EL AÑO LITÚRGICO
HIMNOS PASCUALES

P. Rufino María Grández, ofmcap.


 

IV. Himnos para la Ascensión y espera de Pentecostés

 

Cantemos al Espíritu de amor


El Espíritu apareció en la Encarnación del Verbo; era Espíritu de amor que vino a las entrañas de María. Allí se hizo la Alianza de Dios con los hombres. El Verbo entonces era Hijo y era Esposo.
A este Esposo podemos hablarle con ternura. La Sagrada Escritura, al dar a Dios el nombre de Esposo, ya en el Antiguo Testamento, posibilita un lenguaje nuevo.

En este himno contemplamos, pues, el misterio de la Encarnación bajo el signo del Espíritu.

(Este himno lo pusimos en la sección navideña ¿Podemos saltar de la Encarnación al Misterio Pascual para alabar al Señor también con este himno? Acaso…)


Cantemos al Espíritu de amor
que vino a las entrañas de María,
y lleno de ternura el universo
contemple y diga gracias infinitas.

Aquí fue la Alianza en casto seno,
y toda paz aquí se dio cumplida,
¡oh suave abrazo, dulce a los humanos,
sentir de Dios el tacto y la caricia!

Hablemos al Señor como a un esposo,
mirando cara a cara sus pupilas;
digámosle palabras del Espíritu,
que fueron de su pecho recogidas.

Y démosle a comer el pan sufrido,
que, siendo humano, él lo necesita;
la mesa de los pobres le complace
y al diálogo tranquilo nos convida.

¡Oh Espíritu, belleza creadora,
del tránsito silencio y armonía,
el gozo que hoy libamos se convierta
en ósculo de amor, tornando el Día!

¡Señor de las alturas, Padre Santo,
que estás manando amor y al Hijo envías,
a ti por el Espíritu brindamos
la flor del corazón en donde habitas! Amén.


Año 1991