CAPITULO III

LA CATEQUESIS EN LA PREADOLESCENCIA: 11-14 AÑOS. ALGUNAS ORIENTACIONES CATEQUÉTICAS Y PEDAGÓGICAS.

 

  1. Características generales de la educación en la fe de los preadolescentes.

  2. El "Manual del educador: 1. Guía doctrinal", el Catecismo "Con vosotros está" y la Catequesis.

  3. Líneas generales de orientación pedagógicas y catequéticas para el uso del Catecismo.
     


 

1. CARACTERÍSTICAS GENERALES DE LA EDUCACIÓN EN LA FE DE LOS PREADOLESCENTES

Dentro de la complejidad que supone educar hoy en la fe a los muchachos y muchachas de 11 a 14 años, es necesario prestar atención a los siguientes aspectos:

  1. Consideración de la vida entera de los preadolescentes. Las experiencias más importantes de la preadolescencia.

  2. Creación de unas actitudes cristianas propias de la vida del preadolescente.

  3. Educación en la fe de forma dinámica, existencial y significativa.

  4. Adquisición de un conocimiento vital y orgánico del Mensaje Cristiano.

A. Consideración de la vida entera de los preadolescentes. Las experiencias más importantes de la preadolescencia

1. Atención seria a la vida integral del preadolescente

Toda educación en la fe "debe preocuparse por orientar la atención de los hombres hacia sus experiencias de mayor importancia, tanto individuales como sociales" (37). Por tanto, la catequesis de todas las edades habrá de tener en cuenta las situaciones en que el hombre se encuentra, los acontecimientos por los que atraviesa, el contexto sociocultural en que vive, sus relaciones con los demás y con el mundo, y, consecuentemente, los intereses e interrogantes, las esperanzas y angustias, las reflexiones y decisiones profundas, que todas esas experiencias suscitan en los hombres, como personas individuales y como

(37) DCG 74 a).

colectividad. Considerado así el hombre, la Buena Nueva puede iluminar y dar sentido cristiano a toda la existencia humana: personas, ambientes concretos, actividades, etc. (38).

Esta atención a las experiencias humanas de mayor importancia a la hora de educar en la fe adquiere un relieve especial cuando se trata de los preadolescentes. En efecto,

"La edad de la preadolescencia —dice el DCG 83— tiene como nota característica el laborioso nacimiento de la subjetividad. Por lo que es necesario que en esta edad no continúe la enseñanza simple y objetiva propia de los niños..."

Según todo lo dicho, la catequesis de los preadolescentes no puede prescindir de las realidades vitales que les afectan, de los interrogantes y aspiraciones que éstas les plantean, en definitiva, de las experiencias fundamentales que viven. Estas, a la luz de la Palabra de Dios, cobrarán significado cristiano, serán transformadas en actitudes de fe y harán de los preadolescentes discípulos de Cristo más conscientes, con una adhesión más libre y personal a su Persona y a su Mensaje.

2. Experiencias fundamentales de la etapa preadolescente

Los muchachos y muchachas comprendidos entre los 11 y 14 años viven un momento evolutivo caracterizado, en gran parte, por los siguientes rasgos específicos :

a. La experiencia del crecimiento y del cambio: cambios biológicos y psicológicos; cambios en las relaciones sociales, en especial con los adultos, los iguales y las personas de otro sexo; cambios ideológicos y religiosos... El preadolescente vive este crecimiento y estos cambios generalmente con un cierto sentimiento de incomprensión y de soledad sobre todo en relación con los adultos.

Experimenta especialmente el crecimiento en su cuerpo. Toma conciencia de su sexo. Necesita comprender lo que le pasa. Siente el conflicto en sus pulsiones sexuales.

Esta experiencia de crecimiento - cambio la viven todos los preadolescentes, de uno y otro sexo, de cualquier ambiente cultural, económico, social, religioso... y de cualquier zona o región geográfica del país.

(38) Cfr. Pablo VT, EN 18. DCG 74 a).

Más aún, nuestros preadolescentes viven su crecimiento y sus cambios en me-dio de un mundo que, a su vez, se transforma rápidamente. Esta transformación del mundo —sentida de modo especial por los preadolescentes de zonas urbanas— acelera el ritmo evolutivo de los mismos, estimulándoles a vivir más intensamente, a tener más, a superarse a sí mismos para adaptarse a los cambios, labrarse un puesto en la sociedad, etc.

Este crecimiento y este cambio, vividos en un cierto aislamiento y soledad, a la vez que con un anhelo prematuro de superación, constituyen para el preadolescente una experiencia importante, que debe ser tomada muy en cuenta en la catequesis de esta edad.

b. La experiencia de una primera búsqueda adulta de la propia identidad. Sin duda, ésta es la vivencia más fundamental de este período de la vida. Los cambios que el preadolescente va percibiendo y experimentando tanto en su cuerpo y ser profundos como én el mundo exterior afectan seriamente a su personalidad.

El preadolescente vive en un terreno de nadie. Se ha ido despojando de los valores que fundamentaban su personalidad infantil —es la "edad de la ruptura"— y aún no ha descubierto e interiorizado los valores que vertebran la personalidad adulta. "¿Quién soy yo?" —se pregunta más o menos conscientemente—. Se ha iniciado en el preadolescente la búsqueda de la propia identidad, que oculta en su subsuelo otra experiencia más profunda, también más o menos consciente, que es la búsqueda del sentido de la propia vida.

Los preadolescentes irán descubriendo su propia identidad, su yo personal, sus posibilidades. Percibirán el conflicto entre una interiorización progresiva de la personalidad con la consiguiente tendencia a la introversión y la necesidad de manifestarse y ser aceptado al exterior:

- entre el ansia de independencia y la dependencia, necesaria o culpable, caminarán hacia la auténtica libertad;

- entre el egoísmo y la generosidad, se abrirán paso hacia el verdadero amor;

- entre la inseguridad y el deseo de arriesgarse por crecer, llegarán a aceptar las dificultades, como verdadero cauce de crecimiento;

- entre el anhelo de sobrevivir y la desorientación de lo que hay que hacer, lograrán recuperar la confianza en otras personas, los adultos;

-entre el sufrimiento ante la dura realidad de la vida y la conciencia dolo-rosa de la propia limitación, llegarán a aceptar con paz las propias limitaciones, físicas y morales;

-entre la búsqueda anhelante de la verdad y la justicia y el riesgo de optar por una y otra, descubrirán la grandeza de obrar la verdad y practicar la justicia;

-entre el deseo de vivir en paz y la necesidad de defenderse, devolviendo mal por mal, experimentarán la alegría del perdón;

-entre el deseo de comunicación y colaboración con los otros y la tendencia al aislamiento por la incomprensión ajena, llegarán a descubrir el gozo de la convivencia.

c. La experiencia de la búsqueda de la propia identidad, vivida en relación con los otros y con el mundo. Los preadolescentes viven esta búsqueda de su nueva personalidad en relación con los demás y con el mundo —dimensiones social, histórica y cósmica del hombre—, lo cual afecta de manera importante esta búsqueda laboriosa de su identidad:

— La vida del preadolescente en relación con los otros:

Esta relación con los demás es vivida entre dos polos o tensiones: la comunicación y encuentro con los otros y la soledad y enclaustramiento en sí mismo.

Necesita amigos. Es exigente en la selección de los mismos. Sensible a las decepciones. Se encuentra bien con la pandilla.

Pues bien, si el enclaustramiento en sí mismo, no suficientemente superado, lleva al preadolescente a vivir una falsa identidad, el encuentro y la comunicación felizmente alcanzados le llevan a lograr una más plena y auténtica personalidad que le colma de confianza, alegría y sentido de la vida.

La vida del preadolescente en relación con el mundo:

El preadolescente vive necesariamente los acontecimientos de su existencia dentro del dinamismo del universo —humanidad y cosmos—, es decir, vive su pasado, su presente y, en cierto modo, su futuro inmersos en el pasado, presente y futuro del mundo. Los preadolescentes intuyen que su vida está vinculada a la historia universal y a la naturaleza cada vez más conocida y manejada por el hombre.

En este contexto, el preadolescente busca denodadamente cómo y dónde des-arrollar toda la fuerza creadora que brota de su ser; siente un deseo incontenible de saber y de descubrir los secretos de la naturaleza y de la humanidad; está abierto a todo lo nuevo y distinto que el mundo le presenta, vive el presente y el futuro con sus interrogantes y exigencias, a veces con un gran optimismo e impaciencia, a veces con cierta preocupación, pero siempre como una aventura que se le brinda realizar.

Siendo esto así, el encuentro de los preadolescentes consigo mismos será fomentado cuando los adultos, especialmente los educadores, les ayuden —en la medida de lo posible—: a prepararse cultural y profesionalmente para el futuro, contando con la propia colaboración de los preadolescentes; a responsabilizarse y a cooperar, ya desde los años más jóvenes, a hacerse cargo, de algún modo, de la mejora del mundo que les rodea, y a sentirse acompañados, en medio de sus optimismos y preocupaciones, por el realismo sereno y estimulante de los adultos en esa apertura idealizada al futuro de la humanidad y de la tierra.

d. La experiencia de la búsqueda de la propia identidad cristiana. Los preadolescentes viven también la búsqueda de su nueva personalidad implicando en ella .su relación con lo trascendente, con Dios. Desde niños han oído hablar de El e incluso se han sentido más o menos familiarizados con Dios en el seno de su familia, en la escuela, en la parroquia, a través de las normas y costumbres de nuestra cultura y sociedad.

Ahora empiezan a insinuarse en su interior ciertos interrogantes sobre Dios y su relación con el hombre y el mundo, sobre Jesucristo, la Iglesia, la práctica sacramental, las leyes morales cristianas; sobre la verdadera religión entre las varias que existen en la humanidad; incluso sobre el propio origen y destino.

La religiosidad del preadolescente va acusando el impacto de su proceso de maduración y crecimiento en medio del mundo cambiante. Es decir, el preadolescente busca también —de forma concomitante a la búsqueda de su identidad humana— quién es él desde el punto de vista religioso.

Se desmoronan poco a poco los fundamentos de su religiosidad infantil, y busca una primera justificación de su fe cristiana. Un cierto racionalismo teórico y un cierto indiferentismo práctico aparecen en su vida.

En esta búsqueda del preadolescente de su nueva forma de ser y vivir como cristiano, los educadores y adultos cercanos habrán de evitar la disociación entre la formación humana y la cristiana. El preadolescente es uno, una unidad personal y el éxito del encuentro consigo mismo, del hallazgo del sentido de su vida está en que descubra que las experiencias que van vertebrando su naciente personalidad no son ajenas, más aún, están potenciadas por la vida divina, que Cristo nos revela como una realidad presente y transformadora en el corazón de todo hombre. La nueva personalidad humana y cristiana de los preadolescentes se construye al mismo tiempo y en perfecta simbiosis.

No hace falta recordar que cuando alguien se pregunta algo sobre Dios o se plantea cualquier otro interrogante religioso, no por eso deja de ser creyente; al contrario, sus mismas preguntas y planteamientos son pasos sinceros encaminados a un encuentro más personal con Dios y el mundo cristiano y, por tanto, a un encuentro serio con su nueva personalidad de cristiano.


B. Creación de unas actitudes cristianas propias en la vida del preadolescente

Aunque el preadolescente sienta que el mundo religioso de la infancia va alejándose, en realidad en la etapa actual va a fundamentar actitudes cristianas vividas en la etapa infantil, integrándolas en su nueva personalidad cristiana naciente.

Los preadolescentes conseguirán descubrir y vivir esa primera identidad personal cristiana, si logran vivir de forma inicial, algunas actitudes cristianas propias de su edad. que de alguna manera se han insinuado más arriba.

He aquí algunas de las más importantes actitudes cristianas que se han de suscitar en la etapa preadolescente y que deben ser inicialmente educadas:

  • vivir la relación con Dios, con Cristo y con el Espíritu sobre todo en actitud de adoración y reconocimiento obediente a los planes de Dios sobre nosotros y el mundo;

  •  

    C. Educación en la fe de forma dinámica, existencial y significativa

    1. Catequesis dinámica

    La catequesis debe orientar su acción a lograr discípulos de Cristo que vivan en comunidades cristianas, formen la Iglesia Universal e instauren en nuestra tierra el Reino de Dios. Pero esta acción catequética ha de realizarse en este "aquí y ahora" de nuestro mundo y convertirse en agente de cambio:

    Una catequesis que favoreciera el inmovilismo humano y religioso de la vida individual del preadolescente, de la comunidad humana y -del mundo sería deshumanizadora y, por lo tanto, tergiversaría su misión de promover la maduración humana y cristiana de los preadolescentes.

    2. Catequesis existencial

    La Salvación que anuncia la catequesis como Buena Noticia puede ser experimentada por el preadolescente hoy, si éste acoge el anuncio con sencillez de corazón "corno Palabra que salva" (41). En efecto, la catequesis anuncia una Palabra que se cumple, el Hecho de la Salvación.

    Por esto, todo acto de catequesis se convierte en un acorna cimiento salvador hoy y no en una mera transmisión de saberes cristianos. El Concilio Vaticano II puntualiza que

    "es la persona del hombre la que hay que salvar. Es la sociedad humana la que hay que renovar. Es, por consiguiente, el hombre, pero el hombre entero, cuerpo y alma, corazón y conciencia, inteligencia y voluntad" (42).

    1. Cfr. DCG 83; 21-26; 30.

    2. Cfr. DCG 21, 23, 84, 85, 97.

    3. Pablo VI, EN 23.

    4. GS 3.

    Por eso, para que la catequesis sea un acontecimiento salvífico hoy para los preadolescentes, para que la gracia salvadora penetre toda su existencia, los educadores tomarán en serio esas experiencias personales y sociales de los preadolescentes, que les configuran como tales preadolescentes y que se han ex-puesto más arriba.

    Interpelado en sus experiencias de más importancia, el preadolescente descubrirá que Cristo tiene mucho que ver con el sentido de su vida, se abrirá con simplicidad de corazón a su Buena Nueva y se sentirá estimulado a transformar la propia conducta (43).

    3. Catequesis significativa

    El anuncio del Mensaje de la Salvación ha de hacerse a los preadolescentes en un lenguaje capaz de dar ese nuevo sentido —el sentido cristiano— a su vida.

    "La misión de la catequesis no puede quedar restringida a la repetición de fórmulas tradicionales, sino que pide que estas mismas fórmulas sean comprendidas y, donde sea preciso, incluso expresadas fielmente de otras maneras, con un lenguaje acomodado a la capacidad de los oyentes. Este lenguaje, sin embargo, será diferente según la diversidad de las edades, condiciones sociales de los hombres, culturas humanas y formas de civilización (Cfr. DV 8; CD 14)" (44).

    Por otra parte, para lograr un lenguaje significativo se ha de alentar a los preadolescentes —con el tacto necesario— a manifestar lo que acontece en su intimidad con nuevas formas de expresión propias del grupo y adecuadas a su edad, verbales y no verbales. Toda vida que no se expresa, de algún modo muere.

    Las expresiones de fe que se realicen en la catequesis son los signos del impacto que la Palabra anunciada y reflexionada por el grupo de preadolescentes ha causado en el corazón de éstos.

    Según sea el lenguaje y expresiones utilizadas en la catequesis, el impacto significativo del Mensaje quedará reforzado o disminuido; adquirirá o perderá valor para transformar, desde la fe, la existencia de los preadolescentes.

    1. Cfr. DCG 74.

    2. DCG 34.

     

    D. Adquisición de un conocimiento vital y orgánico del Mensaje Cristiano

                1. ¿Un conocimiento religioso de carácter objetivo?

    "La edad de la preadolescencia tiene como nota característica el laborioso nacimiento de la subjetividad. Por lo que es necesario que en esta edad no continúe la enseñanza simple y objetiva propia de los niños; evítese también proponer problemas y temas que pertenecen a la adolescencia" (45).

    En efecto, la etapa preadolescente, como período entre la niñez y la adolescencia, no participa ni del pacífico razonamiento y feliz memoria de la primera ni del uso formal del razonamiento y la capacidad de reflexión de la segunda.

            2. Hacia un conocimiento vital y orgánico del Mensaje de la Salvación

    Sin embargo, no se debe minusvalorar la capacidad reflexiva y razonadora de los 11-14 años, afectada sin duda por el narcisismo, cierta pasividad, los antojos y las preocupaciones personales que caracterizan a esta etapa. El preadolescente, con un pensamiento sumergido todavía en lo concreto, se abre ya inicialmente al conocimiento sistemático, sin llegar al grado de abstracción que adquirirá a partir de los 14 años.

    De aquí que sus conocimientos cristianos han de estar muy en relación con la experiencia concreta interior y exterior y la organización de los mismos ha de tender a ser ya sistemática, pero modestamente sistemática y global. Quedaría frustrado el educador en la fe que intentara, a priori, que sus catecúmenos de 11 a 14 años llegaran a adquirir no ya el contenido bíblico-teológico de los dos volúmenes de este "Manual del Educador: 1. Guía doctrinal", sino ni siquiera toda la doctrina cristiana del Catecismo "Con vosotros está", destinado a los preadolescentes, tal como se encuentra sistematizada en el mismo.

    El educador, fiel a la situación cultural y religiosa del grupo de preadolescentes, ayudará a sus miembros a adquirir con la ayuda del Catecismo aquel conocimiento sistemático del Mensaje Cristiano de que el grupo sea capaz. "La catequesis —dice el Directorio General de Pastoral Catequética, número 38— parte de una muy sencilla proposición de la estructura íntegra del Mensaje cristiano (valiéndose también de fórmulas sucintas o globales), y la

    (45) DCG 83.

    propone de manera adecuada a las diversas situaciones culturales y espirituales de los catequizandos. Con todo, de ninguna manera puede detenerse en esta exposición inicial, sino que debe recordar la necesidad de proponer el contenido de una manera cada vez más amplia y explícita, de modo que cada fiel y la comunidad cristiana lleguen a un conocimiento cada vez más profundo y vital del mensaje cristiano y juzguen (disciernan) las situaciones concretas o comportamientos de la vida humana a la luz de la revelación."

     

    2. EL "MANUAL DEL EDUCADOR: GUÍA DOCTRINAL", EL CATECISMO "CON VOSOTROS ESTA" Y LA CATEQUESIS

    Para simplificar y precisar la nomenclatura de los instrumentos catequéticos elaborados para las edades de 11 a 14 años, conviene distinguir entre el presente instrumento, destinado a los educadores y titulado "Manual del Educador: Guía doctrinal" y el instrumento destinado a los preadolescentes, el Catecismo propiamente dicho, titulado "Con vosotros está".

    A. El "Manual del Educador: Guía doctrinal"

    En el apartado B de esta Introducción General se ha expuesto ampliamente el contenido, la estructura y las características del mismo.

    B. El Catecismo "Con vosotros está"

    1. El contenido del Catecismo

    El Catecismo recoge lo más fundamental del "Manual del Educador: Guía doctrinal". Dados los destinatarios del Catecismo no era posible —ni es necesario— recoger en él íntegramente el contenido doctrinal destinado a los educadores.

    El Catecismo abarca 74 temas, paralelos a los del "Manual del Educador: Guía doctrinal".

    2. Desarrollo de los Temas

    Cada tema del Catecismo se desarrolla en varias fases:

    Desarrollo analítico y progresivo del tema, con los siguientes elementos:

    — experiencia humana y/o cristiana

    textos bíblicos

    textos litúrgicos y patrísticos

    textos del magisterio

    testimonios cristianos (o de valor y significación para la fe) vocabulario cristiano

    lenguaje de la imagen

    Síntesis doctrinal: ésta, con un lenguaje adaptado a la edad de los destinatarios, presenta de modo más sistemático lo expuesto en las primeras fases o desarrollo inductivo.

    3. La experiencia humana y/o cristiana

    Esta es, en primer lugar, alguna de las experiencias más fundamentales del preadolescente expuestas más arriba, que están en la base de su personalidad.

    A veces esa experiencia pertenece al mundo religioso de los mismos preadolescentes o de algún adulto. Una catequesis que intente descubrir la simbiosis existente entre Mensaje Cristiano y vida humana no tiene por qué empezar a reflexionar sólo sobre experiencias de la vida ordinaria vividas más o me-nos profundamente por el preadolescente. Una experiencia de fe, p. e., las celebraciones periódicas de la Eucaristía por parte de un grupo o una revisión de compromisos cristianos, son una experiencia humana de primera ley y pueden ser objeto de una o varias sesiones de catequesis.

    En segundo lugar, en el apartado experiencia se lleva al preadolescente a reflexionar sobre la misma experiencia suya, pero tal como la viven los adultos, cualquier adulto. Es la constatación, matizada, de que la experiencia preadolescente pertenece al patrimonio de la experiencia común de la humanidad.

    4. Los textos bíblicos

    La Sagrada Biblia es utilizada en el Catecismo —también en el "Manual del Educador"— no únicamente, pero sí primordialmente, como "el libro de experiencias de fe" que, avalado por la inspiración divina e interpretado por la Iglesia, nos adentra en el sentido de fe cristiana con que aquellos personajes y aquel pueblo bíblicos vivieron nuestras p-opias experiencias desde la dimensión creyente. Jesús de Nazaret, el Hijo del Padre, hecho "uno de nosotros", es, sin duda, el protagonista de estas experiencias por El vividas bajo la luz y guía del Espíritu del Padre. El es la clave principal de interpretación y del sentido cristiano de la vida humana no sólo por sus obras, sino también por sus palabras.

    La Biblia también es, fundamentalmente, Revelación, fuente del conocimiento del Misterio de nuestra Salvación, realizado en Cristo Jesús.

    5. Los textos litúrgicos

    Lo mismo que la Biblia, los textos de la Liturgia no ion utilizados en el Catecismo tanto en calidad de "lenguaje litúrgico" estereotipado en los siglos cuanto como la profesión de fe, en que la Iglesia ha ido cristalizando, a lo largo del tiempo, su experiencia, su vida de fe en su Esposo Resucitado, Vivo y Salvador de todo hombre en Ella y por medio de Ella. Son textos sagrados que traducen la vida de la Esposa con el Esposo, vivida desde la fe en medio de los avatares del mundo, y que hoy sigue profesando la Iglesia, con la lozanía de los primeros siglos de su historia.

    6. Los textos patrísticos y los del Magisterio eclesial

    Los pasajes de los Santos Padres unos expresan la propia experiencia de fe, como en el caso de San Agustín o de San Ignacio de Antioquía; otros aportan las enseñanzas de la Iglesia.

    El Magisterio de la Iglesia se hace presente en el Catecismo, especialmente con los textos del Concilio Vaticano II, sin olvidar otros Concilios Ecuménicos y Documentos recientes. El Concilio Vaticano II es una última expresión solemne de la fe de la Iglesia y del Mensaje Cristiano, elaborada expresamente para nuestro tiempo. De ahí su profusión en el Catecismo.

    7. Las testimonios cristianos de la Historia de la Iglesia de ayer y de hoy

    Se corre el peligro de abandonar esta fuente primordial de la Catequesis. Los testimonios de la vida de los santos de todos los tiempos y de los cristianos "edificantes" de hoy son realidades históricas que nos dan signos manifiestos de que el Señor vive y de que su Espíritu está en acción prolongando la Vida de Cristo en los que creen en El. Estos testimonios, que dan credibilidad al cristianismo y a la Iglesia que los "produce", son elementos catequéticos importantísimos para los preadolescentes. Ellos quieren comprobar si aún merece la pena vivir como cristianos.

    A estos testimonios cristianos explícitos se añaden, a veces, textos y hechos procedentes de hombres que no participan o no han participado de nuestra comunión eclesial, pero que manifiestan una gran hondura religiosa o una fuerte sinceridad en la búsqueda de Dios o en la adhesión a Jesucristo.

    8. El vocabulario cristiano

    Quiere ofrecer a los destinatarios definiciones descriptivas de términos que expresan realidades bíblicas, litúrgicas y teológicas fundamentales para unos preadolescentes cristianos y, a la vez, expone algunos términos pertenecientes a la cultura cristiana que enriquecen el bagaje cultural religioso de los muchachos y muchachas de 11-14 años, aún en período escolar obligatorio.

    9. El lenguaje de la imagen

    No sería adecuado hoy, en la era de la imagen, publicar un Catecismo sin emplear la imagen al servicio del Mensaje Cristiano. Las imágenes no quieren sólo embellecer las páginas del Catecismo; ellas mismas son un lenguaje fundamental, al menos quieren serlo; ellas refuerzan el lenguaje bíblico, litúrgico, patrístico, etc. Utilizando de este modo la imagen gráfica, la Iglesia recupera su pedagogía plástica de las catacumbas, catedrales e iglesias artísticas de su vieja historia.

    10. La síntesis doctrinal

    Junto a los textos del magisterio y al vocabulario cristiano, la síntesis doctrinal quiere aportar y estimular ese conocimiento del Misterio de Cristo, del que ningún tipo de catequesis, aún la "catequesis antropológica", puede prescindir. No basta la experiencia religiosa y las actitudes de fe que son fundamento de la vida cristiana (46). Es preciso conocer lo que creemos, para funda-mentar la fe personal, para comunicarla a otros y para "estar siempre dispuestos a dar respuesta a todo el que pida razón de vuestra esperanza" (1 P 3, 15).

    11. La introducción y las preguntas finales de cada tema

    Con el fin de situar ya desde el principio al preadolescente y al grupo en el corazón del tema que se va a abordar, se han encabezado los temas con unas líneas introductorias a modo de resumen anticipado del mismo.

    De la misma manera, con el fin de que los preadolescentes puedan volver sobre el contenido del tema y retener conocimientos sustanciales del Mensaje Cristiano, se ha añadido al final un breve cuestionario que invita a realizar esta tarea, en algún modo, de descubrimiento y aprendizaje de los principales aspectos del tema.

    12. Equilibrio entre las fuentes y lenguajes de la Catequesis

    En el Catecismo se ha procurado mantener un equilibrio entre las fuentes y lenguajes de la Catequesis: Biblia, Liturgia, SS. Padres, Magisterio de la Iglesia, la vida de los cristianos, "los signos de los tiempos" (47).

    13. Catecismo y cultura actual

    La cultura de nuestro tiempo, que está viviendo el preadolescente, no podía estar ausente del Catecismo. Para ello, en su elaboración se han tenido en cuenta:

    1. DCG 24.

    2. Cfr. DCG 45, 13-15.


    C. Catecismo y Catequesis

    1. Aspectos comunes

    Si se recuerdan los elementos que hoy entran en la acción misma de catequizar, en el acto catequético, se observará que coinciden prácticamente con los elementos con que se desarrollan los temas del Catecismo.

    2. Las diferencias

    Sin embargo, uno y otra, tienen una diferencia radical. El Catecismo, de suyo, permanece estático; la Catequesis es eminentemente dinámica. No es la Catequesis para el Catecismo, sino, por el contrario, el Catecismo para la Catequesis. El Catecismo es un instrumento, la Catequesis un proceso para madurar en la fe.

    Aunque en uno y en otra muchos elementos empleados son los mismos: la experiencia humana, la Biblia, la Liturgia, el lenguaje de la imagen, etc., sin embargo, en la Catequesis, estos elementos se utilizan con un dinamismo constante de adaptación a las necesidades de los grupos de preadolescentes en sus diversas situaciones de cultura, de fe, etc.

    El Catecismo, por el contrario, por ser oficialmente el único Libro de Fuentes de Fe para estas edades, incorpora todos esos elementos, pero de manera uniforme para todos los preadolescentes españoles, como el sedimento del Mensaje Cristiano que la comunidad adulta ha ido viviendo y acuñando durante siglos en expresiones, fórmulas, oraciones, etc., y que ahora ofrece a los miembros jóvenes de la Iglesia, no sin antes haber estudiado y descubierto cómo ese Mensaje puede hacerse significativo para ellos hoy, como lo es para ella y lo fue en otros tiempos de su historia.

    3. El Catecismo, estimulante del proceso catequético

    Esto supuesto, si el Catecismo no debe condicionar la Catequesis obligando a ésta a exponer únicamente lo que en él se dice y la forma como en él se dice, es de justicia decir que el Catecismo, tal como está elaborado, estimula el proceso de la Catequesis hacia una creatividad insospechada, permaneciendo la Catequesis fiel al mensaje de cada uno de los temas del Catecismo.

    Es oportuno recordar que el Catecismo, como instrumento al servicio de la Catequesis, no pretende ser sólo un arsenal, un medio para una buena información doctrinal. El Catecismo, ante todo, ha de ayudcu al encuentro personal con Dios, a la adquisición de una visión de, la vida desde la fe y a la creación de unas actitudes cristianas que lleven al preadolescente a una actuación de compromiso evangélico en el mundo. Un aspecto de todos estos factores educativos es la aceptación de la doctrina revelada.

    4. La interacción entre experiencias humanas y experiencias de fe. Hacia un sentido cristiano de la vida

    Uno de los elementos del Catecismo que más favorecerá la acción misma de la Catequesis es lo que se podría llamar "interacción de experiencias de fe". Con el fin de que los preadolescentes logren no sólo el conocimiento del Misterio de la Salvación tal como lo propone la Iglesia, sino especialmente el encuentro con Dios y el sentido cristiano de la vida, se ha intentado realizar en cada tema del Catecismo una relación fecunda e iluminación mutua entre

    A esta relación fecunda e iluminación mutua se llama interacción de experiencias, la cual conduce al descubrimiento del significado cristiano de la existencia.


    3. LÍNEAS GENERALES DE ORIENTACIÓN PEDAGÓGICAS
    Y CATEQUÉTICAS PARA EL USO DEL CATECISMO

    A. Una Programación adecuada

    El Catecismo es el Libro de Fuentes de Fe, que presenta una síntesis vital del Mensaje Cristiano en función de los preadolescentes.

    Ahora bien, siendo éste un instrumento que se dirige en principio a todos los muchachos y muchachas de 11-14 años del país, es decir, a una etapa evolutiva que abarca ordinariamente tres años, el educador en la fe ha de realizar una programación adecuada y elegir una metodología facilitadora del proceso educativo. Una programación adecuada requiere:

     

    1. Reflexionar seria y profundamente tanto en el Mensaje Cristiano des-arrollado en el Catecismo —conocimiento de su estructuración interior— como sobre el grupo de preadolescentes a los que se dirige su tarea de educación en la fe, estudiando sus características: edad, sexo, nivel religioso, cultura, social, económico, vivencia de fe, etc., y deteniéndose en conocer los problemas concretos, las expresiones vivenciales, etc., que presenta el grupo en el momento de iniciar la, catequesis.

    Apoyándose en dichos aspectos, el educador dosificará y organizará el con-tenido del Mensaje del modo más conveniente a lo largo del curso y, si le es posible, a lo largo de los tres años de la etapa preadolescente.

    2. Determinar con precisión y claridad los objetivos catequéticos propios de la preadolescencia, de forma que cualquier actividad en las diversas sesiones de catequesis y las sesiones mismas tiendan a conseguirlos a lo largo de todo el curso o incluso a lo largo de toda la etapa.

    3. Buscar los materiales y concretar las actividades que puedan facilitar la consecución de los objetivos, sobre todo la respuesta personal que a la Palabra de Dios han de dar los preadolescentes.

    B. La metodología catequética

    En cuanto a la metodología que facilite el proceso educativo de la fe con los preadolescentes, podrá tenerse en cuenta lo que el Directorio General de Pastoral Catequética dice a este propósito: "Una enseñanza concreta iluminadora de la vida y obra de santos y de hombres beneméritos, así como la consideración de la vida actual de la Iglesia, pueden suministrar un sólido alimento a los catequizandos de esta edad" (48).

    Según esto, en cada sesión de Catequesis, conviene tener presentes los siguientes puntos:

    1. Presentar a los preadolescentes los interrogantes, problemas, expresiones más vivas, etc., del aspecto de la experiencia que se aborda en el tema que se va a desarrollar. Se trata de ayudar a que ellos se hagan más conscientes de cómo aquella experiencia se da en sus vidas. Pero esta toma de conciencia a cerca de su propia experiencia no se puede quedar sólo en ellos; ha de ponerse en relación con la experiencia de los adultos. De ahí, la pauta que viene a continuación.

    (48) DCG 83.

     

    2. Abrirles hacia el mundo de los adultos, para que reflexionen y descubran cómo la experiencia propia está presente también en los demás. La experiencia de los preadolescentes es parte integrante de la experiencia de todos los hombres.

    3. Llevar a los preadolescentes a descubrir su experiencia y la de los de-más en una perspectiva cristiana.

    El contacto con la Palabra de Dios, viva en los textos bíblicos, litúrgicos, y del Magisterio, en los testimonios de los creyentes de épocas pasadas y del momento actual que aparecen en los temas del Catecismo o son aportados por unos y otros en la Catequesis, conducirán de hecho a los preadolescentes a interpretar desde la fe su vida y la de los demás, así como a profundizar en esa experiencia de fe y a practicarla en la vida de cada día.

    El grado en que se producirá todo este proceso de maduración en la fe dependerá del nivel cristiano del grupo de preadolescentes. Con alguna frecuencia los educadores se encontrarán muchachos y muchachas que entran casi por vez primera en un verdadero contacto con la Buena Nueva.

    4. Suscitar expresiones de fe y, en concreto, el compromiso cristiano.

    La experiencia de fe vivida en la Catequesis se traduce en los preadolescentes en actitudes y expresiones cristianas. Si una experiencia, que no se expresa de alguna manera, queda en cierto modo estéril, no enriquece a la persona, la Catequesis tenderá a suscitar en el grupo cuál podrá y deberá ser la respuesta ante la Palabra de Dios presentada y reflexionada en las sesiones de Catequesis, en los distintos temas del Catecismo.

    Dicho de otra manera, la Catequesis llevará a que la fe cristiana madurada en la Catequesis sea expresada de forma festiva (celebraciones litúrgicas, de la Palabra, etc.), testimonial (compromisos individuales o comunitarios, campañas, etc.), e intelectual. Estas respuestas "expresivas de la fe" no serán fruto de una actitud impositiva por parte del educador, sino de un clima educativo cristiano y eclesial, en donde los preadolescentes pueden ir viviendo y expresando su fe.

    En resumen:

    Para utilizar el Catecismo de modo adecuado, como un instrumento que ayude en la tarea de la educación en la fe, el educador tendrá muy presente:

    - evitar la utilización del Catecismo como un libro "válido", sin más, para cualquier grupo de preadolescentes, como un recetario indiscriminado, como un medio fácil para "improvisar" las sesiones de Catequesis;

    - hacer una seria reflexión sobre el Catecismo para penetrar en su dina-mismo pedagógico y catequético, en el itinerario que en cada uno de los temas se propone, es decir, en sus elementos fundamentales: objetivo, experiencia del preadolescente y del adulto, Mensaje Cristiano y expresiones de la experiencia de fe;

    - ser fieles y libres: Supuestos estos dos aspectos, cabe señalar, por una parte, la fidelidad al instrumento, pero, por otra, la! libertad para utilizarlo. Normalmente, el margen de libertad debe estar en proporción directa al esfuerzo personal de preparación realizado por el educador y a la capacitación catequizadora adquirida por el mismo y verificada en la Iglesia.