CONTINUACIÓN DE LA BIOGRAFÍA DEL

ARZOBISPO D. ANTONIO MARÍA CLARET

(autobiografía san antonio maría claret)

 

C A P Í T U L O    I

 

Del viaje que hice con SS. MM. y AA.  A Andalucía

 

702.   El día 12 de septiembre de 1862 salí con SS. MM. Y AA. De la Corte de Madrid para Mudela: el 13 fuimos a Andújar, el 14 a Córdoba, en que permanecimos el 15 y  16, y el 17 llegamos a Sevilla; del 18 al 25 inclusive estuvimos en dicha ciudad; el 26 nos dirigimos a Cádiz, en que permanecimos hasta el 2 de octubre, el 3 volvimos a Sevilla, el 5 a Córdoba, el 6 a Bailén, el 7 a Jaén, el 9 a Granada, el 14 a Loja, el 15 a Antequera, el 16 a Málaga, el 19 a Almería, el 20 a Cartagena, el 23 a Murcia, el 25 a Orihuela, el 27 a Novelda, el 28 a Aranjuez y el 29, a las cinco de la tarde, entramos en Madrid.

703.   Bendito sea el Señor que se dignó valer[se] de esta miserable criatura para hacer cosas grandes; a Dios N. S. Sea la gloria, y a mí, la confusión como lo merezco. Todo es de Dios; él me ha dado salud, fuerzas, palabras y todo lo demás. Siempre he conocido que el Señor en mí siempre se hacía el gasto; pero en este viaje no sólo lo ha conocido yo, sino que también los demás. Ellos veían que apenas comía ni bebía; sólo probaba alguna patata y (un) vaso de agua en todo el día; jamás comí carne, pescado ni huevos; ni bebí vino. Siempre estaba contento y alegre, y jamás me vieron cansado, no obstante de haber habido día que había predicado doce sermones.

704.   Yo no puedo decir los sermones que Dios ha predicado por este indigno ministro y siervo inútil durante los 48 días de viaje. Uno de la comitiva ha tenido la curiosidad de [a]notarlos, y dice que son: 16 al Clero, 9 a los Seminaristas, 95 a las Religiosas, 28 a las Hermanas de la Caridad, 35 a los Pobres de los establecimientos de beneficencia, 8 a los Sres. de las Conferencias de San Vicente de Paúl y 14 al Pueblo en general en las Catedrales e Iglesias grandes.

705.   Además de las predicaciones, hemos repartido muchos miles de hojas sueltas, opúsculos y libros; al efecto, en cada uno de los puntos a donde llegamos ya hallábamos una gran caja que había pedido de antemano. No es posible explicar el afán con que venían a oír la divina palabra todas las gentes, el efecto que les causaba y la avidez con que pedían algún recuerdo, y el amor con que guardaban lo que les dábamos, aunque no fuese más que una hojita.

706.   Hubo grandes conversiones, aunque no se pudieron confesar conmigo por falta de tiempo, pero me lo han escrito los mismos penitentes convertidos; sólo citare uno de los muchos que se podrían referir, que en carta me escribió hallándome yo en esta corte, y me decía: «Excmo. e Ilmo. Sr. y Padre: El que se atreve a escribir a V. E. I. es un gran pecador olvida(do) de los sanos principios que me habían inculcado mis padres, mis Maestros y que yo había adquirido en la larga carrera de mis estudios científicos. Me lancé con todo el furor de un corazón corrompido a la revolución del año 1835, y del año anterior, que era el 34, que no me había acercado al santo tribunal de la penitencia, no obstante mis horribles temores y devoradores remordimientos de mi conciencia; pero gracias a Dios y a María Sma. que me acabo de confesar; ayer, día 1 de diciembre de este año de 1862, concluí con mi confesión general. Mi corazón se ha llenado de júbilo.

707.   Los males que he causado con mi pluma son incalculables y los excesos que he cometido por mi posición y destino son indecibles. Yo desprecié a mi Redentor, y él me abandonó a mis pasiones, y así he vivido hasta ahora, en que el Señor se ha apiadado de mí. El primer llamamiento de mi Salvador fue el siguiente: Me embarqué en Barcelona en el mismo vapor [en] que estaba un Sacerdote, que me dio una estampa de la Purísima con ciertas máximas cristianas, la tomé, y, aunque no hice caso, la guardé en mi cartera y le recé una Salve. Yo no sé qué pasó en mi interior. Llega S. M. a Andalucía, y V. E. con ella; al ver a V. E. me recordé de la estampa de María Sma.; pero ¿cómo?  ¡pidiendo justicia contra mí! Me dijeron que V. E. predicaba; corriendo voy a oírle. Oigo la palabra divina. Salgo aterrado, entro en mi casa y digo: Ya todo se acabó...».

708.   Alabemos todos a Dios y cantemos eternamente sus divinas misericordias, y al propio tiempo animémonos cada día más en poner por obra los medios de que Dios se vale para convertir a los pecadores, que son hojas, libritos y predicación. ¡Oh cuánto conviene en el día hacer circular escritos buenos a fin de contrariar la multitud de [escritos] malos!

 

C A P Í T U L O    II

 

De lo que se hizo con las monjas de Andalucía

 

709.   Por todas las poblaciones que pasamos en que había Monjas fui a predicarlas, y a fin de no perder tiempo, mientras predicaba en un convento, mandaba a un sacerdote a otro para que las hiciera reunir en la reja delante del altar mayor. Y como llegaba, ya podía empezar la plática, y, luego de concluida me salía para otro convento, pues que de este modo, ellas estando dentro y yo fuera, no me podían detener, como me habrían detenido si hubiese entrado dentro de la clausura, como ellas pretendían siempre; más yo, aunque tenía permiso de los Prelados respectivos, nunca quería entrar para no tener que hablar y perder tiempo, como cosas contrarias al silencio y a la ocupación que siempre les inculcaba. Y no pocas (veces) les decía que, si todas las monjas fueran mudas, serían más santas que no son.

710.   Observé en todas las poblaciones que en los más de los conventos no se hacía vida común, sino particular; v.gr.: en Sevilla hay actualmente veinte conventos de monjas; en cinco se observa la vida común y en quince se hace vida particular, y en esta proporción están los conventos de otras poblaciones de Andalucía.

711.   Los que han tratado con monjas saben que es imposible que haya perfección en aquella comunidad en que no se guarda dicha vida común. No diré yo lo que pasa; lo dirá una Novicia de un Convento que me acaba de escribir con fecha 18 de diciembre de 1862:

712.   «Me encuentro en este convento que por el amor de Dios y por la sangre de N. S. J. C. le suplico que me saque de este infierno. No es Convento, es una casa de vecindad; aquí no hay sosiego; todo es un puro laberinto. Nada de lo que hay me gusta. Si nuestro Prelado supiera lo que pasa en este Convento, ya lo habría cerrado. Me encuentro próxima a profesar, y seré una monja para el infierno. De nadie me puedo fiar. Sólo en V. E. espero hallar remedio y salvación para mi alma; pues que como confesor que es de S. M. la Reina, le aconsejara que dé una Real Orden para que no pueda profesar ninguna novicia en los Conventos en que no se observe la vida común. ¡Ay Señor! Cuanto le diga es poco. ¡Oh qué vida tan triste! Es una muerte; yo sólo lo sufro y me callo. Espero que V. E. pondrá remedio antes de que llegue el día de mi profesión. Todas las que están en conventos de vida particular se hallan como yo. Sólo Dios sabe lo que pasa en estos conventos de vida particular. Pronto remedio, el tiempo pasa, la profesión se acerca, y me coge sin poderlo remediar por compromisos muy grandes de..».

713.   Esta pobre monja está diciendo a bulto lo que ya sabemos minuciosamente pasa en semejantes conventos. De aquí es que en todos los conventos de vida particular les prediqué con tanta energía y con tantas y tan poderosas razones, que se veía claramente que Dios N. S. de un modo muy particular me inspiraba.

714.   Les hacía ver la necesidad que tenían de aspirar a la perfección si se querían salvar. Que no baste que sean monjas para salvarse, pues que muchas han de oír de Jesús, su esposo, aquellas palabras: Nescio vos, como las vírgenes necias. Les decía cuán necesaria les era la vida común para la perfección. Además les hacía un paralelo de la vida común con la vida particular, haciéndoles [verl todas las utilidades corporales, espirituales y económicas de la vida común sobre la particular, y sobre las razones les presentaba los ejemplos de Jesucristo, Apóstoles, discípulos y de todas las comunidades en que hay perfección, que todas (son) de vida común.

715.   También echaba mano de otro argumento que, a la verdad, les hacía mucha fuerza, y era que, como S. M. a todos los conventos daba una limosna de dos mil reales a lo menos, S. M. y yo nos convinimos, y yo de parte de S. M. les decía que el gusto de S. M. era que tuviesen vida común. No lo mandaba, sino que lo deseaba; y las limosnas que daba de dos mil reales para cada convento de la población las depositaba en manos del Prelado, con la obligación que las diera al momento a las comunidades de vida común, y a las demás cuando la hagan.

716.   También decía a los Prelados y a las comunidades que no dejen entrar novicias en los Conventos en donde no se observe vida común, y, si algunas han entrado, que no profesen hasta que se haga vida común. Mas decía que para esto no era menester que toda la comunidad se resolviera; bastara que dos o tres empezaran y que las novicias que entraran todas fueran con esta obligación. Y así, las viejas unas irían entrando en la vida común y otras se irían muriendo, y así quedaría la comunidad reformada; sólo a éstas se les pedía que no hicieran como aquellos fariseos, que no entraban en el cielo ni dejaban entrar a los otros, como decía J.C.

 

C A P Í T U L O     I I I

 

De los daños y errores que los protestantes y socialistas

han causado y sembrado en las provincias de Andalucía

 

717.   De algunos años a esta parte ha habido mucha apatía, tanto de parte de los gobernantes como de parte de los eclesiásticos; y los socialistas y los protestantes han sabido aprovechar bien la ocasión. Y mientras los unos han dormido, los otros han sembrado la cizaña en aquel hermoso campo. De todos es sabida la sublevación de Loja y la multitud de afiliados que tenía, que los alistados no bajaban de ochenta mil. También sabemos que para sofocarla fue preciso derramar sangre y desterrar a muchísimos, y gracias al viaje que hizo S. M., que por el indulto general que dio pudieron volver al seno de sus familias. Por documentos oficiales consta que los encausados por consecuencia de dichos acontecimientos de Loja fueron mil ciento ochenta y tres = 1183, de los cuales 387 eran solteros, 720 casados, 76 viudos.

718.   Los medios de que se valieron fueron muchos, pero los principales fueron dinero, libros, papeluchos y charlatanes propagandistas, y además se valían de la violencia, pues que el que no se alistaba le perseguían, le impedían su labor y le hacían perecer de hambre. Durante el tiempo de nuestro tránsito y permanencia tuve la curiosidad de notar algunos de los errores que por aquellas tierras se habían diseminado, que anotaré aquí brevemente. Decían:

719.   «1.° Que el hombre no debe reconocer a otro padre ni a otra madre que la tierra, porque los hombres son como los hongos y las setas, etc. Sin contar con Dios para nada.

»2.° Que los hijos nada deben a sus padres, porque ellos sólo intentaban divertirse y si de su placer resultó el hijo, quizá fue contra su voluntad, tal vez tuvieron sentimiento por ello, y ¿quién sabe si intentaron el aborto? Y este lenguaje no sólo se hablaba en el seno de las familias, sino también en las calles, plazas, caminos y aún en los Tribunales».

720.   «3.° Los Reyes, los Ministros, son unos tiranos; ellos no tienen ningún derecho a mandar a los demás hombres. Todos somos iguales.

»4.° La política es un juego para apoderarse del mando de la Nación, de los honores, de los intereses y demás de la sociedad.

»5.° No hay más ley que la del más fuerte».

721.   «6.° La tierra es de nadie; de ella salen todas las cosas; las cosas son para todos y de todos».

«7.° Los ricos son unos bribones; unos ladrones, unos zánganos, que no hacen más que holgar, comer y lujuriar, y a la manera que las abejas se levantan contra ellos y quitan la vida a cuantos pueden coger, así los obreros se deben levantar y acabar con todos esos zánganos de la sociedad».

722.  «8.° Hermanos, somos iguales, todos somos de una misma naturaleza; pero los ricos nos tratan como si fuéramos de naturaleza distinta e inferior a la suya. Sí, nos tratan como si ellos únicamente fueran hombres y nosotros como si fuéramos sus bestias de carga y de labor. Ellos no trabajan nunca, están continuamente holgando; ellos están andando divirtiéndose por los cafés, teatros, bailes y paseos, mientras que nosotros estamos continuamente trabajando. Ni siquiera nos dejan descansar en los días de fiesta. Ellos se escogen y se procuran los lugares más cómodos, por manera que se libran del calor en verano y del frío en invierno, y nosotros, además de la fatiga del trabajo, tenemos que sufrir los calores, fríos, vientos y lluvias en la intemperie, o metidos en las fábricas, sótanos y minas respirando aires crasos y malsanos; por manera que morimos antes de tiempo. Ellos cada día ponen en sus mesas muchos y regalados platos, y nosotros apenas podemos comer un pedazo de mal pan, que nos lo hacen pagar muy caro por los monopolios que hacen».

723.  «Ellos visten ropas hermosas y finas, cada día mudan de traje, y cada vez más lujoso; y nosotros apenas nos podemos mudar nuestras camisas miserables, mojadas del sudor de nuestras fatigas».

724.   «Ellos viven en grandes y magníficas casas, adornadas con un lujo asiático, y nosotros ya no podemos vivir en buhardillas y sótanos, porque han subido a tal precio los alquileres, que ya no podemos alcanzar a pagarlos. Nosotros edificamos las casas, les componemos los muebles, les hacemos sus vestidos, les preparamos sus comidas; pero ellos no nos dan nada, antes bien nos roban lo que ganamos y nos estrujan la sangre con alquileres, derechos y contribuciones. ¿Hasta cuándo han de durar esos robos e injusticias? Vamos todos contra ellos».

725.   «9.° Hasta ahora, los ricos han disfrutado las tierras; ya es tiempo que las disfrutemos nosotros, y así entre nosotros las dividiremos. Esta división no sólo es de equidad y justicia, sino también de grande utilidad y provecho, pues que los terrenos aglomerados por los ricos ladrones son infructíferos, y divididos en pequeños lotes entre nosotros y cultivados por nuestras propias manos darán abundantes cosechas».

726.   10.° Además decía y repetía con mucha frecuencia el Herrador de Lola, Pérez del Olmo, el caudillo de los socialistas: Antes, los hospitales, casas de beneficencia, las comunidades religiosas, los cabildos, los beneficiados, etc., etc., tenían haciendas, posesiones y rentas, y esos bribones todo se lo han apropiado y hasta se han tomado los propios de los pueblos. Y de todas esas cosas no nos han dado nada. Justo es que nosotros reclamemos la parte que nos toca; el mismo derecho tenemos nosotros que ellos; y como ellos no nos darán nada, estamos en el caso de tomar lo que nos pertenece.

Unámonos, pues, todos, y levantémonos y manos a la obra.

727.   Con esas peroraciones y con los demás medios tan halagüeños y fascinantes, ame(na)zando e insultando al que no cedía al momento , así fue como tomó tan grandes proporciones en tan poco tiempo.

Al propio tiempo que se sembraban tan males y destructoras doctrinas, se procuraba la inmoralidad, apartándolos de todas las cosas buenas y conduciéndolos a las malas. Ya no se recibían los Sacramentos de Penitencia y Comunión y Matrimonio; pero ni aún se oía la Misa; en las fiestas, hasta el mediodía en las labores, y por la tarde y noche, al juego, baile, teatro, café, taberna, paseo. Nada de Religión. Todo mundano. Los ministros de la Religión, despreciados, murmurados, calumniados, etc., etc.

728.   Al saber yo todas esas iniquidades desde Madrid, el corazón se me partía de pena, deseaba ir allá a predicar; pero S. M. me decía que esperase, que ya predicaría cuando ella iría, y así ha sido. Pero no es esto bastante; es necesario que vayan Misioneros. Al efecto he hablado con los Prelados de aquellas tierras; el S. Nuncio de S. Santidad y la Reina han hablado y escrito cartas para que vayan allá misioneros, y espero que algunos irán, pero pocos, porque no hay sujetos. ¡¡¡Oh Padre celestial, enviad misioneros!!!...

 

C A P Í T U L O    I V

 

De las calumnias que los malos han hecho circular

contra los sacerdotes católicos

 

729.   Conocen los protestantes y comunistas, y socialistas que los enemigos mayores que tienen, que les desbaratan sus planes, son los Sacerdotes católicos; pues que siendo sus errores tinieblas, basta que los Sacerdotes católicos presenten a la luz de la doctrina católica que las tinieblas por sí mismas desaparecen. Por esto, el remedio más oportuno que han hallado es hablar mal de los sacerdotes. Bien saben ellos que lo que dicen son patrañas, mentiras y calumnias; pero no importa; algo se queda; y, desprestigiados y despreciados los maestros, es inmediatamente despreciada la doctrina; y, apagada la luz de la verdad, quedan en completa posesión las tinieblas de sus errores. Es inexplicable cuánto han propagado de palabra y con escritos. Transcribiré aquí un impreso que tengo a la vista de los muchos que han hecho circular y correr en todas direcciones y procurado poner en manos de todos; dice así:

 

Religión y moral

 

730.   ««¿Qué sería de la religión católica si tuviéramos que juzgarla por el proceder de la mayor parte, por no decir de todos sus ministros? La degradación moral del Clero va tocando a su cenit. Aumenta de un año a otro, de un día a otro y de una hora a otra. Mirad, si no, a esos ministros de la Religión, y los veréis engolfados en los goces mundanos, metidos en las intrigas políticas y hechos unos egoístas y traficantes, se olvidan completamente de las palabras de su divino Maestro, que dice: Mi reino no es de este mundo»»°.

731.  «No estudian ni enseñan la moral y se consagran a la satisfacción de sus ambiciones y apetitos desenfrenados. No predican el Evangelio y se ocupan incesantemente en los intereses de partidos políticos, siendo ellos los primeros urdidores de las tramas más escandalosas y de ardides más inicuos.

»Cuando veáis una intriga infame, una calumnia atroz, un manejo vil, decid, y no erraréis: Esta es obra de un ministro católico».

732.  «Los curas de todo abusan; nada es para ellos sagrado. Todo lo han profanado y envilecido ; el púlpito , el confesonario, la conciencia, la familia y la sociedad entera, todo lo han echado a perder.

»Algunos presentan austeridad; pero cuidado, porque debajo de la sotana llevan el puñal envenenado para quitaros la vida, y lo que es más asombroso, que ni ellos con ellos se perdonan.

»Olvidados de aquellas palabras de Jesucristo: Dad al Cesar lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios, con que les da a entender la separación de la política y Religión, ellos no hacen casa: todo lo mezclan, todo lo confunden y con todo trafican».

733.   «Los sacerdotes católicos son traidores a sí mismos, traidores a la Religión y a la Patria.

»Se llaman ministros del Dios de paz, y son los primeros en provocar la guerra, unas veces con las palabras y otras con el ejemplo.

»Ellos deberían ser la luz del mundo, pero lo llenan de tinieblas con su ignorancia e inmoralidad. Ellos seducen a las solteras, engañan las casadas y corrompen las viudas. A todo el mundo son odiosos por la vanidad y ambición y demás picardías.

»Conclusión: Huye, apártate de ellos; son dos veces impostores; son lobos devoradores en vez de buenos pastores».

734.   Es inexplicable el daño que hacen los impíos y socialistas con esas calumnias que dicen, con las acciones que hacen y con el desprecio con que miran y tratan a los Sacerdotes, a la misa y Sacramentos, con las demás funciones de la Religión. A todo esto añaden el desprecio, la burla y mofa que hacen de los fieles que profesan la Religión; así es que cada día hacen nuevos prosélitos, y la sociedad, a pasos acelerados, va marchando a la perdición.

735.   Algunas veces, mejor diré continuamente, pienso qué remedio se puede aplicar a tan grande mal, y después de haber discurrido mucho, veo que el remedio es la formación de buen clero, sabio, virtuoso, celoso y de oración, por una parte, y por otra, catequizar y predicar a los niños, niñas y demás gentes y hacer circular libros buenos y hojas sueltas. Aún hay fe en Israel si se trabaja, aún el terreno de sí da. Animo, me digo yo mismo; no desmayar. A la vista de la virtud y firmeza de los buenos Sacerdotes, los impíos pierden su osadía y atrevimiento.

 

CAPITULO  V

 

De lo que he hecho desde la llegada de Andalucía

 

736.   Al llegar a esta Corte me hallé tan alegre y descansado de todas mis fatigas como si hubiese ido a holgar, así es que no reparé ir al Escorial a dar principio a una Novena Misión que se iba a empezar a la Virgen Santísima del Patrocinio. La hice, gracias a Dios. Asistió mucha gente y se hizo mucho fruto, gracias a Dios.

737.   Concluida la novena, empecé los ejercicios espirituales a la comunidad de Sacerdotes y estudiantes del Seminario y algunos sacerdotes de afuera, y, a la verdad, dieron felicísimos resultados.

738.   Vuelto a Madrid, me ocupé en los ejercicios espirituales de las Adoratrices, y todas se aprovecharon muchísimo, todas quisieron hacer su confesión general y quedaron muy fervorosas.

739.   Durante las fiestas de Navidad han sido los ejercicios a las Monjas o Hermanas francesas, que, como se ocupan en la enseñanza de las Niñas y éstas se van a sus casas a pasar las fiestas, quedan las Monjas desocupadas y se dedican a los ejercicios espirituales todos los años, y desde que estoy en Madrid han hecho lo mismo.

740.   Propósitos de los ejercicios que hice en El Escorial desde el día 10 de Noviembre al 19 inclusive del presente año de 1862:

 

1. Cada año haré los santos ejercicios.

2. Cada mes haré un día de retiro riguroso sin hablar con nadie.

3. Cada semana me reconciliaré.

4. Cada semana ayunaré tres días, que serán: miércoles viernes y sábado; y en algunos días me abstendré de postres. El lunes, miércoles y viernes tomaré la disciplina u otra cosa equivalente; el martes, jueves y sábado me pondré el cilicio.

741.   5. Durante el rezo pensaré en los misterios del Rosario y en la Pasión de Jesucristo. Evitaré las prisas, me acordaré de la reprensión que dieron a Santa Catalina de Sena,  p,69.

742   6.  Llevaré el examen particular de la Mansedumbre. Conozco que vale más hacer menos con mansedumbre que hacer más precipitadamente con incomodidad, que al verlo las gentes se desedifican mucho, y, por lo mismo, tengo hecho propósito de no enfadarme jamás ni quejarme de cosa alguna. Seré siempre amable con todos, aún con aquellos que me son molestos. Haré frecuentemente las meditaciones XX, p.264,  y  XXVIII,  p.356, de los Ejercicios.

743   7.   Pediré a Dios N. S. continuamente que haga que le conozca y que le haga conocer, que le ame y que le haga amar, que le sirva y que le haga servir.  Le diré: Señor. si os queréis servir de mí para la conversión de los pecadores, etc., aquí me tenéis.

744.  8.  Antes de comer diré: Señor, como para tener fuerzas y serviros mejor. Antes de estudiar diré: Señor, estudio para más conoceros, amaros y serviros y para ayudar a mis prójimos. Antes de acostarme diré: Señor, lo hago para reparar las fuerzas gastadas y serviros mejor. Lo hago porque Vos, Señor y Padre mío, lo habéis ordenado así.

745.   9.   Máximas que me he propuesto guardar:

1ª   Comer poco y trabajar mucho.

2ª   Dormir poco y orar mucho.

3ª  Hablar poco y padecer muchos dolores y calumnias sin quejarme ni defenderme, antes bien me alegraré.

746   4ª  Mortificación interna y externa.

5ª   Lectura espiritual por Rodríguez .

6ª   Oración mental por La Puente.

7ª   Examen particular de la Mansedumbre.

747.   8ª Obraré en todo con rectitud de intención, con atención y con fuerza de voluntad para hacer bien cada cosa.

748.   9ª  Andaré siempre a la presencia de Dios y le diré con frecuencia: «Domine, pati aut mori.  Pati non mori. —Pati, et contemni pro te. Absit mihi gloriari nisi in cruce Domini N. J. C.».

Recuerdos.

749.  1. Pediré a María Sma. una caridad abrasada y una unión perfecta con Dios, humildad profundísima y deseos de desprecios.

750.   2. Tendré grande estima de la virtud de todos; los tendré a todos por mis superiores, juzgando lo mejor de todas sus obras, reprendiéndome, censurándome y juzgándome a mí solo. Esto servirá para mi provecho; lo demás no.

751.   3. Me acordaré que el Señor dijo a un Misionero que, para que le procurase la salvación de las almas, le había preservado a él de caer en los infiernos. Y yo pensaré que a mí me sacó de la mar y de otros peligros para que procurase su mayor honor y gloria, y la salvación de las almas, que a tanta costa redimió.

752.   4. Jesucristo, para la gloria de su Padre y salvación de las almas, ¿qué no ha hecho? ¡ay!, le contemplo en una cruz muerto y despreciado. Pues yo, por lo mismo, ayudado de su gracia, estoy resuelto a sufrir penas, trabajos, desprecios, burlas, murmuraciones, calumnias, persecuciones y la muerte misma. Ya, gracias a Dios, estoy sufriendo muchas de estas cosas: pero animoso digo con el Apóstol: Omnia sustineo propter electos, ut et ipsi salutem consequantur.

753.   5. Conozco que no puedo ofrecer a Dios bocado más sabroso ni bebida más regalada que almas arrepentidas desde el púlpito y confesonario. Jesús me convida a mí, y me da en comida su cuerpo, y su sangre en bebida, y quiere que yo le convide con almas convertidas.

Conozco que es la comida de que más gusta, como dijo a los apóstoles. Para los Reyes de la tierra se buscan frutos exquisitos, aunque cuesten algo de alcanzar; ¿qué no debo hacer yo para el Rey celestial?

754.   6. Después de la misa estoy medía hora [en] que me hallo todo aniquilado. No quiero cosa que no sea su Santísima voluntad. Vivo con la vida de Jesucristo. El, poseyéndome, posee una nada, y yo lo poseo todo en él. Yo le digo: ¡Oh Señor, Vos sois mi amor! Vos sois mi honra, mi esperanza y mi refugio. Vos sois mi gloria y mi fin. ¡Oh amor mío! ¡Oh bienaventuranza mía! ¡Oh conservador mío! ¡Oh gozo mío! ¡Oh reformador mío! ¡Oh Maestro mío! ¡Oh Padre mío! ¡Oh esposo de mi vida y de mi alma!

755.   No busco, Señor, ni quiero saber otra cosa que vuestra Santísima voluntad para cumplirla. Yo no quiero más que a Vos, y en Vos y únicamente por Vos y para Vos las demás cosas. Vos sois para mi auficientísimo. Yo os amo, fortaleza mía, refugio mío y consuelo mío. Sí, Vos sois mi Padre, mi hermano, mi esposo, mi amigo y mi todo. Haced que os ame como Vos me amáis a mí y como Vos queréis que os ame.

756.   ¡Oh Padre mío!, tomad este mi pobre corazón, comedlo, así como yo os como a Vos, para que yo me convierta todo en Vos. Con las palabras de la consagración, la substancia del pan y vino se convierte en la substancia de vuestro cuerpo y sangre. ¡Ay Señor omnipotente! Consagradme, hablad sobre mí y convertidme todo en Vos.

 

C A P Í T U L O    V I

 

Cuenta de mi espíritu al director espiritual al último

del año de 1862

 

757.   Todos los días, tanto de invierno como de verano, me levanto a las tres, y mientras me visto, voy rezando, que es cosa de pocos minutos el vestirme; deseo muchísimo el permiso de descansar vestido sobre una tabla y no meterme en la cama; en la cama se me carga la cabeza.

758.   Luego de levantado tomo una fuerte disciplina, y cuanto más fuerte me doy, más gusto me da, porque pienso en mis pecados, en los azotes de Jesús y en el amor de Jesús. Me parece que oigo una voz que me dice: Da mihi sanguinem, et dabo tibi spiritum. Según mis propósitos, un día tomo la disciplina y otro día me pongo el cilicio. Este me molesta más que la disciplina, pero no le omito nunca por más que al cuerpo le repugne.

759.   En lo que más tengo que luchar es en la comida; mi cuerpo es como un mal burrico, y no pocas veces me gana y se burla de mí. Tiene hambre cuando en la mesa ve la comida. Yo le hago ayunar tres días en la semana: miércoles, viernes y sábado; en todos los días del año, aún en las fiestas principales, no quiero que coma carne ni pescado; pero quiero que se guise para los demás de la casa, y ellos comen, yo no; y esto es para el cuerpo la pena de Tántalo; lo mismo sucede con el vino. A mí (me) gusta la carne y el vino, pero no quiero comer ni beber y me hallo mejor de cuerpo y alma.

760.   En cuanto a la abstinencia de comer carnea y pescado y de beber vino, se conforma, aunque con algún trabajito; lo que más se le resiste es el abstenerse de la demás comida; quiere mayor cantidad de la que yo le quiero dar, y a lo mejor me hace faltar en tomar un poquito más de lo que yo me proyecto. Todavía hago otra falta mayor, y es que como más aprisa de lo que yo quiero y me propongo. Como yo tomo primero y no tomo más que las patatas o verduras, etc., etc., y después toman los otros lo que quieren, naturalmente necesitan más tiempo para comer lo que se ponen en el plato. Yo les quiero esperar comiendo despacio, a fin de concluir a un mismo tiempo; pues aquí esta mi trabajo. Como yo tomo antes y no me tengo de detener en trinchar, y además como tengo muy buen apetito, no puedo contener el burriquillo de mi cuerpo, me escapa y como más pronto de lo que me propongo. Entre día no tomo nada de comida ni bebida.

761.   Los fines que me propongo en la abstinencia son muchos: 1. Mortificar mi cuerpo.—2. Edificar al prójimo, y en el día conozco que conviene.—3. Ser menos gravoso a los prójimos cuando me hallo de huésped.—4. Para ahorrar y tener más que dar. Y otros; singularm[en](te), imitar a Jesús y a María.

De algún tiempo a esta parte, Dios N. S., por su infinita bondad, me da muchos conocimientos cuando estoy en la oración, con muchísimas ganas de hacer y sufrir para su mayor honor y gloria y bien de las almas.

762.   Tengo unos deseos tan grandes de salir de Madrid para ir a predicar por todo el mundo, que no lo puedo explicar lo que sufro al ver que no me dejan, sólo Dios lo sabe. Cada día tengo de hacer actos de resignación conformándome a la voluntad de Dios, que conozco que es que por ahora continúe en este punto; hago propósito de callar, pero a lo mejor hablo y digo que quisiera ir[me].

763.   Al ver que por ahora tengo que estar en esta Corte, me ocupo en confesar todos los días hasta las once; las dos terceras partes son de gentes que no se han confesado nunca conmigo y vienen para hacer confesión general.

764.   A las once doy audiencia hasta las doce, y esta hora es para mí la más molesta, porque me vienen con exigencias a que yo no puedo condescender relativas a Palacio. Por la tarde me ocupo en predicar, estudiar, escribir o en alguna otra cosa; lo mismo que por la noche, procuro no estar jamás un momento ocioso.

765.   Por la mañana, a las tres, antes de la oración mental, rezo el Santísimo Trisagio; a las doce, antes de comer, después del examen, hago el Vía Crucis breve, y por la noche rezo las tres partes de Rosario, los siete Padres nuestros y Avemarías al Carmen y otros tantos a los Dolores, el diez del Rosario y la Coronilla.

766.   La oración vocal a mí me va quizás mejor que la pura mental, gracias a Dios. En cada palabra del Padre nuestro, Avemaría y Gloria veo un abismo de bondad y misericordia. Dios nuestro Señor me concede la gracia de estar muy atento y fervoroso cuando rezo dichas oraciones. En la oración mental también me concede el Señor, por su bondad y misericordia, muchas gracias; pero en la vocal lo conozco más.

767.   Delante del Santísimo Sacramento siento una fe tan viva, que no lo puedo explicar. Casi se me hace sensible, y estoy continuamente besando sus llagas y quedo, finalmente, abrazado con él. Siempre tengo que separarme y arrancarme con violencia de su divina presencia cuando llega la hora.

 

C A P Í T U L O     V I I

 

Cuenta de mi misión en Palacio

 

768.   Yo no sé qué decir sobre este particular. Dios es quien sabe si he cumplido con mi obligación. Si bien es verdad que S. M. me aprecia y hace mucho caso de mis consejos, pero, atendida su posición, a veces no se atreve a hacer todo lo que conoce que es lo mejor, mayormente en cosas exteriores y públicas, pues que las que puede hacer por sí misma y en su retrete, siempre se halla dispuesta. Así es que cada ida lee la vida del Santo, reza el santo Rosario, oye Misa, visita la Imagen de la Santísima Virgen, frecuenta los santos Sacramentos con mucho fervor y devoción. Cada año hace los santos ejercicios espirituales cuando nos hallamos en La Granja, porque tiene el tiempo más libre; nunca se cansa de cosas buenas. Además es muy caritativa, da mucho y con toda la buena voluntad; es muy compasiva; no puede ver una lástima sin interesarse su corazón. Tiene muy grande... Lo que más [le] cuesta es lo exterior, ya sea porque así la habían educado o porque no quiere chocar con las gentes mundanas, aunque con prudencia se va corrigiendo en aquellas cosas que, si bien es verdad que no son faltas graves, pero conoce que sería mejor que se hicieran de otro modo, indicaré las principales, que son las siguientes:

769.   1ª Las comedias.—Cuando yo llegué a Madrid, todas las noches iba al teatro y hacía grandes regalos a los comediantes y comediantas. En el día, apenas va, y sólo asiste por ceremonia, dando orden que [la comedia] sea escogida por su moralidad, y aún así se cansa, le viene mucho sueño, y aún ha de hacerse mucha violencia para no dormirse, como ella misma dice en confianza.

770.  2ª Los bailes.—Antes había con mucha frecuencia bailes en Palacio. En el día son muy pocos y se observa mucho orden, según me han informado los que han asistido, pues que no los voy jamás a ver y estorbo todos los que puedo; pero dichos bailes son más un pretexto para verse todos allá reunidos por razón de polí[ti]cas que para bailar y por otros fines. Y mirados por este punto de vista, se deben tolerar. Y quizás (ha) habido ocasiones [en que] por asuntos meramente políticos se han hecho necesarios.

771.  3ª Los convites.—Antes había muchos convites. En el día son pocos, no más [que] los indispensables. En este mes había de haber tres por tres motivos especiales: por ser el santo del Príncipe, por ser el santo de la Infanta Paz y por otro motivo; pues esos tres convites se pasarán en uno. Yo prefiero que se gaste en limosnas a los pobres que en convites, bailes, etc.

772.  4ª  Los besamanos. - Este es mi principal trabajo, porque quiero que lleven las Señoras el vestido más alto, esto es, que anden más cubiertas. Dicen que es el vestido de etiqueta; que siempre se (ha) andado así en tales ceremonias; que en todas las cortes del mundo en tales funciones se va así, etc., etc. Yo me formalizo, digo y hago todo lo [que] me parece es de mi deber. Y si bien es verdad que actualmente la Reina es la Señora que viste más tapada de toda la reunión, pero aún no estoy contento, me quejo, le manifiesto el disgusto que tengo, la pena que me da y el deseo que tengo de huirme de Palacio por esto mismo.

Castigo contra los blasfemos.  - Muchos son los castigos que podría referir; me contentaré con dos:

773.    1º  En la corte de Madrid, calle de Relatores, en el año 1862 se hacían obras en una casa y se hallaba el paso algo obstruido; un carretero con el carro cargado tenía que pasar por allí, y, habiéndosele atascado el carro con los escombros, empezó a blasfemar contra Dios, dando fuertes palos a las mulas, blasfemando al mismo tiempo; ha aquí que una mula a la que pegaba le tiró una fuerte coz en las sienes y cayó muerto con la blasfemia en la boca.

774.  2º  En el mismo año de  1862 y en la misma villa de Madrid, en la calle que se llama del Viento, estaban unos albañiles y peones escarbando en la calle haciendo la comunicación de un pozo o depósito de inmundicia de una casa a la alcantarilla grande que está en medio de la calle. Y mientras uno de ellos estaba dando con el pico, blasfemaba, y entre otras blasfemias decía que se ensuciaba con Dios; pero Dios, en castigo, hizo que el blasfemo quedase ensuciado, porque rompiéndose el muro antes de tiempo, salió tan grande multitud de inmundicia, que el mal olor le axfisió y no pudo salir, y las aguas inmundas le ahogaron y quedó muerto, llena su boca y todo su cuerpo de inmundicia.

 

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Cuenta que doy a mi director espiritual

de lo que he hecho en el año 1863

 

775.   En este año SS. MM. Y AA. no han hecho jornada; han permanecido siempre en Madrid y en los dos sitios de Aranjuez y La Granja. Así, yo he tenido más tiempo para dedicarme a la predicación, al confesonario y a escribir libritos y estampas.

776.   En cuanto a la Predicación, he predicado los santos ejercicios a las Señoras y a los Señores de esta Corte con grande fruto. Que Dios lo ha hecho. También he predicado la Novena de San José, que en esta Iglesia de Montserrat se le ha hecho un altar nuevo y la imagen nueva; la Novena ha sido muy concurrida y con mucho fruto. También he predicado los ejercicios a las Adoratrices, a las Escolapias y a las Terciarias, a las Niñas y criadas.

777.   Todos los días en Madrid confieso desde las siete a las once, en que me levanto para dar audiencia a las gentes que quieren hablar conmigo; que para mí es la hora más molesta, porque me piden cosas en que no me puedo meter.

778.   En este año, en los Sitios me he puesto en el confesonario todos los días después de la celebración de la santa Misa, porque se confiesan conmigo las camorristas y demás de la servidumbre de SS. MM. Y AA., y como todas frecuentan los santos Sacramentos, así que todos [los] días hay algunas que confesar. En Madrid cada una tiene su Confesor y Director espiritual; pero en los Sitios vienen casi todas a confesar[se] conmigo, y todas tienen una conducta muy arreglada. Tienen meditación y lectura espiritual cada (día), ya porque les sale del corazón, ya también porque ven el buen ejemplo de S. M., que, además de las prácticas ordinarias de cada día, cada año en el Rl. Sitio de La Granja hace los Ejercicios de San Ignacio; las demás los hacen en Madrid.

779.   En Aranjuez he escrito el segundo tomo del Colegial instruido y después varias estampitas. En La Granja he escrito la Colegiala instruida. A cada Seminario de España he regalado 200 tomos del Colegial instruido y cinco Biblias para que se dieran a los seminaristas más aplicados. He dado muchísimos libros y estampas y rosarios.

 

C A P Í T U L O    I X

 

Propósitos de los santos ejercicios

 

780. Al útimo tercio de octubre de este año, 1863, fui al Escorial para hacer ejercicios, que duraron del día 23 de Octubre hasta el primero de Nobre. inclusive, en los que hice los propósitos siguientes 42.

1. Cada año haré los santos ejercicios.

2. Cada mes, un día de retiro riguroso.

3. Cara semana me reconciliaré.

4. Cada semana ayunaré tres días, que serán: miércoles, viernes y sábado, y en estos mismos días por la noche me abstendré de postres.

5. El lunes, miércoles y viernes tomaré una disciplina cada día u otra cosa equivalente. El martes, jueves y sábado me pondré el cilicio.

781.   6. En el rezo pensaré en la reprensión que sufrió Santa Catalina de Sena (Vida p.69). También me acordaré de San Luis Gonzaga, que en solos los Maitines gastaba una hora (Vida p.191).

782.   7. Llevaré examen particular de la virtud de la Mansedumbre. Me acordaré de la mansedumbre de Jesús modelo y maestro, que dice: Aprended de mi, que soy manso y humilde de corazón.

783.    Me acordaré de la mansedumbre de María Sma., que ni por suceso alguno se le movió la ira, ni perdió la perfectísima mansedumbre, con inmutable e inimitable igualdad interior y exterior; sin que jamás se le conociese diferencia en el semblante , ni en la voz , ni en movimientos que indicasen algún movimiento interior (Mist. [Ciudad ] t.2.° p.276).

«Consideraré su utilidad, porque con la humildad se agrada a Dios, y con la mansedumbre al prójimo».

784.  «Mejor es hacer menos con paciencia, mansedumbre y amabilidad que hacer más con precipitación, ira, enfado y regañando; pues que las gentes, al ver este modo de proceder, se escandalizan y se retraen».

785.   8. Nunca me enfadaré; callaré y ofreceré a Dios todo lo que me dé pena.

9. Nunca me quejaré; me resignaré a la voluntad de Dios, que así lo ha dispuesto para mi bien. Pobreza, humillaciones, dolores, desprecios, etc.

786.   10. Seré siempre amable para con todos, singularmente con los que me son molestos.

787.   11. Nunca hablaré de mí ni de mis cosas, ni en bien ni en mal.

788.   12. Diré a mi buen Dios: Señor, si os queréis servir de mí, miserable instrumento, para la conversión  de los pecadores, aquí me tenéis.

789.   13. Antes de comer diré: Señor, como para tener fuerzas y serviros mejor. Uso, Señor, de estas cosas del mundo no por regalo, que no quiero ninguno, sino por necesidad.

14. Antes de acostarme diré: Señor, lo hago para reparar las fuerzas gastadas y serviros mejor. Lo hago porque Vos, Señor mío, lo habéis ordenado.

15. Antes de estudiar diré: Señor, lo hago para más conoceros, amaros y serviros; y para ayudar a mis prójimos.

Devociones para los días de la semana según los propósitos de otros años.

790.  16. En todas las cosas procuraré: primero, pureza y rectitud de intención; segundo, grande atención y cuidado, y tercero, fuerza de voluntad.

791.   17. Pondré un sumo cuidado en hacer bien cada cosa particular, como si no tuviera nada más que hacer.

Estos propósitos, con la ayuda del Señor, he procurado cumplir.

792.   El que más me ha costado ha sido el de la mansedumbre, por la multitud de gentes que venían a hablar para cosas de Palacio o destinos del Gobierno. Pues que, por más razones que les daba, no se querían convencer, y esto me daba mucha tortura. En la hora de recibir, que es de las once a las doce, antes de salir pedía la gracia al Señor para no enfadarme. Y mientras salía uno y entraba otro, levantaba la vista y el corazón a una imagen de María Sma., pidiéndole la gracia y auxilios necesarios; y así lo tomaba mejor, y lo ofrecía todo a Dios, y les daba algún socorro o libro espiritual, y así se iban menos desesperados.

 

C A P Í T U L O    X

 

Capítulo importante a la Congregación

 

793.    El día 14 de Nobre. de 1863, día en que había de predicar de María Sma. en los santos Ejercicios espirituales que estaba dando en el noviciado de las Hermanas Terciarias del Carmen de Madrid, Comunidad de Hermanas, Colegio de niñas y criadas de servir; día de sábado, en que tengo la lectura espiritual de María Santísima, día del Patrocinio de María Sma. por no haber podido entrar el Domingo anterior por ser la octava de Todos los Santos. En este día, pues, leía «que la Religión de los Cartujos, angustiada por la falta de quien quisiese profesar bajo su hábito en un Instituto tan austero en el vivir, en la soledad, en el silencio, no supo encontrar mejor remedio que consagrarse a María Santísima, con voto público de rezar diariamente su oficio (el oficio parvo), y con esto proveyó tan perfectamente a su perpetuidad, que desde el año de 1084 dura inviolada su severísima regla, para vergüenza del tiempo, que, destruyendo todo poder, no puede destruir al que se pone bajo la protección de María». Este consejo de que rezaran el oficio parvo fue dado por San Pedro, que se (les) apareció bajo el aspecto de anciano.

794. En este día, pues, me vino el pensamiento que, si en la Congregación se rezara cada día, además del Oficio divino el oficio parvo a María Sma., ella nos proveería de sujetos que aumentarían, dilatarían y conservarían la Congregación.

795.   En la oración de la misma mañana parecía que la Imagen de la Virgen que hay en el altar me decía que sí, que se hiciese, pero con esta discreción: que bastará que uno de la Congregación lo rece; uno sea por obligación; los demás, (por devoción), Si quieren y tienen oportunidad, pero no se permitirá a los que se hallen ocupados en la tarea de las misiones, pues que entonces han de predicar y confesar. También se podría disponer que este oficio parvo lo rezaran los que se hallan en el noviciado [y] que aún no son ordenados in sacris.

 

C A P Í T U L O   X l

 

Cuenta que doy a mi director espiritual de lo que

me ha ocurrido en el año 1864

 

796.    Me he llevado por los propósitos que tengo hechos en los últimos ejercicios, y los he cumplido con algunas imperfecciones, que Dios N. S. me permite para más y más humillarme, para que conozca prácticamente que yo no soy más que miseria y que, si algo bueno hay en mí, es todo de Dios; yo no soy más que un puro nada. El Señor en este año me ha hecho conocer hasta la evidencia la necesidad y utilidad de esta preciosísima virtud. Jamás la había entendido tan bien.

797.    En este mismo año he leído otra vez las obras de Santa Teresa de Jesús, y por su lectura el Señor me ha comunicado muy grandes conocimientos. ¡Oh cuan bueno es el Señor! Como ya sabia las grandes pruebas por que había de pasar, me previno con grandes conocimientos y auxilios espirituales.

798.   Este año he sido muy calumnia[dol y perseguido por toda clase de personas, por los periódicos, por folletos, libros remedados, por fotografías y por muchas otras cosas, y hasta por los mismos demonios. Algún poquito a veces se resentía la naturaleza, pero [me l tranquilizaba luego y me resignaba y conformaba con la voluntad de Dios. Contemplaba a Jesucristo, y veía cuán lejos estaba aún de sufrir lo que Jesucristo sufrió por mí, y así me tranquilizaba. En este mismo año he escrito el librito titulado El consuelo de un alma calumniada.

799.   En este mismo año he escrito el Catecismo para la uniformidad de toda España. La Vocación de los Niños. He hecho reimprimir el Reglamento en latin de los estudiantes, Las Reglas de los Clérigos de vida común, Las tardes de verano en La Granja y el Reglamento de las Bibliotecas populares. De este librito se esperan grandes resultados. .

800.   En este mismo año he dado las Misiones de los Servitas en San Andrés y en las Salesas Reales, y en ellas el Señor y la Sma. Virgen han hecho mucho fruto. He dado ejercicios espirituales a las Desamparadas, a las Escolapias, a las Terciarias y a las niñas del Colegio y a las criadas. He predicado otros diferentes sermones en la Corte y en El Escorial, en que [he] dado ejercicios espirituales.

801.    Todos los días, a las tres de la madrugada me dan el despertado, pero por lo común ya estoy levantado en aquella hora. Hago luego mis prácticas de devoción, tengo lectura espiritual hasta las cuatro y media, que llamo a los criados Después me preparo para la Misa y [a] las cinco empezamos la meditación hasta las seis, en que digo Misa inmediatamente en el mismo oratorio, y hasta las siete doy gracias. Me pongo en el confesonario hasta las once, en que me levanto y doy audiencia hasta las doce, en que me retiro, rezo las oraciones hago el examen particular del amor de Dios y el Via‑crucis y voy a comer, etc. Hasta las ocho y media, en que vamos Juntos a rezar el Rosario, examen, etc., me ocupo en el rezo, estudio, predicación, visita del Smo. en las Cuarenta Horas etc.

 

C A P Í T U L O   X I I

 

En este capítulo refiero algunos casos que a mí me

han sucedido, que he querido consignar para utilidad

de los predicadores , confesores y demás gentes

 

802.   Muchísimos son los casos que me han sucedido desde que soy sacerdote, aunque indigno, los que no he consignado por estar siempre muy ocupado; pero, habiéndome indicado mi Director espiritual que sería muy de la gloria de Dios y bien de las almas, escribiré algunos con sencillez y brevedad, tales cuales yo he visto o han pasado por mí mismo.

 

803.   Hoy, día 15 de abril de 1864, me han dicho que en la parroquia de San Andrés, en la que yo había hecho la Misión por la Cuaresma, habían cumplido con los preceptos de la Iglesia 4.000 almas más que en los años anteriores. Bendito sea Dios. Gloria sea a Dios. Se han confesado hombres que había cuarenta años y mujeres que de treinta años no se habían confesado. Non nobis, Domine, non nobis; sed nomini tuo da gloriam.

—Daños del pecado de impureza:

804.   Hoy, día 30 de abril de 1864, me han llamado para ir a ver a un enfermo. He ido. El enfermo era un joven de 19 años. Al principio que yo me hallaba en Madrid, se confesaba conmigo y seguía muy bien, frecuentaba los santos sacramentos, se encomendaba a María Sma. y se llevaba en todo según mis consejos. Después se hizo con malos compañeros, ya no vino más a confesar[se] conmigo, pero antes de morir me llamó; yo fui y me dijo: «Yo muero tísico por haberme dejado arrastrar del vicio de la masturbación, por haber dejado de frecuentar los santos sacramentos y de encomendarme a María Santísima». Después de haberse despedido de mí, murió a las pocas horas.

805.   Aquí referiré algunos casos muy horrorosos que han pasado y yo he tenido que resolver y remediar; que sólo podrán leer algunos sacerdotes de prudencia y tino para precaverse y recelar.

806810.

 

C A P Í T U L O     X I I I

 

Continúa la relación de algunos ejemplos que pueden

servir para escarmiento

 

811.     Madrid, día 31 de marzo de 1864. Un señor recientemente casado dijo a su mujer, que era una señorita muy virtuosa: «Yo no te privaré [de] nada; sólo de una cosa deseo que te abstengas, que es la confesión, pues no quiero que un cura gobierne mi casa, como de seguro la gobernaría si tú con frecuencia te confesases, porque te llevarías por sus consejos».

812.   Añadió para hacerla apartar de los sacramentos: «Yo no puedo creer que Dios haya confiado sus tesoros y sus gracias a los curas. Yo veo que, cuando un Señor rico, poderoso, sabio y prudente nombra un mayordomo a quien quiere confiar sus tesoros y por quien los quiere distribuir, busca y escoge un sujeto de probidad, instruido y de educación, y jamás admite un hombre inmoral, tonto y grosero. Pues si esto dicta la recta razón y evidencia la experiencia de todos los días, ¿cómo se puede creer que Dios haya hecho mayordomos de sus dones y gracias y ministros de su Iglesia a los Curas, hombres groseros, sin ciencia, sin educación y sin costumbres?. Así hablaba este impío..., lenguaje antiguo de los herejes, mil veces refutado por los Santos Padres y Doctores de la Iglesia. Es verdad que no depende la gracia y demás efectos de los sacramentos de la santidad de sacerdotes; sin embargo, se ve la obligación que tenemos de ser instruidos, bien educados y de santas costumbres.

813.   Madrid, día 1.° de abril de 1864. Una señora, hablándome de la dirección de un colegio, (me ha dicho): «Lo más tonto de cada casa se mete en la Iglesia para clérigo».

814.    Madrid, día 15 de abril de 1864. Me decía una señora muy piadosa y celosa: «Hay mucha ignorancia en los clérigos. Menos mal sería que en algunas Parroquias de los campos no hubiese cura y que los fieles rezasen el Rosario en lugar de oír Misa, que no que vaya un sacerdote tonto e inmoral, que no hace más que escandalizar».

815.    En el mismo día me decía otra señora que la última vez que fue a comulgar, el Sacerdote que le dio la sagrada Comunión, al verle tan negros los dedos con que tocaba la sagrada Hostia y el hedor de humo que despedía de sí, le causó tal asco, que las entrañas se le revolvían, y por último se vio muy apurada cuando, teniendo ya la santa Forma en la boca, no la podía pasar, por sentirse con el estómago revuelto y con ganas de vomitar, todo a causa de aquel nauseabundo sacerdote. ¡Ay de nosotros si, en lugar de atraer a los fieles con buenas costumbres, los ahuyentamos con modos groseros y pasiones inmortifica[da]s! ¡Ay de nosotros si, en lugar de ser el buen olor de Cristo en todo lugar, como dice el Apóstol, somos la peste que los espante!...

816.    En el año 1864, don Carmelo Sala y don Atanasio López fueron a una Misión a una población llamada Oche, y una mujer al verlos llegar se puso a gritar: Chica encierra las gallinas, que llegan los Misioneros. Los mismos Misioneros lo oyeron y me lo contaron. La mujer después, durante la Misión, se arrepintió y dio satisfacción a los Misioneros, diciendo que lo había dicho por motivo de ortos Misioneros que antes habían ido y por la buena y regalada vida que se hacían. ¡Oh cuanto conviene que los Misioneros sean mortificados, muy virtuosos y ejemplares!

817.    Día 1.° de febrero de 1865. Los PP. Mon y Sáenz de Cenzano, jesuitas, pasaron de la misión de Pamplona a la de Zaragoza, tomaron el ferrocarril y se pusieron en asientos de primera clase. Los impíos lo vieron o supieron, y se ocuparon de ello en las conversaciones y periódicos. Lo que se ha de procurar es no ir con el ferrocarril, y, si alguna vez es preciso, ponerse en segunda clase, y mejor en tercera. Lo mejor es ir a pie, como Jesús, o con un burrico.

 

C A P Í T U L O     X I V

 

En que se refieren algunos castigos que han

provenido de maldiciones

 

818.   El día 18 de junio de 1864, hallándome en Madrid, se me presentó una mujer de un pueblo cercano muy afligida para que la consolase y aconsejase cómo se había de portar. Esta mujer tenía un hijo de 25 años muy aficionado a salir de noche con otros jóvenes de la misma población. Su madre no quería que saliese de noche, pero él no hacia caso de las amonestaciones de su madre; [ésta], enfadada, le dijo una noche al ver que se iba a pesar suyo: Ya que yo no te puedo sujetar, te sujetará la justicia. Con aquella maldición encima salió aquel mozo aquella noche como tenía de costumbre, se juntó con sus compañeros, que todos eran ocho; insultaron a una mujer, y la justicia los prendió y los metió en la cárcel.

Cuando la mujer me lo refería había ocho meses que había sucedido, en cuyo tiempo todos los otros compañeros ya estaban puestos en libertad, menos éste, que aún se hallaba en la cárcel y condenado a 15 años de cadena en un presidio. La misma madre decía que era esto un castigo de Dios por dos causas: la una, por la desobediencia del hijo, y la otra, por la maldición que ella le había echado.

819.   El día 25 de Nobre. de 1864, en Madrid, una madre, hija del mismo Madrid, muy afligida, me dijo que tenía una hija de ocho años y medio muy viva. Un día hizo una travesura propia de su edad y viveza, y su madre se puso tan encolerizada, que le dijo: ¡Ya te murieras! La misma madre me dijo que la niña estaba muy sana, y al momento que le hubo echado la maldición enfermó y murió. La misma madre conocía que su maldición le había causado la muerte, y por eso se hallaba inconsolable.

820.   Madrid, 10 de enero de 1865. Una madre me ha referido ella misma que tenía dos hijas: una de 20 años y otra de 14. La mayor se le murió, y dijo: Mejor sería que se hubiera muerto la pequeña. A ésta la mataron.

Y fue de esta manera. Un hombre la cogió y se la llevo, la desfloró, la apretó la garganta para que no chillara, la ahogó y la echó en una alcantarilla, y se fue. Este hecho ha sido muy ruidoso en Madrid, y aún algunos periódicos lo han referido, a mí la misma madre me lo ha referido.

821.    Madrid, día 15 marzo de 1865. Una soltera me dijo que había vivido amancebada con palabra de casamiento con tres, el uno después del otro. Y que, finalmente, tres la habían engañado y abandonado; y ella, indignada, a todos tres había maldecido y deseado mal, y a todos tres les sucedió precisamente el mismo mal que les había deseado y según la misma maldición que les había echado.

822.  De estos ejemplos de efectos de maldiciones podría referir muchísimos que he sabido y he visto que se han cumplido en los mismos términos y en las mismas maneras y tiempos que decía el maldiciente. [Los] he visto en todos los estados; pero en los que he visto y he sabido, más ha sido entre madres e hijos, entre padres e hijos, entre maridos y mujeres, entre amos y criados y criadas, y también entre amantes que se han engañado y faltado a la palabra.

 

C A P Í T U L O    X V

 

En que se ponen algunos casos de pecados castigados

(este capítulo no se publica por expresa voluntad del santo)

823‑826.

 

C A P Í T U L O    X V I

 

En que se refieren cosas que a mí me han sucedido

 

827.    El día 25 de Dibre. del año ..., a las cuatro de la madrugada, empezó a nevar, y nevó dos días seguidos. Y fue tanta la abundancia de nieve que cayó, que los nacidos no habían (visto) igual en Madrid. Y sin embargo, una mujer con aquella nieve vino de un pueblo de seis leguas para confesarse y se confesó.

828.    Item. Una mujer de 64 años se vino a confesar conmigo, que en toda su vida no se había confesado más que dos veces. La primera vez que se confesó tenía diez años, y la segunda 20, en que se casó. A los tres años de casada se marchó de su marido; desde muy niña siempre fue muy mala, pero después de casada fue peor, fue escandalosísima; estuvo en diferentes reinos, y en todas partes fue malísima. Finalmente volvió a Madrid, su patria, y le vinieron ganas de confesarse, pues ya hacia 44 años que no se había confesado, y aún las dos veces que antes se había confesado, no lo había hecho bien.

Yo, al oír su larga y malísima vida y al verla tan compungida y deseosa de emprender una vida penitente, le pregunté si había tenido alguna devoción. Y me contestó que, no obstante su mala vida, cada día había rezado siete Padrenuestros y siete Avemarías a la Santísima Virgen del Carmen, que desde muy pequeña había oído decir que era cosa buena rezarle. El mes de Nobre. de 1864 se confesó, y siempre más siguió muy bien, y no dudo que conseguirá la gloria.

829.   Madrid, 21 de marzo de 1865. Se ha convertido y se ha venido a confesar el que hacía las caricaturas y fotografías contra mí, y son muchas y muy males y calumniosas las que se han hecho y se han vendido y extendido por todas partes.

830.    Este mismo año se ha convertido una mujer muy mala que había hecho toda especie de pecados. Se ha convertido por la oración ¡Oh Virgen y Madre de Dios!, etc., que decimos después del sermón; no obstante su mala vida, todos los días la rezaba, y finalmente la Virgen Santísima le ha tocado el corazón y ha hecho una buena confesión general; jamás se había confesado bien. Con reserva diré que había hecho toda suerte de pecados; singularmente de torpeza había pecado muchísimo consigo misma, con mujeres, con hombres solteros, viudos y casados, con su mismo padre, con su mismo hijo, con animales y de todas maneras; había envenenado a su marido, había intentado el suicidarse muchas veces y nunca pudo acabarse de matar; por más que lo procuraba, quedaba semimuerta y la curaban. Había llamado al demonio muchas veces y se había entregado a él para que se la llevara, etc., etc.; y por esta pequeña devoción que rezaba a María Sma. todos los días, el Señor la preservó; y finalmente el Señor la ha convertido. ¡Oh cuán misericordiosa es María Sma.! Esta conversión ha sido durante la Novena del Inmaculado Corazón de María del año 1865.

 

[CAPITULO   XVII ]  (no se escribió)

 

C A P Í T U L O    X V I I I

 

Que contiene mi separación de la Corte y una carta

que me escribió S. M. la Reina

 

831.    Día 7 de mayo de 1865, a las 3 1/2 de la tarde, día del Patrocinio de San José, me dijo Jesús que fuese muy devoto de San José, que acudiese a él con confianza.

832.    El día 17 de julio, a las 7 de la mañana, estando rezando delante de la Imagen del Santo Cristo del Perdón que hay en la Iglesia de La Granja, me dijo Jesús: Antonio, retírate. Esto fue de resultas de haber aprobado S. M. el llamado Reino de Italia. Ya se susurraba esta aprobación, y los Obispos empezaban a mandar sus exposiciones, empezando el S. Arzobispo de Burgos. S. M. me preguntó qué me parecía de las exposiciones de los Obispos. Yo le contesté que me parecían muy bien; le dije que lo mismo haría yo si me hallara en su lugar. Ellos han de escribir, porque se hallan ausentes, y yo no escribo ni hablo por escrito porque ya me hallo presente a V. M. y le hablo cara a cara. Ellos escriben en nombre de sus ovejas; mas yo (no) he menester, porque no tengo más que una oveja, que el lobo me va a devorar, aludiendo a S. M., que bien lo entendió, y dijo: Dios nos libre. ..

833.   Como ésta era una cosa que ya se veía venir, yo la estaba continuamente exhortando que huyese de tal aprobación, que se desentendiera de esta cuestión; ella me prometía que jamás lo haría, ya por ser una cosa [en] contra del Santo Padre, ya también por ser [en] contra del rey de Nápoles pariente suyo muy cercano.  Algunas veces me decía que antes dejaría de ser Reina que aprobar tal cosa; otras me aseguraba que antes prefería perder la vida. Como yo veía que finalmente le sucedería a ella lo que al Rey de Nápoles, y así se lo decía, la exhortaba a morir con honor antes que poner en su honor tan feo borrón. Y, además de todas las reflexiones que le hice, eché mano de las amenazas, y le dije por dos veces que, si ella aprobaba el Reino de Italia, yo me marcharía de su lado, que era lo más sensible que le podía decir, porque ella me quiere con delirio.

834.    Finalmente, el día 14 de julio, día de San Buenaventura, cuyo día fue para S. M. y para todos los católicos de muy malaventura, llegaron todos los Ministros a La Granja a las 9 de la noche. El Presidente O'Donnell se fue sólo a palacio y estuvo hablando con S. M. desde las 9 a las 11, y le dijo que esto del Reino no es lo que se piensan, que no es tan fiero el león como le pintan; que aquí no se trata de aprobar el derecho, sino meramente el hecho, y esto de la parte de Nápoles; pero que de ningún modo de la parte que pertenece al Pontífice. Además de esta engañifla, le dijo que convenía así por razón del comercio, y sobre todo que no se podía por menos, porque el Ejército se iba a revolucionar y echarse encima si no se aprobaba el llamado Reino de Italia. Por manera que se puede decir que [el]la fue engañada y amenazada.

835.   El día siguiente, cuando fue la hora, se presentaron todos los Ministros a palacio, y todos juntos aprobaron lo que la noche antes había dicho el Presidente.

836.    Este acuerdo fue para mi un sentimiento de muerte. Me presenté a S. M. y le hice ver el mal que había hecho. Ella no hacia más que llorar, y me dijo que desde que había dado el consentimiento no la había dejado la calentura.

837.    A mí me afectó tanto, que me causó una grande diarrea, y como en La Granja son fatales las diarreas por razón de las aguas, pues cada año se mueren algunos de la comitiva de eso, tomé de aquí ocasión para irme a Cataluña y separarme de la Corte con ese pretexto y disimularme mi intención, porque como en estos días se hallaba en los cuatro meses de embarazo, le podía causar un aborto. Me decía y me suplica[ba] con gemidos, suspiros y lágrimas que no me fuera. Yo le contestaba que me era preciso irme para salvar mi vida que demasiados sacrificios había hecho en los ocho años y meses que había estado a su lado, y que, finalmente, no me exija el sacrificio de la vida.

838 Me salí de La Granja y fui a Madrid, luego a Zaragoza y después a Barcelona, y finalmente a Vich. Al salir de la atmósfera de la Corte, ya me hallaba algo mejor; pero continuaba la diarrea, y me ha durado una porción de días, aún en esta de Vich.

839 El día 14 de agosto de este mismo año, hallándome a las 9 1/2 de la mañana en la Iglesia de Santo Domingo de Vich, en que había las Cuarenta Horas, fui a visitar, y el Señor me dijo desde el Santísimo Sacramento del Altar: Irás a Roma.

840.   Carta que me escribió S. M. Ia Reina.

S. Ildefonso, 20 de julio de 1865.

Señor Claret, Padre mío: El objeto de escribir a V. estas líneas es suplicarle, por el cariño que nos tiene, que esté V. el día 2 del mes que viene en Valladolid para ir con nosotros a Zarauz. V. comprende bien lo que yo pasaría y lo que creerían si me vieran sin V. Si V. después de estar en Zarauz necesita más baños, puede desde allí irse unos días y volver después; haga V. este sacrificio más por su hija de confesión que tantísimo le debe.

Le suplico a V. que, si accede a mis ruegos, me ponga dos líneas diciéndomelo, y mi alegría serán inmensa.

Pida V. a Dios y a la Virgen nos conserve la salud a todos; el Rey está un poco delicado, pero V. pedirá para que no sea nada; en las oraciones de V. confiamos todos, y todo lo esperamos de ellas.

Su amante y respetuosa hija de V., Isabel .

 

C A P I T U L O    X I X

 

Que contiene la carta de S. Santidad

 

841.    Como ya se veía venir esto del reconocimiento del Reino de Italia, S. M. la Reina consultó al Santo Padre pi­diéndole consejo para saber cómo se había de portar,  y el Santo Padre le contestó diciendo:

Majestad:

La carta que V. Majestad me ha últimamente dirigido y con la que me pide consejo si debe V. M. reconocer el estado actual de la (Italia), encierra en sí graves dificultades de parte de la que pide consejo, y de parte mía una verdadera imposibilidad de poderlo dar en sentido afirmativo. No se me oculta la difícil situación en que se halla V. M., y conozco que en el sistema parlamentario el Soberano se halla muchas veces impedido de poner por obra las resoluciones que conoce se habrían de tomar; sin embargo, estas resoluciones jamás deben ni pueden admitirse si ellas son contra la justicia. Por esta sola (razón) comprenderá fácilmente V. M. que mi consejo será siempre contrario al reconocimiento de una usurpación siempre injusta a los Príncipes italianos, que han sido perjudicados, y mucho más aun por lo que mira a esta Santa Sede, cuyo patrimonio se me ha confiado para [que] íntegro lo deje a mis sucesores.

842.    ¡Parece imposible que la Nación española, tan conocida por el amor que tiene a la fe católica, Nación que en el año 1849 dio a todo el mundo luminoso ejemplo de amor a esta santa Silla y hacia mi pobre Persona, quiera ahora obligar a V. M. a dar un ejemplo enteramente contrario! Yo espero que no.

843.   Es verdad que el deseo que he manifestado de proveer las muchas sillas episcopales que hay vacantes en Italia ha suministrado motivo para hacer suponer por algunos que esta Santa Sede no es extraña de continuar las tentativas de tratar con el rey Víctor Manuel y su Gobierno hasta el punto de reconocer el estado actual de la Península. Pero estos que han pensado así han ciado en un equívoco colosal, pues que una cosa es satisfacer a un deber de conciencia impuesto por Jesucristo, cual es el de tantear todos los medios posibles para poder proveer a las necesidades de la Iglesia, y otra cosa es reconocer las usurpaciones y sancionar de esta manera la falsa doctrina de los hechos consumados. Yo he tanteado el modo de poder cumplir con un deber mío, y aún diré con esperanza de feliz resultado, en las primeras tentativas que se hicieron con Negociador Piamontés; pero después que volvió a Roma, habiendo recibido instrucciones enteramente diversas, las esperanzas que se habían concebido se desvanecieron completamente, por lo que volveremos al estado en que estaban las cosas antes de las tentativas.

844.   En cuanto a lo demás, yo ruego a Dios para [que] sostenga a V. M., para que le dé las luces necesarias, para que acierte [a hacer] el bien que pueda en ese su Reino y salvar la sociedad, expuesta en estos nuestros tiempos [a] grandes daños y evidentes peligros.

La bendigo de verdadero corazón con S. M. el Rey, el Príncipe de Asturias, la Augusta familia y a todos sus súbditos.

Dada en el Vaticano, a los 15 de junio de 1865.—Pius P. IX.

No obstante que la vio S. M. y los Ministros, se pasó adelante en el reconocimiento del llamado reino de Italia.

 

C A P Í T U L O    X X

 

Que contiene una carta que me escribió el S. Nuncio

desde Madrid hallándo (me ) yo en Cataluña

 

845.   Al ver yo el sesgo que habían tomado las cosas, supliqué al S. Nuncio para (que) consultara a Roma cómo me había de portar. La contestación que dieron de Roma me lo dice el S. Nuncio en la siguiente carta:

Excmo. e Ilmo. Sr. D. Antonio María Claret, Arzobispo de Trajanópolis.

Muy Sr. mío y querido Hermano: He recibido últimamente respuesta de Roma sobre su consulta, que es la siguiente:

«No extraño, me escribe el Sr. Cardenal Antonelli, que el Sr. Claret se halle angustiado y busque autorizados consejos para tomar una resolución y tranquilizar su ánimo. Cierto, considerando el bien que él mismo pudiera hacer a los intereses religiosos y a la buena causa aún después del reconocimiento del reino de Italia, no puede persuadírsele que deje el puesto que tiene en la Corte; pero tampoco se le puede sugerir que continúe en el mismo cuando esto llegue a ocasionarle agitaciones de espíritu y el crea contrario a su conciencia. Luego no queda otro recurso que recogerse en el Señor e, implorando sus divinas luces, hacer lo que Dios le inspire para el bien de la Iglesia y de las almas. Este es el partido mejor y éste es el consejo que V. deberá dar al Sr. Claret en nombre también del Santo Padre».

846.    He querido traducir literalmente dicha respuesta para que V. conozca con toda exactitud cuál sea la opinión del S. Padre. Esta se reduce a los siguiente: que V. ruegue a Dios para que le ilumine, y luego, según el Señor le inspire, continúe o no en su cargo de Confesor de S. M.; el S. Padre sin imponer ninguno de estos dos extremos, no desaprobará la resolución que V. adopte después de haber invocado la especial asistencia del Señor.

847.    Permítame V. una observación sobre la respuesta del S. Padre. El no dice, es verdad, que V. continúe en su encargo de Confesor; pero tampoco dice que lo deje. Luego, siguiendo en el mismo, no haría V. cosa contraria a sus deberes ni disgustosa para el S. Padre. Si hubieran estas dos circunstancias, el S. Padre hubiera dicho francamente que V. no puede continuar en su puesto. El motivo por el cual no ha llegado a decir que sería conveniente que V. continuare en el mismo, no es porque tenga firme seguridad de que V. haría una acción censurable, sino sólo porque no quiere que V. Ia haga si la cree contraria a su conciencia.

848.    Ahora en esto consiste lo más importante de la cosa, y por esto debe V. implorar del Señor sus santas luces de sabiduría y prudencia al decidir si debe V. creer contrario a su conciencia el quedar por más tiempo en la Corte. Bien conozco que sus aspiraciones, sus tendencias, sus deseos, serían de salir de allí lo más pronto posible, y tiene sobrada razón para estar tranquilo. Pero [V. ] me enseña que [lasl aspiraciones, tendencias, deseos, no son la conciencia, y aquí única y exclusivamente se trata de la conciencia.

849.    La franca y explícita declaración que V. ha hecho publicar ha quitado toda duda sobre su modo de pensar acerca del reconocimiento del reino de Italia. Nadie desde ahora podrá sospechar que V. no está conforme con los Obispos y con el sentimiento católico, que se ha manifestado con tanta generalidad, o que oculta o disimula su opinión para no alejarse de Palacio. Pero su alejamiento hará difícil el prestar utilísimos servicios a la Iglesia, máxime en la elección de Obispos, y en la pública opinión del pueblo fiel y del clero ocasionara grave perjuicio a la Reina. Estas dos últimas reflexiones son del más alto interés y merecen la más seria meditación. No necesito encarecer a V. Ia primera; en cuanto a la segunda, sólo le recordaré la conspiración revolucionaria contra S. M., especialmente porque en el fondo de su corazón es católica y adicta al S. Padre. Y que serán si los buenos también llegan a ser enemigos de su causa como imprudentemente se procura? ¿Cuáles serán las consecuencias, ya para el Reino, ya para la Iglesia?

850.   El S. Padre no deja de profesar todo su afecto a S. M.; profundamente deplora el reconocimiento de Italia; pero como sabe que lo deplora también la Reina, la compadece afectuosamente, si no supo o no pudo dominar las circunstancias.

851.     Espero que, con la gracia de Dios, su salud ya se haya mejorado, y que me comunique sus noticias, y especialmente su resolución; no olvide V. en sus oraciones al que es siempre con el mayor cariño de V. s. s. y afmo. hermano, Lorenzo, arzopo. de Tiana.

Madrid, 29 de julio de 1865.

852.   Vich, 23 agosto de 1865.—No sabiéndome qué hacer relativo a volver a la corte o no, lo dije al Superior General de la Congregación del Inmaculado Corazón de María, y él encargó el negocio a los cuatro consultores de la misma Congregación, a fin de que todos lo encomendaran a Dios mientras que llegase (el día) de reunirnos. En efecto, el día de la fecha nos hemos reunido, y los cinco votos han sido tres que no volviese y dos que volviese; por lo que, adhiriéndome a la mayoría de votos, he resuelto no ir; entre tanto ocuparme en esta ciudad en dar ejercicios espirituales y en otras cosas semejantes.

 

C A P Í T U L O    X X I

 

Que contiene una defensa que hizo un señor de mi

insignificante persona

 

853.   El señor Claret, arzobispo de Trajanópolis, Confesor de S. M., estaba resuelto a escuchar en silencio, por tiempo indefinido, las suposiciones, ya erróneas, ya calumniosas, que en [su] daño se esparcen años ha, esperando que Dios, a quien pide por los autores de ellas, iluminaría el entendimiento o aplacaría la malignidad de sus detractores.

854.  Pero, cediendo a las encarecidas instancias de personas que, además de respetarle y amarle como merece, juzgan que importa a la Iglesia desmentir o rectificar tales asesoraciones, nos autoriza para publicar la siguiente reseña de su vida y de algunas de sus obras, reseña redactada por persona tan incapaz de desfigurar los hechos como bien informada de ellos. Por nuestra parte, sólo nos tomarnos la libertad de añadir una cosa, a saber: que si algún cargo pudiere hacerse al S. Claret, sería, a nuestro juicio, el de huir de todo lo que tiene carácter político con tan nimio cuidado, que a veces pudiera creerse dejaba de hacer lo que era posible en favor de los intereses de la Iglesia en ocasiones en que la política es la que los hiere o menoscaba.

855.   Nació el Excmo. e Ilmo. Sr. Arzobispo Claret en la Villa de Sallent, provincia de Barcelona, diócesis de Vich; en la misma población fue instruido en las primeras letras; después sus padres le enviaron a Barcelona, aprendiendo el dibujo en el establecimiento de la Lonja, donde fue premiado varias veces. Estudió química, ciencias y francés, y como se sintiese llamado de un modo particular a la carrera eclesiástica, se dedicó al estudio de la latinidad, destinándole el Sr. Obispo, que era entonces D. Pablo de Jesús de Corcuera, al Seminario de Vich, en cuyos libros de matrícula constan aprobados con elogio los años de toda la carrera.

856.    En el año de 1834, con título de Beneficio, fue ordenado in sacris con el Sr. Balmes, siendo éste el primero de los diáconos y el Sr. Claret de los subdiáconos, de manera que éste cantó la epístola en la misa solemne de la ordenación y aquél el Evangelio. Ambos fueron muy amigos y pasaban juntos muchas horas en la biblioteca episcopal estudiando en una misma mesa.

857.    En el día 13 de junio de 1835 fue ordenado de presbítero y el día 21 cantó la primera Misa en su propia patria para residir el beneficio con que estaba ordenado.

858.   Sin perjuicio de la residencia, le mandó el superior eclesiástico que se encargase de la Tenencia de Cura de la misma parroquia en que sirvió dos años y otros de Cura ecónomo, residiendo allí cuatro años, desde el 35 al 39. Debe advertirse que la Villa de Sallent en aquellos años estaba fortificada a favor de Isabel II, y hallándose el Sr. Claret al frente de la parroquia, siendo superior de la Comunidad de beneficiados de la misma, era muy conocido y tratado de todas las autoridades. En esta misma Corte de Madrid se hallan el Excmo. Sr. Barón de Meer, entonces Capitán general de Cataluña, y el Excmo. Sr. Marqués de Novaliches, que iba siempre con él, quienes son testigos oculares, pues que en el decurso de cuatro años estuvieron muchas veces en aquella población y, alojándose el Capitán general en casa Claret, que es la principal de la población, iba el Sr. Claret a visitarle, como autoridad eclesiástica, desde la casa rectoral en que vivía a la casa en que estaba alojado el general; de modo que estos dos testigos tan autorizados sirven de un solemne mentís [a] los que por siniestros fines dicen que fue faccioso.

859.    A principios de octubre del año 1839, deseoso de dedicarse a las misiones extranjeras, se fue a Roma, donde permaneció hasta mediados de marzo del año siguiente, en que, con motivo de las muchas lluvias y humedades, le sobrevino un dolor reumático, para cuyo remedio le aconsejaron los médicos que regresara a España.

860.    A los pocos días de haber vuelto se halló restablecido, y el superior eclesiástico le mandó de regente a la parroquia de Viladrau, donde empezó las misiones por todo el principado de Cataluña, siendo conocido por el nombre de Mosén Claret, que es como ordinariamente llaman en Cataluña a los Sacerdotes. Mas en el año 1846, predicando el Mes de María en la ciudad de Lérida, empezaron algunos a llamarle Padre Claret, creyendo tal vez, al verle perennemente misionar, que era algún religioso francisco de los del convento de Escornalbou, hombres apostólicos consagrados a las Misiones, y de ahí viene, sin duda, llamarle así los que ignoran su historia.

861.   A principios del año 1848 estaba de paso en esta Corte, en que predicó, por haber sido llamado por el Ilmo. Sr. D. Buenaventura Codina, Obispo de Canarias, que se le llevó consigo, y estuvo misionando en aquellas Islas hasta mediados del año 1849.

862.   En el día 4 de agosto del mismo año fue nombrado Arzobispo de Cuba, dignidad que estuvo empeñado en renunciar, hasta que por mandato del Sr. Obispo de Vich y de su director espiritual la aceptó el día 4 de octubre, siendo consagrado el día 6 del mismo mes del año siguiente en Vich.

Cuando llegó a esta Corte le impuso el palio el Sr. Brunelli, Nuncio de Su Santidad en aquellos años, marchándose en seguida a su diócesis.

En el mes de marzo del año 1857 fue llamado para Confesor de S. M.

863.   En tres cosas singularmente ha sido calumniado el Sr. Claret en estos últimos años.

1ª   En que había sido faccioso trabucaire, cosa que por lo dicho hasta aquí queda demostrado hasta la evidencia que es falso.

864   2ª   Le han calumniado suponiendo que se mezcla en política. A esto sólo diremos que pregunten a todos los ministros que ha habido desde el año 1857 hasta el presente; si de cualquier modo, de palabra o por escrito, ha entorpecido alguna vez sus planes para subir al poder ni para proseguir su gobierno.

865.  3ª  Le han calumniado atrozmente en sus piadosos e instructivos escritos, llegando la vileza e infamia al extremo de alterar inicuamente dos de sus libros entre los muchos que el Sr. Claret ha escrito. Uno de ellos es El Ramillete; este opúsculo tiene lo más selecto para dar gracias a Dios, pedirle favores y hacer actos de amor; pero los enemigos han escrito otro con el mismo nombre, con dibujos y figuras tan lúbricas y obscenas, que jamás hemos visto igual, atribuyéndole al Sr. Claret.

866.   Lo propio han hecho [con] el libro titulado Llave de oro. Hallándose en su diócesis de Cuba dirigiendo por sí mismo las conferencias a los sacerdotes recién ordenados a fin de instruirles teórica y prácticamente en la administración de los Santos Sacramentos, escribió un libro con ese Título que con la mayor rapidez se extendió por todas las diócesis de España, felicitándole los Prelados por lo mismo. Pues bien: ¿que han hecho los enemigos? Han escrito un opúsculo con este nombre, con figuras obscenas y las explicaciones más repugnantes, atribuyéndole también al Sr. Claret. Más de diez años había que aquel libro andaba con el mayor encomio en manos de los sacerdotes, y habrá cosa de un año que ha aparecido este engendro infernal con el mismo nombre para manchar, si pudiesen, aquel libro y su autor.

867.   Varias veces los amigos han dicho al Sr. Claret que se defendiese, pero él siempre ha contestado que la mejor defensa era no hacer caso, y, al mismo tiempo, rogar a Dios por ellos, como lo hizo Jesús desde la cruz, que decía: Padre, perdónalos, que no saben lo que hacen, pues esos desventurados no saben lo que se hacen ni lo que se dicen.

868.    Respetamos su silencio y su oración, mas, sin embargo, la caridad y la justicia exigen que se publiquen estas verdades por dos motivos: el primero, para confusión de los malos, arrancándoles de esta manera la careta con que se ocultan, y lo segundo, para avisar a los incautos que no se dejen engañar con tales calumnias e imposturas que continuamente están inventando contra el Sr. Claret, como los judíos contra Jesús.

Es sacado del periódico de la Esperanza del día 24 de enero del año 1865, y es verdad lo que dice.

 

C A P Í T U L O    X X I I

 

Que contiene lo que ha dicho un periódico católico

de París llamado «Le Monde», que fue puesto por los

extranjeros que visitaron El Escorial a princi[pi]os

del año 1865

 

869.   La revolución y sus condottieri, disciplinados bajo el nombre de francmasones, se esfuerzan para borrar de España la enseñanza y las creencias católicas y por subordinar la política nacional a los intereses comerciales de Inglaterra.   La Iglesia española, despojada de sus bienes y privada del concurso tan poderoso de las Ordenes religiosas, ha demostrado, sin embargo, por su unánime adhesión al Soberano Pontífice y por sus perseverantes esfuerzos contra la prensa irreligiosa, que se ha fortificado en las pruebas y que se hallaba preparada para los combates decisivos que han de afirmar la soberana libertad de la Iglesia de Jesucristo. Entre las obras más notables del Episcopado español, una de las más notables es la renovación que el Excmo. e Ilmo. S. Claret, Arzobispo de Trajanópolis, ha hecho, bajo los auspicios de S. M. Ia Reina, del Seminario del Escorial.

870.    Este Prelado heroico, que sostiene a la noble Reina en medio de las debilidades de sus ministros constitucionales, ha querido formar un establecimiento modelo de enseñanza eclesiástica, y, merced a sus esfuerzos y a los de D. Dionisio González Mendoza, Vicepresidente, el Seminario del Escorial ofrece las esperanzas más brillantes . Se ha adoptado el plan de estudios de otros Seminarios, es decir, dos años consagrados a la filosofía, uno a la física y siete a la teología.

871.   El Señor González, versado en las ciencias modernas y hombre de un espíritu eminentemente práctico, teniendo en cuenta que los jóvenes teólogos tendrán necesidad de combatir errores importados del extranjero, y, sobre todo, la filosofía alemana de Strauss, Hegel y Schelling, ha querido que los jóvenes alumnos de teología estudiasen a fondo la lengua alemana, y ya sesenta alumnos leen con notable facilidad las obras escritas en esta lengua. Se estudian también de una [manera] completa el francés y el inglés. Esto además de lo prevenido en el plan respecto al hebreo y al griego. Muchos discípulos estudian también el árabe. Un sabio profesor de este Seminario ha hecho una compilación de las gramáticas griega, alemana e inglesa para el uso del Seminario. Los teólogos tendrán bien pronto un curso de arqueología eclesiástica y de otras ciencias que se enlazan con las ciencias sagradas.

872.   Las excelentes disposiciones y las notables facultades intelectuales de los discípulos hacen esperar notables frutos del Seminario del Escorial regenerado.

En el cuaderno llamado los Apuntes se hallarán noticias más extensas del Escorial.

(fin)