Tratado cuarto

En el que se contiene cómo se han de preparar para recibir la Santa Comunión

CONFESIÓN DE LOS BENEFICIOS RECIBIDOS DE DIOS NUESTRO SEÑOR

     

Señor todopoderoso, mi criador y mi Dios, como todas las criaturas os obedezcan y guarden la orden que los distes, solamente el hombre, yo pecador entre ellos, no sólo he dejado de vivir en vuestra obediencia, dejando de hacer vuestra santa voluntad, mas aun he querido que hiciesen la mía todas las criaturas, así los hombres, siendo criados a vuestra imagen y semejanza, como los elementos; por lo cual, así ya me han aborrecido los hombres, que han dejado de hacer mi voluntad, y así me enojaban los elementos cuando me eran contrarios, como si los hubiera criado, siendo justo juntarse todos contra mí y no sufrirme vivir por lo que yo contradecía vuestros mandamientos; y ya que ellos han callado por vuestra misericordia después pidiendo justicia en mi condenación vuestros verdugos y mis enemigos los ángeles malos, no sólo les habéis negado su demanda por sola vuestra bondad, mas habéis querido disimular y darme el tiempo que yo no merecía, para que volviendo en mí conociese mi ceguedad. Y para esto ha usado vuestra sabiduría de grandes remedios avisándome con predicadores, con inspiraciones y liciones, las cuales, por olvidarlas yo tan presto, no tomaban raíces en mí; mas como vuestra medicina era mayor de lo que eran mis llagas, por grandes que fuesen por efectuar mi salud, hicistes que las cosas visibles me predicasen y enseñasen, viendo morir los grandes y pequeños, y considerando cómo el señor desta vida pa[ra] en volverse en nada. Por donde alguna vez, viendo esto, me parecía ver la verdad, mas, en dejando de verlo, estaba tan ciego como si nunca lo hubiera visto y sobre ser tal esta mi dureza no bastó para que Vos, mi Señor, me dejásedes en ella como yo lo merecía, antes de nuevo pusistes mayores remedios. Y pues no bastaban para mí las cosas visibles y criadas, quisistes por Vos mismo llamarme, tocándome en el corazón, despertándome a hacer vuestra divina voluntad tan dulcemente como si yo nunca la hubiera contradicho; lo que si yo conociera como debía, una sola vez bastara para nunca más partirme de vuestro beneplácito; mas por mi flaqueza, no una vez sola, sino muchas me hubistes de levantar con sola vuestra mano, porque luego volvía a caer y, lo que peor es, que habiendo de ser para mayor bien mío y para que con vuestra consolación recibiese más fuerzas en la mortificación de mis pasiones, habiendo de humillarme más delante vuestro acatamiento, pues no por mis merecimientos sino por sola vuestra bondad tocábades con dulzura mi corazón, abusando de vuestros beneficios, no sólo me olvidaba de mi propia mortificación, ni me humillaba con el don recibido, mas antes me tenía en más y quería ser tenido, dándomelo vos, Señor, para ser tenido en menos y para mi verdadero conocimiento.

     Oh Señor mío y mi Dios, que aun esto no basto para que me dejásedes, pues lo que hacíades por mi bien convertía yo en mi mal, sino que quisistes usar entonces de otra mayor misericordia, deteniendo la consolación para que viese no tener de qué gloriarme; y pues no la tenía en mi mano, sino que estaba en la vuestra el darla y quitarla, y tras esto volvístesla como si no mereciera que del todo la hubiérades quitado. Oh, Señor, ¿qué os daré yo por todo lo que me habéis dado? Oh, cómo bastara esto para nunca cesar en vuestras alabanzas; mas mi maldad no lo permitió, porque entonces caí en otra enfermedad que no debiera, porque siendo vuestras consolaciones algo continuas por vuestra caridad inmensa, recibíalas alguna vez con alguna propiedad como si lo tuviera de juro y de heredad, olvidándome que de nuevo usábades conmigo nueva misericordia, usando yo con Vos, mi Señor, nueva ingratitud y nuevos pecados; y tras esto, en lugar de dejarme, habéisme dado lumbre y conocimiento de la misma enfermedad, para que conociéndola vuelva sobre mí y vea los impedimentos que por mi parte he puesto a lo que habéis obrado, y la diligencia que habéis hecho en llegaros a mí y la que yo he hecho en apartarme de Vos; por donde veo que no sé sino condenarme y Vos no queréis sino salvarme; por lo cual, visto el daño que me hago y el bien que me hacéis, seré muy ciego y perdido si no me aparto del todo de mí por darme todo a Vos, pues yo soy causa de mi muerte y Vos de mi vida. Y haciendo mi propia voluntad, es justo que todas vuestras criaturas me persigan y no me dejen vivir, y haciendo la vuestra, todas ellas me serán sabrosas, porque todas obedecen a quien yo quería obedecer hasta la muerte.

     ¡Oh, bien infinito y único refugio de los pecadores! apiadaos de éste, redemido por vuestra sangre bendita. Mirad, Señor, que por mi flaqueza no basta haberme Mamado y tocado con vuestra mano, sino que no habéis de cesar, inspirándome y haciéndome cumplir vuestra santa voluntad, porque de otra manera, si calláis en mí, seré semejante a los que descienden en el lago, y en el punto que me dejáredes me perderé; sino que conozca yo lo que os debo cuando me inspiráis, y la diligencia que debo poner en cumplir lo que mandáis, porque en esto especialmente me pierdo, que vuestras santas inspiraciones, o las dejo, o las hago con tanta remisión y tibieza, como si no fuese justo obedecerlas en el mismo punto. Conozco yo, Señor, la misericordia que hacéis en mandarme, y el amor con que lo mandáis y la obediencia y cuidado que debo de poner en el cumplimiento de ello. Porque si los mandamientos que envían los reyes de la tierra son tan obedecidos y se precian y se honran tanto los hombres en ejecutarlos, cuánto más han de ser obedecidos los vuestros, y en cuánto, más han de ser tenidos, siendo del Rey de los reyes y del Señor de los señores. Conozca yo que me hacéis vuestro ángel y vuestro ministro cuando me inspiráis, y conozca quién lo manda, que es el Criador, y conozca a quién se manda, que es la criatura, el polvo y la ceniza, y para qué se manda que es la santificación de vuestro santo nombre, a quien se debe la gloria y honra; y entienda yo que, si con humildad y diligencia lo cumplo, me daréis en el cielo el oficio de los ángeles.

     ¡Oh, Padre eterno! veo que no merezco lo que suplico, mas si miráis por quién lo suplico, que es vuestro unigénito Hijo y lo que Él mereció y lo que pagó por mí por su preciosa sangre, será oída mí suplicación, y por la promesa que nos hizo aquella sagrada noche de la última cena, cuando nos dijo que todo lo que os pidiésemos en su nombre se haría. Pues, Señor, justo es que se cumpla su santísima palabra para que cumplamos nosotros vuestra santa voluntad. Aquí por gracia, y en el cielo por gloria. Amen.

PREPARACIÓN PARA LA SAGRADA COMUNIÓN

     Las almas a quien el Señor por su misericordia da gracia de frecuentar la comunión del santo Sacramento del altar deben tres días antes ejercitarse en preparar la posada de su alma de esta manera.

Día primero

     El primer día será el ejercicio suplicando al Padre eterno que por aquella su inmensa caridad con la cual así amó al mundo que le dio su unigénito Hijo, y por aquella con que movió a los santos padres patriarcas y profetas, sus siervos, para que le suplicasen la venida de su amado Hijo, dándoles conocimiento que no tenían otro bien ni tenían otra cosa en qué confiar, y por los aparejos que ellos hicieron y por sus lágrimas y continuos deseos, sea servido de aparejarnos para su venida espiritual en el Sacramento, pues la misma verdad dijo que ninguno podía ir a Él si su Padre no le llevaba. Para esto se comenzará el ejercicio con esta oración por la mañana.

     Excita Domine corda nostra ad praeparandas unigeniti tui vias, ut per eius adventum purificatis tibi mentibus servire mereamur. Qui tecum etc.

     Quien quisiere en romance hacer la suplicación, puede decir de esta manera.

     ¡Oh, eterno Padre, Dios y Señor nuestro! por la inmensa caridad con que nos diste tu dulcísimo Hijo, que con la misma se nos da presente en el Sacramento, te suplico tengas por bien de alimpiar hoy mi alma y mi cuerpo de toda cosa que los ojos de tu Majestad ofenda, para que dignamente pueda recibir tu unigenito Hijo dentro en la pobre posada de mi alma.

     Porque no se olvide el alma en todo el día del ejercicio, sírvase de esta autoridad por despertador. Emitte agnum Domine dominatorem terrae de petra deserti ad montem filiae Sion. Pidiendo gracia del aumento de estos santos deseos, y del aparejo de puridad y limpieza para ser templo del Hijo de Dios.

     Puede también despertar su anima con estas palabras: Quis poterit cogitare diem adventus eius? Et quis stabit ad videndum eum?

     A la tarde iremos a la Reina de los ángeles porque vino en lo último de la ley de Escritura, y de rodillas le suplicaremos nos apareje para la venida de su precioso Hijo, rezando ocho veces el Ave María, ofreciéndolas de esta manera: La primera al deseo que esta Madre de los pecadores tuvo de la venida del Señor y del remedio de natura humana, suplicándole por sus méritos alcancemos fervientes deseos de Dios y del bien de las almas, y con estos nos lleguemos al santo Sacramento. La segunda a la preparación que siempre tuvo su sagrado Corazón para recibir la divina gracia, suplicando nos dé corazón dispuesto y preparado para recibir al Señor. La tercera a la humildad con que recibió el Hijo de Dios cuando de ella tomó carne humana, suplicando que con humildad le recibamos. La cuarta al amor con que le tomó en los brazos cuando de ella nació sin dolor, suplicando con amor le recibamos y abracemos. La quinta al dolor con que le recibió en sus faldas cuando le bajaron de la cruz, suplicando que con dolor de su santa pasión le recibamos. La sexta a la fe de la Resurrección con que le puso en el sepulcro, suplicando que con aumento de fe lo recibamos. La séptima a la preparación que hizo por sí y por la Iglesia para la unidad del Espíritu Santo, suplicando que con aumento de gracia de ese mismo Espíritu le recibamos. La octava a la devoción con que Nuestra Señora recibía el santo Sacramento, suplicando con devoción y gusto le recibamos. La nona al gozo y alegría con que de su precioso Hijo fue recibida el día de su Asunción, suplicando que con alegría espiritual le recibamos.

Día segundo

     El segundo día se empleará suplicando al unigénito Hijo nuestro Dios que por aquella caridad con que fue servido de venir a redimir el mundo vivificándole de la muerte eterna en que estaba condenado, sea servido darnos la vida con su venida, pues entendemos por sus sagradas palabras que no tenemos vida si no comiéremos la carne del Hijo de la Virgen.

     A la mañana será la oración.

     Excita, quaesumus Domine, potentiam tuam et veni, ut ab imminentibus peccatorum nostrorum periculis te mereamur protegente eripi, te liberante salvari. Qui etc.

     Oh dulcísimo Jesús, dame por tu dulce nombre que para recibirte dignamente sea yo hecho conveniente posada para ti y para tu Padre y el Espíritu Santo. Vente hoy a mí para bien mío y venga contigo juntamente tu Padre a morar de asiento en mi alma. He aquí la posada que está ofrecida a entrambos; yo ofrezco mi corazón, y porque está muy desapercibida esta posada, envía, Tú, Señor, a ella con tiempo antes de tu venida el aposentador que es tu Santo Espíritu, para que la apareje, aderece, y atavíe como a tu Majestad conviene, para morar en ella no poco tiempo, sino para siempre.

     En todo este día se entenderá en lavar la posada con la sangre del Señor, meditando los siete derramamientos de ella, y en mirar lo que nos falta para el aderezo de este aposento; y todo se ha de pedir al mismo Huésped y Señor que ha de venir, suplicándole mande proveer nuestra pobreza de la rica cámara de su divino Corazón, en el cual entrará cada alma para tomar de allí lo que hallare que le falta, y esto pedirá humildemente con esta oración que le servirá de despertador.

     O rex gentium et desideratus earum lapisque angularis qui facis utraque unum; veni, salva hominem quem de limo formasti.

     Despertaremos también nuestra alma consolándola con estas palabras: E summis ad nos mittitur laxare gratis debitum; omnes pro indulgentia vocem demus cum lachrymis.

     A la tarde iremos a la Madre de Dios, por cuyas manos se nos dio este pan de vida, y suplicaremos que, pues este sagrado convite se hace en la mesa de la cruz, que por los dolores que pasó al pie de ella nos haga participantes de las pasiones de su Hijo. Diremos cinco veces el Pater noster con el Ave María, suplicándole imprima en nuestros corazones las cinco llagas de su amado Hijo y señor nuestro.

Tercero día

     El tercero día se ejercitará el alma suplicando al Espíritu Santo por aquel amor y caridad con que vino sobre los santos Apóstoles y por el aparejo que ellos hicieron para recibirle, nos apareje para su venida con el fuego de su amor, porque nuestros sentidos y potencias no se empleen sino en amar a quien por sólo amor se dio, y esto pedirá con esta oración.

     La oración de la mañana: Mentes nostras, quaesumus Domine, paracletus qui a te procedit illuminet, et inducat in omnem sicut tuus promisit Filius veritatem. Qui tecum. In unitate eiusdem.

     La oración en romance: ¡Oh amor, o Santo Espíritu! ven presto y entra en mi corazón, para que en él apercibas la posada, cual conviene al Hijo de Dios y a su eterno Padre. ¡Oh dulzura, oh amor, oh buen Espíritu! Si Tú tienes por bien de venir a mí, cierto soy que en la venida de mi Dios y Señor no seré confundido ni afrentado, porque donde quiera que Tú vas, allí viene todo el bien. Yo te suplico, bueno, piadoso y benigno Espíritu, que no me quieras desechar, porque Jesús, Hijo de Dios Padre, del cual Tú procedes como del mismo Padre, no me ha tenido en poco, pues tantas cosas padeció e hizo por mi, y aun el mismo Padre me ha amado tanto, que a su querido Unigénito no perdonó por mi; pues Tú, buen Espíritu, no me quieras menospreciar; ama Tú también este pobrecito, y ten por bien de alimpiar y santificar la posada de mi alma, porque Tú eres el que derramas la caridad en los corazones de los hombres con tu dulce presencia y visitación.

     En este día se trabajará que sean mayores los afectos y deseos, porque se llega el día de la solemnidad. Y como se suelen cerrar las puertas para aderezar más al propósito las casas y aposentos, así cerraremos las puertas y ventanas de los sentidos y potencias, llamando muchas veces a este dulce Huésped con este despertador: Veni Creator Spiritus, mentes tuorum visita, imple superna gratia quae Tu creasti pectora. Despertaremos también nuestra alma con este: Hierusalem, surge et sta in excelso; vide iucunditatem qui veniet tibi a Deo tuo.

     A la tarde iremos a la Esposa del Espíritu Santo y Madre de los pecadores, suplicándole que, por lo que en ella obró el Espíritu Santo, haciéndola templo de la santísima Trinidad, favorezca nuestra pobreza dándonos el encendido amor de su Hijo, por el cual nos tiene Él prometido de hacernos su morada, diciendo que el que le amare guardando sus mandamientos será amado de su Padre, y a él vernán y en él harán su morada». Diremos siete veces el Ave María para alcanzar los siete dones del Espíritu Santo.

 

DESPUÉS DE LA COMUNIÓN, POR NO INCURRIR EN EL PECADO DE INGRATITUD, OCUPARNOS HEMOS OTROS TRES DÍAS EN ACCIÓN DE GRACIAS

Primer día

     El primer día será el ejercicio dar gracias al Padre eterno del beneficio de la creación, renovado en la comunión. Criónos por su bondad a su imagen y semejanza y, por la misma, reforma en la comunión la imagen que estaba afeada y deslustrada por la culpa. Dango gracias de esta inmensa caridad diremos a la mañana estos primeros nueve versos del Benedicite, que convidan a las criaturas celestiales a la alabanza de nuestro Padre, que in caelis est.

     Benedicite omnia opera Domini Domino; laudate et superexaltate eum in saecula. Benedicite angeli Domini. Domino; benedicite caeli Domino. Benedicite aquae omnes quae super caelos sunt Domino; Benedicite omnes virtutes Domini Domino. Benedicite sol et luna Domino, benedicite stellae caeli Domino. Benedicite imber et ros Domino, benedicite omnis spiritus Dei Domino. Benedicite ignis et aestus Domino; benedicite gelu et frigus Domino. Benedicite glacies et nives Domino, benedicite noctes et dies Domino. Benedicite lux et tenebre Domino, benedicite fulgura et nubes Domino.

     Convidaremos a estas criaturas que den gracias por nosotros, en quien hallaremos ha obrado las mismas cosas por el recibimiento del cuerpo santísimo de su Hijo unigénito, haciéndonos de hombres ángeles y de tierra cielo, obrando en nuestras almas las grandes obras del amor, enviando las aguas de las gracias y de las lágrimas, alumbrando con el mismo sol de justicia, haciendo menospreciar la luna de la presente mutabilidad, convirtiendo nuestro hielo y frialdad en el fuego de su amor y caridad, las tinieblas en luz, y quitando en sí el granizo y rayos de nuestros desordenados afectos. Aplicando todos los versos particularmente a los beneficios recibidos en la sacra comunión.

     En el día se continuará el ejercicio, despertándose el alma para dar gracias con la misma alabanza y despertador, diciendo: Benedicimus Deum caeli et coram omnibus viventibus confitebimur ei, quia fecit nobiscum misericordiam suam. A sí misma despertará con estas palabras: Benedic anima mea Domino, et omnia quae intra me sunt nomini sancto eius. Qui propitiatur omnibus iniquitatibus tuis, qui sanat omnes infirmitates tuas.

     A la tarde iremos a la Reina nuestra e Hija de Dios Padre, rezaremos tres Ave Marías, dándole gracias de la preparación con que se aparejó para que en ella se obrase el gran misterio de la santa encarnación, por cuyo medio nos ha sido dado este pan de vida para nuestro remedio. Este beneficio es muy grande, porque esta carne que comemos y esta sangre que bebemos es de María virgen, y si alguna preparación habemos hecho para recibirla, o si perdón habemos alcanzado de nuestras maldades, por su gloriosa intercesión ha sido hecho; de todo le debemos dar gracias.

Día segundo

     El segundo día de mañana se empleará en dar gracias al Hijo de Dios y Señor nuestro del beneficio de la redención, cuyo memorial es el santo Sacramento. Acordársele hoy a la tierra que Dios por su inmensa caridad ha unido consigo la tierra, tomando carne humana, y diga: Benedicat terra Dominum, laudet et superexaltet eum in saecula. Y piense que con ésta subió al monte Calvario, para que en la tierra de nuestra alma hubiese germinancia que osase bendecir a Dios, porque ella de suyo no puede producir sino las espinas y abrojos que heredó con la maldición de su padre Adán. Bendigan las fuentes de lágrimas que se hallan en esta divina tierra, los ríos de sangre y los mares de dolores. Asimismo, que es el Señor y las ballenas de los grandes santos y los peces de los justos que viven y se mueven por solas estas aguas y en ellas. Y las aves contemplativas que en el cielo de su divino corazón hacen nido, y los animales pecadores que en los pies hallan remisión, y los hijos de los hombres que por sus llagadas manos son levantados y hechos hijos del Hombre y Dios (bendigan todos al Señor) por el alma, en quien por la comunión se han renovado todas estas obras, por nuevas gracias concedidas con nuevos modos, a nosotros (porque no lo merecemos) ignotos. Haciendo gracias de todo esto, dirá estos versos. Benedicat terra Dominum, laudet et superexaltet eum in saecula. Benedicite montes et colles Domino, benedicite universa germinantia in terra Domino. Benedicite fontes Domino, benedicite maria et flumina Domino. Benedicite cete et omnia quae moventur in aquis Domino, benedicite omnes volucres caeli Domino. Benedicite ommes bestiae et pecora Domino, benedicite filii hominum Domino.

     En el día, el despertador de la alabanza será el mismo «benedicimus Deum caeli», etc. El despertador del alma es éste: Benedic anima mea Domino, et noli oblivisci omnes retributiones eius. Qui redimit de interitu vitam tuam, qui coronat te in misericordia et miserationibus.

     A la tarde iremos a la Reina y Señora nuestra, Madre de Dios, rezaremos las tres Ave Marías dándole gracias que con su leche y trabajos mantuvo este pan nuestro celestial, para que en la mesa de la cruz por nosotros fuese como pan de proposición ofrecido, y en la mesa del altar para remedio y alivio de nuestra soledad consagrado y reservado. De esto y de las gracias que en la comunión por su intercesión habemos recibido, daremos gracias.

Día tercero

     El tercero día se ejercitará el ánima en dar gracias del beneficio de la adopción y regeneración, renovado en la comunión. Es éste el pan de los hijos que no se ha de dar a los canes que tornan al vómito de los pecados. Es el pan que, comiéndolo, se aumenta en nosotros aquel espíritu de adopción in quo clamamus: Abba, Pater. Es la fuente donde renuevan las almas como él águila la juventud y hermosura bautismal, donde reciben aumento la fe y las otras virtudes que allí nos fueron infusas, que nos hacen ser otro Israel. Y por esto, el ejercicio de hoy será: Benedicat Israël Dominum etc. Con esta hostia y sacrificio ofrecemos como sacerdotes nuestras almas y corazones. Por éste somos hechos de aquellos siervos a quien es dicho por su Señor. Euge, et intra in gaudium Domini tui. Este gozo del Señor es dársenos en el Sacramento, porque delitiae eius sunt esse cum filiis hominum. Por este Sacramento somos hechos verdaderos oradores adorando en espíritu y verdad, y más un espíritu con Dios, por unión de amor y caridad. Bendigan, pues, los espíritus y las ánimas de los justos, hechas sillas de la sabiduría por la comunión. Y los santos, recibiendo el que es nuestra justicia y santidad (al Señor), bendigan los humildes de corazón a la Majestad que tan humilde viene al ingrato pecador. Bendigan nuestras tres potencias como los tres mozos al Señor, porque ha bajado como el ángel a ellos con el rocío de sus gracias para que sean libradas. El entendimiento de la ignorancia y error, la memoria de la ingratitud y olvido, la voluntad de la frialdad y malicia. Acábese el ejercicio con bendecir al Padre, Hijo y Espíritu Santo etc. Los versos: Benedicat Israël Dominum, laudet et superexaltet eum in saecula. Benedicite sacerdotes Domini Domina, benedicite semi Domini Domino. Benedicite spiritus et anime iustorum Domino, benedicite sancti et humiles corde Domino. Benedicite Anania, Azaria, Misaël Domino, laudate et superexaltate eum in saecula. Benedicamus Patrem et Filium cum Sancto Spiritu, laudemus et superexaltemus eum in saecula. Benedictus es, Domine, in firmamento caeli, laudabilis et gloriosus et superexaltatus in saecula. En el día, el despertador del alabanza será el mismo benedicimus Deum caeli etc. El del alma es éste: Benedicite Domino omnia opera eius in omni loco dominationis eius; benedic anima mea Domino, qui replet in bonis desiderium tuum, renovabitur ut aquilae iuventus tua.

     A la tarde iremos a la Reina de misericordia y Esposa del Espíritu Santo, rezaremos las tres Ave Marías, dándole gracias que por su gran caridad ofreció por nuestro rescate en la cruz este su precioso Hijo y gran tesoro, y si cualquier cautivo no deja de ser muy obligado a quien ayuda con algún dinero a su rescate, cuánto más somos deudores a esta Madre de misericordia, que dio por nosotros y por nuestra libertad su carne y su sangre, su amor y su vida, único bien y descanso. De esto y del esfuerzo preservativo para guardarnos de pecar, que por su intercesión nos es dado en la comunión, daremos gracias, y éstas sean dadas por la corte celestial a la santísima Trinidad por las misericordias que hace a todas sus criaturas. Amen.

Tratado quinto

Llamado «Ejercicio espiritual repartido por todos los días de la semana»

PRÓLOGO

     Por no ser de aquellos que reciben en vano su ánima, conviene considerar dos cosas a menudo, es a saber lo que Dios hace con nosotros y lo que nosotros hacemos con Él. Porque, hablando nuestro corazón en la consideración de ellas, entremos en nosotros, y conociendo lo nada que somos y lo mucho que recibimos del Señor, le amemos con todas nuestras potencias y sentidos en esta vida, para que después le gocemos en la eterna. Este ejercicio se repartirá en siete partes, para los siete días de la semana, con una breve oración para el fin del ejercicio. También tendrá un despertador, para tratar aquel día con su ánima la materia del ejercicio. El provecho del cual, el que lo continuare lo sentirá. Porque, así como se escalienta el que llega al fuego, así queda encendido el que se allega al fuego del divino amor por oración o meditación. Despierta, pues, alma devota, pues te dan por lección lo que tienen por oficio los serafines, que es amar sin cesar. El Señor nos lo deje alcanzar. Amen.

Preparación antes del ejercicio

     Examinar la conciencia por la confesión mental, trabajando de tener dolor de sus pecados y proponiendo de confesarlos. Dirá un Pater noster y una Ave María por satisfacción, suplicando a Jesucristo, nuestro Señor, disponga su ánima dándole la lumbre de su conocimiento y el fuego de su amor y que, desconfiando el alma de sus propias fuerzas, confíe sólo en la bondad de Dios y en que al Redentor le fue presente esa su necesidad y rogó por ella al Padre eterno; y así pedirá la gracia para la oración diciendo: «Quia non possumus cogitare aliquid ex nobis, tanquam ex nobis, sed sufficientia nostra ex Deo est»: Veni, Creator Spiritus, mentes tuorum visita, imple superna gratia quae tu creasti pectora.

 

LUNES

     Lo que hizo Dios con nosotros. Considerar cómo antes que fuese era nada, y cómo me crió y dio el ser.

Lo que hacemos con Él.

     Cómo me volví en nada por el pecado. perdiendo el ser de gracia que tenía, de manera que lo que formaron sus manos destruí en las mías.

     Lo que hizo con nosotros.

     Cómo me crió a su imagen y semejanza.

     Lo que hacemos con Él.

     Cómo borré su imagen y semejanza, y por cuán viles cosas destruí una c asa tan admirable.

     Lo que hizo con nosotros.

     Cómo, por haberme criado, lo que quiere de mí es darse a mí.

     Lo que hacemos con Él.

     Cómo siendo tan bueno para mí, lo que quiere de mí, lo que yo he querido de mí ha sido no quererle y apartarme de él, como si pudiera vivir sin Él.

Consideración

     Considera ahora, tras esto, cómo sabiendo quién yo había de ser, quiso hacerse hombre para satisfacer los pecados. Y acabaré meditando este misterio de la Encarnación, haciendo gracias por este beneficio.

Oración

     ¡Oh Señor y Criador del cielo y de la tierra! Conozca ya vuestra criatura lo que hacéis con ella por vuestra bondad y lo que ella hace en sí por su maldad, para que viendo cómo deshace lo que en ella hacéis y cómo borra lo que en ella pintáis, se tenga por destruidora de sí misma y de vuestras obras, y por tal se conozca y le persiga hasta que merezca ser atada por vuestra misericordia para el mal obrar, y de esta manera alcance que vos obréis en ella. Y pues vos decís, Señor, que vuestro Padre eterno de cada día obra, y que Vos siempre obráis, obren en mí Señor vuestras manos, y la mano del pecador no me mueva, para que os alaben vuestras obras y sean alabadas de los ángeles en la corte celestial. Amen.

Despertador

     Perditio tua Israël ex te est, auxilíum autem tuum ex me. Que quiere decir: Tu perdición, Israel, de ti es, mas el socorro y ayuda de mí te viene.

 

MARTES

     Lo que Dios hizo con nosotros.

     Cómo me crió de tierra para que, conociéndome polvo y ceniza, me tuviese en lo que soy, y así, como necesitado, le pidiese siempre misericordia.

     Lo que hacemos con Él.

     Cómo abusé de este beneficio no queriendo poner los ojos en mi miseria, viviendo como si no hubiera de morir, apartando de mi memoria mi flaqueza, habiendo de salir mi bien de la memoria de ella.

     Lo que hizo con nosotros.

     Lo que hay en mi cabeza y lo que sale de mis ojos, las narices, de la boca; cómo el estómago es una laguna podrida, considerando la amargura de la hiel y la corrupción, y de las otras partes del cuerpo, para tenerlo en lo que es, espantándome de lo que soy.

     Lo que hacemos con Él.

     Cómo he puesto a mi cabeza almohadas blandas, cómo he regalado esta hediondez, qué solicitud he puesto en ello, qué tiempo tan mal empleado ha sido, el fruto que he sacado ¿qué fue sino ser despensero de los gusanos?

     Lo que hizo con nosotros.

     En lo que me tengo de volver a la hora de la muerte, cómo se ha de corromper el cuerpo en mal olor, cómo ha de ser dejado de todos, y cómo todo esto hizo el Señor porque no pusiese el amor en cosa tan vil y tan caduca.

     Lo que hacemos con Él.

     Cómo he sido injusto en tratar mal el ánima, que es tan hermosa, por tratar bien este cuerpo, que es tan hediondo; cómo lo tengo de sentir a la hora de la muerte, cómo lo hice mal en poner el amor en el cuerpo, siendo mortal, dejando de ponerle en el ánima, que es inmortal.

Consideración

     Considerar cómo siendo tan miserable nuestro cuerpo humano, quiso vestirse de él y nacer para padecer; y acabar meditando este misterio de la Natividad, haciendo gracias por este beneficio.

Oración

     Señor ¿quién es el hombre para ponerle en tu corazón? ¿qué hallaste en él para engrandecerle? Pues él no conoció tus beneficios por no conocer su miseria, conozca ya sus maleficios por olvidarse de ella; entienda que dejo de entender por estar puesto en honra. Por lo cual te suplico, clementísimo Señor, me hagas decir a la corrupción que ella es mi padre, y a los gusanos que son mi madre y hermanos, para que entienda que no tengo a quién pedir ni de quién esperar sino de ti solo, que eres el verdadero bien del cielo y de la tierra, en cuyas manos me pongo como obra de tus manos. No la menosprecies, Señor, porque ya que mi padre y mi madre me dejaron,' pueda decir que tú, Señor, me recibiste. A quien se debe gloria in saecula saeculorum. Amen.

Despertador

     Quasi putredo consumendus sum et quasi vestimentum quod comeditur a tinea. Que quiere decir: Yo soy el que me tengo de consumir como una cosa podrida, así como el vestido se come de la polilla.

 

MIÉRCOLES

     Lo que Dios hizo con nosotros.

     Considerar con qué amor puso las tres potencias en mi ánima, cómo me dio la memoria para que, acordándome de sus beneficios, le amase y pensando en su bondad me deleitase.

     Lo que hacemos con Él.

     En qué tengo empleada mi memoria, cuán olvidada está de los beneficios recibidos, cómo me deberían de confundir las cosas que guardo en ella, cómo muero por poner cosas que después me matan.

     Lo que hizo con nosotros.

     Cómo puso lumbre en el entendimiento para que, conociendo la verdad, anduviese en claridad, y contemplase siempre el piélago de las misericordias de Dios.

     Lo que hacemos con Él.

     Cómo he cegado el entendimiento por la falta del conocimiento, siendo rebelde a la divina lumbre, cómo puedo decir con David: mis maldades me cercaron y quitaron la vista.

     Lo que hizo con nosotros.

     Cómo dio el gusto a la voluntad para la dulcedumbre del divino amor, dándomele en esta vida por arras para la eterna, para que por la liberalidad del albedrío, con los méritos de la sangre de Cristo, amando a Dios, fuese Dios por participación.

     Lo que hacemos con Él.

     Cómo he cautivado mi voluntad en cosas que me dan pena y tormento, cómo perdí mi libertad, cuán poco me dieron por ella. ¿Qué perdí y qué cobré? perdí la vida y cobré la muerte; dejé de ser Dios por participación, por ser cautivo del demonio.

Consideración

     Considerar que en pago de no circuncidar yo mis potencias, quiso el Señor ser circuncidado, derramando su sangre por mí en tan tierna edad, y meditando este misterio, acabar.

Oración

     ¿Qué halló, Señor, mi memoria en lo transitorio para ponerlo en vuestro lugar? ¿Qué pudo mi entendimiento descubrir en la tierra sin Vos, que fuese digno de ser entendido? ¿Qué pudo mi voluntad amar que fuese digno de ser amado? Pues no es amor sino dolor todo lo que se ama sin Vos. Y pues por no emplear mi voluntad las fuerzas del amor en Vos he cegado el entendimiento y destruido la memoria, sed servido, Señor, por quien Vos sois, de poner amargura en todas las cosas que amo sin Vos, para que de esta manera las venga a aborrecer y comience a amar al que se me dio por amor. Amen.

Despertador

     Retribuebant mihi mala pro bonis, et odium pro dilectione. Que quiere decir: Volvíanme males por bienes y aborrecimiento por amor.

 

JUEVES

     Lo que hizo Dios con nosotros.

     Cómo me dio los ojos para que, mirando la hermosura de las criaturas y sacando el amor con que me las dio, le amase con gran amor continuamente en todo lo que mirase.

     Lo que hacemos con Él.

     Cómo por los ojos di entrada a sus enemigos, y abusando de la hermosura de las criaturas me volví un basilisco contra mi ánima y contra mí prójimo, soltando la lengua a la concupiscencia.

     Lo que hizo con nosotros.

     Cómo me dio los oídos para que se enterneciese mi ánima con la dulzura del esposo.

     Lo que hacemos con Él.

     Cómo me volví serpiente poniendo la cola en el oído por no oír las santas inspiraciones y cómo abrí mis oídos a las murmuraciones.

     Lo que hizo con nosotros.

     Cómo me dio el sentido del oler para alabarle en suavidad de las flores, para que ellas me moviesen tras el olor de sus ungüentos.

     Lo que hacemos con Él.

     Cómo la suavidad de las flores me inclinó a deleites terrenales, diciendo con los pecadores: coronémonos de rosas antes que se sequen, por lo cual perdí el rastro de las pisadas de mi Criador, y cuán perdido anduve por la hediondez.

     Lo que hizo con nosotros.

     Cómo me dio diversidad y suavidad en el gusto de los manjares para que en todo conociese su amor y espiritualmente gustase cuán suave es el Señor.

     Lo que hacemos con Él.

     Cómo por la gula me hice un dragón, convirtiendo en mi daño este beneficio, por lo cual perdí el verdadero gusto espiritual, sabiéndome a la miel la hiel de los pecados.

     Lo que hizo con nosotros.

     Cómo me dio las manos para que hiciese obras que fuesen alegría y gozo de los ángeles, y para que me acompañasen y siguiesen en la muerte, y no me dejasen hasta la bienaventuranza.

     Lo que hacemos con Él.

     Cómo se hicieron mis manos fieras y bestiales por las olas del pecado, cómo no sólo han dejado de dar gozo a los ángeles, mas antes han sido de dolor y pena de los justos; cómo son tales que temo su compañía, y cómo ellas son las que me condenan.

Consideración

     Considerar que en pago de lo que pequé con mis sentidos, fue el Señor a hacer la satisfacción al desierto, ayunando por mi gula; y acabaré con este misterio.

Oración

     Señor ¿qué diré de mis ojos, pues habiendo de ser unos fuelles para encender el fuego de vuestro amor por la vista de las criaturas, los he hecho fuelles del fuego infernal por mis desordenados afectos? ¿Qué diré de la sordez de mis oídos a las voces de los afligidos? ¿Cómo consideraré para lo que me fue dada la lengua y lo que hago con ella? ¿Cómo contaré lo que he tenido por gusto? ¿Qué diré de las obras de mis manos, qué responderé, como sea yo el que lo he hecho? No hallo a quien volverme, porque, aunque supe yo solo caer, no sé ni puedo solo levantarme; mis amigos me han engañado y dejado, por lo cual los sentidos de mi corazón se han turbado en mí. Pues, mirad, Señor, único refugio mío, mi aflicción, y remediad por vuestra bondad esta miseria, ordenando mis sentidos a vuestra gloria, para la cual fueron criados. Amen.

Despertador

     Ascendit mors per fenestras, no ambuletis sicut gentes in vanitate sensus. Que quiere decir: Subió la muerte por las ventanas, no andéis, pues, como los gentiles en la vanidad del sentido.

 

VIERNES

     Lo que hizo con nosotros.

     Cómo estando en el pecado no me quitó el servicio de las criaturas, cómo me daba la vida y las fuerzas, empleándolas en sus ofensas.

     Lo que hacemos con Él.

     Cómo no sólo dejaba de conocer que era indigno del servicio de las criaturas, mas aun me quejaba, si en algo me faltaban; cómo no deseaba la vida y las fuerzas sino para cumplir con mi voluntad; cómo no me maravillaba que la tierra me sustentase.

     Lo que hizo con nosotros

     Cómo me guardaba de los enemigos visibles e invisibles, poniéndome señal, como a Caín, para que los demonios no hiciesen la venganza en mí.

     Lo que hacemos con Él.

     Cómo en lugar de huir de mis enemigos, los buscaba y me daba a ellos por el pecado; aunque ellos no me querían sino para matarme; cómo me tenía por seguro estando en su compañía y me tenía por vivo estando muerto.

     Lo que hizo con nosotros.

     Cómo me amonestaba por amigos, enseñaba por predicadores, inspiraba por los ángeles, persuadía viendo morir a los otros, cuasi rogando lo que yo no merecía alcanzar, aunque lo pidiera.

     Lo que hacemos con Él.

     Cómo cerraba las puertas a los consejos de los amigos, los oídos a los sermones e inspiraciones, los ojos a la memoria de la muerte, y todo esto por servir a un rey tirano que no. puede ni quiere sino dar pena, dejando, al Rey piadoso celestial, que la recibió grandísima por librarme de ella.

Consideración

     Considerar que, por sacarme de la muerte del pecado, tomó la muerte de la cruz. Acabará con este misterio.

Oración

     ¿Qué hallé, Señor, en Vos, para perseguiros? Y ¿qué hallé en mí para amarme? ¿Qué esperábades Vos de mí para sufrirme, y qué esperaba yo de mí para hacer lo que hacía contra Vos? ¡Oh, cómo es infinita la muchedumbre de vuestras misericordias! Muévanme ellas, Señor, a vuestro amor, persuádanme a vuestro servicio, incítenme a vuestras alabanzas, de manera que todo sea vuestro por gracia corno lo soy por creación. Amen.

Despertador

     Quid est quod debui ultra facere vieneae meae, et non feci ei? An quod expectavi ut faceret uvas et fecit labruscas? Que quiere decir: ¿Qué más hubiera de hacer a mi viña de lo que hice? ¿Por ventura porque esperé que hiciese uvas e hizo rebuscos?

 

SÁBADO

     Lo que hubiera de hacer Dios conmigo.

     Cómo fuera justo condenar a mi memoria, por el olvido de Dios, a que se acordara siempre en el infierno que por ello había de penar eternalmente; cómo mereciera el entendimiento la pena, conociendo entonces los remedios que tenía acá para librarse de ella; qué dolor fuera para la voluntad, no pudiendo acá mortificarse en parte, verse allá matar en todo.

     Lo que hubiera de hacer con Él.

     Cómo debiera de quedar con temor mi memoria de no caer en olvido de Dios, y el entendimiento muy despierto en cosas de su servicio, y mi voluntad muy ardiente en su amor; y cómo, en lugar de remediarlo, me pongo de nuevo en el infierno con nuevos pecados.

     Lo que hubiera de hacer conmigo.

     Qué espanto fuera para mis ojos las tinieblas y visiones de los demonios, qué afición para los oídos los gemidos de los dañados, qué abominaciones para las narices la hediondez infernal, qué amargura para el gusto el cáliz de los tormentos, qué crueldad para mis manos el tocamiento del fuego eterno.

     Lo que hubiera de hacer con Él.

     Cómo me tiene, por la conservación de la gracia, que no caiga en el pecado, y de ahí en el infierno, librándome cada momento. Cuántas veces le debo esta salida de la pena eterna, cómo cada vez me daba de nuevo a mí mismo.

     Lo que hubiera de hacer con Él.

     Cómo hago diligencias por desasirme y soltarme para caer. Cómo no basta contar mi memoria las veces que he recibido este beneficio, y cómo me vuelvo yo a dar de nuevo a sus enemigos.

Consideración

     Considerar cómo para librar a los santos padres del limbo abajó a los infiernos, dejando su santísimo cuerpo en la cruz, quedando al pie de ella su bendita Madre. Acabar meditando este misterio.

Oración

     ¡Oh, cómo puedo, Señor, decir que mi ánima está llena de males y mi vida se llegó al infierno! ¡ Oh, qué de veces me habéis vuelto de las puertas de la muerte, y cuántas me he vuelto yo a ellas! y, pues yo no ando sino tras darme la muerte y Vos tras darme la vida, sed servido, Señor, que me conozca para guardarme de mí y os conozca para darme a Vos, pues me criastes y librastes por sola vuestra clemencia. Amen.

Despertador

     Nisi quia Dominus adiuvit me, paulo, minus habitasset in inferno anima mea. Que quiere decir: Si el Señor no me ayudara, poco menos del infierno estuviera mi ánima.

 

DOMINGO

     Lo que hizo con nosotros.

     Cómo está con nosotros, en cuya virtud vivimos, nos meneamos y somos; cómo nos guarda cuando dormirnos y en ningún tiempo nos deja.

     Lo que hice con Él.

     Cómo me había de mover esto a tener mucho acatamiento a su divina presencia, y no menos amor, siquiera por la vecindad y por la compañía; y como, haciendo esto con mí, allí mismo traté yo muchas abominaciones y traiciones.

     Lo que hizo con nosotros.

     Cómo viéndolo Él todo, allí mismo trata del remedio para el daño que me hago.

     Lo que hacemos con Él.

     Cómo yo no tomo el remedio, antes busco salidas a ello, porfiando con mal.

     Lo que hizo con nosotros.

     Cómo, tras esto, lo va disponiendo suavemente, aguardando la sazón por mi parte para plantar las virtudes.

     Lo que hacemos con Él.

     Cómo después de plantadas con tanta bondad y paciencia, en un punto las arranqué todas.

     Lo que hizo con nosotros.

     Cómo para que no las arranque otra vez, las conserva con la confusión y humildad, para que sean perfectas y duren en el alma.

     Lo que hacemos con Él.

     Cómo, ya que no las arranqué por su sola misericordia, o las dejo sacar o las combato con mis afectos. De manera que debo de espantarme cuando me veo con ellas, según lo que hago contra ellas.

     Lo que hizo con nosotros.

     Cómo, estando en la gracia, se está dando a mí por amor, y para la conservación de la caridad se dejó en el Sacramento del altar. Cómo en todo se me quiere dar, y no queriendo de mí sino que le reciba.

     Lo que hacemos con Él.

Cómo dejé de tener atención a esto, recibiendo otras cosas que me impiden; cómo soy ingrato al pan de los ángeles que me da, de manera que no hago sino impedir al bien que me hizo.

Consideración

     Considerar cómo resucitó, y lo que debemos al Padre eterno por haber glorificado aquellas llagas que nosotros hicimos; cómo está con gloria asentado a la diestra del Padre, cómo le glorifican nuestras obras, y cómo habemos de temer su juicio cuando son malas, y cuánto nos cumple tenerle siempre presente, y acabar con esto.

Oración

     ¡Oh Alteza de infinita sabiduría! en la mar son vuestros caminos y vuestras sendas en las muchas aguas, por lo cual vuestras pisadas no se comprenden ni conocen. ¡Oh, cómo me debría, Señor, de maravillar, cuando me veo con un buen deseo, y mucho más si le comienzo a poner en obra, y cuánto me debría de espantar si le veo efectuado, considerando cómo sembráis en la tierra tan seca, y cómo sacáis fruto de tierra tan inútil! ¡Oh, si conociese, Señor, cómo echo a perder la simiente que en el alma sembráis y cuando comienza a salir, cómo la destruyo pisándola, y cuando está para cogerse, cómo la arranco; cierto que en todo quedaría humillado, sacando gran confusión para mí en las buenas obras que en mí veo! Pues, Señor, dádmelo ya a conocer por vuestra bondad, para que de ello salga la santificación de vuestro santo nombre, in saecula saeculorum. Amen.

Despertador

     In me eras et ego non te cognoscebam; sero te cognovi, bonitas infinita, sero te cognovi. Que quiere decir: En mí estabas y yo no te conocía. Tarde te conocí Bondad infinita tarde te conocí.

Tratado sexto

Sobre el cántico de los tres muchachos

ARGUMENTO EN EL SEXTO TRATADO, QUE ES SOBRE EL CÁNTICO DE LOS TRES MUCHACHOS HEBREOS, CUYO PRINCIPIO ES: «BENDIGAN TODAS LAS OBRAS DEL SEÑOR AL SEÑOR»

     

Con gran causa alabamos al Señor por haber criado el cielo con sus planetas y la tierra con la mar. Mas no con menos razón le alabará el hombre, que es un mundo abreviado, por todo lo que está dentro de ánima, en la cual, si bien se busca, se hallarán espiritualmente encerrados los efectos de estas criaturas. Y por cuanto las criaturas exteriores, por ser más visibles, ya traen consigo gran prontitud para bendecir al Señor, en la exposición de este Cántico buscaremos espiritualmente estas alabanzas en lo interior del alma donde no serán menos agradables a Dios, aunque serán más dificultosas de hallar por la diversidad de las criaturas; porque hallar en una alma días y noches, y luz y tinieblas, cielo y tierra, no es de pequeña consideración, ni será de poco efecto con la gracia del Señor, para movernos a mayor gloria y alabanza suya.

Benedicite omnia opera Domini Domino

     Si tus fuerzas no bastan, alma mía, para bendecir al Señor por una sola obra de las que ha obrado su misericordia, ¿cómo piensas ala arle por todas sus obras, las cuales, por ser tan exelentes e innumerables, en el mundo creo no cabrían los libros que de ellas se escribiesen? Porque a obras infinitas, infinitas alabanzas se deben. Pues ¿qué harás, alma mía, siendo las obras tan grandes y tus fuerzas tan pequeñas? Comenzarás a alabar a tu Dios en cinco obras especialmente, pues el bendecir en todas ellas excede tu entendimiento. La primera es por la creación, considerando todo lo criado con tanta perfección y hermosura, y todo para ti, y lo que más es, ser tú criada a su semejanza. La segunda por la redención, por la cual no sólo quiso darte a ti mismo, criándote de nada, mas aun quiso darse a sí mismo por ti. La tercera por la reconciliación, porque todo esto te aprovechara poco, aunque su divina Majestad quedara dignísima de alabanza, si después de haber caído por el pecado en los lazos del demonio, no te volvieren a soltar dándote su ayuda, preveniendo con santas inspiraciones y después levantándote con maravillosos efectos. Pues, considerando las veces que el Señor ha obrado esto en ti y lo obra en los pecadores, comienza el Cántico diciendo: Bendecid todas las obras al Señor, loadle y ensalzadle en los siglos, porque verdaderamente está cierto en el salmo que son sus obras magníficas y sus pensamientos muy profundos. La cuarta es por el amor que tiene y dio al alma, con el cual la hace cuasi impasible, como se ve en los que le han tenido el verdadero amor que con él han pasado el frío, la lumbre, los trabajos, los tormentos y la muerte, no sólo sin pesadumbre, mas con gran suavidad y deseo de padecer más. La quinta es por los santos deseos que infunde en el alma, con los cuales, aunque muchas veces no se efectúan, las hace merecedoras de coronas de martirio sin haber pasado el cuchillo material; tanta es la fuerza que tiene el cuchillo del santo deseo delante el divino acatamiento. Pues ¿quién podrá ni sabrá decir las alabanzas del Señor, y más en esta tierra ajena y de los miserables desterrados, pues son tan benditas sus obras que recibe y acepta el deseo como la misma obra?

Benedicite angeli Domini Domino

     Los ángeles en el alma son las potencias, porque ellas son las partes superiores y más puras para la divina alabanza. En las cuales está la semejanza de la santísima Trinidad. Pues, alabe la memoria, alma mía, a su Dios, porque, si alguna cosa hay que con verdad deleite es la continua memoria de Dios, conforme al salmo que dice: no quiso consolación mi ánima y acordéme de Dios y deleitéme. Alábele el entendimiento buscando las cosas celestiales y dejando las terrestres, de manera que esté nuestra vida escondida con Cristo en la gloria. Alábele la voluntad de todo corazón y con todas sus fuerzas, que para esto fue ella criada, para buscarle amándole y hallándole gozarle. Todas las veces que se emplearán tus potencias en su alabanza, como deben, serás tú, alma mía, un ángel de Dios. Mas mira y teme que, si de tu Dios te apartas cayendo por el pecado, pierdes el nombre de ángel bueno y te pasas a la compañía de Lucifer. El cual nunca volverá a cobrar la alabanza del Señor. Mas tú, alma mía, mientras vivieres en esta carne puédesla volver a cobrar por la sangre del Cordero sin mancilla, y lo que no hizo con los ángeles, quiso hacer con los hombres. ¡Oh, cuán justo sería convidarlos a todos para que te ayudasen a bendecir al Señor por esta obra tan maravillosa, por la cual se le deben infinitas gracias!

Benedicite caeli Domino

     ¿Quién diremos que son los cielos en el alma o en este mundo abreviado, corno arriba se dijo, sino las misericordias del Señor? Porque, así como el cielo por todas partes rodea y cubre la tierra, así la misericordia del Señor cubre al alma, según está escrito que de su misericordia está llena la tierra; por donde, así como el Señor extendió sus cielos como la piel, así extiende sus misericordias en nuestras almas, que están rodeadas de nuestras pellejas; y así como alegra y ensancha el corazón el poner los ojos en el cielo, así esfuerza y consuela la memoria de las misericordias del Señor.

Benedicite aquae omnes que super caelos sunt Domino.

     Aunque hay muchas aguas sobre la tierra, no todas están sobre los cielos ni suben sino las lágrimas de los justos, derretidas con el fuego del amor de Dios; con éstas hacen fiesta los ángeles, de éstos está escrito: pusiste mis lágrimas delante tu acatamiento. Y por cuanto hay otras lágrimas que se lloran con alguna sensualidad y por cosas transitorias, las cuales no sólo suben, mas antes se bajan derechas al infierno, alabarás, alma mía, por estas aguas con que el Señor mantiene a los justos, con las cuales les hace menospreciar todas las cosas por lo que suelen llorar los pecadores. Y son de tan gran consolación por el fruto que de ellas esperan sacar en el cielo, cuando el Señor a la entrada dél enjugará sus lagrimas, como se escribe en el Apocalipsi, que con ellas se descansan, con ellas comen y duermen, y con ellas suben sus espíritus al cielo, bendiciendo al Señor por estas aguas que están sobre los cielos.

Benedicite omnes virtutes Domini Domino

     Grande y maravillosa cosa fue la criación de los cielos con estas aguas, mas no es de menos consideración la virtud que el Señor les dio para sus movimientos, y la orden que en ellos tienen; y así en el alma, espiritualmente hablando, se le deben al Señor infinitas alabanzas por la virtud que le da, moviéndolo con afectos de amor; y así como en lo exterior, no sólo nos dio los cielos, mas también les dio virtud para sus movimientos, así también en lo interior del alma, no solamente le dio estas aguas sobre los cielos, mas aun las movió para pedirlas y desearlas; mas para tener esto en lo que se debe, hallarás, alma mía, que no sanaban las aguas de la piscina a los enfermos sino cuando el ángel las movía; 8 y así no sanan a las almas las aguas de las lágrimas, sino cuando son movidas por el Espíritu Santo.

Benedicite sol et luna Domino, benedicite stellae caeli Domino

     Tres maneras de claridad se hallan en este verso: la del sol, la de la luna y la de las estrellas; todas son dignísimas de alabanza. Por la del sol entenderás, alma mía, la claridad y resplandor que el sol de justicia, Jesucristo nuestro Señor, te dio, naciendo y muriendo por ti, por lo cual, estando ciega, alcanzaste la luz del conocimiento de Dios. Por la de la luna se entiende la claridad que los santos te dejaron con su ejemplo y santidad, caminando en la noche y tinieblas de este siglo; y así como en la luna es diferente la claridad en ser más o menos, así en los santos; porque en la Madre de Dios hallarás la luna llena en la plenitud y grandeza de las virtudes, y después en los otros, según el Señor fue servido de comunicárselas. Queda ahora la claridad de las estrellas, en que no menores alabanzas se deben al Señor. Entendiendo por ella la luz que el Señor da a los pecadores para librarlos del infierno, dándoles una centellica de fe con que puedan salir de estas tinieblas, como se ha visto en muchos que, viviendo descuidadamente, murieron católicamente. ¿De dónde les vino este bien sino del resplandor de aquel sol de justicia que, no mirando nuestra maldad, sino por sola su misericordia, comunica su claridad a los indignos pecadores? Porque, así como de este sol visible reciben la luna y estrellas su claridad, así del sol de justicia reciben la verdadera claridad la luna y las estrellas, que son los justos y los pecadores.

Benedicite imber et ros Domino

     Así como se engendran las aguas cuando los vapores de la tierra suben a la región del aire, así se engendran las aguas espirituales, cuando los deseos de los que están en la tierra suben al cielo. Mas en el rocío alabarás al Señor porque, así como refresca la tierra a la mañana después del calor de la noche en el verano, así después de la noche de la tribulación viene a la mañana el rocío de la divina consolación, con el cual se alegra y refresca el espíritu hasta llegar al monte del Señor.

Benedicite omnes spiritus Dei Domino

     Por estos espíritus, que son los vientos, entenderemos espiritualmente los dones del Espíritu Santo, porque ni el hombre puede vivir sin resollar, ni el alma vive sin estos vientos, que son estos dones, sin los cuales jamás llegara al puerto la navecica del alma, que por ellos no sea llevada. Porque con ellos las almas atrevidas se hacen temerosas y las duras se hacen piadosas y las ignorantes sabias y las flacas muy fuertes.

Benedicite ignis et aestus Domino

     Bendigan al Señor el alma que se hallare con este fuego, del cual dijo el Señor: fuego vine yo, a poner en la tierra; éste es el fuego del amor de Dios; y si por una centellica de él se le deben infinitas alabanzas ¡cuánto mayores se le deberán cuando este amor está en toda su fuerza, que es en la muerte! En la cual se muestra la mayor fuerza de la caridad. Por esta es entendido el estío, por ser el extremo del calor. Considera alma mía al glorioso san Llorente y a los otros mártires en este estío, y verás cómo debes bendecir al Señor por este fuego.

Benedicite frigus et aestus Domino

     Si es bueno el calor para coger los frutos de la tierra, no es menos necesario el trío para que, aparejándola, los haya de dar, y así, si el fuego del divino amor es saludable, no menos necesaria es la frialdad en el alma, porque conociendo la diferencia que halla en sí cuando se ve encendida de este fuego, después, viéndose fría, se apareja más para volverse a llegar al fuego; y cuando la frialdad está muy más en su fuerza, entonces haga más diligencia, pues cuando es mayor el frío es mayor la necesidad de hallar el fuego para escalentarse; por lo cual aquel soberano Señor que lo dispone todo suavemente, da el fuego en su tiempo y en otro permite el frío a mayor gloria suya y para más provecho nuestro.

Benedicite rores et pruina Domino

     Del rocío del verano se habló ya en el quinto verso. Ahora diremos de los del invierno, que, por ser la noche más larga y más fría, hace el rocío a la helada muy blanca. Y así, siguiendo la intención del mismo verso, alabemos al Señor, porque, cuanto más larga y trabajosa es la tribulación, que es la noche, tanto más puro y blanco es el rocío; porque el mérito es mayor cuanto mayor el dolor. Bienaventurados aquellos que muy grandes los han pasado, porque por ellos alcanzaron sus grandes coronas.

Benedicite gelu et frigus Domino

     Lo que está helado con frío, si es animal, pierde el movimiento; si es fruta, pierde el sabor. Estos efectos hace el pecado en el alma, que por él pierde el movimiento para el bien y el sabor de las divinas consolaciones. ¡Oh, alma mía! cuando vieres alguno de esta manera, helado, alabarás a tu Señor, porque, si con su fuego no te encendiese, tan helada estarías tú. Y viendo así a tu prójimo, apiádate de él, porque no te vengas a helar, si no te dueles de su frialdad. Y de esta manera alabarás al Señor con el frío de tu prójimo, y escalentándole a él te encenderás a ti en el divino amor.

Benedicite glacies et nives Domino

     Dos propiedades tiene el granizo y la nieve, que son muy fríos en sí y muy hermosos después que la tempestad es pasada y el tiempo queda sosegado; lo mismo hallarás, alma mía, en la frialdad del pecado; porque cuando cae en el alma es grande la tempestad, mas después de sosegadas las humanas pasiones y se ablanda el tiempo con la continuación, es cosa hermosa de ver, cuando la frialdad de aquella nieve se derrite, que es cuando envía el Señor su gracia y calor; y así nos dice por el profeta: aunque sean tus pecados bermejos, se volverán blancos como la nieve.

Benedicite noctes et dies Domino

     Los tiempos de la prosperidad y adversidad se comparan a las noches y a los días. Porque, así como en la prosperidad parece todo claro, así en la adversidad parece todo escuro, para salir del peligro de impaciencia que hay en esta noche y de la ingratitud y soberbia que hay en este día. Verdaderamente, alma mía, no hallarás tal remedio como bendecir a tu Señor con el santo Job, por lo que da y por lo que quita. Y de esta manera se cumplirá en ti lo que se dice en el salmo: en el día, que es en la prosperidad, no te quemará el sol, ni la luna en la noche.

Benedicite lux et tenebrae Domino

     Cuando te vieres con alguna luz o resplandor, alma mía, de gracia y devoción, alaba al Señor que te la da, que para eso te la dan, y trabajaras con ese talento de acrecentar en otras mayores, para más bendecir a tu Dios; y no dejes de hacer lo mismo, viéndote en las tinieblas de la ceguedad y del apartamiento de la gracia sensible, porque entonces estás en la fragua donde se prueban y conocen los fieles siervos y los que no le alaban, por el interés de la dulcedumbre de la oración. Pues, esforzarás en estas tinieblas tu oración con la viva fe, y si en esta prueba de esta noche no desmayas ni dejas las alabanzas, ten por cierto que de esta noche se podrá decir lo que el Profeta dijo que la noche alumbrará como el día. Y como en otra parte dice: como son las tinieblas así es su lumbre.

Benedicite fulgura

     Quién son los rayos sino las santas inspiraciones, porque ellos queman hiriendo lo que tocan, y lo mismo hacen las santas inspiraciones en los corazones donde llegan; los rayos son temidos, y así lo han de ser ellas, pues son embajadas del alto Dios, con las cuales son llamadas las almas a los negocios celestiales y por ellas se disponen a ver al Dios de los dioses en Sión.

El nubes Domino

     Bien podernos decir que las nubes son los deseos de ser justos, pues los santos patriarcas y profetas pedían al Señor mandase a las nubes que lloviesen el justo. Siempre que en ti vieres, alma mía, estas nubes o estos deseos, alaba al Señor luego, por lo que está escrito en el evangelio: bienaventurados los que desean la justicia, o ser justificados, porque, cierto, de semejantes afectos han de venir los efectos.

Benedicat terra Dominum, laudet et superexaltet eum in saecula

     ¡Oh, cómo debe bendecir el polvo y la ceniza al Señor, pues en vaso tan flaco quiso poner tan grandes tesoros! y considera, alma mía, que por dos principales causas hace el Señor tan grandes maravillas en este lodo; la una es porque se conozca más su grandeza y su potencia y su clemencia, por querer poner sus ojos en nuestra vileza, por lo cual se le deben infinitas bendiciones; la otra es por conservación de la humildad de nuestra parte, porque no subamos a mayores con la muchedumbre de los dones, y así, para más confusión nuestra y mayor gloria suya quiso envolvernos en tierra, para que no sólo le bendiga, mas aún le loe y le ensalce en los siglos.

Benedicite montes et colles Domino

     Alaben los montes al Señor, que son los que han subido a los montes de la perfección, porque de éstos está escrito que el Señor se agrada de morar en ellos; mas no dejen de alabarle los collados, que son los que desean subir a ella, porque también se escribe de éstos que bienaventurados son los que pusieron las subidas en sus corazones. Y así es que los collados son cuasi montes, y así en lo espiritual los que desean la perfección cuasi ya son perfectos.

Benedicite universa germinantia in terra Domino

     Sería cuasi imposible decir todo lo que el Señor ha criado en la tierra materialmente, y también lo sería decir lo que infunde espiritualmente en el alma, porque, quién dirá las flores y frutas que salen del espíritu y lo que dél saca nuestro Dios, unas veces por amor y otras por temor; y en las tribulaciones y en las consolaciones quién sabrá entender lo que se fructifica y la diversidad de los méritos y los primores de amor y la profundidad de sabiduría con que el Señor trata a esta su tierra, que son sus almas, de las cuales dijo que sus deleites eran estar con ellas. Por lo cual, pues no bastas, alma mía, a contarlas, alaba a tu Dios por todas juntas, como lo dice el Cántico.

Benedicite fontes Domino, benedicite maria et flumini Domino

     Vemos en este verso tres maneras de aguas, y todas de gran bendición. Las primeras son de fuentes, y éstas son las lágrimas de deseos de ver a Dios, según lo dice el profeta: como el ciervo desea las fuentes de las aguas, así desea mi ánima a ti mi Dios. Las segundas son aguas de la mar y, por ser amargas, son las que se mueven por la contrición y dolor de los pecados, según el salmo: pensaré con amargura de mi ánima en mis años, y el santo Job decía: hablaré en amargura a mi ánima. Las terceras son las aguas de los ríos por las cuales se entienden los apóstoles y los otros santos, según se escribe en el salmo: que levantaron los ríos sus voces. Pues diremos que estas lágrimas se derraman por seguir el ejemplo de estos santos o por gozar de su conversación y compañía, como lo dice el Apóstol: nuestra conversación en los cielos es.

Benedicite cete et omnia qui moventur in aquis Domino

     Si es maravillosa cosa de ver los pescados y ballenas que se mueven en las aguas, no será de menor admiración ver lo que se mueve en estas aguas de devoción y contemplación, pues en éstas no sólo se mueven las determinaciones de apartarse del mal y llegarse al bien y otros propósitos de esta calidad, mas aun unos deseos encendidos en caridad, que no tienen que hacer la grandeza de las ballenas con ellos; como lo vemos en Moisés, cuando movido en estas aguas decía: Señor, bórrame del libro de la vida, o perdonaldos. Y el Apóstol decía que deseaba ser anatema por sus hermanos que estaban en la carne. Y en otra parte: ¿quién me apartará del amor de Dios? ¿la tribulación, o el cuchillo, o la muerte?, etc. Pues alaba, alma mía, a tu Dios por lo que mueve en estas aguas, que por muy grandes que sean las ballenas, son de mayor admiración estos afectos de amor movidos por el Espíritu Santo en las aguas de la devoción.

Benedicite omnes volucres caeli Domina

     La diversidad y muchedumbre de las aves es muy grande y así son muy grandes las consideraciones de las virtudes de Dios, las cuales, en la contemplación, son como aves que se suben al cielo; y como las aves no dejan rastro en su camino, así muchas veces estas altas contemplaciones no dejan rastro en las grandes contemplativas, porque pasan por ellas cuasi estando fuera de sí, por ser grande la elevación del espíritu y la dulcedumbre en la consideración de la bondad de Dios y de su sabiduría, de su potencia y clemencia. ¡Oh, cuán gran razón tienen estas almas de bendecir al Señor, pues estando en la carne hacen el oficio de ángeles, como si estuviesen sin ella! Pues, bendigan estas aves benditas al Señor, que son como palomas sin hiel, que bien las admitirán en el cielo. Pues en semejante figura se quiso mostrar el Espíritu Santo en la tierra.

Benedicite omnes bestiae et pecora Domino

     En este verso hay dos diferencias de bestias, unas domésticas y otras fieras y extrañas. Las bestias domésticas son las pasiones de nuestra carne, porque los enemigos del hombre son sus domésticos. Las bestias fieras y extrañas son los otros enemigos del hombre, por los cuales se entiende el mundo y el demonio. Pues siempre que el alma, por la divina gracia, se ve librada de estas bestias, bendiga al Señor, y cuanto más veces se ha visto maltratada de ellas, sean mayores las alabanzas; y para preservarse de volver a sus manos, piense que el mayor remedio es la continua oración, porque con ésta pierden las armas los enemigos y las cobra nuestra flaqueza; y porque de la consideración de nuestros pecados bestiales sale gran fruto de amor y de bendición al Señor, porque a los que aman a Dios todo se les acrescienta en mayor bien. Alaba, alma mía, a tu Dios por haberte librado de tales bestias por su sola misericordia, diciendo con el Profeta: mi ánima como el pájaro se ha librado del lazo de los cazadores; bendito el Señor que no quiso dejarnos en sus dientes.

Benedicite filii hominum Domino

     Viniendo ya a lo último de las criaturas, bendigan los hijos de los hombres al Señor, pues para ello se criaron estas sobredichas criaturas materialmente, y espiritualmente se infunden y mueven en él para traerle a las divinas alabanzas; porque así como las criaturas fueron criadas para él, así también él fue criado, para estas alabanzas, como vemos en el salmo, que le pide Dios las vacas ni becerros, sino el sacrificio de las alabanzas. Oh, hijos de los hombres, ¿hasta cuándo seréis duros de corazón? Mira que os dieron todo lo criado porque alabásedes a Dios. Y lo que os mandan en pago de lo. que habéis recibido es una cosa tan, dulce, que en ella se deleitan los ángeles y se glorifican, los santos. Bendecid, hijos de los hombres, al Señor, y no dejéis al Criador por las criaturas. Acordaos que ellas, después de criadas, nunca le han desobedecido; pues, no sea sólo el hombre el ingrato y no sea de menos quilate, pues fue tan alta su criación que se dijo por ellos: yo dije que vosotros sois dioses.

Benedicat Dominum, laudet et superexaltet eum in saecula

     Por Israel se interpreta el que ve a Dios. Y los que ven a Dios son los limpios de corazón, según dice el Señor en el evangelio: bienaventurados los limpios de corazón porque éstos verán a Dios, pues éstos le deben más alabar, porque éstos recibieron más talentos de su divina mano. Y cuanto mayor puridad les dio, tanto más deben de santificar su santo nombre. Y si esto no hacen no estén sin temor, porque la cuenta del talento se les pedirá más estrecha.

Benedicite sacerdotes Domini Domino

     El oficio de los sacerdotes es presentar los sacrificios al Señor, pues los que se ven con deseo de no sólo contentarse con sacrificarse a sí mismos al Señor, mas aun buscan almas para este sacrificio, teniendo estopor uno de los grandes beneficios que se reciben en esta vida, bendigan al Señor en la perseverancia de este oficio, pues son como ángeles que inciensan el altar y divino acatamiento con el humo de los sacrificios, los cuales llegan al cielo con muy dulce fragancia y son recibidos con grandísimo gozo de los santos.

Benedicite servi Domini Domino

     Para mostrar lo que son obligados los siervos del Señor a bendecirle, miren que el Profeta les dice: ¡Ea ya, bendecid al Señor todos sus siervos y los que estáis en su casa! porque en la verdad no sólo el estar, mas el pensar de ir a ella es gran alegría, esto es, por ser muy amados y escogidos sus tabernáculos; por lo cual decía el rey David: yo tengo escogido ser antes menospreciado en la casa de Dios que no morar en los tabernáculos de los pecadores.

Benedicite spiritus et animae iustorum Domino, benedicite sancti et humiles corde Domino

     En la Sabiduría se escribe que las ánimas de los justos están en la mano del Señor; pues, razón es que le bendigan, porque si son justos, por su preciosa sangre fueron justificados, y lo mismo hagan los santos y humildes, porque a los humildes da la gracia y a los soberbios resiste. Y de éstos no acepta las alabanzas, mientras viven en sus soberbias, porque según está escrito: no es graciosa la alabanza en la boca del pecador. Y en el salmo es reprendido y le es dicho porque cuentas mis justificaciones y pones mi testamento en tu boca; pues bendigan los justos al Señor, que a los rectos conviene la alabanza.

Benedicite Anania, Azaria, Misaël Dominum, laudate et superexaltate eum in saecula.

     ¡Oh, alma mía, si consideras las criaturas exteriores, alabarás a tu Dios, porque las cosas invisibles y eternas por los visibles se entienden y conocen, y si espiritualmente consideras lo que obra en ti, como está dicho, y el cómo y cuándo lo hace, lo harás, y ensalzarás su santo nombre en los siglos con la puridad y fe y caridad de estos tres muchachos hebreos, los cuales, por no dejar sus alabanzas, ni tuvieron miedo de las amenazas humanas, ni del poder del fuego, porque siempre tuvieron en más el Criador que las criaturas.

 

Benedicamus Patrem et Filium cum Sancto Spiritu, laudemus et superexaltemus eum in saecula. Benedicitus es, Domine, in firmamento caeli, laudabilis et gloriosus et superexaltatus in saecula. Amen.

     Pues bendigamos al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo, porque es nuestro Dios glorioso y digno de alabanzas por lo que crió en el cielo y en la tierra para el hombre, y finalmente se hizo hombre por hacerle Dios. Al cual se le debe la gloria y la honra in saecula saeculorum. Amen.

FIN