El Hermano de Asís

Ignacio Larrañaga

Eso mismo sucedió a francisco. A lo largo de tres años, el hijo de doña Pica fue abriéndose insensiblemente, nadie sabía cómo, con la vestidura de la paz, nacida, sin duda, de las profundidades de la libertad interior. Sólo con mirarlo, los que lo miraban quedaban vestidos de paz. Le nació -yo no sabría cómo decirle- una especie de ternura o piedad para con todo lo que fuera insignificante o pequeñito… Le nació una especie de compasión para con los pordioseros y leprosos.

(En los mares de la gratitud)

Pero no bastaba con dar limosna a los necesitados ni con ser cariñoso con los mendigos, ni siquiera con proyectar la imagen de Jesús en aquellas piltrafas humanas. La prueba más decisiva de amor es, se ha dicho, dar la vida por el amigo. Pero es posible que exista otra cumbre todavía más elevada: pasar por la propia experiencia existencial del amigo. Eso es lo que hizo Jesús en la Encarnación.

El hermano vio que las gentes nunca aman al hombre puro, la criatura desnuda.

-Aman las cualificaciones superpuestas a la persona. Pero cuando comienzan a fallar, uno por uno, todos los polos de atracción y queda la criatura pobre y desnuda, ¿quién la amará?, ¿quién la mirará? ¿quién se le aproximará? Sólo el corazón puro y desinteresado - pensaba el hermano. Corazón puro es aquel que ha sido visitado por Dios.

El hermano vio que, normalmente, si el corazón no ha sido purificado , el hombre se busca a sí mismo en los demás. Se sirve de los demás en lugar de servir a los demás. Siempre hay un secreto e inconsciente juego de intereses.

¿Humanismo? Humanismo es el culto o dedicación al simplemente hombre, a la criatura desnuda de atavíos y carente de polos de atracción. Es imposible el verdadero humanismo allá donde no exista un proceso de purificación del corazón.

Humanismo puro no puede existir sin Dios. Hoy por hoy, sólo Dios puede hacer la revolución del corazón, invirtiendo los juicios de valor, derribando instalaciones y apropiaciones, y levantando escalas de nuevos intereses.

-Hijo mío, nos olvidamos de la cruz. Cuánto cuesta despojarse. Qué difícil hacerse pobre. Nadie quiere ser pequeñito. Creemos que podemos y debemos hacer algo: redimir, organizar, transformar, salvar. SÓLO DIOS SALVA, mi querido Egidio. A la hora de la verdad, nuestras organizaciones de salvación, nuestras estrategias apostólicas van rodando por la pendiente de la frustración. De eso tenemos recientes lecciones pero nunca escarmentamos. Créeme, hijo mío, es infinitamente más fácil montar una poderosa maquinaria de conquista apostólica que hacerse pequeñito y humilde. Nos parecemos a los apóstoles, cuando en la ascensión a Jerusalén, les habló el Señor del calvario y la Cruz. "Ellos no entendieron nada", no quisieron saber nada y volvieron a otra parte la cara. Nuestros movimientos primarios, hijo mío, sienten viva repugnancia por la Cruz.

-Por eso -concluyó el hermano-, instintivamente cerramos los ojos a la Cruz y justificamos con mil racionalizaciones nuestras ansias de conquista y victoria. Hacerse pequeñitos, he aquí la salvación. Comencemos por reconocer que sólo Dios salva, sólo Él es omnipotente y no necesita de nadie. De necesitar algo, sería de siervos insignificantes, pobres y humildes, que imiten a su Hijo sumiso y obediente, capaces de amar y perdonar. Sólo eso, de nuestra parte. Lo demás lo hará Dios.

-Mi señor y padre. Cuando tengamos un olivar, necesitaremos y construiremos un lagar. Cuando tengamos el lagar, necesitaremos carretas y bueyes para llevar el aceite a venderlo. Cuando vendamos el aceite, tendremos una pequeña ganancia. Con la pequeña ganancia, compraremos nuevas hectáreas de tierra. Con más hectáreas alquilaremos jornaleros, aumentando así nuestras propiedades. Las muchas propiedades necesitarán, con el tiempo, murallas defensivas. Las murallas exigirán, más tarde, soldados para vigilarlas y protegerlas. Los soldados necesitarán armas. Y las armas nos llevarán inevitablemente, un día, a los conflictos y guerras. De las propiedades a las guerras, he aquí el resumen de una historia.- terminó diciendo Francisco.

Francisco, el hombre de la paz, tocaba aquí la herida viva y sangrante de la sociedad humana: toda propiedad es potencialmente violencia.

*Sólo la pobreza total lleva a la paz, a la transparencia y a la fraternidad.

Su palabra tenía autoridad moral porque su ejemplo había precedido a la palabra.

(Maestro de espíritus)

Francisco conocía muy bien la madera humana. Sin salirse de sus fronteras sabía, por experiencia propia, de la fragilidad humana. Recordaba sus oscilaciones y altibajos en sus primeros años en responder a la Gracia, a pesar de haber recibido poderosas "visitaciones" del Señor. Si Dios usó de tanta misericordia con él, y él, sin embargo, se mostró tan renuente en los años de su conversión, ¿qué esperar de los demás?.

-En la formación del hermano hay que tener un gran respeto, mucha paciencia y, sobre todo, una invencible esperanza- pensaba el hermano. Mientras el hombre respire -decía- puede haber prodigios.

-El amor! -pensaba mil veces-. He aquí la clave, el amor!. FORMAR ES AMAR.EL AMOR TORNA LO IMPOSIBLE EN POSIBLE.

La vida le enseñó que las únicas armas invencibles en la tierra son las del amor. En sus últimos años daba siempre este consejo para los casos imposibles: "Ámalo tal como es".

Delicadeza, he aquí la palabra -pensaba muchas veces. Es indispensable dar golpes sobre las piedras toscas, pero él mismo sufría más que las piedras heridas.

-No hay que asustarse de nada -pensaba. Tenía esa rara sabiduría de no precipitar la marcha evolutiva, de no pretender quemar etapas.

-La paciencia y la sabiduría son una misma cosa -pensaba.

Los defectos fraternos que no conseguía mejorar, los depositaba en las manos de Dios.

-Para Él todo es posible -pensaba.

El hermano respondió:

-Hermano mío, mi Señor está en la cruz ¿y tú me preguntas por qué lloro?.. Aunque juntemos todos los ríos y mares, no habría lágrimas suficientes para llorar todo el dolor y el amor de mi Señor crucificado. El Amor no es amado! El Amor no es amado!. ¿Cómo se van a amar los hombres, si no aman al Amor?.

El gran servicio apostólico es vivir simple y totalmente el Evangelio. Vivir el Evangelio significaba cumplir las palabras del Maestro y repetir sus ejemplos.

-El Reino de Dios -pensaba el Pobre de Asís- es Jesús mismo. Y el reino crece en la medida en que los hermanos van reproduciendo en sus vidas los impulsos y reacciones de Jesús, los reflejos y actitudes, el estilo de vida y el comportamiento general de Cristo Jesús.

Siervos capaces de alegrarse de ser dignos de sufrir por el nombre de Jesús.

Se trata de vida apostólica más que de actividad apostólica. No se necesita preparación intelectual, sino una profunda y permanente conversión del corazón.

Mas al fondo todavía, le faltaba la esperanza. Toda desesperanza proviene de apoyarse en sí mismo, de "fijarse" en sí mismo, de confiar y desconfiar de sí. En suma, le faltaba al hermano saltar, salir de sí mismo.

Todo acto de Esperanza envuelve un no apoyarse en sí y un apoyarse en el Otro. El hermano no debía haber puesto su atención en su vida disipada, en sus pecados antiguos. Debía haber enfocado su atención en la interminable piedad de Dios. No mirarse. Mirar al Otro. Faltaba el éxodo, la pascua.

Sólo quedaba una solución: salir.

Y el Señor le dio, una vez más, la suprema gracia de salir. En el fondo, salir significaba olvidarse de sí mismo y acordarse del Otro. Todo el misterio está en que el Otro ocupe por completo mi atención, hasta tal punto como si yo no existiera.

El hermano de Asís comenzó a tener una evidencia meridiana y vivísima del sólo Dios. Tú eres mi todo, yo soy tu nada. ¿Quién eres tú, quién soy yo?.

"Lo primero que tengo que deciros es que no tengáis miedo. Que nunca os domine la tristeza o el sonrojo de ser tan pocos".

-Me gustaría ser en este momento una gallina, y vosotros unos polluelos indefensos para arrojarlos al mar que es Dios. Sólo entonces comenzareis a ser omnipotentes, y, mirando desde ese mar, los grandes y sus grandezas de este mundo os parecerán humo inconsistente. Sois aristócratas del Reino del Padre y, por ser pequeños, sois sus predilectos, y por ser pobres, sois los herederos y reyes del Reino de los cielos.

¿Qué podemos poner al servicio de la Iglesia? Sólo esto: vivir al pie de la letra el Evangelio del Señor.

Bendito sea Dios!

Hoy, que la Iglesia es una poderosa república sagrada -continuó pensando- y el Papa un emperador, es bueno que venga impotente pobrecito para recordarnos que SÓLO DIOS ES OMNIPOTENTE.

Justamente por eso, porque somos impotentes y débiles como el Crucificado, porque hemos llegado al paralelo total de la inutilidad y de la inservibilidad como Cristo en la Cruz, por eso el Omnipotente revestirá de omnipotencia nuestra impotencia. Desde nuestra inutilidad el todopoderoso sacará las energías inmortales de redención; y por medio de nosotros, indignos, inútiles, ignorantes y pecadores, quedará patentizado ante la faz del mundo entero que no salvan la ciencia, el poder o la organización, sino sólo nuestro Dios y salvador. Será la victoria de nuestro Dios y no de la diplomacia.

-Un rebaño es siempre mediocre. Pero éste programa (vivir al pie de la letra el Evangelio) es para gigantes. Podrán vivirlo al pie de la letra Francisco de Asís y algún otro más. Pero aquí se trata de aprobar o desestimar una regla para muchos. Es imposible (decían unos cardenales).

(Card. De San Pablo) ..Si sus eminencias opinan que no se debe aprobar esta forma de vida por ser imposible de practicar, yo les pregunto: ¿qué otra cosa propone este Pobrecito de Dios sino cumplir al pie de la letra e íntegramente el Evangelio del Señor Jesús? Si este programa es impracticable -continuó-; entonces , seamos consecuentes!, el Evangelio mismo es también utopía y su autor un fantaseador. Ahora, si el Evangelio es imposible, ¿qué sentido tiene la Iglesia?: todos somos unos impostores.

La condición de pertenecer la Reino es ser pobre. Sólo los pobres heredarán a Dios. Los pobres son la heredad de Dios y Dios la herencia de los pobres.

La realidad es otra: Nadie quiere ser pequeñito; nadie quiere aparecer como débil ni en los tronos ni en la Iglesia. Todos somos enemigos instintivos de la Cruz y del Pesebre, comenzando por los hombres de Iglesia. Podemos derramar lágrimas ante el Pesebre de Navidad, sentirnos orgullosos levantando la cruz hasta en los campos de batalla como lo hacen los cruzados, pero nos avergonzamos de la cruz. A nadie llamaré farsante en este mundo, pero eso es una farsa, casi una blasfemia. Perdóname, Dios mío!.

En el fondo, es que nadie quiere aparecer como impotente. Decimos que Dios tiene que estar encima, predominar. Somos nosotros los que queremos estar encima y predominar, y para eso nos erguimos en el trampolín del nombre de Dios. Dios nunca está encima. Siempre está a los pies de sus hijos para lavárselos y servirlos, o está clavado en la cruz, mudo e impotente. Somos nosotros los que agitamos nuestros viejos sueños de omnipotencia, proyectándolos y mixtificándolos con los derechos de Dios.

"El Señor no nos llamó a nosotros para predicar brillantemente el misterio de la cruz, sino para vivirlo humildemente".

-"Hermanos míos, hermanos míos. El camino en que me metí es el de la humildad y sencillez".

-Pero a nosotros no nos llamó a defender el evangelio, sino a vivirlo.

…Perderán el espíritu de simplicidad y adquirirán el espíritu de complicación. Al ser sabios recibirán honores. Al recibir honores, entrarán en conflictos con otros que reciben mayores honores. Por ser sabios, se sentirán poderosos y utilizarán modales de poder y dominación sobre sus hermanos. Se les olvidará servir a la mesa y lavar los pies.

No hay peor martirio que el que no se busca. La sensación de fracaso lo atemorizaba. La impresión de incapacidad lo crucificaba.

(Clara)

"Un pequeño problema de apreciación!, padre Francisco. La cosa que amamos se nos pega. A veces dudo si la cosa se nos pega o somos nosotros los que nos pegamos a la cosa. Posiblemente no hay diferencia entre lo uno y lo otro.

"Cuando se cierne una amenaza sobre la cosa que amamos, quiero decir, cuando surge el peligro de que la cosa se nos escape, nos agarramos más fuertemente a ella. En la medida en que aumenta el peligro, nos crece nuestra adhesión. En la medida en que más crece nuestra adhesión, mayor es la cosa. Y así, al final, en el monasterio no nos queda otra cosa que el gatito".

-Padre Francisco, el ideal, la Orden, la Pobreza son cosas ciertamente importantes. Pero levanta un poco la vista, mira a tu alrededor y te encontrarás con una realidad inconmensurable, altísima: Dios. Si miras a Dios, aquello que tanto te preocupa te parecerá insignificante. Pequeño problema de apreciación! ¿Qué valen nuestros pequeños ideales en comparación con la eternidad e inmensidad de Dios? Cuando se mira la altura del Altísimo, nuestros temores parecen sombras ridículas. En la altura de Dios, las cosas adquieren su real estatura, todo queda ajustado y llega la paz. Dios, Dios!

-Te despojaste de todo para que Dios fuera tu todo. Peso si en este momento reina alguna sombra en tus habitaciones, es señal de que estás apegado a algo y de que Dios todavía no es tu todo; de ahí tu tristeza. En suma, es señal de que has catalogado como obra de Dios lo que en realidad es obra tuya.

"Para la perfecta alegría sólo te hace falta una cosa: desprenderte de la obra de Dios y quedarte con DIOS MISMO, completamente desnudo".

"Todavía no eres completamente pobre, hermano francisco; y por eso todavía no eres completamente libre ni feliz".

"Suéltate de ti mismo, y da el salto mortal: DIOS ES Y BASTA. Suéltate de tu ideal, y asume gozoso y feliz esta Realidad que supera toda realidad: DIOS ES Y BASTA. Entonces sabrás qué es la Perfecta Alegría y la Perfecta Libertad. DIOS ES Y BASTA. ESTA ES LA PERFECTA LIBERTAD.

(Nueva regla 1223)

La pobreza absoluta sigue en pie. El medio normal de sustento será el trabajo, y sólo en caso de necesidad acudirán a la limosna. No poseerán casa o cosa alguna. Por ser pobres serán hermanos, manifestándose mutuamente sus necesidades y cuidándose unos a otros como una madre lo hace con su pequeño.

La paz retornó a Francisco al escuchar éste sensiblemente las palabras del Altísimo; "¿Por qué te turbas, pobrecito? Yo soy quien te ha constituido pastor…Yo soy el sostén y viga maestra…Yo soy quien te ha confiado este rebaño…Yo soy quien te ha elegido…Yo soy quien te defenderá y te preservará…".

Con estas palabras: el hermano se desprendió de sí mismo, dio el salto mortal y aceptó profunda y felizmente el Dios es y basta y se libertó para siempre de la turbación y de la tristeza.

Ahora -seguía pensando- necesito bajar hasta las fuentes primitivas, contemplar allá los ojos de mi señor, perderme para siempre en ellos y hacer míos todos los rasgos de su rostro bendito. Pronto mi Dios será un río de miel que llenará las mil bocas de mi alma. Necesito paz, hermano León; necesito prepararme para el gran paso.

El hermano habló de la paz de Navidad.

-Hijos mío -comenzó Francisco- Un niño es una criatura indefensa y por ende inofensiva. Vive en el mar profundo de la gratuidad. Lo recibe todo. No gana nada, no merece nada. Todo lo recibe gratuitamente. Así estamos nosotros en las manos de Dios. Que dicha! Dios es nuestra "madre"; hijos míos, nos lleva en su seno, nos lleva en sus brazos.

Dijo Francisco… "No; no hace falta. Conozco a Cristo Pobre y Crucificado; y eso me basta".

-Los que no saben del Crucificado, tampoco pueden hablar del Resucitado. Los que no pasan por el Viernes Santo, nunca llegarán al Domingo de Resurrección.

-No hay altura más alta que la cumbre del calvario. Ni siquiera la supera la cumbre de la Resurrección. Mejor, las dos son una misma cumbre.

-Ese es el peligro -se dijo a sí mismo en voz alta-; transformar al adversario en enemigo. Luchar por mi ideal, cosa noble es, pero si durante el fragor se pasa del campo mental al emocional, y al adversario ideológico lo transformamos en enemigo cordial, Dios no puede estar en medio de todo eso. Cuando el opositor se transforma en enemigo, se cierran todos los caminos del entendimiento. No puedo resistir al que me resiste. No debo permitir que crezca en mi huerto la maldita hierba del rencor.

-La vida es lucha, y en la lucha surge el conflicto -pensaba-. De ello no hay que asustarse, porque es inevitable. Lo importante es reconciliarse. Es la tarea primordial de todos los días. No puede haber armonía con Dios ni con la tierra mientras haya desafinaciones con los hermanos.

El amor y el dolor son una misma cosa.

-Mi Jesús -dijo Francisco-, sufriste por mí porque me amaste y me amaste porque sufriste por mí. Me amaste gratuitamente. Tu amor no tenía ninguna utilidad, ninguna finalidad. No sufriste para redimirme sino para amarme y por amarme. No tienes más razones sino las del amor; la razón de la sinrazón del amor se llama gratuidad. Me llevaste por los tiempos eternos con un sueño dorado. Pero, llegada la "hora", todos los sueños se desvanecieron y me amaste con la concreción de unos clavos negros y unas gotas rojas de sangre. Donde hay amor, no hay dolor. Me concebiste en el amor de una eternidad y me diste a luz en el dolor de una tarde oscura. Desde siempre y para siempre me amaste gratuitamente.

Francisco salió de la choza y comenzó a gritar desesperadamente:

"El Amor no es amado, el Amor no es amado".

No hay milagros imposibles para el Amor.

Amad a vuestros enemigos, y se tornarán en niños de ternura. Levantad la bandera del Amor, y desaparecerán las rivalidades, se apagarán las guerra, se extinguirán las envidias y las ofensas.

-Dios es amor. El amor es más fuerte que la muerte. Poned amor donde haya odio. Donde haya ofensa poned perdón. Donde haya discordia, unión.

-Dios! Dios!, Hermano Leon, es a Dios a quien quieren devorar. Las gentes tienen hambre de Dios. Cuando huelen a Dios, pierden la cabeza y se lanzan como fieras a devorarlo.

Sólo los pobres participarán de la embriaguez de la tierra y del asombro del mundo. Sólo los pobres gustarán de las golosinas del Padre. Qué dicha ser pobre por amor!

Detrás de cada criatura está la efigie de Cristo. Cuántas veces tengo que decirte, hermano León, que lo esencial siempre es invisible! A los ojos de la fe el mundo está lleno de prodigios.

El mundo entero es un enorme sacramento de Dios.

En el seno de la humildad se forjan los hombres libres y fuertes. Donde hay humildad no hay miedo. Es la escuela de la sabiduría. Donde hay humildad, hay belleza interior.

Él es mi Padre. Dile que actúe según crea conveniente y que se cumpla su voluntad. El dolor, hermano León, ¿será el paralelo más bajo de la existencia humana, o quizá es más alto? ¿Por qué el Hijo de Dios utilizó este medio para redimir el mundo? ¿Qué queda detrás del dolor? ¿la redención? ¿la extinción? ¿la paz? En las manos de Dios, ¿qué significa el dolor? ¿cariño? ¿castigo? ¿predilección? ¿purificación? ¿piedad para con nosotros? ¿aviso? He oído que el dolor y el placer son una misma cosa. ¿Será verdad?.

¿Cómo pude olvidarme de mi Señor Pobre y Crucificado? …Loado seas, mi Dios, por el hermano dolor, compañero inseparable de mi Señor Crucificado. Bendito seas, mi Dios -continuó-, por esa criatura de quien todo ser viviente huye. El hermano dolor nos purifica, me desata de las ataduras terrestres y nos arroja en los brazos de Dios. Bienaventurado el hombre a quien el dolor sorprendió armado con la fe y el amor. Será purificado como el oro y se convertirá en un surtidor de mérito y vida. Desdichado el hombre que a la hora del dolor se encuentra desarmado y sin fe.

Pobre del hombre que no tenga secretos con su Dios!

No hay milagros. Hay reconciliación… No hay milagros. Mejor, todo es milagro.

El paraíso está en el corazón; el infierno está también en el corazón. Cuando el corazón está vacío de Dios, el hombre atraviesa la creación como mudo, sordo, ciego y muerto; inclusive la Palabra de Dios está vacía de Dios.

Cuando el corazón del hombre se llena de Dios, el mundo entero se puebla de Dios. Levantas la primera piedra y aparece Dios;… todas las criaturas hablan de Dios cuando el corazón está lleno de Dios.

Toda mi vida no hice sino amar, y el primer mandamiento del amor es dejar vivir a los vivientes. Si respetáramos, si reverenciáramos todo lo que vive, más aún, todo lo que es, la creación sería un hogar feliz. Respetar particularmente lo débil e indefenso.

El primer mandamiento consiste en creer en el bien. Aunque parezca mentira, la paz es más fuerte que la guerra, como el bien es superior al mal, porque Dios es el sumo Bien.

No hay en este mundo enemigos que resistan a la bondad y al amor. No hay odio que no se desvanezca ante el empuje del amor. Cristo contesta: el que perdona es el más fuerte.

¿Se consigue algo con lamentarse de los males que nos rodean? Cuando la gente dice: "todo está perdido, aquí se acabó todo", la esperanza levanta la bandera diciendo: aquí comienza todo. Sí, la esperanza es más fuerte que el desaliento, el bien es superior al mal"

En la cima del estandarte irán escritas estas palabras: Paz y Amor.

-Pertenezco a la Orden de la Santa Ignorancia. No entiendo de esas cosas. Sólo se "a" Cristo Pobre y Crucificado. No sé otra ciencia. El Señor no me llamó a enseñar como doctor sino a vivir como siervo pobre.

"Sí, el verdadero servidor del Señor recupera sin cesar al malo, pero lo obtiene sobre todo por su conducta, por la verdad que resplandece en sus palabras, por la luz de su ejemplo, por todo el resplandor de su vida".

"En tres palabras resumo mi voluntad: rendid culto eterno al Santo Amor; guardad alta fidelidad a la Señora Pobreza, y vivid a los pies de la Santa Iglesia".

-La santidad sólo le pertenece al Altísimo. Cualquier mortal que hubiese recibido las gracias que yo recibí, hubiera correspondido con más generosidad.

…Y donde hay propiedades, se hace presente la violencia.

-La paciencia de Dios!.

-No me engañes. No temas decirme la verdad, porque ya me entregué en las manos de Dios. Lo único que me importa es asumir la voluntad de Dios.

…Es ella la que me franqueará las puestas de la eternidad. Es una gran materia…e improvisó una nueva estrofa en honor a la hermana muerte:

"Loado seas, mi Señor, por nuestra hermana muerte corporal.

A la cual no hay hombre viviente que pueda escapar.

Ay de los que mueren en pecado mortal!

Bienaventurado los que cumplen tu santa voluntad,

porque la muerte segunda no les hará mal".

El hermano dolor lo trataba cada vez con más delicadeza. La belleza del atardecer y la paz del crepúsculo tejieron una vestidura y con ella cubrieron su rostro hasta el postrer suspiro. Su alma navegaba por los mares de la eternidad.

Quiero morir desnudo, como mi Señor Jesucristo. Quiero morir en los brazos de la dama pobreza y en el seno de la madre tierra, mi hermana. Proceded, pues, a retirarme las ropas.

El guardián de la Porciúncula le trajo algunas prendas de vestir y se las entregó, diciéndole entre sollozos: "Te presto esta ropa interior, esta túnica y esta capucha, y para que conste y sepas que no tiene propiedad alguna sobre ellas, te prohibo por santa obediencia que las des a nadie". Esta era la fórmula de la pobreza absoluta y altísima.

-Bendita seas mil veces, santa señora pobreza, que nos libertas de todas las cadenas y nos arrojas desnudos y libres en los brazos de Dios.

"Pondrás tus mejillas sobre las mías y me dirás: por los espacios siderales no hay otro: eres el único"

"Mi Dios, ¿es verdad que me soñaste antes de que el rocío apareciera en la madrugada? ¿Es verdad que cuando se me rinden los ojos y me entrego en brazos del sueño, tú quedas a mi lado velando mi descanso?

¿Qué tengo que darte?, te preguntaré. EL DAR ME CORRESPONDE A MÍ, A TI SÓLO EL RECIBIR, responderás. ¿Por qué no hablas?, te preguntaré. EL SILENCIO ES EL LENGUAJE DEL AMOR, responderás.

Te diré: vengo de lejos; soy un niño cansado y herido, y tengo sueño. Con las manos de madre me tocarás los ojos y me dirás: Duerme. Y perderé en el mar…"

Era el atardecer del 3 de Octubre de 1226.