VIERNES DE LA SEMANA 11ª DEL TIEMPO ORDINARIO

 

1.- 2Co 11, 18-30

1-1.

La apología a la que Pablo se ve obligado, aunque no le agrade hacerla, levanta el velo sobre sus hazañas misioneras. Como sus amigos lo han denigrado comparándolo a los que, según dicen, son apóstoles mejores que él, Pablo expondrá -y es consciente de ello que se trata de una locura- todo lo que ha hecho por Dios. Una especie de corta biografía impresionante.

-Hebreo... israelita... descendiente de Abraham... ministro de Cristo.

He ahí sus títulos, según un orden creciente.

Pablo lo recuerda: es judío de origen, su educación se hizo junto a los mejores fariseos israelitas de Jerusalén. No puede ponerse en duda que pertenece a la más auténtica «tradición». Es un innovador, es cierto. Lo es por estar todo él orientado hacia los paganos, o gentiles; pero no es por abandono de la integridad de su fe de judío... se trata de una fidelidad más profunda. Cristo lo escogió para El.

Concédenos también, Señor, ser a la vez fieles a la tradición auténtica y estar decididamente volcados hacia el futuro.

-Trabajos... golpes... cárceles... peligro de muerte... De los judíos recibí cinco veces treinta y nueve azotes... tres veces fui azotado con varas... y una vez apedreado...

Estos son los suplicios que la Ley judía reservaba a los herejes, según el Deuteronomio 25, 2-3 y el Levítico 20.

Así nueve veces fue «denunciado» Pablo por cristianos judaizantes que espiaban su manera de enseñar. Ayuda, Señor, las diversas tendencias de tu Iglesia de HOY a no destrozarse las unas a las otras.

-Naufragios... bandoleros... falsos hermanos... noches sin dormir... hambre y sed... frío...

La acumulación de todos esos peligros y pruebas es sorprendente.

El balance de la primera evangelización da mucha sangre derramada, muchas fatigas, y muchos obstáculos de toda especie. No. La Iglesia no nacía con facilidades. No estaba todo hecho por adelantado.

Fue preciso construir a fuerza de puños, lentamente y, a menudo, con todas las apariencias del fracaso.

Que esto aclare, Señor, mi apreciación actual de la Iglesia.

-Y aparte de otras cosas, mi preocupación diaria, el cuidado de todas las Iglesias. ¿Quién desfallece, sin que desfallezca yo? ¿Quién tropieza -en brasas- sin que yo me queme?

San Pablo, rogad por nosotros. Ayudadnos también a llevar el peso de todas las Iglesias... «a simpatizar, a sufrir con todos los que sufren»... a «no juzgar despectivamente a los que tropiezan o caen, sino a experimentar el dolor de su caída»...

Aplico todo esto a mi vida. ¿Quién desfallece o es débil a mi alrededor? ¿Quién está en trance de tropezar cerca de mí?

-Si hay que gloriarse ¡me gloriaré en mi flaqueza!

Pablo opone la «flaqueza» de su apostolado a la «potencia» de que creen disponer los falsos apóstoles que le acusan. Su flaqueza no le abate, le refuerza su convicción de que es Dios quien actúa en él.

Que mis pobrezas, Señor, lejos de desesperarme me conduzcan a Ti.

NOEL QUESSON
PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 5
PRIMERAS LECTURAS PARA EL TIEMPO ORDINARIO
DE LOS AÑO IMPARES
EDIT. CLARET/BARCELONA 1983.Pág. 136 s.


1-2. /2Co/11/07-29

Los que perturbaban la paz de la comunidad de Corinto ponían en duda la autoridad apostólica de Pablo. ¿Quiénes eran estos agitadores? Ciertamente, no se trata de los apóstoles de Jerusalén, a los que Pablo hace referencia cuando usa la expresión de «apóstoles preclaros» (11,5). Pero esta forma suya de hablar manifiesta que los agitadores provenían de allí (22) y se en- cubrían con su autoridad para hacer valer sus derechos de apóstoles de Cristo. Pero se les enfrenta, enérgicamente, tratándoles de «falsos apóstoles», «engañosos» y «servidores de Satanás» (13-14). En efecto, ninguno de ellos podría soportar una confrontación con la abnegación y los sacrificios con que Pablo va llevando a cabo su ministerio (24-29). ¿En qué se apoyan, pues, para poner en duda la autoridad del Apóstol? Sencillamente en el hecho de que Pablo no hacía valer su derecho, propio de todo apóstol, de ser mantenido por la comunidad.

Al defenderse de esta hipócrita acusación, Pablo nos permite entrever cómo se producía la fundación de las comunidades. Que él trabajaba para ganarse el propio sustento parece ser una de las características suyas, desde el comienzo de sus viajes misioneros. Así lo recordaba también a los de Tesalónica (1 Tes 2,9), reconociendo que ésta era una renuncia personal suya (1 Tes 2,7). Lo había dicho en parecidos términos a los de Corinto (1 Cor 9,3-18) y ahora insiste en que no piensa cambiar de actitud (9-10). Precisamente es eso lo que quisieran los que le acusan, porque, en el fondo, la actitud de Pablo denuncia la falacia de su comportamiento y, al mismo tiempo, hace saber a los corintios que, si alguno le ayudó en momentos en que sufría necesidad, no fueron precisamente ellos, sino los hermanos de Macedonia (8-9).

Reproches aparte, Pablo entiende la obra de evangelización como un compromiso de toda la Iglesia. Su entrega personal y sus muchos sacrificios no le llevan a olvidar el esfuerzo generoso de muchos que le han ayudado en su tarea misionera. Y es que el nacimiento de una nueva comunidad no se realiza nunca sin el sacrificio de los que ya creen.

A. R. SASTRE
LA BIBLIA DIA A DIA
Comentario exegético a las lecturas de la Liturgia de las Horas
Ediciones CRISTIANDAD.MADRID-1981.Pág. 251 s.


2.- 2R 11, 1-4.9-18.20

2-1.

-Atalía... hizo exterminar toda la estirpe real.

La obra de Racine inmortalizó para el recuerdo la «tragedia» relatada en esta página de la Biblia.

Atalía, hermana de Ajab, rey sin escrúpulo llega a ser una reina sin piedad: cuando se entera de que su hijo Ocosías ha sido muerto por los hombres de Jehú, decide quedarse con el poder y exterminar fríamente a todos los hijos de su hijo, sus propios nietos.

En ese contexto de «violencia» inaudita, en ese clima político inverosímil es donde los «fieles de la Alianza» debían tratar de ver claro para procurar hacer «la voluntad de Dios».

¡No! La fe no es, de ningún modo, una vaga ideología abstracta que está en las nubes: cuando, hoy todavía, decimos «venga a nosotros tu Reino; hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo», ¿somos conscientes de que ese deseo sería sólo un anhelo piadoso e ineficaz si no nos comprometiera a hacer un análisis de las situaciones del mundo y a entablar un combate para que ese mundo corresponda mejor al proyecto de Dios?

-Pero Josabet... tomó a Joas, lo escondió, y evitó así su muerte.

El sumo sacerdote Joad y su mujer Josabet, a causa mismo de su fe, hicieron un análisis de la situación y se lanzaron a una empresa política: deciden responder a la violencia con la violencia... Atalía mató a sus nietos, también ella será asesinada... Ella usurpó el trono, a su vez será también destronada. Y se prepara esa operación larga y trabajosa salvando de la muerte a un niño.

La violencia es también un problema de HOY. Partidarios de la "violencia" y partidarios de la "no-violencia" se enfrentan un poco por todas partes en el mundo, ¿hasta dónde se puede llegar en la reivindicación de las clases pobres, de los países pobres, frente a «órdenes establecidos», injustos?.

No se puede evitar esta cuestión, ni tampoco hacer la vista gorda ante ellos.

Pensando en todas las situaciones del mundo moderno en las que se enfrentan puntos de vista opuestos... elevo mi oración a Dios y me pregunto de qué modo puedo participar en la construcción de un mundo más justo y más humano.

-Durante seis años estuvo Joas escondido en el Templo... Entonces, dieron muerte a Atalía, y el sumo sacerdote concertó una alianza entre el Señor, el rey y el pueblo, para que el pueblo fuera el pueblo del Señor...

De hecho, sabemos por la historia que el reino de Joas fue un largo reino de paz y de piedad. Trató de hacer las reformas que se imponían, por lo menos al comienzo de su reinado.

Esta fórmula -«para que el pueblo sea el pueblo del Señor»- muestra el motivo por el cual el sumo sacerdote se había comprometido: en el sistema político que era el de todos los pueblos en aquella época, la religión estaba estrechamente ligada al príncipe y a las princesas.

Cuando un rey, una reina, amaba el culto de Baal, arrastraba a todo el pueblo a la idolatría... Cuando un rey era fiel a Yavéh, instauraba reformas, destruía los templos de Baal y ¡rompía sus estatuas!

No nos encontramos en este contexto, por lo menos teóricamente. Pero los sectarismos no son menores y las presiones existen siempre.

Danos, Señor, la firmeza de nuestras convicciones y de nuestros compromisos... y el respeto profundo de las libertades y de las opciones de los demás.

NOEL QUESSON
PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 4
PRIMERAS LECTURAS PARA EL TIEMPO ORDINARIO
DE LOS AÑOS PARES
EDIT. CLARET/BARCELONA 1984.Pág. 136 s.


2-2. /2R/11/01-20 /2R/12/01

El estilo del golpe de estado de Atalía es propio de la forma monárquica que Israel había imitado de las naciones paganas: para asegurarse la posesión pacífica del trono era preciso empezar eliminando a todos los posibles rivales. Así lo había hecho ya Abimélec, hijastro de Gedeón (Jue 9,5). David lo había efectuado a pesar suyo también con los que quedaban de la casa de Saúl (2 Sm 16,4; 19,30; 21,9), y Salomón con su hermano Adonías y sus partidarios (1 Re 2,13-46). De igual forma, en Israel, tanto el golpe de estado de Zimrí (1 Re 16,11) como el de Jehú habían significado el exterminio total de la familia del rey destronado. Aunque, según el ideal, la misión de la monarquía debía ser la de defender al pueblo contra los enemigos y proteger a los débiles contra la opresión de los poderosos, la repetición constante de estos hechos indica suficientemente que la institución llevaba fácilmente a los reyes a una ambición de poder que, en el caso de Atalía, llega a ahogar el amor familiar hasta el extremo de mandar asesinar despiadadamente a sus propios nietos. ¿Qué pretendía la reina madre cuando se aseguraba el poder a precio tan inhumano?

Atalía, hija de Ajab y de Jezabel, estaba imbuida por el paganismo fenicio de su madre. Influidos por ella tanto Jorán, su marido como Ocozías, su hijo, habían introducido en Jerusalén el culto a Baal (2 Re 8,18.27), en el cual se quería escudar el despotismo real de estilo fenicio. El esplendor de Samaría en tiempos de Ajab y Jezabel debía de tentar forzosamente a los reyes de Judá; pero también el malestar que había hecho posible a Jehú borrar toda la obra de Ajab y Jezabel debía amenazar con suprimir en Judá la obra de Jorán y Atalía, imponiendo una regencia en nombre de los hijos de Ocozías, todavía niños. El asesinato de Ocozías y de cuarenta y dos de sus hermanos (2 Re 10,12-14), ¿no revelaba, por parte de Jehú, el deseo de extender a Judá su revuelta antibaalista? De hecho, con todo, el golpe de estado de Atalía no hizo otra cosa que retardar seis años la reacción que ella temía. Aparte de su política pagana, la había hecho todavía más odiosa el intento de exterminar la descendencia de David, heredera de las promesas de Yahvé. Al gran sacerdote Yehoyadá, que tenía a su favor la legitimidad del único hijo salvado, no le fue difícil ganarse a los jefes de la guardia y al pueblo rural para restaurar la dinastía de David y hacer desaparecer el culto de Baal.

Después del asesinato de Urías, marido de Betsabé, Natán, el profeta, había anunciado a David que la espada no se alejaría ya nunca de su dinastía. En los golpes de estado de Jehú y de Atalía esta amenaza se cumplió de una manera sangrienta. Dios sin embargo, mantuvo para su ungido la lámpara encendida (Sal 132,17), mientras que de la tiranía pagana de Jezabel la espada no dejó ningún rastro.

G. CAMPS
LA BIBLIA DIA A DIA
Comentario exegético a las lecturas de la Liturgia de las Horas
Ediciones CRISTIANDAD.MADRID-1981.Pág. 713 s.


3.- Mt 6, 19-23

3-1.

Amontonad tesoros en el cielo. En el cielo quiere decir en Dios. Lo que es invertido en Dios, tiene su valor duradero. ¿Qué clase de tesoros son? En primer término la entrega del corazón a Dios. Pero luego también todo lo que el discípulo hace con la intención de servir realmente a Dios.

Si el ojo está sano, vemos bien, si el ojo está enfermo, nos vemos rodeados de tinieblas. Si tu ojo, tu mirada, está puesta en Dios, que es la luz y fuente de toda luz, se iluminará el misterio de la oscuridad humana. Si no lo tienes puesto en Dios, vivirás en tinieblas, dentro del misterio de tu propia oscuridad.


3-2. OJO/SANO:

-Dejaos de amontonar riquezas en la tierra, donde la polilla y la carcoma las echan a perder, donde los ladrones abren boquetes y roban. Amontonad riquezas "en el cielo"....

Esta es también una constante en el pensamiento de Jesús... como el perdón. Sin cesar y de diversos modos, Jesús insiste en esta idea: no os apeguéis a las riquezas.

No acumuléis tesoros en la tierra.

Acumulad vuestros tesoros en el cielo.

Repetid, Señor, estas dos palabras. ¡Que las oiga de ti! Un tesoro es algo precioso, es siempre codiciado. No consiste sólo en objetos materiales sino todo lo que estimo valioso.

Y ¿qué es lo más valioso para mí? ¿qué es lo que busco con mayor afán? Jesús me invita a no contentarme con lo efímero. Nuestra existencia en la tierra es una existencia amenazada, frágil.

Jesús utiliza una imagen inolvidable: la pequeña carcoma roe y con ello estropea un hermoso mueble... y la minúscula polilla agujerea el mejor de los vestidos de lana o seda..

Si vuestro objetivo en la tierra se contenta con ese nivel elemental ¡hacéis un vano despilfarro! Los bienes de consumo no son los verdaderos bienes del hombre. Yo os indico otro objetivo: ¡trabajad para el cielo!

-Donde está tu tesoro, tu riqueza, está también tu corazón.

El instinto de propiedad forma parte de la naturaleza humana, el deseo de poseer está profundamente inscrito en nuestros corazones. Los sabios de todas las religiones han aconsejado la moderación. Jesús no aconseja de sofocar el deseo sino de dirigirlo mejor.

Todo depende, dice, de lo que consideres como un "tesoro"... ¡Desea lo que no perece!

-La lámpara del cuerpo es el ojo. Por esto si tu ojo está limpio, sano, tu cuerpo entero tendrá luz.

Importancia de los ojos... de la mirada.

Señor Jesús, en este momento pienso en tus ojos: ¡cuán límpida debía ser tu mirada, cuán alegres tus ojos y tan amables! Trataré hoy de mejorar la calidad de mis miradas.

Importancia de los ojos para la comunión con los demás.

¡No sabemos ver! Pasamos al lado de innumerables ocasiones de entrar en comunicación con los demás, hermanos nuestros, conocidos o desconocidos. Señor, enséñanos a mirar... a salir de nosotros mismos.

-Si tu ojo está enfermo, tu cuerpo entero estará a oscuras. Y si la luz que tienes está oscura, ¡qué oscuridad tan grande! Ojo sano, es también corazón sano.

Ojo malo, es signo de un corazón malo.

El ojo es la imagen del corazón. El hombre entero se refleja en sus ojos.

Dios es Luz, dirá san Juan... ¡porque Dios es amor! El que no ama vive en las tinieblas.

En el contexto que san Mateo sitúa estas frases, debe querer insistir en la necesidad que tiene el corazón de estar orientado hacia Dios, hacia los tesoros del cielo. El hombre que sólo mira las cosas de la tierra es un ciego, no ve los verdaderos bienes, ¡camina en la noche! Señor, danos tu luz.

El Señor es mi luz y mi salvación ¡Aleluya!

NOEL QUESSON
PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 2
EVANG. DE PENTECOSTES A ADVIENTO
EDIT. CLARET/BARCELONA 1983.Pág. 28 s.


3-3.

1. (Año I) 2 Corintios 11,18.21-30

a) Contra los ataques de sus contrincantes, Pablo no tiene más remedio que defenderse, para que no quede desprestigiado el evangelio que ha predicado.

Para ello recurre a lo que él llama «presumir» y «darse importancia», aunque eso sea hacer «el tonto». Pero está de por medio su autoridad como apóstol y, por tanto, la autenticidad de la doctrina que ha predicado y que no quiere ver corregido por los judaizantes.

Nos ofrece hoy su «carnet de identidad», con los títulos de los que parecen gloriarse sus oponentes: él es también, y más que ellos, hebreo, descendiente de Abrahán, servidor fiel de Cristo. Sobre todo, es impresionante la lista de contratiempos que ha soportado durante su vida por amor a Cristo y a su ministerio: cárceles, fatigas, azotes, palizas, viajes, naufragios, peligros de todo tipo, noches en vela, días sin comer... Todo eso sí que hace creíble su predicación.

Y, además, la preocupación diaria por todas las comunidades y la solidaridad con los que sufren.

b) ¿Podríamos presentar nosotros una «hoja de servicios» así?

Comparados con Pablo, que fue un verdadero gigante de la evangelización, ¿no nos sentimos pequeños? ¿hemos recibido un solo azote por causa de Cristo, o hemos ido a parar a la cárcel por nuestra valentía en predicarle, o hemos pasado hambre por su causa? ¿cuántos peligros hemos tenido que correr en nuestros «viajes apostólicos» por amor a Cristo? ¿o más bien estamos tan seguros y arropados en nuestros cuarteles, que no hay ocasión de ejercitar esa valentía misionera de Pablo?

Pablo se ha identificado de tal manera con Cristo Jesús, que revive en su propia historia la Pascua de Jesús y muere un poco cada día, para resucitar y recibir vida de él.

También deberíamos poder decir, como Pablo: «¿quién enferma sin que yo enferme?».

O sea, ser solidarios de los demás y, también, de las preocupaciones de la comunidad y de la Iglesia en general.

1. (Año II) 2 Reyes 11,1-4.9-18.20

a) ¡Vaya página de intrigas y masacres! La historia del pueblo de Israel como la de otros muchos- está llena de personas indeseables y de hechos que muestran una violencia inaudita.

Aquí es Atalía, idólatra como sus padres Ajab y Jezabel, la que da un golpe de estado, exterminando sin ningún escrúpulo a toda la familia real y ocupando el trono. No se ha enterado de que han salvado de la matanza al niño Joás, que será proclamado en el momento oportuno como rey, derribándola a ella. No sabemos quién tuvo más protagonismo en los hechos, si los sacerdotes, los militares o el pueblo entero.

Para el autor del libro, esto no deja de tener un sentido histórico importante: Atalía cree haber terminado con la dinastía de David, lo cual hubiera supuesto la ruptura de la línea mesiánica prometida por Dios. Pero no es así: al entronizar a Joás, vuelve a reinar la casa de David y, al menos al principio, se restaurará la alianza con el Dios verdadero. El pueblo, según el libro que estamos leyendo, ha optado de nuevo por ser el pueblo de Yahvé y no el de Baal. No durará mucho el buen propósito.

Es el aspecto que ha recogido el salmo: «el Señor ha jurado a David una promesa que no retractará: a uno de tu linaje pondré sobre tu trono... si tus hijos guardan mi alianza y los mandatos que les enseño».

b) También en la historia contemporánea vemos que existen la violencia, los asesinatos y los genocidios. Como también idas y vueltas en la fidelidad a Dios, y caídas y recaídas en las idolatrías del momento.

Los cristianos no deberíamos perder la sensibilidad: ni en cuanto al dolor que sentimos por la descristianización del mundo, ni tampoco en cuanto a la solidaridad que debemos sentir hacia los que son tratados injustamente.

También para nosotros vale la lección: con la violencia no resolvemos nada. A pesar de que leemos hoy cómo unos y otros recurren a ella para sus fines, incluso religiosos. A pesar de que en la historia también los seguidores de Cristo hemos echado mano de ella, la violencia va directamente contra el nuevo estilo que nos ha enseñado Jesús. Es uno de los aspectos sobre los que Juan Pablo II ha invitado a la Iglesia a examinarse: el uso de la violencia en una supuesta defensa de la verdad.

En nuestra vida cotidiana, en un nivel mucho más familiar, la violencia -que no será con derramamiento de sangre, pero sí puede ser de otro tipo, mucho más sutil- va directamente contra el estilo de tolerancia, fraternidad y entrega que Jesús nos ha enseñado. Que no se repitan, ni siquiera en una escala muy reducida, las desagradables escenas que leemos en esta historia tan brutal de Israel.

2. Mateo 6,19-23

a) En el sermón del monte, Mateo recoge diversas enseñanzas de Jesús. Hoy leemos unas breves frases sobre los tesoros y sobre el ojo como lámpara del cuerpo.

«No amontonéis tesoros en la tierra», tesoros caducos, que la polilla y la carcoma destruyen o los ladrones pueden fácilmente robar. Jesús los contrapone a los valores verdaderos, duraderos, los «tesoros en el cielo».

«La lámpara del cuerpo es el ojo». Nuestra mirada es la que da color a todo. Si está enferma -porque brota de un corazón rencoroso o ambicioso- todo lo que vemos estará enfermo. Si no tenemos luz en los ojos, todo estará a oscuras.

b) Cada uno puede preguntarse qué tesoros aprecia y acumula, qué uso hace de los bienes de este mundo. ¿Dónde está nuestro corazón, nuestra preocupación? Porque sigue siendo verdad que «donde está tu tesoro, allí está tu corazón».

Ya estamos avisados de que hay cosas que se corrompen y pierden valor y sin embargo, tendemos a apegarnos a riquezas sin importancia. Estamos avisados de que los ladrones abren boquetes y roban tesoros y, sin embargo, confiamos nuestros dineros a los bancos, y ahí está nuestro corazón y nuestro pensamiento y, a veces, nuestro miedo a perderlo todo.

Sería una pena que fuéramos ricos en valores «penúltimos» y pobres en los «últimos».¡Qué pobre es una persona que sólo es rica en dinero! Los que cuentan no son los valores que más brillan en este mundo, sino los que permanecen para siempre y nos llevaremos «al cielo», nuestras buenas obras, nuestra fidelidad a Dios, lo que hacemos por amor a los demás. Y dejaremos atrás tantas cosas que ahora apreciamos.

También podemos hacernos nosotros mismos la revisión de la vista a la que nos invita Jesús: ¿está sano mi ojo, o enfermo? ¿veo los acontecimientos y las personas con ojos limpios, serenos, llenos de la luz y la alegría de Dios, o bien, con ojos viciados por mis intereses personales o por la malicia interior o por el pesimismo?

«¿Quién enferma sin que yo enferme? ¿quién cae sin que a mí me dé fiebre?» (1ª lectura I)

«Si tus hijos guardan mi alianza, también sus hijos se sentarán sobre tu trono» (salmo II)

«Amontonad tesoros en el cielo, donde no hay ladrones que los roben» (evangelio)

«Si tu ojo está sano, tu cuerpo entero tendrá luz» (evangelio)

J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 5
Tiempo Ordinario. Semanas 10-21
Barcelona 1997. Págs. 52-55


3-4.

2 Cor 11,18.21b-30: Me preocupo de todos

Sal 33,2-3.4-5.6-7

Mt 6, 19-23: Donde estén tus riquezas allí estará tu corazón

Las sentencias que nos presenta el evangelio de Mateo en este texto las podemos situar en dos grupos: vv. 19-21: el tesoro. Estos versículos constituyen un perfecto paralelismo con la contraposición "no atesoren en la tierra", "atesoren en el Cielo" y los vv. 22-23: la mirada, luz del mundo. Nos encontramos con otra máxima seguida de otro paralelismo, con la oposición "pura-mala", "luminoso-sombrío".

Los primeros versículos apelan a la sana razón humana: no vale la pena acumular riquezas. La polilla -un insecto que designa la destrucción terrena- se comerá lo que está guardado. De esta manera el texto se refiere a la destrucción de arcas donde se guarda toda clase de objetos. La apertura de boquetes por los ladrones no debe hacer pensar necesariamente en dinero enterrado, como era frecuente en Palestina; la referencia está hecha sobre aquello que puede "irrumpir" inesperadamente y acabar con aquello en lo que hemos puesto toda nuestra seguridad y confianza.

Jesús acepta la tendencia innata del hombre a acumular. Pero nos dice dónde debemos invertir nuestro dinero, nos aconseja como debemos hacerlo. Jesús nos dice que coloquemos nuestro capital en el banco de Dios, donde no roban los ladrones y donde el dinero produce al máximo. Así pues, el texto invita positivamente a acumular tesoros celestiales, asumiendo plenamente la idea de la recompensa que se obtiene invirtiendo en el cielo a través de la limosna y ayudando a los necesitados con buenas acciones.

Los versículos siguientes (vv. 22-23) son una exhortación a la generosidad. Están construidos utilizando una imagen o metáfora si nos atenemos al contenido que se transmite a través de la figura "ojo". Puede ser un símil: al ser humano le pasa lo que al cuerpo: si el ojo está sano, todo el cuerpo se encuentra bien. Esta frase tan extraña se puede entender si tenemos en cuenta que, para los judíos, el ojo sano equivale a la generosidad, y el ojo enfermo a la tacañería. Por eso algunos proponen esta otra traducción que empalma muy bien con el tema que venimos comentando: "La esplendidez da el valor a la persona. Si eres espléndido, toda tu persona vale; en cambio, si eres tacaño, toda tu persona es miserable. Y, si por valer tienes sólo miseria, ¡qué miseria tan grande!".

Después del llamado que nos hace Mateo de despojarnos de los falsos tesoros, fuente de preocupaciones y poner toda nuestra confianza en Dios, esta exhortación a la generosidad es un llamado para que todos los cristianos nos entreguemos a Dios sirviendo a los demás sin límites ni condiciones.

SERVICIO BIBLICO LATINOAMERICANO


3-5. DOMINICOS

Desahogos necesarios
A todos nos gusta encontrarnos en la vida con gente noble que está dispuesta a reconocerse como es, y a reconocer a los demás como son. Y esto, aunque en momentos determinados haya que recurrir a expresiones o fórmulas que parecen ‘locuras’.

Hoy, en la carta a los corintios, nos encontramos con el apóstol Pablo que descubre su interioridad, su celo por Dios, su amor propio, su temor a que otros profetas o predicadores insistan en mantener las viejas tradiciones de Israel y en defender que la ‘salvación’ sigue dependiendo de la fe en Abrahán, Moisés y la Ley. ¿No entienden que eso es rebajar el valor de la fe en Cristo y su mensaje?

Pablo se siente profeta, mensajero de Cristo, apóstol y predicador, todo en una sola pieza. Y como hay quienes se le oponen, por el modo de presentar el misterio de Cristo, irrumpe contra ellos casi violentamente: ¡ ojalá soportéis mi demencia!.

¿Es que otros se creen con derecho a presentar como cartas credenciales su judaísmo, su ley y sus méritos? Pues sepan que, de presumir, puedo vencerlos a todos con mi servicio a Cristo y a su Iglesia...Lo digo con sonrojo, pero con verdad.

Pablo es siempre Pablo, y no puede dejar de serlo. Pero ¡qué maravilla de servicio, de iluminación, de teología, nos prestó a todos los creyentes en Cristo! Hoy y mañana detengámonos a mirarnos en el espejo de su testimonio de fidelidad.

ORACIÓN:

Señor Jesús, redentor nuestro, tú llamaste a Pablo por su nombre, para decirle tu nombre: Salvador. Tú le hiciste comprender el sentido de la Escritura cuya plenitud eres tú mismo. Tú le enviaste la iluminación del Espíritu Santo colmándolo de dones de sabiduría e inteligencia. Tú le hiciste sentir el ‘celo’ de las cosas del Padre y el valor de la ‘entrega’ personal. Y tú le diste también, como a los demás, el aguijón de la carne, con sus debilidades, para matar los gérmenes de letrado y maestro soberbio.

Concédenos ser sus imitadores, cada uno desde nuestro humilde servicio y con nuestras cualidades, para gloria tuya y de tu Iglesia. Amén.


Palabra de Dios
II Carta a los corintios 11, 18.21-30:
“Hermanos: Son tantos los que presumen de títulos humanos que también yo voy a presumir. Si otros se dan importancia, voy a ponerme tonto y a dármela yo también. ¿Qué son hebreos? También yo. ¿Descendientes de Abrahám? También yo. ¿Qué sirven a Cristo? Voy a decir un disparate: mucho más yo. Les gano en fatigas, les gano en cárceles. Los judíos me han azotado cinco veces, con los cuarenta golpes menos uno; tres veces he sido apaleado... ¿Quién enferma sin que yo enferme? ¿Quién cae sin que a mí me dé fiebre. Si hay que presumir, presumiré de lo que muestra mi debilidad”

Este texto nos invita a contemplar al apóstol en su grandeza, reconocida sin dudarlo, y en sus angustias por el ‘celo’ del Reino de Dios en Cristo. Es la primera parte de su ‘confesión’, que continuará en la liturgia de mañana.

Evangelio según san Mateo 6, 19-23:
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: No amontonéis tesoros en la tierra, donde la polilla y la carcoma los roen, donde los ladrones... los roban. Amontonad tesoros en el cielo, donde no hay polilla ni carcoma que se los roan... Porque donde está tu tesoro, allí está tu corazón.

La lámpara del cuerpo es el ojo. Si tu ojo está sano, tu cuerpo entero tendrá luz. Si tu ojo está enfermo, tu cuerpo entero estará a oscuras. Y si la única luz que tienes está oscura, ¡cuánta será tu oscuridad!

Jesús, con la habitual serenidad de espíritu, nos lanza dos mensajes: primero, no vale la pena ‘atesorar’ cosas que hoy valen y mañana no significan nada; segundo, vivir a la luz y en la luz de Cristo es el mejor modo de ser personas hoy para serlo gloriosamente mañana.


Momento de reflexión
¿Quién desfallece que yo no desfallezca?
Con esa expresión podemos recoger y sintetizar la actitud oblativa de san Pablo en su entrega a Cristo, a la misión, a la Iglesia, a las comunidades.

La serie de títulos de nobleza, ser hebreo, israelita, descendencia de Abrahán, ministro de Cristo, honran a quien se siente vinculado al pasado histórico y a la novedad del Evangelio. Por ello hay que dar gracias a Dios.

Y la serie de adversidades, trabajos, prisiones, azotes, apedreamientos, naufragios..., dejan el cuerpo y el alma sellada y preparada para cualquier empresa.

Pero no olvidemos el lema: todo eso vale en la medida en que hacemos nuestro el desfallecimiento, la pobreza, la debilidad, el dolor y el gozo de los demás. Como Cristo

Ilumine la luz de Cristo todos nuestros tesoros.
Completemos nuestra reflexión con un apunte evangélico: en la tierra y en el cielo, en la salud y en la enfermedad, en la soledad y en la familia, en el trabajo y en la acción social, todos seremos afortunados si la luz de los ojos de nuestro cuerpo, de la mente, del corazón, de la fe, de la gracia, de la solidaridad, de Cristo resucitado, es el faro que se proyecta sobre nuestro horizonte existencial.

Cualquier otro vivir, sin la luz de la discreción o discernimiento, es camino en la noche y en la desolación, aunque parezca camino de rosas y placeres.


3-6. CLARETIANOS

Queridos amigos y amigas:

Algunos días, minutos antes de ver el telediario, asisto a los últimos compases de un programa televisivo dedicado a las “noticias del corazón”. Lo que allí aparece es un desfile de presumidos, gente a la que le gusta exhibirse.

Pablo de Tarso, en su carta a los corintios, también se hace miembro de este club. Sólo que los títulos que exhibe no son los habituales. No habla de belleza física, de cociente intelectual, de currículo académico, de proezas deportivas o de otras cosas por el estilo.

Sus títulos son:

Experto en fatigas, cárceles, palizas, apedreamientos y naufragios.

Adiestrado en cansancio, insomnio, hambre, sed, frío y desnudez.

Y, sobre todo, técnico en preocupación por todas las comunidades.

¡Atención a las palabras de Pablo!: Si hay que presumir, presumiré de lo que muestra mi debilidad. ¿Por qué? Porque aparece con más claridad el poder de Cristo. Mañana nos lo explicará con más detalle.

¿Habrá algún programa de televisión que se dedique a gente así?

Vuestro hermano en la fe:

Gonzalo (gonzalo@claret.org)


3-7. CLARETIANOS 2002

Nuestra sociedad es contradictoria. Por una parte, está produciendo constantemente nuevos pobres, marginados, desengañados, inadaptados y también, en no pocas ocasiones, abandonados y desesperados. Por otra parte, aquí, en Occidente, vivimos en un mundo que de alguna manera podemos llamar opulento, lleno haste el borde de bienes, ocupado obsesivamente en la producción y disfrute de los mismos. Se conjugan en todos los tiempos verbos como tener, posee, atesorar, apropiarse, pertenecer, codiciar ... A estas sociedades occidentales les viene bien bien hoy la advertencia de Jesús: "No amontonéis tesoros en la tierra, donde hay polilla y herrumbre que corrompen".

No deberíamos olvidar que estos bienes fascinantes no son el supremo bien y que cuando el hombre los adora, ¿no es verdad que traen como consecuencia ambiciones, angustias, sometimiento, rivalidades, injusticias, desesperaciones? Al final, tendremos que repetir las palabras de San Agustín: "Nos hiciste, Señor, para ti, e inquieto está nuestro corazón hasta que descanse en Ti". Al final, con tanta abundancia de bienes, no está sosegada ni aquietada nuestra sociedad.

Ser cristiano de verdad es vivir con el corazón puesto en los bienes de arriba, vivir en el mundo sin ser del mundo, tratar a las cosas con sabiduría como aquel que viviera un poco la vida eterna. No abdicamos, no, de nuestra pasión por el mundo sino que la transfiguramos de tal modo que esta pasión por nuestro mundo magnífico, fascinante, irresistible, es a la vez pasión por Dios.

Patricio García, cmf (patgaba@hotline.com)


3-8. 2002

COMENTARIO 1

vv. 19-21: Dejaos de amontonar riquezas en la tierra, donde la polilla y la carcoma las echan a perder, donde los ladrones abren boquetes y roban. 20En cambio, amontonaos riquezas en el cielo, donde ni polilla ni carcoma las echan a perder, donde los ladrones no abren boquetes ni roban. 21Porque donde tengas tu riqueza tendrás el corazón.

Comienza la explicación del contenido de la primera bienaventuranza, que se extiende hasta el final del capítulo (6,34). En esta primera perícopa precisa Jesús que la pobreza propia del reino consiste en la renuncia efectiva a la riqueza. La riqueza «en el cielo» es Dios mismo (cf. 19,21). Acumulación de dinero y reino de Dios son incompatibles, pues el que acumula dinero está necesariamente apegado a él.

El hombre se define por los valores que estima y las segurida­des que busca; ellos orientan su vida y marcan su personalidad.

vv. 22-23: La esplendidez da el valor a la persona. Si eres des­prendido, toda tu persona vale; 23en cambio, si eres ta­caño, toda tu persona es miserable. Y si por valer tienes sólo miseria. ¡qué miseria tan grande!

Para traducir esta perícopa hay que interpretar los modismos semíticos que contiene. El primero y más evidente es «el ojo perverso», que en hebreo significa la envidia (cf. 20,15), o la tacañería (Dt 15,9; Eclo 14,10). Se le opone «el ojo simple» o «generoso» (Prov. 11,25 LXX; 2 Cor 8,2), es decir, «la generosidad, el desprendimiento». La oposición entre «tacaño» y «desprendido» muestra que la perícopa se refiere al dinero, según el tema gene­ral de la sección (6,19-34). «Lámpara», reasumido más adelante por «luminoso», indica el valor positivo que la generosidad comunica al hombre (cuerpo persona). El castellano, como el hebreo, asi­milan la generosidad a la luminosidad: «espléndido», «esplendidez». La esplendidez (= el ojo en su función positiva) da valor (= luz, lámpara) a la persona (cuerpo). En contexto de tacañería, el anti­valor (= tinieblas) se expresa por «miseria».

Lo opuesto a acumular riquezas (vv. 19-21) es compartir lo que se tiene, obra de la generosidad o esplendidez. El apego al dinero hace del hombre un miserable; es precisamente el despego que se traduce en el don, el que da valor a la persona. Jesús pone el valor de la persona en el desprendimiento, que manifiesta el amor, su falta de valor en la tacañería, que se cierra al amor. La gene­rosidad es condición para la ayuda a los demás y para el cumpli­miento de la pobreza a la que Jesús llama.


COMENTARIO 2

Las situaciones de impotencia ponen en peligro la autoestima. En dichas situaciones se presenta la necesidad de revalorización de ésta. Se presentan delante de cada una diversas posibilidades para lograr ese objetivo. Frecuentemente el camino elegido asume la forma de una búsqueda de la afirmación propia por medio de la acumulación.

Frente a este riesgo que amenaza a todo integrante de la comunidad cristiana, las palabras de Jesús se dirigen a determinar el valor del “tesoro” en que el ser humano puede colocar el sentido de la vida y, de esa forma, a precisar la posibilidad auténtica de realización humana.

Desde esta perspectiva los vv. 19-20 colocan el planteamiento en que el problema debe situarse contraponiendo los tesoros de la tierra y los tesoros del cielo. Desde esta definición, se sacan las consecuencias en los v. 21-23 a base del recurso a los órganos físicos del ser humano profundizando el sentido de las búsquedas humanas y situándolas en relación con los valores que surgen de las actitudes frente a los bienes.

El ser humano busca su “seguridad”, de ella espera condiciones de vida capaces de posibilitar una existencia ligada a una permanencia más o menos larga en el tiempo. Por ello se vuelve a los bienes materiales que puedan ofrecerle esa seguridad. La existencia se convierte en acumulación de bienes materiales. Este atesoramiento se revela como ilusorio en cuanto estos bienes están expuestos a un doble peligro derivado de la naturaleza misma de las cosas adquiridas (la “polilla” y el “herrumbre”) y de la actuación de la codicia de los semejantes (“ladrones que excavan y roban”).

Frente a esos bienes perecederos, Jesús propone la búsqueda de bienes que no corren el mismo riesgo. Se trata de los “tesoros del cielo” cuya existencia no sufre esas amenazas.

Del tipo de bienes elegidos depende la naturaleza de la vida humana. El ser humano puede colocar su “corazón”(v. 21) en cosas que no pueden superar el paso del tiempo y que arrastran también su vida en su desaparición, o puede adquirir permanencia y vencer el desgaste de los días colocando su tesoro en valores permanentes.

El ojo, expresión externa del deseo interno del corazón, puede a partir de éste último ser considerado como enfermo o como sano. La “codicia” causa la enfermedad del ser humano porque desnaturaliza el sentido de las cosas materiales a las que considera solamente como objeto de apropiación. Su finalidad es determinar el sentido de todo deseo auténtico y cuando está viciado sume en oscuridad toda la vida. La codicia falsea el sentido de la vida y lleva a una existencia de tinieblas.

Por el contrario, el ojo sano, suministra la posibilidad de la realización de la propia existencia en sabiduría. La vida se entiende como búsqueda apasionada de los bienes permanentes, de los valores del “Reino de Dios y su justicia”, únicos que pueden construir una vida en verdadera seguridad.

A una comunidad que estaba fuertemente tentada a dirigir sus preocupaciones a la obtención de riquezas (se mencionan en el evangelio banqueros, grandes cantidades de dinero, compra y venta) se recuerdan los únicos valores dignos de justificar el compromiso total de la propia vida.

1. J. Mateos-F. Camacho, El evangelio de Mateo. Lectura comentada, Ediciones Cristiandad, Madrid

2. Diario Bíblico. Cicla (Confederación Internacional Claretiana de Latinoamérica)


3-9.  Viernes 20 de junio de 2003
Silverio, Raul

2 Cor 11,18.21b-30: : ¿Son hebreos? Yo también
Salmo: 33, 2-7
Mt 6, 19-23: Déjense de amontonar riquezas en la tierra

Las palabras de Jesús van dirigidas al pueblo, pero hoy las podríamos aplicar a la situación de los países desarrollados que han acumulado en sus manos la inmensa mayoría de los recursos de la tierra, abriendo una brecha cada vez mayor entre ricos y pobres. En los últimos tiempos del mundo ha aumentado la desigualdad entre el norte y el sur tanto que cada vez están más lejos el uno del otro. Para el informe sobre el desarrollo humano de 1992 presentado por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en 1989, la quinta parte más rica del planeta (mil millones aproximadamente) contaba con el 82,7 por ciento del ingreso; el 81,2% del comercio mundial; el 94,6% de los préstamos comerciales; el 80,6% por ciento del ahorro interno y el 80,5% por ciento de la inversión. Del otro lado, la quinta parte más pobre de la población mundial (unos mil millones de seres humanos aproximadamente) contaba con el 1,4% del ingreso; el 1% del comercio mundial; 0,2% de los préstamos comerciales; el 1,0% por ciento del ahorro interno y 1,5 por ciento de la inversión. La estadística tiene la forma famosa de “la copa de champán”. Y esa desigualdad ha seguido creciendo y extremándos en los años siguientes. Un efecto comproado del neoliberalismo es que agudiza la brecha entre los pocos que tienen mucho y los muchísimos que tienen poquísimo.

Las palabras de Jesús parecen dirigirse hoy más que a individuos concretos –que también- a los países desarrollados que están amontonando riqueza e inhumanidad y que han vendido su corazón al dinero y al lucro desmedido controlando los mercados, obteniendo descomunales ganancias a precio de hambre, enfermedad, desnutrición y enfermedades de la mayoría de los habitantes de la tierra.

Bastaría con algo de amor, de generosidad, de esplendidez, de sensatez para remediar tanto sufrimiento. Un 0,7 % nada más remediaría tanto sufrimiento. Y esta falta de generosidad cuestiona la tan cacareada grandeza de los países desarrollados.

Tal vez, quienes no estamos de acuerdo con este desorden internacional tendríamos que unirnos para gritar lo más fuerte que podamos que aún está nuestro mundo a tiempo de que “la polilla y el gusano” de la deshumanización no lo eche a perder y lo perdamos todo, por no compartir aquello que nos sobra, al menos, con quienes carecen de casi todo.

SERVICIO BÍBLICO LATINOAMERICANO


3-10. ACI DIGITAL 2003

21. Jesús nos da aquí una piedra de toque para discernir en materia de espiritualidad propia y ajena. El que estima algo como un tesoro, no necesita que lo fuercen a buscarlo. Por eso San Pablo nos quiere llevar por sobre todo al conocimiento de Cristo (Ef. 4, 19). Una vez puesto el corazón en Él, es seguro que el mundo ya no podrá seducirnos. Véase 13, 44 ss.

22. Estas palabras se refieren a la recta intención o simplicidad del corazón, tan fundamental según toda la Escritura. "Dios, dice S. Bernardo, no mira lo que hacéis, sino con qué voluntad lo hacéis". Véase Sab. 1, 1 ss.
Cf. Luc. 11, 34 y nota: "La lámpara de tu cuerpo es tu ojo. Cuando tu ojo está claro, todo tu cuerpo goza de la luz, pero si él está turbio, tu cuerpo está en tinieblas".

Nuestro ojo verá bien, y servirá para iluminar todo nuestro ser, esto es, para guiar toda nuestra conducta, si él a su vez es iluminado por esa luz de la sabiduría divina, que no está hecha para esconderse (v. 33). Esa sabiduría es la que está contenida en la Palabra de Dios, a la cual la misma Escritura llama antorcha para nuestros pies (S. 118, 105 y nota). Entonces cuando nuestro ojo iluminado ilumine nuestro cuerpo, él alumbrará a los demás (v. 36). Así, pues, el candelero (v. 33) somos nosotros los llamados al apostolado. El v. 35 nos previene que cuidemos no tomar por luz, guía o maestro lo que no sea verdad comprobada: es decir, no entregarnos ciegamente al influjo ajeno.


3-11. Fray Nelson Viernes 17 de Junio de 2005
Temas de las lecturas: Además de éstas y otras cosas, pesa sobre mí diariamente la preocupación por todas las comunidades cristianas * Donde está tu tesoro, allí también está tu corazón.

1. Presumir de las debilidades
1.1 Pablo concluye su alegato contra los "super-apóstoles" con una frase llena de la sabiduría de la Cruz: "si se trata de presumir, presumiré de mis debilidades".

1.2 En efecto, es por lo menos extraña esa carta de presentación de este hombre que por lo visto sólo tiene para contar infortunios, traiciones padecidas, enfermedades y cárceles, dolores y desconciertos.

1.3 Pero si lo pensamos, mejor encontraremos una profunda lógica en todo esto. ¿En dónde nos mostró Dios la fuerza de su amor, si no fue en la debilidad de la carne rota de Cristo en la Cruz? ¿En dónde aprendimos la ciencia del perdón y el canto de la misericordia, si no fue en la locura de la Sangre y en el escandaloso silencio del Madero?

1.4 Si pues la cátedra de Cristo tiene tales señales y si esos son los capítulos de su doctrina, ¿por qué extrañarnos d la frase de su apóstol, cuando se mira a sí mismo y se reconoce tan cercano al padecimiento de amor de su Señor?

2. Tesoros en el cielo
2.1 La frase de Jesús se comprende especialmente bien ante el misterio de la muerte. Cuando llega la hora de partir y nos encontramos con que es muy, muy poco el equipaje que podemos llevar. Sin este horizonte de finitud y de final resulta incomprensible una restricción a nuestra capacidad de gozar el mundo o de llenarnos de bienes y de poder.

2.2 De lo cual podemos aprender algo muy profundo: la vida cristiana es un navegar sobre la verdad de nuestra muerte, o más hondamente, sobre la verdad de nuestra condición finita, ligada sin embarga y sostenida por el amor gratuito de Dios.

2.3 Los "tesoros en el cielo" no son "escapes de la tierra", entonces, sino expresiones naturales de una vida que toma conciencia de su propio límite y se concentra entonces en aquello que realmente permanece y vence al tiempo. Vivir, para el cristiano, no es aplazar la muerte, sino vencerla.