EL AÑO LITÚRGICO
HIMNOS PASCUALES

P. Rufino María Grández, ofmcap.


 

II. Poesías pascuales en forma de himnos

 

Cuerpo de mis pensamientos


La palabra clave una de las seis estrofas de este poema espiritual es “cuerpo”. Tomémosla como una palabra teológica con todo el realismo de la Encarnación. “Hoc est enim corpus meum…” Este “corpus meum” y este “hoc” le dan el realismo pleno a la acción redentora de Jesús.

Si Jesús no hubiera sido “cuerpo”, no nos habría redimido. Sólo el cuerpo salva al cuerpo; sólo la historia salva a la historia. La redención se ha realizado en el cuerpo, en la “carne”, no fuera del cuerpo, en un decreto divino. Pablo dice: “Dios, habiendo enviado a su propio Hijo en una carne semejante a la del pecado, y en orden al pecado, condenó el pecado en la carne” (Rm 8,3). La carne concreta de Jesús, el cuerpo santísimo de Jesús, fue el teatro de la acción de Dios. Ahora bien el cuerpo de Jesús sería nada, si en él no estuviera su divinidad.

Este es el cuerpo real y espiritual que queremos cantar.


Cuerpo de mis pensamientos.
ancha vida de mi cuerpo,
Jesús en la Cruz sufrida,
Jesús en la paz del huerto,
cual ciervo herido que corre
a ti te busco y deseo.

A ti clavado te miro,
a ti de la tierra suelto,
a ti te agarro, y quisiera
en mis labios prisionero
tenerte, dulce conquista,
cuerpo santo que venero.

Cuerpo caído en derrota,
cuerpo glorioso de fuego,
germen del mundo que viene,
aroma y quemado incienso,
cuerpo que el alma embriaga,
te adoro, rendido y quieto.

Cuerpo del agua y la sangre,
cuerpo exacto, cuerpo bello,
tú más que el sol luminoso,
más que el amor, verdadero,
oh cuerpo de Jesucristo,
te amamos desde el destierro.

No te ocultes, cuerpo vivo,
al tacto de mis deseos;
oh cuerpo resucitado,
abre tu divino pecho,
porque repose la Iglesia
donde le diste el consuelo.

¡Dura cruz, te bendecimos,
joyel que tuviste el cielo,
y a ti, tumba de la tierra,
que fuiste el lecho postrero!
¡Gloria, hermosa Trinidad,
por el regalo del cuerpo! Amén.