EL AÑO LITÚRGICO
HIMNOS PASCUALES

P. Rufino María Grández, ofmcap.


 

IV. Himnos para la Ascensión y espera de Pentecostés

 

Retorna victorioso


Este himno pascual contempla un aspecto; del misterio: ¡Jesús entra en el cielo!

)Cuando entra Jesús en el cielo? "Hoy estarás conmigo en e/ párrafos" (Lc 23, 43). Cumplida su vida terrestre que se consuma con la muerte, Jesús entra en el cielo. Al morir Jesús, amanece la resurrección de los santos (Mt 27, 53), rompe las puertas del abismo y desciende a los infiernos: "Fue a predicar a los espíritus que estaban en la prisión" (1P 3, 19). En el mismo día de la resurrección (Lc 24, 50 53), Jesús entra en el cielo. O mejor dicho, al margen de una consideración cronológica, útil para la pedagogía de la fe (Hch 1, 3), Jesús entra en el cielo en el día de su Pascua, que es el día eterno que inicia el tiempo nuevo.

Se unen, en el misterio pascual, pasión y resurrección. Con la cruz en mano enhiesta, como un cetro, Jesús entra en el cielo. Con él entra la Iglesia, nosotros, ataviada con la misma hermosura del esposo. Subiendo a las alturas llevó a los cautivos (Ef 4, 8). Se abre un Apocalipsis de consuelo y de gloria; no habrá hambre ni sed, nos conduce el Compasivo (Ap 7, 16 17). Y nosotros, los que quedamos en la tierra, sabemos que nuestra esperanza esta como segura y firme áncora de nuestra alma, y que penetra hasta el interior del velo donde entre por nosotros, como precursor, Jesús (Cf. Hb 6, 19 20).


Retorna victorioso,
la cruz en mano enhiesta, como un cetro,
como llave de entrada al paraíso;
y a su lado retornan los cautivos
vuelto en gozo las lágrimas y el duelo:
¡Jesús entra en el cielo!

Vuelve el Esposo santo;
el hijo más hermoso de la tierra
regresa coronado de su viaje;
y envuelta en su hermosura y su ropaje,
con él la Esposa henchida de belleza:
¡Jesús entra en el cielo!

Mirad al Buen Pastor,
y tras sus huellas ved a su rebaño
que él conduce al frescor de aguas tranquilas;
Jesús, el Compasivo, él nos guía,
y el Pastor se nos brinda en dulce pasto:
¡Jesús entra en el cielo!

Mirad a la esperanza,
porque ha quedado el áncora clavada;
si la tormenta agita el oleaje
no se agite la fe del navegante,
que en la ribera Cristo nos amarra:
¡Jesús entra en el cielo!

Y el Padre goza y goza
porque goza el Hijo en el regazo,
al retorno triunfal de la pelea;
goce la Iglesia, goce en su Cabeza,
y alabe por los siglos al Amado:
¡Jesús entra en el cielo! Amén.


RUFINO MARÍA GRÁNDEZ (música) – FIDEL AIZPURÚA (música), capuchinos, Himnos para el Señor. Editorial Regina, Barcelona 1983. 119-122.