I. Himnos
múltiples para el tiempo pascual
Contigo tu secreto en este día
Hablamos a Jesús y le decimos, contemplándole en su gloria: “¡Contigo!”.
Antes que una palabra de adhesión a él es una soberana confesión de su
infinita personalidad: “¡Contigo!”. Jesús lleva su secreto consigo,
su infinita vida – divino-humana – plena y solitaria: “¡Contigo!”.
Jesús es en su
resurrección plenitud de su propia historia: origen, paso, Pascua eterna
(estrofa primera).
Jesús es plenitud
del cosmos: espacio y tiempo (estrofa segunda).
Jesús es la
trayectoria del hombre: pena y paz (estrofa tercera).
Pero si penetramos
en lo hondo, Jesús es, en su inefabilidad, coloquio con el Padre (estrofa
cuarta).
Jesús es… ¡oh
santa gloria de ti mismo! (estrofa quinta).
Al final, en la
doxología, nos perdemos en él, para que el “contigo” llegue a la plenitud
salvífica: y contigo en la vida que inauguras descanse nuestra vida en ti
guardada.
Contigo tu secreto
en este día,
tu origen que se pierde en la alborada,
tu paso cuerpo a cuerpo en nuestra tierra,
tu Pascua en el Padre eternizada.
Contigo, el hombre solo y consumado,
que subes con el alma desbordada;
el universo espacio tú circundas
y el tiempo todo en tu persona abarcas.
Contigo, luz perenne, que en tu carne
la pena humana llevas traspasada,
y creas del misterio doloroso
eterna paz, amor que nunca acaba.
Contigo tu recuerdo -nuestra vida-,
divina estancia donde Dios descansa,
contigo la honda voz de tus coloquios,
que sólo tú conoces y regalas.
Contigo, oh santa gloria de ti mismo,
Palabra que haces todas las palabras,
gozo del Padre, nube del Espíritu,
alfa y omega, casa de llegada.
Oh Cristo, Dios excelso del secreto,
vive y reina feliz en tu morada,
y contigo en la vida que inauguras
descanse nuestra vida en ti guardada. Amén.
Rufino María
GRÁNDEZ (letra) – Fidel AIZPURÚA (música), capuchinos. Himnos para el
Señor. Editorial Regina 1983. Pp. 147-150.