3.  Mujer  

 

Entonces más que ahora. Mamma. Una mujer con peso específico: la mujer en la Iglesia de hoy. Mujer de alta tensión.

    Catalina es el claro exponente de que una mujer no es inferior al varón. Entonces, aún más que ahora, lo demostró. Hoy se desempeñan cargos por la mujer del más alto nivel, pero ella desempeñó a un tiempo los más altos niveles: de amistad, de influjo social, de influjo nacional, de influjo eclesial.

    Fue la MAMMA del mundo. Los condenados a muerte, los cardenales, los intelectuales, los "pobres diablos", el Papa, supieron lo que era un corazón femenino  que daba Vida con mayúscula.

    La pasión por Cristo, el gran amor de la historia, hizo que le entendiera hasta el punto de EXIGIRLE lo que le pedía. Supo ser mujer, esposa y madre en su oración a Cristo y le pidió con imperio  todo aquello que le rogaba, El hombre es un bruto tímido. La mujer es una frágil audaz.[12]porque le quería y quería a los hijos que le había dado.

    La mujer no necesita hablar demasiado, ni luchar con agresividad por su papel social. Es una constante histórica que las mujeres con peso específico han demostrado la valía femenina: Judit - Debora - María de Betania (ni la eficaz Marta, ni el resucitado Lázaro acompañaron a Jesús en su muerte) - María, madre de Jesús, de la primera Iglesia y de la Iglesia eterna - Juana de Arco - Teresa de Calcuta y ¡tantas otras! 

    Es verdad que estamos en una época de reivindicaciones, en la que se oyen voces de todos lados reclamando para la mujer una serie de derechos, que por razones históricas, se les había arrebatado.

    Todo esto es absolutamente legítimo, y se ha de apoyar este movimiento, teniendo presente que, reivindicación, es muy diferente de igualdad de funciones. Equiparar a la mujer con el hombre es justo y necesario: Jesucristo fue el primer “gran feminista”. Confundir los papeles de uno y de otro, podría ser nefasto, nos veríamos privado de la riqueza que aporta lo femenino y lo masculino a nuestra existencia. Valores igualmente dignos y nobles, pero diferentes entre sí, complementarios. Por ejemplo, la Iglesia, que es madre, no puede verse privada de lo femenino, de la presencia de la mujer en los ámbitos de decisión, de consulta, de gobierno; en la cátedra, en las relaciones diplomáticas, etc. porque por naturaleza ella está llamada a llenar de ternura y de cercanía esos ámbitos, -que de por sí son frios y/o formales- que sirven para acercarse al corazón del hombre, para comprender, perdonar, acoger. Para Catalina, -lo diremos más adelante- la Iglesia es Cristo, es su Cuerpo místico, y es Madre. Ese  Cuerpo, esta integrado, también  por mujeres, que le deben dar su sello, su estilo de Maternidad cuya semejanza ha sido recibida de Dios que es Padre y Madre. La intuición, la capacidad de escucha y de sufrimiento, la perseverancia, la comprensión......ayudarán a dar respuestas a los problemas concretos del hombre de hoy, y seguramente será un buen paso para suavizar actitudes de condena, de inflexibilidad, de excesiva dureza. Últimamente se han dado en la Iglesia pasos importantes -que Catalina ya los vivió hace VI siglos- y se ha de seguir en esta línea, porque conviene no perder de vista, que la presencia de lo femenino, -a la Iglesia- la hace más apta para su maternidad, de lo contrario está mutilada y es imposible que sea fecunda en nuevos hijos y que tenga capacidad para mantener reunidos y unidos -como María con los apóstoles y Catalina con sus discípulos- a sus hijos.

    En esto también Catalina, fue una precursora, que puede arrojar mucha luz para ayudarnos a descubrir nuevos caminos de realización. Basta ver su actuación, para darnos cuenta que hay muchos ámbitos que, entonces como ahora, pueden ser enriquecidos con la presencia activa de la mujer. Reducir su influjo o gastar todas las cargas, por defender temas, como por ejemplo el sacerdocio de la mujer, sería, tal vez una minimización del auténtico papel de la mujer. Eso, a lo mejor llegue, tal vez lo veamos, tal vez no, pero no es lo único ni lo más importante. De momento han dicho que no, que lo estudien los teólogos y lo discutan  los que tienen a su cargo la guía de la Iglesia. Nosotros, tratemos de “trabajar” por dar un paso “protagónico”, donde tiene que tenerlo la mujer, y no hay leyes -aunque sí costumbres- que se lo puedan impedir: ¿Serían los cardenales y los papas; los políticos y religiosos, los clérigos y laicos de entonces más dóciles que los de ahora?.... Catalina hizo oír ante ellos su voz enérgica y grave, y fue escucha, y también ignorada, pero no por eso dejó de: negociar, exponer, congregar en torno suyo una “familia”, orar, viajar, etc....

    Antes de poner algunos ejemplos que ilustren cuanto hemos dicho hasta ahora, cabe hacer una salvedad. En la mayoría de los escritos sobre Catalina, se dice de ella, que tenía un carácter viril.[13] Más allá va Raimundo de Capua cuando en su leyenda [14] dice que “era la mujer más varonil, más prestigiosa....” Grave error -hoy resulta sumamente extraño este lenguaje- atribuir la fortaleza, la entereza, la audacia y la energía, exclusivamente a lo masculino; como también, la sencillez, la delicadeza, la ternura, la “debilidad”, a lo femenino.

    Veamos algunos ejemplos. Era una mujer de Iglesia, es esta una de las notas características de su vida. La defiende, y trabaja por su unidad. Pide obediencia, sumisión, etc. Pero no permanece ciega ante su realidad. Se dan cita su sutil delicadeza de mujer, su capacidad inductiva y su convencimiento de que -como le dijo Jesús- “ella es la que no es y Él es el que Es”, y su espíritu de fe,  para ponerse en contacto con los Cardenales Italianos  y decirles la verdad, de parte del que Es.

    “Habéis vuelto la espalda como viles y miserables caballeros; tenéis miedo hasta de vuestra propia sombra. Os habéis alejado de la verdad que os fortalecía, entregándoos a la mentira que enerva el espíritu y el cuerpo, privándoos de la gracia espiritual y temporal.¿Por qué habéis hecho esto? Por el veneno del amor propio, que emponzoña el mundo. El amor propio os ha reducido de columnas a menos que paja. No sois ya flores que expanden perfumes, sino cardos pestilentes y de esa puzza (mal olor) habéis infectado la cristiandad. No sois lucernas puestas sobre el candelero, para dilatar la fe; escondiendo la luz debajo del celemín de disimulada soberbia, os habéis hecho, no heraldos, sino contaminadores de la fe, arrojando tinieblas en vosotros y en los prójimos”[15] Y cuando los cardenales pretenden decir que eligieron al Papa Urbano por temor a los Italianos, les dice:”Oh insensatos, dignos de mil muertes, sois como ciegos que no ven su propio mal...Os declaráis embusteros e idólatras”.

    Sólo un entrañable amor a la Iglesia y una valentía heroica explican que una mujer se haya atrevido, en aquellos tiempos, a escribir tan duras acusaciones a los príncipes de la Iglesia.

    Con el beato Raimundo, es igualmente exigente, cuando teme que sea un desertor de Urbano cuando es enviado como embajador suyo. Ante el peligro, teme y se queda en Génova. Ella le escribe:”No sois aún digno de combatir en el campo de batalla, os habéis quedado atrás como un niño: habéis huido voluntariamente del peligro, y os habéis regocijado por ello. ¡Oh mal padrecito! -cativello padre mío- ¡Qué dicha, para vuestra alma y para la mía, si con vuestra sangre hubierais cimentado una piedra de la Santa Iglesia... Tenemos motivo para llorar considerando que vuestra escasa virtud nos ha privado de tan gran bien.... Vistámonos con la coraza de la caridad y el escudo de la fe y corramos como hombres al campo de batalla. Mantengámonos firmes con una cruz delante y otra detrás, para que nos sea imposible huir. Y para que Dios nos conceda esta gracia, a vos, a mí y a los demás, empecemos desde hoy a rogarle con lágrimas y con dulce y ansioso deseo.

    Mujer de fe entera, que también supo deshacerse en comprensión-compasiva por los hombres, con los más débiles, como Francisco Malavoti, aquel discípulo suyo, que repetidas veces desertaba del grupo volviendo a su vida pasada. Ante los que le condenaban, ella, con cariño de madre decía:”Dejadle, es mi pájaro salvaje, pero yo le echaré un lazo, con el cual ya nunca vuelva a escaparse de mis manos”. Y a él mismo le escribirá:”No te dejes engañar, ni por temor al demonio ni por vergüenza. Rompe este nudo; ven, ven hijo carísimo. Yo te puedo llamar con razón caro,¡tantas lágrimas, sudores y amarguras abundantes me cuestas!...Discúlpame delante de Dios, porque yo ya no puedo hacer más. Y al decirte que vengas, que seas constante, no pido de ti más que cumplas la voluntad de Dios”.[16]

    La madre Teresa María Ortega dirá de Catalina que se la puede catalogar como director de almas de pulso firme y seguridad doctrinal. No duda, no hay oscilación en sus consejos. Aconseja dulce y enérgicamente a la vez. Su mano es blanda de mujer, pero su nervio es fuerte -y varonil, dice ella- , y su recta no ofrece curvas ni oscilaciones.

    Su intuición femenina, y su entereza, hacen que sus palabras de invitación, sean auténticas imposiciones, aún sin pretenderlo. Se impone por la intensidad de su amor, por la convicción de su fe, por la pasión con la que vive; y cuantos a ella se acercan, quedan prendidos por su fuerza irresistible.

    “Ha sabido imponerse siempre, hasta con el Señor. Ante el que se siente pobre y nada, ha tenido expresiones dignas de San Pablo:`QUIERO´. Y como el amor lo puede todo, ella ha logrado rendir al Señor -de algún modo tenemos que hablar-”[17]

  De la mano de Jörgensen, descubrimos en Catalina a una mujer de cuerpo entero: “Amó a Jesucristo, con toda la pasión del que una mujer es capaz, hasta el total don de sí misma. Un hombre puede amar a Jesús, como a un hermano mayor, como a un amigo muy querido, como a un padre muy amado, al que no se desobedece por nada de este mundo, pero una mujer ama a Jesús como `a su esposo´, como Aquel a quien su vida se haya consagrada:`Heme aquí, soy tuya, haz de mí lo que te plazca´. Sabe que eres esposa -escribió a una religiosa- y que Jesús se ha desposado contigo.

    Catalina no ignoraba lo que es el amor terrestre. Habla de él con la mayor sencillez y con la mayor pureza:`El hombre no puede vivir sin amor -dice en una de sus cartas-, porque el hombre ha sido creado por amor. El amor del padre y de la madre da el ser al niño”[18].

    Unas palabras finales a la familia espiritual de tan eminente mamma. Tuvo una influencia peculiar en un heterogéneo grupo de discípulos, que constituyen su familia espiritual. Sobre ellos ejerció una misión providencial de maternidad auténtica. Esta influencia se prolongó a través del tiempo hasta nuestros días. Todos, a pesar de sus diversas condiciones, se unificaban en su maternidad; por todos era llamada la “madre santa””madre queridísima””madre dulcísima”. Raimundo de Capua dice que “el mismo Dios nos inspiraba que la llamásemos Madre, y en efecto, lo era: su alma nos había dado a luz con gemidos y dolores hasta que hubo formado a Cristo en nosotros, y ella nos alimentaba con el pan de sus santas palabras”[19]

    Poseía para esta misión, un corazón maternal, una incomparable intuición, un atractivo maternal y un ascendiente convincente:”Con aquel modo de obrar sonriente que parecía como si siempre trajera buenas noticias... sus ojos resplandecían de inteligencia y la voz sonaba singularmente agradable y penetrante”.[20]

    El conjunto de sus condiciones humana, pero fundamentalmente su ascendiente divino, la hacían irresistible en sus exhortaciones, de modo que como dice Morta, “subyugaba irresistiblemente”.

    Jörgensen confiesa que:”Mis relaciones con Catalina comenzaron, a decir verdad, en condiciones algo enfadosas. En aquel momento, casi le tuve miedo. Pero a medida que fui conociéndola más íntimamente, me aconteció lo que a tantos otros en su vida terrestre: fui subyugado por ella y hube de rendirme. Como aquel franciscano que en principio la criticó violentamente, me convertí en celoso caterinato; y como la mujer del fresco de Andrea Vanni en la capella delle Volte, me arrodillé también y mis labios rozaron humildemente las manos pálidas que, sin ningún estigma exterior, estaban traspasadas por el dolor de las llagas de Cristo”[21]

La Iglesia: Pasión por la Iglesia, pasión por los hombres. Reformadora firme y tenaz.  Heridas de la Iglesia: Sangre por Sangre.

     La Iglesia, para Catalina, es Jesús. Su pasión por ella era la pasión de una enamorada de Cristo y de los hijos. Es decir, del Cuerpo Místico completo. Su amor a Jesús se dilata, se hace insaciable, infinito, al punto que se extiende por todo su Cuerpo místico, por el que ofrece su vida: “Toma mi corazón y exprímelo sobre el rostro de tu santa Iglesia”. La identificación con Cristo y con  su Iglesia, estaba, en ella, muy grabada.

    Su afán era que el Papa estuviera a la altura de lo que era y luchaba con la misma audacia (¡voglio!) con él, como con Cristo. Pero con la seducción femenina de quien tiene brío en el corazón: Dulzuras en la expresión y energía en el consejo y ... en el mandato. Hasta con el Papa. Toda una mujer de las que hoy hablamos.

    La Iglesia sangra por mil heridas: guerra - pobreza - atrocidades múltiples. Iglesia real y también Iglesia en potencia = el mundo entero. Para restañar esa sangre: LA SANGRE. Tenía obsesión por el valor de la Sangre de su Cristo. La invocaba, la apresaba, la derramaba, lo empapaba todo con ella

 

Apéndice: Tercer Milenio

* Domingo y Catalina en el 2001. Los dominicos: hombres y mujeres de alta tensión.

A partir de lo dicho hasta ahora, es posible, que cada uno, y como familia, hagamos un análisis de lo que necesita el tercer milenio y lo que nuestra Orden debe darle. No podemos ni debemos empeñarnos en un solo aspecto, porque corremos el riesgo de dar respuestas a interrogantes que nadie tiene, y entonces nuestra misión será ineficaz: El oído en el corazón de Dios, y la mano en el pulso del tiempo, ha dicho alguien, y conviene no perderlo de vista.

Antoni Gaudí, el célebre arquitecto catalán, decía con mucha razón que tener originalidad es saber volver al origen. En este sentido, los dominicos y dominicas podemos entender y vivir la apremiante necesidad de ser "originales" y "creativos"; dejándonos re-crear por nuestros orígenes, volviendo, sin temor, a las fuentes a beber de nuestro propio pozo, para allí llenarnos del agua viva que necesitamos para ser fieles al Evangelio y a nuestra vocación en la hora actual. Para esto tendremos que conjugar algunos binomios muy dominicanos, que estaban desde el principio en el proyecto de Domingo, y que fueron encarnados por muchos de sus hijos, cuyas vidas constituyen para nosotros la tradición que nos hizo, que nos mantiene y alimenta, y que hoy, nos estimula:

* Audacia, más dignidad = Docilidad al Espíritu y a la historia.

* Compasión, más trascendencia = Misericordia.

* Actuar, y mirar hacia el interior, quietos: Contemplativos en la acción, activos en la contemplación, no sea que, como decía el P. Damián Byrne O.P, "Ocupados en las cosas del Señor, nos olvidemos del Señor de las cosas".

Ejemplos de ello: Domingo y Catalina. Eternamente actuales, por totalmente Cristificados.

Tender hacia el papel indispensable de la religión, o tendremos sucedáneos religiosos: Firmes en Jesucristo y exigentemente fieles a su gracia.

Tender hacia una religión culta, o tendremos supersticiones de la era atómica: Formación sólida y seria, capaz de ayudarnos a dar razones de nuestra fe y de sostenernos en el mar de las "creencias baratas" que circulan por nuestra sociedad.

Tender a compartir con el sufrimiento de lo que queda más bajo en la sociedad con una compasión (actitud muy dominicana) que no se queda en el papel y en las reuniones pro-necesitados: Coherencia de vida y compromiso REAL, con los necesitados, con los pobres, y con EL POBRE: Jesucristo.

Como Catalina, ser un cable de alta tensión: el tercer milenio hará funcionar las industrias a más de 380 voltios, porque otro voltaje se queda ya incómodo e ineficaz. No seamos, pues, en lo espiritual tan solo de 125 voltios.

El gran desafío hoy, es no quedarnos atrás, tendríamos que tener el valor de conectar con un INTERNET mucho más sofisticado que el que está en el aire, que que es mucho más eficaz, seguro y rentable, cuya central es la celda interior y cuyas vías de acceso son:

Vía Sagrario.

Vía Palabra de Dios.

Vía intimidad con Jesucristo.

Vía escucha de la historia y de los hermanos.

Vía DISPONIBILIDAD, itinerancia, pobreza.....

Da resultados sorprendentes, y sobre todo imprevisiblemente desconcertantes: fecunda la palabra sembrada, plenifica la propia vida, da seguridad en el actuar, paz a la conciencia y armonía a la vida. Es accesible a todos los hombres y mujeres de buena voluntad. Además de conectar con "la Central", sin interferencias, permite mandar mensajes cargados de estímulos positivos y de gracia a cualquier lugar del planeta, superando frentes de guerras, diferencias raciales, egoísmos obstinados, focos de violencia, depresiones, falta de ilusión..... Vale la pena y es la Opción Dominicana del futuro....¡y del presente!

 

Lucía Caram O.P

Manresa