EL AÑO LITÚRGICO
ADVIENTO

P. Rufino Mª Grández, ofmcap.
 

 

En el Jardín de la Esperanza

(Introducción poético-espiritual)

 

 

I

Portal de Adviento

 

Dominica “Ad te levavi” (Introito del día)
o “Aspiciens a longe” (responsorio del primer nocturno)

 

El Adviento se abre con un bello Portal. Es como un arco de verde ramaje y flores, que da paso a una gran celebración popular, sacra y festiva. Me refiero al responsorio Aspiciens a longe, con un diálogo dramatizado, caso único en la Liturgia de las Horas, por su extensión. La liturgia ha querido conservar esta milenaria pieza de nuestra tradición orante.

Cuando llega este tiempo, espontáneamente viene a mi recuerdo algo que, muy joven, viví en el noviciado (Adviento de 1955), saboreando la belleza de la liturgia. El P. Augusto Pascual OSB, que estaba al frente del Monasterio benedictino de Leyre (Navarra), que comenzaba a restaurarse – allí están enterrados los Reyes de Navarra -, nos contaba a los novicios capuchinos de la cercana Sangüesa que a un anciano padre de su comunidad se le iluminaba el rostro al iniciar el Adviento con el Aspiciens a longe...

 

II

Como una poesía rimada

 

 

CANTOR - Mirando a lo lejos,

veo venir el poder de Dios

y una niebla que cubre la tierra.

Salid a su encuentro y decidle:

«Dinos si eres tú

el que ha de reinar sobre el pueblo de Israel.»

PUEBLO - Plebeyos y nobles, ricos y pobres.

CANTOR - Salid a su encuentro y decidle:

«Dinos si eres tú

el que ha de reinar sobre el pueblo de Israel.»

PUEBLO - Pastor de Israel, escucha,

tú que guías a José como un rebaño.

CANTOR - «Dinos si eres tú

el que ha de reinar sobre el pueblo de Israel.»

PUEBLO - ¡Portones!, alzad los dinteles,

que se alcen las antiguas compuertas:

va a entrar el Rey de la gloria.

CANTOR - El que ha de reinar sobre el pueblo de Israel.»

 

De este bellísimo responsorio dice Mario Righetti en su Historia de la Liturgia

(traducida en la BAC; véase en Internet, Para usos internos y didácticos solamente Corrección y adaptación por Carlos Etchevarne):

“... Entre éstos (responsorios) era justamente famoso en la Edad Media por su lírica expresión el responsorio Aspiciens a longe, del primer nocturno, el cual aun hoy día con sus tres versículos mantiene todavía aquella forma antigua que tenía ya en los tiempos de Amalario [Amalarius en latín, 795-850, liturgista, arzobispo de Tréveris].

He aquí el texto en su forma técnica de ejecución:

 

            Cantor. Aspiciens a longe, ecce video Dei potentiam venientem, et nebulam totam terram tegentem. Ite obviam ei et dicite: Nuntia nobis si tu es ipse, qui regnaturus es in populo Israel.

            Chorus. Ascipiens a longe ecce video Dei potentiam venientem et nebulam totam terram tegentem.

            Cantor, Quique terrigenae et filii hominum, simul in unum dives et pauper!

            Chorus. Ite obviam ei et dicite.

            Cantor, Qui regís Israel, intende. Qui deducís velut ovem Ioseph! Qui sedes super Cherubim!

            Chorus. Nuntia nobis si tu es ipse, qui regnaturus es in populo Israel.

            Cantor. Tollite portas, principes, vestras et elevamini portae aeternales, et introibit.

            Chorus. Qui regnaturus es in populo Israel.

            Cantor. Gloria Patri et Filio et Spiritui Sancto.

            Chorus. Aspiciens a longe... Ite obviam ei... in populo Israel”.

 

 

III

 

Hay un juego dramático entre el Cantor, que es el Protagonista, y el Coro, que somos la Comunidad presente.

 

Primer momento: la visión en lontananza y el asombro

 

La iniciativa la toma el Cantor.

El Cantor, que es el Cristiano, la Iglesia, nos cuenta lo que le ha sucedido.

Él estaba contemplando y de pronto, allí en lontanaza, ve algo misterioso: que venía la potencia de Dios, y una nube que cubría toda la tierra. Es claro que esta “Dei potentiam” es el Jesucristo, y en su venida cubre toda la tierra. El texto nos sitúa en la visión de Daniel 7,13-14:

 

13 aspiciebam ergo in visione noctis et ecce cum nubibus caeli quasi filius hominis veniebat et usque ad antiquum dierum pervenit et in conspectu eius obtulerunt eum  14 et dedit ei potestatem et honorem et regnum et omnes populi tribus ac linguae ipsi servient potestas eius potestas aeterna quae non auferetur et regnum eius quod non corrumpetur.

También recordamos a Is 30,27: Is 30,27: 27 ecce nomen Domini venit de longinquo.

En la misma imagen están presentes otros textos bíblicos, que nos habla de Cristo Majestad:

Mt 24,30 (cf. Mc 13,26; Lc 21,27)

Mt 26,64 (cf. Mc 16): 30 et tunc parebit signum Filii hominis in caelo et tunc plangent omnes tribus terrae et videbunt Filium hominis venientem in nubibus caeli cum virtute multa et maiestate

Ap 1,7:  7ecce venit cum nubibus et videbit eum omnis oculus et qui eum pupugerunt et plangent se super eum omnes tribus terrae etiam amen

Ap 14,14.

 

El Cantor Protagonista nos ha situado ya en la Historia de salvación de Dios con los hombres.

Y ante esta visión tiene un mensaje, una pregunta que quiere que unos mensajeros la lleven hasta el trono divino, hasta la visión que está teniendo: «Dinos si eres tú el que ha de reinar sobre el pueblo de Israel.»

La pregunta nos mete en el Evangelio. Es la embajada de Juan a Jesús, si es el Mesías, o si ha de reinar en el pueblo de Israel, como anuncia el Ángel a María.

El Coro recoge la vivencia y medita. No hay un avance de nuevos elementos.

Este avanza le corresponde al Cantor Protagonista, que quiere involucrar a todo el mundo: han de preguntar todos los habitantes de la tierra, todos los hijos de los hombres, lo mismo ricos que pobres. El original latino lo ha detallado así:

Quique terrigenae et filii hominum, simul in unum dives et pauper!

El Coro de nuevo medita y repite: “Salid a su encuentro y decidle” (el original latino detiene la frase aquí).

 

Segundo momento: Es Dios el que viene en esta Historia de salvación

 

El Cantor protagonista ya sabe que es Dios mismo el que viene en esta acción salvadora. Y ahora él mismo se dirige a Dios con palabras de los salmos:

Qui regis Israel, intende.

Qui deducis velut ovem Ioseph!

Qui sedes super Cherubim!

El Coro mantiene la tensión dramática, al retomar, entera, la pregunta formulada, cuya respuesta ya sabemos, por anticipado, que es positiva: «Dinos si eres tú El que ha de reinar sobre el pueblo de Israel.»

 

Tercer momento: la entrada del Hijo en la tierra

 

Con la misma técnica de que es el Cantor el que lleva la acción, ahora éste interpela a los seres celestes, con frases del salmo, a que alcen las puertas eternas y den paso al que viene: entrará (no dice el texto latino: “entraré el Rey de la gloria”, sino: “entrará”. Entrará ciertamente el que viene, que es, sin duda, Jesucristo, el Rey de la gloria.

El Coro, del mismo modo que anteriormente, recoge lo ya dicho: “El que ha de reinar sobre el pueblo de Israel”.

El responsorio, en la versión latina, culmina con la doxología trinitaria: “Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo”, a la cual el Coro responde repitiendo, a modo de inclusión, la presentación del principio.

 

 

IV

Majestad y ternura de Dios Encarnado

 

 

 

Este bello y grandioso responsorio nos da el sentido y la espiritualidad del Adviento, así trazado por la Iglesia hace más de un milenio:

1) El que viene es Cristo Majestad que nos ha de juzgar un día.

2) Y es justamente él, el que entra en la tierra para comenzar el camino de la Encarnación.

 

 

El Adviento nos introduce en el misterio de Cristo Majestad.

Y por otra parte, es cierto que el Adviento tiene una nota de ternura entrañable. Es, en verdad, el Jardín de la Esperanza, en Jardín de la Virgen María.

Por el Adviento en los años de la juventud empezamos a gustar la sagrada Liturgia, y bien seguros estamos de que el Adviento, cuanto más adentro uno penetra, mejor cae en la cuenta, de su hermosura y fascinación.

Gustando la hermosura del Adviento, he tratado de seguir esta tarea de suministrar nuevo material para la oración litúrgica. Son una treintena de himnos en los archivos sucesivos.

 

Puebla, Adviento 2008