HIMNARIO DE LA
VIRGEN MARÍA |
Asunción de María II
La historia salutis marca un orden a la hora de la consumación. “cada uno en su puesto: primero Cristo; después, cuando él vuelva…” (1Co 15,20-26, lectura para la celebración eucarística de la Asunción de María). Y he aquí que el orden de María, por una especial solidaridad que Dios ha querido, ha reproducido el orden de la Pascua de Jesús, y como él María ha sido al punto glorificada. Evocamos, pues, en este himno, con alusiones bíblicas, esa solidaridad que el corazón admira: Mujer del Paraíso, Madre del Mesías, Eva pura, Virgen del Calvario y del Espíritu (Cenáculo). Y luego sobre las nubes, que sirven de peana (cf. Dan 7,13; Mt 26,64; Hch 1,9), María avanza. Con el Rey es Reina. ¿Qué es, pues, este misterio definitivo de la Santa? Es el dulce anhelo terminado de cuanto el hombre busca. La Asunción de la Mujer descubre el insaciable deseo de nuestra raza: ahí dentro está ese deseo, porque Dios lo ha puesto y nadie lo puede borrar. Con María – con Cristo – ya hemos ascendido. En ella, que nos precede, la Iglesia puede ver el anticipo de su propia hermosura escatológica.
Dichoso vuelo en palma de su Hijo
¿Es ésta la del sol vestida y bella,
Poneos de pena, claras nubes,
María, dulce anhelo terminado
María ha retornado al Trino y Uno,
¡Divina Trinidad, hogar de vida,
En Jerusalén.
Rufino María Grández, Himnario de la Virgen María. Ciclo anual de celebraciones de la Virgen en la Liturgia de las Horas. Burlada, Curia provincial de Capuchinos 1989. Música: Fidel Aizpurúa, pp. 116-119.
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