SÁBADO DE LA SEMANA 8ª DEL TIEMPO ORDINARIO

 

 1.- Si 51, 17-27

1-1.

El Eclesiástico termina con un poema en el que la primera letra de cada verso sigue el orden del alfabeto en acróstico: Alef, Bet, Guimel, Dalet, He, etc... Es una especie de juego literario... Algo así como el enamorado repite de mil maneras el nombre de su amada. Ben Sirac repite, en todos los tonos, su amor a la «sabiduría» que se identifica a menudo con Dios mismo.

-Quiero darte gracias, Señor, te alabaré, bendeciré tu nombre. Siendo joven aún, antes de ir por el mundo, me di a buscar abiertamente la sabiduría en la oración. La pedí delante del Templo y hasta el último día la andaré buscando.

Es pues un hombre colmado, feliz, no le pesa haberse entregado ardientemente a la búsqueda de Dios.

El clima de su alma es «la acción de gracias».

Notemos que la «sabiduría» se busca «en la oración»... y desde la juventud. Y que esta búsqueda no acaba nunca...

-En su flor, como racimo en ciernes se recreó mi corazón.

Compara la sabiduría a la fina y delicada flor de la viña, promesa del racimo de uva y del vino, promesa de alegría.

Me detengo un instante ante esta hermosa imagen: «una flor que alegra el corazón». Dios es así. María cantaba: «¡Mi alma magnifica al Señor, exalta mi espíritu en Dios, mi salvador!». Dios como alegría. Dios como belleza. Dios como apertura y expansión. Dios como fecundidad.

-Mi pie avanzó por el camino recto; desde mi juventud he seguido sus huellas. Incliné un poco mi oído y la recibí, y encontré una gran enseñanza.

La sabiduría es pues, a la vez:

--una actitud concreta, una conducta vital y moral...

«Avanzar por el camino recto... seguir sus huellas...»

--una fineza intelectual, un estar a la escucha de la verdad... «inclinar el oído... adquirir enseñanza»...

Así pues, la Fe es siempre indisolublemente «adhesión de la mente y del corazón»... y un «estilo de vida» que atañe a todo el ser.

-Gracias a ella he progresado; a quien me dio sabiduría daré gloria, porque decidí ponerla en práctica, tuve celo ardiente por el bien...

Idea de «progreso».

La sabiduría no es algo adquirido de una vez para siempre.

Es una realidad viva que se desarrolla o vegeta. «Caminando se hace camino».

Practicando la sabiduría, ejerciéndola, se la hace crecer.

Mi alma ha luchado por ella...

No parece pues cosa fácil. Requiere mucho esfuerzo.

-He prestado atención a practicar la "Ley".

Para un judío la Ley era la estructura misma de la vida: la voluntad de Dios, expresada en los detalles concretos de cada día, es fuente de sabiduría.

-He tendido mis manos hacia el cielo y he llorado por no haberla conocido.

Sí, las cosas no han ido siempre bien. Larga plegaria con "las manos tendidas hacia el cielo".

-Logré con ella dominar mi corazón, por eso no quedaré abandonado.

Admirable fórmula: «he logrado dominar mi corazóm~. ¡Si fuera esto verdad, Señor!

NOEL QUESSON
PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 5
PRIMERAS LECTURAS PARA EL TIEMPO ORDINARIO
DE LOS AÑO IMPARES
EDIT. CLARET/BARCELONA 1983.Pág. 102 s.


2.- Judas 17, 20b-25

2-1.

Uno de los escritos más cortos del Nuevo Testamento.

Sin duda ese Judas es el hermano de Santiago y por lo mismo «primo de Jesús». Fue obispo de Jerusalén, después de su hermano mayor. Esta breve Epístola es particularmente violenta para con los «heréticos», los «falsos doctores», tan reprensibles por sus errores doctrinales como por su mala conducta moral.

-Vosotros, queridos hermanos, acordaos de lo que predijeron los Apóstoles de nuestro Señor Jesucristo.

La referencia de la verdad es el evangelio... lo que han relatado los apóstoles. Es una llamada a la «tradición».

La verdad no se inventa, se recibe.

Para nosotros HOY es una invitación suplementaria a referirnos, sin cesar, a la Palabra de Dios, a tratar de comprenderla mejor.

No basta con «repetir» las palabras del pasado... pero es en estas "palabras" fielmente conservadas, que se encuentra el criterio de la verdad. A nosotros nos toca traducirlas sin traicionarlas. Costosa responsabilidad la de los cristianos de nuestro tiempo, en este siglo de mutación acelerada: decir la verdad eterna en el lenguaje de hoy. Danos, Señor, esa fidelidad y esa audacia. Ser a la vez «hombres de tradición»... y «hombres de hoy»...

-Orad en el Espíritu Santo. Manteneos en el amor de Dios. Estad prestos a recibir la misericordia de nuestro Señor Jesucristo.

Conforme a la práctica de la Iglesia primitiva la conclusión de san Judas se inscribe en el marco de un himno trinitario. Es también el plan general de muchas oraciones de la misa: el «Gloria a Dios en el cielo»... "Creo en Dios Padre..." las plegarias eucarísticas...

El final de cada una de las oraciones de la misa es también trinitario: por Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor y nuestro Dios que contigo vive y reina en la unidad del Espíritu Santo, por los siglos de los siglos.

¿Qué lugar ocupa la Trinidad en mi oración?

-Si titubean algunos, tratad de convencerlos, salvadlos arrancándolos del fuego, a otros mostradles misericordia con cautela, odiando incluso la túnica manchada por su carne...

La polémica contra los "heréticos" se transparenta aquí.

¡Hay que tratar de salvarlos discutiendo con ellos! Pero a otros hay que tratarlos con mucha cautela e incluso huir de ellos. La fórmula es particularmente violenta. En ciertas épocas de la historia de la Iglesia, quizá se ha acentuado demasiado este ponerles de lado, este apartarlos. Perdón, Señor, por las épocas de Inquisición.

En nuestra época quizá se corre el riesgo de incurrir en la confusión inversa, un liberalismo tan abierto que llega a desconcertar.

Una vez más, Señor, danos, da a tu Iglesia, el rigor del pensamiento justo y fiel y la apertura amorosa al pensamiento de los demás, a las objeciones de los no-creyentes o de los que no piensan como nosotros.

-Al que puede preservaros de la caída y presentaros sin tacha ante su gloria con alegría... fuerza y poder, ahora y por todos los siglos. Amén.

¡Danos, Señor, este sentido agudo de tu Gloria! Ayúdanos a ser más «irreprochables»... y "llenos de alegría"...

NOEL QUESSON
PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 4
PRIMERAS LECTURAS PARA EL TIEMPO ORDINARIO
DE LOS AÑOS PARES
EDIT. CLARET/BARCELONA 1984.Pág. 102 s.


2-2. /Judas/01-25

Todo el escrito de Judas está presidido por una preocupación: que los cristianos se mantengan firmes en la fe tradicional, que proviene de los apóstoles y que han recibido de una vez para siempre (w 3.17.20), y que no se dejen engañar, seducidos por el modo de obrar y de hablar (8-16) de quienes, llamándose discípulos y participando en «vuestras comidas fraternas», son en realidad impíos (4.12.18-19). Impíos de los últimos tiempos (18), que en sus desviaciones no se distinguen de todos los que han vivido en el curso de la historia de salvación (4). El autor expone lo que les pasó a los impíos antiguos (5-8) para mostrar cómo éstos, que viven cometiendo los mismos pecados, no podrán evitar su condenación en el juicio del Señor (9-16). En la descripción de los pecados de los impíos, el autor, cristiano, muestra una formación judía, muy influida por escritos apócrifos como es el libro de Henoc (6.15-16) la Asunción de Moisés (9) y el Testamento de los Doce Patriarcas, donde también se citan, uno tras otro, el pecado de los ángeles y el de Sodoma (6-7).

En su exhortación a luchar por la fe, el autor da importancia a unos fundamentos sólidos; sobre ellos, el amor de Dios la esperanza en Jesucristo y la oración al Espíritu Santo, que unifica todo pluralismo y diversidad de dones (1 Cor 12,4.7.11), irán construyendo un firme edificio de vida eterna. La fe, pues, supone unos conocimientos, una doctrina recibida, que hay que recordar constantemente, y una acción que la mantiene viva, ya que quien escucha y conoce las palabras de Jesús, pero no las pone en práctica, "se parece al necio que construyó su casa sobre arena" (Mt 7,26). Un cristiano auténtico, en total desacuerdo con los vicios de la carne, no puede quedar indiferente ante los falsos discípulos: debe convencer a los que vacilan (22), apartar del fuego a los que se queman, sin ninguna clase de opresión ni de injuria, ya que el que lucha de parte de Dios siempre deja el juicio, la represión y el castigo al Señor (9.23; Rom 12,19), el cual «no quebrará la caña cascada ni apagará el pábilo vacilante. Promoverá fielmente el derecho, no vacilará ni se quebrará» (Is 42,3-4a).

J. MAGí
LA BIBLIA DIA A DIA
Comentario exegético a las lecturas de la Liturgia de las Horas
Ediciones CRISTIANDAD.MADRID-1981.Pág. 356 s.


3.- Mc 11, 27-33

3-1.

-Jesús con sus discípulos había regresado a Jerusalén. Y paseándose por el templo se le acercaron los príncipes de los sacerdotes, los escribas y los ancianos.

La tercera jornada de Jesús en Jerusalén está ocupada por discusiones con las autoridades y la intelectualidad de la capital. Los responsables de la religión, los educadores y los intelectuales de entonces... acosan a preguntas a Jesús.

-¿Con qué poder haces estas cosas? ¿Quién te ha dado poder para hacerlas?

Jesús ha manifestado que tiene autoridad sobre el Templo.

En el contexto histórico éste fue un gesto significativo. Hoy estamos tentados de retener sólo el aspecto espectacular, pero para un judío de aquel tiempo el gesto de Jesús era la afirmación de una pretensión inverosímil. ¡Jesús reivindica su soberanía sobre la Casa de Dios! Y lo hace pretendiendo así cumplir las profecías mesiánicas que expresan la espera de todo un pueblo.

Jesús, verdadero hombre, tan cercano a nosotros por muchos detalles de su vida...

Jesús verdadero Dios, investido de una autoridad suprahumana.

¿Cómo me sitúo yo en relación a Jesús? ¿Qué replanteamiento, ésta "su autoridad" divina, debiera provocar en mí?

-Jesús les contestó: "También voy a haceros yo una pregunta:

El bautismo de Juan, ¿era del cielo o de los hombres? Respondedme.

Esta misma pregunta a propósito de la autoridad de Jesús.

Pero Jesús, hábilmente, hace una pregunta indirecta a propósito de Juan Bautista. Sabe, en efecto que ante El tiene a unos interlocutores que no buscan precisamente la verdad... sino prolongar quisquillosamente la discusión. No están dispuestos a cambiar de opinión ni de conducta: están seguros de sí mismos, poseen la verdad. La personalidad misteriosa de Jesús, sus palabras, sus acciones sorprendentes no les interpelan: están bloqueados en sus certidumbres.

Yo mismo, ¿estoy dispuesto a avanzar, a cambiar algo, a dejarme "interrogar" por Jesús?

Respondedme. Os hago sólo una pregunta.

Discutían entre ellos: "Si decimos: del cielo, dirá: Pues ¿por qué no habéis creído en él?"

Y nosotros, hoy, ¿qué hacemos? Tenemos miedo de sentirnos obligados a comprometernos, a hacer ciertos cambios... y a la vez nos las arreglamos para no contestar las preguntas hechas.

Señor, ven en ayuda de nuestras pobres fuerzas.

-Pero si decimos que de los hombres, es de temer la muchedumbre, porque todos tenían a Juan por verdadero profeta. Respondieron pues a Jesús: No lo sabemos.

¡Qué hipocresía! Lo sabían muy bien.

Y henos también a nosotros entre la espada y la pared. A los pocos días de la Pasión surgen las posturas, los campos se delimitan... no es posible quedarse neutral. Nosotros también tendremos que escoger en pro o en contra de Jesús... y comprometernos por entero a seguirle.

-Jesús les dijo: "Tampoco Yo os digo con qué poder hago estas cosas.

¡No! que no se espere tampoco que Jesús les vaya a forzar la mano con una manifestación de potencia divina. Cuando, dentro de unos días le provocarán: "Si eres Hijo de Dios, baja de la cruz"... ¡No bajará! Dios sólo quiere reinar sobre los corazones libres, los corazones que se entregan.

NOEL QUESSON
PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 1
EVANG. DE ADVIENTO A PENTECOSTÉS
EDIT. CLARET/BARCELONA 1984.Pág. 356 s.


3-2.

1. (año I) Sirácida 51,17-27

a) Termina nuestra lectura del Sirácida con un cántico de alabanza a la sabiduría. El autor muestra una legítima satisfacción porque desde joven la ha seguido y gozado de sus frutos.

Da envidia pensar que este buen hombre, Jesús hijo de Sira, desde joven sólo consideró como riqueza apetecible poseer la sabiduría de Dios, ver las cosas y los acontecimientos desde los ojos de Dios: «Deseé la sabiduría con toda mi alma, la busqué desde mi juventud... mi corazón gozaba con ella... presté oído para recibirla... mi alma saboreó sus frutos».

b) Ojalá pudiéramos también nosotros afirmar, al final de una jornada, o de un año, o de la vida, que nos hemos dejado guiar por la verdadera sabiduría, la de Dios, sin hacer mucho caso a otras palabras y otras propagandas que nos bombardean continuamente.

Escuchamos muchas veces la Palabra de Dios, la que nos dirige el Maestro que Dios nos ha enviado, Cristo Jesús: «Éste es mi Hijo amado, escuchadle». Pero ¿podemos decir que se nos pega su sabiduría, su visión de las cosas? ¿que se nos va comunicando poco a poco la mentalidad de Dios, la que aparece en las lecturas del AT, en las del NT y sobre todo en el evangelio de Jesús?

La Palabra de Dios no es una doctrina que hay que saber como recuerdo histórico: es palabra viva dicha para nosotros hoy y aquí. Una palabra y una sabiduría que tiene fuerza para iluminar y transformar todos los posibles vericuetos de nuestra vida.

Seguimos a Cristo, Camino, Verdad y Vida. Tenemos, por tanto, más motivos que el Sirácida para alegrarnos de tener la sabiduría de Dios muy cerca. En nuestro estilo de conducta y en las decisiones que vamos tomando, se tendría que notar que Jesús, el Maestro, nos va enseñando sus caminos.

1. (año II) Judas 17.20-25

a) Hoy leemos uno de los escritos más breves del NT: la carta de san Judas.

No sabemos con seguridad quién es su autor. No parece ser el apóstol san Judas. Tal vez sea Judas, el hermano de Santiago y por tanto primo de Jesús, el que sucedió a Santiago como responsable de la comunidad de Jerusalén. Lo que sí es seguro es que pertenece al tiempo inmediatamente después de los apóstoles.

La breve carta va dirigida, con términos muy duros, contra los gnósticos, que se metían a maestros en la comunidad, proclamando un espiritualismo que se demostraba falso, entre otras cosas por el libertinaje moral a que iba unido.

Leemos los versículos finales, en que el autor anima a los cristianos a mantenerse fieles en su fe, sin hacer caso de desviaciones. Por una parte se ve claramente que habla de las tres personas de la Trinidad: «Movidos por el Espíritu Santo, manteneos en el amor de Dios, aguardando a nuestro Señor Jesucristo». También parece como si hubiera querido reunir en un mismo programa de vida las tres virtudes teologales: «Continuando el edificio de vuestra santa fe... manteneos en el amor de Dios, aguardando a que Jesucristo os dé la vida eterna».

b) Cada generación cristiana necesita permanecer alerta ante los falsos maestros y los movimientos que no vienen del Espíritu de Dios. Por eso se tiene que mantener vigilante y ejercer con sabiduría el oportuno discernimiento, guiada por el magisterio de los que Cristo puso como pastores y responsables en la comunidad.

Haremos bien en escuchar a san Judas en su dinámico programa: seguir edificando sólidamente la fe, mantener el amor, dejarnos ganar por la esperanza, apoyarnos en Dios. que es «el único que puede preservaros de tropiezos y presentaros ante su gloria exultantes y sin mancha».

Es muy realista la consigna que da respecto a los vacilantes: «Algunos titubean: tened compasión de ellos; a unos, salvadlos arrancándolos del fuego; a otros, mostradles compasión pero con prudencia». En los tiempos que corremos, tan difíciles como los primeros, nos tenemos que ayudar unos a otros, apoyándonos ante las dificultades.

2. Marcos 11,27-33

a) La escena de hoy es continuación de la de ayer: ante el gesto profético de Jesús expulsando a los mercaderes y cambistas del Templo, las autoridades, alborotadas por un gesto tan provocativo, envían una delegación a pedirle cuentas de con qué autoridad lo ha hecho.

Jesús no les contesta, sino que a su vez les propone una pregunta. Cuando él ve que no hay fe, o que hay doblez en la pregunta, considera inútil dar argumentos. A veces se calla dignamente, como ante Caifás, Pilatos o Herodes. A veces contesta con un argumento ad hominem o planteando a su vez preguntas, como en el caso de la moneda del César. Jesús también sabe ser astuto y poner trampas a sus interlocutores, desenmascarando sus intenciones capciosas.

La pregunta de los jefes no era sincera. Sólo el Mesías, o quien viene con autoridad de Dios, podía tomar una actitud así, acompañada como está, además, de signos milagrosos que no pueden ser sino mesiánicos. Pero eso no lo admiten. Es inútil razonar con estas personas. Jesús no les va a dar el gusto de afirmar una cosa que no van a aceptar y que les daría motivos de acelerar su decisión de eliminarlo. Desde ahora se van a precipitar las cosas, con fuertes controversias que desembocarán en el proceso y la ejecución de Jesús.

b) Ante los gestos proféticos que también ahora se dan en el mundo y en la Iglesia, deberíamos afinar un poco más nuestra reacción.

Hay que saber discernir personal y comunitariamente, bajo la guía de los responsables de la comunidad, si los movimientos o las voces nuevas vienen o no del Espíritu. Pero no deberían ser los intereses personales o el orgullo o la pereza ante los cambios lo que motive nuestra decisión. Los jefes que interpelan a Jesús, llenos de autoridad ellos, llenos de sabiduría, rechazan ya de entrada toda explicación que les vaya a dar: ¿quién es éste para poner en tela de juicio nuestra manera de organizar las cosas del Templo? Cuando no nos interesa un mensaje, intentamos desautorizar al mensajero. Cuando un profeta nos interpela en una dirección que sacude nuestros hábitos mentales o nuestra comodidad o nuestros intereses, en lugar de preguntarnos si vendrá de Dios, nos dedicamos rápidamente a desprestigiar al profeta, para no tener que hacerle caso. A los judíos les pasó con el Bautista y luego con Jesús. A nosotros nos pasa siempre que en nuestro camino vemos u oímos voces proféticas que ponen en evidencia nuestra pereza y nuestros fallos, o nos estimulan hacia caminos más exigentes. Lo hacemos con mayor disimulo que los jefes de Jerusalén. Pero lo hacemos. Ignoramos al profeta. No nos damos por enterados de lo que Dios nos estaba queriendo decir. Luego no nos quejemos de la obstinación de los judíos.

«Siendo joven, deseé la sabiduría con toda mi alma» (1ª lectura, I)

«Los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón» (salmo, I)

«Manteneos en el amor de Dios» (1ª lectura, II)

«Algunos titubean: tened compasión de ellos» (1ª lectura, II)

«Tu gracia vale más que la vida» (salmo, II)

J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 4
Tiempo Ordinario. Semanas 1-9
Barcelona 1997. Págs. 235-238


3-3.

Eclo 51, 17-21: Bendeciré el nombre del Señor

Sal 18, 8-11

Mc 11, 27-33: ¿Quién te dio esa autoridad?

La controversia de Jesús frente al templo no terminó tan rápido. Jesús vuelve a Jerusalén y se pasea por el templo. Su presencia provoca a las autoridades religiosas. Después de haber criticado las estructuras religiosas de su tiempo se le acercan los que representan la jerarquía del templo y la estructura social israelita: son los sacerdotes-escribas-ancianos, son los responsables del orden sagrado, los representantes de la ciudad y el templo; vienen para interrogar a Jesús sobre su autoridad y sobre su forma de hablar y de criticar las estructuras que durante años y siglos habían sustentado la vida de los judíos y que hacían de ellos un grupo muy importante y los únicos incluidos en el amor de Dios.

El texto de hoy nos presenta la controversia sobre la autoridad, suscitada entre Jesús y los notables del pueblo y en relación al pasaje anterior sobre la expulsión de los mercaderes del templo. Pareciera que Jesús se resistiera a responder y a dar razón de parte de quién hablaba; no quiere situarse en el plano que ellos quieren situarlo, por eso toma distancia. Para Jesús no es importante dar razón en nombre de quién esta hablando. Como sí lo era para sus adversarios. A Jesús lo acompaña el testimonio de su propia vida, la coherencia entre su palabra y las actitudes que asume frente a los demás. En cambio, para ellos era necesario el respaldo de la institución religiosa (que ya se encontraba en decadencia), y por eso su testimonio y la supuesta autoridad con la que se presentaban al pueblo. Jesús la pone en ridículo cuando se niega a responder de parte de quién hablaba. Con su actitud, Jesús dejó ver que no es necesario hablar en nombre de una institución, ya que la misma vida ratifica lo que predica o condena.

Sin embargo, Jesús no quiere dejarlos sin una respuesta y por eso los lleva al lugar donde pueden entenderse perfectamente, los lleva al tema de Juan Bautista y por eso les propone una nueva pregunta de contenido evangélico: "El bautismo de Juan ¿provenía de Dios o de los hombres? Respóndanme!. El bautismo de Juan es de perdón de los pecados y sólo el que busca el perdón de Dios puede entender el Evangelio. De esta manera Jesús quiere llevar a las autoridades religiosas y civiles al auténtico camino que conduce a la salvación. En cambio ellos no responden, los jefes supremos, los que dictan las sentencias enmudecen por miedo a la opinión del pueblo. Por eso, para no generar controversia, responden: "no sabemos". No quieren asumir el tema y sus implicaciones porque ello significaría acoger el mensaje de Jesús. De esta manera es evidente la respuesta de Jesús: "pues yo tampoco puedo decirles con qué autoridad hago esto".

Asumamos la misma actitud de Jesús, quien fue capaz de sustentar su palabra con la vida, y fue capaz de enfrentarse a los poderes de su tiempo y de buscar nuevas alternativas capaces de generar una sociedad nueva. Esta nueva sociedad pone sus bases en la defensa de la vida y de la justicia, en torno al Dios y Señor de la historia.

SERVICIO BIBLICO LATINOAMERICANO


3-4. CLARETIANOS 2002

Queridos amigos:

La carta de Judas es tan breve que ni siquiera está dividida en capítulos. Su estilo es vibrante, duro, casi violento. A nosotros puede resultarnos desconcertante porque no encaja con nuestras moderadas formas actuales. Pero hay que situarla en su contexto. El autor de la carta, próximo a Santiago, líder de la iglesia de Jerusalén, escribe, hacia finales del siglo I, a cristianos que conocen bien la tradición judía. Con su mensaje enérgico quiere prevenirlos contra los falsos maestros que se han infiltrado en la comunidad. Por eso los anima a mantenerse firmes en la fe recibida de los apóstoles y a no ceder a las tentaciones.

¿Podemos usar hoy este registro en un contexto cultural que promueve la tolerancia y el diálogo? Creo que sí. Cuando perdemos la capacidad de no sobresaltarnos por nada, cuando todo nos parece uniformemente gris, cuando nos da igual dedicar el tiempo a ayudar que a holgazanear, entonces necesitamos que alguien nos despierte con energía. Es una de las formas que usa el amor.

El evangelio nos habla de la "autoridad" de Jesús, que es lo mismo que hablar sobre sus credenciales. Jesús no pone el acento en el "de dónde" sino en el "adónde". Lo que importa no es tanto saber quién es Él, de dónde viene, sino estar dispuesto a comprometerse con lo que hace y dice, a ir detrás de Él.

Hoy, día 1 de junio, celebramos la memoria de un santo que merece la pena conocer: por su experiencia cristiana y por su enorme esfuerzo por dar razón de la fe en un contexto pagano. Me refiero a San Justino. No os lo perdáis.

"Señor, ¿quién te ha dado semejante autoridad sobre mí? Te lo pregunto por simple cortesía. Lo que quiero de verdad es que encadenes mi libertad a la tuya para que no me pierda tantas veces por los barrios intrincados de los sumos sacerdotes y letrados".

Vuestro amigo.

Gonzalo Fernández (gonzalo@claret.org)


3-5. 2002

COMENTARIO 1

v. 27 a Y llegaron de nuevo a Jerusalén

Llegada a Jerusalén, donde se prevén reacciones a la denuncia del templo hecha el día antes por Jesús.


v. 27b Mientras él paseaba por el templo, se le acercaron los sumos sacerdo­tes, los letrados y los senadores...

Aunque los dirigentes traman su muerte (11,18), Jesús se pasea solo por el templo, sin que se mencionen sus discípulos. Mientras que los dirigentes tienen miedo de él (11,18), él no lo tiene de ellos.

Se le acercan los tres grupos que componían el Sanedrín o Gran Con­sejo, exponentes de los tres poderes: el religioso-político (los sumos sacerdotes, aristocracia sacerdotal), el intelectual (los letrados, teólo­gos y juristas) y el económico (los senadores, aristocracia civil). La presen­cia de los tres grupos, el Consejo en pleno, indica la gravedad de la situación.


v. 28 ... y le preguntaron: «¿Con qué autoridad actúas así?, o sea, ¿quién te ha dado la autoridad para actuar así?»

Le hacen dos preguntas: la primera quiere saber qué clase de autori­dad se atribuye Jesús para hacer lo que hace, la segunda, quién se la ha dado. A su entrada en Jerusalén Jesús ha sido aclamado como Mesías, y la expulsión de los mercaderes era fácil de interpretar como un gesto mesiánico. Los dirigentes no consideran por un momento si la actuación de Jesús estaba justificada, si su denuncia correspondía a un abuso real. Pero, como representantes y custodios de la institución, afirman tener autoridad legftima, procedente en último término de Dios, y tienen dere­cho a saber de labios de Jesús qué títulos ostenta que justifiquen su actuación. Intentan llevarlo al terreno jurídico.


vv. 29-31 Jesús les contestó: «Os voy a hacer una pregunta; contestádmela y os diré con qué autoridad actúo así. El bautismo aquel de Juan, ¿era cosa de Dios o cosa humana? Contestadme». Ellos razonaban, diciéndose unos a otros: «Si decimos "de Dios", dirá: "Y entonces, ¿por qué no le creísteis?"»

Jesús quiere desenmascarar la mala voluntad de los dirigentes, que impide toda posibilidad de diálogo. Hace su pregunta, aunque prevé que no van a contestarla (contestádmela y os diré), porque cualquier res­puesta los comprometería. Los dirigentes quieren juzgar sobre la proce­dencia del mesianismo de Jesús, pero no pueden hacerlo sin definirse antes sobre la procedencia del bautismo de Juan, precursor de Jesús. Les pide una opinión sobre la actividad de Juan Bautista, que tampoco tenía credenciales jurídicas. La pregunta que les hace: ¿era cosa de Dios o cosa humana?, es la misma que puede hacerse sobre su pretensión mesiánica. Y está claro que ellos, los administradores de la «cueva de bandidos», no han hecho caso de la exhortación de Juan a la enmienda.


vv. 31-32 ... pero si decimos «cosa humana» ... (Tenían miedo del pueblo, por­que todo el mundo pensaba que Juan había sido realmente un profeta.)

Los dirigentes se muestran inseguros, ponderando los pros y los contras de cada alternativa. Querrían decir que el bautismo de Juan era cosa humana, pero no se atreven, tienen miedo al pueblo si contradicen una persuasión arraigada (que había sido un profeta). En cualquier caso ven amenazado su poder.


v. 33 Y respondieron a Jesús: «No lo sabemos». Jesús les replicó: «Pues tam­poco yo os digo con qué autoridad actúo así».

Optan por no pronunciarse, mostrando su mala fe. Sus motivaciones nada tienen que ver con Dios, cuya invitación han rechazado en la perso­na de Juan: buscan conservar su poder y salvaguardar sus intereses. Para ello, lo más conveniente es mantener una postura ambigua que no los comprometa. Con ello, sin embargo, no podrán condenar el mesianismo de Jesús ni desautorizarlo. Tendrán que tolerar su enseñanza y, más tarde, prenderlo a traición.

Jesús no responde a la mala fe.


COMENTARIO 2

Esta vez se acercan a Jesús representantes de los tres poderes: el religioso (sumos sacerdotes), el ideológico (letrados) y el económico (senadores, por lo común, saduceos que conformaban la aristocracia civil). Lo que van a preguntarle debe tener gran importancia, pues afecta a todos por igual. Están preocupados seriamente por saber con qué autoridad actúa Jesús y de quién proviene su autoridad, pues su modo de hablar y de actuar de Jesús cuestiona el de ellos y su autoridad.

Jesús, consciente de la mala voluntad de quienes le preguntan, les responde con una pregunta que desenmascara su manera de proceder ambigua: El bautismo de Juan, les pregunta, ¿era cosa de Dios o cosa humana? Contéstenme. Pero ellos no responden, porque si dicen que era cosa de Dios, serían responsables de no haberse convertido, y si cosa humana, la gente se les echaría encima porque consideraban a Juan un profeta.

Por eso, a quien se niega a dialogar dando la callada por respuesta, Jesús no dará respuesta alguna. Él sabe de sobra que lo único que les interesa es conservar su poder y continuar aprovechándose del pueblo. Y ellos intuyen que Jesús los conoce. Así que por el momento tendrán que seguir tolerando la enseñanza de Jesús hasta que encuentren el momento de entregarlo a traición y consigan condenarlo a muerte embaucando y engañando al pueblo. El poder tiene siempre una estrategia de ambigüedad pretendida con la única finalidad de perpetuarse a cualquier precio. ¿Somos conscientes de ello?

1. J. Mateos-F. Camacho, Marcos. Texto y Comentario. Ediciones El Almendro. Córdoba

2. Diario Bíblico. Cicla (Confederación Internacional Claretiana de Latinoamérica)


3-6. Fray Nelson Sábado 28 de Mayo de 2005
Temas de las lecturas: Le doy gracias al que me ha concedido sabiduría * ¿Con qué autoridad haces esto?.

1. Pasión por la Sabiduría
1.1 La primera lectura nos presenta un corazón que ha vivido prendado de la sabiduría. No se trata simplemente de llenar la cabeza de datos. La Biblia no tiene elogios para una persona que tiene mucha información pero poca formación. La divisa de esta alma es otra: "busqué ardorosamente el bien."

1.2 La sabiduría en la Biblia es el arte de vivir bien, y el bien vivir consiste en seguir el camino del Señor. Es así de sencillo, así de arduo, así de hermoso, así de posible, así de grande.

2. Entender a Juan para entender a Jesús
2.1 El evangelio de hoy nos presenta una escena singular: Cristo responde a una pregunta con otra pregunta, y supedita su respuesta a la respuesta de quien le pregunta. Parece un juego o un modo elegante de evadir un asunto comprometedor, pero debe haber algo más de fondo aquí.

2.2 Jesús no les pregunta cualquier cosa; les pregunta por Juan. Es posible que el sentido de su interrogante sea algo como: "¿entendieron ustedes el mensaje de Juan?". Porque quien no entiende el mensaje del arrepentimiento no entiende el mensaje de la gracia. La gracia no significa nada para quien cree que no la necesita. El alimento no significa nada para quien no tiene hambre.