ANTROPOLOGÍA
TEOLOGÍA FUNDAMENTAL

SUMARIO: 

I. BÍBLICA. 

1. El diálogo entre las ciencias bíblicas y las ciencias humanas. 
2. ¿Ciertas secciones o el conjunto de la Biblia? 
3. La utilización bíblica de las imágenes. 
4. Antropología y antropomorfismo. 
5. Evolución de la antropología bíblica. 
6. Una antropología de transformación. 
7. Antropología y teología. 
8. La finitud humana. 
9. La antropología bíblica como solución. 
10. Conclusión (E.S. Farrell). 

II. CRISTIANA. 

1. El concepto. 
2. El hombre creado a imagen de Dios. 
3. El hombre, llamado a ser hijo de Dios en Cristo. 
4. La unidad del hombre en la dualidad de cuerpo y alma. 
5. El hombre, ser personal abierto a la trascendencia (L F.
Ladaria).

I. Bíblica

Son varios los autores que han presentado ya la historia de las investigaciones relativas a la antropología bíblica. En este sentido, el lector puede consultar la bibliografía al final de este artículo (cf sobre todo Hahn, Osiek y Rogerson). Más que de pasar revista de nuevo al conjunto de las investigaciones realizadas en nuestros días sobre antropología bíblica, reflexionaremos sobre algunas cuestiones que plantea esta ciencia.

I. EL DIÁLOGO ENTRE LAS CIENCIAS BÍBLICAS Y LAS CIENCIAS HUMANAS. Si en Cristo Dios se ha hecho verdaderamente hombre, lo ha hecho, desde luego, respetando la naturaleza humana. No hay que temer, por tanto, someter los datos de la fe cristiana al examen de las ciencias antropológicas, como la filología, la sociología o la psicología. H.U. von Balthasar, uno de los mayores teólogos de nuestro siglo, desarrolla esta perspectiva en una conferencia titulada Dios ha hablado un lenguaje de hombre (1958). Estamos lejos de aquel tiempo en que muchos autores católicos tenían miedo a la investigación científica; creían que con ella se ponían en peligro algunos aspectos de la fe cristiana.

Pero el diálogo entre las ciencias bíblicas y las ciencias humanas, por muy adelante que haya ido en nuestros días, deja todavía mucho que desear. Todavía una gran distancia separa la visión bíblica del ser humano de las que predican las ciencias modernas. Ante muchos de los estudios sobre el tema, se saca la impresión de que el investigador tiene que hacer todavía una opción fundamental: o someter la Biblia a algunos de los sistemas de pensamiento propuestos por la ciencia moderna (podríamos pensar aquí en N.K. Gottwald, The Tribes of Yahveh, 1979, que plantea una hipótesis marxista), o someter el propio pensamiento del investigador a las exigencias de una visión de fe; entonces construye una "antropología teológica" (tal como hacen muchas Introducciones a la Biblia). ¿No habría que buscar más bien conciliar las justas exigencias de las ciencias bíblicas con las de las ciencias humanas?

2. ¿CIERTAS SECCIONES O EL CONJUNTO DE LA BIBLIA? Las investigaciones inspiradas en el método antropológico suscitan otra cuestión, de la que raras veces hablan los "status quaestionis" que tratan de la antropología bíblica; parece ser que la perspectiva atropológica de la Biblia limita al investigador al estudio de ciertos "trozos escogidos", los que tratan directamente de algún que otro aspecto de la vida humana. Tanto si se trata de los "mitos" de la creación, como de las "sagas" de las familias patriarcales o de las "leyes" que regulan la vida en sociedad, se encuentra uno limitado en la elección de los textos que hay que estudiar desde un ángulo antropológico. Se piensa entonces que una gran parte de la Biblia carece de interés para esta investigación.

Pero si es verdad que la Biblia es la palabra de Dios transmitida por unas personas humanas, y si desemboca en el Verbo encarnado -en quien se unen perfectamente la divinidad y la humanidad-, parece que todo este libro, y no sólo una parte de sus textos, tendría que desarrollar una cierta visión antropológica.

Una forma de realizar una investigación sobre el conjunto de la Biblia es estudiar el vocabulario bíblico, como lo hizo H.W. Wolff (Antropología del Antiguo Testamento, Salamanca 1973), y más recientemente A. Fernández Ardanaz (en "RCT", 1987). Además, algunos de los principales métodos exegéticos que se utilizan para estudiar el conjunto de la Escritura -como el método histórico-crítico y el método estructural- no ignoran por completo el aspecto antropológico de los textos. Después de todo, uno de estos métodos traza las etapas históricas (y por tanto humanas) que el texto conoció, mientras que el otro intenta poner de manifiesto en el texto bíblico ciertas estructuras universales del pensamiento humano.

3. LA UTILIZACIÓN BÍBLICA DE LAS IMÁGENES. El libro de Wolff muestra cómo las Escrituras hebreas dan a conocer la vida interior u oculta del ser humano hablando de la vida humana exterior y visible. Se puede señalar en este sentido el uso que hace la Biblia de la palabra "corazón": en ella esta palabra designa no sólo un órgano del cuerpo humano, sino sobre todo ciertos movimientos interiores y personales, como el sentimiento, el deseo, la razón y la decisión (Gefühl, Wunsch, Vernunft, Willenentschluss). Así pues, la Biblia se sirve de la palabra "corazón" -algo concreto y visible- para evocar ciertos fenómenos más bien abstractos de la vida humana.

La relación que establecen las Escrituras entre el órgano del corazón y los fenómenos evocados no es arbitraria. El corazón está situado dentro del cuerpo lo mismo que el sentimiento, el deseo y la razón están situados dentro de la persona. El corazón es el centro de la energía corporal, lo mismo que la "decisión" es la fuente de la energía del comportamiento. A veces el órgano del corazón y los movimientos del "alma" humana están estrechamente unidos, incluso en el nivel experiencial; por ejemplo, en un estado de excitación, en donde el corazón palpita más aprisa. Por tanto, en su representación "gráfica" de los aspectos personales y subjetivos de la vida humana, las Escrituras los hacen objetivos y capaces de ser compartidos.

¡Pero cuidado! No es la acción de "imaginar" lo que tiene importancia para la antropología bíblica. Lo importante es la forma de conseguirlo: para hacer visibles y concretos ciertos aspectos invisibles de la vida humana, las Escrituras utilizan ante todo y sobre todo un instrumento muy particular. Este instrumento es incluso el mejor conocido por todo ser humano. En efecto, para expresar lo invisible, las Escrituras recurren a la realidad concreta, visible y tangible que es el cuerpo humano. ¿Y acaso hay algo más claramente antropológico que el cuerpo humano?

4. ANTROPOLOGÍA Y ANTROPOMORFISMO. Al describir con la ayuda de términos corporales ciertas realidades humanas que son más bien espirituales, nos encontramos muy cerca del antropomorfismo bíblico, es decir, de la forma con que las Escrituras utilizan ciertas imágenes antropológicas para hablar de Dios. Decir que Dios habla es ya expresarse de una manera antropológica. El Dios de la Biblia habla con Moisés "cara a cara" (Núm 12,8). Ese mismo Dios es celebrado como un guerrero que aplasta con su "brazo diestro" al enemigo (Éx 15,6). Si otras tradiciones distintas de la del yavista vacilan en utilizar un lenguaje tan visual para describir a Dios, siguen con todo aplicando a Dios términos antropopáticos, es decir, sacados de las experiencias que puede conocer todo ser humano. El Deuteronomio habla del Dios "celoso" (Dt 4,24); los Salmos alaban la "fidelidad" y la "bondad" de Dios (Sal 106,1). En los profetas, Dios mismo describe sus emociones: "Mi corazón está turbado, todas mis entrañas se conmueven" (Os 11,8).

Los hebreos no eran el único pueblo del Próximo Oriente que describía a su Dios en términos antropomórficos. Hay muy pocos antropomorfismos bíblicos que no tengan algún paralelo en la literatura no bíblica del Próximo Oriente antiguo. Pero convendría indicar aquí algunas distinciones. Según Michaeli, que publicó un estudio clásico sobre este tema (Dieu á l'image de l'homme, 1950), habría que distinguir entre un antropomorfismo moral y un antropomorfismo más bien grosero cuando se compara la religión de Yhwh con ciertas religiones no bíblicas. Mientras que algunas religiones prestan a sus dioses comportamientos que inspiran poco respeto, la Biblia presenta a un Dios que posee un carácter moral y que es fuente de obligaciones morales.

Así pues, habría que decir que se da una relación estrecha entre el antropomorfismo de la Biblia y la antropología del mismo libro. Lo sugiere Michaeli, cuando plantea las siguientes preguntas: "La función del antropomorfismo, ¿es únicamente darnos un conocimiento teológico, o tiene que dar además un conocimiento moral al ser humano? Si Dios crea, habla, actúa, ¿no es también el que llama al hombre a ser, a hablar y a actuar? (o.c.,161).

5. EVOLUCIÓN DE LA ANTROPOLOGÍA BIBLICA. No queremos dar a entender que la antropología ofrece el sentido último de la Biblia. Se trata más bien de ver cómo y por qué el ser humano es importante a lo largo de toda la Escritura. La antropología bíblica tuvo ciertamente un desarrollo a partir de los orígenes del pueblo hebreo hasta los tiempos de la primera comunidad cristiana. Pero lo que hay que señalar ante todo es la antigüedad de la perspectiva antropológica.

Antes de la visión de la historia humana presentada al comienzo del Génesis, antes del universalismo de la salvación del que habla Isaías, la tradición bíblica utilizaba un lenguaje que remitía a la experiencia de todo ser humano. Este lenguaje, del que los antropomorfismos no son más que un elemento, se desarrolló gracias a las diversas experiencias históricas que conoció el pueblo hebreo. Este lenguaje progresó también gracias al encuentro y a la integración de ciertos mitos y de ciertas filosofías.

Por eso habría que hablar de una evolución del lenguaje bíblico, que se enriqueció acudiendo no solamente a la experiencia humana física, emocional y moral, sino también, un día, a la experiencia humana metafísica: la que conoció el pensamiento griego ante el descubrimiento del ser. Puede, por tanto, trazarse el desarrollo de la antropología bíblica, no sólo en los libros hebreos de la Biblia, sino también en sus libros griegos. Semejante crecimiento prosiguió durante un período de más de diez siglos de historia y de relaciones interculturales.

6. UNA ANTROPOLOGÍA DE TRANSFORMACIÓN. Si hubiera que describir en una sola palabra la antropología de la Biblia, habría que hablar de transformación. Porque la antropología que desarrolla la Biblia vendrá a transformar todo el ser humano. La prosecución de este objetivo es ya evidente por la forma con que la Biblia utiliza los datos que saca de otras literaturas. Tanto si se habla de antropomorfismo, como de la creación de los seres humanos o de la inmortalidad del alma, no basta con señalar en las tradiciones no bíblicas ciertos paralelismos con los textos bíblicos. Hay que ver sobre todo cómo se sirve la Biblia de estos datos: en la mayor parte de los casos, los modifica de una manera progresiva. Lo mismo hace cuando los saca del pensamiento "primitivo", cuyos elementos se complacen algunos antropólogos en identificar en la Biblia.

¿Cuál es la fuerza motora que impone esta adaptación? En este punto de la discusión es donde hay que reconocer un elemento propio de la antropología bíblica. Se trata de una presencia de Dios, que el pensamiento bíblico señala ante todo en la historia de un pueblo y, más tarde, en la vida de todo ser humano.

7. ANTROPOLOGÍA Y TEOLOGÍA. Así pues, la antropología de la Biblia está necesariamente ligada a su teología. Dios -y no el ser humano- está en el centro de la antropología bíblica. Esta visión de las cosas no es natural al hombre. Exige una purificación semejante a la que vivió Job, que, después de haber encontrado a Dios, hizo esta confesión: "Reconozco que lo puedes todo; ningún proyecto te es imposible... He hablado sin cordura de maravillas que no alcanzo ni comprendo... Sólo te conocía de oídas; pero ahora, en cambio, te han visto mis ojos. Por eso retracto mis palabras y en polvo y ceniza hago penitencia" (Job 42,23b.5-6).

Este texto de Job -y otros del mismo género- puede iluminarnos sobre un aspecto capital y muy difícil de la antropología bíblica. Se trata de la cuestión penosa del pecado. Parece ser que sólo encontrando a Dios es como Job toma conciencia de su pecado; porque, hasta el capítulo 43 del libro, protesta más bien de su inocencia. Al encontrar a Dios, Job se da cuenta de que el ser humano no es el centro del tiempo y del espacio. Su pecado es el de no haberlo comprendido antes.

Para Alonso Díaz, el libro de Job aporta a la Biblia una "desantropologización" de la idea bíblica de Dios ("EstBibl" 27 [1968] 333-346). Mientras que en muchos lugares de la Biblia se presenta a Dios de una manera antropomórfica, el Dios de Job es un Dios separado del ser humano por un abismo infranqueable. Es sobre todo en el libro de Job donde uno se da cuenta de que existe entre Dios y la humanidad una diferencia de naturaleza. El Dios de la Biblia vive eternamente; el ser humano, por su parte, apenas vive setenta años. Lo dirá elocuentemente el Qohélet: "No tiene poder el hombre sobre su vida para retenerla, ni sobre el día de la muerte; y no hay quien se libre de este combate, ni la iniquidad salva al que la posee" (Qo 8,8).

8. LA FINITUD HUMANA. Así es la condición humana. Cada cultura, cada religión, cada pueblo, cada individuo, tiene que enfrentarse un día u otro con la finitud de la vida humana. El libro de S.G.F. Brandon Man and his Destiny in the Great Religions (1962), examina la forma como cada una de las grandes religiones se ha enfrentado con esta realidad antropológica.

Al estudiar los textos bíblicos, situados en cuanto es posible por su orden cronológico de redacción, se ve brotar lentamente una respuesta al problema de la finitud humana. Irónicamente, se encuentra un primer destello de esta respuesta en Job. Por muy desesperado que esté, hace esta profesión de esperanza: "Reconozco, (Señor), que lo puedes todo; ningún proyecto te es imposible" (Job 42 2). Se lee esta frase en un libro bíblico que la mayor parte de los exegetas sitúan a mitad del siglo v a.C. Aunque se presenta como la reflexión de un individuo sobre su propio destino, el libro de Job es el fruto de los sufrimientos de la nación, los del destierro y los de los tiempos posteriores al destierro.

Trescientos años más tarde, y como el fruto de otros sufrimientos nacionales ligados a una persecución religiosa, aparece el relato de una mujer que estimula a sus hijos al martirio hablándoles de este modo: "No sé yo cómo habéis aparecido en mi seno, puesto que no he sido yo la que os ha dado el espíritu y la vida, y la que unió los miembros de vuestro cuerpo. Dios, creador del mundo, que formó el género humano y ha creado cuanto existe, él os dará de nuevo él espíritu y la vida por su misericordia, ya que por sus santas leyes la despreciáis" (2Mac 7,22-23).

Estas declaraciones de Job y de la mujer del libro de los Macabeos son profesiones de fe; esas personas son víctimas de situaciones que las desbordan; se encuentran desamparadas; son llevadas casi a su pesar a abandonarse a la Providencia en un acto de fe. Sus declaraciones constituyen el desafío más serio lanzado a los antropólogos que se interesan por la Biblia.

En efecto, ¿qué lugar puede encontrar en una ciencia humana un "más allá de la razón"? En Jung y compañía, ese "más allá" se identificaría quizá con el inconsciente. Es ésta una solución accesible al investigador que no conoce la existencia de un Otro; se queda en el nivel del "hombre en sí" o quizá del "hombre en relación con otras personas humanas". Pero no puede poner al ser humano (limitado) en relación con el ser ilimitado.

9. LA ANTROPOLOGÍA BÍBLICA COMO SOLUCIÓN. La antropología bíblica es una antropología de superación. Propone una transformación del ser humano que lo lleva más allá de él mismo. Ofrece al ser de setenta años, que es cada uno de nosotros, la vida eterna. Se trata de una transformación inimaginable, que va más allá de este mundo perecedero. Inimaginable, pero no imposible. El "antropomorfismo supremo" de los evangelios -que designa una forma de ser, y no sólo una forma de expresarse- está ahí para probarlo: "Aquel que es la Palabra se hizo carne, y habitó entre nosotros" (Jn 1,14).

Esta transformación que anuncia la antropología bíblica respeta a la naturaleza humana. Y así el Verbo encarnado -hombre-Dios- conoció incluso la experiencia del sufrimiento y de la muerte. Pero esta vez la historia humana no acabó allí. El hombre-Dios que había muerto resucitará y dirá: "Ved mis manos y mis pies. Soy yo mismo. Tocadme y ved que un espíritu no tiene carne ni huesos, como veis que yo tengo" (Lc 24,38-39). Aunque se identifique con ayuda de las heridas de la crucifixión al Jesús resucitado, se adivina en el curso de sus apariciones que su humanidad ha entrado en una vida nueva, en una vida eterna.

En adelante se hablará de una transformación del ser humano realizada por el don del "espíritu de Jesús", o del "Espíritu Santo". Y lejos de violar la libertad del individuo, semejante antropología incrementará la libertad humana: "La ley del espíritu, que da la vida en Cristo Jesús, me ha librado de la ley del pecado y de la muerte" (Rom 8,2).

10. CONCLUSIÓN. Como habrá podido constatar el lector, sigue siendo difícil -y hasta imposible- descubrir todas las riquezas de la antropología bíblica recurriendo solamente a unas teorías elaboradas por las ciencias humanas. Pero habría que considerar igualmente el beneficio que los estudios bíblicos han recibido del diálogo con esas ciencias. Nuestro artículo ha recordado un buen número de aportaciones que las ciencias humanas han hecho al estudio de la antropología bíblica.

Un diálogo implica un intercambio mutuo entre dos interlocutores. De hecho, las Introducciones a la ciencia humana que el la antropología señalan a menudo cómo la Biblia ha jugado un papel importante en el nacimiento y el crecimiento de esta ciencia moderna. Cabe esperar que los estudios bíblicos sigan teniendo este papel capital en el desarrollo de la antropología. Por ejemplo, la antropología bíblica invita a estudiar si otras tradiciones culturales distintas de la Biblia proponen también una transformación del ser humano. La antropología de la Biblia invita igualmente a preguntarse en qué medida el ideal humano propuesto por esas otras tradiciones podría ser comprendido y hasta vivido por cualquier persona. Finalmente, la antropología bíblica recuerda a los investigadores modernos que muchas de las tradiciones culturales están quizá centradas en otras realidades distintas de las de cada persona humana.

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E. S. Farrell