DOMUND
DOMINGO MUNDIAL
DE MISIONES
(PENÚLTIMO DOMINGO DE OCTUBRE)
Discípulo y misionero
La canción del discípulo y misionero
La reunión de Obispos de América Latina y Caribe en Aparecida (Brasil,
mayo 2007 - V Conferencia General del episcopado latinoamericano y del
Caribe), ha consagrado de alguna manera la expresión de “discípulo
misionero”.
Todo cristiano por el bautismo es discípulo y por ser discípulo debe ser
misionero de la fe que Dios le ha regalado. Ya lo sabíamos, ciertamente;
pero Aparecida, al poner este eslogan como eje y matriz de la
Iglesia (de la Eclesiología), los lanza a lo que Juan Pablo en Haití
(1983) llamó la Nueva Evangelización: “nueva en su ardor, en sus métodos,
en su expresión”. Aparecida nos lanza a la Misión Continental con el
estilo de la Nueva Evangelización. El documento de Aparecida, describiendo
“La vida de Jesucristo en los discípulos misioneros” (segunda parte del
mismo) tiene este lenguaje y esta secuencia de capítulos: La alegría de
ser discípulos misioneros para anunciar el Evangelio de Jesucristo; La
vocación de los discípulos misioneros a la santidad; La comunión de los
discípulos misioneros en la Iglesia; El itinerario formativo de los
discípulos misionero.
En una palabra, yo, cristiano, soy discípulo misionero.
Cantemos, pues, “la Canción del discípulo misionero”.
Estribillo
Discípulo y misionero
por ti, Jesús, convocado:
contigo siempre a tu lado,
tú delante, tú el primero.
Estrofas
1. Fue la pasión de tu vida
proclamar al mundo el Reino,
que Dios Padre nos lo daba
y que ya estaba irrumpiendo,
que el Espíritu era brisa,
la gran cosecha meciendo:
Heme aquí, Señor Jesús,
discípulo y misionero.
2. Tu Iglesia, fraternidad
del glorioso advenimiento,
era el germen que traía
la raíz del árbol nuevo;
sois el pueblo del Señor
vosotros, todos los pueblos:
Heme aquí, Señor Jesús,
discípulo y misionero.
3. Soy como humilde cristiano
heraldo del Evangelio;
y en mi quehacer cotidiano
a ese servicio me entrego:
vivo la vida de Cristo;
soy testigo, quiero serlo:
Heme aquí, Señor Jesús,
discípulo y misionero.
4. Mis palabras sean tuyas,
que de ti no me avergüenzo;
tú eres mi gloria suprema
y el pan del que me alimento;
ciudadano de esta tierra
soy cristiano verdadero:
Heme aquí, Señor Jesús,
discípulo y misionero.
5. Y si un día me llamaras
a dejar mi patrio suelo,
mis lazos y mis amores,
familia, oficio y dinero,
dejarme incluso a mí mismo,
como tú, el Hijo y Siervo:
Heme aquí, Señor Jesús,
discípulo y misionero.
Puebla de los Ángeles, 19 octubre 2010
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