P. Rufino Mª Grández, ofmcap.

FLOS SANCTORUM



28 de junio


San Ireneo, Obispo y doctor


Divinas manos llenas de ternura


Para entender a San Ireneo (ca 130 - ca 202), Teólogo de la Encarnación, de la Historia de la salvación, el Padre más esclarecido del siglo II, admirable eslabón de la Tradición de los Apóstoles, abramos su Demostración de la Predicación apostólica, donde comienza viendo a la Trinidad en la creación de Adán, el Hombre.

Dios crea por medio del Verbo y del Espíritu, y cuando entra en acción para “plasmar” al hombre, he aquí la estampa que nos ha dibujado el doctor Ireneo, el Pacificador: “Al hombre empero lo plasmó Dios con sus propias manos, tomando el polvo más puro y fino de la tierra y mezclándolo en medida justa con su virtud. Dio a aquel plasma su propia fisonomía, de modo que el hombre, aun en lo visible, fuera imagen de Dios. Porque el hombre fue puesto en la tierra plasmado a imagen de Dios. Y a fin de que pudiera vivir, sopló Dios sobre su rostro un hálito vital, de manera que tanto en el soplo como en la carne plasmada el hombre fuera semejante a Dios. Fue creado por Dios libre y señor de sí, destinado para ser rey de todos los seres del cosmos. Este mundo creado, preparado por Dios ante de plasmar al hombre, fue entregado al hombre como territorio propio con todos los bienes que contenía”.

San Ireneo ha ido directamente a la Escritura y a ha sabido leerla desde la gracia de la Encarnación. Y es ésta la gracia que pedimos en su fiesta.


Divinas manos llenas de ternura
al hombre dieron forma y semejanza;
gozaba Dios, el Padre, que veía
al Hijo, Verbo humano, en carne santa.

El soplo era el Espíritu del Padre
y el alma pura a él se asemejaba;
nacía Adán, señor y rey del cosmos
y ya la Encarnación se presagiaba.

El triunfo del amor amanecía,
pues Dios era la vida derramada.
¡la gloria del Señor que el hombre viva,
y en Cristo, Cruz y Pascua, halle su gracia!

De aquella fuente viva y cristalina,
que el huerto de la Iglesia riega mansa,
- las santas Escrituras del Espíritu - ,
la mente de Ireneo luz irradia..

Doctor de paz, que has visto a Jesucristo,
latir humanamente en cada página,
adéntranos por esta senda hermosa,
que lleva a la Verdad y a la Morada.

¡Jesús de Nazaret, eterno Dios,
hermano nuestro, carne inmaculada,
honor a ti, nacido de María,
y amor de Dios que a todos nos consagra! Amén.


Seminario Diocesano Guadalupano de Cuautitlán, 13 de mayo de 2005