EL AÑO LITÚRGICO
HIMNOS PASCUALES

P. Rufino María Grández, ofmcap.


 

III. Himnos pascuales enviados como felicitaciones

 

Vives, Señor, entre los tuyos


Contemplación teológica de Jesús de Nazaret, que es Cristo resucitado. Jesús, iniciador de la Iglesia, sólo es cognoscible para nosotros en cuanto transmitido por la comunidad de creyentes. Eso son los Evangelios. Y es imposible, aparte de superfluo, desgajar en los Evangelios la historia escueta y su interpretación pascual.

Los Evangelios son historia en la fe; son fe sobre Alguien que pertenece a la historia y que para siempre es historia, siendo el hecho de Jesús irrepetible. Sólo la fe nos da tu cuerpo, y sólo desde esta fe podemos desarrollar la historia de Jesús: y te hace historia descriptible. Con otras palabras: vives en el pasado y hoy viviendo en nuestra vida. Desde el hecho de la Iglesia, la inicial y la sucesiva, sólo desde ahí alcanzamos la vida histórica de Jesús.
Pretendemos, pues, proclamar que el Jesús de la historia, el Jesús de Nazaret, es el Cristo de la resurrección. Pretendemos anunciar al mismo tiempo que la comunidad cristiana, aun en su peregrinación entre penas y alegrías, es, por un misterio de comunión, el rostro de Jesús. Nuestras penas y alegrías son las ocultas venas que dan tangibilidad a ese divino rostro. Es que la Iglesia es Cristo. Entonces, el santo gozo se derrama al verte a ti, Jesús que vives.


Vives, Señor, entre los tuyos,
siendo tu vida irrepetible;
vives viviendo nuestra vida,
que, si no, fueras increíble.

Son nuestras penas y alegrías
ocultas venas que describen
tu faz humana, Verbo eterno,
y tu belleza indescriptible.

El corazón que piensa y ama
y hasta tu vuelta espera y gime
es tuyo, carne de tu carne,
latiendo en cuerpo tan humilde.

Ayer y hoy eres el mismo,
y, al ser cual eres invencible,
no existe tú, perenne Amor,
sino allí donde el fiel existe.

Sólo la fe nos da tu cuerpo,
y te hace historia descriptible,
y el santo gozo se derrama
al verte a ti, Jesús que vives.

Honor al Cristo de la tierra,
que consiguió gloria sublime;
por el Espíritu viviente
honor y vida inmarcesible. Amén.


RUFINO MARÍA GRÁNDEZ (música) – FIDEL AIZPURÚA (música), capuchinos, Himnos para el Señor. Editorial Regina, Barcelona 1983. 115-118.