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Beato John Henry Newman
Nacido en el seno de una familia anglicana en Londres, enfiló su vida hacia el estudio y la vida eclesiástica. A los 15 años (1816) tuvo un toque especial de gracia, que él llama su primera conversión. Empezó a comprender lo que iba a ser una directriz de toda su vida: la fe requiere el dogma. Su mente se orientaba por caminos distintos del liberalismo reinante. Recibió la ordenación de ministro anglicano (1824) y ejerció con celo su ministerio. Fue uno de los iniciadores del Movimiento de Oxford, que quería purificar el anglicanismo con una confrontación con la Iglesia primitiva.
El estudio de los Padres
de la iglesia le llevó poco a poco a la Iglesia Católica (1843), en la que
fue recibido oficialmente en 1845; dos años después era ordenado sacerdote
en Roma (1847). En toda su trayectoria de hombre de fe y de Iglesia sufrió
no poco. Escribió a este respecto Apologia pro vita sua: Historia de mis
ideas religiosas (1864). También en el seno de la Iglesia Católica padeció
sospechas e incomprensiones. Ya muy anciano, a sus 88 años, el Papa León XIII lo hizo Cardenal. En su escudo grabó este lema: Cor ad cor loquitur. Es célebre la manifestación que entonces, una vez más, hizo contra el liberalismo, corrosivo de la fe. Joseph Ratzinger como teólogo se encontró profundamente identificado con el espíritu de Newman, tan actual de cara al ecumenismo, y en 1990 escribió el Prefacio para la edición de Apologia por vita sua. Hoy tiene el inmenso gozo pastoral de proponerlo a la Iglesia como Beato John Henry Newman. Algo de este espíritu es lo que pretendemos recoger en este himno. La memoria del nuevo beato ha sido asignada para el 9 de octubre.
Beato John Henry Newman
“Nos hemos reunido aquí en esta vigilia de oración para preparar la Misa de mañana, durante la que un gran hijo de esta nación, el cardenal John Henry Newman, será declarado beato. Cuántas personas han anhelado este momento, en Inglaterra y en todo el mundo [yo entre ellas]. … Newman nos recuerda que, como hombres y mujeres a imagen y semejanza de Dios, fuimos creados para conocer la verdad, y encontrar en esta verdad nuestra libertad última y el cumplimiento de nuestras aspiraciones humanas más profundas. En una palabra, estamos destinados a conocer a Cristo, que es "el camino, y la verdad, y la vida" (Jn 14,6). … En nuestro tiempo, el precio que hay que pagar por la fidelidad al Evangelio ya no es ser ahorcado, descoyuntado y descuartizado, pero a menudo implica ser excluido, ridiculizado o parodiado. … En una de las meditaciones más queridas del Cardenal se dice: "Dios me ha creado para una misión concreta. Me ha confiado una tarea que no ha encomendado a otro" (Meditaciones sobre la doctrina cristiana). … Cada uno de nosotros tiene una misión, cada uno de nosotros está llamado a cambiar el mundo… … Queridos jóvenes amigos: sólo Jesús conoce la "misión concreta" que piensa para vosotros”.
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