I. Himnos
múltiples para el tiempo pascual
Ninguno se atrevía a preguntarle
Himno
específicamente pascual, escrito originariamente para sumergirse en la
liturgia del viernes de la octava de Pascua. Los evangelios de la octava
de Pascua son todos evangelios de manifestaciones del Señor Resucitado. El
viernes, en concreto, el texto de Jn 21,1 14.
EI himno es una
glosa meditativa de esta entrañable escena de san Juan. Invocamos al
Señor de la mañana. ÉI es el amigo. Su mirada penetra el
secreto del mar y de las almas.
Tres veces le
preguntamos al Señor admirativamente, no dudando, sino deleitándonos en la
respuesta que sabemos: ¿Tú quien eres?
¡Era el Señor!, y
Pedro se arrojó al corazón de Cristo por las aguas.
También nosotros
sabemos, por el instinto del amor que infunde el Espíritu Santo, que es el
Señor, y por eso celebramos nuestra liturgia como los apóstoles en torno
al Señor.
Ninguno se atrevía a preguntarle:
«¿Tú quién eres, Señor de la mañana,
amigo penetrante que conoces
el secreto del mar y de las almas?
¿Tú quién eres, que aguardas a la orilla
con el fuego y el pan sobre las brasas,
que te acercas y entregas con tus manos
una hogaza de pan y tu confianza?
¿Quién eres que contigo se está a gusto,
y la amistad florece donde pasas?
¿Quién eres que con verte quitas dudas
y al hogar de tu paz nos das entrada?»
Porque creyeron bien que era el Señor
preguntarle su nombre no hizo falta.
¡Era el Señor!, y Pedro se arrojó
al corazón de Cristo por las aguas.
Su bello rostro oculto está en el Padre,
nuestras manos su cuerpo no le palpan;
pero a gritos lo sienten nuestras venas:
¡Es el Señor, divina luz del alba!
¡Gloria a ti, que llegaste a la ribera,
a traernos la gracia de tu Pascua!
¡Amor a ti, hermano victorioso,
que nos amas y llenas nuestras barcas! Amén.
RUFINO MARÍA GRÁNDEZ
(música) – FIDEL AIZPURÚA (música), capuchinos, Himnos para el Señor.
Editorial Regina, Barcelona 1983. 105-108