I. Himnos
múltiples para el tiempo pascual
Tú eres el que vives
“Por qué buscáis
entre los muertos al que vive?” (Lc 24,5), dijeron a las mujeres los dos
hombres que aparecieron “in veste refulgente”. He aquí, pues, el nombre
nuevo de Jesús: El que vive, El Viviente. El primer atributo de Dios es la
Vida; Él es el “Dios vivo”. Y en los Evangelios Jesús es proclamado “Hijo
de Dios vivo” (Mt 16,16). Jesús es el que vive, definición pascual de
Jesús, experiencia originaria de la resurrección del Señor.
Si él es “El que vive”, recordando que su muerte ha sido la maravilla del
amor del Padre y de su amor al Padre y a nosotros, bien podemos decir que
es “El que ama”.
Y con la primitiva
tradición de la Iglesia, representada por Juan, Jesús Dios de Dios es “el
que es”, el “Yo soy”, el “Yo estoy”, Yo asisto, Yo acompaño... Las tres
primeras estrofas se centran en esos nombres del Resucitado.
Y, siguiendo
nuestra contemplación, vamos avanzando: “Tú eres nuevo mundo...” ¿Nos
damos cuenta que el nuevo mundo del Resucitado es la Eucaristía? Allí es
sacramento que se abre.
En fin, contemplado en la Liturgia de las Horas, oración para la que se
piensa el himno en una comunidad enamorada de él, Jesús es la alabanza; en
el estado de su resurrección es el gozo sobre todo gozo, el “gozo
desmedido”. Y como Cristo es el esposo de su santa Iglesia, a la que
consagró como tal en el bautismo, le pedimos el ósculo de esposo, que es
el ósculo de amor, para la esposa consagrada en el bautismo.
Tú eres el que vives,
el Hijo de Dios vivo,
bandera desplegada de la vida,
que llamas a vivir, oh Dios, contigo.
Tú eres el que amas
y el Padre es tu latido;
envueltos en tu amor, que es nuestro triunfo,
¡oh!, déjame sentir que soy querido.
Tú eres el que estás
y marcas el camino;
condúcenos, Pastor de la Alianza,
tú que llevaste al pueblo peregrino.
Tú eres nuevo mundo
y luz de mi destino;
tú eres sacramento que se abre
y das el cielo al dar el Pan divino.
Tú eres la alabanza,
el gozo desmedido;
enciende con el ósculo de amor
a quien hiciste esposa en el bautismo.
Tú eres paz y gloria,
retorno y paraíso;
tu Nombre con el Padre y el Espíritu
santificado sea por los siglos. Amén.
Lunes de Pascua
2001.