III. Himnos
pascuales enviados como felicitaciones
Abrid las puertas,
hijos de los hombres
El día 6 de Enero del año 1983, en el año “quinto de mi Pontificado”, el
Papa Juan Pablo II, publicaba la bula de convocación del jubileo para el
150 aniversario de la redención «Aperite portas Redemptori».
El Año Jubilar
sería el año 1983-1984. La bula comenzaba con estas palabras:
«ABRID LAS PUERTAS
AL REDENTOR ». He aquí la llamada que, en la perspectiva del Año jubilar
de la Redención, dirijo a toda la Iglesia, renovando la invitación hecha a
los pocos días de mi elección a la Cátedra de Pedro. Desde aquel instante,
mis sentimientos y mi pensamiento se han orientado más que nunca a Cristo
Redentor, a su misterio pascual, vértice de la Revelación divina y
actuación suprema de la misericordia de Dios para con los hombres de todos
los tiempos”.
Evocando esta
bula, está escrito este himno como Himno pascual.
Abrid las puertas,
hijos de los hombres,
a Cristo, Redentor omnipotente;
romped las ataduras del pecado,
como él ha roto el lazo de la muerte.
Con santo brazo entró en la fortaleza
aquel que era el más fuerte frente al fuerte;
tumbó al dominador, venció el orgullo
y fue suyo lo suyo desde siempre.
Oh Cristo mansedumbre, débil siervo,
el mundo estalla cuando muerto vences;
tus pies llagados pisan los abismos
y Adán, el pecador, contigo asciende.
Abriste tú la roca del sepulcro,
tu cuerpo es llave, oh Luz indeficiente;
las puertas de la casa traspasaste,
porque eres puerta y casa de tus fieles.
Abrid el corazón los redimidos,
bañaos en la gloria de su frente,
que abierta está la tumba, a Dios abierta,
abierta de su pecho está la fuente.
¡Oh Cristo, Redentor del universo,
que todo reconcilias cuando mueres,
el canto del amor, todos unidos,
a ti con gratitud, a ti se eleve! Amén.
Al concluir el Año de la Redención, 1983-1984, convocado con la bula
Aperite portas@,
Burlada, Jueves Santo, 1984.