GUERRA
DE LAS GALIAS
a)
Roma del s. I a.C.
b)
Julio César
d)
Bibliografía sobre Guerra de las Galias de Julio César
El
sistema republicano romano, o Res
pública, estaba diseñado para que ningún individuo o grupo social
se hiciera con el poder absoluto de manera perpetua. Por ello el poder estaba
dividido en varias instituciones, las más importantes de las cuales eran las
Magistraturas, el Senado y las Asambleas populares.
Las
magistraturas
estaban investidas con el imperium, o
poder civil y militar; sus cargos se compartían y eran temporales por 12 meses.
Los magistrados podían ser enviados a las distintas provincias como procónsules
o propretores, durante un año o dos. Esto generaba una gran competencia entre
magistrados y, debido al corto plazo de los cargos, la necesidad de acumulación
de grandes triunfos al servicio de la República.
El
Senado
lo constituían 300 senadores, que procedían de los patricios o de los equites
(familias adineradas). El Senado no tenía función legislativa, y sus decretos
pasaban a las asambleas populares, que generalmente los ratificaban. El Senado
funcionaba también como consejo para los magistrados:
-prolongando
el imperium a los magistrados,
-recibiendo
a las embajadas extranjeras.
Senadores
y magistrados competían por aumentar su auctoritas,
prestigio e influencia, a través de honores y triunfos.
Finalmente,
había varias asambleas
populares, en las que la plebe -grupo social más pobre y
mayoritario-, eran los votantes[1].
La
principal fuente de triunfos era la guerra. El ejército
romano se nutría de los equites[2]
y la plebe[3],
y su grueso lo componían los pequeños propietarios. Se servía en el ejército
básicamente por patriotismo y obtención de botín, fama y honor. Al principio
de los tiempos de la República este servicio duraba pocos meses, y los pequeños
propietarios podían volver a tiempo a sus cosechas. Sin embargo, a medida que
Roma extendía la guerra a regiones más distantes y ante enemigos más
poderosos, el servicio militar empezó a alargarse durante años[4].
Esto
fue aprovechado por las clases superiores, que poco a poco fueron aumentando sus
propiedades y creando grandes latifundios
y villas, como muestra de su poder y prestigio. Fue Tiberio Graco, tribuno de la
plebe el año 133 a.C, el que intentó llevar a cabo una reforma agraria para
solucionar este problema, no logrando triunfar[5]
y desatando por primera vez la violencia política en Roma[6].
A
partir de este momento emergieron los problemas
latentes en la República, y se configuraron dos facciones sociopolíticas:
-el
partido aristocrático, u optimates,
-el
partido popular, o populares.
Los
Graco ya habían demostrado el gran poder que confería la popularidad, y este
va a ser el camino a seguir por los futuros líderes populares. Por su parte, el
partido aristocrático no estaba dispuesto a perder su poder tan fácilmente.
Desde entonces, el uso de las amenazas, las conspiraciones
y la violencia vinieron a hacerse comunes en el seno de la República.
Tuvo
su apelativo 3 leyendas
en cuanto a su origen y significado:
-según
la lengua púnica, vendría a significar elefante,
-según
la lengua latina, vendría a significar derribar,
-según
los propios romanos, vendría a significar peludo.
Según
la familia de
los Julios, hacia el 250 a.C. y durante la I Guerra púnica, uno de
los julios mató a un elefante y por tal hazaña recibió el mote de Caesar,
que en lengua púnica significaba “elefante”. En latín, sin embargo, Caesar
proviene del verbo caedo, que
significa “cortar”, “derribar”. Otra historia afirma que Caesar significa “peludo”, y que los miembros de esta familia
eran famosos por ello.
El
primer Julio registrado en la historia con este cognomen
fue Sixto Julio César, pretor en el año 208 a.C.
Cayo
Julio César nació el 13 de julio del año 100 a.C. según el calendario
actual, y año 644 tras la fundación de Roma[7].
César pertenecía a la gens
Iulia, una de las familias patricias más importantes y antiguas de
Roma[8].
Aunque los Julios habían perdurado a lo largo del tiempo, no habían
gozado de tanta influencia política como otras familias patricias. Hasta que en
el siglo I a.C. varios miembros de la familia empezaron a obtener importantes
cargos y magistraturas. Los Julios se auto-consideraban descendientes directos
de Venus y de Rómulo, y esto era aceptado por todos[9].
Durante
su juventud
Julio César no había mostrado gran interés por la política, a pesar de
recibir una educación digna de su rango. Aunque era ocioso y mujeriego, la
figura de su tío Cayo Mario le influyó decisivamente[10].
Apoyado por las clases populares y por algunos miembros del Senado, su ascenso
político fue vertiginoso, mostrándose como un hombre capacitado para las
tareas más difíciles.
Fue
elegido cónsul,
resolvió la guerra en Africa[11]
y venció a los cimbrios y teutones. Ostentó el cargo de cónsul más tiempo
del que era legal, algo insólito en la República. Favoreció a las clases
populares y nutrió su ejército de las clases más pobres.
Pero
Mario tuvo un poderoso rival, el líder del partido aristocrático Lucio
Cornelio Sila. Estalló una cruenta guerra
civil (88-81 a.C) entre los optimates y los populares, que terminó
con la muerte de Mario y la dictadura de Sila (81-80 a.C). Durante la dictadura,
Sila quiso comprobar si César le era leal y le ordenó divorciarse de su esposa
Cornelia. Cesar se negó, y huyó de Roma temiendo ser ejecutado. Finalmente, la
intervención de su familia y amigos hizo que Sila le perdonase la vida. Sin
embargo, el dictador ya empezó a tenerle sujeto, “pues en César hay muchos
Marios”.
Tras
esto, César fue
enviado con el procónsul Minucio Termo a combatir en la rebelión de Mitilene,
donde ganó su primer trofeo militar. Vuelto a Roma, se dedicó principalmente a
la vida privada, acrecentando sus deudas. Estudió retórica en Rodas de la mano
de Apolonio Molón. En ese momento fue llamado a combatir nuevamente en Asia
contra Mitríades, por lo que tuvo que regresar a Roma el año 74 a.C.
Tras
el año 74 a.C. Cesar decidió comenzar sus inicios
políticos:
-entrando
en el colegio sacerdotal,
-siendo
elegido tribuno militar de la plebe,
-siendo
propuesto para cuestor.
El
Senado, viendo en él una posible amenaza futura, envió a Cesar como cuestor a
Hispania Ulterior. Sin embargo, antes de que acabase su cargó allí, decidió
volver a Roma.
La
actualidad de
Roma estaba protagonizada por dos personajes:
-Cneo
Pompeyo[12],
al que Sila había conferido los títulos de imperator
y de magno,
-Marco
Licinio Craso
Enemigos
viscerales, ambos aspiraban al consulado, y por ello se necesitaron mutuamente.
Fueron elegidos cónsules el 70 a.C.
César
colaboró con Craso y consiguió el ascenso
a edil en el 65 a.C. Preparó magníficos juegos que acrecentaron su popularidad
y, a su vez, la oposición del Senado. Ante esto, y para ganar más popularidad,
consiguió ser elegido pontífice máximo.
Justo
en este momento Pompeyo se encontraba en la campaña de Oriente y en el Senado
tenía lugar la conjuración de Catilina[14].
Tras estos hechos, el año 62 a.C. César fue elegido pretor, y decidió
divorciarse de su segunda esposa Pompeya[15].
El
61 a.C. fue enviado nuevamente Cesar a Hispania
Ulterior como pretor. Allí venció y conquistó a los lusitanos y a los
galaicos, y empezó a acumular méritos. Al volver a Roma, y aunque el Senado aún
le detestaba, César obtuvo la magistratura más importante: la de cónsul.
Fue
entonces cuando César propuso a Pompeyo y Craso una alianza política secreta:
el Triunvirato[16].
César
envió a Catón a Chipre, y apartó del poder a Cicerón. El Senado le concedió
el gobierno de las provincias de la Galia
Cisalpina, la Galia Transalpina e Iliria, provincias a las que se encaminó el año
58 a.C. Tras su victoria ante los belgas el Senado declara quince días de
festejos, siendo este hecho un honor inédito en Roma.
Sin
embargo, no todo eran buenas noticias
desde Roma. Pompeyo y Craso habían tenido una disputa. César los
convocó en Lucca para renovar y planear el futuro del Triunvirato. Además, fue
éste el momento en que fallece la hija de César, Julia, casada con Pompeyo
para favorecer los lazos militares. Sin dicha unión, el Triunvirato empezaba a
estar en peligro, y pronto Craso y Pompeyo empezaron a reavivar su enemistad.
Además, en la ciudad las cosas iban mal, pues:
-Clodio
estaba organizando bandas callejeras para hacerse con la plebe[17],
-Milón
se enfrentaba abiertamente, y con apoyo patricio, a Clodio en las calles.
El
Senado culpaba de todo a César, que no podía hacer nada. Para emular la gloria
de sus contemporáneos, Craso decidió emprender una campaña contra los partos.
Este error de
Craso le llevo a la muerte, ocurrida en la batalla de Carras.
En
la Galia seguía César con sus campañas contra los bárbaros, hasta que
finalmente dejó completada la conquista total del terreno galo, el 51 a.C, y
decidió que era la hora
de volver a Roma.
Durante
su estancia en las Galias, y tras la muerte de Craso, en Roma había empezado a
cuajar una alianza
entre el Senado y Pompeyo[18],
pues se temía que César, al volver, se hiciese dictator por la fuerza[19].
El Senado dio a Cesar el ultimátum de deponer las armas.
Sin
embargo, César cruzó la frontera entre la Galia Cisalpina e Italia, a través
del paso del río
Rubicón, el 11 enero 49 a.C. César había puesto todas las cartas
boca arriba, pues esto consistía un acto de agresión, en toda regla, contra la
República. En poco tiempo César se hizo con toda Italia, y se erigió en dictator
hasta las próximas elecciones consulares. Pompeyo y su ejército huyeron a
Grecia, pues César se había preparado para enfrentarse a él en una guerra
civil.
Tras
el fracaso de
Pompeyo en la batalla de Farsalia-Grecia del año 48 a.C[20],
César comenzó entonces a ser requerido para solventar los numerosos problemas
que acaecían en el Imperio.
Sin
embargo, su mayor desafío consistió en una coalición de enemigos internos[21].
Todo se resolvió a favor de César en la matanza
de Tapsos-Libia. De esta forma César se convertía en el personaje más
importante del mundo mediterráneo del momento.
En
Roma hubo cuarenta días de festejos.
Todos los que apoyaron a César recibieron merecidas recompensas, incluida la
plebe. Y ante un nuevo foco de enemistad interna surgido en Hispania[22],
César decidió aniquilarlo y darle muerte, en la batalla de Munda-Bética.
Suponía el fin de la guerra civil y la última campaña de César.
Al
volver a Roma la República concedió a Cesar enormes privilegios,
y toda la ciudad fue un clamor popular. Sin embargo, el partido senatorial aún
se oponía a él, pues temía que se convirtiera en monarca absoluto. Cayo Casio
y Marco Bruto, entre otros, planearon su asesinato,
hecho que ocurrió el 15 marzo 44 a.C. a las puertas del Senado.
La
primera manifestación historiográfica latina fue el género de los Annales, de carácter legendario y patriótico. En el siglo II a.C.
surgió también un nuevo subgénero historiográfico: las Res Gestae o Historiae[23].
Según
Sempronio Aselion[24],
estas Historiae
debían tener:
-carácter
pragmático,
-consilia
(antecedentes) y rationes (causas),
-acta
(hechos) y eventus (consecuencias),
-intención
política y moral.
Más
tarde, Cicerón[25]
planteó teóricamente más directrices para el subgénero:
-contener
aspectos de geografía, cronología y hechos,
-mostrar
los antecedentes y consecuencias,
-opinar
sobre las causas de los hechos.
A
partir de esta base teórica, surgieron también los Commentarii,
escritos por el propio protagonista, político y/o militar romano y, por tanto,
con finalidad propagandística.
Son elementos aportados por César en su Guerra
de Galias:
-estilo
elegante, preciso y directo, sin adornos retóricos y con las palabras exactas,
-descripciones
geográficas y etnográficas
-atención
a la cronología de algunos hechos,
-sentido
pragmático, ayudando al estado con finalidad moralizante
-el
providencialismo, siendo los hechos del pasado vengados por los dioses en el
futuro
-la
fortuna, a través de la naturaleza, y con fuerza en el devenir de las tropas,
-sentencias
ante hechos concretos,
-emisión
de juicios de valor, siempre dentro del esquema de los consilia
-consideración
de la historia como magistra vitae
-consecuencias
moralizantes y propagandísticas
-la
arenga, y capacidad de aprender,
-propaganda
de sí mismo, en tercera persona,
-orgullo
de Roma,
-respeto
a los enemigos,
-sensación
de pervivencia de Roma, en medio del caos bárbaro.
No
se sabe si:
-primero
escribió César informes breves al Senado, que luego fue completando,
-o
si directamente hizo Cesar los Commentarii
tal cual están hoy en día.
Tampoco
se sabe cómo fueron estos recibidos en Roma, tanto en el Senado como en el
pueblo. Existen varias hipótesis:
-que
fueron publicados tras su elaboración para
ser leídos por el público culto,
-que
fueron leídos públicamente según iban llegando.
La
Galia del s. I a.C. se hallaba dividida en tres partes:
-la
de los aquitanos,
-la
de los belgas,
-la
de los celtas, o galos.
En
marzo del 58 a.C. César recibe la noticia de que los helvecios han empezado a
emigrar desde su hábitat natural, y que se disponen a cruzar la Galia Cisalpina
y Transalpina para establecerse en Aquitania. La conquista de la Galia entra en
acción.
Los
helvecios, pueblo galo establecido entre el monte Jura y el Rihn, habían
decidido emigrar en masa hacia el oeste, y combatir a todos los pueblos que se
le opusieran por el camino, para enseñorearse de que eran los más poderosos de
la Galia.
El
ejército de Cesar decide entonces quemar todas sus aldeas y cosechas, para que
no tuvieran posibilidad de volver a su tierra de origen.
Los
helvecios intentan:
-cruzar
a través de la Galia Cisalpina, pero César fortifica posiciones y se lo
impide,
-cruzar
a través del territorio de los heduos, pueblo aliado de Roma, al que saquean.
César
interviene en ayuda de aquellos y hostiga a los helvecios. Finalmente, los vence
en la gran Batalla de Bribacte. Los helvecios derrotados regresan a su tierra
original por orden de César, que se compromete a concederles retomar sus
tierras. Tras esto, numerosos pueblos galos muestran su amistad a César.
El
pueblo de los sequanos, antiguos enemigos de los heduos, piden ayuda a César
para que los libere de la opresión de un traicionero y cruel reyezuelo germano
llamado Ariovisto, al que ellos mismos habían llamado para enfrentarse contra
los heduos.
César
contacta con Ariovisto pidiéndole que libere a los sequanos, y que no
introdujera más tropas de Germania[32].
Ariovisto se negó, soberbio y desafiante. Tras lo cual César, adelantándose a
los acontecimientos, decide ocupar la importante ciudad de Besançon como base
de apoyo.
Desde
allí, las tropas romanas salen en busca de los germanos, produciéndose la gran
batalla. La victoria fue para los romanos, que ejecutaron a los prisioneros. El
resto de germanos, incluido Ariovisto, cruzó el Rihn de vuelta a Germania.
Belicosos
y peligrosos de entre todos los bárbaros, según César, los belgas se
dedicaban a combatir habitualmente a los germanos, y no habían recibido influjo
alguno de civilización.
Viendo
éstos el avance de los dominios romanos en la Galia, prepararon entonces una
coalición contra Roma. César fue informado de eso y se apresuró a reaccionar
antes de que atacaran los belgas.
Al
cruzar el río Aisne, César y su ejército fueron atacados por la coalición
belga, pero resultaron salir finalmente victoriosos. Los belgas decidieron
retirarse para resistir en sus territorios, pero tampoco les sirvió de nada. De
entre los belgas solamente resistieron hasta el final los nervios (que eran los
más belicosos), y los aduáticos. Ambos fueron también derrotados.
Mientras
invernaba en Iliria, César recibió la noticia de que los vénetos, pueblo galo
de la península del Cotentín, se rebelaban contra las guarniciones romanas allí
instaladas.
César
acudió inmediatamente con su ejército a aquel territorio, y se lanzó a atacar
fuertemente sus núcleos. No obstante, los vénetos eran un pueblo navegante, y
por ello mandó también César construir una flota para derrotarles por mar.
A
pesar de las ventajas galas en la navegación, finalmente fueron vencidos por
los romanos, en una batalla naval de abordaje. La Galia quedó pacificada momentáneamente.
El
territorio de los belgas fue ocupado por unos pueblos germanos que decían ser
presionados por los suevos. César les ordenó volver a su tierra, pero éstos
le engañaron y se dedicaron al saqueo.
Ante
esto César no tuvo escrúpulos y ejecutó a todos ellos[33].
Y, a modo de lección, construyó un puente para cruzar el Rihn y se lanzó a
atacar a los germanos, del mismo modo que ellos lo habían hecho años atrás.
Tras
la masacre, Cesar volvió a la Galia, destruyó el puente del Rihn, y se dedicó
a perseguir a los rebeldes galos, que habían huido a Britania.
Sin
demasiados preparativos desembarcó en la costa británica y derrotó a los
britanos, pero no consolidó esta victoria debido a varios contratiempos.
En
la primavera del 54 a.C. César tenía planeado conquistar la parte más
meridional de Britania, y había estado construyendo una flota y gran ejército
para ello.
Tras
desembarcar en Britania, los romanos derrotaron a un ejército britano cerca de
Canterbury. Entonces, los britanos optaron por hacer guerra de guerrillas en un
territorio boscoso y desconocido para los romanos.
Ante
estas guerrillas las fuerzas del Cesar parecían ser inútiles, por lo que optó
por buscar alianzas. Esto le hizo ir progresando en su conquista, pero el plan
tuvo que ser interrumpido por una sublevación en la Galia, algo que él temía
y quería evitar a toda costa.
En
efecto, los belgas, reinados por Ambiórix, habían aprovechado su ausencia para
engañar a sus legados Cotta y Sabino. Y tras una feroz batalla entre romanos y
belgas, las tropas romanas habían sido expulsadas del territorio, hecho que
empezó a animar a otros pueblos vecinos, como los nervios.
Vuelto
rápidamente desde Britania, César se presentó en terreno belga, y uniéndose
al ejército del legado Quinto Cicerón (que todavía estaba resistiendo en
batalla), Roma logró una victoria contundente. No obstante, su rey Ambiorix había
logrado huir, con la idea de seguir buscando apoyos para su revuelta.
En
una nueva campaña militar, César volvió a cruzar el Rihn para seguir
hostigando y mermando las fuerzas de los germanos, y en la Galia empezó a
dedicarse a la pacificación de cada pueblo rebelde.
Ambiorix
consiguió ser localizado y derrotado, pero surgió entonces un nuevo y poderoso
caudillo galo: Vercingetórix.
Con
la idea de dar caza a Vercingetórix, César decidió fortificar primeramente
Narbona, y luego marchar a los cuarteles de invierno de la Galia septentrional.
Mandó
a su legado Labieno a pacificar las tribus del norte, mientras él partía hacia
el oeste y hacia el sur. Ante sus avances los galos se iban retirando, y las
plazas iban siendo ocupadas.
En
Avaricum-Bourges, los galos habían ido concentrándose, y allí habían
decidido esperar y resistir al ejército romano. Tras un duro asedio los romanos
tomaron la plaza.
Fue
entonces cuando aparece en escena Vercingetórix, apoyado por numerosas tropas y
pueblos galos, y que se precipitó a atacar a las tropas romanas (apoyadas en
este momento por tribus germanas).
Los
galos fueron estrepitosamente derrotados, y huyeron a la cercana fortaleza de
Alesia, donde Vercingetórix se encerró con el resto de tropas y pueblos galos.
Tras largo tiempo de asedio a la ciudad, finalmente Vercingetórix y la Galia
decide rendirse ante el Imperio romano.
Aún
tuvo que pasar un año más para que todas las regiones galas quedaran
pacificadas. Pero, a fines del 51 a.C, la conquista de las Galias había sido
completada.
d.1)
Sobre Julio César
ANDRE,
J. M; La historia en Roma, ed. Siglo
XXI, Madrid 2005.
CANFORA,
L; Julio César: un dictador democrático, ed. Ariel, Barcelona 2007.
CARCOPINO,
J; Julio César: el proceso clásico de la concentración del poder, ed.
Rialp, Madrid 2007.
DELORME,
S; César y sus contemporáneos: ensayo sobre las costumbres de los romanos
en los últimos tiempos de la República, ed. La España Moderna. Madrid
2000.
ESLAVA GALAN, J; Julio César, el hombre que pudo
reinar, ed. Planeta, Barcelona 1995.
FREEMAN,
P; Julio César, ed. Planeta, Barcelona 2009.
GOMEZ
MOLINA, P; Julio
LAGO,
J. I; Las campañas de Julio César: el triunfo de las águilas, ed.
Almena, Madrid 2004.
MANFREDI,
V. M; Los idus de marzo: la conjura que
acabó con la vida de Julio César, ed. Grijalbo, Barcelona 2009.
MORENO HERNANDEZ, A; Julio César: textos,
contextos y recepción: de la Roma Clásica al mundo actual, ed. UNED,
Madrid 2010.
WALTER,
G; Julio César, ed. Grijalbo, Barcelona 1962.
CESAR,
J; Los comentarios (trad. de P.
Pereyra), Madrid 1798.
Manuel
Arnaldos
Mercaba,
diócesis de Cartagena-Murcia
versión
imprimible
Indice
general: www.mercaba.org/GradodeHistoria/1.htm
______________________________________
[1]
No obstante, sus votos servían sólo para elegir a sus propios
representantes de la plebe, y cuando se decidían a presentar alguna
propuesta al Senado, solían ser derrotados por los patricios y equites,
que eran los que realmente ostentaban el poder y mayoría de voto.
[2]
Que conformaban sobre todo el cuerpo de caballería.
[3]
Que, según la propia capacidad de cada plebeyo, podía proveerse de
armamento pesado o ligero.
[4]
Motivo por el que muchos de los minifundios acababan arruinándose.
[5]
Nada más surgir la propuesta de reforma agraria, los senadores empezaron a
temer el respaldo popular de GRACO, y tras acusarlo de pretender el regnum,
le asesinaron junto con sus partidarios, lanzándolos al río Tíber.
[6]
De hecho, el cargo de tribuno de la plebe fue continuado por su hermano CAYO
GRACO, que mantuvo y amplió las reformas de su hermano, y consiguió el
apoyo de muchos equites. Sin
embargo, las tensiones entre el bando senatorial y el bando de Cayo
terminaron en conflicto abierto. Finalmente, Cayo murió en la lucha,
arrojado al río Tíber.
[7]
A decir verdad, no se conoce con certeza el año de nacimiento, debido a que
no se conservan los primeros fragmentos de su biografía, escrita por
SUETONIO y PLUTARCO.
[8]
A lo largo de la República las familias patricias habían ido
desapareciendo o perdiendo poder en el Senado.
[9]
Según SUETONIO, en el funeral de su tía Julia en 69 a.C, César
dijo en su oración fúnebre: “Aúna pues, en tu linaje, la majestad de
los reyes que son los que más poder tienen entre los hombres y la santidad
de los dioses de quienes los propios reyes dependen”.
[10]
Plebeyo que deseaba ascender políticamente, CAYO MARIO necesitaba para ello
el apoyo de algún miembro del Senado. Apoyo que encontró en la familia
Julia, al casarse con una tía de César.
[11]
La revuelta del rey de Numidia.
[12]
Que, aunque no era buen político, gozaba de gran popularidad entre la
plebe.
[13]
General que acabó con la rebelión de esclavos de ESPARTACO.
[14]
Complot contra CICERON que termino con la decisión del jefe del partido
aristocrático, CATON DE UTICA, de mandar ejecutar a todos los cómplices de
la conspiración. César se había opuesto a esta medida (por ir en contra
de las leyes de Roma). En cuanto a CATILINA, fue abatido en una batalla al
intentar huir de Roma.
[15]
Ante un sospechoso episodio de infidelidad, y tomando esta medida para
mantener intacto el honor de su nombre y familia.
[16]
Que duró del 60 a.C. al 53 a.C, y posiblemente motivado por la negativa del
Senado a aprobar una novedosa reforma agraria inspirada por POMPEYO y CRASO.
[17]
Y que resultaría muerto por sus enemigos.
[18]
Parece ser que un cónsul patricio había pedido explícitamente a POMPEYO,
que era procónsul en Hispania Ulterior, que se enemistara con CESAR, y éste
había aceptado.
[19]
De hecho, César solamente tenía dos aliados en el Senado: el joven CURION
y el tribuno MARCO ANTONIO.
[20]
Decisiva porque supuso la gran derrota de POMPEYO, que huyó a Egipto, donde
le asesinaron. De hecho, tan lamentable fue esto para Roma que, cuando vio
la cabeza de su enemigo político, el mismo César se lamentó enormemente,
aunque de esta forma lograra concentrar en si prácticamente todo el poder
de Roma.
[21]
Encabezada por AFRANIO, CATON, dos hijos de Pompeyo y otros.
[22]
Por parte de LABIENO y un grupo de seguidores pompeyanos.
[23]
A forma de monografías sobre acontecimientos históricos puntuales, más o
menos extensos en el tiempo.
[24]
Cronista sobre la guerra numantina.
[25]
En su De Oratore.
[26]
Que ayudan a entender mejor el devenir de los sucesos y el desarrollo de la
contienda.
[27]
En este sentido, menciona numerosas veces que lo que él hace es en favor de
la República (“rei publicae causa, ad rem publicam defendendam”). Alaba
también la “bondad salvaje”
de los galos y germanos, que no han sido corrompidos por la civilización,
como si han hecho los romanos (por el vino, lujo, soberbia…).
[28]
Asistencia divina que, en este caso, es siempre favorable a CESAR. Por
ejemplo, una parte del ejército helvecio que derrota César coincide en ser
la misma que años antes ya había derrotado y humillado a las tropas
romanas.
[29]
Siempre usando el mismo esquema: consilia
de los enemigos (o debates entre los enemigos y César) y consilia de César (consigo mismo, y que le lleva a pasar a la acción).
[30]
Para animar a sus tropas, por ejemplo, ante la inminente lucha contra
ARIOVISTO, donde CESAR les recuerda que sus antepasados ya derrotaron antes
a los germanos.
[31]
Como es que el enemigo recibe siempre su castigo y los soldados de
CESAR reciben siempre una recompensa.
[32]
En el fondo, tanto galos como romanos temían una invasión germana.
[33]
Genocidio por el que fue CESAR muy criticado en el Senado.