HAZLO TAMBIÉN POR MÍ, SEÑOR

Estoy como Elías, hundido en una total depresión. Sólo, triste y perseguido. Ya no quiero ni comer. Me he resignado y ya no importa si lo que viene es la muerte, la sombra o nada. Si le diste al profeta pruebas de tu presencia y amor, yo también hoy quiero escuchar tu voz como el susurro de un viento suave.

SI LO HICISTE POR ELÍAS, 
HAZLO TAMBIÉN POR MÍ, SEÑOR

Me tiré al agua convencido. Igual que Pedro. Anhelo seguirte donde quiera que vayas. Pero, Señor, me ahogo! Las aguas me cubren y con urgencia quiero salir. Sálvame Jesús! Que tu mano segura, firme y amorosa me levante de la tormenta.

SI LO HICISTE POR PEDRO, 
HAZLO TAMBIÉN POR MÍ, SEÑOR

No saber qué hacer. La duda duele, carcome. Cuál es tu voluntad? En verdad es eso lo que me pides? Sufro tu silencio, necesito una respuesta! Abraham por poco mata a su hijo buscando serte fiel. Dame, oh Dios, el convencimiento de que todo ya lo hiciste por nosotros en Jesucristo, hasta entregar la vida de tu propio Hijo por mí.

SI LO HICISTE POR ABRAHAM, 
HAZLO TAMBIÉN POR MÍ, SEÑOR

Ha llegado la noticia. Sabes, Señor, lo que significa perder a alguien que amas? Ya no está, y yo le quería y le necesitaba. No era su momento, tampoco el mío para verle partir. Ni siquiera pude despedirme. No puedo volver el tiempo atrás! Ya no podré estrecharme en sus brazos! Ya no escucharé su voz! Ay, la muerte!

Qué sentiste, Jesús, cuando te contaron que tu entrañable primo y profeta fue decapitado? No pudiste verlo, ni hablar con El. Era joven, tenía una vida por delante. Te fuiste solo a orar, tal vez a llorar tu desconsuelo. El Padre te dio fortaleza, paz, caricias. Enjugó tus lágrimas y bajaste a alimentar a la gente hambrienta.

SI LO HICISTE POR JESÚS, 
HAZLO TAMBIÉN POR MÍ, SEÑOR

Cómo se mueve los relojes y almanaques del enfermo? Lo sabes, acaso, Dios? Todo es largo, penoso. El mundo es la cama, los remedios y el techo interminable de la habitación. La gente se cansa, se olvida y ahí estamos: la enfermedad y yo. Estoy como Job, penando dolencias y soledad. No quiero insultarte, no quiero perder mi confianza en ti. Como a Job, déjame escuchar tu clara voz, anhelo con toda mi alma gritar al viento. Yo sé que mi Redentor vive!

SI LO HICISTE POR JOB, 
HAZLO TAMBIÉN POR MÍ, SEÑOR

Me equivoqué y "feo", "muy feo". No es solo una metida de pata. He pecado mucho, he lastimado a otros y siento que no hay ya nada por hacer. No puedo volver el reloj atrás! Allí están los trozos de todo lo que rompí. Confianza, simpatías, prestigio... todo, absolutamente todo se hizo añicos. David asesinó para cometer adulterio. Se hundió en el barro de la vileza y de la maldad. Ya no podía reparar lo hecho! Urías estaba muerto. Así estoy yo. Devuélveme el gozo de tu salvación, clamó el rey. Y tú lo hiciste, Dios de amor. Abominaste el pecado, pero levantaste al pecador.

SI LO HICISTE POR EL REY DAVID,
HAZLO TAMBIÉN POR MÍ, SEÑOR

Llegará el momento final. Hoy, mañana o más tarde. La muerte me dará su abrazo sin retorno. No habrá tiempo de enmendar ni corregir. El ladrón clavado junto a Jesús rogó clemencia, reconoció sus errores y el Buen Pastor, también dio su vida por él. Antes de morir el ladrón escuchó de labios del Cristo la promesa de eterna comunión.

SI LO HICISTE POR EL LADRÓN, 
HAZLO TAMBIÉN POR MÍ, SEÑOR

DESDE MI NOCHE OSCURA DEL ALMA, 
DESDE MI SUFRIMIENTO Y MI VACÍO, 
DESDE EL DESCONSUELO Y MIS YERROS, TE DIGO: 
CREO, SEÑOR, AYÚDAME EN MI INCREDULIDAD.

Claudio Posse