermano y le robó la bendición de su padre * ¿Cómo pueden llevar luto los amigos del esposo mientras él está con ellos?.

1. Lo que nos enseñan las vidas poco edificantes
1.1 No parece muy alto el estándar moral de algunos textos del Antiguo Testamento, y un ejemplo clásico es la primera lectura de hoy, en la que un astuto y tramposo Jacob logra lo que quiere a costa de engañar al propio papá y al hermano.

1.2 Lo primero que podemos aprender de este caso bochornoso es que la Biblia no es una colección de vidas ejemplares. La Biblia no nos presenta la vida de unos pocos seres excepcionales sino lo excepcional que puede ser la vida cuando Dios la toma y la transforma. No nos presenta solamente productos terminados y perfectos, que de poco servirían, seamos sinceros, porque siempre uno podría argüir: "ese no es mi caso; ese no soy yo."

1.3 Al contrario, cuando uno ve que hasta un tramposo empedernido como Jacob entra en la providencia de Dios, y que Dios se vale de él para llevar adelante sus planes, aunque sin dejar de darle sus lecciones al mismo Jacob, entonces uno tiene que decir: "ni siquiera mis pecados son una disculpa para decir que no quepo en los designios maravillosos de Dios."

2. Una obediencia que no lo parecía
2.1 El evangelio de hoy ilumina otro aspecto de la obediencia cristiana. No es la ley por la ley ni la costumbre por la costumbre. Los discípulos de Juan y los de los fariseos ayunaban y la gente fue donde Jesús a preguntarle por qué él y los suyos no ayunaban. A primera vista estamos frente a una desobediencia, ¿o no?

2.2 Ignoramos detalles del día o las circunstancias de este ayuno. Sabemos en cambio que Cristo fue fiel cumplidor de la Ley de Moisés, pero no de todas las tradiciones religiosas de su tiempo, pues a menudo fue crítico con ellas. Así que lo más probable es que se tratara de un día de ayuno establecido o propugnado por algunas autoridades o líderes religiosos sin mayor causa. Este tipo de decisiones piadosas a veces toman fuerza de ley pero sin un motivo real de fondo.

2.3 De lo que hizo y responde Jesús entendemos que no toda obediencia es virtud. En esta ocasión, por ejemplo, Jesús no ayunó. Así nos enseñó que hemos de obrar con certeza interior también cuando se trata de cosas que implican la fe y la religión. Obediencia y libertad, en la mente y el actuar de Cristo, no son opuestas sino más bien complementarias.

3. Jesús, El Novio
3.1 Vayamos ahora al texto del evangelio de hoy. He aquí que buscando de qué acusar al Señor le han presionado sus detractores, mas de tal acoso ha salido una bellísima imagen: Jesús, el Novio.

3.2 Hubiera podido decirnos otras cosas, pero ha querido calificar la alegría de su presencia con una expresión entrañable y cálida: el Novio. No es posible ayunar cuando Él está.

3.3 Me gusta decir que Jesús no es un soltero ni un solterón; es un Novio. No ha cancelado sus bodas, pues sigue siendo verdad lo que dijo su Padre al principio: "no es bueno que el hombre esté solo" (Génesis 2,18). Cristo no ha renunciado al matrimonio, lo ha aplazado para el momento final. Y es tal el gozo que de allí brota, que no es posible ayunar a la vista y degustación de tal banquete.