EL AÑO LITÚRGICO
ADVIENTO

P. Rufino María Grández, ofmcap.

 

 Himnos de Adviento


San José en el misterio de la Encarnación


Varón de quien sabemos


Al fondo de este himno está el Evangelio de la Concepción virginal de Jesús según la versión mateana (Mt 1,18-25).
Jesús viene al mundo a través de las genealogías humanas, llevando en su cuerpo todo lo que lleva el cauce de la historia. José, como verdadero esposo de María, la Madre de Jesús, enlaza al hijo con la genealogía davídica que sube hasta Abraham, de donde nace, por libre elección de Dios, el pueblo de los creyentes.

¿Quién es José exactamente en el ámbito de María? Es el que ha percibido el misterio del Espíritu Santo que en ella se ha obrado. Él no tiene derecho a acercarse a la Morada de Dios; por eso, con temor sagrado, piensa retirarse. Es la exacta postura de la creatura creyente ante la evidencia de su Creador. Pero he aquí que interviene el ángel; le asegura que, en efecto, es recto su pensamiento, pero al mismo tiempo le revela su vocación: “No temas”.

José, por designio divino, es asociado al misterio. De manera superior a las genealogías precedentes él va a estar presente en el misterio. Va cumplir funciones de padre. Como si la criatura fuese su propio hijo, él recibe la misión (siempre en esta versión teológica de san Mateo) de dar un nombre al que va a nacer. Ese gesto será un signo de paternidad que Dios le concede. José introduce al hijo en las genealogías.

José, pues, impuso al hijo el nombre de Jesús. Es la única palabra que sabemos hubiese pronunciado.


Varón de quien sabemos
tan solo una palabra;
tus labios la dijeron,
tras ellas te ocultabas,
JESÚS,
la senda de Abraham
allí desembocaba.

José que fuiste justo,
perfecto en la Alianza,
tu dicha fue el silencio,
Jesús tu sola fama,
JESÚS,
Jesús el Salvador,
promesa a los patriarcas.

Varón de las congojas
al ver que Dios obraba,
no temas la luz pura
que el Hijo en torno irradia,
JESÚS,
Jesús te acoge a ti,
te invita a su Morada.

José, el esposo fiel,
de Virgen toda santa,
ternura de marido,
mujer bien custodiada,
JESÚS,
Jesús vivido en medio,
amor que os enlazaba.

Jesús que te servía
contigo el pan sudaba,
si tú le protegías
él era quien salvaba,
JESÚS,
Jesús el Emanuel,
la gracia y la esperanza.

Bendito el Dios amante,
venido a nuestra raza,
del cielo hasta nosotros,
llegó por sangre humana,
JESÚS,
Jesús el bendecido,
a quien José cuidaba! Amén.

Jerusalén, 20 diciembre 1986.