EL AÑO LITÚRGICO
HIMNOS PASCUALES

P. Rufino María Grández, ofmcap.


 

I. Himnos múltiples para el tiempo pascual



Tú eres el que vives


“Por qué buscáis entre los muertos al que vive?” (Lc 24,5), dijeron a las mujeres los dos hombres que aparecieron “in veste refulgente”. He aquí, pues, el nombre nuevo de Jesús: El que vive, El Viviente. El primer atributo de Dios es la Vida; Él es el “Dios vivo”. Y en los Evangelios Jesús es proclamado “Hijo de Dios vivo” (Mt 16,16). Jesús es el que vive, definición pascual de Jesús, experiencia originaria de la resurrección del Señor.
Si él es “El que vive”, recordando que su muerte ha sido la maravilla del amor del Padre y de su amor al Padre y a nosotros, bien podemos decir que es “El que ama”.

Y con la primitiva tradición de la Iglesia, representada por Juan, Jesús Dios de Dios es “el que es”, el “Yo soy”, el “Yo estoy”, Yo asisto, Yo acompaño... Las tres primeras estrofas se centran en esos nombres del Resucitado.

Y, siguiendo nuestra contemplación, vamos avanzando: “Tú eres nuevo mundo...” ¿Nos damos cuenta que el nuevo mundo del Resucitado es la Eucaristía? Allí es sacramento que se abre.
En fin, contemplado en la Liturgia de las Horas, oración para la que se piensa el himno en una comunidad enamorada de él, Jesús es la alabanza; en el estado de su resurrección es el gozo sobre todo gozo, el “gozo desmedido”. Y como Cristo es el esposo de su santa Iglesia, a la que consagró como tal en el bautismo, le pedimos el ósculo de esposo, que es el ósculo de amor, para la esposa consagrada en el bautismo.


Tú eres el que vives,
el Hijo de Dios vivo,
bandera desplegada de la vida,
que llamas a vivir, oh Dios, contigo.

Tú eres el que amas
y el Padre es tu latido;
envueltos en tu amor, que es nuestro triunfo,
¡oh!, déjame sentir que soy querido.

Tú eres el que estás
y marcas el camino;
condúcenos, Pastor de la Alianza,
tú que llevaste al pueblo peregrino.

Tú eres nuevo mundo
y luz de mi destino;
tú eres sacramento que se abre
y das el cielo al dar el Pan divino.

Tú eres la alabanza,
el gozo desmedido;
enciende con el ósculo de amor
a quien hiciste esposa en el bautismo.

Tú eres paz y gloria,
retorno y paraíso;
tu Nombre con el Padre y el Espíritu
santificado sea por los siglos. Amén.


Lunes de Pascua 2001.