CONTINUACIÓN DE LA BIOGRAFÍA DEL
ARZOBISPO
D. ANTONIO MARÍA CLARET
(autobiografía san antonio
maría claret)
C
A P Í T U L O
I
Del
viaje que hice con SS. MM. y AA.
A Andalucía
702.
El
día 12 de septiembre de 1862 salí con SS. MM. Y AA. De la Corte de Madrid para
Mudela: el 13 fuimos a Andújar, el 14 a Córdoba, en que permanecimos el 15 y
16, y el 17 llegamos a Sevilla; del 18 al 25 inclusive estuvimos en dicha
ciudad; el 26 nos dirigimos a Cádiz, en que permanecimos hasta el 2 de octubre,
el 3 volvimos a Sevilla, el 5 a Córdoba, el 6 a Bailén, el 7 a Jaén, el 9 a
Granada, el 14 a Loja, el 15 a Antequera, el 16 a Málaga, el 19 a Almería, el
20 a Cartagena, el 23 a Murcia, el 25 a Orihuela, el 27 a Novelda, el 28 a
Aranjuez y el 29, a las cinco de la tarde, entramos en Madrid.
703.
Bendito
sea el Señor que se dignó valer[se] de esta miserable criatura para hacer
cosas grandes; a Dios N. S. Sea la gloria, y a mí, la confusión como lo
merezco. Todo es de Dios; él me ha dado salud, fuerzas, palabras y todo lo
demás. Siempre he conocido que el Señor en mí siempre se hacía el gasto;
pero en este viaje no sólo lo ha conocido yo, sino que también los demás.
Ellos veían que apenas comía ni bebía; sólo probaba alguna patata y (un)
vaso de agua en todo el día; jamás comí carne, pescado ni huevos; ni bebí
vino. Siempre estaba contento y alegre, y jamás me vieron cansado, no obstante
de haber habido día que había predicado doce sermones.
704.
Yo
no puedo decir los sermones que Dios ha predicado por este indigno ministro y
siervo inútil durante los 48 días de viaje. Uno de la comitiva ha tenido la
curiosidad de [a]notarlos, y dice que son: 16 al Clero, 9 a los Seminaristas, 95
a las Religiosas, 28 a las Hermanas de la Caridad, 35 a los Pobres de los
establecimientos de beneficencia, 8 a los Sres. de las Conferencias de San
Vicente de Paúl y 14 al Pueblo en general en las Catedrales e Iglesias grandes.
705.
Además
de las predicaciones, hemos repartido muchos miles de hojas sueltas, opúsculos
y libros; al efecto, en cada uno de los puntos a donde llegamos ya hallábamos
una gran caja que había pedido de antemano. No es posible explicar el afán con
que venían a oír la divina palabra todas las gentes, el efecto que les causaba
y la avidez con que pedían algún recuerdo, y el amor con que guardaban lo que
les dábamos, aunque no fuese más que una hojita.
706.
Hubo
grandes conversiones, aunque no se pudieron confesar conmigo por falta de
tiempo, pero me lo han escrito los mismos penitentes convertidos; sólo citare
uno de los muchos que se podrían referir, que en carta me escribió hallándome
yo en esta corte, y me decía: «Excmo.
e Ilmo. Sr. y Padre: El que se atreve a escribir a V. E. I. es un gran pecador
olvida(do) de los sanos principios que me habían inculcado mis padres, mis
Maestros y que yo había adquirido en la larga carrera de mis estudios
científicos. Me lancé con todo el furor de un corazón corrompido a la
revolución del año 1835, y del año anterior, que era el 34, que no me había
acercado al santo tribunal de la penitencia, no obstante mis horribles temores y
devoradores remordimientos de mi conciencia; pero gracias a Dios y a María Sma.
que me acabo de confesar; ayer, día 1 de diciembre de este año de 1862,
concluí con mi confesión general. Mi corazón se ha llenado de júbilo.
707.
Los
males que he causado con mi pluma son incalculables y los excesos que he
cometido por mi posición y destino son indecibles. Yo desprecié a mi Redentor,
y él me abandonó a mis pasiones, y así he vivido hasta ahora, en que el
Señor se ha apiadado de mí. El primer llamamiento de mi Salvador fue el
siguiente: Me embarqué en Barcelona en el mismo vapor [en] que estaba un
Sacerdote, que me dio una estampa de la Purísima con ciertas máximas
cristianas, la tomé, y, aunque no hice caso, la guardé en mi cartera y le
recé una Salve. Yo no sé qué pasó en mi interior. Llega S. M. a Andalucía,
y V. E. con ella; al ver a V. E. me recordé de la estampa de María Sma.; pero
¿cómo?
¡pidiendo justicia contra mí! Me dijeron que V. E. predicaba; corriendo
voy a oírle. Oigo la palabra divina. Salgo aterrado, entro en mi casa y digo:
Ya todo se acabó...».
708.
Alabemos
todos a Dios y cantemos eternamente sus divinas misericordias, y al propio
tiempo animémonos cada día más en poner por obra los medios de que Dios se
vale para convertir a los pecadores, que son hojas, libritos y predicación.
¡Oh cuánto conviene en el día hacer circular escritos buenos a fin de
contrariar la multitud de [escritos] malos!
C
A P Í T U L O
II
De
lo que se hizo con las monjas de Andalucía
709.
Por
todas las poblaciones que pasamos en que había Monjas fui a predicarlas, y a
fin de no perder tiempo, mientras predicaba en un convento, mandaba a un
sacerdote a otro para que las hiciera reunir en la reja delante del altar mayor.
Y como llegaba, ya podía empezar la plática, y, luego de concluida me salía
para otro convento, pues que de este modo, ellas estando dentro y yo fuera, no
me podían detener, como me habrían detenido si hubiese entrado dentro de la
clausura, como ellas pretendían siempre; más yo, aunque tenía permiso de los
Prelados respectivos, nunca quería entrar para no tener que hablar y perder
tiempo, como cosas contrarias al silencio y a la ocupación que siempre les
inculcaba. Y no pocas (veces) les decía que, si todas las monjas fueran mudas,
serían más santas que no son.
710.
Observé
en todas las poblaciones que en los más de los conventos no se hacía vida
común, sino particular; v.gr.: en Sevilla hay actualmente veinte conventos de
monjas; en cinco se observa la vida común y en quince se hace vida particular,
y en esta proporción están los conventos de otras poblaciones de Andalucía.
711.
Los
que han tratado con monjas saben que es imposible que haya perfección en
aquella comunidad en que no se guarda dicha vida común. No diré yo lo que
pasa; lo dirá una Novicia de un Convento que me acaba de escribir con fecha 18
de diciembre de 1862:
712.
«Me
encuentro en este convento que por el amor de Dios y por la sangre de N. S. J.
C. le suplico que me saque de este infierno. No es Convento, es una casa de
vecindad; aquí no hay sosiego; todo es un puro laberinto. Nada de lo que hay me
gusta. Si nuestro Prelado supiera lo que pasa en este Convento, ya lo habría
cerrado. Me encuentro próxima a profesar, y seré una monja para el infierno.
De nadie me puedo fiar. Sólo en V. E. espero hallar remedio y salvación para
mi alma; pues que como confesor que es de S. M. la Reina, le aconsejara que dé
una Real Orden para que no pueda profesar ninguna novicia en los Conventos en
que no se observe la vida común. ¡Ay Señor! Cuanto le diga es poco. ¡Oh qué
vida tan triste! Es una muerte; yo sólo lo sufro y me callo. Espero que V. E.
pondrá remedio antes de que llegue el día de mi profesión. Todas las que
están en conventos de vida particular se hallan como yo. Sólo Dios sabe lo que
pasa en estos conventos de vida particular. Pronto remedio, el tiempo pasa, la
profesión se acerca, y me coge sin poderlo remediar por compromisos muy grandes
de..».
713.
Esta
pobre monja está diciendo a bulto lo que ya sabemos minuciosamente pasa en
semejantes conventos. De aquí es que en todos los conventos de vida particular
les prediqué con tanta energía y con tantas y tan poderosas razones, que se
veía claramente que Dios N. S. de un modo muy particular me inspiraba.
714.
Les
hacía ver la necesidad que tenían de aspirar a la perfección si se querían
salvar. Que no baste que sean monjas para salvarse, pues que muchas han de oír
de Jesús, su esposo, aquellas palabras: Nescio vos, como las vírgenes necias. Les decía cuán necesaria
les era la vida común para la perfección. Además les hacía un paralelo de la
vida común con la vida particular, haciéndoles [verl todas las utilidades
corporales, espirituales y económicas de la vida común sobre la particular, y
sobre las razones les presentaba los ejemplos de Jesucristo, Apóstoles,
discípulos y de todas las comunidades en que hay perfección, que todas (son)
de vida común.
715.
También
echaba mano de otro argumento que, a la verdad, les hacía mucha fuerza, y era
que, como S. M. a todos los conventos daba una limosna de dos mil reales a lo
menos, S. M. y yo nos convinimos, y yo de parte de S. M. les decía que el gusto
de S. M. era que tuviesen vida común. No lo mandaba, sino que lo deseaba; y las
limosnas que daba de dos mil reales para cada convento de la población las
depositaba en manos del Prelado, con la obligación que las diera al momento a
las comunidades de vida común, y a las demás cuando la hagan.
716.
También
decía a los Prelados y a las comunidades que no dejen entrar novicias en los
Conventos en donde no se observe vida común, y, si algunas han entrado, que no
profesen hasta que se haga vida común. Mas decía que para esto no era menester
que toda la comunidad se resolviera; bastara que dos o tres empezaran y que las
novicias que entraran todas fueran con esta obligación. Y así, las viejas unas
irían entrando en la vida común y otras se irían muriendo, y así quedaría
la comunidad reformada; sólo a éstas se les pedía que no hicieran como
aquellos fariseos, que no entraban en el cielo ni dejaban entrar a los otros,
como decía J.C.
C
A P Í T U L O I
I I
De
los daños y errores que los protestantes y socialistas
han
causado y sembrado en las provincias de Andalucía
717.
De
algunos años a esta parte ha habido mucha apatía, tanto de parte de los
gobernantes como de parte de los eclesiásticos; y los socialistas y los
protestantes han sabido aprovechar bien la ocasión. Y mientras los unos han
dormido, los otros han sembrado la cizaña en aquel hermoso campo. De todos es
sabida la sublevación de Loja y la multitud de afiliados que tenía, que los
alistados no bajaban de ochenta mil. También sabemos que para sofocarla fue
preciso derramar sangre y desterrar a muchísimos, y gracias al viaje que hizo
S. M., que por el indulto general que dio pudieron volver al seno de sus
familias. Por documentos oficiales consta que los encausados por consecuencia de
dichos acontecimientos de Loja fueron mil ciento ochenta y tres = 1183, de los
cuales 387 eran solteros, 720 casados, 76 viudos.
718.
Los
medios de que se valieron fueron muchos, pero los principales fueron dinero,
libros, papeluchos y charlatanes propagandistas, y además se valían de la
violencia, pues que el que no se alistaba le perseguían, le impedían su labor
y le hacían perecer de hambre. Durante el tiempo de nuestro tránsito y
permanencia tuve la curiosidad de notar algunos de los errores que por aquellas
tierras se habían diseminado, que anotaré aquí brevemente. Decían:
719.
«1.°
Que el hombre no debe reconocer a otro padre ni a otra madre que la tierra,
porque los hombres son como los hongos y las setas, etc. Sin contar con Dios
para nada.
»2.°
Que los hijos nada deben a sus padres, porque ellos sólo intentaban divertirse
y si de su placer resultó el hijo, quizá fue contra su voluntad, tal vez
tuvieron sentimiento por ello, y ¿quién sabe si intentaron el aborto? Y este
lenguaje no sólo se hablaba en el seno de las familias, sino también en las
calles, plazas, caminos y aún en los Tribunales».
720.
«3.°
Los Reyes, los Ministros, son unos tiranos; ellos no tienen ningún derecho a
mandar a los demás hombres. Todos somos iguales.
»4.°
La política es un juego para apoderarse del mando de la Nación, de los
honores, de los intereses y demás de la sociedad.
»5.°
No hay más ley que la del más fuerte».
721.
«6.°
La tierra es de nadie; de ella salen todas las cosas; las cosas son para todos y
de todos».
«7.°
Los ricos son unos bribones; unos ladrones, unos zánganos, que no hacen más
que holgar, comer y lujuriar, y a la manera que las abejas se levantan contra
ellos y quitan la vida a cuantos pueden coger, así los obreros se deben
levantar y acabar con todos esos zánganos de la sociedad».
722.
«8.°
Hermanos, somos iguales, todos somos de una misma naturaleza; pero los ricos nos
tratan como si fuéramos de naturaleza distinta e inferior a la suya. Sí, nos
tratan como si ellos únicamente fueran hombres y nosotros como si fuéramos sus
bestias de carga y de labor. Ellos no trabajan nunca, están continuamente
holgando; ellos están andando divirtiéndose por los cafés, teatros, bailes y
paseos, mientras que nosotros estamos continuamente trabajando. Ni siquiera nos
dejan descansar en los días de fiesta. Ellos se escogen y se procuran los
lugares más cómodos, por manera que se libran del calor en verano y del frío
en invierno, y nosotros, además de la fatiga del trabajo, tenemos que sufrir
los calores, fríos, vientos y lluvias en la intemperie, o metidos en las
fábricas, sótanos y minas respirando aires crasos y malsanos; por manera que
morimos antes de tiempo. Ellos cada día ponen en sus mesas muchos y regalados
platos, y nosotros apenas podemos comer un pedazo de mal pan, que nos lo hacen
pagar muy caro por los monopolios que hacen».
723.
«Ellos
visten ropas hermosas y finas, cada día mudan de traje, y cada vez más lujoso;
y nosotros apenas nos podemos mudar nuestras camisas miserables, mojadas del
sudor de nuestras fatigas».
724.
«Ellos
viven en grandes y magníficas casas, adornadas con un lujo asiático, y
nosotros ya no podemos vivir en buhardillas y sótanos, porque han subido a tal
precio los alquileres, que ya no podemos alcanzar a pagarlos. Nosotros
edificamos las casas, les componemos los muebles, les hacemos sus vestidos, les
preparamos sus comidas; pero ellos no nos dan nada, antes bien nos roban lo que
ganamos y nos estrujan la sangre con alquileres, derechos y contribuciones.
¿Hasta cuándo han de durar esos robos e injusticias? Vamos todos contra ellos».
725.
«9.°
Hasta ahora, los ricos han disfrutado las tierras; ya es tiempo que las
disfrutemos nosotros, y así entre nosotros las dividiremos. Esta división no
sólo es de equidad y justicia, sino también de grande utilidad y provecho,
pues que los terrenos aglomerados por los ricos ladrones son infructíferos, y
divididos en pequeños lotes entre nosotros y cultivados por nuestras propias
manos darán abundantes cosechas».
726.
10.°
Además decía y repetía con mucha frecuencia el Herrador de Lola, Pérez del
Olmo, el caudillo de los socialistas: Antes, los hospitales, casas de
beneficencia, las comunidades religiosas, los cabildos, los beneficiados, etc.,
etc., tenían haciendas, posesiones y rentas, y esos bribones todo se lo han
apropiado y hasta se han tomado los propios de los pueblos. Y de todas esas
cosas no nos han dado nada. Justo es que nosotros reclamemos la parte que nos
toca; el mismo derecho tenemos nosotros que ellos; y como ellos no nos darán
nada, estamos en el caso de tomar lo que nos pertenece.
Unámonos,
pues, todos, y levantémonos y manos a la obra.
727.
Con
esas peroraciones y con los demás medios tan halagüeños y fascinantes,
ame(na)zando e insultando al que no cedía al momento , así fue como tomó tan
grandes proporciones en tan poco tiempo.
Al
propio tiempo que se sembraban tan males y destructoras doctrinas, se procuraba
la inmoralidad, apartándolos de todas las cosas buenas y conduciéndolos a las
malas. Ya no se recibían los Sacramentos de Penitencia y Comunión y
Matrimonio; pero ni aún se oía la Misa; en las fiestas, hasta el mediodía en
las labores, y por la tarde y noche, al juego, baile, teatro, café, taberna,
paseo. Nada de Religión. Todo mundano. Los ministros de la Religión,
despreciados, murmurados, calumniados, etc., etc.
728.
Al
saber yo todas esas iniquidades desde Madrid, el corazón se me partía de pena,
deseaba ir allá a predicar; pero S. M. me decía que esperase, que ya
predicaría cuando ella iría, y así ha sido. Pero no es esto bastante; es
necesario que vayan Misioneros. Al efecto he hablado con los Prelados de
aquellas tierras; el S. Nuncio de S. Santidad y la Reina han hablado y escrito
cartas para que vayan allá misioneros, y espero que algunos irán, pero pocos,
porque no hay sujetos. ¡¡¡Oh Padre celestial, enviad misioneros!!!...
C
A P Í T U L O
I V
De
las calumnias que los malos han hecho circular
contra
los sacerdotes católicos
729.
Conocen
los protestantes y comunistas, y socialistas que los enemigos mayores que
tienen, que les desbaratan sus planes, son los Sacerdotes católicos; pues que
siendo sus errores tinieblas, basta que los Sacerdotes católicos presenten a la
luz de la doctrina católica que las tinieblas por sí mismas desaparecen. Por
esto, el remedio más oportuno que han hallado es hablar mal de los sacerdotes.
Bien saben ellos que lo que dicen son patrañas, mentiras y calumnias; pero no
importa; algo se queda; y, desprestigiados y despreciados los maestros, es
inmediatamente despreciada la doctrina; y, apagada la luz de la verdad, quedan
en completa posesión las tinieblas de sus errores. Es inexplicable cuánto han
propagado de palabra y con escritos. Transcribiré aquí un impreso que tengo a
la vista de los muchos que han hecho circular y correr en todas direcciones y
procurado poner en manos de todos; dice así:
Religión
y moral
730.
««¿Qué
sería de la religión católica si tuviéramos que juzgarla por el proceder de
la mayor parte, por no decir de todos sus ministros? La degradación moral del
Clero va tocando a su cenit. Aumenta de un año a otro, de un día a otro y de
una hora a otra. Mirad, si no, a esos ministros de la Religión, y los veréis
engolfados en los goces mundanos, metidos en las intrigas políticas y hechos
unos egoístas y traficantes, se olvidan completamente de las palabras de su
divino Maestro, que dice: Mi reino no es
de este mundo»»°.
731.
«No
estudian ni enseñan la moral y se consagran a la satisfacción de sus
ambiciones y apetitos desenfrenados. No predican el Evangelio y se ocupan
incesantemente en los intereses de partidos políticos, siendo ellos los
primeros urdidores de las tramas más escandalosas y de ardides más inicuos.
»Cuando
veáis una intriga infame, una calumnia atroz, un manejo vil, decid, y no
erraréis: Esta es obra de un ministro católico».
732.
«Los
curas de todo abusan; nada es para ellos sagrado. Todo lo han profanado y
envilecido ; el púlpito , el confesonario, la conciencia, la familia y la
sociedad entera, todo lo han echado a perder.
»Algunos
presentan austeridad; pero cuidado, porque debajo de la sotana llevan el puñal
envenenado para quitaros la vida, y lo que es más asombroso, que ni ellos con
ellos se perdonan.
»Olvidados
de aquellas palabras de Jesucristo: Dad al
Cesar lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios, con que les da a entender la separación de la política y Religión, ellos no
hacen casa: todo lo mezclan, todo lo confunden y con todo trafican».
733.
«Los
sacerdotes católicos son traidores a sí mismos, traidores a la Religión y a
la Patria.
»Se
llaman ministros del Dios de paz, y son los primeros en provocar la guerra, unas
veces con las palabras y otras con el ejemplo.
»Ellos
deberían ser la luz del mundo, pero lo llenan de tinieblas con su ignorancia e
inmoralidad. Ellos seducen a las solteras, engañan las casadas y corrompen las
viudas. A todo el mundo son odiosos por la vanidad y ambición y demás
picardías.
»Conclusión:
Huye, apártate de ellos; son dos veces impostores; son lobos devoradores en vez
de buenos pastores».
734.
Es inexplicable el daño que hacen los impíos y socialistas con esas
calumnias que dicen, con las acciones que hacen y con el desprecio con que miran
y tratan a los Sacerdotes, a la misa y Sacramentos, con las demás funciones de
la Religión. A todo esto añaden el desprecio, la burla y mofa que hacen de los
fieles que profesan la Religión; así es que cada día hacen nuevos
prosélitos, y la sociedad, a pasos acelerados, va marchando a la perdición.
735.
Algunas veces, mejor diré continuamente, pienso qué remedio se puede
aplicar a tan grande mal, y después de haber discurrido mucho, veo que el
remedio es la formación de buen clero, sabio, virtuoso, celoso y de oración,
por una parte, y por otra, catequizar y predicar a los niños, niñas y demás
gentes y hacer circular libros buenos y hojas sueltas. Aún hay fe en Israel si
se trabaja, aún el terreno de sí da. Animo, me digo yo mismo; no desmayar. A
la vista de la virtud y firmeza de los buenos Sacerdotes, los impíos pierden su
osadía y atrevimiento.
CAPITULO
V
De
lo que he hecho desde la llegada de Andalucía
736.
Al
llegar a esta Corte me hallé tan alegre y descansado de todas mis fatigas como
si hubiese ido a holgar, así es que no reparé ir al Escorial a dar principio a
una Novena Misión que se iba a empezar a la Virgen Santísima del Patrocinio.
La hice, gracias a Dios. Asistió mucha gente y se hizo mucho fruto, gracias a
Dios.
737.
Concluida
la novena, empecé los ejercicios espirituales a la comunidad de Sacerdotes y
estudiantes del Seminario y algunos sacerdotes de afuera, y, a la verdad, dieron
felicísimos resultados.
738.
Vuelto
a Madrid, me ocupé en los ejercicios espirituales de las Adoratrices, y todas
se aprovecharon muchísimo, todas quisieron hacer su confesión general y
quedaron muy fervorosas.
739.
Durante
las fiestas de Navidad han sido los ejercicios a las Monjas o Hermanas
francesas, que, como se ocupan en la enseñanza de las Niñas y éstas se van a
sus casas a pasar las fiestas, quedan las Monjas desocupadas y se dedican a los
ejercicios espirituales todos los años, y desde que estoy en Madrid han hecho
lo mismo.
740.
Propósitos
de los ejercicios que hice en El Escorial desde el día 10 de Noviembre al 19
inclusive del presente año de 1862:
1.
Cada año haré los santos ejercicios.
2.
Cada mes haré un día de retiro riguroso sin hablar con nadie.
3.
Cada semana me reconciliaré.
4.
Cada semana ayunaré tres días, que serán: miércoles viernes y sábado; y en
algunos días me abstendré de postres. El lunes, miércoles y viernes tomaré
la disciplina u otra cosa equivalente; el martes, jueves y sábado me pondré el
cilicio.
741.
5.
Durante el rezo pensaré en los misterios del Rosario y en la Pasión de
Jesucristo. Evitaré las prisas, me acordaré de la reprensión que dieron a
Santa Catalina de Sena,
p,69.
742
6.
Llevaré el examen particular de la Mansedumbre. Conozco que vale más
hacer menos con mansedumbre que hacer más precipitadamente con incomodidad, que
al verlo las gentes se desedifican mucho, y, por lo mismo, tengo hecho
propósito de no enfadarme jamás ni quejarme de cosa alguna. Seré siempre
amable con todos, aún con aquellos que me son molestos. Haré frecuentemente
las meditaciones XX, p.264,
y
XXVIII,
p.356, de los Ejercicios.
743
7.
Pediré a Dios N. S. continuamente que haga que le conozca y que le haga
conocer, que le ame y que le haga amar, que le sirva y que le haga servir.
Le diré: Señor. si os queréis servir de mí para la conversión de los
pecadores, etc., aquí me tenéis.
744.
8.
Antes de comer diré: Señor, como
para tener fuerzas y serviros mejor. Antes de estudiar diré: Señor,
estudio para más conoceros, amaros y serviros y para ayudar a mis prójimos. Antes
de acostarme diré: Señor, lo hago para
reparar las fuerzas gastadas y serviros mejor. Lo hago porque Vos, Señor y
Padre mío, lo habéis ordenado así.
745.
9.
Máximas que me he propuesto guardar:
1ª
Comer poco y trabajar mucho.
2ª
Dormir poco y orar mucho.
3ª
Hablar poco y padecer muchos dolores y calumnias sin quejarme ni
defenderme, antes bien me alegraré.
746
4ª
Mortificación interna y externa.
5ª
Lectura espiritual por Rodríguez .
6ª
Oración mental por La Puente.
7ª
Examen particular de la Mansedumbre.
747.
8ª
Obraré en todo con rectitud de intención, con atención y con fuerza de
voluntad para hacer bien cada cosa.
748.
9ª
Andaré siempre a la presencia de Dios y le diré con frecuencia: «Domine,
pati aut mori.
─
Pati
non mori.
—Pati, et contemni pro te. ─
Absit
mihi gloriari nisi in cruce Domini N. J. C.».
Recuerdos.
749.
1.
Pediré a María Sma. una caridad abrasada y una unión perfecta con Dios,
humildad profundísima y deseos de desprecios.
750.
2.
Tendré grande estima de la virtud de todos; los tendré a todos por mis
superiores, juzgando lo mejor de todas sus obras, reprendiéndome, censurándome
y juzgándome a mí solo. Esto servirá para mi provecho; lo demás no.
751.
3.
Me acordaré que el Señor dijo a un Misionero que, para que le procurase la
salvación de las almas, le había preservado a él de caer en los infiernos. Y
yo pensaré que a mí me sacó de la mar y de otros peligros para que procurase
su mayor honor y gloria, y la salvación de las almas, que a tanta costa
redimió.
752.
4.
Jesucristo, para la gloria de su Padre y salvación de las almas, ¿qué no ha
hecho? ¡ay!, le contemplo en una cruz muerto y despreciado. Pues yo, por lo
mismo, ayudado de su gracia, estoy resuelto a sufrir penas, trabajos,
desprecios, burlas, murmuraciones, calumnias, persecuciones y la muerte misma.
Ya, gracias a Dios, estoy sufriendo muchas de estas cosas: pero animoso digo con
el Apóstol: Omnia sustineo propter
electos, ut et ipsi salutem consequantur.
753.
5.
Conozco que no puedo ofrecer a Dios bocado más sabroso ni bebida más regalada
que almas arrepentidas desde el púlpito y confesonario. Jesús me convida a
mí, y me da en comida su cuerpo, y su sangre en bebida, y quiere que yo le
convide con almas convertidas.
Conozco
que es la comida de que más gusta, como dijo a los apóstoles. Para los Reyes
de la tierra se buscan frutos exquisitos, aunque cuesten algo de alcanzar;
¿qué no debo hacer yo para el Rey celestial?
754.
6.
Después de la misa estoy medía hora [en] que me hallo todo aniquilado. No
quiero cosa que no sea su Santísima voluntad. Vivo con la vida de Jesucristo.
El, poseyéndome, posee una nada, y yo lo poseo todo en él. Yo le digo: ¡Oh
Señor, Vos sois mi amor! Vos sois mi honra, mi esperanza y mi refugio. Vos sois
mi gloria y mi fin. ¡Oh amor mío! ¡Oh bienaventuranza mía! ¡Oh conservador
mío! ¡Oh gozo mío! ¡Oh reformador mío! ¡Oh Maestro mío! ¡Oh Padre mío!
¡Oh esposo de mi vida y de mi alma!
755.
No
busco, Señor, ni quiero saber otra cosa que vuestra Santísima voluntad para
cumplirla. Yo no quiero más que a Vos, y en Vos y únicamente por Vos y para
Vos las demás cosas. Vos sois para mi auficientísimo. Yo os amo, fortaleza
mía, refugio mío y consuelo mío. Sí, Vos sois mi Padre, mi hermano, mi
esposo, mi amigo y mi todo. Haced que os ame como Vos me amáis a mí y como Vos
queréis que os ame.
756.
¡Oh
Padre mío!, tomad este mi pobre corazón, comedlo, así como yo os como a Vos,
para que yo me convierta todo en Vos. Con las palabras de la consagración, la
substancia del pan y vino se convierte en la substancia de vuestro cuerpo y
sangre. ¡Ay Señor omnipotente! Consagradme, hablad sobre mí y convertidme
todo en Vos.
C
A P Í T U L O
V I
Cuenta
de mi espíritu al director espiritual al último
del
año de 1862
757.
Todos
los días, tanto de invierno como de verano, me levanto a las tres, y mientras
me visto, voy rezando, que es cosa de pocos minutos el vestirme; deseo
muchísimo el permiso de descansar vestido sobre una tabla y no meterme en la
cama; en la cama se me carga la cabeza.
758.
Luego
de levantado tomo una fuerte disciplina, y cuanto más fuerte me doy, más gusto
me da, porque pienso en mis pecados, en los azotes de Jesús y en el amor de
Jesús. Me parece que oigo una voz que me dice:
Da mihi sanguinem, et dabo tibi spiritum. Según mis propósitos, un día
tomo la disciplina y otro día me pongo el cilicio. Este me molesta más que la
disciplina, pero no le omito nunca por más que al cuerpo le repugne.
759.
En
lo que más tengo que luchar es en la comida; mi cuerpo es como un mal burrico,
y no pocas veces me gana y se burla de mí. Tiene hambre cuando en la mesa ve la
comida. Yo le hago ayunar tres días en la semana: miércoles, viernes y
sábado; en todos los días del año, aún en las fiestas principales, no quiero
que coma carne ni pescado; pero quiero que se guise para los demás de la casa,
y ellos comen, yo no; y esto es para el cuerpo la pena de Tántalo; lo mismo
sucede con el vino. A mí (me) gusta la carne y el vino, pero no quiero comer ni
beber y me hallo mejor de cuerpo y alma.
760.
En
cuanto a la abstinencia de comer carnea y pescado y de beber vino, se conforma,
aunque con algún trabajito; lo que más se le resiste es el abstenerse de la
demás comida; quiere mayor cantidad de la que yo le quiero dar, y a lo mejor me
hace faltar en tomar un poquito más de lo que yo me proyecto. Todavía hago
otra falta mayor, y es que como más aprisa de lo que yo quiero y me propongo.
Como yo tomo primero y no tomo más que las patatas o verduras, etc., etc., y
después toman los otros lo que quieren, naturalmente necesitan más tiempo para
comer lo que se ponen en el plato. Yo les quiero esperar comiendo despacio, a
fin de concluir a un mismo tiempo; pues aquí esta mi trabajo. Como yo tomo
antes y no me tengo de detener en trinchar, y además como tengo muy buen
apetito, no puedo contener el burriquillo de mi cuerpo, me escapa y como más
pronto de lo que me propongo. Entre día no tomo nada de comida ni bebida.
761.
Los
fines que me propongo en la abstinencia son muchos: 1. Mortificar mi cuerpo.—2.
Edificar al prójimo, y en el día conozco que conviene.—3. Ser menos gravoso
a los prójimos cuando me hallo de huésped.—4. Para ahorrar y tener más que
dar. Y otros; singularm[en](te), imitar a Jesús y a María.
De
algún tiempo a esta parte, Dios N. S., por su infinita bondad, me da muchos
conocimientos cuando estoy en la oración, con muchísimas ganas de hacer y
sufrir para su mayor honor y gloria y bien de las almas.
762.
Tengo
unos deseos tan grandes de salir de Madrid para ir a predicar por todo el mundo,
que no lo puedo explicar lo que sufro al ver que no me dejan, sólo Dios lo
sabe. Cada día tengo de hacer actos de resignación conformándome a la
voluntad de Dios, que conozco que es que por ahora continúe en este punto; hago
propósito de callar, pero a lo mejor hablo y digo que quisiera ir[me].
763.
Al
ver que por ahora tengo que estar en esta Corte, me ocupo en confesar todos los
días hasta las once; las dos terceras partes son de gentes que no se han
confesado nunca conmigo y vienen para hacer confesión general.
764.
A
las once doy audiencia hasta las doce, y esta hora es para mí la más molesta,
porque me vienen con exigencias a que yo no puedo condescender relativas a
Palacio. Por la tarde me ocupo en predicar, estudiar, escribir o en alguna otra
cosa; lo mismo que por la noche, procuro no estar jamás un momento ocioso.
765.
Por
la mañana, a las tres, antes de la oración mental, rezo el Santísimo
Trisagio; a las doce, antes de comer, después del examen, hago el Vía Crucis
breve, y por la noche rezo las tres partes de Rosario, los siete Padres nuestros
y Avemarías al Carmen y otros tantos a los Dolores, el diez del Rosario y la
Coronilla.
766.
La
oración vocal a mí me va quizás mejor que la pura mental, gracias a Dios. En
cada palabra del Padre nuestro, Avemaría y Gloria veo un abismo de bondad y
misericordia. Dios nuestro Señor me concede la gracia de estar muy atento y
fervoroso cuando rezo dichas oraciones. En la oración mental también me
concede el Señor, por su bondad y misericordia, muchas gracias; pero en la
vocal lo conozco más.
767.
Delante
del Santísimo Sacramento siento una fe tan viva, que no lo puedo explicar. Casi
se me hace sensible, y estoy continuamente besando sus llagas y quedo,
finalmente, abrazado con él. Siempre tengo que separarme y arrancarme con
violencia de su divina presencia cuando llega la hora.
C
A P Í T U L O
V I I
Cuenta
de mi misión en Palacio
768.
Yo
no sé qué decir sobre este particular. Dios es quien sabe si he cumplido con
mi obligación. Si bien es verdad que S. M. me aprecia y hace mucho caso de mis
consejos, pero, atendida su posición, a veces no se atreve a hacer todo lo que
conoce que es lo mejor, mayormente en cosas exteriores y públicas, pues que las
que puede hacer por sí misma y en su retrete, siempre se halla dispuesta. Así
es que cada ida lee la vida del Santo, reza el santo Rosario, oye Misa, visita
la Imagen de la Santísima Virgen, frecuenta los santos Sacramentos con mucho
fervor y devoción. Cada año hace los santos ejercicios espirituales cuando nos
hallamos en La Granja, porque tiene el tiempo más libre; nunca se cansa de
cosas buenas. Además es muy caritativa, da mucho y con toda la buena voluntad;
es muy compasiva; no puede ver una lástima sin interesarse su corazón. Tiene
muy grande... Lo que más [le] cuesta es lo exterior, ya sea porque así la
habían educado o porque no quiere chocar con las gentes mundanas, aunque con
prudencia se va corrigiendo en aquellas cosas que, si bien es verdad que no son
faltas graves, pero conoce que sería mejor que se hicieran de otro modo,
indicaré las principales, que son las siguientes:
769.
1ª
Las
comedias.—Cuando
yo llegué a Madrid, todas las noches iba al teatro y hacía grandes regalos a
los comediantes y comediantas. En el día, apenas va, y sólo asiste por
ceremonia, dando orden que [la comedia] sea escogida por su moralidad, y aún
así se cansa, le viene mucho sueño, y aún ha de hacerse mucha violencia para
no dormirse, como ella misma dice en confianza.
770.
2ª
Los
bailes.—Antes
había con mucha frecuencia bailes en Palacio. En el día son muy pocos y se
observa mucho orden, según me han informado los que han asistido, pues que no
los voy jamás a ver y estorbo todos los que puedo; pero dichos bailes son más
un pretexto para verse todos allá reunidos por razón de polí[ti]cas que para
bailar y por otros fines. Y mirados por este punto de vista, se deben tolerar. Y
quizás (ha) habido ocasiones [en que] por asuntos meramente políticos se han
hecho necesarios.
771.
3ª
Los
convites.—Antes
había muchos convites. En el día son pocos, no más [que] los indispensables.
En este mes había de haber tres por tres motivos especiales: por ser el santo
del Príncipe, por ser el santo de la Infanta Paz y por otro motivo; pues esos
tres convites se pasarán en uno. Yo prefiero que se gaste en limosnas a los
pobres que en convites, bailes, etc.
772.
4ª
Los besamanos. - Este es mi
principal trabajo, porque quiero que lleven las Señoras el vestido más alto,
esto es, que anden más cubiertas. Dicen que es el vestido de etiqueta; que
siempre se (ha) andado así en tales ceremonias; que en todas las cortes del
mundo en tales funciones se va así, etc., etc. Yo me formalizo, digo y hago
todo lo [que] me parece es de mi deber. Y si bien es verdad que actualmente la
Reina es la Señora que viste más tapada de toda la reunión, pero aún no
estoy contento, me quejo, le manifiesto el disgusto que tengo, la pena que me da
y el deseo que tengo de huirme de Palacio por esto mismo.
Castigo
contra los blasfemos.
-
Muchos son los castigos que podría referir; me contentaré con dos:
773.
1º
En la corte de Madrid, calle de Relatores, en el año 1862 se hacían
obras en una casa y se hallaba el paso algo obstruido; un carretero con el carro
cargado tenía que pasar por allí, y, habiéndosele atascado el carro con los
escombros, empezó a blasfemar contra Dios, dando fuertes palos a las mulas,
blasfemando al mismo tiempo; ha aquí que una mula a la que pegaba le tiró una
fuerte coz en las sienes y cayó muerto con la blasfemia en la boca.
774.
2º
En el mismo año de
1862 y en la misma villa de Madrid, en la calle que se llama del Viento,
estaban unos albañiles y peones escarbando en la calle haciendo la
comunicación de un pozo o depósito de inmundicia de una casa a la alcantarilla
grande que está en medio de la calle. Y mientras uno de ellos estaba dando con
el pico, blasfemaba, y entre otras blasfemias decía que se ensuciaba con Dios;
pero Dios, en castigo, hizo que el blasfemo quedase ensuciado, porque
rompiéndose el muro antes de tiempo, salió tan grande multitud de inmundicia,
que el mal olor le axfisió y no pudo salir, y las aguas inmundas le ahogaron y
quedó muerto, llena su boca y todo su cuerpo de inmundicia.
C
A P Í T U L O
V I I I
Cuenta
que doy a mi director espiritual
de
lo que he hecho en el año 1863
775.
En
este año SS. MM. Y AA. no han hecho jornada; han permanecido siempre en Madrid
y en los dos sitios de Aranjuez y La Granja. Así, yo he tenido más tiempo para
dedicarme a la predicación, al confesonario y a escribir libritos y estampas.
776.
En
cuanto a la Predicación, he predicado los santos ejercicios a las Señoras y a
los Señores de esta Corte con grande fruto. Que Dios lo ha hecho. También he
predicado la Novena de San José, que en esta Iglesia de Montserrat se le ha
hecho un altar nuevo y la imagen nueva; la Novena ha sido muy concurrida y con
mucho fruto. También he predicado los ejercicios a las Adoratrices, a las
Escolapias y a las Terciarias, a las Niñas y criadas.
777.
Todos
los días en Madrid confieso desde las siete a las once, en que me levanto para
dar audiencia a las gentes que quieren hablar conmigo; que para mí es la hora
más molesta, porque me piden cosas en que no me puedo meter.
778.
En
este año, en los Sitios me he puesto en el confesonario todos los días
después de la celebración de la santa Misa, porque se confiesan conmigo las
camorristas y demás de la servidumbre de SS. MM. Y AA., y como todas frecuentan
los santos Sacramentos, así que todos [los] días hay algunas que confesar. En
Madrid cada una tiene su Confesor y Director espiritual; pero en los Sitios
vienen casi todas a confesar[se] conmigo, y todas tienen una conducta muy
arreglada. Tienen meditación y lectura espiritual cada (día), ya porque les
sale del corazón, ya también porque ven el buen ejemplo de S. M., que, además
de las prácticas ordinarias de cada día, cada año en el Rl. Sitio de La
Granja hace los Ejercicios de San Ignacio; las demás los hacen en Madrid.
779.
En
Aranjuez he escrito el segundo tomo del Colegial instruido y después varias estampitas. En La Granja he
escrito la Colegiala instruida. A cada
Seminario de España he regalado 200 tomos del Colegial instruido y cinco Biblias para que se dieran a los
seminaristas más aplicados. He dado muchísimos libros y estampas y rosarios.
C
A P Í T U L O
I X
Propósitos
de los santos ejercicios
780.
Al útimo tercio de octubre de este año, 1863, fui al Escorial para hacer
ejercicios, que duraron del día 23 de Octubre hasta el primero de Nobre.
inclusive, en los que hice los propósitos siguientes 42.
1.
Cada año haré los santos ejercicios.
2.
Cada mes, un día de retiro riguroso.
3.
Cara semana me reconciliaré.
4.
Cada semana ayunaré tres días, que serán: miércoles, viernes y sábado, y en
estos mismos días por la noche me abstendré de postres.
5.
El lunes, miércoles y viernes tomaré una disciplina cada día u otra cosa
equivalente. El martes, jueves y sábado me pondré el cilicio.
781.
6.
En el rezo pensaré en la reprensión que sufrió Santa Catalina de Sena (Vida
p.69). También me acordaré de San Luis Gonzaga, que en solos los Maitines
gastaba una hora (Vida p.191).
782.
7.
Llevaré examen particular de la virtud de la Mansedumbre. Me acordaré de la
mansedumbre de Jesús modelo y maestro, que dice: Aprended
de mi, que soy manso y humilde de corazón.
783.
Me
acordaré de la mansedumbre de María Sma., que ni por suceso alguno se le
movió la ira, ni perdió la perfectísima mansedumbre, con inmutable e
inimitable igualdad interior y exterior; sin que jamás se le conociese
diferencia en el semblante , ni en la voz , ni en movimientos que indicasen
algún movimiento interior (Mist. [Ciudad
] t.2.° p.276).
«Consideraré
su utilidad, porque con la humildad se agrada a Dios, y con la mansedumbre al
prójimo».
784.
«Mejor
es hacer menos con paciencia, mansedumbre y amabilidad que hacer más con
precipitación, ira, enfado y regañando; pues que las gentes, al ver este modo
de proceder, se escandalizan y se retraen».
785.
8.
Nunca me enfadaré; callaré y ofreceré a Dios todo lo que me dé pena.
9.
Nunca me quejaré; me resignaré a la voluntad de Dios, que así lo ha dispuesto
para mi bien. Pobreza, humillaciones, dolores, desprecios, etc.
786.
10.
Seré siempre amable para con todos, singularmente con los que me son molestos.
787.
11.
Nunca hablaré de mí ni de mis cosas, ni en bien ni en mal.
788.
12.
Diré a mi buen Dios: Señor, si os
queréis servir de mí, miserable instrumento, para la conversión de
los pecadores, aquí me tenéis.
789.
13.
Antes de comer diré: Señor, como para
tener fuerzas y serviros mejor. Uso, Señor, de estas cosas del mundo no por
regalo, que no quiero ninguno, sino por necesidad.
14.
Antes de acostarme diré: Señor,
lo hago para reparar las fuerzas gastadas y serviros mejor. Lo hago porque Vos,
Señor mío, lo habéis ordenado.
15.
Antes de estudiar diré: Señor,
lo hago para más conoceros, amaros y serviros; y para ayudar a mis prójimos.
Devociones
para los días de la semana según los propósitos de otros años.
790.
16.
En todas las cosas procuraré: primero, pureza y rectitud de intención;
segundo, grande atención y cuidado, y tercero, fuerza de voluntad.
791.
17.
Pondré un sumo cuidado en hacer bien cada cosa particular, como si no tuviera
nada más que hacer.
Estos
propósitos, con la ayuda del Señor, he procurado cumplir.
792.
El
que más me ha costado ha sido el de la mansedumbre, por la multitud de gentes
que venían a hablar para cosas de Palacio o destinos del Gobierno. Pues que,
por más razones que les daba, no se querían convencer, y esto me daba mucha
tortura. En la hora de recibir, que es de las once a las doce, antes de salir
pedía la gracia al Señor para no enfadarme. Y mientras salía uno y entraba
otro, levantaba la vista y el corazón a una imagen de María Sma., pidiéndole
la gracia y auxilios necesarios; y así lo tomaba mejor, y lo ofrecía todo a
Dios, y les daba algún socorro o libro espiritual, y así se iban menos
desesperados.
C
A P Í T U L O
X
Capítulo
importante a la Congregación
793.
El
día 14 de Nobre. de 1863, día en que había de predicar de María Sma. en los
santos Ejercicios espirituales que estaba dando en el noviciado de las Hermanas
Terciarias del Carmen de Madrid, Comunidad de Hermanas, Colegio de niñas y
criadas de servir; día de sábado, en que tengo la lectura espiritual de María
Santísima, día del Patrocinio de María Sma. por no haber podido entrar el
Domingo anterior por ser la octava de Todos los Santos. En este día, pues,
leía «que
la Religión de los Cartujos, angustiada por la falta de quien quisiese profesar
bajo su hábito en un Instituto tan austero en el vivir, en la soledad, en el
silencio, no supo encontrar mejor remedio que consagrarse a María Santísima,
con voto público de rezar diariamente su oficio (el oficio parvo), y con esto
proveyó tan perfectamente a su perpetuidad, que desde el año de 1084 dura
inviolada su severísima regla, para vergüenza del tiempo, que, destruyendo
todo poder, no puede destruir al que
se pone bajo la protección de María».
Este consejo de que rezaran el oficio parvo fue dado por San Pedro, que se (les)
apareció bajo el aspecto de anciano.
794.
En este día, pues, me vino el pensamiento que, si en la Congregación se rezara
cada día, además del Oficio divino el oficio parvo a María Sma., ella nos
proveería de sujetos que aumentarían, dilatarían y conservarían la
Congregación.
795.
En
la oración de la misma mañana parecía que la Imagen de la Virgen que hay en
el altar me decía que sí, que se hiciese, pero con esta discreción: que
bastará que uno de la Congregación lo rece; uno sea por obligación; los
demás, (por devoción), Si quieren y tienen oportunidad, pero no se permitirá
a los que se hallen ocupados en la tarea de las misiones, pues que entonces han
de predicar y confesar. También se podría disponer que este oficio parvo lo
rezaran los que se hallan en el noviciado [y] que aún no son ordenados in
sacris.
C
A P Í T U L O
X l
Cuenta
que doy a mi director espiritual de lo que
me
ha ocurrido en el año 1864
796.
Me
he llevado por los propósitos que tengo hechos en los últimos ejercicios, y
los he cumplido con algunas imperfecciones, que Dios N. S. me permite para más
y más humillarme, para que conozca prácticamente que yo no soy más que
miseria y que, si algo bueno hay en mí, es todo de Dios; yo no soy más que un
puro nada. El Señor en este año me ha hecho conocer hasta la evidencia la
necesidad y utilidad de esta preciosísima virtud. Jamás la había entendido
tan bien.
797.
En
este mismo año he leído otra vez las obras de Santa Teresa de Jesús, y por su
lectura el Señor me ha comunicado muy grandes conocimientos. ¡Oh cuan bueno es
el Señor! Como ya sabia las grandes pruebas por que había de pasar, me previno
con grandes conocimientos y auxilios espirituales.
798.
Este
año he sido muy calumnia[dol y perseguido por toda clase de personas, por los
periódicos, por folletos, libros remedados, por fotografías y por muchas otras
cosas, y hasta por los mismos demonios. Algún poquito a veces se resentía la
naturaleza, pero [me l tranquilizaba luego y me resignaba y conformaba con la
voluntad de Dios. Contemplaba a Jesucristo, y veía cuán lejos estaba aún de
sufrir lo que Jesucristo sufrió por mí, y así me tranquilizaba. En este mismo
año he escrito el librito titulado El consuelo de un alma
calumniada.
799.
En
este mismo año he escrito el Catecismo para
la uniformidad de toda España. La
Vocación de los Niños. He hecho reimprimir el Reglamento
en latin de los estudiantes, Las Reglas de los Clérigos de vida común, Las
tardes de verano en La Granja y el Reglamento
de las Bibliotecas populares. De este librito se esperan grandes resultados.
.
800.
En
este mismo año he dado las Misiones de los Servitas en San Andrés y en las
Salesas Reales, y en ellas el Señor y la Sma. Virgen han hecho mucho fruto. He
dado ejercicios espirituales a las Desamparadas, a las Escolapias, a las
Terciarias y a las niñas del Colegio y a las criadas. He predicado otros
diferentes sermones en la Corte y en El Escorial, en que [he] dado ejercicios
espirituales.
801.
Todos
los días, a las tres de la madrugada me dan el despertado, pero por lo común
ya estoy levantado en aquella hora. Hago luego mis prácticas de devoción,
tengo lectura espiritual hasta las cuatro y media, que llamo a los criados
Después me preparo para la Misa y [a] las cinco empezamos la meditación hasta
las seis, en que digo Misa inmediatamente en el mismo oratorio, y hasta las
siete doy gracias. Me pongo en el confesonario hasta las once, en que me levanto
y doy audiencia hasta las doce, en que me retiro, rezo las oraciones hago el
examen particular del amor de Dios y el Via‑crucis y voy a comer, etc.
Hasta las ocho y media, en que vamos Juntos a rezar el Rosario, examen, etc., me
ocupo en el rezo, estudio, predicación, visita del Smo. en las Cuarenta Horas
etc.
C
A P Í T U L O
X I I
En
este capítulo refiero algunos casos que a mí me
han
sucedido, que he querido consignar para utilidad
de
los predicadores , confesores y demás gentes
802.
Muchísimos
son los casos que me han sucedido desde que soy sacerdote, aunque indigno, los
que no he consignado por estar siempre muy ocupado; pero, habiéndome indicado
mi Director espiritual que sería muy de la gloria de Dios y bien de las almas,
escribiré algunos con sencillez y brevedad, tales cuales yo he visto o han
pasado por mí mismo.
803.
Hoy,
día 15 de abril de 1864, me han dicho que en la parroquia de San Andrés, en la
que yo había hecho la Misión por la Cuaresma, habían cumplido con los
preceptos de la Iglesia 4.000 almas más que en los años anteriores. Bendito
sea Dios. Gloria sea a Dios. Se han confesado hombres que había cuarenta años
y mujeres que de treinta años no se habían confesado. Non
nobis, Domine, non nobis; sed nomini tuo da gloriam.
—Daños
del pecado de impureza:
804.
Hoy, día 30 de abril de 1864, me han llamado para ir a ver a un enfermo.
He ido. El enfermo era un joven de 19 años. Al principio que yo me hallaba en
Madrid, se confesaba conmigo y seguía muy bien, frecuentaba los santos
sacramentos, se encomendaba a María Sma. y se llevaba en todo según mis
consejos. Después se hizo con malos compañeros, ya no vino más a confesar[se]
conmigo, pero antes de morir me llamó; yo fui y me dijo: «Yo
muero tísico por haberme dejado arrastrar del vicio de la masturbación, por
haber dejado de frecuentar los santos sacramentos y de encomendarme a María
Santísima».
Después de haberse despedido de mí, murió a las pocas horas.
805.
Aquí
referiré algunos casos muy horrorosos que han pasado y yo he tenido que
resolver y remediar; que sólo podrán leer algunos sacerdotes de prudencia y
tino para precaverse y recelar.
806‑810.
C
A P Í T U L O
X I I I
Continúa
la relación de algunos ejemplos que pueden
servir
para escarmiento
811.
Madrid,
día 31 de marzo de 1864. Un señor recientemente casado dijo a su mujer, que
era una señorita muy virtuosa: «Yo
no te privaré [de] nada; sólo de una cosa deseo que te abstengas, que es la
confesión, pues no quiero que un cura gobierne mi casa, como de seguro la
gobernaría si tú con frecuencia te confesases, porque te llevarías por sus
consejos».
812.
Añadió
para hacerla apartar de los sacramentos: «Yo
no puedo creer que Dios haya confiado sus tesoros y sus gracias a los curas. Yo
veo que, cuando un Señor rico, poderoso, sabio y prudente nombra un mayordomo a
quien quiere confiar sus tesoros y por quien los quiere distribuir, busca y
escoge un sujeto de probidad, instruido y de educación, y jamás admite un
hombre inmoral, tonto y grosero. Pues si esto dicta la recta razón y evidencia
la experiencia de todos los días, ¿cómo se puede creer que Dios haya hecho
mayordomos de sus dones y gracias y ministros de su Iglesia a los Curas, hombres
groseros, sin ciencia, sin educación y sin costumbres?. Así hablaba este
impío..., lenguaje antiguo de los herejes, mil veces refutado por los Santos
Padres y Doctores de la Iglesia. Es verdad que no depende la gracia y demás
efectos de los sacramentos de la santidad de sacerdotes; sin embargo, se ve la
obligación que tenemos de ser instruidos, bien educados y de santas costumbres.
813.
Madrid,
día 1.° de abril de 1864. Una señora, hablándome de la dirección de un
colegio, (me ha dicho): «Lo
más tonto de cada casa se mete en la Iglesia para clérigo».
814.
Madrid,
día 15 de abril de 1864. Me decía una señora muy piadosa y celosa: «Hay
mucha ignorancia en los clérigos. Menos mal sería que en algunas Parroquias de
los campos no hubiese cura y que los fieles rezasen el Rosario en lugar de oír
Misa, que no que vaya un sacerdote tonto e inmoral, que no hace más que
escandalizar».
815.
En
el mismo día me decía otra señora que la última vez que fue a comulgar, el
Sacerdote que le dio la sagrada Comunión, al verle tan negros los dedos con que
tocaba la sagrada Hostia y el hedor de humo que despedía de sí, le causó tal
asco, que las entrañas se le revolvían, y por último se vio muy apurada
cuando, teniendo ya la santa Forma en la boca, no la podía pasar, por sentirse
con el estómago revuelto y con ganas de vomitar, todo a causa de aquel
nauseabundo sacerdote. ¡Ay de nosotros si, en lugar de atraer a los fieles con
buenas costumbres, los ahuyentamos con modos groseros y pasiones
inmortifica[da]s! ¡Ay de nosotros si, en lugar de ser el buen olor de Cristo en
todo lugar, como dice el Apóstol, somos la peste que los espante!...
816.
En
el año 1864, don Carmelo Sala y don Atanasio López fueron a una Misión a una
población llamada Oche, y una mujer al verlos llegar se puso a gritar: Chica
encierra las gallinas, que llegan los Misioneros. Los mismos Misioneros lo
oyeron y me lo contaron. La mujer después, durante la Misión, se arrepintió y
dio satisfacción a los Misioneros, diciendo que lo había dicho por motivo de
ortos Misioneros que antes habían ido y por la buena y regalada vida que se
hacían. ¡Oh cuanto conviene que los Misioneros sean mortificados, muy
virtuosos y ejemplares!
817.
Día
1.° de febrero de 1865. Los PP. Mon y Sáenz de Cenzano, jesuitas, pasaron de
la misión de Pamplona a la de Zaragoza, tomaron el ferrocarril y se pusieron en
asientos de primera clase. Los impíos lo vieron o supieron, y se ocuparon de
ello en las conversaciones y periódicos. Lo que se ha de procurar es no ir con
el ferrocarril, y, si alguna vez es preciso, ponerse en segunda clase, y mejor
en tercera. Lo mejor es ir a pie, como Jesús, o con un burrico.
C
A P Í T U L O
X I V
En
que se refieren algunos castigos que han
provenido
de maldiciones
818.
El
día 18 de junio de 1864, hallándome en Madrid, se me presentó una mujer de un
pueblo cercano muy afligida para que la consolase y aconsejase cómo se había
de portar. Esta mujer tenía un hijo de 25 años muy aficionado a salir de noche
con otros jóvenes de la misma población. Su madre no quería que saliese de
noche, pero él no hacia caso de las amonestaciones de su madre; [ésta],
enfadada, le dijo una noche al ver que se iba a pesar suyo: Ya
que yo no te puedo sujetar, te sujetará la justicia. Con aquella maldición
encima salió aquel mozo aquella noche como tenía de costumbre, se juntó con
sus compañeros, que todos eran ocho; insultaron a una mujer, y la justicia los
prendió y los metió en la cárcel.
Cuando
la mujer me lo refería había ocho meses que había sucedido, en cuyo tiempo
todos los otros compañeros ya estaban puestos en libertad, menos éste, que
aún se hallaba en la cárcel y condenado a 15 años de cadena en un presidio.
La misma madre decía que era esto un castigo de Dios por dos causas: la una,
por la desobediencia del hijo, y la otra, por la maldición que ella le había
echado.
819.
El
día 25 de Nobre. de 1864, en Madrid, una madre, hija del mismo Madrid, muy
afligida, me dijo que tenía una hija de ocho años y medio muy viva. Un día
hizo una travesura propia de su edad y viveza, y su madre se puso tan
encolerizada, que le dijo: ¡Ya te
murieras! La misma madre me dijo que la niña estaba muy sana, y al momento
que le hubo echado la maldición enfermó y murió. La misma madre conocía que
su maldición le había causado la muerte, y por eso se hallaba inconsolable.
820.
Madrid,
10 de enero de 1865. Una madre me ha referido ella misma que tenía dos hijas:
una de 20 años y otra de 14. La mayor se le murió, y dijo: Mejor
sería que se hubiera muerto la pequeña. A ésta la mataron.
Y
fue de esta manera. Un hombre la cogió y se la llevo, la desfloró, la apretó
la garganta para que no chillara, la ahogó y la echó en una alcantarilla, y se
fue. Este hecho ha sido muy ruidoso en Madrid, y aún algunos periódicos lo han
referido, a mí la misma madre me lo ha referido.
821.
Madrid,
día 15 marzo de 1865. Una soltera me dijo que había vivido amancebada con
palabra de casamiento con tres, el uno después del otro. Y que, finalmente,
tres la habían engañado y abandonado; y ella, indignada, a todos tres había
maldecido y deseado mal, y a todos tres les sucedió precisamente el mismo mal
que les había deseado y según la misma maldición que les había echado.
822.
De
estos ejemplos de efectos de maldiciones podría referir muchísimos que he
sabido y he visto que se han cumplido en los mismos términos y en las mismas
maneras y tiempos que decía el maldiciente. [Los] he visto en todos los
estados; pero en los que he visto y he sabido, más ha sido entre madres e
hijos, entre padres e hijos, entre maridos y mujeres, entre amos y criados y
criadas, y también entre amantes que se han engañado y faltado a la palabra.
C
A P Í T U L O
X V
En
que se ponen algunos casos de pecados castigados
(este
capítulo no se publica por expresa voluntad del santo)
823‑826.
C
A P Í T U L O
X V I
En
que se refieren cosas que a mí me han sucedido
827.
El
día 25 de Dibre. del año ..., a las cuatro de la madrugada, empezó a nevar, y
nevó dos días seguidos. Y fue tanta la abundancia de nieve que cayó, que los
nacidos no habían (visto) igual en Madrid. Y sin embargo, una mujer con aquella
nieve vino de un pueblo de seis leguas para confesarse y se confesó.
828.
Item.
Una mujer de 64 años se vino a confesar conmigo, que en toda su vida no se
había confesado más que dos veces. La primera vez que se confesó tenía diez
años, y la segunda 20, en que se casó. A los tres años de casada se marchó
de su marido; desde muy niña siempre fue muy mala, pero después de casada fue
peor, fue escandalosísima; estuvo en diferentes reinos, y en todas partes fue
malísima. Finalmente volvió a Madrid, su patria, y le vinieron ganas de
confesarse, pues ya hacia 44 años que no se había confesado, y aún las dos
veces que antes se había confesado, no lo había hecho bien.
Yo,
al oír su larga y malísima vida y al verla tan compungida y deseosa de
emprender una vida penitente, le pregunté si había tenido alguna devoción. Y
me contestó que, no obstante su mala vida, cada día había rezado siete
Padrenuestros y siete Avemarías a la Santísima Virgen del Carmen, que desde
muy pequeña había oído decir que era cosa buena rezarle. El mes de Nobre. de
1864 se confesó, y siempre más siguió muy bien, y no dudo que conseguirá la
gloria.
829.
Madrid,
21 de marzo de 1865. Se ha convertido y se ha venido a confesar el que hacía
las caricaturas y fotografías contra mí, y son muchas y muy males y
calumniosas las que se han hecho y se han vendido y extendido por todas partes.
830.
Este
mismo año se ha convertido una mujer muy mala que había hecho toda especie de
pecados. Se ha convertido por la oración ¡Oh Virgen y Madre de Dios!, etc., que decimos después del
sermón; no obstante su mala vida, todos los días la rezaba, y finalmente la
Virgen Santísima le ha tocado el corazón y ha hecho una buena confesión
general; jamás se había confesado bien. Con reserva diré que había hecho
toda suerte de pecados; singularmente de torpeza había pecado muchísimo
consigo misma, con mujeres, con hombres solteros, viudos y casados, con su mismo
padre, con su mismo hijo, con animales y de todas maneras; había envenenado a
su marido, había intentado el suicidarse muchas veces y nunca pudo acabarse de
matar; por más que lo procuraba, quedaba semimuerta y la curaban. Había
llamado al demonio muchas veces y se había entregado a él para que se la
llevara, etc., etc.; y por esta pequeña devoción que rezaba a María Sma.
todos los días, el Señor la preservó; y finalmente el Señor la ha
convertido. ¡Oh cuán misericordiosa es María Sma.! Esta conversión ha sido
durante la Novena del Inmaculado Corazón de María del año 1865.
[CAPITULO
XVII ]
(no
se escribió)
C
A P Í T U L O
X V I I I
Que
contiene mi separación de la Corte y una carta
que
me escribió S. M. la Reina
831.
Día
7 de mayo de 1865, a las 3 1/2 de la tarde, día del Patrocinio de San José, me
dijo Jesús que fuese muy devoto de San José, que acudiese a él con confianza.
832.
El
día 17 de julio, a las 7 de la mañana, estando rezando delante de la Imagen
del Santo Cristo del Perdón que hay en la Iglesia de La Granja, me dijo Jesús:
Antonio, retírate. Esto fue de
resultas de haber aprobado S. M. el llamado Reino de Italia. Ya se susurraba
esta aprobación, y los Obispos
empezaban a mandar sus exposiciones, empezando el S. Arzobispo de Burgos. S. M.
me preguntó qué me parecía de las exposiciones de los Obispos. Yo le
contesté que me parecían muy bien; le dije que lo mismo haría yo si me
hallara en su lugar. Ellos han de escribir, porque se hallan ausentes, y yo no
escribo ni hablo por escrito porque ya me hallo presente a V. M. y le hablo cara
a cara. Ellos escriben en nombre de sus ovejas; mas yo (no) he menester, porque
no tengo más que una oveja, que el lobo me va a devorar, aludiendo a S. M., que
bien lo entendió, y dijo: Dios nos libre.
..
833.
Como
ésta era una cosa que ya se veía venir, yo la estaba continuamente exhortando
que huyese de tal aprobación, que se desentendiera de esta cuestión; ella me
prometía que jamás lo haría, ya por ser una cosa [en] contra del Santo Padre,
ya también por ser [en] contra del rey de Nápoles pariente suyo muy cercano.
Algunas veces me decía que antes dejaría de ser Reina que aprobar tal
cosa; otras me aseguraba que antes prefería perder la vida. Como yo veía que
finalmente le sucedería a ella lo que al Rey de Nápoles, y así se lo decía,
la exhortaba a morir con honor antes que poner en su honor tan feo borrón. Y,
además de todas las reflexiones que le hice, eché mano de las amenazas, y le
dije por dos veces que, si ella aprobaba el Reino de Italia, yo me marcharía de
su lado, que era lo más sensible que le podía decir, porque ella me quiere con
delirio.
834.
Finalmente,
el día 14 de julio, día de San Buenaventura, cuyo día fue para S. M. y para
todos los católicos de muy malaventura, llegaron todos los Ministros a La
Granja a las 9 de la noche. El Presidente O'Donnell se fue sólo a palacio y
estuvo hablando con S. M. desde las 9 a las 11, y le dijo que esto del Reino no
es lo que se piensan, que no es tan fiero el león como le pintan; que aquí no
se trata de aprobar el derecho, sino meramente el hecho, y esto de la parte de
Nápoles; pero que de ningún modo de la parte que pertenece al Pontífice.
Además de esta engañifla, le dijo que convenía así por razón del comercio,
y sobre todo que no se podía por menos, porque el Ejército se iba a
revolucionar y echarse encima si no se aprobaba el llamado Reino de Italia. Por
manera que se puede decir que [el]la fue engañada y amenazada.
835.
El
día siguiente, cuando fue la hora, se presentaron todos los Ministros a
palacio, y todos juntos aprobaron lo que la noche antes había dicho el
Presidente.
836.
Este
acuerdo fue para mi un sentimiento de muerte. Me presenté a S. M. y le hice ver
el mal que había hecho. Ella no hacia más que llorar, y me dijo que desde que
había dado el consentimiento no la había dejado la calentura.
837.
A
mí me afectó tanto, que me causó una grande diarrea, y como en La Granja son
fatales las diarreas por razón de las aguas, pues cada año se mueren algunos
de la comitiva de eso, tomé de aquí ocasión para irme a Cataluña y separarme
de la Corte con ese pretexto y disimularme mi intención, porque como en estos
días se hallaba en los cuatro meses de embarazo, le podía causar un aborto. Me
decía y me suplica[ba] con gemidos, suspiros y lágrimas que no me fuera. Yo le
contestaba que me era preciso irme para salvar mi vida que demasiados
sacrificios había hecho en los ocho años y meses que había estado a su lado,
y que, finalmente, no me exija el sacrificio de la vida.
838
Me salí de La Granja y fui a Madrid, luego a Zaragoza y después a Barcelona, y
finalmente a Vich. Al salir de la atmósfera de la Corte, ya me hallaba algo
mejor; pero continuaba la diarrea, y me ha durado una porción de días, aún en
esta de Vich.
839
El día 14 de agosto de este mismo año, hallándome a las 9 1/2 de la mañana
en la Iglesia de Santo Domingo de Vich, en que había las Cuarenta Horas, fui a
visitar, y el Señor me dijo desde el Santísimo Sacramento del Altar: Irás
a Roma.
840.
Carta
que me escribió S. M. Ia Reina.
S.
Ildefonso, 20 de julio de 1865.
Señor
Claret, Padre mío: El objeto de escribir a V. estas líneas es suplicarle, por
el cariño que nos tiene, que esté V. el día 2 del mes que viene en Valladolid
para ir con nosotros a Zarauz. V. comprende bien lo que yo pasaría y lo que
creerían si me vieran sin V. Si V. después de estar en Zarauz necesita más
baños, puede desde allí irse unos días y volver después; haga V. este
sacrificio más por su hija de confesión que tantísimo le debe.
Le
suplico a V. que, si accede a mis ruegos, me ponga dos líneas diciéndomelo, y
mi alegría serán inmensa.
Pida
V. a Dios y a la Virgen nos conserve la salud a todos; el Rey está un poco
delicado, pero V. pedirá para que no sea nada; en las oraciones de V. confiamos
todos, y todo lo esperamos de ellas.
Su
amante y respetuosa hija de V., Isabel
.
C
A P I T U L O
X I X
Que
contiene la carta de S. Santidad
841.
Como
ya se veía venir esto del reconocimiento del Reino de Italia, S. M. la Reina
consultó al Santo Padre pidiéndole consejo para saber cómo se había de
portar,
y el Santo Padre le contestó diciendo:
Majestad:
La
carta que V. Majestad me ha últimamente dirigido y con la que me pide consejo
si debe V. M. reconocer el estado actual de la (Italia), encierra en sí graves
dificultades de parte de la que pide consejo, y de parte mía una verdadera
imposibilidad de poderlo dar en sentido afirmativo. No se me oculta la difícil
situación en que se halla V. M., y conozco que en el sistema parlamentario el
Soberano se halla muchas veces impedido de poner por obra las resoluciones que
conoce se habrían de tomar; sin embargo, estas resoluciones jamás deben ni
pueden admitirse si ellas son contra la justicia. Por esta sola (razón)
comprenderá fácilmente V. M. que mi consejo será siempre contrario al
reconocimiento de una usurpación siempre injusta a los Príncipes italianos,
que han sido perjudicados, y mucho más aun por lo que mira a esta Santa Sede,
cuyo patrimonio se me ha confiado para [que] íntegro lo deje a mis sucesores.
842.
¡Parece
imposible que la Nación española, tan conocida por el amor que tiene a la fe
católica, Nación que en el año 1849 dio a todo el mundo luminoso ejemplo de
amor a esta santa Silla y hacia mi pobre Persona, quiera ahora obligar a V. M. a
dar un ejemplo enteramente contrario! Yo espero que no.
843.
Es
verdad que el deseo que he manifestado de proveer las muchas sillas episcopales
que hay vacantes en Italia ha suministrado motivo para hacer suponer por algunos
que esta Santa Sede no es extraña de continuar las tentativas de tratar con el
rey Víctor Manuel y su Gobierno hasta el punto de reconocer el estado actual de
la Península. Pero estos que han pensado así han ciado en un equívoco
colosal, pues que una cosa es satisfacer a un deber de conciencia impuesto por
Jesucristo, cual es el de tantear todos los medios posibles para poder proveer a
las necesidades de la Iglesia, y otra cosa es reconocer las usurpaciones y
sancionar de esta manera la falsa doctrina de los hechos consumados. Yo he
tanteado el modo de poder cumplir con un deber mío, y aún diré con esperanza
de feliz resultado, en las primeras tentativas que se hicieron con Negociador
Piamontés; pero después que volvió a Roma, habiendo recibido instrucciones
enteramente diversas, las esperanzas que se habían concebido se desvanecieron
completamente, por lo que volveremos al estado en que estaban las cosas antes de
las tentativas.
844.
En
cuanto a lo demás, yo ruego a Dios para [que] sostenga a V. M., para que le dé
las luces necesarias, para que acierte [a hacer] el bien que pueda en ese su
Reino y salvar la sociedad, expuesta en estos nuestros tiempos [a] grandes
daños y evidentes peligros.
La
bendigo de verdadero corazón con S. M. el Rey, el Príncipe de Asturias, la
Augusta familia y a todos sus súbditos.
Dada
en el Vaticano, a los 15 de junio de 1865.—Pius
P. IX.
No
obstante que la vio S. M. y los Ministros, se pasó adelante en el
reconocimiento del llamado reino de Italia.
C
A P Í T U L O X
X
Que
contiene una carta que me escribió el S. Nuncio
desde
Madrid hallándo (me ) yo en Cataluña
845.
Al
ver yo el sesgo que habían tomado las cosas, supliqué al S. Nuncio para (que)
consultara a Roma cómo me había de portar. La contestación que dieron de Roma
me lo dice el S. Nuncio en la siguiente carta:
Excmo.
e Ilmo. Sr. D. Antonio María Claret, Arzobispo de Trajanópolis.
Muy
Sr. mío y querido Hermano: He recibido últimamente respuesta de Roma sobre su
consulta, que es la siguiente:
«No
extraño, me escribe el Sr. Cardenal Antonelli, que el Sr. Claret se halle
angustiado y busque autorizados consejos para tomar una resolución y
tranquilizar su ánimo. Cierto, considerando el bien que él mismo pudiera hacer
a los intereses religiosos y a la buena causa aún después del reconocimiento
del reino de Italia, no puede persuadírsele que deje el puesto que tiene en la
Corte; pero tampoco se le puede sugerir que continúe en el mismo cuando esto
llegue a ocasionarle agitaciones de espíritu y el crea contrario a su
conciencia. Luego no queda otro recurso que recogerse en el Señor e, implorando
sus divinas luces, hacer lo que Dios le inspire para el bien de la Iglesia y de
las almas. Este es el partido mejor y éste es el consejo que V. deberá dar al
Sr. Claret en nombre también del Santo Padre».
846.
He
querido traducir literalmente dicha respuesta para que V. conozca con toda
exactitud cuál sea la opinión del S. Padre. Esta se reduce a los siguiente:
que V. ruegue a Dios para que le ilumine, y luego, según el Señor le inspire,
continúe o no en su cargo de Confesor de S. M.; el S. Padre sin imponer ninguno
de estos dos extremos, no desaprobará la resolución que V. adopte después de
haber invocado la especial asistencia del Señor.
847.
Permítame
V. una observación sobre la respuesta del S. Padre. El no dice, es verdad, que
V. continúe en su encargo de Confesor; pero tampoco dice que lo deje. Luego,
siguiendo en el mismo, no haría V. cosa contraria a sus deberes ni disgustosa
para el S. Padre. Si hubieran estas dos circunstancias, el S. Padre hubiera
dicho francamente que V. no puede continuar en su puesto. El motivo por el cual
no ha llegado a decir que sería conveniente que V. continuare en el mismo, no
es porque tenga firme seguridad de que V. haría una acción censurable, sino
sólo porque no quiere que V. Ia haga si la cree contraria a su conciencia.
848.
Ahora
en esto consiste lo más importante de la cosa, y por esto debe V. implorar del
Señor sus santas luces de sabiduría y prudencia al decidir si debe V. creer
contrario a su conciencia el quedar por más tiempo en la Corte. Bien conozco
que sus aspiraciones, sus tendencias, sus deseos, serían de salir de allí lo
más pronto posible, y tiene sobrada razón para estar tranquilo. Pero [V. ] me
enseña que [lasl aspiraciones, tendencias, deseos, no son la conciencia, y
aquí única y exclusivamente se trata de la conciencia.
849.
La
franca y explícita declaración que V. ha hecho publicar ha quitado toda duda
sobre su modo de pensar acerca del reconocimiento del reino de Italia. Nadie
desde ahora podrá sospechar que V. no está conforme con los Obispos y con el
sentimiento católico, que se ha manifestado con tanta generalidad, o que oculta
o disimula su opinión para no alejarse de Palacio. Pero su alejamiento hará
difícil el prestar utilísimos servicios a la Iglesia, máxime en la elección
de Obispos, y en la pública opinión del pueblo fiel y del clero ocasionara
grave perjuicio a la Reina. Estas dos últimas reflexiones son del más alto
interés y merecen la más seria meditación. No necesito encarecer a V. Ia
primera; en cuanto a la segunda, sólo le recordaré la conspiración
revolucionaria contra S. M., especialmente porque en el fondo de su corazón es
católica y adicta al S. Padre. Y que serán si los buenos también llegan a ser
enemigos de su causa como imprudentemente se procura? ¿Cuáles serán las
consecuencias, ya para el Reino, ya para la Iglesia?
850.
El
S. Padre no deja de profesar todo su afecto a S. M.; profundamente deplora el
reconocimiento de Italia; pero como sabe que lo deplora también la Reina, la
compadece afectuosamente, si no supo o no pudo dominar las circunstancias.
851.
Espero
que, con la gracia de Dios, su salud ya se haya mejorado, y que me comunique sus
noticias, y especialmente su resolución; no olvide V. en sus oraciones al que
es siempre con el mayor cariño de V. s. s. y afmo. hermano, Lorenzo,
arzopo. de Tiana.
Madrid,
29 de julio de 1865.
852.
Vich,
23 agosto de 1865.—No sabiéndome qué hacer relativo a volver a la corte o
no, lo dije al Superior General de la Congregación del Inmaculado Corazón de
María, y él encargó el negocio a los cuatro consultores de la misma
Congregación, a fin de que todos lo encomendaran a Dios mientras que llegase
(el día) de reunirnos. En efecto, el día de la fecha nos hemos reunido, y los
cinco votos han sido tres que no volviese y dos que volviese; por lo que,
adhiriéndome a la mayoría de votos, he resuelto no ir; entre tanto ocuparme en
esta ciudad en dar ejercicios espirituales y en otras cosas semejantes.
C
A P Í T U L O
X X I
Que
contiene una defensa que hizo un señor de mi
insignificante
persona
853.
El
señor Claret, arzobispo de Trajanópolis, Confesor de S. M., estaba resuelto a
escuchar en silencio, por tiempo indefinido, las suposiciones, ya erróneas, ya
calumniosas, que en [su] daño se esparcen años ha, esperando que Dios, a quien
pide por los autores de ellas, iluminaría el entendimiento o aplacaría la
malignidad de sus detractores.
854.
Pero,
cediendo a las encarecidas instancias de personas que, además de respetarle y
amarle como merece, juzgan que importa a la Iglesia desmentir o rectificar tales
asesoraciones, nos autoriza para publicar la siguiente reseña de su vida y de
algunas de sus obras, reseña redactada por persona tan incapaz de desfigurar
los hechos como bien informada de ellos. Por nuestra parte, sólo nos tomarnos
la libertad de añadir una cosa, a saber: que si algún cargo pudiere hacerse al
S. Claret, sería, a nuestro juicio, el de huir de todo lo que tiene carácter
político con tan nimio cuidado, que a veces pudiera creerse dejaba de hacer lo
que era posible en favor de los intereses de la Iglesia en ocasiones en que la
política es la que los hiere o menoscaba.
855.
Nació
el Excmo. e Ilmo. Sr. Arzobispo Claret en la Villa de Sallent, provincia de
Barcelona, diócesis de Vich; en la misma población fue instruido en las
primeras letras; después sus padres le enviaron a Barcelona, aprendiendo el
dibujo en el establecimiento de la Lonja, donde fue premiado varias veces.
Estudió química, ciencias y francés, y como se sintiese llamado de un modo
particular a la carrera eclesiástica, se dedicó al estudio de la latinidad,
destinándole el Sr. Obispo, que era entonces D. Pablo de Jesús de Corcuera, al
Seminario de Vich, en cuyos libros de matrícula constan aprobados con elogio
los años de toda la carrera.
856.
En
el año de 1834, con título de Beneficio, fue ordenado in sacris
con el Sr. Balmes, siendo éste el primero de los diáconos y el Sr. Claret
de los subdiáconos, de manera que éste cantó la epístola en la misa solemne
de la ordenación y aquél el Evangelio. Ambos fueron muy amigos y pasaban
juntos muchas horas en la biblioteca episcopal estudiando en una misma mesa.
857.
En
el día 13 de junio de 1835 fue ordenado de presbítero y el día 21 cantó la
primera Misa en su propia patria para residir el beneficio con que estaba
ordenado.
858.
Sin
perjuicio de la residencia, le mandó el superior eclesiástico que se encargase
de la Tenencia de Cura de la misma parroquia en que sirvió dos años y otros de
Cura ecónomo, residiendo allí cuatro años, desde el 35 al 39. Debe advertirse
que la Villa de Sallent en aquellos años estaba fortificada a favor de Isabel
II, y hallándose el Sr. Claret al frente de la parroquia, siendo superior de la
Comunidad de beneficiados de la misma, era muy conocido y tratado de todas las
autoridades. En esta misma Corte de Madrid se hallan el Excmo. Sr. Barón de
Meer, entonces Capitán general de Cataluña, y el Excmo. Sr. Marqués de
Novaliches, que iba siempre con él, quienes son testigos oculares, pues que en
el decurso de cuatro años estuvieron muchas veces en aquella población y,
alojándose el Capitán general en casa Claret, que es la principal de la
población, iba el Sr. Claret a visitarle, como autoridad eclesiástica, desde
la casa rectoral en que vivía a la casa en que estaba alojado el general; de
modo que estos dos testigos tan autorizados sirven de un solemne mentís [a] los
que por siniestros fines dicen que fue faccioso.
859.
A
principios de octubre del año 1839, deseoso de dedicarse a las misiones
extranjeras, se fue a Roma, donde permaneció hasta mediados de marzo del año
siguiente, en que, con motivo de las muchas lluvias y humedades, le sobrevino un
dolor reumático, para cuyo remedio le aconsejaron los médicos que regresara a
España.
860.
A
los pocos días de haber vuelto se halló restablecido, y el superior
eclesiástico le mandó de regente a la parroquia de Viladrau, donde empezó las
misiones por todo el principado de Cataluña, siendo conocido por el nombre de
Mosén Claret, que es como ordinariamente llaman en Cataluña a los Sacerdotes.
Mas en el año 1846, predicando el Mes de María en la ciudad de Lérida,
empezaron algunos a llamarle Padre Claret, creyendo tal vez, al verle
perennemente misionar, que era algún religioso francisco de los del convento de
Escornalbou, hombres apostólicos consagrados a las Misiones, y de ahí viene,
sin duda, llamarle así los que ignoran su historia.
861.
A
principios del año 1848 estaba de paso en esta Corte, en que predicó, por
haber sido llamado por el Ilmo. Sr. D. Buenaventura Codina, Obispo de Canarias,
que se le llevó consigo, y estuvo misionando en aquellas Islas hasta mediados
del año 1849.
862.
En
el día 4 de agosto del mismo año fue nombrado Arzobispo de Cuba, dignidad que
estuvo empeñado en renunciar, hasta que por mandato del Sr. Obispo de Vich y de
su director espiritual la aceptó el día 4 de octubre, siendo consagrado el
día 6 del mismo mes del año siguiente en Vich.
Cuando
llegó a esta Corte le impuso el palio el Sr. Brunelli, Nuncio de Su Santidad en
aquellos años, marchándose en seguida a su diócesis.
En
el mes de marzo del año 1857 fue llamado para Confesor de S. M.
863.
En
tres cosas singularmente ha sido calumniado el Sr. Claret en estos últimos
años.
1ª
En que había sido faccioso
trabucaire, cosa que por lo dicho hasta aquí queda demostrado hasta la
evidencia que es falso.
864
2ª
Le han calumniado suponiendo que se mezcla en política. A esto sólo
diremos que pregunten a todos los ministros que ha habido desde el año 1857
hasta el presente; si de cualquier modo, de palabra o por escrito, ha
entorpecido alguna vez sus planes para subir al poder ni para proseguir su
gobierno.
865.
3ª
Le han calumniado atrozmente en sus piadosos e instructivos escritos,
llegando la vileza e infamia al extremo de alterar inicuamente dos de sus libros
entre los muchos que el Sr. Claret ha escrito. Uno de ellos es El
Ramillete; este opúsculo tiene lo más selecto para dar gracias a Dios,
pedirle favores y hacer actos de amor; pero los enemigos han escrito otro con el
mismo nombre, con dibujos y figuras tan lúbricas y obscenas, que jamás hemos
visto igual, atribuyéndole al Sr. Claret.
866.
Lo
propio han hecho [con] el libro titulado Llave de oro. Hallándose en su diócesis de Cuba dirigiendo por sí
mismo las conferencias a los sacerdotes recién ordenados a fin de instruirles
teórica y prácticamente en la administración de los Santos Sacramentos,
escribió un libro con ese Título que con la mayor rapidez se extendió por
todas las diócesis de España, felicitándole los Prelados por lo mismo. Pues
bien: ¿que han hecho los enemigos? Han escrito un opúsculo con este nombre,
con figuras obscenas y las explicaciones más repugnantes, atribuyéndole
también al Sr. Claret. Más de diez años había que aquel libro andaba con el
mayor encomio en manos de los sacerdotes, y habrá cosa de un año que ha
aparecido este engendro infernal con el mismo nombre para manchar, si pudiesen,
aquel libro y su autor.
867.
Varias
veces los amigos han dicho al Sr. Claret que se defendiese, pero él siempre ha
contestado que la mejor defensa era no hacer caso, y, al mismo tiempo, rogar a
Dios por ellos, como lo hizo Jesús desde la cruz, que decía: Padre,
perdónalos, que no saben lo que hacen, pues esos desventurados no saben lo
que se hacen ni lo que se dicen.
868.
Respetamos
su silencio y su oración, mas, sin embargo, la caridad y la justicia exigen que
se publiquen estas verdades por dos motivos: el primero, para confusión de los
malos, arrancándoles de esta manera la careta con que se ocultan, y lo segundo,
para avisar a los incautos que no se dejen engañar con tales calumnias e
imposturas que continuamente están inventando contra el Sr. Claret, como los
judíos contra Jesús.
Es
sacado del periódico de la Esperanza del día 24 de enero del año 1865, y es
verdad lo que dice.
C
A P Í T U L O
X X I I
Que
contiene lo que ha dicho un periódico católico
de
París llamado «Le
Monde»,
que fue puesto por los
extranjeros
que visitaron El Escorial a princi[pi]os
del
año 1865
869.
La
revolución y sus condottieri, disciplinados
bajo el nombre de francmasones, se esfuerzan para borrar de España la
enseñanza y las creencias católicas y por subordinar la política nacional a
los intereses comerciales de Inglaterra.
La Iglesia española, despojada de sus bienes y privada del concurso tan
poderoso de las Ordenes religiosas, ha demostrado, sin embargo, por su unánime
adhesión al Soberano Pontífice y por sus perseverantes esfuerzos contra la
prensa irreligiosa, que se ha fortificado en las pruebas y que se hallaba
preparada para los combates decisivos que han de afirmar la soberana libertad de
la Iglesia de Jesucristo. Entre las obras más notables del Episcopado español,
una de las más notables es la renovación que el Excmo. e Ilmo. S. Claret,
Arzobispo de Trajanópolis, ha hecho, bajo los auspicios de S. M. Ia Reina, del
Seminario del Escorial.
870.
Este
Prelado heroico, que sostiene a la noble Reina en medio de las debilidades de
sus ministros constitucionales, ha querido formar un establecimiento modelo de
enseñanza eclesiástica, y, merced a sus esfuerzos y a los de D. Dionisio
González Mendoza, Vicepresidente, el Seminario del Escorial ofrece las
esperanzas más brillantes . Se ha adoptado el plan de estudios de otros
Seminarios, es decir, dos años consagrados a la filosofía, uno a la física y
siete a la teología.
871.
El
Señor González, versado en las ciencias modernas y hombre de un espíritu
eminentemente práctico, teniendo en cuenta que los jóvenes teólogos tendrán
necesidad de combatir errores importados del extranjero, y, sobre todo, la
filosofía alemana de Strauss, Hegel y Schelling, ha querido que los jóvenes
alumnos de teología estudiasen a fondo la lengua alemana, y ya sesenta alumnos
leen con notable facilidad las obras escritas en esta lengua. Se estudian
también de una [manera] completa el francés y el inglés. Esto además de lo
prevenido en el plan respecto al hebreo y al griego. Muchos discípulos estudian
también el árabe. Un sabio profesor de este Seminario ha hecho una
compilación de las gramáticas griega, alemana e inglesa para el uso del
Seminario. Los teólogos tendrán bien pronto un curso de arqueología
eclesiástica y de otras ciencias que se enlazan con las ciencias sagradas.
872.
Las
excelentes disposiciones y las notables facultades intelectuales de los
discípulos hacen esperar notables frutos del Seminario del Escorial regenerado.
En
el cuaderno llamado los Apuntes se
hallarán noticias más extensas del Escorial.
(fin)