III. Himnos
pascuales enviados como felicitaciones
Camina a mi
derecha, Dios conmigo
En las pláticas espirituales los antiguos predicadores nos decían
sentencias como éstas: “ambula coram me et esto perfectus”. La frase
entera, puesta en castellano, procede de Gn 17,1: “Cuando Abram tenía 99
años, se le apareció Yahveh y le dijo: Yo soy El Sadday, anda en mi
presencia y sé perfecto…”.
Pero el himno está
inspirado, de un modo inmediato, porque una sencilla mujer me dijo: “He
ido al mercado con mi hija y tenía la sensación de que tenían que hacerle
sitio a Otro; lo sentía junto a mí”.
“Pues es verdad” –
le respondí.
Es sencillamente
verdad. La experiencia primordial de la Resurrección fue ésta: que Jesús
está vivo, es el Viviente; y si está vivo, está presente. De lo contrario,
sería un ídolo, que tienen ojos y no ven, tienen oídos y no oyen.
De esta intimidad
inmanente de Dios habló san Agustín en sus Confesiones con palabras
que se han hecho célebres: “Tu autem intimior intimo meo et superior summo
meo”: “Tú, Señor, eres lo más interior de lo más íntimo mío y lo más
superior de lo más supremo mío”.
Camina a mi
derecha, Dios conmigo,
conmigo como esposo confidente,
humano, de tu rostro hasta tus plantas,
divino, en el amor que en mí se enciende.
Jesús Resucitado, te contemplo,
te estoy mirando a ti, Jesús latiente,
oculto aquí a mi vera, espacio mío,
presencia que me cerca y que me envuelve.
Jesús, mi Dios con llagas que me muestras,
¡oh santa humanidad que me enternece!,
oh Cristo, más adentro que yo mismo,
Jesús, mi suave vida y flecha ardiente.
Jesús de los amores de tu iglesia,
herida del amor que dulce hieres,
Jesús, mi Dios, purísimo deseo,
Jesús, belleza y calma de mi frente.
¡A ti, todo divino y todo humano,
humano en ti y en mí divinamente,
a ti la flor y el fuego, a ti lo labios,
a ti en la Trinidad eternamente! Amén.
Estella, Pascua 2002.