Desafortunadamente son muchos los católicos que acuden en busca de ayuda a los centros esotéricos y en los programas de este tipo, sin saber, o a veces con conocimiento, de que esto representa una grave ofensa a Dios.

Superstición se deriva del latín superstitio, -onis (estar sobre de... encima de...).

1. Creencia extraña a la fe religiosa y contraria a la razón.

2. Fe desmedida o valoración excesiva respecto de una cosa o una práctica. Se puede hablar de superstición de la ciencia, cuando se apela irrazonablemente a ésta para defender una posición.

El Catecismo de la Iglesia Católica, n. 2111, dice:

«Superstición es la desviación del sentimiento religioso y de las prácticas que impone. Puede afectar también al culto religioso que damos al verdadero Dios. Conduce a la idolatría y a distintas formas de adivinación y de magia».

Y consiste en:

• Atribuirle a prácticas legítimas un valor erróneo.

• Muchas veces atribuyendo valor a los sacramentales y oraciones, confiando en la materialidad del acto sin la necesaria disposición interior. Es decir, creyendo que a fuerza de pedir un favor de Dios, se logrará, sin que nosotros intentemos cambiar de vida.

Nuestra cultura está llena de supersticiones. Por ejemplo: La maldición del número 13, de los gatos negros, o la que se contrae al pasar debajo de una escalera, etcétera. Todo eso demuestra una mente dominada por miedos irracionales y una falta de conocimiento de la fe. También hay fiestas que reúnen un conjunto de supersticiones, por ejemplo, Halloween.

Igualmente es superstición el mal uso de un objeto religioso, cuando, en lugar de valorarlo por lo que representa, se le atribuye un poder intrínseco. Es supersticioso, por ejemplo, quien lleva un escapulario, pero no guarda en su corazón fidelidad a la Virgen Santísima, sino que se entrega al pecado pensando que tan sólo por llevar este instrumento se salvará.

Hay que enfatizar pues, que según el Catecismo de la Iglesia Católica, la superstición es un pecado contra el Primer Mandamiento, ya que buscando seguridades humanas, desconfiamos del Padre que sólo provee de amor a sus hijos.

La Sagrada Escritura y la superstición

La Palabra de Dios habla de forma clara y precisa cuando aborda el tema de la superstición.

El Libro del Deuteronomio 18, 10 -12 dice: «No ha de haber en ti nadie que haga pasar a su hijo o a su hija por el fuego, que practique adivinación, astrología, hechicería o la magia. Ningún encantador, ni consultor de espectros, ni adivino, ni evocador de muertos, porque todo el que hace estas cosas es una abominación para Yahvéh tu Dios».

Levítico 20, 6: «Si alguien consulta los nigromantes, y a los adivinos, prostituyéndose en pos de ellos, yo volveré mi rostro contra él y lo exterminaré en medio de su pueblo».

2 Crónicas 33, 6: «...Practicó los presagios, los augurios y la hechicería, e hizo traer nigromantes y adivinos, haciendo mucho mal a los ojos de Yahvéh y provocando su cólera».

En estas y otras citas queda claro que las prácticas supersticiosas y esotéricas provocan la cólera de Dios y no son gratas ante sus ojos.


 

 

Las prácticas esotéricas van aparejadas con la superstición, arraigada desde la antigüedad en el hombre, y que persiste a pesar de las claras evidencias de los avances tecnológicos y científicos. Para algunos, la superstición es algo natural al hombre: En un estudio realizado por el filósofo español Alfonso Fernández Tresguerres sobre el tema, se concluyó que «la causa de la superstición es que nosotros estamos por naturaleza constituidos de tal forma que creemos fácilmente las cosas que esperamos y difícilmente, en cambio, las que tenemos, y que las valoramos más o menos en igual proporción». Goethe, novelista alemán, también creyó que la superstición formaba parte de la esencia y la naturaleza del hombre.

Para otros autores, el fenómeno es, más bien, un error a desterrar en el comportamiento de las personas. El orador Cicerón, por superstición entendió la credulidad opuesta a la búsqueda del conocimiento sólido, por lo que inevitablemente conducirá al hombre al error y a la ruina. El Concilio de Trento celebrado en 1545, definió así la superstición: Superstitio est verae pietatis falsa imitatrix (La superstición es una falsa imitación de la verdadera piedad).

Lo cierto es que la conducta supersticiosa está relacionada con el universo de lo considerado «mágico», con aquellas cosas y conocimientos que no estando al alcance total del conocimiento o la voluntad del hombre, éste, a través de algunos ritos, pretende alterar, como si el mismo tiempo y el curso normal de los acontecimientos estuviera sujeto a sus caprichos.

Manipular, un deseo en el corazón humano

Según Voltaire, en el fondo, las personas que son supersticiosas anhelan más bien manipular un futuro próximo o remoto, buscando obtener seguridades para ellos. Esta apetencia es la que genera que actualmente, en los medios de comunicación, los segmentos dedicados al esoterismo, superstición y adivinación del futuro tengan un espacio preponderante dentro de las emisiones radiofónicas y televisivas. Por ejemplo: Si usted ve los programas matutinos de la televisión abierta local, cada uno de ellos contiene una sección de horóscopos; asimismo programas de cobertura nacional, como «Cada Mañana», «Con sello de mujer» y «Hoy», presentan a cuadro, tres veces por semana, a algún «representante» de las doctrinas esotéricas. Más aún, en televisión nacional hay noticieros (sobre todo, matutinos) que también cuentan con su sección de horóscopos y astrología, cuando de este tipo de emisiones sólo se espera seriedad y profesionalismo.

Engaños a la orden del día

Y es que no todo es tan fácil como a veces se supone. Los seres humanos no tenemos la cualidad de poder ver, ni de manipular el futuro por más que lo queramos o intentemos, por ende, detrás de toda esta parafernalia pseudomágica y futurista, no hay sino crueles engaños y situaciones que se pueden tornar conflictivas. Basten algunos ejemplos:

En un programa que se transmite por un canal de televisión nacional, aparece una persona con acento español que se dice formar parte de una supuesta «congregación» de nombre «Keops» en la que según él se ayuda a las personas a encontrar el origen de sus problemas y su respectiva solución. En una reciente emisión de dicho segmento, presentaron, en vivo, la llamada de una jovencita desesperada: Se había embarazado, había abortado y también había perdido al novio a quien consideraba más que el amor de su vida, su razón de ser. La jovencita pedía como simple favor, una fórmula mágica que le ayudara a «atar» de por vida al hombre de sus sueños. El mencionado «mago-conductor» no sólo se molestó, sino que le recriminó algunas actitudes de ella que, aparentemente, iba adivinando. La entrevista se dio por terminada cuando éste aludió a que los miembros de su «congregación» no realizaban ese tipo de trabajos, a lo que la infeliz mujer contestó: «Entonces, ¿con qué motivo se anuncian?», y frustrada, colgó el teléfono.

Programas como éstos cuyo principal atractivo consiste en presentar individuos con «capacidad de manipular» el futuro o «resolver situaciones específicas», propician las ideas absurdas como la de la mencionada joven, que buscan «obtener algo» a cambio de burdos trucos.

Ahora bien, si usted se decide a llamar a un número telefónico de los que aparecen en los programas mencionados, con el fin de solicitar ayuda, tendrá la opción de ser elegido para que su llamada pase al aire, mas no sin antes haber averiguado algunos detalles del problema que en concreto va a tratar, lo cual ayudará al conductor a aparentar que «adivina» su situación, pero que él de antemano conoce. Ahora, si no desea que su llamada se haga pública, y quiere una consulta, lo invitará a asistir a uno de sus consultorios donde le cobrará la «módica» cantidad de 250 pesos; de cualquier forma, acabarán pidiéndole que vaya a una consulta porque estos charlatanes diagnostican casi siempre que le han hecho algún «trabajo» o un mal, o que se lo pretenden hacer, y ellos, en cambio y a cambio de dinero, supuestamente lo protegerán.


Las líneas psíquicas

Igualmente se han multiplicado las conocidas «líneas psíquicas», donde a través del teléfono le leen el tarot, le dicen su horóscopo o lo orientan en circunstancias concretas. Estas líneas telefónicas, promocionadas hasta el hartazgo en la televisión o por las mismas radiodifusoras, no constituyen sino otro engaño más y una forma fácil de hacer dinero. Veamos un ejemplo: En una de las cadenas de televisión nacional se promueven dos líneas, una que le dice su horóscopo del día y que le cuesta veinte pesos el minuto la llamada, y otra, a donde usted puede llamar, para exponer su problema; ahí, le cobran 25 pesos por minuto. Este reportero estableció contacto con la segunda línea, y planteó el siguiente problema: «Soy un hombre casado y tengo problemas con mi mujer, por lo que sospecho que hay un posible engaño». La respuesta fue, decepcionantemente lógica: «Usted y su mujer tienen problemas de comunicación, últimamente han tenido discusiones que afectarán aún más a sus hijos». Y aunque en ningún momento se mencionó si había hijos o no, preguntamos por la posibilidad del engaño, y la persona del otro lado, respondió que no, que sobrevendría una ruptura temporal, pero que todo, con esfuerzo y paciencia, se iba a poder superar.

Tiempo después se volvió a establecer contacto con la misma línea, se proporcionaron los mismos nombres y datos, y, sorprendentemente, el pronóstico resultó totalmente distinto: «Habrá una inminente separación, pero con el tiempo se comprenderá que esa medida era lo mejor».

Entonces, la pregunta, con paradoja incluida, es: ¿Si pueden adivinar el futuro, no podrían entonces adivinar que alguien les está mintiendo? o ¿qué futuro adivinan, si no hay un presente (al menos de lo que se plantea)?

Víctimas de un cruel negocio

Y el supersticioso e ingenuo cliente de estos «profesionales» de lo oculto, se convierte en víctima o empresario que subvenciona la actividad de aquéllos. Ebrio de alcoholes paranormales y sobrenaturales, ni advierte el engaño, ni le hace frente. Como dice Voltaire: «El supersticioso es al bribón, lo que el esclavo al tirano». En este sentido, para un estudioso del tema, el filósofo asturiano Fernández Tresguerres, el pensamiento supersticioso, lo mismo que el mágico y esotérico, son incompatibles con la idea de que el futuro esté determinado, porque en ese caso no podrían aspirar a influir sobre él. El supersticioso no cree que el futuro se halle determinado, sino que puede inclinarlo en su favor. Por lo tanto, se trata de cosas muy distintas, porque si está determinado no puede dirigirlo hacia su propio beneficio, y si cree poder hacerlo, entonces es que no está determinado. Lo curioso, es que lo que usted y yo oímos en el radio o vemos en la televisión, les da igual una cosa como la otra: A éste le adivina el futuro y al siguiente le proporciona una solución infalible para superar sus problemas venideros. «¿Tanto cuesta caer en la cuenta de que por lo menos una de las dos veces está mintiendo? Si cree poder adivinar nuestro futuro, es porque éste ya estaba determinado, y si se halla determinado, nos engaña cuando afirma poder inclinarlo a nuestro favor… Se trata, como puede verse, de un ejercicio de lógica elemental», afirma Tresguerres.


Lo que la Ley dice


El artículo V de la Ley Federal de Radio y Televisión, según la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCYT), asienta:
«La radio y la televisión tienen la función social de contribuir al fortalecimiento de la integración nacional y el mejoramiento de las formas de convivencia humana. Al efecto, a través de sus transmisiones, procurarán:

I. Afirmar el respeto a los principios de la moral social, la dignidad humana y los vínculos familiares.
II. Evitar influencias nocivas o perturbadoras al desarrollo armónico de la niñez y la juventud.
III. Contribuir a elevar el nivel cultural del pueblo y a conservar las características nacionales, las costumbres del País y sus tradiciones, la propiedad del idioma y a exaltar los valores de la nacionalidad mexicana.
IV. Fortalecer las convicciones democráticas, la unidad nacional y la amistad y cooperación internacionales».
Así, los cuestionamientos surgen por sí solos: ¿Acaso las prácticas esotéricas que promueven la ignorancia, la credulidad, las venganzas, las envidias, contribuyen a la moral social, a promover la dignidad humana y los vínculos familiares? ¿No son más bien éstas, influencias nocivas para la niñez y la juventud? Más aún, ¿contribuyen a elevar el nivel cultural del pueblo, y al conocimiento de nuestras tradiciones o costumbres?
Lejos de que estos programas cubran los requerimientos que la Ley marca, parecieran ir en contra de ellos. Las autoridades correspondientes tienen pues la obligación de investigar y sancionar, en tiempo y forma, a aquellos productos comunicacionales que en efecto, perjudican el bienestar del pueblo.

“Un grave reto para la comunicación católica”
Padre Paulino Coronado

El Padre Paulino Coronado Campos, Director de «Alfa y Omega Producciones», la casa productora de audio del Arzobispado de Guadalajara, y Coordinador de la Sección Radio de la Comisión Diocesana de Pastoral de la Comunicación de la Arquidiócesis, cuenta con una vasta experiencia en la conducción y en la producción radiofónica, y Semanario platicó con él, a fin de conocer su punto de vista ante la proliferación de programas de tipo esotérico.

La apuesta de los medios

Para el Padre Paulino, este fenómeno tiene dos respuestas inmediatas: la primera tiene que ver con la apuesta que hacen los medios por los programas que les generen dinero y rating: «El dinero y el rating marcan las pautas, el formato y el estilo de muchos medios de comunicación, ‘poderoso caballero, es don dinero’; y por ende, pasan a segundo plano los programas de contenidos de valor, que promuevan la dignidad del hombre como criatura de Dios, donde se incentiven los valores», afirmó. Y aunque sí existen programas que buscan esta promoción, hay otro factor que no se debe hacer a un lado, y es la segunda respuesta que da el Padre Coronado Campos: «No sólo está el que oferta un producto, existe también el destinatario, y en muchas ocasiones el destinatario es el mismo que profesa la religión católica».

Ignorancia e inteligencia

La ignorancia y la suspicacia se convierten en una combinación letal a la hora de hablar de superstición y esoterismo en los medios de comunicación. El Padre Paulino Coronado atribuye el éxito de estos programas a la ignorancia de mucha gente y a la inteligencia de otras que se aprovechan de las primeras: «Estos programas existen porque mucha gente vive actualmente experimentando un terrible vacío, una desesperanza, una tremenda crisis y no ven de dónde agarrarse; y la ignorancia, de su fe y de otras cuestiones, la lleva a tomar una actitud de conveniencia buscando la solución pronta y fácil a sus problemas; por eso ve en estos programas su ‘tabla de salvación’. Por otra parte, existen personas de mala fe, que abusan de la ignorancia de otras; que les venden soluciones baratas pretendiendo ‘arreglar’ sus conflictos o ‘asegurar’ su futuro», dijo enfático. Según Coronado Campos, sacerdotes y laicos deben poner más atención a los nuevos retos que consigo traen los avances en los medios de comunicación y ante las fraudulentas ofertas y prácticas supersticiosas que ahora aparecen en ellos, que van desde el tarot, la lectura del café, el feng shui y otra serie de prácticas.

Engaño y fraude

«Hay que levantar la voz, porque por lo que sabemos y lo que hemos visto, estos programas sobre esoterismo son un monumental engaño. Primero, porque han hecho una mezcla confusa entre costumbres católicas, de nuestra fe y creencias de otro tipo, lo que resulta un engaño para las personas», señaló contundente el Director de Radio del Arzobispado.

Mas no bastaría con la denuncia, según el también párroco de Santa Catalina; hay que advertir a todos los católicos que acudir a este tipo de consultas o prácticas es un pecado: «La Iglesia siempre nos ha invitado a que por ningún medio queramos conocer lo que el destino, el futuro, o la suerte nos depara, porque va contra la rectitud de la fe que nos señala que debemos confiar sólo en Dios, el Padre Providente. Se ha ido olvidando –afirma–, que el Único capaz de darle respuesta a nuestra vida durante las crisis, es el mismo Dios. No es concebible que a través de un talismán o una estrella de no sé cuántos picos, se puedan solucionar las cosas».

Comunicación y evangelización

Esta ya crítica situación se convierte en un reto para la Comisión Diocesana de Pastoral de la Comunicación, y así lo señala el Padre Paulino: «Nuestro reto es hacer de la comunicación un sinónimo de evangelización, para que a la hora de comunicar, estemos realizando una evangelización eficiente. En el plano concreto, nosotros como Sección Radio, queremos permanecer al aire en la frecuencia con contenidos valiosos, de calidad, desde el Evangelio, el Magisterio y la Tradición. Nuestros contenidos deben ser competitivos desde la calidad de sus contenidos hasta la producción y conducción misma de los programas, porque, queramos o no, compartimos el cuadrante con otras muchas propuestas, no siempre de calidad, y que en muchas ocasiones confunden a la gente».

Como colofón de su entrevista, quiso hacer una invitación a los lectores de este medio: «En este Año de la Eucaristía, en el que vamos a vivir el Congreso, es el momento idóneo para olvidarnos de todas estas cosas que nos alejan de Dios y para reforzar nuestra fe desde Cristo-Eucaristía, esa Víctima divina, que se inmola por nosotros valorando el precio de nuestra redención. De rodillas frente al Santísimo Sacramento, nunca nada nos podrá faltar, porque descubriremos al Dios Vivo, al Padre Providente que ‘quiere que todos sus hijos se salven y lleguen al conocimiento de la verdad’».

La Sagrada Escritura y la superstición

La Palabra de Dios habla de forma clara y precisa cuando aborda el tema de la superstición.

El Libro del Deuteronomio 18, 10 -12 dice: «No ha de haber en ti nadie que haga pasar a su hijo o a su hija por el fuego, que practique adivinación, astrología, hechicería o la magia. Ningún encantador, ni consultor de espectros, ni adivino, ni evocador de muertos, porque todo el que hace estas cosas es una abominación para Yahvéh tu Dios».

Levítico 20, 6: «Si alguien consulta los nigromantes, y a los adivinos, prostituyéndose en pos de ellos, yo volveré mi rostro contra él y lo exterminaré en medio de su pueblo».


2 Crónicas 33, 6: «...Practicó los presagios, los augurios y la hechicería, e hizo traer nigromantes y adivinos, haciendo mucho mal a los ojos de Yahvéh y provocando su cólera».

En estas y otras citas queda claro que las prácticas supersticiosas y esotéricas provocan la cólera de Dios y no son gratas ante sus ojos.