2 de noviembre
Conmemoración de los
Fieles Difuntos - 2
Piadosa y saludable
es la plegaria
Un día pasaremos la barrera oscura de la muerte. ¿Qué será? Jesús le dijo
al ladrón arrepentido: “Hoy estarás conmigo en el Paraíso” (Lc 23,43).
Jesús se le mostró como el camino, como la puerta que da entrada al Reino.
Silencio y adoración para todo aquello que viene tras la muerte. En este
paso augusto a la eternidad, contamos con Jesús. En la vida y en la muerte
somos del Señor. Y tenemos la firme certidumbre de que nuestros hermanos,
al pasar y entrar en la eternidad, han sido purificados por Jesús para ir
a contemplar el rostro de Dios. Con estos sentimientos oramos en la
Conmemoración de los Fieles Difuntos.
Piadosa y saludable es
la plegaria
que sigue a los hermanos que se fueron;
Jesús la acoge, lumbre de la gloria,
camino de esperanza, fiel consuelo.
Jesús fue nuestra ofrenda en el Calvario,
del Paraíso puerta, y libre acceso;
que en su preciosa sangre inmaculada
lavados fuimos mundo y universo.
La muerte a él nos une y asemeja,
que de la santidad es el espejo,
y en él abandonados avanzamos,
en él purificados, hasta el cielo.
Jesús es comunión del pueblo santo,
Jesús es nuestro hermano verdadero;
y al Padre nos conduce de su mano,
cargando en su madero nuestros yerros.
Jesús es la oración intercesora,
y a él encomendamos nuestros muertos,
que son Iglesia suya, rescatada
a costa de su amor, divino precio.
Avance ya la esposa hacia el esposo,
los ángeles le salen al encuentro,
y toda pura, bella y perfumada,
avance hacia el banquete de su Reino.
¡Jesús, de todo mal el vencedor,
perdón que nos recoges en tu seno,
a ti la gloria y paz tras la barrera,
contigo, mi Señor, mi gozo eterno! Amén.
2 noviembre 2009
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