III. Himnos
pascuales enviados como felicitaciones
Tus llagas
florecidas son descanso
Un sencillo cristiano quiere cantar con osadía, como un místico de
supremas cumbres, la delicia y el banquete que es entrar en las llagas de
Jesús. ¿Y por qué no…?
Las llagas de
Jesús son llagas florecidas; nos invitan a entrar y hallaremos un huerto.
Estamos en el Cantar de los cantares (Véase nuestra versión en el
repertorio de Navidad):
Ella
¡Cierzo, despierta;
mueve, solano!
Venid, soplad en mi jardín,
que exhale sus aromas,
para que venga mi amado
y guste de los frutos exquisitos.
Él
¡Ya estoy en mi huerto,
hermana mía, esposa!
Voy a recoger mi mirra y mi bálsamo,
voy a gustar mi panal y mi miel,
voy a beber mi vino y mi leche.
(¡Comed, amigos,
bebed,
embriagaos, queridos! (Ct 4,16-5,1)
* * *
Tus llagas
florecidas son descanso,
jardín en el edén que Dios ha abierto;
venid, amigos, libre está la puerta,
tomad el aire puro de este Huerto.
Tus llagas son, Jesús, el paraíso,
el cielo preparado al Hombre nuevo;
ya tornan del exilio Adán y Eva,
que hallaron bien mejor que el que perdieron.
Aquí, en el jardín de tu costado,
tú vas a celebrar el pacto eterno;
si tú por gracia brindas el anillo,
presento yo mi dedo, que yo acepto.
Iglesia blanqueada por la sangre.
que llevas en tus ojos sus destellos,
del monte de la mirra vete en busca,
y hallado en Pascua, quédate en su pecho.
¡Honor a Cristo, esposo coronado,
ceñido por el Padre en este encuentro,
descienda sobre ti la santa gloria
y cubra de tu frente el orbe entero! Amén.
Logroño, 1991.
Este himno fue musicalizado por Domingo Cols, pbro.