Carlos Neuenschwander

 

Apuntes críticos sobre la conciencia cristiana
y los problemas de la conquista y asentamiento
de España en el Nuevo Mundo

 

Introducción

Los siglos XIV y XVII son para Europa tiempo de grandes cambios. Las transformaciones que se operaron entonces marcarían profundamente los siglos sucesivos. Fue una época de transición. Un mundo hasta ese momento unido religiosa y políticamente comienza a disolverse. El surgimiento del protestantismo y sus trágicas consecuencias sociales y doctrinales será un duro golpe a las raíz misma de Europa. La visión del hombre burgués y su criterio predominantemente económico se empiezan a imponer. «Los valores comunitarios irán cediendo terreno a las posturas mercantilistas de un capitalismo incipiente que exalta el lucro y el beneficio personal» (1). Es también la época del surgimiento de los estados nacionales.

Paralelamente a esta realidad -y quizás por eso aún más sorprendente- en España asistimos a proceso de crecimiento y desarrollo cultural hondamente marcado por la fe. Se profundizan los desarrollos de la Escolástica y en una renovación de la misma se llega a desarrollos espirituales, sociales y jurídicos de notable profundidad. «Todo el territorio español es recorrido entonces por una fecunda corriente espiritual que será la base para la renovación que se impulsaría decisivamente con el Concilio de Trento» (2).

En este contexto se produce el encuentro de España con el continente Americano. Y como caso único en la historia de la humanidad, el conquistador cuestiona la condición ética de su presencia en los territorios ocupados. Guiado por una profunda conciencia cristiana busca legislar a favor de los indígenas con la intención de construir una nueva sociedad, donde encuentren lugar tanto los antiguos como los nuevos habitantes, basada en el derecho natural y en la ley de Dios.

¿Cómo se produjo fenómeno tan singular? Presentamos en este trabajo algunos elementos que ayuden a entender un periodo tan complejo y rico como fueron los primeros años de la conquista. En el segundo capítulo analizamos brevemente el contexto de España al momento del encuentro con el continente americano. En el tercer capítulo nos detenemos en algunos hitos importantes para comprender de manera serena y objetiva el proceso de conquista y asentamiento de los españoles en el Nuevo Mundo. Finalmente examinamos el papel que tuvo la conciencia cristiana en la forja de lo que hoy llamamos Latinoamérica.

I. Espacio y tiempo español

1492 además de ser el año del descubrimiento de América es también importante para España por otro motivo: después de 7 siglos de luchas contra el invasor musulmán los Reyes Católicos conquistaban Granada, último baluarte del dominio árabe en la península ibérica. Así la «epopeya americana se superpone a la historia de los pueblos peninsulares que tras siete siglos de dominación árabe empiezan a cimentar su unidad» (3).

Desde tiempos del rey Juan I de Castilla se venía dando un proceso de reformas y austeras observancias dentro de la Iglesia que con los Reyes Católicos Isabel y Fernando va a adquirir una particular importancia. El Cardenal Francisco Jiménez de Cisneros, cercano colaborador de los monarcas, logra articular un verdadero movimiento de reforma de la vida espiritual y religiosa de la península (4).

No es un proceso que se limita al interior de la Iglesia, es toda la sociedad la que se ve contagiada. La fe se constituye en el principal fundamento de la identidad y de la unidad nacional del pueblo español. El llamado humanismo español es quizás su principal concreción. Como una profundización de lo mejor de la escolástica encontrara en el mundo de la cultura, en particular de la literatura y espiritualidad, estupendas realizaciones. Este fecundo momento de la civilización ibérica se conoce como el Siglo de Oro español. Tiempo-eje esencial para poder entender lo que a partir de ese momento sucedería en el continente americano.

Lo épico y lo religioso se constituyen en claves de comprensión de ese tiempo histórico. En continuación con los ideales de heroicidad y entrega de la reconquista el universo cultural hispánico acoge el ideal caballeresco de la gesta y lo prolonga en la vida social, en las hazañas militares e incluso en la dimensión religiosa. «La España de los Reyes Católicos, absorta en sus empresas interiores y exteriores, queda formando un conjunto específico y aislado de toda aquella crisis que envolvía Europa, como si no se hubiese apercibido de tan radical inflexión. Se perpetúa un mundo caballeresco, cuyo mundo de ideas germinal arranca de los cantares de gesta para continuarse en los romanceros y culminar en los libros de caballerías» (5). El mismo ímpetu misionero se explica desde ese universo de ideas y creencias que serían también el fermento de las hondas reflexiones éticas que con motivo de la conquista bélica se originaron y que alcanzaran su mayor desarrollo con la Escuela de Salamanca.

Junto a estos elementos no podemos dejar de señalar la difícil situación económica que afligía a una cantidad importante de habitantes de la península (6) que impulso a muchos a tentar fortuna en las nuevas tierras que se iban descubriendo. Reconocer la presencia de un afán de riqueza y hasta de poder en los colonizadores no permite afirmar que esta fuese la motivación principal.

Quizás nos resulte extraño, desde nuestra mentalidad moderna, entender la importancia de las motivaciones espirituales y religiosas que constituían el universo cultural de los españoles de aquel entonces, que sin negar el afán de bienes y honores temporales, hacía de su fe el principal motor de su acción. Francisco López de Gómara escribía en esos tiempos: «La causa principal a que venimos a estas partes es por ensalzar y predicar la fe de Cristo, aunque justamente con ella se nos sigue honra y provecho, que pocas veces caben en un saco» (7). Su conciencia cristiana iluminaba su existencia entera, lo cual no los hacía inmunes al pecado pero si muy concientes de haberlos cometido. Se explica así la extensión del debate ético que alcanzara no solo a los letrados y eruditos sino a todo el pueblo español.

II. Conquista y asentamiento

A) Intencionalidad inicial e ideología de la Conquista.

Doce años después del descubrimiento de América, el 12 de octubre de 1504, la Reina Isabel la Católica en la Villa de Medina del Campo otorgaba su testamento. El 23 de noviembre, tres días antes de morir, completaba el documento con un Codicilo. Documentos extraordinarios que dan fiel testimonio de la conciencia cristiana y católica que en todo momento ilumino el actuar de los soberanos castellanos. En estos la actitud misionera respecto al nuevo continente descubierto por Cristóbal Colón, aparece como una de las motivaciones fundamentales de la presencia española en el Nuevo Mundo: «... nuestra principal yntençion fue, al tienpo que lo suplicamos al papa Alexandro Sexto, de buena memoria, que nos hizo la dicha conçession, de procurar de ynducir e traer los pueblos della e los conuertir a nuestra sancta fe catholica, e enbiar a las dichas yslas e tierra firme prelados e religiosos e clerigos e otras personas doctas e temerosas de Dios, para ynstruir los vezinos e moradores dellas en la fe catholica, e les enseñar e doctrinar buenas costunbres, e poner en ello la diligencia deuida, segund más largamente en las letras de la dicha conçession se contiene...» (8) junto a esta prioridad evangelizadora notamos una no menos importante: «traten muy bien e amorosamente a los dichos indios, sin que se les fagan enojo alguno, procurando que tengan los unos con los otros mucha conversación e familiaridad, haciéndose las mejores obras que ser pueda» (9).

Se pude percibir una clara intención de los monarcas castellanos de llevar desde el principio el proceso de incorporación y asentamiento de las nuevas tierras de modo pacífico y justo. Sus primeras intervenciones quizás nos podrían hacer pensar en una visión un tanto ingenua - probablemente influenciada por las idílicas descripciones que hizo Colón de los territorios recién descubiertos- pero manifiestan una intención sincera y real que se ira concretizando con mucho esfuerzo y trabajo por culpa de las contradicciones y rupturas que se dieron casi inmediatamente. Sin querer entrar en el debate sobre la conciencia que tenían los reyes españoles sobre el destino de la primera expedición de Colón, el empeño y esfuerzo que pusieron por la evangelización testimonian la sinceridad de su opción, sin negar por ello que en la empresa americana habían también intereses políticos y económicos.

Ya desde el segundo viaje la realidad supera lo previsible y la fragilidad del hombre se muestra en un proceso de rupturas que oscurecerán esa intencionalidad inicial. La destrucción del fuerte Navidad en la isla de la Española y las represalias que los españoles tomaron en contra de los indígenas presagiaba ya el fantasma de una verdadera ideología de la conquista (10) que se iba a ir extendiendo en no pocas de las acciones de los colonizadores.

En 1503 se da la primera encomienda y con ella comienza una etapa de explotación y progresiva esclavización del indio. Si bien la ley no planteaba eso el buen propósito se convirtió en cruda opresión. Apenas dos años después en 1505 Cristóbal Rodríguez a nombre de los indios tainos denunciaba la situación ante el Consejo Real proponiendo que se convirtieran en tributarios del rey y así recuperaran la libertad.

Las luchas que desde es momento se van a entablar por la justicia se reflejan en los cambios que sufrió dicha institución desde su aplicación en las antillas hasta las llamadas Leyes Nuevas del 20 de Noviembre de 1542. Los eclesiásticos tuvieron un papel fundamental en esta evolución. La Junta de Burgos de 1512 y las leyes de ese mismo año muestran la huella de Fray Antonio de Montesinos que con sus enérgicos discursos había denunciado la opresiva situación de los indios provocando un movimiento de reflexión y comentarios que llego hasta la corte. Las Leyes Nuevas del 20 de Noviembre de 1542 manifiestan a su vez la huella de Francisco de Vitoria y de Fray Bartolomé de las Casas.

Se podría seguir adelante, mencionando por ejemplo el intento de reforma del Cardenal Cisneros en 1516 o la ruptura que se establece entre la ley y su aplicación en la realidad pero ya se ve como la lucha en América por la justicia marca un intento de reconciliación explicable solamente desde una concepción católica del hombre y de la sociedad. En este proceso fue sobre todo la conciencia católica a convertirse en juez inapelable de la conquista. Muestra de ello es que el testimonio de los errores y abusos que se cometieron nos han llegado tanto por los misioneros y eclesiásticos empeñados en la evangelización como por los conquistadores e indígenas. Los mismos nos permiten reconstruir un cuadro donde las luces y las sombras dan profundidad y forma al rostro humano de una verdadera epopeya espiritual.

B) Luces y sombras

Lamentablemente no siempre ha sido la verdad a iluminar la historiografía sobre los inicios de la presencia española en el continente americano. Interpretaciones reductivas de la historia han dado la idea de un proceso fundamentalmente negativo lleno de fanatismo y barbarie; una verdadera "leyenda negra" construida con evidentes fines políticos. Creada en los Países Bajos, difundida por los ingleses, cuando surgían como nueva potencia mundial para desprestigiar a España y de paso a la Iglesia Católica (11), encontró eco también en los franceses y con el tiempo en los soviéticos y sus seguidores (12).

Sabemos que no todo fue bueno pero como dijo Juan Pablo II «más luces que sombras, si pensamos en los frutos duraderos de fe y vida cristiana en el Continente» (13). Esta claro que no se trata de hacer ahora una leyenda rosa -donde todo es positivo- sobre lo acontecido. Debemos aproximarnos a los acontecimientos con la tranquilidad y objetividad del que busca la verdad. Es interesante por eso dar una rápida mirada a las principales acusaciones que se le hace al proceso de conquista y asentamiento de los españoles en el Nuevo Mundo.

La esclavitud de los indios fue uno de los dramas de la primera hora que causaron inmediatamente una respuesta desde la fe. La esclavitud no era una novedad en la América pre-colombina. Los nativos usaban de esta institución de manera brutal. Colon en su segundo viaje llevo a España algunos esclavos indios y con permiso de la Corona el 12 de abril de 1495 los puso a la venta. 5 días después la reina Isabel la Católica, habiendo consultado a algunos teólogos, de propia iniciativa mandó resarcir a los compradores con dinero propio y restituyó la libertad a los indios (14). A partir de ese momento prohíbe de manera absoluta el comercio de indios. En 1501 Cristóbal Guerra llevo nuevos esclavos a España y los reyes católicos ordenaron la liberación de los indios y el encarcelamiento del esclavista.

Pero en 1503 se autoriza la esclavitud para los indios caribes por su antropófagia y para los prisioneros de guerra gusta, según las normas vigentes entonces en el viejo continente. La conciencia cristiana no se quedó tranquila. Comienza un apasionado debate que dará como resultado la condena y prohibición de todo tipo de esclavitud en relación a los Indios. En 1530 una Real Provisión de Carlos V suprimía la esclavitud incluso de prisioneros por guerra justa. Lamentablemente la ideología de la conquista de algunos encomenderos y los daños económicos que se siguieron a esta ley hicieron que en 1534 fuese revocada. El 21 de mayo de 1542 a pesar de las fuertes protestas de algunos colonos y en contra de la opinión dominante en ese momento en Europa Carlos V daba una ley definitiva contra todo tipo de esclavitud: «Yten ordenamos y mandamos que de aquí adelante por ninguna causa de guerra ni otra alguna aunque sea so título de rrebelión ni por rrescate ni destra manera no se puedas hazer esclavo Indio alguno y queremos sean tratados como vasallos nuestros de la corona de Castilla pues lo son» (15). En ese sentido cabe señalar que en la mayoría de los casos el estatus económico del trabajador indígena fue superior al del trabajador europeo en la misma época (16).

Con las mismas leyes se suprimieron también los servicios personales de las encomiendas y se dispuso el libre trabajo de los indígenas con un estipendio moderado. Lamentablemente esto trajo como consecuencia la intensificación del comercio de esclavos negros desde el África. Este es quizás uno de los capítulos menos conocidos y más dramáticos de la historia americana. El comercio de esclavos al entrar casi inmediatamente en conflicto con la legislación española fue explotada primero por los portugueses que desde 1595 a 1600 llevaron a Hispanoamérica 25,338 esclavos y otros 268,664 en los primeros 40 años del siglo XVII (17). Después de la independencia del Portugal el tráfico de esclavos paso prevalentemente a manos de los calvinistas holandeses, de otros protestantes franceses e ingleses y de luteranos daneses. Finalmente por el tratado de Utrecht de 1713 paso a ser monopolio de Inglaterra. El testimonio de San Pedro Claver (1580-1654) y de su antecesor Alonso de Sandoval (1576-1651) muestran el celo evangelizador, el cuidado y atención que puso la Iglesia con esa población.

El despoblamiento de los territorios americanos en esos años ha sido uno de los hechos que una cierta historiografía a manipulado a favor de la llamada "Leyenda Negra". Una investigación seria sobre el asunto ha mostrado con suficiente precisión que los números que da Fray Bartolomé de las Casas están dictados sobre todo por un intento apologético con la intención de conmover la conciencia de sus contemporáneos, más que por la precisión objetiva. El historiador Angel Rosenblat, por ejemplo, afirma que en los territorios de Latinoamérica en 1492 habían cerca de 11,285,000 personas. Los núcleos más consistentes eran México con 4,500,000 y Perú con 2,000,000. En 1570 la población había descendido a 9,275,100 habitantes (3,555,000 en México y 1,585,000 en Perú). La población blanca era el 1,16 % del total, la negra y mestiza el 2,26 % y la indígena eran el 96,58 % equivalente a 8,957,891 habitantes. Pero solo el 18% de los indígenas (1,873,370) tenían contacto con los Españoles (18).

No fueron pues las espadas acecinas de los conquistadores las que explican esta disminución demográfica. Entre los factores principales hay que señalar las epidemias de gripe, viruela y fiebre amarilla que causaron un verdadero estrago en la población indígena, la cual carecía de las defensas naturales necesarias (19). Junto a eso hay que mencionar la perdida de algunas estructuras políticas y administrativas que por las propias divisiones internas habían comenzado a disolverse incluso antes de la llegada de los españoles, como fue el caso tanto de México como del Perú.

Pero los españoles no quedaron inmunes frente a las epidemias que se desataban en el Nuevo Mundo. De los ocho millones de españoles que habían en la península al comenzar el s. XVII solo quedaban siete al finalizar el siglo.

No se puede no mencionar la importancia religiosa, social y económica que tuvo el mestizaje en la América española. La ausencia de prejuicios raciales por parte de los españoles de aquel entonces facilito el nacimiento de lo que hoy constituye la gran mayoría del pueblo latinoamericano: el mestizo. En este se reconcilian los dos mundos, el indígena y el español. Por otro lado fue el mestizo en muchos casos a asumir la producción económica mientras el criollo encontraba mayor interés en la política.

C) Algunos testimonios

Sobre los hechos arriba tratados y para tener un cuadro más completo de la conquista resultan muy interesantes los testimonios de los indígenas o de sus descendientes (20). Con sorpresa nos damos cuenta como su aproximación a los acontecimientos suele ser más objetivo y equilibrado que muchas de las versiones que circulan hoy. Son también prueba del respeto y cuidado que se tuvo en la educación de los indígenas.

1) Los testimonios aztecas (21)

Entre los testimonios indígenas y mestizos más importantes tenemos: El códice de Aubin (22), Los cantares mexicanos (23), Los anónimos de Tlatelolco (24), Los informantes de Sahún (25), Historia de la Nación chichimeca de Don Fernando Alva Ixtlilxochitl (26) y la Crónica de Don Diego Muñoz Camargo (27).

Narran desde distintas perspectivas la conquista de México por Hernán Cortes desde febrero de 1519 hasta agosto de 1521 cuando logro tomar la ciudad de Tenochtitlán. Cosa curiosa ninguna atribuye responsabilidad jurídica o política a la Corona española por lo sucedido. La responsabilidad la dividen entre los distintos protagonistas sean españoles, indios tlaxcaltecas e otomies -enemigos de los indios mexicas (aztecas)- y los mismos mexicas. Ciertamente fueron tiempos complejos y las distintas fuentes nos brindan con mayor o menor cuidado detalles de los principales actores. Las fuentes indígenas responsabilizan con mayor frecuencia a los soldados españoles mientras que las mestizas reparten la culpa por igual entre indios y españoles. Lo cierto es que todos fueron perjudicados y la violencia solo trajo más violencia. Fernando de Alva Ixtlilxochitl habla de 240,000 muertos de los 300,000 que defendían la ciudad de Tenochtitlán y de 30,000 de 200,000 entre españoles y tlaxcalteci que sitiaban la misma, si bien los españoles fueron apenas un centenar. Se requiero mucho esfuerzo y trabajo para que el dinamismo reconciliador del evangelio fuera pacificando esas tierras.

2) La conquista del Perú

De la conquista del Perú tenemos también abundantes testimonios sean de indios, mestizos y españoles. Fue ciertamente un hecho dramático y al leerlos es importante tener presente las intenciones que los movieron a escribir dichas crónicas. Entre los principales podemos citar al Inca Titu Cusi Yupanqui, al indio don Juan de Santracruz Pachacuti, a Huamán Poma de Ayala, al famoso poeta Inca Gracilaso de la Vega y la del "gesuita anónimo" Blas Valera.

Poma de Ayala, por ejemplo, se había propuesto informar al Rey de España sobre la real situación del Perú. Su opinión es que la situación que se vive no es culpa de la corona sino de algunos de los conquistadores y brinda detalles de su brutal conducta. No encuentra justificación alguna, ni política ni religiosa, para la conquista del Perú y sin embargo acepta la pacífica soberanía de la corona y recuerda el bien que han hecho en esas tierras muchos españoles. Habla especialmente bien de algunos de los virreyes. Así de don Juan López de Quintanilla dice «Éste fue muy cristianícimo, amigo de los pobres y buena justicia, umilde» (28), de don Luis de Velasco afirma que «gouernó cristianícimamente» (29) y de don Fernando de Torres y Portugal añade «Fue muy cristiano, amigo de los pobres, cienpre hacía limosna y no era enteresado de plata y bolbía muy mucho por los pobres» (30) mientras que de don Martín Enríques escribe: «Gouernó cristianisimamente sin agrauiar a los yndios» (31) Junto a esto no tiene problemas en acusar al Inca de crueldad y barbarie y da numerosos ejemplos.

Respecto a esto último vale la pena mencionar el testimonio que ha dejado el Inca Garcilaso de la Vega sobre las crueldades cometidas por Atahualpa en la guerra por la sucesión al trono con su hermano Huascar. Después de vencer a las tropas de este y de apresarlo convoca a toda la familia real con el pretexto de realizar un pacto que garantice la paz en el imperio ensangrentado por la guerra civil. «Quando los tuvieron recogidos, envió Atahualpa á mandar que los matasen todos con diversas muertes por asegurarse de ellos, porque no tramasen algún levantamiento» (32) pero no quedo contento con la matanza de la gente «que podía tener derecho á la sucesión del imperio, que eran los legítimos en sangre, mas también de toda la demás que era incapaz á la herencia como la suya; porque no hiciese alguno de ellos lo que él hizo» así, «no hartándose con la [sangre] de doscientos hermanos suyos, hijos del gran Huayna Capac, pasó adelante a beber la de sus sobrinos, tíos y parientes, dentro y fuera del quarto grado, que como fuese de la sangre real, no escapo ninguno legítimo ni bastardo. Todos mando matar con diversas muertes, á unos degollaron, a otros ahorcaron, á otros echaron en ríos y lagos con grandes pesgas al cuello...» (33) y sigue el relato contando como se extendió el castigo a los generales y nobles que se habían mantenido fieles al legítimo sucesor llegando incluso a generar grandes estragos en los pueblos cercanos al Cuzco, encargados por turnos de servir en la casa real.

Como se ve la imagen idealizada de los indígenas americanos no se ajusta a la realidad. La miseria y la explotación estaban ya cuando llegaron los españoles. Esto no quiere decir que los excesos que se cometieron fueron pocos o justificados. Sin duda la conquista del Imperio Inca fue el caso más dramático de la presencia española en el Nuevo Mundo y como tal fue uno de los principales motivos que movió a los juristas españoles de la Escuela de Salamanca a poner en cuestionamiento la legitimitad de la misma. El resultado de estos debates ético-jurídicos fue la invalidación de la primera conquista: los pueblos indígenas eran soberanos y no podían ser privados de su propiedad ni de su jurisdicción por la conquista y a partir de ese momento se busco en que condiciones los españoles podían permanecer en los territorios ocupados.

En los mismos cronistas citados se percibe con claridad la intención de incorporar los dramáticos acontecimientos en una síntesis histórica donde la reconciliación entre españoles e indios les permita construir juntos un futuro común.

IV. Conciencia Cristiana:

A) Dilema ético

«El español del siglo XVI tenía una imagen religiosa del mundo, y por lo tanto, debió plantearse el problema de la legitimidad de los sucesos que protagonizaban los conquistadores en América desde ese punto de vista. El aplicaba los principios religiosos y morales a las ciencias, a las artes, al derecho, a la política, en una palabra, a todas las expresiones de la vida humana. Se parte de esta base, y del hecho de que esa visión era común a todos los españoles, es fácil comprender por qué las Controversias de indias no constituyeron un asunto que solamente interesó a unos cuantos eruditos, sino que fueron, mas bien, un problema de conciencia. Sus repercusiones tenían enorme importancia, porque las respuestas para los diversos problemas debían transformarse en actitudes vividas, aún para el más apartado guerrero español en el Nuevo Mundo. Por eso, no sólo se discutieron en la Corte, sino en toda América; y chocaron en medio del fragor de los combates con los indios, religiosos, autoridades y conquistadores, los unos contra los otros, defendiendo todos apasionadamente su manera de pensar y tratando de justificarla en derecho y en teología» (34). Esta larga cita de Andrés Huneeus nos da un claro panorama de la magnitud y consecuencias que tuvo en América y España el problema de conciencia que se genero por la intervención española en las tierras del Nuevo Continente y muestran el sincero deseo del pueblo ibérico de establecerse en estas según las leyes morales y de justicia derivadas de sus profundas convicciones cristianas.

Es una conciencia presente desde el primer momento como lo demuestra la intervención de la Reina Isabel en relación al problema de la esclavitud de los indios y el testimonio de coherencia cristiana que nos ha dejado en su testamento. Pero junto a esto una cierta ideología de la conquista se hace presente en las encomiendas y otros abusos que se van dando por parte de los conquistadores. Sin embargo la búsqueda de la justicia y la verdad se hacen también concreta: «basta recorrer el testimonio de la documentación indiana para constatar que la empresa española en América, lejos de quedar al libre arbitrio de sus agentes, estuvo regulada por una estructura jurídica cuyo contenido, tanto en su dimensión supranacional como doméstica, fue evolucionando al amparo de la búsqueda de la justicia en la reflexión y en la práctica según la naturaleza y dignidad del ser humano y sus instituciones» (35).

Un hito fundamental fue sin duda el famoso sermón de fray Antonio de Montesinos el IV domingo de Adviento de 1511 en la Isla de la Española denunciando los abusos contra los indios y cuestionando los principios sobre los que se estaba actuando el asentamiento español en América. Sus resonancias pronto llegaron a la corte de Fernando el Católico quien movilizo juristas y teólogos convocando en 1512 las Juntas de Burgos que dieron como resultado la publicación ese mismo año de las primeras leyes generales donde se reconocía la dignidad de los indígenas, su libertad y el derecho de dominio que poseían sobre sus tierras (36).

A partir de este momento y hasta las llamadas Nuevas Leyes de 1542 se dan una serie de intervenciones por medio de cédulas (37) y ordenanzas que desarrollan esta doctrina, procurando salir al paso de los abusos que se seguían cometiendo.

La Iglesia y sus evangelizadores no solo hicieron oír su voz de crítica sino que se empeñaron en acciones concretas. La promoción humana del indígena fue una preocupación no menos importante que la de su evangelización. Son muchos los ejemplos que tenemos de tan noble gesta. Junto a Bartolomé de las Casas (38) y Antonio de Montesisnos habría que mencionar también ha Juan de Zumárraga, Vasco de Quiroga, Bernardino de Sahún, Juan del Valle, Julián Garcés, José de Anchieta, José de Acosta, Manuel de Nóbrega, Roque Gonzáles, Santo Toribio de Mogrovejo y muchos otros más que con su testimonio de vida y su acción evangelizadora hicieron brillar la luz reconciliadora del Evangelio (39).

Nos damos cuenta de la dimensión que alcanzo la problemática americana en la importancia que le dio la Santa Sede. De singular valor es lo que se ha llamado el Magisterio Social (40) del Papa Pablo III (1534-1549) quien alertado por diversos informes de la situación de los indígenas américanos escribe en 1537 el enérgico breve Pastorale officium al cardenal de Toledo Juan Tavera. El 1 de junio de ese mismo año publicaba la Bula Altitudo Divini Consilii, sobre el bautismo de los indígenas y con fecha 9 de junio también del año 1537 da a conocer la famosa Sublimes Deus en defensa de la naturaleza, dignidad y derechos humanos de los indios.

 

B) La Escuela de Salamanca

La Sublimis Deus junto con los excesos de la conquista del Perú ejerce una decisiva influencia en la actitud crítica de fray Francisco de Vitoria (41) en relación a lo que venía ocurriendo en América. Es innegable el avance del pensamiento jurídico y de su expresión legislativa que se había dado hasta entonces. La libertad, la dignidad y la capacidad del Indio estaban claramente reconocidos. Victoria da un paso más cuestionando los principios mismos sobre los que se venía actuando el proceso de descubrimiento y conquista por parte de los españoles (42).

Su tesis «vino a articularse sobre tres principios-clave: el derecho fundamental de los indios a ser hombres y ser tratados como seres libres, el derecho fundamental de sus pueblos a tener y defender su propia soberanía, y el derecho fundamental del orbe a hacer y colaborar en bien de la paz y solidaridad internacional. Y a partir de estas tres coordenadas fijó y valoró Vitoria los derechos y deberes de la Corona española para intervenir y permanecer en las Indias. Los deberes de restitución y de gobierno colonial fueron sus conclusiones definitivas» (43).

Siendo que las comunidades indígenas eran sujetos de derecho y como tales gozaban de autonomía los indios «eran dueños de sus bienes nacionales y tenían derecho de soberanía sobre los recursos naturales para la promoción de sus propios pueblos y poblaciones. Y sólo en función de la libre elección de sus ciudadanos y para defender y proteger los derechos fundamentales de indios y españoles, justificaba Vitoria la intervención y permanencia de España en las Indias recientemente conquistadas» (44).

Son planteamientos tuvieron pronto consecuencias concretas en América. «La llamada Carta de los derechos de los indios forjada desde la ley fundamental o Leyes Nuevas de 1542, y el proceso de transición en el que los derechos se van desarrollando orgánicamente hasta las leyes de 1573, recogen los principios de las diversas opciones efectuadas con un horizonte reconciliativo donde la dignidad, derechos y libertad de la persona se articulan con los derechos de una convivencia universal inspirada en la justicia, la ética y el derecho. El proceso y sus resultados muestran el camino recorrido durante un amplio periodo de la etapa constituyente, donde la conciencia moral iluminada por la fe retoma el sentido de la intención inicial y opta por la reconciliación antes que por el conflicto» (45).

Su pensamiento genero escuela. La Facultad de Teología de la Universidad de Salamanca se constituye en su centro nuclear. Después de Vitoria, Domingo de Soto (46) es el teólogo más importante para definir la ilicitud o no de la conquista armada. Junto a él encontramos a Melchor Cano, Diego Chavez, Juan Gil de la Nava, Vicente Barrón, Domingo de las Cuevas, Miguel Palacios, Pedro de Sotomayor entre otros. Pronto los encontramos en otras universidades españolas ocupando las principales cátedras (47).

El estudioso Luciano Pereña distingue tres generaciones dentro la Escuela de Salamanca. La primera desde Victoria hasta Domingo de Soto (1534-1558) se empeña en sacar las consecuencias prácticas de la crítica contra las guerras de conquista. La segunda generación va desde Juan de la Peña hasta Bartolomé de Medina (1559-1580) y se concentro en restar legitimidad a las guerras de conquista que hasta ese momento habían justificado la presencia española en América. La tercera generación comprende el paréntesis Bañez-Suárez (1584-1615) y se caracterizo por el esfuerzo de sistematización doctrinal y aplicación práctica de las tesis victorianas. La escuela se caracteriza por «la actitud común de los teólogos sobre la legitimidad de la conquista de las Indias en función de una misma comunidad de preocupaciones, de fuentes y métodos. La fe en el indio y en su capacidad de libertad define la nueva ética de la conquista. La humanización de las relaciones entre indios y españoles condiciona su moralidad. Y el descubrimiento del indio como hombre y su razón histórica se constituye en objetivo prioritario de su tratamiento metodológico. La escuela adquiere su propia unidad dinámica en la comunidad de pensamiento y en ese esfuerzo común que culmina en grandes síntesis académicas» (48).

Un elemento esencial a todos los discípulos y seguidores de Vitoria es el esfuerzo que se llevo a cabo por adecuar los principios a los hechos. Se tomo en cuenta de manera privilegiada los testimonios directos de misioneros y teólogos, entre los principales a Bartolomé de las Casas, Domingo de Santo Tomás, Tomás Mercado, Luis López, Jerónimo de Loaysa, Alonso de Veracruz y José de Acosta. Fue por eso muy grande la influencia que tuvo esta escuela en la configuración política, social y cultural de las Indias. Su influjo se dejo sentir de manera particular en los Sínodos y Concilios Provinciales que definieron el rostro de la Iglesia Latinoamericana desde su primera hora. No es el caso detenernos a analizarlos (49) basta recordar el fundamental aporte de José de Acosta en el Tercer Concilio Límense convocado por Santo Toribio de Mogrovejo (50).

C) La conciencia de los conquistadores

Como se ve «las llamadas Controversias de Indias constituyen una ocasión para la manifestación ejemplar de multitud de conciencias sensibles y críticas enraizadas en unas cosmovisión cristiana de la existencia. La extensión de las mismas y el apasionamiento de los involucrados para defender sus puntos de vista hablan mucho del carácter español» (51).

Pero no fue este un fenómeno limitado al mundo de los religiosos, eran todos los españoles de la época los que tenían esa aproximación cristiana al hombre y a su realidad. Esto no quiere decir que no cometieran abusos e injusticias pero su conciencia cristiana los puso también en crisis. En ese sentido es muy gráfico el testimonio que dan muchos de los testamentos dejados por estos hombres. Mandan reparar las distintas injusticias que pudieron haber cometido, sea contra españoles como contra indios. Muchos dejaron sus bienes a la Corona para que esta proveyese a sanar los eventuales daños, otros fundan obras de caridad a favor de los indígenas y no pocos restituyeron simple y sencillamente sus bienes a los antiguos propietarios. El historiador peruano G. Lohman Villena cita numerosos casos de conquistadores que dejaron sus bienes a los indios (52) en el Perú, pero lo mismo sucedía en todo América y en España. Fue una practica tan común que el primer Arzobispo de Lima publico «Avisos para los confesores de estos reinos del Perú» normando precisamente estas comisiones de conciencia.

Incluso en el mismo Cortés -del que tanto se ha dicho con verdad y sin ella- encontramos esa actitud presente. En su testamento dictado el 12 de octubre de 1547 pone: «porque acerca de los esclavos naturales de la dicha Nueva España, así de guerra como de rescate, ha habido y hay muchas dudas e opiniones sobre si se ha podido tener con buena conciencia o no y hasta ahora no está determinado, mando que todo aquello que generalmente se averiguare que en este caso se debe hacer para el descargo de las conciencias en lo que toca a estos esclavos de la dicha Nueva España, que se haga y cumpla en todos los que tengo» (53).

V. Conclusión

La gesta que se abrió el 12 de octubre de 1492 con la llegada de los españoles a América estuvo marcada por luces y sombras. Lejos de interpretaciones históricas reductivas e ideologizadas aparece con fuerza la conciencia cristiana del pueblo ibérico enraizada en una visión del hombre y del mundo profundamente marcada por la fe. Su acción esta teñida de una profunda conciencia de las exigencias del Evangelio en relación a todos los hombres.

Ciertamente hubieron muchas injusticias y abusos. Una verdadera ideología de la conquista -que como toda ideología anteponía a la dignidad del hombre intereses egoístas y de poder- pareció llevar la mejor parte en no pocas ocasiones. La conquista fue dura y muchas veces violenta, no menos que las guerras que en esa época azotaban Europa, pero en América nos encontramos desde el primer momento con una voluntad decidida a poner orden en las graves carencias que se veían. El conquistador no tomó el camino fácil del que la historia esta llena de ejemplos. Una vigorosa reflexión sobre el indio y su dignidad termino por cuestionar la presencia española en Latinoamérica.

Fue una verdadera crisis que involucro desde el Rey hasta el conquistador perdido en las selvas amazónicas. Toda la sociedad se cuestiono. Los testamentos y las crónicas, tanto de indios como de mestizos y españoles, además de las injusticias y abusos manifiestan con sinceridad la explicita intención de ajustar su vida y su actuar a las exigencias de la verdad. La evolución en el cuerpo legislativo y los muchos hombres que dieron su vida por el evangelio son también testimonio innegable de este afán por hacer de la reconciliación un principio unitario de acción. Expresión consumada de ese movimiento fue la Escuela de Salamanca iniciada por Francisco de Vitoria. Tuvo un gran influjo en América y en España, ayudando también a clarificar la relación entre poder político y acción evangelizadora.

Se ve pues, como desde una mirada serena y abierta a toda la realidad no se puede sostener las afirmaciones de la llamada "Leyenda Negra" sino es desde intereses ajenos a la verdad. Ciertamente la historia de América Latino no ha sido fácil pero manifiesta en sus hombres una capacidad creadora y de innovación que ha dado origen a esa síntesis cultural mestiza, que si bien aún inacabada, constituye el núcleo más auténtico de nuestra identidad latinoamericana. La fe, arraigada en lo más profundo de las conciencias que iban viendo la luz en este Pueblo Continente, fue el motor de esta rica síntesis. Nos toca a los latinoamericanos de hoy fecundar con nuestra vida y acción la vocación cristiana que hace más de 500 años se despertó en América.

 

Bibliografía

A. Fuentes

Juan Pablo II, Discurso a los Obispos del CELAM, Santo Domingo, 12/10/1984.

-Carta apostólica a los religiosos y religiosas de América Latina con motivo del V Centenario de la Evangelización del Nuevo Mundo, 29/06/1990, 8.

Archivo General de Indias de Sevilla (A.G.I.) Patronato 9, ramo 1, fol. 85v.

Fernando de Alva Ixtlilxochitl, Historia de la Nación Chichimeca, Crónicas de América 11, Edición de Germán Vázquez, Madrid 1985.

Colección de Documentos relativos al descubrimiento, conquista y colonización de las posesiones españolas en América y Oceanía... (Colección Pacheco, Cárdenas, Torres Mendoza), Madrid 1864-1866. 42 vols.

G.R.G. Conway, The Last Will and Testament of Hernando Cortés, Marqués del Valle. A Facsímile and Paleographic Version, Together with an English Translation of the Original Testament, dated Seville, the Eleventh Day of October, 154, Edited with an Introduction and Notes by G.R.G Conway, Privately printed in the City of México, 1939.

Charles E. Dibble, Historia de la nación Mexicana. Reproducción a todo color del Códice del 1576 (Códice de Aubin), Ediciones de José Porrua Turanzas, Madrid 1958.

Heinrich Berlin-Robert Barlow, Anales de Tlatelolco. Unos anales Históricos de la nación Mexicana y Códice de Tlatelolco. Fuentes para la Historia de México, editado por Salvador Toscano, México s.f.

Felipe Guamán Poma de Ayala, Nueva crónica y buen gobierno, Edición de John V. Murra, Rolena Adorno y Jorge L. Urioste, Madrid 1987.

Inca Garcilaso de la Vega, Historia General del Perú ó Comentarios reales de los Incas, tomo 5, Imprenta de Villalpando, Madrid 1800.

Isabel la Católica, Testamento y Codicilo, Ministerio de Asuntos Exteriores, Madrid 1956.

R. Konetzke, Colección de Documentos para la Historia de la Formación Social de Hispanoamérica, Madrid 1953.

Lopez de Gomara, Historia de las Indias.

Miguel León Portilla, Crónicas Indígenas. Visión de los Vencidos, Edición de Miguel León Portilla, Madrid 1985.

Diego Muñoz Camargo, Historia de Tlaxcala. Crónicas de América 26, Edición de Germán Vázquez, Madrid 1986.

Antonio Peñafiel, Cantes en Idoma Mexicano. Reproducción facsimilaria del manuscrito original existente en la Biblioteca Nacional de México, Messico 1904.

Bernardino de Sahagún, El México Antiguo. Selección y reordenación de la historia general de las cosas de Nueva España de Fray Bernardino de Sahún y de los informadores indígenas, Edición, Prólogo y Cronología de José Luis Martinez, Biblioteca de Ayacucho, Caracas 1981.

B. Estudios y Obras históricas

Germán Doig, Derechos Humanos y Enseñanza Social de la Iglesia, Vida y Espiritualidad, Lima 1991.

-Dos Maestros espirituales. Guillermo José Chaminade y fray Luis de Granada, Fondo Editorial, Lima 1990.

-De la Primera a la Nueva Evangelización en América Latina, ODEC, Lima 1992.

Luis Fernando Figari, Evangelización, promoción humana y reconciliación en la Forja de América Latina, Vida y Espiritualidad, Lima 1992.

Fidel González Fernández, La coscienza cristiana e i problemi della conquista nella formazione dell'America Latina, in Processi alla Chiesa. Mistificazione e Apología, a cura di Franco Cardini, Piemme, Casale Monferrato 1994.

Alberto Gutierrez S.J., La Iglesia en Latinoamérica: Entre la Utopía y la Realidad. Apuntes para Estudiante, Roma 1996.

M. Hernández Sánchez-Barba, Historia de América. América Europea I. La fundación de las Indias españolas, Tomo II, Editorial Alambra, Madrid 21988.

Andrés Huneeus Pérez, Historia de las polémicas de Indias en Chile durante el siglo XVI. 1536-1598, Editorial Jurídica de Chile, Santiago s.f.

G. Lohaman Villena, La restitución por conquistadores y encomenderos. Un aspecto de la incidencia lascasiana en el Perú, en «Anuario de Estudios Americanos», vol. XXIII, Sevilla 1966.

William S. Maltby, La Leyenda Negra en Inglaterra. Desarrollo del sentimiento antihispánico, 1558-1660, Fondo de Cultura Económica, México 1982.

Michel Mollat, The Poor in the Middle Ages. An Essay in Social History, Yale University Press, New Haven and London 1986.

Ricardo Narváez Tosi, El padre José de Acosta y los inicios de la evangelización en el Perú, en AA.VV., Raíces Católicas del Perú, Vida y Espiritualidad, Lima 2001, pp 43-108.

Luciano Pereña, Derechos y Deberes entre Indios y Españoles en el Nuevo Mundo, Cátedra V Centenario, Salamanca 1992.

-La anexión de América a la luz de la teología, en AA.VV., Historia de la Iglesia en Hispanoamérica y Filipinas (siglos XV-XIX), tomo I, Madrid 1992.

M. León Portilla, El reverso de la conquista. Relaciones aztecas, mayas e incas, México 1974.

Demetrio Ramos, El hecho de la Conquista de América, en AA.VV., Francisco de Vitoria y la Escuela de Salamanca. La Ética en la Conquista de América, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Madrid 1984.

Francisco Rizón Patrón Bazo, Francisco de Vitoria: la búsqueda de la justicia en la evangelización constituyente, en AA.VV., Raíces Católicas del Perú, Vida y Espiritualidad, Lima 2001.

A. Rosenblat, La población indígena y el mestizaje en América, Buenos Aires 1954.

N. Sánchez Albornoz, La población de América Latina. Desde los tiempos precolombianos hasta el año 2000, Madrid 1973.

Silvio Zavala, La filosofía política en la Conquista de América, Fondo de Cultura Económica, México 31977.

 

NOTAS

1. Germán Doig, Derechos Humanos y Enseñanza Social de la Iglesia, Vida y Espiritualidad, Lima 1991, p. 91.

2. Germán Doig, Derechos Humanos y Enseñanza Social de la Iglesia, ob. cit., p. 92.

3. Luis Fernando Figari, Evangelización, promoción humana y reconciliación en la Forja de América Latina, Vida y Espiritualidad, Lima 1992, p. 15.

4. Ver Germán Doig, Dos Maestros espirituales. Guillermo José Chaminade y fray Luis de Granada, Fondo Editorial, Lima 1990, pp. 30-41.

5. M. Hernández Sánchez-Barba, Historia de América. América Europea I. La fundación de las Indias españolas, Tomo II, Editorial Alambra, Madrid 21988, p. 15.

6. Ver Michel Mollat, The Poor in the Middle Ages. An Essay in Social History, Yale University Press, New Haven and London 1986, p. 236. Citado por Luis Fernando Figari, ob. cit., p. 18

7. Lopez de Gomara, Historia de las Indias, cap. CXX.

8. Isabel la Católica, Testamento y Codicilo, Ministerio de Asuntos Exteriores, Madrid 1956, p. 66.

9. Citado por Demetrio Ramos, El hecho de la Conquista de América, en AA.VV., Francisco de Vitoria y la Escuela de Salamanca. La Ética en la Conquista de América, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Madrid 1984, p. 19.

10. Ver Silvio Zavala, La filosofía política en la Conquista de América, Fondo de Cultura Económica, México 31977, p. 28.

11. Ver William S. Maltby, La Leyenda Negra en Inglaterra. Desarrollo del sentimiento antihispánico, 1558-1660, Fondo de Cultura Económica, México 1982.

12. Juan Pablo II en su Discurso al CELAM en Santo Domingo fue muy enfático: «Una cierta "leyenda negra", que marcó durante un tiempo no pocos estudios historiográficos, concentró prevalentemente la atención sobre aspectos de violencia y explotación que se dieron en la sociedad civil durante la fase sucesiva al descubrimiento. Prejuicios políticos, ideológicos y aun religiosos, han querido también presentar sólo negativamente la historia de la Iglesia en este continente» Juan Pablo II, Discurso a los Obispos del CELAM, Santo Domingo, 12/10/1984, II, 3. Citado por Germán Doig, De la Primera a la Nueva Evangelización en América Latina, ODEC, Lima 1992, p. 28.

13. Juan Pablo II, Carta apostólica a los religiosos y religiosas de América Latina con motivo del V Centenario de la Evangelización del Nuevo Mundo, 29/06/1990, 8.

14. Archivo General de Indias de Sevilla (A.G.I.) Patronato 9, ramo 1, fol. 85v. Colección de Documentos relativos al descubrimiento, conquista y colonización de las posesiones españolas en América y Oceanía... (Colección Pacheco, Cárdenas, Torres Mendoza), Madrid 1864-1866. 42 vols., An., tomo 30, p. 331; tomo 30, p. 335; tomo 38, p. 342; R. Konetzke, Colección de Documentos para la Historia de la Formación Social de Hispanoamérica, Madrid 1953, tomo 1, pp. 2-3. Citado en Fidel González Fernández, La coscienza cristiana e i problemi della conquista nella formazione dell'America Latina, in Processi alla Chiesa. Mistificazione e Apología, a cura di Franco Cardini, Piemme, Casale Monferrato 1994, p. 293

15. Citado en Alberto Gutierrez S.J., La Iglesia en Latinoamérica: Entre la Utopía y la Realidad. Apuntes para Estudiante, Roma 1996, p. 80.

16. Ver Fidel González, ob. cit., p. 296.

17. Ver Alberto Gutiérrez S.J., ob. cit., p. 82. Hay que tener en cuenta que los números testifican solo el comercio legal. Es sumamente difícil calcular cuantos esclavos entraron clandestinamente algunos hipnotizan el doble o más. Los datos que siguen han sido tomados también del p. Gutiérrez.

18. Ver A. Rosenblat, La población indígena y el mestizaje en América, Buenos Aires 1954, 2vols y N. Sánchez Albornoz, La población de América Latina. Desde los tiempos precolombianos hasta el año 2000, Madrid 1973. Citados por Fidel González, ob. cit., p. 296.

19. Ver Fidel González, ob, cit., p. 296.

20. Ver M. León Portilla, El reverso de la conquista. Relaciones aztecas, mayas e incas, México 1974.

21. La información sobre las fuentes han sido tomados de Fidel González, ob. cit., pp. 286-288.

22. Charles E. Dibble, Historia de la nación Mexicana. Reproducción a todo color del Códice del 1576 (Códice de Aubin), Ediciones de José Porrua Turanzas, Madrid 1958. Se trata de un códice con características prehispánicas.

23. Antonio Peñafiel, Cantes en Idoma Mexicano. Reproducción facsimilaria del manuscrito original existente en la Biblioteca Nacional de México, Messico 1904. Miguel León Portilla, Crónicas Indígenas. Visión de los Vencidos, Edición de Miguel León Portilla, Madrid 1985. Los llamados "Cantares mexicanos" eran libros vivos de la literatura azteca.

24. Heinrich Berlin-Robert Barlow, Anales de Tlatelolco. Unos anales Históricos de la nación Mexicana y Códice de Tlatelolco. Fuentes para la Historia de México, editado por Salvador Toscano, México s.f. Se trata de anales históricos escritos en el antiguo principado de México-Tlatelolco de 1529 a 1530.

25. Bernardino de Sahagún, El México Antiguo. Selección y reordenación de la historia general de las cosas de Nueva España de Fray Bernardino de Sahún y de los informadores indígenas, Edición, Prólogo y Cronología de José Luis Martinez, Biblioteca de Ayacucho, Caracas 1981. Bernardino de Sahagún (1512-1590) fue un franciscano que llegó a México en 1529. Fue uno de los fundadores del colegio de Santra Cruz de Tlatelolco para indios. Se convirtió en uno de los mayores expertos en la lengua y cultura nahuatl.

26. Fernando de Alva Ixtlilxochitl, Historia de la Nación Chichimeca, Crónicas de América 11, Edición de Germán Vázquez, Madrid 1985. Fernando de Alva Ixtlilxochitl nació entre 1578 y 1580 de un español y de una princesa india de Tescoco. Educado en el famoso Colegio franciscano de Tescoco se convirtió en gobernador de Tescoco y más tarde de Tlainianalco. Murió en 1650.

27. Diego Muñoz Camargo, Historia de Tlaxcala. Crónicas de América 26, Edición de Germán Vázquez, Madrid 1986. Don Diego Muñoz Camargo nació entre 1528 y 1529 y murió en 1608, nació de un español y de una noble india. Su padre pertenece al primer grupo de colonos llegados después de los conquistadores. De joven fue catequista de indios. Se caso con una princesa tlascalteca, Doña Leonor Vázquez. Llegara a ser procurador de la provincia y su hijo gobernador de Tlaxcala en 1608.

28. Felipe Guamán Poma de Ayala, Nueva crónica y buen gobierno, Edición de John V. Murra, Rolena Adorno y Jorge L. Urioste, Madrid 1987, n.681

29. Felipe Guamán Poma de Ayala, ob. cit., n.467

30. Felipe Guamán Poma de Ayala, ob. cit., n.465

31. Felipe Guamán Poma de Ayala, ob. cit., n.463

32. Inca Garcilaso de la Vega, Historia General del Perú ó Comentarios reales de los Incas, tomo 5, Imprenta de Villalpando, Madrid 1800, p. 374.

33. Inca Garcilaso de la Vega, ob. cit., pp. 378-379.

34. Andrés Huneeus Pérez, Historia de las polémicas de Indias en Chile durante el siglo XVI. 1536-1598, Editorial Jurídica de Chile, Santiago s.f., p. 1.

35. Francisco Rizón Patrón Bazo, Francisco de Vitoria: la búsqueda de la justicia en la evangelización constituyente, en AA.VV., Raíces Católicas del Perú, Vida y Espiritualidad, Lima 2001, p. 23

36. Como se ve son grandes avances pero se mantiene aún la idea de la licitud del dominio español sobre las tierras ocupadas -y por consiguiente de la guerra previa para someterlas- en virtud de la predicación de la fe y la autoridad y concesión del Papa. Ver Francisco Rizón Patrón Bazo, ob. cit., p. 27. El autor presenta un interesante panorama de la problemática jurídica relacionada con la conquista de América.

37. Por ejemplo las reales cédulas de 1530 que prohíben la esclavitud de los indígenas.

38. La excesiva atención que se ha otorgado a Bartolomé de las Casas lamentablemente a opacado la acción de muchos otros que quizás tuvieron un papel más activo y efectivo en la defensa y promoción del indio. Su figura como se sabe fue utilizada por lo enemigos de la Corona de España en la construcción de la "Leyenda Negra". Desde una perspectiva más serena y objetiva no queda sino deplorar la manipulación ideológica que se hace de su nombre.

39. Ver Germán Doig, De la Primera a la Nueva Evangelización en América Latina, ob. cit., p. 23 y Luis Fernando Figari, ob. cit., p. 89.

40. Ver Luis Fernando Figari, ob. cit., p91

41. Nacido en 1483 y tuvo a su cargo el más importante curso de teología en España, la Prima de Teología en la Universidad de Salamanca, de 1525 a 1546.

42. No es el caso entrar en el debate sobre los justos títulos, una clara y sucinta exposición del tema lo podemos encontrar en Francisco Rizón Patrón Bazo, ob. cit., pp. 29-41. Así mismo ver Alberto Gutiérrez S.J., ob. cit., pp. 95-102

43. Luciano Pereña, Derechos y Deberes entre Indios y Españoles en el Nuevo Mundo, Cátedra V Centenario, Salamanca 1992, p. 10.

44. Luciano Pereña, Derechos y Deberes entre Indios y Españoles en el Nuevo Mundo, ob. cit., p. 10

45. Luis Fernando Figari, ob. cit., p. 94.

46. Ver Luis Fernando Figari, ob. cit., p. 103.

47. Diego de Chaves y Juan Gallo en Santiago de Compostela; Mancio de Corpus Christi en Sevilla y Alcalá; Felipe Hernández en Zaragoza; Pedro Guerrero y Bartolomé Torres en Toledo; Vicente Barrón en Sigüenza. Ver Luciano Pereña, La anexión de América a la luz de la teología, en AA.VV., Historia de la Iglesia en Hispanoamérica y Filipinas (siglos XV-XIX), tomo I, Madrid 1992, p. 635

48. Luciano Pereña, La anexión de América a la luz de la teología, ob. cit., pp. 635-636.

49. Para una visión panorámica de los mismos ver Alberto Gutiérrez S.J., ob. cit., p. 119

50. Ver Ricardo Narváez Tosi, El padre José de Acosta y los inicios de la evangelización en el Perú, en AA.VV., Raíces Católicas del Perú, Vida y Espiritualidad, Lima 2001, pp 43-108.

51. Luis Fernando Figari, ob. cit., p. 89

52. G. Lohaman Villena, La restitución por conquistadores y encomenderos. Un aspecto de la incidencia lascasiana en el Perú, en «Anuario de Estudios Americanos», vol. XXIII, Sevilla 1966, pp. 43-44. Citado por Fidel González p. 323.

53. G.R.G. Conway, The Last Will and Testament of Hernando Cortés, Marqués del Valle. A Facsímile and Paleographic Version, Together with an English Translation of the Original Testament, dated Seville, the Eleventh Day of October, 154, Edited with an Introduction and Notes by G.R.G Conway, Privately printed in the City of México, 1939.

Tomado de http://www.parresia.org/historia/his_01.htm