LUNES DE LA TERCERA SEMANA DE PASCUA

 

LECTURAS 

1ª: Hch 6, 8-15 

2ª: Jn 6, 22-29 (Ver Jn/06/24-35 = DOMINGO 18B)


1. ESTEBAN-SAN:

-Esteban... lleno de gracia y de fuerza.

Esteban es uno de esos primeros «diáconos», elegidos por los apóstoles para el servicio de las mesas, durante las comidas comunitarias que reunían a los cristianos. «Diácono» = "servidor" en griego.

El Concilio Vaticano II restableció esa tradición que se había perdido: el diaconado es de nuevo un sacramento permanente dado a cristianos para significar que la Iglesia entera es «servicio».

-Unos de la sinagoga discutían con Esteban; pero no podían resistir a la sabiduría y al Espíritu con que hablaba.

Esteban es el hombre de la discusión audaz. No teme predicar a Cristo aún fuera del círculo de los primeros cristianos: se dirige especialmente a esos «Judíos de lengua griega», originarios, como él, del extranjero.

Esteban es un hombre fogoso, planta cara a sus adversarios. Porque conoce bien al mundo griego, cuya lengua habla, sabe que el universo no se reduce a Jerusalén: por todas partes hay hombres que esperan la salvación. Comprende que la Iglesia no ha de quedar reducida a un gheto en medio del mundo judío. Mientras Pedro y Juan, como hemos visto, continúan yendo regularmente al Templo para orar, ¡él, Esteban, ataca!

-«Hemos oído a éste pronunciar palabras blasfemas contra Moisés y contra Dios... No para de hablar en contra de este lugar santo y de la Ley... Le hemos oído decir que Jesús, el Nazareno destruiría este lugar y cambiaría las costumbres que Moisés nos ha transmitido...»

Está muy claro. Se le acusa de subversión. Es un innovador. Cambia nuestros usos. Se capta, aquí, en lo vivo, el paso del judaísmo al cristianismo. En efecto Esteban no hace sino repetir las palabras subversivas de Jesús: «¡destruid este Templo y en tres días lo edificaré de nuevo!». Ha comprendido que el verdadero templo de Dios, el lugar donde Dios habita, no es esa construcción de piedra en el centro de la única ciudad de Jerusalén -sería muy poco- sino el pueblo de Dios en su totalidad: donde quiera que haya un creyente, allí hay un templo donde Dios habita. Jesús decía también: "Iremos a él y estableceremos en él nuestra morada".

Esteban ha comprendido también que lo que salva al hombre no es la Ley de Moisés, sino la Fe en Cristo.

¡De ese modo proclama esas cosas en Jerusalén!

Hasta el punto que les resultará insoportable y lo arrestarán. Por su causa, la comunidad cristiana será perseguida y expulsada de la ciudad. ¡Pero poco importa! gracias a su audacia misionera la Iglesia se verá por fin obligada a dirigirse al mundo y salir a predicar a los gentiles.

-Lo prendieron y lo condujeron al Sanedrín.

Miradle pues arrestado, también.

Y un proceso clamoroso comienza.

-La sabiduría... y el Espíritu... le hacían hablar.

El diácono es el hombre de la Palabra de Dios, bajo la influencia del Espíritu.

También nosotros estamos encargados de anunciar la Palabra. ¿Cuál es nuestra audacia? ¿Qué riesgos aceptamos? ¿Tenemos ese mismo anhelo misionero? ¿Somos capaces de decir las «palabras de Jesús» aún en el caso de que vayan contra nuestros prejuicios y hábitos? ¿Incluso si nos aportan disgustos?

NOEL QUESSON
PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 3
PRIMERAS LECTURAS PARA ADVIENTO - NAVIDAD
CUARESMA Y TIEMPO PASCUAL
EDIT. CLARET/BARCELONA 1983.Pág. 198 s.


2. /Hch/07/01-02  /Hch/07/44-60:

Estos textos, escogidos del destacado relato que el Libro de los Hechos consagra a exaltar la figura y la obra de Esteban en el desarrollo del cristianismo primitivo, siempre constituirán la lectura más apropiada para celebrar la memoria del protomártir de la Iglesia.

Las secciones 6,8-15 y 7,54-60 nos cuentan su historia -la oposición que contra él tienen los judíos helenizantes de la diáspora, la detención y las acusaciones ante el Sanedrín, y su martirio- y encuadran su largo discurso de defensa (7,2b-53), del cual únicamente han sido reproducidos aquí los pasajes finales y más polémicos (vv 44-53). A la luz de estos textos, leídos teniendo en cuenta su contexto bíblico más amplio, querríamos poner de relieve un par de rasgos de la figura de Esteban.

Ante todo conviene decir que dentro de la dinámica redaccional de los Hechos, el diácono Esteban surge aquí como el iniciador formal de la ruptura y liberación de la Iglesia de los moldes del judaísmo. Aparece como el más ilustre del "grupo de los siete" y cabeza visible del movimiento de los «helenistas», que en Hch 1,1ss se nos presentan en confrontación con los "hebreos". Estos querían vivir un cristianismo dentro del marco de la ley y el templo, mientras que aquéllos tomaban actitudes más liberales respecto a la una y al otro. Esta actitud relativizaba el judaísmo y le arrebataba su identidad. Por eso los judíos de la diáspora helenista, que sería el área normal de la misión de Esteban, reaccionan con fanática hostilidad contra él (6,8-10). También resultan sintomáticas sus acusaciones: "palabras blasfemas contra Moisés y contra Dios" (6,11); «palabras contra el lugar santo y la ley» (6,13); «le hemos oído decir que ese Jesús de Nazaret destruirá este lugar y cambiará las tradiciones que recibimos de Moisés» (6,14). Y su defensa toma el aire de un contraataque inesperado: la sustitución de la tienda de la alianza (el modelo dado por Dios) por el templo de Jerusalén (la construcción hecha por mano de hombres) la considera casi como la repetición del pecado idolátrico del desierto (7, 44-50). Para Esteban, el cristianismo era un vino nuevo que se ha de echar en odres nuevos (Mc 2,22). Una actitud que se tiene que tener en cuenta en las grandes encrucijadas de la historia, Un segundo rasgo consistiría en dibujar un paralelismo entre Jesús y Esteban, Lucas silencia en el proceso de Jesús la acusación de querer destruir y reedificar el templo (Mc 14,57-58 y par.) y la traslada a Esteban (6,14), y él es el único que a la hora de la muerte presenta a Jesús y a Esteban con palabras de perdón por los enemigos (Lc 23,34 y Hch 7,60). Un recurso literario para poner uno junto al otro, al maestro y al discípulo, También la liturgia lo ha querido hacer en el ciclo de Navidad, el 25 y 26 de diciembre, Esteban es el primero que sella con su sangre el cambio liberador que Jesús introduce en el mundo.

F. CASAL
LA BIBLIA DIA A DIA
Comentario exegético a las lecturas
de la Liturgia de las Horas
Ediciones CRISTIANDAD.MADRID-1981.Pág. 47 s.


3. /Hch/08/01-03 TEMPLO/IDOLO 

La tercera parte del discurso de Esteban toca un tema tan importante para sus oyentes como la institución del primer templo. En íntima relación con este tema se halla la institución monárquica, con David y Salomón, los cuales construyeron el templo en la tierra de posesión de acuerdo con el modelo recibido por los padres en el desierto. Esteban introduce un elemento de crítica en la cuestión del templo: «El Altísimo no habita en edificios construidos por mano de hombre» (v 48). La precisión «construidos por mano de hombre» tiene un matiz muy peyorativo, porque es la frase que la Biblia aplica siempre a los ídolos. En este sentido, el templo podría convertirse en un ídolo si se exagera su significado religioso. Esteban apoya su crítica con la cita de Is 66,1ss, texto familiar a los cristianos por su espiritualidad y citado muchas veces en el Nuevo Testamento. A partir de este momento, Esteban entra en la última parte de su discurso (51-53) con un ataque directo al ya poco dócil auditorio: opuestos siempre al Espíritu por el hecho de no convertirse, perseguidores y asesinos de profetas y no cumplidores de la ley. Nada peor se podría decir a un grupo religioso judío. El desenlace es el martirio de Esteban (54-60), precedido de su transfiguración donde declara que ve «al Hijo del hombre a la derecha de Dios» (cf. Mt 26,64). Sus últimas palabras son también semejantes a las de Jesús: «Recibe mi espíritu... No les tomes en cuenta este pecado» (Hch 7,59-60 cf. Lc 23 34.46). Así termina la misión en Jerusalén, la segunda parte del libro de los Hechos (2,14-8,3).

Con esta tercera persecución, que incluye la muerte de Esteban, se abre un nuevo período para la Iglesia: la dispersión, el alejamiento de la cuna del judaísmo, Jerusalén, y el inicio de una nueva era de apertura y experiencias diferentes, que comienza con la evangelización de la Judea litoral y Samaría.

Es significativo que la última persecución judía contra los primeros seguidores de Jesús tenga como trasfondo el templo. El autor de la carta a los Hebreos forjará de esto un nuevo pensamiento cristiano: «Cristo no entró en un santuario hecho por mano de hombre..., sino en el mismo cielo, para presentarse ahora ante Dios en favor nuestro» (Heb 9,24). La mayoría de las instituciones de Israel tomarán en el cristianismo un aspecto simbólico relacionado con el mundo existencial interior o con el mundo inefable del Cristo glorificado y del más allá.

O. COLOMER
LA BIBLIA DIA A DIA
Comentario exegético a las lecturas
de la Liturgia de las Horas
Ediciones CRISTIANDAD.MADRID-1981.Pág. 187 s.


4. /Hch/07/01-16

El discurso de Esteban delante del sanedrín es un resumen de la historia de la salvación. Más que discurso es una plegaria, una confesión gozosa, un canto de acción de gracias casi extático: «su rostro parecía el de un ángel» (6,15 y 7,55) La primera parte de este discurso (7,1-16), que comprende la lectura que meditamos, es la historia de Abrahán y de José (Gn 12-50)

La predicación de Esteban comienza afirmando la iniciativa de Dios en la historia de salvación. La palabra de Dios es firme e irrevocable: ¡sal! Desde un principio el tema central del éxodo, la salida, aparece con toda su grandeza existencial. Abrahán es el caudillo del pueblo de Dios. A él se le comunica la salida, la separación, la esclavitud, la liberación y la entrada en la tierra de posesión.

Ante el mandato de Dios, ¡sal!, Abrahán reacciona como un hombre de fe. Se pone en camino, aunque Dios no le da propiedad de la tierra, sino que se limita a mostrársela y a prometérsela para unos descendientes que Abrahán ya no espera tener. Pero creyó y Dios lo contó a su favor. Y después de la fe viene la alianza (Gn 15,9-19), y en la noche, la segunda noche más grande de la historia, según una tradición pascual judía, Dios anuncia a Abrahán que su descendencia será grande y que, después de la opresión, le darán culto en este lugar, el templo, que es la reproducción teológica del monte Horeb.

A continuación, Esteban trata extensamente del patriarca José, que, vendido por sus hermanos, es un símbolo de Cristo. «Dios estaba con él» como con Jesús, «que pasó haciendo el bien y curando a todos» (Hch 10,38).

La historia patriarcal termina con la mención de la sepultura, que fue la primera adquisición de la tierra prometida. La posesión de la tierra de Israel, con la profunda radicación que profesa el judaísmo, comienza por los sepulcros de los patriarcas, en Hebrón y Siquén. De manera muy diferente, si no contradictoria, el cristianismo comenzará por la negación de un sepulcro. En efecto, la fe pascual proclama que el sepulcro de Jesús está vacío. El cristiano no tiene aquí la ciudad permanente, no tiene ninguna tierra ligada al culto ni ningún lugar sagrado, fuera de su corazón y de la comunldad de los creyentes.

O. COLOMER
LA BIBLIA DIA A DIA
Comentario exegético a las lecturas
de la Liturgia de las Horas
Ediciones CRISTIANDAD.MADRID-1981.Pág. 185 s.


5. /Hch/06/08-15 /Hch/07/02a /Hch/07/44-59

La lectura elegida para la fiesta de san Esteban, el protomártir de la Iglesia cristiana, contiene la larga narración que los Hechos consagran a esta figura relevante. Las secciones 6,8-15 y 7,54-59 narran la historia de Esteban, su enfrentamiento con los judíos y su martirio, y encuadran su discurso ante el sanedrín, el más largo del libro de los Hechos, cuya parte central se recoge aquí (7,1-20.44-53).

Esteban, Pedro y Pablo son las tres figuras señeras que protagonizan en los Hechos una toma de conciencia más profunda de la identidad cristiana, una mayor liberación de la Iglesia con respecto al molde de la sinagoga y una creciente ruptura del cristianismo con el judaísmo. El discurso de Esteban personifica en grado eminente estos aspectos y, como ocurre a menudo en los discursos de los Hechos, trasciende la finalidad concreta de su defensa para tomar el aire de una ruptura formal del cristianismo con el judaísmo. Viene a ser una recapitulación de la historia de Israel, desde Abrahán hasta Salomón, hecha desde una óptica que resalta los episodios de oposición a los planes de Dios y a sus representantes. El tono del discurso se inspira en la tendencia a espiritualizar las instituciones de la alianza y, sobre todo, el templo, tendencia que también detecta en el Antiguo Testamento (2 Mac 14,35-36), en grupos del judaísmo de la época como Qumrán y en el mismo Nuevo Testamento (Jn 4,21). Señalemos los momentos más polémicos del discurso: en contraste con el obediente Abrahán (vv 2-7), los hijos de Jacob se oponen a Dios y, por envidia, venden a José, figura de Dios (8-19); la sustitución de la tienda de la alianza por construcciones humanas parece hacer del templo algo que casi recuerda la idolatría de Israel en el desierto (44-53), esta oposición al Espíritu Santo culmina en el rechazo y la muerte de Jesús (51-53). «¡Rebeldes, infieles de corazón y reacios de oído! -apostrofa Esteban-. Siempre resistís al Espíritu Santo, lo mismo que vuestros padres» (51). El dramático discurso que Lucas pone en labios de Esteban muestra plásticamente el principio de la dinámica de ruptura que el cristianismo llevaba en su seno y que encontró una personificación singular en el más ilustre de los siete diáconos y cabeza visible del movimiento de los creyentes helenistas. El resultado fue la explosión de rabia que determinó su martirio.

El 25 de diciembre, la liturgia y los cristianos celebran gozosamente el nacimiento de Jesús, nuestro Salvador. Pero, en el mismo momento de nacer, María «lo acostó en un pesebre, porque no encontraron sitio en la posada» (Lc 2,7); «vino a su casa, pero los suyos no lo recibieron» (Jn 1,11). Al celebrar el 26 de diciembre la fiesta del protomártir cristiano Esteban, se nos recuerda que esta salvación implica rupturas, oposiciones y cruz.

F. CASAL
LA BIBLIA DIA A DIA
Comentario exegético a las lecturas
de la Liturgia de las Horas
Ediciones CRISTIANDAD.MADRID-1981.Pág. 467 s.


6.

Durante toda la semana leeremos el Capítulo 6 de san Juan: "Discurso sobre el Pan de Vida". Esta larga discusión con sus oyentes, Jesús la desarrolló al "día siguiente" de los dos milagros de:

--la multiplicación de los panes...

--la marcha sobre las aguas...

Cuatro interpretaciones principales fueron propuestas para este "Pan de Vida":

1--Algunos autores antiguos han pensado en un sentido puramente espiritual: "el pan de vida", es "la persona de Jesús y su Palabra", que se asimila por la Fe...

2--Un gran número de exégetas modernos, por el contrario, consideran este discurso propiamente eucarístico, del principio al fin: el "pan de vida", es la eucaristía, una comida real.

3--Varios comentaristas profesan una opinión intermedia: la primera parte del discurso apunta a la Fe... que hace que Jesús, por la comunión a su pensamiento y a su Palabra, sea alimento para nosotros. La segunda parte del discurso apunta a la Eucaristía... nos hace alimentar de su "carne y de su sangre".

4--En fin, para ciertos autores contemporáneos, el discurso entero apunta igualmente a la Fe y a la Eucaristía.

Retengamos de todo esto que hay una unión muy íntima entre estos dos temas: la Fe total en Cristo implica la Fe en su "presencia" en la Eucaristía... La Eucaristía es el misterio de la Fe por excelencia... meditar la Palabra de Jesús por la Fe y comulgar a su Cuerpo se siguen el uno al otro... no se cree de verdad en Jesús, Hijo de Dios encarnado, si no se está dispuesto a comulgar su Cuerpo. Era muy normal que Jesús hablara de la Fe antes de la Eucaristía, pues el misterio de su Presencia no alimenta realmente sino al que tiene Fe. Y se ve así toda la importancia de la primera parte de la Misa: hay que haberse alimentado con la Palabra de Dios en la "liturgia de la Palabra", para poder alimentarse realmente de la Eucaristía.

-Sí, vosotros me buscáis no porque habéis visto los signos, sino porque habéis comido los panes y os habéis saciado.

Jesús se dirige a campesinos galileos que se afanan para ganarse la vida. Saben lo que es el hambre, y también la saciedad cuando se ha trabajado mucho y la cosecha ha sido buena. Como hizo con la Samaritana junto al pozo, Jesús toma como punto de partida una necesidad material de sus oyentes: son símbolos muy simples... el hambre, la sed, el pan, el agua...

-Procuraros no el alimento perecedero, sino el alimento que permanece hasta la vida eterna, el que os dará el Hijo del Hombre.

Jesús se sirve de la comparación del alimento para hacer comprender lo que El aporta a la humanidad. Hay dos clases de vida y dos clases de alimentos: el alimento corporal, que da una "vida perecedera" y el alimento venido del cielo que ¡da la "vida eterna"! Creado por Dios y para Dios, el hombre tiene hambre y sed de Dios. Nada, fuera de Dios, puede satisfacerle enteramente. Todos los alimentos terrestres perecederos dejan al ser humano insatisfecho.

-"¿Qué hay que hacer para "ejercitarnos en obras del agrado de Dios? Jesús respondió: 'La obra agradable a Dios, es que creáis en Aquel que El os ha enviado."

Este alimento esencial del cual el hombre tiene hambre es El mismo, Jesús, enviado por el Padre, y que tomamos ya por la Fe "creyendo en El".

Obrar, afanarse, trabajar... esforzarse, para nuestra vida espiritual... es tanto más necesario que "ganarse el pan".

NOEL QUESSON
PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 1
EVANG. DE ADVIENTO A PENTECOSTES
EDIT. CLARET/BARCELONA 1984
.Pág. 202 s.


7.

1. a) No sólo los apóstoles fueron protagonistas en la primera comunidad: hoy aparece uno de los diáconos recién ordenados, Esteban, dando testimonio de Cristo ante el pueblo y las autoridades, con la misma valentía y lucidez que Pedro y los demás apóstoles. El libro de los Hechos da a este diácono mucha importancia: le dedica los capítulos 6 y 7. Esteban fue el primer mártir cristiano, y su fiesta la celebramos el 26 de diciembre, en el ambiente navideño.

Su manera de pensar y de hablar excitaba los ánimos incluso de los judíos «libertos», que se llamaban así porque, después de haber sido llevados como esclavos fuera de Palestina, habían sido liberados y devueltos, y que en principio se suponía que eran de un talante más abierto que los judíos de Jerusalén. Por eso tenían sinagoga propia. Pero aún a ellos les resulta inadmisible que Esteban, lleno del Espíritu, les muestre con su elocuencia cómo Jesús, el Resucitado, ha superado la ley y el Templo, y que sólo en él está la salvación. Por eso le acusan: «éste habla contra el Templo y contra las tradiciones que hemos recibido de Moisés». Se cumple una vez más el anuncio que hizo Jesús a sus discípulos: cuando fueran llevados ante los tribunales, el Espíritu les sugeriría qué tenían que decir.

b) Sin necesidad de que seamos apóstoles o diáconos en la comunidad cristiana, todos somos invitados a dar testimonio de Cristo.

También a nosotros, a veces, nos pasará, como a Esteban, que nos encontramos en medio de un mundo hostil al mensaje cristiano. Y no es extraño que nos asalte la tentación de ocultar nuestro testimonio, para no tener dificultades. Haremos bien en rezar con convicción el salmo de hoy: «dichoso el que camina con vida intachable». El cristiano tiene que seguir los caminos del evangelio, y no los de este mundo, que muchas veces son opuestos: «aunque los nobles se sientan a murmurar de mí, tu siervo medita tus leyes... apártame del camino falso y dame la gracia de tu voluntad».

Probablemente no tendremos ocasión de pronunciar discursos elocuentes ante las autoridades o las multitudes. Nuestra vida es el mejor testimonio y el más elocuente discurso, si se conforma a Cristo Jesús, si de veras «rechazamos lo que es indigno del nombre cristiano y cumplimos lo que en él se significa» (oración del día).

2. a) En el evangelio hemos visto cómo la gente busca a Jesús, al día siguiente de la multiplicación de los panes.

Pero Jesús les tiene que echar en cara que la motivación de esta búsqueda es superficial: «me buscáis, no porque habéis visto signos, sino porque comisteis pan hasta saciaros». Se quedan en el hecho, pero no llegan al mensaje. Como la samaritana que apetecía el agua del pozo, cuando Jesús le hablaba de otra agua.

Con sus milagros, Jesús quiere que las personas capten su persona, su misterio, su misión. «Que crean en el que Dios ha enviado».

Es admirable, a lo largo del evangelio, ver cómo Jesús, a pesar de la cortedad de sus oyentes, les va conduciendo con paciencia hacia la verdadera fe: «yo soy la luz», «yo soy la vida», «yo soy el Pastor». Aquí, a partir del pan que han comido con gusto, les ayudará a creer en su afirmación: «yo soy el pan que da la vida eterna».

b) Como Jesús, con pedagogía y paciencia, fue conduciendo a la gente a la fe en él, a partir de las apetencias meramente humanas -el pan para saciar el hambre, el mesianismo humano y político que buscaba Pedro-, también nosotros deberíamos ayudar a nuestros hermanos, jóvenes y mayores, a llegar a captar cómo Jesús es la respuesta de Dios a todos nuestros deseos y valores.

Buscar a Jesús porque multiplica el pan humano es flojo, pero es un punto de partida. El hombre de hoy, aunque tal vez no conscientemente, busca felicidad, seguridad, vida y verdad. Como la gente de Cafarnaúm, anda bastante desconcertado, buscando y no encontrando respuesta al sentido de su vida.

Hay buena voluntad en mucha gente. Lo que necesitan es que alguien les ayude. A veces tienen una concepción pobre de la fe cristiana, por temor o por un sentido meramente de precepto, o por interés: algunos buscan a Dios por los favores que de él esperan, sin buscarle a él mismo. Si nosotros los cristianos, con nuestra palabra y nuestras obras, les ayudamos y les evangelizamos, pueden llegar a entender que la respuesta se llama Jesús, y del pan humano y caduco podrán pasar a apreciar el Pan que es Cristo y el Pan que nos da Cristo.

Nosotros, los que celebramos con frecuencia la Eucaristía, ya sabemos distinguir bien entre el pan humano y el Pan eucarístico que es la Carne salvadora de Cristo. Esta conciencia nos debe llevar a una jornada vivida mucho más decididamente en el seguimiento de ese Cristo Jesús que es a la vez nuestro alimento y nuestro Maestro de vida.

«Ha resucitado el Buen Pastor, que dio la vida por sus ovejas» (entrada)

«Concédenos a los cristianos rechazar lo que es indigno de este nombre y cumplir cuanto en él se significa» (oración)

«Dichoso el que camina con vida intachable» (salmo)

«Instrúyeme en el camino de tus decretos» (salmo)

«Dichosos los que no vieron y creyeron» (aleluya)

«La paz os dejo, mi paz os doy» (comunión)

J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 3
El Tiempo Pascual día tras día
Barcelona 1997. Págs. 62-64


8.

Primera lectura : Hechos 6, 8-15 Agarraron a Esteban por sorpresa y lo condujeron al consejo

Salmo responsorial : 118, 23-24.26-27.29-30 Dichoso el que camina con vida intachable

Evangelio : Juan 6, 22-29 Me buscan, no porque han visto signos, sino porque comieron hasta saciarse

Jesús y sus discípulos, durante la noche, se trasladaron de los alrededores de Tiberías a la ciudad de Cafarnaún. Al amanecer, la gente que había participado en el milagro de la multiplicación de los panes, al no encontrarlos, se fue a buscarlos. Jesús entonces les cuestionó el interés que tenían en buscarlo, ya que estaban más preocupados por comer que por recibir la enseñanza del Reino. Y les hizo esta revelación: "la única obra que Dios quiere es que crean en aquel que él ha enviado". ¿Que significaba para un judío creer en Jesús, más aún, creer que Él era enviado de Dios?

Para un pueblo habitado por humildes trabajadores, sometidos a una Ley que oprimía, a unos dirigentes religiosos legalistas, a un reinado local ambicioso y a un Imperio que exigía tributos, creer en Jesús, enviado de Dios, significaba la llegada del Mesías político que los liberaría de su difícil situación. La propuesta de Jesús era invertir los valores: sin descuidar las necesidades diarias, se requería una transformación radical interior. Era urgente abrirse a los demás, pensar en común, plantearse la posibilidad de que unidos, en comunidades de hermanos, la práctica de la justicia era algo viable. En una palabra, creer en Dios Padre y su enviado, significaba no esperarlo todo de Él pasivamente, sino comprometerse en unión con otros a cambiar la propia situación, haciendo experiencias de fraternidad.

¿No es ésta nuestra situación de hoy, y no es ésta la respuesta que también hoy nos daría Jesús? Seguir una religión en la que el interés personal, familiar o grupal sea la norma, es escoger el camino del paternalismo, que siempre termina cobrando su tributo. La dependencia en cualquiera de los órdenes -económico, político, social o religioso- impide crecer y enferma el alma de un pueblo. Sólo una religión que eduque en el compromiso personal hace personas libres.

SERVICIO BIBLICO LATINOAMERICANO


9.

Los Hechos nos presentan el conflicto que surgió entre el grupo de judíos "helenistas" por la interpretación del significado de Jesús para la historia de Israel. Esteban, el líder del grupo de diáconos, fue acusado de herejía. Luego, sufrió el mismo proceso de Jesús: falsas acusaciones, condena sin juicio y muerte humillante.

A diferencia de los discípulos que abandonan a Jesús (6, 16-17), la multitud lo busca afanosamente. No lo ve donde espera verlo: en la barca junto a sus discípulos (comunidad).La gente constata, sin embargo, que el número de los que buscan a Jesús ha aumentado: "Pero otras barcas habían arribado de Tiberiades". Este aumento de personal los mueve a iniciar la búsqueda de él y sus discípulos en Cafarnaún. Lo encuentran al otro lado del mar, es decir, venciendo los obstáculos que impone el éxodo, el cambio de situación.

La multitud lo llama "Rabí" o maestro. Ven en él un guía que les asegura el pan. Jesús les reprocha la actitud: sólo piensan saciar inmediatamente el hambre. La gente no entiende el significado de las señales, sólo espera un rápido beneficio. La falta de comprensión los lleva a querer saciar únicamente la urgencia política (un rey) y económica (la comida).

Ante la interpelación de Jesús, la gente pide "instrucciones para actuar". Esperan que el maestro les dé un conjunto de leyes (Moisés) o los motive para un juicio divino (profeta). Sin embargo, Jesús se niega a ello. Las leyes y las profecías son tan sólo caminos intermedios para la revelación definitiva. La exigencia de Jesús rebasa las expectativas de la multitud.

Jesús le exige a la multitud que tome una opción permanente de fe y no sólo una opción de emergencia. La fe en su persona, en lo que él significa, es el único fundamento de la acción. La multitud de prescripciones sólo encubre la verdadera intención de Jesús: manifestarse a la comunidad para que ésta opte por el Dios de la vida. En pocas palabras, que la comunidad le preste la adhesión de la fe. Recordemos que "creer" significa en Juan colocar el entendimiento (mente), el afecto (corazón) y las manos (acción) al servicio de Dios para realizar su obra vivificadora: dar vida en plenitud (vida eterna) a todos los seres humanos (Jn 1, 12; 3, 14-16; 6, 40).

Notas: *El cuestionamiento dirigido a la multitud tiene resonancias comunitarias. La comunidad veía en la solidaridad de bienes una buena estrategia para enfrentar el problema de la supervivencia, pero frente a las exigencias de Jesús sus oyentes se muestran desconcertados. Ellos esperan continuar con una legislación al estilo de Moisés o con una intervención profética al estilo de Elías. Sin embargo, la actitud de Jesús prescinde de estas mediaciones y se encamina a una pretensión mas profunda: El debe ser reconocido como único camino de salvación. La Eucaristía no es como el maná del desierto: un símbolo perecedero. La Eucaristía es un encuentro permanente con Dios en la persona de Jesús.

SERVICIO BIBLICO LATINOAMERICANO


10. CLARETIANOS 2002

Queridos amigos:

¡Feliz Pascua de Resurrección!
La palabra de la Escritura que propone la liturgia nos viene desgranando esa felicitación día a día. Esta semana tercera nos toca bregar con el capítulo 6 del cuarto evangelio. El signo de los panes se narró ya la semana pasada y Carlos Martínez comenzó el comentario. Ahora iremos recorriendo, en seis etapas, el discurso del Pan de Vida. Os invito a leerlo desde el marco de la Pascua del Señor. Y os propongo una clave para estos días: asomarnos a los verbos de movimiento que figuran en el discurso. Sabéis que, espontáneamente, simbolizamos la relación entre personas con términos que pertenecen a ese "campo semántico": "venir", "acercarse", "alejarse", "ir al encuentro", "atraer", "repeler", "distancia", "cercanía"... Lo comprobaremos estos días.

Hoy aparecen varios verbos que denotan movimiento. Nos fijaremos concretamente en las idas la gente: ésta se embarca, va a Cafarnaúm, busca a Jesús. Él, como sucede siempre en el cuarto evangelio, pone al descubierto los "móviles", las verdaderas "motivaciones" de la gente. No son "impecables". Tampoco tienen nada de especialmente "pecaminoso": desde el nacimiento hasta la muerte somos seres de necesidades. Por si no lo sabíamos de sobra, ahí están la imponente industria y el omnipresente mercado que las estimulan, las agigantan, incluso las crean, y prometen satisfacerlas si les pagamos el debido tributo. Pero no iban en esa dirección las intenciones de Jesús cuando realizó el signo de la multiplicación de los panes, que resultó un signo opaco, lo que obligaría al Revelador a mostrar la verdad a que apuntaba.

Esa verdad nos dice que no somos sólo animales de necesidades: comer, beber, dormir, respirar, vestirnos, cobijarnos... Ni siquiera nos podemos conformar con las Apequeñas trascendencias" que algunos proponen a estos animales más refinados que somos los seres humanos: un buen paseo matinal, una conversación agradable, la armonía corporal y psíquica... Con ellas marcamos acaso cierta distancia frente a las exigencias imperiosas de esta civilización volcada en un frenesí de producción y consumo. Pero las distancias son todavía demasiado cortas y no nos permiten decir: "necesito poco, y ese poco lo necesito muy poco" (¡quién lo pudiera decir!). Y las trascendencias parecen demasiado alicortas, demasiado egocéntricas, no sé si demasiado burguesas. Hay en este animal enfermo que somos nosotros otra dimensión para la que se han ideado distintos nombres: "deseo", "nostalgia", "demanda de sentido", "eros ilimitado de autorrealización", "principio esperanza", "inquietud humana"... De ahí nace la búsqueda más honda, el impulso de auto-trascendencia que no puede ser colmado por nada de este mundo. Para esa apertura y esa dinámica ofrece Jesús un don: el pan de vida, el alimento que perdura para la vida eterna.

Las palabras de hoy sirven para abrir boca y orientar correctamente la búsqueda. Nos dicen: "no seas hombre unidimensional, que sacrifica su vida a los imperativos del ídolo del consumo o, todo lo más, se recrea en las pequeñas trascendencias".

Vuestro amigo.

Pablo Largo, cmf (pldomizgil@hotmail.com)


11. claretianos 2003

Hoy y mañana vamos a recordar el arresto y la muerte de Esteban, el primer discípulo que derramó la sangre, no sólo por Jesús, sino como Jesús. Lucas describe el final de Esteban en claro paralelismo con el final de Jesús:

Ambos son detenidos como consecuencia de un tumulto popular. El pueblo, convertido en masa, actúa violentamente.

Ambos son acusados de poner en cuestión la institución más sacrosanta de los judíos: el templo.

Ambos reaccionan de manera no violenta. Oran, incluso, por aquellos que los condenan.

Ambos ponen sus vidas en manos de Dios en el momento de la muerte.

Esteban muere como Jesús. Su muerte, como la del Maestro, no es estéril. Podríamos decir que “no hay mal que por bien no venga”. La muerte de Esteban desencadena una persecución contra la comunidad cristiana de Jerusalén. Los creyentes se ven obligados a huir y dispersarse. Pero esta dispersión no significa la muerte de la Iglesia sino todo lo contrario: el nacimiento de una Iglesia multicultural, que anuncia el nombre de Jesús, como se anuncia en el comienzo de los Hechos, en Jerusalén, en toda Judea, en Samaría y hasta los confines de la tierra.

A lo largo de toda esta semana seguiremos leyendo el interminable capítulo 6 del evangelio de Juan (¡nada menos que 71 versículos!). Lo comenzamos el viernes de la semana pasada y lo terminaremos el sábado. En este capítulo se nos ofrecen dos signos (la multiplicación de los panes y la marcha de Jesús sobre las aguas) y un largo discurso en el que se explica el significado de estos signos. Jesús se presenta como el alimento que da la vida eterna.

Del fragmento de hoy me llaman la atención estas palabras de Jesús: Me buscáis, no porque habéis visto signos, sino porque comisteis pan hasta saciaros. Trabajad no por el alimento que perece, sino por el alimento que perdura. A menudo me pregunto por las motivaciones que nos impulsan a creer en Jesús hoy. Creo que son varias y que van cambiando a lo largo de la vida. Según vamos tomando conciencia de lo efímeros que son los sueños de juventud, de lo perecederas que son muchas realidades de las que en otro tiempo nos hemos alimentado, vamos centrándonos en lo esencial. Pero, ¡qué lento es el camino!

Gonzalo (gonzalo@claret.org)


12. 2001

COMENTARIO 1

Jesús comienza a explicar el episodio de los panes. Los que habían comido acuden a Jesús, deseosos de continuar en una situación que les aseguraba el sustento sin esfuerzo propio (vv. 22-24).

La multitud ha sido la beneficiaria del amor de Dios, expresado a través de Jesús y los suyos, pero recuerda sólo la sa­tisfacción del hambre; por eso busca a Jesús (vv. 25-26). El don del pan era una invitación a la generosidad; no era solamente donación de algo (el pan), expresaba la donación de la persona. Al retener solamente el aspecto material, la satisfacción de la propia necesidad, la han vaciado de su contenido y no han respondido al amor.

v. 27: Trabajad, no por el alimento que se acaba, sino por el alimento que dura dando vida definitiva, el que os va a dar el Hijo del Hom­bre, pues a éste el Padre, Dios, lo ha marcado con su sello.

No basta encontrar solución a la necesidad material; hay que aspirar a la plenitud humana, y esto requiere colaboración del hom­bre (trabajad). Han limitado su horizonte: el alimento que se acaba (el pan) da sólo una vida que perece; el que no se acaba (el amor), da vida definitiva. El pan ha de ser expresión del amor. Ellos ven el pan sin comprender el amor, y en Jesús ven al hombre, sin descubrir el Espí­ritu. Jesús es el Hijo del Hombre portador del Espíritu (sellado por el Padre).

v. 28: Le preguntaron: ¿Qué obras tenemos que hacer para trabajar en lo que Dios quiere? Respondió Jesús: Este es el trabajo que Dios quiere, que prestéis adhe­sión al que él ha enviado.

La gente cree que Dios va a prescribir algún mandamiento u observancia porque no conoce el amor gratuito, pero lo único necesario es la adhesión a Jesús (v. 29).


COMENTARIO 2

Jesús y sus discípulos, durante la noche, se trasladaron de los alrededores de Tiberías a la ciudad de Cafarnaún. Al amanecer, la gente que había participado en el milagro de la multiplicación de los panes, al no encontrarlos, se fue a buscarlos. Jesús entonces les cuestionó el interés que tenían en buscarlo, ya que estaban más preocupados por comer que por recibir la enseñanza del Reino. Y les hizo esta revelación: "la única obra que Dios quiere es que crean en aquel que él ha enviado". ¿Que significaba para un judío creer en Jesús, más aún, creer que Él era enviado de Dios?

Para un pueblo habitado por humildes trabajadores, sometidos a una Ley que oprimía, a unos dirigentes religiosos legalistas, a un reinado local ambicioso y a un Imperio que exigía tributos, creer en Jesús, enviado de Dios, significaba la llegada del Mesías político que los liberaría de su difícil situación. La propuesta de Jesús era invertir los valores: sin descuidar las necesidades diarias, se requería una transformación radical interior. Era urgente abrirse a los demás, pensar en común, plantearse la posibilidad de que unidos, en comunidades de hermanos, la práctica de la justicia era algo viable. En una palabra, creer en Dios Padre y su enviado, significaba no esperarlo todo de Él pasivamente, sino comprometerse en unión con otros a cambiar la propia situación, haciendo experiencias de fraternidad.

¿No es ésta nuestra situación de hoy, y no es ésta la respuesta que también hoy nos daría Jesús? Seguir una religión en la que el interés personal, familiar o grupal sea la norma, es escoger el camino del paternalismo, que siempre termina cobrando su tributo. La dependencia en cualquiera de los órdenes -económico, político, social o religioso- impide crecer y enferma el alma de un pueblo. Sólo una religión que eduque en el compromiso personal hace personas libres.

1. Juan Mateos, Nuevo Testamento, Ediciones Cristiandad 2ª Ed., Madrid, 1987 (Adaptado por Jesús Peláez)

2. Diario Bíblico. Cicla (Confederación Internacional Claretiana de Latinoamérica)


13. 2002

De los siete varones elegidos por la comunidad y encargados por los apóstoles de la administración, sobresale Esteban, hasta por su nombre que significa “coronado”. Por la imposición de las manos ha quedado lleno de la gracia y del poder de Dios. Hace milagros (prodigios y signos, dice literalmente el texto) entre el pueblo, y seguramente aprovecha la oportunidad para anunciar la resurrección, sacando de este acontecimiento las consecuencias evidentes. Esto debe suponerse a partir de las acusaciones que más tarde se le hacen. Los miembros de una sinagoga de judíos helenistas (en Jerusalén habría varias sinagogas y estarían especializadas por el origen de sus miembros, o el grupo en el cual militaban, etc.) discuten con Esteban, estrellándose contra su sabiduría y entusiasmo. Son judíos abiertos a las corrientes del pensamiento helenista de la época pues se nos dicen sus lugares de origen: Cirene, que era una provincia en el norte de Africa, actualmente Libia; Alejandría, la gran capital cultural del Egipto grecorromano; Cilicia y Asia, dos provincias importantes del imperio en la actual Turquía. Hay que anotar la mención de Cilicia pues es la provincia de donde es originario Pablo. ¿No estará él precisamente entre los miembros de esta sinagoga que discuten con Esteban?

No pudiendo con su elocuencia suscitan un motín contra Esteban, contratan testigos falsos y lo hacen comparecer ante el Sanedrín. Esteban sabrá estar allí como estuvo Jesús, como han estado los apóstoles: lleno de valentía y de la fuerza y la sabiduría del Espíritu, por eso su rostro les parece el de un ángel. Se le acusa de blasfemia, un pecado gravísimo penado con lapidación. Consiste en insultar a Dios, decir mal de las cosas y de las personas santas. Se le acusa también de hablar contra el templo inspirándose en la predicación de Jesús de Nazaret. Y también de poner en tela de juicio las normas de la Ley de Moisés, que para los judíos eran intangibles. Se va abriendo cada vez más la brecha que terminará distinguiendo netamente entre judaísmo y cristianismo. El Templo, a pesar de que los cristianos de la primitiva comunidad siguieron frecuentándolo, no será ya más el único lugar de culto, pues a partir de Cristo resucitado el culto se realiza “en espíritu y en verdad”. Y hasta la ley de Moisés ha quedado relativizada y sometida a la reinterpretación, completamente novedosa, que se desprende de la resurrección de Jesús.

Ya Jesús había anunciado a sus discípulos lo que estaba sucediendo con Esteban: serían llevados a las sinagogas para ser juzgados, tendrían que comparecer ante los jueces y los tribunales, para dar testimonio de él (Mt 10, 16-33; Mc 13, 9-13; Lc 21, 12-19; Jn 15, 18-21; 16, 1-4). Esteban no se arredra, al contrario, aprovecha la oportunidad, como veremos después, para denunciar la dureza de los sanedritas y para proclamar la exaltación de Jesús.

El destino de Esteban ha sido el de muchísimos cristianos a lo largo de los siglos y hasta nuestros días. Testimoniar la resurrección de Jesús como la definitiva acción salvadora de Dios, que vuelve por la justicia y el derecho de todos los torturados y crucificados de la historia, sigue siendo un deber para nosotros. Tenemos que pedir la gracia y el poder que Dios otorgó a Esteban para que también nosotros seamos capaces de comparecer ante quien quiera pedir cuenta o razón de nuestra fe.

Las lecturas del capítulo 6º del evangelio de san Juan que siguen hoy y en los próximos días, constituyen el llamado “discurso del pan de vida”, o “discurso en la sinagoga de Cafarnaúm” (cf Jn 6, 59), en el cual Jesús revela el significado profundo de sus gestos al alimentar a una multitud de más de cinco mil personas con unos pocos panes. En la breve lectura de hoy, la multitud que ha experimentado tal prodigio se empeña en encontrar a Jesús. Van y vienen por el lago y se dan cuenta de que Jesús no tuvo tiempo ni forma de transportarse hasta donde lo encuentran: en la misma Cafarnaúm, la aldea de pescadores que, según los evangelios sinópticos, es el centro de su actividad. Al saludar a Jesús y hacerle ver su perplejidad por encontrarlo tan lejos del lugar en donde lo habían dejado, se inicia un diálogo que, poco a poco se convertirá en el discurso que hemos mencionado: el discurso del pan de vida.

Jesús responde a las perplejidades de la gente reprochándole su interés y su falta de fe: lo buscan no porque crean en los signos que El hace, sino por un interés puramente material. Y los desafía a trabajar no por el alimento perecedero, sino por el que perdura, el que da el Hijo de Hombre, aquel a quien Dios Padre ha sellado. Es un lenguaje misterioso, sellado. Lo debió ser para los oyentes de Jesús y lo es todavía para nosotros hoy. Evidentemente Jesús habla de un nuevo alimento, no material sino espiritual. Un alimento que nosotros los cristianos identificamos inmediatamente con la eucaristía, don de Dios a través de su Hijo glorificado. Los judíos ni soñaban con algo semejante. Por eso preguntaron a Jesús acerca del trabajo, de las obras que Dios quiere. Porque siempre pensaban en una especie de intercambio: “do ut des”, “doy para que me des”, sin atreverse a imaginar un alimento celestial como don gratuito, ofrecido a todos los seres humanos sin distinción alguna, con la única condición de confiarse enteramente en Dios y no en las propias fuerzas, el propio poder, el propio orgullo. Por eso Jesús les dice que la única obra que Dios quiere es la fe en su enviado.

En este tiempo pascual que estamos celebrando la Iglesia nos propone una reflexión profunda sobre la eucaristía, así como nos la propondrá sobre el bautismo. Resucitados con Cristo nos alimentamos a su mesa. Debemos renovar nuestra fe en El como enviado definitivo del Padre para la salvación del mundo.

Diario Bíblico. Cicla (Confederación Internacional Claretiana de Latinoamérica)


14. DOMINICOS 2003

  Esteban, ejemplo de vida

Dichoso el que camina con vida intachable...
Sus pies pisan la tierra tierra, y sus ojos miran al Cielo.

¡Señor!, ayúdanos a apartarnos de caminos equivocados.
Cambia los sentimientos que anidan en nuestro corazón.

Danos, Señor, la gracia de hacer tu voluntad.
Sólo en ella alcanzaremos la verdadera felicidad.

En esta semana, durante tres días, la primera lectura nos hace revivir la actuación admirable del diácono Esteban. Se trata del  protomártir del cristianismo. Elegido por Dios y por el pueblo para ser servidor de los demás en  la comunidad, aparece ante nosotros como un espejo de vida en el que podemos mirarnos todos los discípulos de Jesús.

Él, perseverando en su fidelidad hasta el fin, fue coronado (Apocalipsis).  Él, llegado el momento final en la cercanía de Dios, nos invita a bendecir todas las obras del Señor, a suplicar perdón por nuestras miserias, y a perdonar a cuantos nos ofenden. Él, ofreciéndose por todos, es ejemplo del amor que sirve a los demás, del amor que se entrega en fidelidad, del amor que perdona y ve los cielos abiertos.

Apreciemos que la vida se alegra y ennoblece sólo con amor, y que sólo faltando el amor se convierte en un infierno de amarguras. A su vez, escuchando el texto evangélico que nos ofrece la escena de la “multiplicación de los panes”, acojamos con una profunda reflexión el misterio de “Jesucristo, pan de vida”.

ORACIÓN:

Señor, Dios nuestro, Tú en la humildad y generosidad de los santos que reparten amor por el mundo nos has querido enseñar que sólo amando se hace el bien completo, sólo amando se comprende al otro, sólo amando se hace justicia, sólo amando se te complace a ti mismo. Haz que nuestros corazones y nuestras manos estén impregnados del suave aroma del amor. Amén.

 

Su palabra era amor y perdón

Hechos de los apóstoles  6,8-15:

“En aquellos días, Esteban, lleno de gracia y poder, realizaba grandes prodigios y signos en medio del pueblo.

Unos cuantos de la sinagoga llamada de los Libertos... se pusieron a discutir con él, pero no lograban hacer frente a la sabiduría y al espíritu con que hablaba.

Ellos indujeron a algunos a que asegurasen esto: “le hemos oído palabras blasfemas...”. Así alborotaron al pueblo, a los senadores y a los letrados, quienes, por sorpresa, agarraron a Esteban y lo condujeron al Consejo, presentando testigos falsos que decían: “este individuo no para de hablar contra el templo y la ley...”

Del hombre noble son las obras de justicia, amor y paz. Del hombre innoble son la maledicencia y la calumnia. Del hombre honrado es la verdad. Del hombre vil, la denuncia falsa, hipócrita, pagada. Esteban era noble, honrado, santo.

Evangelio según san Juan 6, 22-29:

“A la mañana del día siguiente, cuando  la gente que se había quedado al otro lado del lago vio que allí no había más que un bote... y que ni Jesús ni sus discípulos estaban allí..., cerca del lugar donde comieron el pan..., embarcaron y se dirigieron a Cafarnaúm en busca de Jesús. Allí lo encontraron, a la orilla del lago, y le preguntaron:

Maestro, ¿cuándo has venido aquí? Él les contestó: os aseguro que me buscáis, no porque habéis visto signos, sino porque comisteis pan hasta saciaros. Trabajad no por el alimento que perece sino por el alimento que perdura, el que os dará el Hijo del hombre... Ellos le preguntaron: ¿cómo podemos ocuparnos en los trabajos que Dios quiere? Respondió Jesús: este es el trabajo que Dios quiere: que creáis en el que Él ha enviado”.

Jesús obra el bien, da paz y felicidad, y sigue su camino en soledad, sin ambiciones. Las gentes somos más interesadas y ambicionamos bienestar con el mínimo de sacrificio. Hemos de buscar cierto bienestar, pero no hemos de olvidar que de él forma parte la vida fiel en el Reino.

 

Momento de reflexión

Fidelidad de vida.

La fidelidad de Esteban mira a Jesús, el Señor, y nos dice: si lo habéis encontrado, abrazaos a él; si todavía no lo hallasteis, seguid buscando, pues vendrá a vosotros. Para Esteban, que es judío de ley, la plenitud de la ley y del templo tiene nombre: Cristo. Y como él lo ha descubierto, a él entrega su amor y a él le sigue hasta derramar su sangre. 

Como era de temer, Esteban no es aceptado en esa actitud de amor y entrega, ni es comprendido por quienes se aferran a la ley y a las tradiciones, sin renacer a la vida en el Espíritu. Las consecuencias son terribles: cruz, apedreamiento, muerte.

Ayer y hoy, quienes no creen en Cristo, quienes no viven en dignidad humana, no renacen a la vida digna  sino que amenazan de muerte a quienes buscan renacer  en Cristo. ¡Dura historia de persecución y desprecio al alma que quiere ser fiel!

Trabajo que Dios quiere: que creamos en Cristo.

Ciertas expresiones de Jesús pueden sorprendernos, por ejemplo, el trabajo de creer. ¿Es trabajoso creer? Pensémoslo bien.

Creer en Cristo tiene su parte de venturoso esfuerzo,  audacia, riesgo,  aventura. Nos jugamos mucho en ella. En ese sentido es ‘trabajo’ duro.

Ponerse en manos de Dios, más allá de lo que perciben la razón y nuestros sentidos, tiene su parte de aventura, que algunos llaman ‘sinrazón’.

Pero creer en Dios es también algo admirable, sorprendente, arriesgado, y delicioso. Es como ver luz en medio de la niebla. Ahí está su valor.  Por eso, “creer en Cristo, el enviado del Padre”, además de ser trabajo que “agrada a Dios”, es también un inmenso don, don  de Dios a quienes le buscan sinceramente.  Si nosotros o hemos recibido ya, démosle gracias. Si no, abrámosle las puertas de nuestro corazón.

Recordémoslo: este es el trabajo que Dios quiere: que creáis en el que Él ha enviado.


15. ACI DIGITAL 2003

26. Desecharon en el milagro la evidencia, negándose a ver en Jesús a un enviado de Dios, con derecho como tal a ser escuchado. Le buscan como dispensador de bienes, mas no espirituales sino temporales.

27. Pirot recuerda aquí el agua viva que ofreció a la Samaritana en 4, 13. Cf. v. 35. El sello del Padre son esos milagros que dan fe de la misión de Jesús (3, 33) y que El prodiga con una bondad que no puede ser sino divina. Cf. Mat. 11, 4 - 6.

29. Le preguntan, por las obras: Él señala la obra por excelencia: la obra interior que consiste en creer recta y plenamente. La fe es también la obra de Dios en el sentido de que es El quien nos atrae (6, 44 y 66).


16.

Fuente: Fundación GRATIS DATE
Autor: P. Manuel Garrido Bonaño, O.S.B.

Entrada: «Ha resucitado el Buen Pastor, que dio la vida por sus ovejas y se dignó morir por su grey».

Colecta (del Misal anterior, retocada con textos del Veranéense, Gelasiano y Gregoriano): «Oh Dios, que muestras la luz de tu verdad a los que andan extraviados, para que puedan volver al camino de la santidad; concede a todos los cristianos rechazar lo que es indigno de este nombre y cumplir cuanto en él se significa».

Ofertorio: «Recibe, Señor, las ofrendas de tu Iglesia exultante de gozo; y pues en la resurrección de tu Hijo nos diste motivo de tanta alegría, concédenos participar de este gozo eterno».

Comunión: «La paz os dejo, mi paz os doy. No os la doy como la da el mundo, dice el Señor. Aleluya» (Jn 14,27)

Postcomunión: «Dios todopoderoso y eterno, que en la resurrección de Jesucristo nos has hecho renacer a la vida eterna; haz que los sacramentos pascuales den en nosotros fruto abundante y que el alimento de salvación que acabamos de recibir fortalezca nuestras vidas».

Hechos 6,8-15: No lograban hacer frente a la sabiduría y al Espíritu con que hablaba. La posición radical de Esteban en lo tocante a la ley y al templo recrudecerá la persecución, en especial en contra de los siete. Se van a repetir las mismas acusaciones que se emplearon contra Jesús, en un claro paralelismo con su Pasión, demostrado hasta en el empleo de las mismas palabras. Y de nuevo Dios va a demostrar su fuerza en los que elige. Su rostro les parecerá como el de un ángel. Muchos comentaristas han visto en esto una semejanza con Moisés al bajar del monte. Entre ellos San Juan Crisóstomo, que dice:

 «Era la gracia, era la gloria de Moisés. Me parece que Dios le había revestido de este resplandor porque quizá tenía algo que decir y para atemorizarlos con su propio aspecto. Pues es posible, muy posible, que las figuras llenas de gracia celestial sean amables a los ojos de los amigos y terribles ante los adversarios» (Homilía sobre los Hechos 15).

–Acertadamente cantamos ahora el Salmo 118, en algunos de sus versos, pues encaja perfectamente en todo lo referente a San Esteban. Una señal de que hemos resucitado con Cristo es nuestra vida intachable. Renacidos en Cristo por el Espíritu, fortalecidos por el pan que ha bajado del Cielo y permanece por siempre, cumplimos la voluntad del Padre: «Dichoso el que camina con vida intachable. Aunque los nobles se sientan a murmurar de mí, tu siervo medita tus leyes; tus preceptos son mi delicia, tus decretos son mis consejeros. Te expliqué mi camino y me escuchaste; enséñame tus leyes; instrúyeme en el camino de tus decretos, y meditaré tus maravillas. Apártame del camino falso, y dame la gracia de tu voluntad; escogí el camino verdadero, deseé tus mandamientos».

Juan 6,22-29: Trabajad no por el alimento que perece, sino por el alimento que perdura. Luego de la multiplicación de los panes, en su ansia por el alimento terreno, la multitud busca a Jesús. Pero éste les invita a saciarse con un ideal superior, aspirando a otro manjar que perdura para siempre. Para recibir este alimento es menester realizar las obras de Dios, es decir, creer en el Enviado. Comenta San Agustín:

 «Jesús, a continuación del misterio o sacramento milagroso, hace uso de la palabra, con la intención de alimentar, si es posible, a los mismos que ya alimentó; de saciar con su palabra las inteligencias de aquellos cuyo vientre había saciado con pan abundante, pero es con la condición de que lo entiendan y, si no lo entienden, que se recoja para que no perezcan ni las sobras siquiera... “Me buscabais por la carne, no por el Espíritu”. ¡Cuántos hay que no buscan a Jesús sino para que les haga beneficios temporales! Tiene uno un negocio y acude a la mediación de los clérigos; es perseguido otro por alguien más poderoso que él y se refugia en la iglesia. No faltan quienes piden que se les recomiende a una persona ante la que tienen poco crédito.

«En fin, unos por unos motivos y otros por otros, llenan todos los día la iglesia. Apenas se busca a Jesús por Jesús... “Me buscabais por algo que no es lo que yo soy; buscadme a Mí por mí mismo”. Ya insinúa ser Él este manjar, lo que se verá con más claridad en lo que sigue...Yo creo que ya estaban esperando comer otra vez pan y sentarse otra vez, y saciarse de nuevo. Pero Él había hablado de un alimento que no perece, sino que permanece hasta la vida eterna. Es el mismo lenguaje que había usado con la mujer aquella samaritana... Entre diálogos la llevó hasta la bebida espiritual. Lo mismo sucede aquí, lo mismo exactamente. Alimento es, pues, éste que no perece, sino que permanece hasta la vida eterna» (Tratado 25,10-12 sobre el Evangelio de San Juan).


17. DOMINICOS 2004

¿Me buscáis porque comisteis pan abundante?

¡Dichoso el que camina con vida intachable...! Será bendito.
Apartémonos del camino falso; vivamos a la luz de la verdad.
Danos, Señor, la gracia de hacer tu voluntad.

Hoy, y durante otros dos días, la primera lectura nos hace revivir la actuación admirable del diácono Esteban, protomártir del cristianismo. Elegido por Dios y por el pueblo para ser servidor de los demás en la comunidad de Jerusalén, se nos muestra como un espejo de vida en el que podemos mirarnos todos los discípulos de Jesús.

Quien persevera en su fidelidad hasta el fin, ése se salvará, dice el Apocalipsis. Y Esteban agrega: quien es fiel, en la cercanía de su momento final bendecirá a Dios por su amor, dará gracias a los hombres que le han ayudado en el camino y perdonará a cuantos le han hecho objeto de sus burlas y maldades.

Deseemos para todos en esta celebración que sean amigos de Dios, y así serán también amigos nuestros.


La luz de Dios y su mensaje en la Biblia
Hechos de los apóstoles 6,8-15:
“En aquellos días, Esteban, lleno de gracia y poder, realizaba grandes prodigios y signos en medio del pueblo. Unos cuantos de la sinagoga llamada de los Libertos se pusieron a discutir con él, pero no lograban hacer frente a la sabiduría y al espíritu con que hablaba. Ellos indujeron a algunos a que asegurasen: “le hemos oído palabras blasfemas...”.

Así alborotaron al pueblo, a los senadores y a los letrados. Y éstos, por sorpresa, agarraron a Esteban y lo condujeron al Consejo, presentando testigos falsos que decían: “este individuo no para de hablar contra el templo y la ley...”

Evangelio según san Juan 6, 22-29:
“A la mañana del día siguiente [de la multiplicación de los panes y peces, y del retorno a Cafarnaúm], cuando la gente que se había quedado al otro lado del lago vio que allí no había más que un bote... y que ni Jesús ni sus discípulos estaban allí..., cerca del lugar donde comieron el pan..., embarcaron y se dirigieron a Cafarnaúm en busca de Jesús.

Lo encontraron a la orilla del lago, y le preguntaron: Maestro, ¿cuándo has venido aquí? Él les contestó: os aseguro que me buscáis, no porque habéis visto signos, sino porque comisteis pan hasta saciaros. Trabajad no por el alimento que perece sino por el alimento que perdura, el que os dará el Hijo del hombre...

Ellos le preguntaron: ¿cómo podemos ocuparnos en los trabajos que Dios quiere? Respondió Jesús: este es el trabajo que Dios quiere: que creáis en el que Él ha enviado”.


Reflexión para este día
El diácono Esteban comienza a darnos su soberana lección: si habéis encontrado al Señor, abrazaos a él; y si todavía no lo hallasteis, seguid buscando, pues vendrá a vosotros. El premio será la fe. Premio inmenso, don, regalo. ¿Pero costoso? Según lo sugiere el mismo Jesús, ¿es duro el trabajo de creer? Parece que sí lo es. Aunque el lenguaje nos sorprenda. Pensándolo bien, nos viene al pelo escuchar esas palabras de Jesús sobre el trabajo de creer. Nosotros tal vez, si nos hemos educado en la fe cristiana desde la infancia, no nos atreveríamos a pronunciarlas, pero Jesús las rubrica.

Creer en Cristo es un venturoso esfuerzo, audacia, riesgo, aventura. Es eso y mucho más. No cabe duda. ¿Podría decirse incluso que es una sinrazón porque nos pone en manos de Dios, más allá de lo que perciben nuestra inteligencia y nuestros sentidos? ¡Cuidado! Sinrazón no. Creer en algo más allá de nuestros sentidos es algo muy positivo, admirable, delicioso, fascinante, aunque sorprendente y arriesgado. Es como tener luz en medio de la niebla. Ahí está su valor. Sólo los valientes lo alcanzan. “Creer en Cristo, el enviado del Padre”, es un trabajo de alma generosa, abierta, esperanzada, sensible, y “agrada a Dios”. Si ese don, la fe, lo hemos recibido ya, démosle gracias. Si no, abrámosle las puertas de nuestro corazón. Trabajo y amor.


18.

Reflexión

Es importante el trabajo en nuestra vida, Jesús mismo trabajó de la misma manera que nosotros lo hacemos, mismo san Pablo les dice a los Tesalonicences: “El que no quiera trabajar que tampoco coma”. Sin embargo, ya había dicho Jesús que no solo de pan vive el hombre. Es pues importante, junto con nuestro trabajo cotidiano con el cual sostenemos el cuerpo, el trabajar también por el alimento espiritual el cual nos es dado por el mismo Cristo. La lectura diaria del “pan de la Palabra”, nuestra lectura espiritual, nuestro rato de oración son los elementos, que como veremos en estos días, unidos a la Eucaristía, hacen que nuestra vida espiritual crezca y se fortalezca. Muchos cristianos hoy en día viven con una grande anemia espiritual que los puede llevar incluso a la muerte espiritual. Si en todos los comerciales de golosinas han incluido la frase: “Aliméntate bien, come frutas y verduras”, nosotros la podríamos decir: Aliméntate bien, Ora, medita y comulga”.

Que la resurrección de Cristo, llene de amor tu corazón.

Como María, todo por Jesús y para Jesús

Pbro. Ernesto María Caro


19. Comentarios "Misal-Meditación",
 

1ª Lectura
He 6,8-15
8 Esteban, por su parte, lleno de gracia y de poder, realizaba grandes prodigios y milagros en el pueblo. 9 Unos cuantos de la sinagoga llamada de los Libertos, de Cirene, Alejandría, Cilicia y Asia, se pusieron a discutir con Esteban; 10 pero no podían resistir la sabiduría y el espíritu con que hablaba. 11 Entonces sobornaron a unos hombres para que dijeran: «Nosotros hemos oído a éste decir blasfemias contra Moisés y contra Dios». 12 Con esto amotinaron al pueblo, a los ancianos y a los maestros de la ley, los cuales se echaron sobre él, lo prendieron y lo llevaron al tribunal supremo. 13 Después presentaron testigos falsos, que dijeron: «Este hombre no cesa de decir palabras contra este lugar santo y contra la ley; 14 le hemos oído decir que ese Jesús, el Nazareno, destruirá este lugar y cambiará las costumbres que nos transmitió Moisés». 15 Entonces todos los que estaban sentados en el tribunal clavaron sus ojos en él y vieron su rostro como el rostro de un ángel.

Salmo Responsorial
Sal 119,23-24
23 aunque los jefes se reúnan y deliberen contra mí, tu siervo medita en tus decretos; 24 tus decretos hacen mis delicias, ellos son mis consejeros.

Sal 119,26-27
26 Te he contado mis andanzas y tú me has escuchado: enséñame tus decretos; 27 señálame el camino de tus mandamientos y yo meditaré en tus maravillas.

Sal 119,29-30
29 Aleja de mí el camino de la mentira y dame la gracia de tu ley; 30 he elegido el camino de la verdad y he preferido tus sentencias.

Evangelio
Jn 6,22-29
22 Al día siguiente la gente, que se había quedado a la otra parte del lago, notó que allí había sólo una barca y que Jesús no había subido a ella con sus discípulos, pues éstos se habían ido solos. 23 Entretanto, llegaron otras barcas de Tiberíades y atracaron cerca de donde habían comido el pan después que el Señor dio gracias. 24 Cuando la gente vio que no estaban allí ni Jesús ni sus discípulos, subieron a las barcas y fueron a Cafarnaún en busca de Jesús. 25 Lo encontraron al otro lado del lago, y le dijeron: «Maestro, ¿cuándo has venido aquí?».

DISCURSO SOBRE EL PAN DE VIDA
26 Jesús les contestó: «Os aseguro que no me buscáis porque habéis visto milagros, sino porque habéis comido pan hasta hartaros. 27 Procuraos no el alimento que pasa, sino el que dura para la vida eterna; el que os da el hijo del hombre, a quien Dios Padre acreditó con su sello». 28 Le preguntaron: «¿Qué tenemos que hacer para trabajar como Dios quiere?». 29 Jesús les respondió: «Lo que Dios quiere que hagáis es que creáis en el que él ha enviado».

* * *

Enviado para creer

San Juan 6, 22-29
Al encontrarle a la orilla del mar, le dijeron: «Rabbí, ¿cuándo has llegado aquí?» Jesús les respondió: «En verdad, en verdad os digo: vosotros me buscáis, no porque habéis visto señales, sino porque habéis comido de los panes y os habéis saciado. Obrad, no por el alimento perecedero, sino por el alimento que permanece para vida eterna, el que os dará el Hijo del hombre, porque a éste es a quien el Padre, Dios, ha marcado con su sello». Ellos le dijeron: «¿Qué hemos de hacer para obrar las obras de Dios?»

Lectura
El relato del evangelio del sábado pasado continúa con el desembarco de los discípulos en Cafarnaún y el reencuentro con la gente que había recibido de Jesús un pan sobreabundante. La gente, entusiasmada por el milagro de la comida persevera en la búsqueda de Jesús.

Meditación
El lugar donde llegaron las barcas está junto a aquel en donde había comido el pan, después de que el Señor dio gracias. La gente sabe que Jesús no ha viajado con sus discípulos. La gente está desconcertada y persevera en la búsqueda de Jesús. El Señor no responde a la pregunta que le plantean acerca del momento en que ha llegado, sino que aparta la atención de la multitud hacia las motivaciones que realmente les guían.

Este pasaje nos conduce a los umbrales del discurso en el que Jesús interpreta para las gentes y los discípulos el signo de los panes. En este diálogo entre Jesús y los galileos, el Señor mantiene la iniciativa. Primero, por su presencia sorprendente, que no se preocupa de justificar, y luego por el nivel en que sitúa la conversación.

Jesús alerta a los galileos sobre la ambigüedad de su deseo: le buscan porque han comido pan y se han saciado; les mueve el gusto por el pan terreno. No han sabido discernir el signo de un alimento distinto que hay que buscar. El debate se eleva hasta la preocupación por el obrar que agrada a Dios. A las obras múltiples que los galileos se muestran dispuestos a cumplir, Jesús opone la única "obra de Dios", la que Dios realiza en el creyente. Esta obra es creer en Jesús como el Enviado de Dios.

Oración
Santa Teresa de Jesús nos enseña a buscar al Señor y a creer en Él: "Porque, a cuanto yo puedo entender, la puerta para entrar en este castillo es la oración y consideración, no digo más mental que vocal, que, como sea oración, ha de ser consideración; porque la que no advierte con quién habla y lo que pide y quién es quien pide y a quien, no lo llamo yo oración aunque mucho menee los labios".

Actuar
Compartiré mis bienes con los que me rodean.

Meditaciones publicadas por cortesía del "Misal-Meditación", publicación mensual española que contiene la liturgia de la misa de cada día y una meditación sobre la misma.


20.La muchedumbre en busca de Jesús

Fuente: Catholic.net
Autor: Misael Cisneros

Reflexión:

Hace mucho tiempo, vivía en un pueblo una aldeana muy hermosa. Todos querían esposarla pero ella sentía que nadie le aseguraba verdadero amor.

Así, se le acercó el mercader más rico diciéndole: “Te amaré a pesar de tu pobreza”. Pero como en sus palabras no encontró verdadero amor prefirió no casarse. Después se le acercó un gran general y le dijo: “ Me casaré contigo a pesar de las distancias que nos separen”. Pero tampoco aceptó la hermosa aldeana. Más tarde se le acercó el emperador a decirle: “Te aceptaré en mi palacio a pesar de tu condición de mortal”. Y también rehusó la muchacha a casarse porque tampoco veía en él un amor desinteresado. Hasta que un día se le acercó un joven y le dijo: “Te amaré a pesar... de mí mismo”. Y como en sus palabras encontró un amor verdadero y sincero, optó por casarse con él.

Ojalá que en nuestra vida suceda lo mismo. Que estemos buscando a Dios por amor desinteresado. Que le ofrezcamos nuestro amor a pesar de nosotros mismos. No busquemos a Dios por el alimento perecedero como lo buscaban las personas que menciona el evangelio. Es claro que nosotros no buscamos a Dios por un alimento material, pues sabemos y experimentamos que ese hay que ganárselo. Pero sí podríamos acercarnos a Cristo buscando alguna ganancia personal. Pidiéndole cosas que en lugar de acercarnos a nuestra santificación nos aleja. Tal vez vemos en Jesús un genio que nos concederá deseos si pronunciamos una fórmula mágica que nosotros llamamos “oración”. Cristo ve nuestras intenciones y sabe porqué le pedimos las cosas, conoce porqué le seguimos y porqué le buscamos.

Busquemos a Cristo en la Eucaristía de forma desinteresada. No a pesar de... lo que nos pueda gustar o disgustar de Él, sino sabiendo que la Eucaristía es el punto privilegiado del encuentro del amor hacia nosotros, de forma desinteresada, a pesar de nuestra condición de mortal y a pesar de nuestra pobreza.


21.

Jesús tiene claro que la gente le busca porque ha saciado su hambre y así se lo hace saber claramente. Por eso les aclara que no es ese alimento transitorio que les dará la vida eterna, sino el permanente. Ese alimento permanente es Él mismo y sólo debemos creer que Él es el enviado por Dios para suplirnos de ese alimento. Lo único que espera Dios de mí es que yo crea en Jesús, en su Hijo que fue enviado para redimir todos mis pecados. ¿Por qué se hace tan difícil creer? Simplemente porque muchas veces lo que se busca son cosas pasajeras, las cuáles, después de un tiempo vuelen a dejar en la misma situación en la que estábamos al principio o quizás peor. Sólo en Jesús está dada la solución a toda nuestra vida. Creer que existe algo fuera de Él que nos llenará es estar perdido, sin salida.

Mi buen Dios ayúdame a conocer y a creer en tu Hijo Amado. A esperar en Él y reconocerlo como mi único salvador.

Dios nos bendice,

Miosotis


22. 2004

LECTURAS: HECH 6, 8-15; SAL 118; JN 6, 22-29

Hech. 6, 8-15. ¿Quién podrá refutar a la sabiduría y al Espíritu con que hable en Nombre de Dios aquel que se ha puesto en sus manos y ha sido enviado por Él? El Señor prometió a sus discípulos: Hagan el propósito de no preocuparse por su defensa, porque yo les daré un lenguaje y una sabiduría a los que no podrá resistir ni contradecir ninguno de sus adversarios. Quienes resisten al Espíritu Santo siempre estarán buscando razones para justificar su alejamiento de Dios. El Señor nos pide que lleguemos al hombre de nuestro tiempo con una forma de evangelizar adaptada a su lenguaje, a su cultura, a sus expresiones; y que lo hagamos con un ardor renovado en el Espíritu Santo. Probablemente se levanten algunos pensando que estamos destruyendo nuestra religión, pues más que buscar un compromiso de fe auténtico con el Señor se han anquilosado en una fe de costumbres y tradiciones, como si eso fuera lo que santificara y salvara, y no el Señor Jesús. Vivir con fidelidad nuestra fe en Cristo Jesús nos llevará a realizar grandes prodigios y señales entre la gente, especialmente la señal del amor, del perdón, del trabajo por la paz, del ser solidarios con los necesitados y del vivir la comunión en el amor fraterno. Quien, además de dar culto a Dios, proclame el Evangelio con la vida y con las obras, podrá decir que realmente tiene a Dios por Padre y que, aun cuando sea perseguido y calumniado, su vida está, ya desde ahora, escondida con Cristo en Dios. Vivamos con gran amor nuestro seguimiento fiel del Señor.

Sal. 118. Dios quiere que todos los hombres se salven; para eso envió a su propio Hijo. Y esta es la voluntad del Padre Dios: que todo el que crea en su Hijo obtenga, por su medio, la salvación. No hay otro camino ni otro nombre en el cual podamos obtener la salvación. La Ley ha cumplido su papel de conducir al hombre hasta Cristo. La fidelidad amorosa del Hijo a la voluntad de su Padre Dios, ha llevado la Ley a su plenitud. Quien acepte a Cristo y vaya tras sus huellas cargando su propia cruz, se estará encaminando con seguridad hacia la perfección que Dios ha prometido a todos los que le aman y le viven fieles. Dios siempre estará de nuestra parte y escuchará nuestras súplicas, pues vivimos unidos a Jesús, su Hijo y, al igual que Él, hacemos en todo su voluntad, especialmente cuando no sólo anunciamos su Evangelio, sino que nosotros mismos nos convertimos, a través de la historia, en el Evangelio viviente del Padre para la humanidad.

Jn. 6, 22-29. Podemos buscar a Jesús por una y mil razones. Tal vez cuando la pobreza nos oprime le buscamos para encontrar socorro en Él; o en las enfermedades buscamos la salud; o en las opresiones buscamos la libertad; o en el hambre y en la desnudez buscamos el pan y el cobijo. Cristo es el Rostro amoroso y misericordioso de Dios para la humanidad doliente. Pero su obra no se quedó en un horizonte meramente terreno, por muy importante que éste pudiera parecer. Si después de haberle dado pan y libertad al hombre de nuestros tiempos, la Iglesia no le ha sabido comunicar la salvación que Cristo nos trajo estaría fallando gravemente a la Misión que se le ha confiado. Por eso esforcémonos denodadamente en conducir a todos hacia Cristo, sabiendo que, junto con la salvación en Él, nos hemos de preocupar de que quienes nos escuchan vivan con mayor dignidad y con menos sufrimientos. Que la Iglesia sea, en el mundo la auténtica portadora de Cristo, a la par que con las palabras de la Evangelización, también con las obras que hagan que toda la humanidad experimente, también en acciones concretas, al Dios que se hizo cercanía de la humanidad sufriente para remediarle sus males.

En la Eucaristía el Señor nos concede en abundancia su Espíritu y su Sabiduría para convertirnos en testigos suyos en el mundo. A aquel que fue rechazado por los hombres Dios lo convirtió en sabiduría y en causa de salvación para todos los hombres. Nosotros, que nos sentamos a la mesa del Señor, hemos de ser conscientes de que venimos a hacer nuestra su Vida, su Espíritu y su Misión, de tal forma que no podemos estar ante Él sólo como quien realiza un acto de piedad personal. La Eucaristía es el momento culminante del camino de la Iglesia, pues ahí se compromete, junto con su Esposo, a continuar construyendo el Reino de Dios entre nosotros, llevando a todos el llamado a un sincero arrepentimiento, perdonando los pecados de quienes se alejaron de la casa paterna y comunicándoles la vida del mismo Dios para que, juntos, construyamos un mundo más fraterno en el amor que procede de Dios, y , juntos, nos encaminemos, por medio de Cristo, a la perfección del mismo Dios, a la que estamos llamados.

Quien conozca en verdad a Cristo y viva unido a Él no puede dejarse amordazar por los poderosos de este mundo para dejar de proclamar, con la valentía que nos viene del Espíritu, el Evangelio de la gracia. En el anuncio del Evangelio trabajamos por la auténtica liberación de la humanidad; pero no podemos quedarnos en un esfuerzo por liberar al hombre de las esclavitudes temporales, o de las manos de quienes, cometiendo grandes injusticias, destruyen a su prójimo olvidando la responsabilidad que todos tenemos de velar por el bien de unos por otros. Hay una liberación más profunda, la liberación del pecado al que todos estamos sometidos. No podemos cerrar los ojos ante la maldad que otros cometen pecando, incluso gravemente, en contra de su prójimo. Pero no podemos enrolarnos en una espiral de violencia. Mientras no vivamos y proclamemos a todos el camino de una auténtica conversión podríamos, inútilmente, enrolarnos en "guerras santas" queriendo acabar con los que destruyen a los demás o les causan grandes males movidos por su egoísmo. Proclamemos a Cristo no sólo como aquel que multiplica el pan temporal, sino como Aquel que nos da vida, y Vida eterna. Y esta oferta de salvación es para todos, sin distinción de raza, o cultura, o condición social, en la medida en que sepamos aceptar en nosotros al Enviado del Padre y sepamos amarnos unos y otros como hermanos.

Roguémosle al Señor, por intercesión de la Santísima Virgen María, nuestra Madre, que nos conceda la gracia de saber vivir de tal forma comprometidos con nuestra fe en Cristo Jesús, que nos esforcemos por lograr una mayor justicia social, pero también busquemos que Cristo Reine en todos los corazones para que desde ahí brote, entre nosotros, un auténtico amor fraterno y podamos, juntos, encaminarnos a la posesión de los bienes definitivos en la Casa de nuestro Dios y Padre. Amén.

www.homiliacatolica.com


23. ARCHIMADRID 2004

CUANDO HAY QUE DAR RESPUESTAS

Cuando vemos a muchos de nuestros políticos pronunciar sus discursos con ese aplomo y seguridad (independientemente de cuál sea su ideología), dando muestras de que serán capaces de solucionar cualquier problema social para su país, uno se pregunta (sobre todo cuando se cotejan con la realidad de tantas carencias, incluso en cuestiones tan elementales como el derecho a la vida, la educación, la religión, etc.), hasta qué punto son sinceras tantas palabras que, en definitiva, parece que “se las lleva el viento”. Más elocuente aún aparece la discrepancia cuando tanta arenga es contrastada, por ejemplo, con las palabras de san Pablo: “Me presenté a vosotros débil y temblando de miedo”.

“Hablamos, entre los perfectos, una sabiduría que no es de este mundo ni de los príncipes de este mundo, que quedan desvanecidos”. Y es que ya se ve, que el lenguaje de Dios nada tiene que ver con peroratas humanas. Los primeros cristianos, en concreto, se jactaban de su debilidad, pues sólo desde ahí eran capaces de que el Espíritu Santo hiciera bien “su trabajo”.

Así, por ejemplo, recientemente, la Comisión de Enseñanza y Catequesis de la Conferencia Episcopal Española, ha sacado una nota con el título: “Solicitar la clase de religión en los colegios”. Dirigida a los padres y alumnos, se apela al “derecho propio y constitucional” de inscribir a los hijos en la clase de religión… ¿Cómo hemos llegado hasta el punto de recordar al Estado de cuáles son sus obligaciones con respecto a la libertad de conciencia y enseñanza? ¿Es ésta la sabiduría de la que se jacta el mundo, es decir, manipular las conciencias hasta impedir el ejercicio básico de las libertades?

Es cierto que existen muchos ataques contra la Iglesia; ahora bien, ¿no es esto un síntoma de que aún los católicos defienden, tal y como dice la nota episcopal, “la dignidad sagrada de todos los hombres, creyentes o no”? La Iglesia nunca se ha puesto del lado de alguna ideología, sino que su doctrina es seguir a una Persona: Cristo-Jesús. En Él, todos los cristianos encontramos las respuestas adecuadas para el sufrimiento, el dolor, la muerte, y, por supuesto, la alegría y el gozo de vivir. Jesucristo no es un personaje más de la historia, es el “Señor de la Historia”. Cualquier acontecimiento, hasta el más insignificante, encuentra respuesta en Él. Su vida, sus palabras, sus obras y, sobre todo, su muerte y resurrección es la única respuesta válida para el corazón de cualquier ser humano. Por eso, frente al pensamiento decadente de este mundo, somos capaces, junto al Salmo de hoy, de proclamar nuestra única sabiduría: “Soy más docto que todos mis maestros, porque medito tus preceptos. Soy más sagaz que los ancianos, porque cumplo tus leyes”.

Jesús nos dice en el Evangelio: “Vosotros sois la sal de la tierra”. Por tanto, ahí tenemos un motivo, más que suficiente, para vivir con optimismo y audacia nuestra vocación y estado particular (soltero, casado, viudo, enfermo, religioso, anciano…), en el lugar en que nos encontremos. Además, semejante atrevimiento nunca se deberá a nuestros méritos, sino al convencimiento de que, verdaderamente, somos instrumentos de Dios.

¿Respuestas…? ¡Sí!, el mundo pide respuestas, pero nunca nos dará la última explicación. A María, la Virgen, se le pidió una respuesta ante un hecho inexplicable: sería la Madre de Dios. Ella, sin embargo, porque había experimentado en su interior el amor de Dios, sólo respondió: “¡Hágase en mí según tu palabra!”.


24. Fray Nelson Lunes 11 de Abril de 2005

Temas de las lecturas: No podían refutar la sabiduría inspirada con que hablaba Esteban * No trabajen por el alimento que se acaba, sino por el que dura para la vida eterna.

1. Se llamaban libertos pero estaban presos
1.1 Lo que dijo Jesús se cumplió: "me han odiado a mí; los odiarán a ustedes" (Jn 15,18). Y es irónico que los de la sinagoga "de los libertos" estuviesen padeciendo tan grave esclavitud como para llegar a acudir al soborno con tal de cerrar la boca de Esteban, a quien no podían vencer con argumentos.

1.2 ¿Por qué ese odio?, nos atrevemos a preguntar. Odio a Jesús; odio a los discípulos de Jesús. ¿Por qué? ¿Qué clase de amenaza es el amor, como para que reciba tan dura oposición y padezca persecución tan cruel? Esto es bueno preguntárselo por anticipado, hermanos, porque cuando llegue la hora de la prueba tal vez no tengamos tiempo ni siquiera de pensar.

1.3 Cristo da una explicación, en el texto que citábamos del evangelio de Juan: "Si ustedes fueran del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero porque no son del mundo, antes yo los elegí del mundo, por eso el mundo los aborrece" (Jn 15,19). ¿Qué pertenece entonces al mundo? Este mismo evangelista nos responde en su Primera Carta: "todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo" (1 Jn 2,16).

1.4 La "lógica del mundo" supone el libre comercio de los deseos de la carne, los deseos de los ojos y la vanagloria de la vida. Y un hombre como Esteban, amador de la gloria divina, no entra en ese comercio, se sale de ese esquema y se convierte en una denuncia viva de todo ese sistema de esclavitudes conectadas. Por eso fue odiado y perseguido, pero su rostro "parecía el de un ángel" (Hch 6,15).

2. Modos de seguir a Jesús
2.1 El evangelio de hoy nos invita a reflexionar en nuestra manera de seguir a Jesús. Las palabras del Señor son duras al desenmascarar las intenciones de muchos de sus discípulos:"Les aseguro que no me buscan por los signos que vieron, sino porque comieron pan hasta saciarse" (Jn 6,26). Es cosa saludable entonces que cada uno de nosotros se pregunte qué beneficios espera recibir de seguir a Jesús.

2.2 O con más profundidad aún: ¿queremos que Jesús nos resuelva esta vida o que nos dé su vida? ¿Es Jesús un parche en nuestra tela vieja o es tejido nuevo y vida nueva? ¡Ningún tiempo mejor para preguntárnoslo que la pascua!

2.3 "Esto es lo que Dios espera de ustedes: que crean en aquél que él envió" nos dice el Señor. El que espera beneficios terminará queriendo "comprar" a Dios. Y Dios no está de venta. Está de regalo, y la acogida a su regalo es lo que nos viene a través del don de de la fe.