VIERNES DE LA SEMANA 7ª DEL TIEMPO ORDINARIO

 

1.- Si 6, 5-17

1-1.

Ben Sira sabe que la riqueza atrae a los amigos, por eso ha aprendido a escogerlos y a separar a los interesados. Se queda en un plano bastante exterior y no se da a los amigos más que como un propietario compromete sus bienes con cálculo y prudencia. Jesús revelará que no hay amistad allá donde no se sea capaz de morir por sus amigos -Jn 15, 13. "Nadie tiene mayor amor que el que da su vida por sus amigos".


1-2. AMIGO/TESORO:

He ahí una serie de observaciones concretas sobre la amistad.

-Un lenguaje amable multiplica los amigos: la lengua que habla bien multiplica las delicadezas.

Importancia de las palabras, del diálogo, para construir o destruir la amistad.

-Sean muchos los que estén en paz contigo, mas para consejero elige uno entre mil.

Dos niveles de relaciones y de intimidad:

--aquellos con los que se vive en paz. ¡sean los más posible!

--aquellos a quienes nos confiamos... ¡sean elegidos entre mil!

Esta distinción introducirá una serie de criterios para descubrir a los verdaderos amigos.

-Si quieres hallar un amigo, búscalo probado y no te des prisa en confiarte a él.

Esta prudencia nos parece algo prosaica. Ben Sirac se asemeja a ese propietario que «adquiere» con cálculo y precauciones. Este actuar nos parece muy interesado.

Jesús, por amor a nosotros, se atreve a arriesgarlo todo, afirmando que la amistad no es verdadera amistad si no se es capaz de «morir por aquellos que amamos» (Juan 15, 13).

Contemplo la amistad de Jesús, tan desinteresada que llega hasta la total renuncia de sí mismo. «Habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin» (Juan 13, 1).

-Porque hay amigo que lo es de ocasión; pero que no persevera en el día de tu angustia.

1º El primer criterio de la amistad es la fidelidad en la prueba. Es una observación de la sabiduría popular de todos los países: Ben Sirac lo sabe mejor que nadie, pues su cultura y riqueza habían favorecido sin duda la avalancha de numerosos amigos. Se comprende que, desde entonces, busque hacer una selección entre ellos.

-Hay el amigo que comparte tu mesa, pero que no persevera en el día de tu angustia.

De esa frase «compañero de mesa» procede el término francés «copain»: aquel que comparte el pan, el amigo de los días felices. Con frecuencia, por desgracia, es una amistad fácil y frágil.

-En tu prosperidad será como otro tú, más en tu humillación estará contra ti.

Esto recuerda la historia, narrada por Jesús, de aquel joven que abandonó la casa paterna con mucho dinero y tuvo amigos mientras pudo gastar con ellos. (Lucas 15, 14).

-Un amigo fiel es un elixir de vida; los que temen al Señor lo encontrarán. El que teme al Señor endereza su amistad, pues como él es, así será su compañero.

2º El segundo criterio de la amistad es el amor común de Dios. «Adorar juntos al Señor», he ahí lo que puede soldar en profundidad una relación. La fe es el punto común de una amistad espiritual.

-El amigo fiel es seguro refugio, el que lo encuentra ha encontrado un tesoro. El amigo fiel no tiene precio, no puede apreciarse su valor.

Puedo aprovechar esa página de la Escritura para rogar por mis amigos... y para preguntarme lo que esperan ellos de mí, cómo podría yo ayudarlos...

¿Hay quizá a mi alrededor gente que no tiene amigos, que sufren del abandono y soledad? ¿Qué puedo hacer por ellos?

NOEL QUESSON
PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 5
PRIMERAS LECTURAS PARA EL TIEMPO ORDINARIO
DE LOS AÑO IMPARES
EDIT. CLARET/BARCELONA 1983.Pág. 88 s.


1-3. /Si/06/05-37

La experiencia es la madre de la ciencia dice el refrán. La experiencia es la madre de la sabiduría, diría el Eclesiástico. Se han cantado muchas excelencias de la amistad, la fortuna de encontrar un verdadero amigo. Pero ¿quién es el amigo verdadero y dónde se encuentra? Porque todos sabemos cómo influye el otro en nuestro comportamiento. Puede inducirnos a seguir el camino de la sabiduría o las sendas de la injusticia. Naturalmente, la sabiduría enseñará que sólo es amigo de verdad el que nos lleva por sus caminos y nos muestra su fidelidad en los momentos de prueba y de desgracia. ¡Alerta, pues, ante los que se presentan como amigos cuando todo va bien! Como enseña la experiencia, cuando pones tu confianza en él te juegas tu propia felicidad: "No te fíes de él en seguida" (7); sé prudente. Así, pues, la misma experiencia exalta al amigo de verdad: es un talismán, un tesoro; no tiene precio, es de una belleza incomparable, un remedio saludable (14-17).

La segunda parte del texto de hoy (18-31), aun cuando refleja también la experiencia, tiene un origen distinto. Aquí, el sabio intenta expresar los bienes que le ha reportado la sabiduría para su vida, pero sin ocultar los esfuerzos y angustias que le ha costado ni los obstáculos que ha tenido que vencer para conseguirla. Una página vivida. La sabiduría ha colmado todas sus ansias y afanes. Ha valido la pena: "Al final alcanzarás su descanso y se te convertirá en placer» (28). Las delicias de la sabiduría son desconocidas para los ignorantes y los insensatos. Tampoco las capta la mayor parte de los hombres. No se trata de menospreciar a nadie, sino de un hecho de experiencia, aunque sea ininteligible e indescifrable. Por eso quien quiera sabiduría tiene que buscarla donde se encuentra. Nadie nace sabio; quien quiere serlo de verdad, lo consigue, instruyéndose, entregándose a la sabiduría con toda el alma, sabiendo escuchar, adhiriéndose a los sabios, frecuentando la compañía del hombre sensato y, sobre todo, meditando los preceptos del Señor y ocupándose de sus mandatos. De esta manera, "él te dará la inteligencia y, según tus deseos, te hará sabio» (37).

M. GALLART
LA BIBLIA DIA A DIA
Comentario exegético a las lecturas de la Liturgia de las Horas
Ediciones CRISTIANDAD.MADRID-1981.Pág. 382 s.


2.- St 5, 9-12

2-1.

Después de haberse dirigido a los más ricos, Santiago se dirige ahora a los más pobres.

Veremos que no les recomienda la rebelión.

En esto también, la lección es para todos. No se trata de dar consejos a los demás, sino de aplicarlos a nosotros mismos.

-No os quejéis hermanos unos de otros si no queréis ser juzgados. Mirad que el Juez está ya a las puertas.

El motivo de esa paciencia que el apóstol nos recomienda, no es tampoco aquí de orden humano. Es un motivo religioso que debería movernos a «no quejarnos»:

¡Mirad que el Juez está ya a las puertas! La venida del Señor está cerca... a las puertas.

La familia de santa Bernardita Soubirous, en Lourdes, en el siglo pasado, vivió maravillosamente esa pobreza «digna», que se abandona a Dios, tratando leal y noblemente de «salir del paso», sin acusar a nadie y sin caer uno mismo en la injusticia.

Vivir ante Dios. Dios está muy cerca. ¡La injusticia y la desgracia no triunfarán siempre! Dios está a las puertas.

-¡Aguante! ¡Paciencia! ¡Perseverancia!

¿De veras espero yo esa venida de Dios? ¿Está mi vida orientada hacia Dios?

He ahí lo que Santiago recomienda a los pobres de su tiempo.

No se trata precisamente de la resignación, que tiene un aspecto más pasivo. El aguante, la paciencia, la perseverancia son virtudes activas que requieren valentía y dinamismo.

Quien se yergue en la adversidad es «grande», incluso humanamente... no es un «alienado», ni un disminuido. Su desventaja le agranda, como forzándole a reaccionar.

Proclamamos «felices» a los que sufrieron con paciencia.

Jesús también había proclamado esta bienaventuranza.

Es quizá incluso una de las misteriosas razones que explica en parte que Dios pueda permitir ciertos sufrimientos -hay que decir esto con mucha modestia y moderación-. Hay dichas, grandezas humanas, valores de redención y de amor... que nacen de la prueba.

Señor, que todos los que sufren descubran esa alegría.

Señor, ayúdanos a todos cuando estemos en el lagar o en el huerto de los olivos.

Alivia, Señor, el peso de nuestros corazones y de nuestros cuerpos.

-Habéis oído hablar de la paciencia de Job en el sufrimiento y sabéis el final que el Señor le dio, porque el Señor es compasivo y misericordioso.

Santiago, dirigiéndose a antiguos judíos, hace alusión a la Escritura. Job "clamó" bajo el sufrimiento. Dios le defendió y le reconfortó.

Porque Dios es «ternura»...

Dios es ternura... Muéstranos esta ternura, Señor.

Sálvanos. Salva la vida de tus pobres.

NOEL QUESSON
PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 4
PRIMERAS LECTURAS PARA EL TIEMPO ORDINARIO
DE LOS AÑOS PARES
EDIT. CLARET/BARCELONA 1984.Pág. 88 s.


3.- Mc 10, 1-12

3-1.

¡Jesús ha caído en la trampa! "¿Le es lícito a un hombre divorciarse de su mujer?". Una de dos: o Jesús será acusado de traidor a las exigencias de la Ley, o le pondrán en contradicción con su predicación y con sus obras de misericordia.

Los fariseos están muy cerca de desacreditar a Jesús, encerrándole en la alternativa de "lo permitido y lo prohibido"... Jesús retrocede hasta los orígenes: "Al principio de la creación Dios los creó hombre y mujer... Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre". Jesús no discute. Es, y quiere seguir siendo, sencillo. Atenerse a la ley y al reglamento es olvidar el impulso de la vida. De lo que se trata es de aproximarse a lo que es la ambición de Dios: el amor es más exigente que cualquier ley. Para conocer la gran intuición de Dios es preciso retroceder a los comienzos, cuando, por ternura, sacó de la tierra al hombre y a la mujer para que correspondieran a su amor.

Para Dios, amar fue, en primer lugar, hablar nuestro lenguaje, para Dios, amar es mantener la única palabra que nosotros podemos comprender, el lenguaje de nuestra carne. Regresar a nuestros orígenes para volver a descubrir la regla de nuestra vida es volver a descubrir que necesitamos hablar el lenguaje del otro.

Para Dios, amar fue también hacerse vulnerable, pedigüeño: no permaneció en el cielo de su indiferencia. Dios no sólo da: necesita recibir. Regresar a nuestros orígenes para volver a descubrir la regla de nuestra vida es hacernos vulnerables. El que ama, acepta desear, esperar, pedir, sufrir.

Para Dios, amar fue también creer y esperar. Dios no nos ha programado. Nos ha puesto en pie, libres y creadores. Volver a descubrir la regla de nuestra vida es volver a aprender la esperanza. El amor es fecundo, suscita, resucita, saca a flote, perdona. El amor espera con el otro.

A/PERDON: Para Dios, amar es perdonar. Perdonar es mucho más que olvidar.

Es seguir amando al otro incluso cuando nos rechaza, seguir esperando en él incluso cuando nos decepciona. Volver a aprender la regla de nuestra vida es amar sin dejar de esperar en el otro, cualquiera que sea el mentís de los hechos.

Para Dios, finalmente, amar es dar la vida. Dios murió de amor.

El lenguaje de su amor está forjado en carne y sangre.

Aproximarse a lo que Dios ambiciona acerca de nuestra vida es aceptar no poner límite a nuestra andadura y escuchar la voz que siempre nos llama fuera.

"¿Es lícito?". El Evangelio solamente conoce una ley, la ley de lo desmesurado. Porque Dios siempre ha estado (un poco) loco...

¡Piénsese que ya en la primera mañana concibió la idea de amasar la tierra y amar al hombre!

DIOS CADA DIA
SIGUIENDO EL LECCIONARIO FERIAL
SEMANAS I-IX T.O. EVANG.DE MARCOS
SAL TERRAE/SANTANDER 1990.Pág. 138


3-2.

Marcos ha agrupado, entre el segundo y el tercer anuncio de la Pasión una serie de enseñanzas de Jesús sobre los problemas candentes de la vida cristiana:

--Dios actúa mucho más allá del grupo estructurado de los discípulos...

--Guardad entre vosotros "la sal" de una verdadera vida fraternal, responsables los unos de los otros: servicios recíprocos -el vaso de agua-... atención a los demás...

--La ley fundamental del matrimonio: la indisolubilidad del mismo...

--La importancia de los niños, de los pequeños, capaces de entrar en relación con Dios.

--La actitud "desprendida" respecto al dinero...

--La verdadera jerarquía de valores: Dios y el Reino, en primer lugar...

-Unos fariseos abordan a Jesús y, para ponerlo a prueba, le preguntan. "¿Es lícito al marido repudiar a la mujer?" Pregunta insidiosa y sorprendente de su parte, puesto que este "permiso estaba previsto por la ley de Moisés (Dt 24, 1).

-Ellos le responden: "Moisés manda escribir el libelo de repudio y despedirla".

En este contexto de la sociedad judía de su tiempo, en el que el divorcio era legal... la respuesta de Jesús tomará un relieve tanto más sorprendente.

-Por la dureza de vuestro corazón, os dio Moisés esta ley.

Jesús establece aquí una distinción extremadamente importante: la Ley del Deuteronomio no es un "mandamiento"... sino un "permiso" concedido por Moisés de mala gana porque no hay manera de hacerlo de otro modo, "por la dureza de vuestro corazón". Pero no es para Jesús una abolición de la ley fundamental del matrimonio, la cual subsiste.

-Pero al principio del mundo, cuando Dios creó la humanidad, los hizo varón y hembra.

La ley fundamental del matrimonio hay que buscarla a ese nivel: la complementariedad de los sexos, es una "creación", una "voluntad" de Dios, inscrita en la naturaleza profunda del hombre y de la mujer, desde el origen.

-Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre y serán los dos una sola carne. De manera que no son dos, sino una sola carne. Lo que Dios unió, no lo separe el hombre.

Esta fórmula sacada del Génesis (1, 27 y 2, 24) sugiere:

1) La vehemencia del instinto que empuja un sexo hacia el otro. "Unirse" al otro. "No ser sino uno" con el otro. "Dejar a su padre y a su madre", romper con todo el pasado para fundar una nueva familia. Estas fórmulas, muy fuertes, indican ya, según parece, que la indisolubilidad es el voto, el deseo más profundo del amor.

2) Sin embargo Jesús va todavía más lejos: la sola voluntad de los esposos no basta para explicar el voto de fidelidad y de indisolubilidad que se inscribe en el núcleo mismo del amor. Dios está también implicado. No son "dos" solamente las voluntades comprometidas, sino "tres": los esposos no están comprometidos solamente el uno con el otro por una especie de contrato entre dos que podría romperse por común acuerdo... hay también una "voluntad de Dios", un compromiso ante El. Ningún hombre, ni el mismo Moisés, dice Jesús, puede romper esta unidad básica de los dos cónyuges. Dios interviene, con todo su absoluto, para solidificar el amor.

-Vuelto a casa, de nuevo le preguntaron sobre esto los discípulos. El les dijo: "El que repudia a su mujer... Si la mujer repudia al marido...

Esta precisión dada a los discípulos es capital: la reciprocidad es total para Jesús. El hombre y la mujer tienen los mismos derechos y las mismas obligaciones. El amor conyugal es un terreno privilegiado donde se juega la venida del Reino de Dios.

NOEL QUESSON
PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 1
EVANG. DE ADVIENTO A PENTECOSTÉS
EDIT. CLARET/BARCELONA 1984.Pág. 342 s.


3-3.

1. (año I) Sirácida 6,5-17

a) Hoy leemos en el Sirácida un pequeño tratado sobre la amistad: cómo se consiguen amigos, quién es el verdadero amigo, cómo hay que tratarlos. Es un canto hecho de sentido común y experiencia.

Al amigo se le conoce en las pruebas, porque en tiempos del Sirácida y ahora «hay amigos que acompañan a la mesa y no aparecen a la hora de la desgracia; cuando te va bien, están contigo, cuando te va mal, huyen de ti». Por eso los amigos nuevos hay que recibirlos con cautela. Son los antiguos, los fieles, los que permanecen en todas las circunstancias, los que cuentan.

En otro de los pasajes en que el mismo libro del Sirácida habla de los amigos dice: «no abandones a un viejo amigo, porque el nuevo no le iguala; vino nuevo, amigo nuevo, cuando sea añejo, con placer lo beberás» (Sir 9,10: son sabrosos otros pasajes sobre la amistad como 22, 19ss y 37,1ss).

Pero también aquí entra la fe: «un amigo fiel no tiene precio... el que teme a Dios lo alcanza, su camarada será como él». Cuando los amigos comparten también su fe en Dios, los lazos son muchos más sólidos.

b) La amistad es una de las mejores riquezas humanas. Un amigo fiel y sincero es un verdadero tesoro. Es una medicina para nuestros males. El camino se nos hace mucho más fácil cuando lo podemos compartir. Eso pasa en la vida social, en la familiar, en la vida religiosa, en el apostolado sacerdotal. En un mundo en que cada uno tiende a ir por su cuenta, el saber ser amigos, saliendo un poco de sí mismos, para buscar el bien del otro, es un valor que no tiene precio.

Sí, tenemos que ser universales. Saludar a todos, aceptar a todos, tener tiempo e interesarnos por todos. Pero eso se conjuga perfectamente con la amistad con unas personas concretas, generalmente pocas. Como Jesús, que atendía a todos, que envió a predicar a setenta discípulos y luego eligió a doce, y aún de esos doce tenía especial amistad con tres. Le gustaba refugiarse, cuando pasaba cerca en sus viajes, en la familia de Betania, con María, Marta y Lázaro.

Deberíamos saber ser también nosotros buenos amigos. Siguen válidos los consejos de entonces: «Una voz suave aumenta los amigos, unos labios amables aumentan los saludos». ¿Quién quiere estar al lado de uno que no sabe más que criticar o protestar o quejarse? ¿o que siempre quiere tener la razón o sólo sabe hablar de sí mismo? ¿o que no sabe guardar secretos'?

Nos podemos preguntar hoy si somos capaces de amistad. ¿Tengo amigos? ¿cuántos?

Si no puedo decir de nadie que sea amigo mío ¿de quién es la culpa? ¿todos son unos indeseables o soy yo el que los espanta por mi carácter y mi egoísmo?

Además, deberíamos preguntarnos, en la línea del Sirácida: ¿somos amigos sólo para los que triunfan o también para los que han caído en desgracia y necesitan ayuda?

Cuántas veces se oye la queja de que un deportista o un político que están en la cresta de la ola se ven rodeados de amigos, pero que cuando cambia la situación, se quedan solos.

¿Somos nosotros amigos de esa clase o de los que permanecen fieles también en las horas bajas?

1. (año II) Santiago 5,9-12

a) Si ayer oíamos las invectivas de Santiago contra los ricos que faltan a la justicia, esta vez sus palabras van dirigidas a los pobres, a los que son víctimas de los anteriores, y a los que llama con afecto «hermanos».

Les invita a la paciencia y a la constancia, poniéndoles delante el ejemplo de tantos profetas y creyentes -en especial a Job, el prototipo bíblico de la paciencia- que supieron soportar todas las pruebas de la vida fiándose de Dios. Y no quedaron defraudados.

El motivo es que «el juez está ya a la puerta». Es Dios el que da y quita la razón. No vale la pena amargarse la vida con protestas y luchas. Igual que Dios tiene paciencia con nosotros, nosotros la debemos tener en la vida. El no nos fallará.

También invita Santiago a no jurar: basta con el «sí» y el «no».

b) Sea o no sea cercana la vuelta de Cristo como Juez al final de los tiempos, nos va bien a todos la lección de constancia y fortaleza ante las dificultades de la vida, incluso ante las injusticias de las que podamos ser víctimas.

No debemos cansarnos de obrar el bien, pase lo que pase a nuestro alrededor. Nos interpreten bien los demás o no. Nuestra actitud debe ser la fidelidad a Dios cuando van bien las cosas y cuando somos objeto de injusticias.

Esto no es una invitación a dejar de luchar por una vida más justa para todos. Pero a veces tomamos las cosas demasiado personalmente y perdemos la paz. Dios nos ve, nos conoce, sabe de nuestras dificultades. No nos dejará ni nos olvidará. Como no se olvidó de Job.

El salmo nos hace expresar un talante espiritual muy sabio: «Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides sus beneficios... él rescata tu vida de la fosa y te colma de gracia y de ternura... el Señor es compasivo y misericordioso, no está siempre acusando ni guarda rencor perpetuo». A la vez que trabajamos para que haya más justicia en el mundo, debemos conservar la paz interior y confiar en Dios.

2. Marcos 10,1-12

a) La enseñanza de Jesús se refiere hoy a la indisolubilidad del matrimonio, tal como la había pensado Dios y como tendrán que aceptar los que quieran ser sus discípulos.

En la antigua ley (Deuteronomio 24) se permitía que el marido repudiara a la mujer en algunas ocasiones. Estas condiciones eran interpretadas por algunas escuelas de maestros muy estrictamente, y por otras con gran amplitud, de modo que resultaba muy fácil obtener el divorcio y crecía por tanto la inseguridad de la familia. Estaba de por medio la dignidad de la mujer, que podía ser rechazada, pero que no podía a su vez divorciarse del hombre.

Jesús se remonta a la voluntad original de Dios al crear al hombre y la mujer. El Génesis es más importante que las interpretaciones del Deuteronomio. Lo que Dios ha pensado es más decisivo que las evoluciones sociales y las interpretaciones de los sabios. Dios pensó que el hombre y la mujer formaran una sola carne: «lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre», y además los hizo de igual dignidad desde el principio.

b) MA/INDISOLUBILIDAD: El criterio de un cristiano para juzgar sobre las cosas no se puede basar últimamente en las evoluciones sociales o en los datos estadísticos o en las tendencias de una época, sino en la perspectiva de Dios. Respecto al matrimonio, su indisolubilidad no la ha pensado la Iglesia o una escuela de teólogos, sino Dios mismo, desde su proyecto inicial: «Los hizo hombre y mujer, de modo que ya no son dos, sino una sola carne». Nos lo recuerda hoy Jesús.

FIDELIDAD/DIFICIL: Lo que pasa es que en el mundo de hoy encontramos especiales dificultades para una fidelidad duradera. Estamos influidos por una sociedad de consumo que gasta y tira y cambia y busca nuevas sensaciones para satisfacer necesidades nuevas que nosotros mismos vamos creando. Vamos perdiendo así la capacidad de un amor total, de una entrega gratuita y estable, de un compromiso de por vida.

Estaríamos más conformes con una especie de «voluntariado» por tantos años, pero sin comprometernos de por vida.

La tendencia a la infidelidad la refería Jesús ante todo a las veleidades del pueblo de Israel en su historia, abandonando a Yahvé para adorar a otros dioses. Ahora la aplica al amor entre el hombre y la mujer, que hay que entender como estable y debe evitar todo adulterio. Por cierto, Jesús parece reconocer igual derecho en los dos, porque pone el ejemplo tanto del hombre que se divorcia como de la mujer que se separa del marido y se casa con otro. Aunque cometen adulterio si lo hacen.

Una de las razones del deterioro de la fidelidad estable es la poca preparación y la poca madurez humana que algunas personas llevan al matrimonio, hasta el punto de que se pueda dudar seriamente en no pocos casos de la validez del mismo. Lo que explica las muchas declaraciones de nulidad matrimonial que tiene que certificar la Iglesia.

Esta doctrina de Jesús sirve también para otros campos de nuestra vida y otros tipos de compromiso, como la vida religiosa o el ministerio sacerdotal. También a estas personas se aplica la invitación a una preparación madura, a una fidelidad estable y a una entrega total, como la del mismo Cristo, que se consagró hasta la muerte a la misión que se le había encomendado para salvación de la humanidad.

«Una voz suave aumenta los amigos» (1ª lectura, I)

«Un amigo fiel no tiene precio» (1ª lectura, I)

«Guíame, Señor, por la senda de tus mandatos» (salmo, I)

«No os quejéis, hermanos, unos de otros» (1ª lectura, II)

«El Señor es compasivo y misericordioso» (salmo, Il)

«Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre» (evangelio)

J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 4
Tiempo Ordinario. Semanas 1-9
Barcelona 1997. Págs. 200-205


3-4. CLARETIANOS 2002

Queridos amigos:

No todo se ha desvanecido. No todo son palabras. Queda Dios envolviéndolo todo. Queda el abrazo de los que se quieren, el abrazo que une a los vivos y los muertos. Queda en nosotros la memoria viva de Jesús -Él sí que veía hondo- que puso ante nuestros ojos los planes de Dios sobre el hombre. Él quería que el encuentro amoroso de un hombre con una mujer fuera reflejo de aquel encuentro de amor intratrinitario y que, por lo mismo, fuera generoso, oblativo, incondicional y para siempre.

A nosotros estar juntos toda la vida nos parece una carga y, sin embargo, es un sueño. ¿Qué desea hondamente la persona que quiere? Que se la quiera generosamente, incondicionalmente, desinteresadamente y para siempre; que, aunque uno se olvide, no corresponda, en algunos momentos sea infiel, que la otra persona que me quiere no lo tenga en cuenta y se le olvide para siempre. Todos soñamos lo mismo. Los humanos cuando nos encontramos con un amor así es como si nos hubiéramos encontrado con Dios.

Después en la vida las cosas ruedan de otra manera. Sin embargo, los sueños son los sueños, y los sueños de Dios son lo mejor para el hombre.

La casa -el día que nos encontramos con un amor- tenía sol y tenía sueño. Hoy lo puede volver a tener. En el mundo del amor, nada hay irremediable, nada hay irrecuperable, nada hay irreconciliable. Los humanos decimos otras cosas. Jesús nos dice que queda Dios envolviéndonos a todos con su amor.

Vuestro amigo.

Patricio García, cmf (patgaba@hotline.com)


3-5. CLARETIANOS 2003

Es curioso el mensaje de la Palabra de este viernes. El libro del Eclesiástico nos regala un minitratado sobre la amistad. Y en el evangelio de Marcos, Jesús nos ilumina el plan de Dios sobre el matrimonio. Amistad y matrimonio son dos realidades humanas de tal hondura que en ellas nos jugamos gran parte de nuestra felicidad.

Empecemos por la amistad. Nuestro viejo escriba Ben Sira, compañero de camino a lo largo de esta semana, nos ayuda a meditar sobre esta realidad que tiene mucho de regalo sorprendente: Los que temen al Señor lo encontrarán. Primero nos advierte de los sucedáneos de la amistad: los amigos de conveniencia que no duran en tiempo de peligro; los que se tornan enemigos y te afrentan descubriendo tus riñas; los que te acompañan en la mesa y no aparecen a la hora de la desgracia; los que se unen a ti cuando todo va bien, pero cuando te va mal, huyen de ti. Esto es real como la vida misma. Quizá nosotros hemos vivido alguna de estas experiencias desde las dos orillas: hemos podido probar el abandono de algunos y tal vez hemos abandonado a otros. La Palabra nos ayuda a “caer en la cuenta” y a pedir perdón por haber jugado con un don como la amistad.

Miremos ahora lo positivo: Un amigo fiel no tiene precio. Por eso, el que lo encuentra, encuentra un tesoro. Para empezar, si estás ahora de buen humor, puedes comenzar sometiéndote a un test de la amistad. ¿Qué tal? ¿Cómo te ha ido? Bromas aparte, haz memoria de los amigos y amigas que Dios te ha regalado a lo largo de tu vida y dale gracias por este don. No olvides que Jesús mismo nos ha incluido en la categoría de sus amigos: Ya no os llamo siervos sino amigos.

¿Qué decir del matrimonio con la que está cayendo? Los célibes tenemos que ser muy discretos. Fácilmente idealizamos o distorsionamos una realidad que contemplamos con respeto y cariño, pero un poco a distancia. También Jesús responde así. En el evangelio de hoy le hacen una especie de encerrona periodística. En términos actuales podríamos reconstruirla así: “¿Qué te parece que un hombre y una mujer vivan juntos sin casarte? ¿No crees que el amor tiene más importancia que los papeles? ¿Qué opinas del matrimonio entre personas homosexuales? ¿Y de las personas que deciden tener o adoptar hijos sin casarse? ¿Por qué seguir juntos cuando el amor languidece? ¿No crees que es preferible empezar una nueva relación?”.

Imagino a Jesús rodeado de micrófonos y de cámaras de televisión. Después de prestar atención a todas las preguntas, podría responder así: “¿Qué es lo que habéis legislado en vuestras sociedades?”. Los periodistas se aprestan a hacerle un resumen del estado de la cuestión. Y Jesús, sin perder los papeles, podría continuar: “Comprendo que a veces no hay más remedio que salir al paso de situaciones problemáticas con medidas como las que acabáis de presentarme, pero “al principio” (es decir en el sueño de Dios) el hombre y la mujer están llamados a reflejar un misterio de unidad y de entrega. Todo matrimonio es un destello de Dios en la debilidad de la condición humana”.

Los discípulos no están para muchos ideales. Quieren conocer la letra pequeña; por eso, cuando llegan a casa, volvieron a preguntarle sobre lo mismo. La sociedad actual es enormemente compleja. Las situaciones humanas deben ser siempre contempladas desde la compasión. ¿Cómo hacer esto cuando nos limitamos a gestionarlas sin más, cuando no nos ayudamos unos a otros a superar las dificultades con la energía que nos ofrece el “sueño de Dios”?

Gonzalo (gonzalo@claret.org)


3-6. 2001

COMENTARIO 1

v. 10,1 De allí se marchó al territorio de Judea al otro lado del Jordán, y otra vez multitudes se le fueron reuniendo por el camino. Según su costumbre, tam­bién esta vez se puso a enseñarles.

Continúa el viaje hacia Jerusalén. La popularidad de Jesús se hace manifiesta también fuera de Galilea. El hecho de que enseñe a las multi­tudes que se suman a la comitiva muestra que éstas no han captado aún su mensaje (cf. 1,22; 2,13; 4,1; 6,34).



v. 2 Se acercaron unos fariseos y, con intención de tentarlo, le preguntaron si está permitido al marido repudiar a su mujer.

Los fariseos que se acercan a Jesús pretenden tentarlo (cf. 1,13: de Satanás; 8,11.33), es decir, ponerlo a prueba. Se debatía mucho en las escuelas rabínicas cuáles eran los motivos que justificaban el repudio, que estaba permitido por la Ley. Ahora quieren ver hasta qué punto lo acepta Jesús. El repudio significaba que el hombre podía despedir a su mujer por algún motivo, sin más explicación. Expresaba la superioridad del hombre y su dominio sobre la mujer y reflejaba, en la esfera domésti­ca, la opresión ejercida en todos los niveles de la sociedad judía.



vv. 3-5 El les replicó: «¿Qué os mandó Moisés?» Contestaron: «Moisés per­mitió repudiarla, dándole un acta de divorcio». Jesús les dijo: «Por lo obsti­nados que sois os dejó escrito Moisés ese mandamiento».

Jesús les pregunta sobre el fundamento de su postura. Cuando citan a Moisés, Jesús no se intimida: les declara abiertamente que, al dar ese precepto cediendo a la obstinación y dureza del pueblo, Moisés fue infiel a Dios y frustró el designio divino.



vv. 6-9 «Pero, desde el principio de la humanidad, Dios los hizo varón y hembra; por eso el ser humano dejará a su padre y a su madre y serán los dos un solo ser; de modo que ya no son dos, sino un solo ser. Luego lo que Dios ha emparejado, que un ser humano no lo separe».

El ideal del matrimonio está basado en el proyecto creador de Dios: un amor superior al de los padres realiza una identificación que excluye el dominio (serán los dos un solo ser). Contra toda la mentalidad y praxis de la cultura judía, Jesús afirma claramente la igualdad del hombre y de la mujer. No valen leyes humanas que destruyan esa igualdad querida por Dios. La mera decisión unilateral de un cónyuge no basta para anu­lar el vínculo creado en la pareja (lo que Dios ha emparejado, que un ser humano no lo separe).



v. 10 En la casa, los discípulos le preguntaron a su vez sobre lo mismo.

De nuevo está Jesús en la casa/comunidad, y allí se vuelve a hacer patente la incomprensión de los discípulos (cf. 7,17; 9,28), quienes no pueden entender que se hable de igualdad entre el hombre y la mujer. Participan de la dureza y obstinación que ha reprochado Jesús a los fari­seos y al pueblo.



vv. 11-12 El les dijo: «El que repudia a su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra la primera; y si ella repudia a su marido y se casa con otro, comete adulterio».

Jesús reafirma la igualdad mencionando las dos posibilidades con­trarias: ni el hombre puede tomar esa decisión por su cuenta ni tampoco la mujer. Este último caso era inconcebible en la sociedad judía, aunque sí se daba en la sociedad romana.

COMENTARIO 2

En el mundo antiguo, y especialmente en Israel, la situación de la mujer era extremadamente precaria. A la mujer se le contaba dentro de las propiedades del hombre, en el mismo nivel que los animales, los inmuebles y la servidumbre (Ex 20, 17). La familia era ante todo una institución, en el ámbito social y unidad de producción, en el ámbito económico. El varón estaba en libertad de abandonar a su esposa cuando le pareciera bien y por el motivo más insignificante.

Para dar respuesta al dilema jurídico de los fariseos, Jesús se remite al primer relato de la creación. En Génesis (1, 1-2, 4a) los varones y las mujeres están en igualdad de condiciones por ser, como pareja, imagen de Dios.

El hecho de que el divorcio, actualmente, en la mayoría de las legislaciones civiles, no ponga a la mujer en aquel grado de postración que tenía en la legislación del tiempo de Jesús, ya sabemos que no debe servirnos de total consolación: la sociedad -y las Iglesias dentro de ella, lógicamente- siguen teniendo mucho que renovar para dar a la mujer el estatuto de igual imagen de Dios que el varón, tal como Dios la creó. El año pasado (2000 sólo 7 estados en el mundo están dirigidos por mujeres, lo que representa un escaso 3.7 por ciento del total de dirigentes planetarios. Sólo un 12,8% del total de los más de 41.650 legisladores de todos los parlamentos del mundo, son mujeres. Por poner sólo un ejemplo, tomado del campo de la política.

El patriarcalismo (autoridad centrada en el padre) difuso (y a veces flagrante) en casi todos los campos de nuestra sociedad es una Causa por la que merece la pena luchar. No hace falta ser mujer, para percibir el patriarcalismo (aunque ellas deben ayudar a los varones a percibirlo) ni para empeñarse en la Causa de la liberación de la mujer: basta ser persona humana. Un cristiano o cristiana indiferente a esa Causa no es un seguidor cabal de Jesús.

1. Juan Mateos, Nuevo Testamento, Ediciones Cristiandad 2ª Ed., Madrid, 1987 (Adaptado por Jesús Peláez)

2. Diario Bíblico. Cicla (Confederación Internacional Claretiana de Latinoamérica)


3-7. 2002

Una vez más se muestra Jesús como el abanderado de la igualdad. Hombre y mujer son iguales desde el principio de la creación. La oportunidad para defender la radical igualdad entre hombre y mujer por voluntad divina se la brinda a Jesús una pregunta que le hacen los fariseos para tentarlo, tomando pie de la ley del repudio que permite al varón casado despedir a su mujer, rompiendo unilateralmente el vínculo matrimonial. No se trata aquí, por tanto, del divorcio tal y como lo entendemos hoy, cuando los miembros de una pareja deciden de mutuo acuerdo separarse, sino de la institución judía del repudio, que permitía al hombre despedir a su mujer incluso por cualquier motivo. Esta ley favorecía la dominación del marido sobre la mujer.

Jesús no acepta esta práctica que provenía de Moisés y la desautoriza considerándola una infidelidad a la voluntad divina que hizo al hombre y a la mujer iguales desde el principio.

Lo que Jesús defiende en primer lugar no es, por tanto, la indisolubilidad del matrimonio sino la radical igualdad de hombre y mujer. No valen, por tanto, leyes que destruyan esa igualdad querida por Dios. La decisión unilateral de un cónyuge no basta para anular el vínculo creado en la pareja.

Los discípulos, que defienden la superioridad del varón sobre la mujer, parecen no entender la mentalidad de Jesús y le preguntan sobre lo mismo. Jesús aprovecha su pregunta para reafirmar esta igualdad. Ni el hombre ni la mujer pueden tomar por su cuenta esta decisión unilateral que haría a uno superior al otro y convertiría el matrimonio en una institución que favorecería la dominación del uno sobre el otro.

Diario Bíblico. Cicla (Confederación Internacional Claretiana de Latinoamérica)


3-8. DOMINICOS 2003

 Solos en medio de la ciudad
¿Tendrán razón las “encuestas” cuando nos dicen que hay multitud de personas “en soledad” mientras alardeamos de formar parte de una sociedad de comunicación? Respondan en Europa ancianos, residencias de mayores, movimientos asistenciales a domicilio, psiquiatras, aulas de tercera edad, jóvenes que son víctimas de las drogas...
Sí, a pesar de la ayuda que facilita la televisión y de los medios sociales que proporcionan los distintos gobiernos en las naciones, hoy tenemos excesivo número de personas que pasan años de vida en soledad interior y exterior. Y muchas de ellas lo vivencian como “falta de amigos, de compañeros, de confidentes a los que abrir su corazón”.
Cuando el autor del libro del Sirácida o Eclesiástico escribía las reflexiones sobre “el tesoro de un buen amigo” que hoy nos ofrece la primera lectura en la celebración litúrgica, probablemente era mucho menor la “falta de compañeros, amigos” en la aldea, pueblo, villa o ciudad. Sin embargo, él da fe de que entonces, como en todas las épocas de la historia, no todos los conciudadanos o compañeros se ofrecían la misma confianza y ayudaban o permitían descargar la angustia interior del que sufría, o compartir el gozo de aquél a quien la existencia sonreía.
La soledad no querida es un dolor; sumergirse en el bullicio de la multitud no es suficiente para la felicidad; ayer, hoy y siempre el corazón humano precisa de intimidad en la comunicación, sobre todo en la comunicación afectiva y espiritual.
El hombre, por naturaleza, tiene hambre de otros y busca al amigo. 
Celebremos que así sea, que de ese modo hayamos sido creados, y no nos neguemos a ofrecer amistad sincera a quien nos abra su corazón o necesite del nuestro.
OREMOS:
Señor, Dios nuestro, Tú nos hiciste de carne y hueso, de sensibilidad y afecto, de inteligencia y corazón, de hambre y necesidad del otro, de hambre y necesidad de Ti. Concédenos ser mutuamente solidarios, disponibles, abiertos, confiados, para que haya en el mundo mayor felicidad. Amén.

Palabra y voz del Dios amigo
Libro del Eclesiástico 6, 5-17:
“Una voz suave aumenta los amigos; unos labios amables aumentan los saludos. Sean muchos los que te saluden, pero confidente sea uno entre mil. Si adquieres un amigo, hazlo con tiento, no te fíes enseguida de él, pues hay amigos de un momento que no duran en tiempo de peligro... Hay amigos que acompañan en la mesa y no aparecen en la hora de la desgracia... Apártate de tu enemigo y sé cauto en con tu amigo. Al amigo fiel tenlo por amigo. Quien encuentra un amigo encuentra un tesoro. Un amigo fiel no tiene precio...”
Este texto contiene tanto de sabiduría experiencial como de pedagogía para hacer una vida prudente, amigable, cargada de humanismo y de cautelas; y pone de manifiesto el modo como en el comportamiento humano se puede ganar o perder la paz, la amistad, la intimidad.
Evangelio según san Marcos 10, 1-12:
“Un día Jesús se marchó a Judea y a Transjordania, y se le fue reuniendo gente por el camino, y, como era costumbre, les enseñaba. En el camino, se acercaron unos fariseos y le preguntaron para ponerlo a prueba: ¿Le es lícito a un hombre divorciarse de su mujer?...Moisés permitió divorciarse...
Jesús les dijo: Por vuestra terquedad dejó escrito Moisés ese precepto. Al principio de la creación Dios los creó hombre y mujer, y por eso abandonará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne... Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre...”
En este párrafo se pone de manifiesto el ideal y proyecto divino creador: hombre y mujer se necesitan mutuamente, se aman, son promotores de vida. Y ese ideal requiere unidad continuada de vida entre los esposos-padres. Cualquier otro proyecto “separador” supone deterioro del ideal divino sobre el hombre.

Tiempo de reflexión
¿Quiénes son mis amigos?
Hay amigos, dice el sabio, que lo son de un día. ¿Me  basta a mí un amigo en tarde de fiesta? ¿No me gustaría contar con él para algo más?
Hay amigos, dice el sabio, que se mantienen unidos al amigo mientras su compañía les reporta algún beneficio, pero que no están dispuestos a compartir la adversidad. Estos “amigos” ¿significan algo para mí? ¿He de tenerlos por amigos verdaderos? Mi corazón aspira a actitudes más profundas.
Hay amigos de deporte, de academia, de aficiones, de trabajo, de política...Todos ellos son necesarios o convenientes en concierto de mi vida. Pero ¿a cuántos de ellos  podré confiar mi intimidad sin miedo a ser incomprendido o traicionado? Feliz de mí si en sus corazones tengo cobijo y su memoria es un archivo bien guardado.
Y ahora, un interrogante: Nosotros, cristianos que participamos de una misma fe, ¿somos amigos que mutuamente nos animamos y ayudamos a compartir unos sentimientos, trabajos, inquietudes, ocios, soledades, proyectos de vida que nos reporten felicidad?
Esposos, amigos en el hogar.
Hablando de “amigos”, el texto evangélico nos ofrece la oportunidad de encarecer cómo entre los esposos debería darse siempre una amistad humana ejemplar.
Las palabras de Dios al inicio de los tiempos, creando al hombre y a la mujer como seres que se necesitan, que se atraen, que se ayudan, que programan la vida de los hijos, que se hacen una sola carne y un solo espíritu, no pueden ser más elocuentes. Matrimonio y hogar sin amor, sin amistad, sin comunicación sincera y profunda, son un auténtico  fracaso humano.
Dios no quiere ni promueve ese fracaso. Somos los hombres y mujeres quienes hacemos de la unión matrimonial una fuente de frustraciones, por imprevisión, incompatibilidades, intolerancias, infidelidades... Los testimonios son manifiestos: divorcios, separaciones, maltratos, distanciamiento de padres e hijos...
Si al matrimonio le quitamos la mística religiosa, la fuerza creadora, la amistad sincera, y lo convertimos en un juego o entretenimiento de afectos fugaces, ¿cómo lograr que hombre y mujer encuentren en corazones divididos la paz, felicidad y animación que mutuamente precisan?  ¡Mantengamos el fuego de la amistad!
Por ello, sea hoy nuestra plegaria una invocación, una súplica de amor entre los hombres, entre los esposos, entre los jóvenes. Que nuestro corazón esté pronto a darse en servicio amigable a los demás.


3-9. Fray Nelson Viernes 20 de Mayo de 2005
Temas de las lecturas: El amigo fiel no tiene precio * Lo que Dios unió, que no lo separe el hombre.

1. Desde la tierra hasta el cielo
1.1 Existe la idea de que la religión se ocupa de la estratosfera y que su área de acción empieza arriba de las nubes. Con ese concepto es lógico suponer que para organizar las cosas aquí en la tierra y en las cosas concretas de la vida necesitamos otras herramientas distintas de la fe, la oración o la predicación. Lo que "válido" para este mundo serían los esfuerzos de nuestra razón, nuestra intuición o nuestra... astucia.

1.2 Pues bien, los libros sapienciales, entre los varios bienes que nos proporcionan, traen éste: ayudarnos a comprender cómo nosotros mismos, según expresión de santo Tomás de Aquino, somos el horizonte entre la tierra y el cielo, de modo que toda genuina sabiduría es a la vez un camino para aprender a vivir "en esta tierra" y un camino para orientar nuestro ser hacia su destino definitivo en el cielo.

1.3 Por eso estos libros, como el Eclesiástico, también llamado Sirácida, cumplen una hermosa función al enseñarnos a hacer sensata nuestra vida sin convertirla en el único teatro de operaciones del amor divino. De esta manera aprendemos a servir a Dios con generosidad y convicción, sin olvidarnos del futuro trascendente que nos aguarda.

1.4 Hoy, por ejemplo, ¿qué añadir a estos sabios consejos sobre la amistad? Lo que allí se describe sobre los amigos verdaderos y los falsos, sobre el valor que tiene la genuina amistad y sobre la prudencia al hacer amigos, ¿no son cosas que comprobamos una y otra vez en nuestra vida? ¡Gracias, Señor, por tu Divina Palabra!

2. Sobre el Divorcio
2.1 El divorcio no sólo separa al esposo de la esposa. El divorcio separa culturas, cosmovisiones... y también religiones.

2.2 En América Latina, por lo menos, y sirva esto de ejemplo, hay un hecho comprobado: mientras que los protestantes de todas las denominaciones, incluyendo los que se quieren llamar simplemente "cristianos", alegan que su único apoyo es la Biblia, van contradiciendo esta tremenda afirmación con hechos tan concretos como desautorizar a Jesucristo en esta materia tan clara del divorcio.

2.3 Jesús dijo: "lo que Dios unió, que no lo separe el hombre" (Mc 10,9), pero es cosa comprobada que un altísimo porcentaje, a veces superior al 50%, de quienes huyen de la Iglesia Católica y buscan cobijo en grupos protestantes están en situación práctica de adulterio. Y son voces de adúlteros, triste es decirlo pero hay que decirlo con claridad, son voces desobedientes a Jesús las que luego se elevan en "preciosas" alabanzas, en "sentidas" canciones, y en predicaciones que "tocan" el corazón.

2.4 Jesús fue claro. No podemos confundir la ternura de Cristo con laxismo de Cristo, ni podemos revolver irresponsablemente las afirmaciones sobre la misericordia de su corazón con los caprichos y las debilidades alocadas de nuestros propios corazones.