MEDIOS DE
COMUNICACIÓN SOCIAL
DicPC


I. DETERMINISMO Y MITO EN LA FILOSOFÍA MEDIÁTICA.

No se puede comprender ni valorar el influjo de los Mass media sobre la capacidad de juicio sin tener en cuenta el tipo de influjo que de por sí generan los medios de comunicación. Para lograrlo, es fundamental examinar el tipo de percepción de la realidad que los Mass media generan en su mediación cognoscitiva, los principios de selección por parte del comunicador de los materiales informativos, que se convierten en específicos criterios de valoración de la realidad y que se ofrecen al usuario como modelos de comportamiento. En esta encrucijada entre percepción de la realidad, principios de selección de la misma y criterios de valoración (mediación cognoscitiva y estimativa de la realidad), es donde se inserta la problemática del influjo de los Mass media en el juicio. La clave de esta inserción está en las modificaciones de la percepción de la realidad (realitas mediatica) que producen los Mass media y en la conversión de los principios de selección en criterios de valoración de la realidad y de conducta.

En general, la literatura mediática se sirve de metáforas y carece de sistematización conceptual. McLuhan y sus seguidores usan un lenguaje profético, y a menudo con tonos apocalípticos, para anunciar la revolución electrónica y mediática y las consecuencias desventuradas para la humanidad: «Se acerca un mundo regulado automáticamente» (McLuhan). Un automáticamente que en realidad produjo teorías de ciencia-ficción (el libro y la película 1984, de George Orwell, la novela y la película Fahrenheit 451, de Ray Bradbury, el ensayo El hombre unidimensional, de Marcuse). Son los anatemas de la sociología apocalíptica de la Escuela de Frankfurt a la masificación totalitaria producida por el determinismo del influjo de los Mass media. Algunos automatismos en el influjo de los Mass media se dan, pero en áreas marginales. La mente humana no es una mera superficie pasiva donde los demonizados Mass media puedan roturar lo que quieran. Ni suscitan la participación sensorial que predecía McLuhan, ni un determinismo automático. A menudo generan aburrimiento, insensibilidad, indiferencia, torpor, obtusidad, pereza, repetitividad y, eso sí, pasividad. Es necesario estudiar en serio el tipo de mediación cognoscitiva para verificar si, efectivamente, la televisión es el notario de la realidad, tanto que haga exclamar paradójicamente a T. H. Tannenbaum: «Si un árbol se cae en el bosque y no lo registra la televisión, ¿ha caído realmente el árbol?». Dicho al revés, indicaría que todo y sólo lo que sucede en la televisión sucede realmente. La nueva medida de lo real serían los Mass media, con sus bombardeos de noticias, con su industria pesada, especializada en la producción y selección de signos, con el fin de lograr determinados efectos, pilotando opiniones y reacciones. Efectivamente, para obtener un efecto comunicativo, los Mass media llegan incluso a realizar un evento (véanse las censuras mediáticas en una guerra como la de Iraq, la presentación de una revolución en el Caribe, de la caída de una moneda, de la ascensión política de un Berlusconi, la mitificación de un personaje). Eso sí: en la tarea de construir (y disolver) nuevos mitos y realidades, los Mass media son extremadamente eficaces, hasta el punto que puede resultar difícil, y hasta imposible, diferenciar la verdad de la realidad mediática. ¿Y qué es la realidad mediática?

II. LA PERCEPCIÓN «MEDIÁTICA» DE LA REALIDAD.

El hombre de la /posmodernidad tiene ante sí un abanico de posibilidades cognoscitivas prácticamente inagotables. Los Mass media, lnternet y los Bancos de Datos de la informática le ofrecen un menú cultural, que se espacia a lo largo de las cuatro coordenadas cartesianas de la historia del hombre. Los media constituyen un supermercado de todos los estratos culturales del presente y del pasado, ofrecidos simultánea y globalmente. Así, el hombre actual se encuentra presente en contemporaneidad con todas las épocas, ya que en la realitas mediatica ha desaparecido la sucesión cronológico-causal de los acontecimientos históricos, así como las barreras o relieves entre las diferentes culturas: es el reino de la pluriformidad de las diferencias, donde, en realidad, estas diferencias se disuelven en aras de uniformidad y pretensión de /totalidad, con el afán de crear una especie de presente cultural continuo. Esta característica genera una nueva dimensión existencial y una nueva percepción de la realidad. Sinteticemos las características más notables que confluyen en la formación de un juicio de /valor y de conducta en el hombre actual.

a) En primer lugar, el usuario telemático está sometido a una disolución de la unidad direccional de la conciencia. Al ofrecer la disponibilidad inmediata de una información instantánea, teóricamente ilimitada, la telemática favorece una infinita dilatación del presente y una nueva percepción espacio-temporal, al incorporar pasado y futuro en un único tiempo y lugar. En cierto sentido, la existencia, determinada basilarmente por el tratamiento electrónico de la información, se va des-historizando o ahistorizando. Se ha disuelto la idea romántica de una historia en movimiento lineal progresivo, entre un principio y un fin. Se pierde la dimensión diacrónica de la realidad y la unidad direccional de la /conciencia, para adaptarse a un movimiento circular-global, sin principio ni fin. Y esto no sólo porque se desdibuja la sucesión temporal, sino también porque se pierde la dimensión local. Se desorienta el individuo respecto al lugar espacio-temporal que ocupa su ser en la red de conexiones de la existencia, fundamentalmente basada sobre criterios de identidad y diferencia. Esto lleva a la anulación del conjunto referencial que constituye el vector del propio sistema lógico, provocando un estado de confusión en la percepción analítico-sintética de la realidad y en la valoración crítica de los acontecimientos, que repercute hasta en el juicio práctico: si no se distinguen los diversos momentos de la acción, no puede tener lugar el distanciamiento necesario para emitir juicios y tomar decisiones, porque esto supone la diferenciación entre medios y fines, entre el antes y el después, entre causas y efectos. La /conciencia debe decidir y actuar al instante: es el imperativo categórico de un estereotipado carpe diem.

b) En segundo lugar, la conciencia se encuentra ante un universo de máscaras, ante diferentes repeticiones de un mismo modelo. Es el paso del ser a la apariencia, a la imagen por la imagen. El núcleo del ser personal se mide por su eco, fama, semejanza al modelo dado. Con el peligro de no poder llegar a la propia imagen original, sumergidos como se está en un universo de copias. Liberada de la pasión por el significado original, por lo auténtico, por lo verdadero, la conciencia comienza a apreciar un arte del vivir en el que son decisivas la cautela y capacidad de adaptación a las circunstancias, y nuevos modelos (no perder el tren de la marcha, de la movida).

c) En tercer lugar, lo único eterno del hombre ofrecido por la realitas telematica es la experiencia del substrato cultural común o, por lo menos, la continuidad de la transmisión de los modelos culturales. Y aquí se entra en lo más vivo del problema de la disolución de lo eterno humano y, por lo tanto, de la norma objetiva o permanente de la conciencia. El esfuerzo mayor se centra en hacer lo posible, dentro de lo posible, con un pragmatismo sin horizonte de futuro, sin proyecto.

d) En cuarto lugar, se verifica una insensibilización de la conciencia respecto a los valores. El usuario se acostumbra a una cosmovisión en la que falta la referencia a cualquier tipo de valor permanente. La simultaneidad con carácter de universalidad de los productos conlleva una relativización de los mismos. Se puede exaltar un tema, o eliminarlo, o lanzar mensajes que tienen el valor de lo efímero, ignorando los valores de referencia. Se puede llegar a juzgar una realidad sin que la conciencia misma se dé cuenta, ya que no hace más que reflejar juicios estimativos ajenos, o en su mayor parte camuflados. El peligro mayor es la delegación masiva del poder de desear, de escoger, de decidir, de la propia responsabilidad de juicio. Y esto, teniendo en cuenta que es propio precisamente de la realidad telemática el lanzamiento de mensajes subliminares. A todo ello hay que añadir el hecho fundamental de que los mismos tiempos de la información y los de reacción de la conciencia son diferentes. Un caleidoscopio de figuras y colores embota, satura y produce náusea (en un niño, hasta aniquilar la conciencia por exceso de visualización, con la consecuente pasividad y alergia a toda reacción creativa), llegando a provocar el síndrome de Stendhal, con sus típicos síntomas de ansiedad, alucinaciones, disturbios visivos, palpitaciones, vértigo. Una especie de overdose.

e) En quinto lugar, a la filosofía del ser y de lo auténtico sucede una filosofía del /compromiso. Viviendo en una /cultura del letargo, el individuo se hace insensible al origen y finalidad de los mensajes, perdiendo el sentido crítico. Entra así en una resignación perceptiva, donde todo tiene el mismo valor, y que lo lleva al convencimiento de que lo único por hacer es aprender la técnica del compromiso como estilo de vida.

f) En sexto lugar, la conciencia se libera de toda ilusión ideológica. Las leyes y la sintaxis de la vida social aparecen como mero fruto de la convención y no tienen ningún fundamento objetivo-permanente. El único fundamento es el /consenso común sobre los papeles que hay que representar.

III. PERCEPCIÓN CAÓTICO-PUNTUATIVA.

La percepción mediática se alimenta con una organización de conocimientos muy diferentes de la tradicional. La organización lógica de la escritura sigue la lógica aristotélica: es un proceso lineal, mediante conexiones de proposiciones ligadas a las antecedentes mediante anillos de silogismos o conjunciones. La organización lógica del tejido televisivo y telemático está compuesta por infinitos puntos separados, aislados el uno del otro, archipiélago de islas sin conexiones o puentes (serie de noticias de una agencia, supermercado de Internet, publicidad, espectáculos, películas). En un periódico, la conexión de los mensajes es dada por su ubicación. De por sí es un caos, mientras que el orden, la unidad, se confía a la mente del usuario. En conclusión, el eje de percepción se corre hacia una agregación caóticopuntuativa. Cambian las palabras, la sintaxis, las conjunciones, las cesuras son ya simples aposiciones. La nueva gramática es análoga al montaje cinematográfico, pero en este caso es montaje de la realidad, donde las conexiones lógicas quedan fijadas por la cercanía, por los significantes de figuras, colores y sonidos. Se trata de una nueva lógica mediática, que no es irracional o ilógica, como algunos fundamentalistas quieren, pero que se alimenta, sobre todo, de la lógica de la paradoja y de las contradicciones formales.

IV LOS PSEUDO-EVENTOS DE LA REALIDAD MEDIÁTICA.

Examinado el tipo de percepción, ¿en qué consiste la realidad mediática? ¿Cuáles son los datos que pasan a la conciencia, los eventos que forman el tejido de la información? Muchos seiran.,quedado fascinados por la tesis de la televisión creadora de una nueva realidad (tele-realitas). Y es que, a menudo, resulta arduo al mismo estudio semiótico distinguir entre la realidad auténtica y la realidad transmitida por los Mass media. Sobre todo cuando es la misma televisión la que se ratifica a sí misma, como un universo hiper-real, más allá de lo verdadero y de lo falso. ¿Existen eventos auténticos, objetivos? Los que suceden sin la presencia de la cámara televisiva, o sin su eco en la prensa, están destinados a no incidir en la realidad, en la historia. Suceden como no-eventos. Los otros, los que pasan por los Mass media constituyen el verdadero alimento de la realidad: ellos son los verdaderos acontecimientos. Con los bancos de datos se agudiza el problema: estos constituyen la memoria colectiva de la humanidad. La realidad-crónica se transforma en realidad informática. En esta transformación se pueden registrar dos movimientos: uno, cuando la telemática está al servicio de la realidad; otro cuando la realidad está al servicio de la telemática: un acontecimiento, para pasar a la historia, tiene que ser informatizado, es decir, tiene que ir revestido de una serie de significantes (un premio literario, una investidura, hasta un suicidio tienen que ser televisivos...). Todo cambia según sea transmitido por televisión o no.

Los tele-eventos tienden a oscurecer a los espontáneos, porque son más escenográficos, más fáciles de difundir de manera espectacular, repetidos a voluntad, sujetos a compra-venta. Son más comprensibles socialmente, más aptos como objeto del comentario y, sobre todo, generan pseudo-eventos, en una progresióngeométrica. Todo este encadenamiento produce en el usuario una experiencia vicaria de la realidad, en la que vive por medio de otros. Es la fuerza mediadora de los Mass media: convertir el medio en mensaje y alimentarse de sí mismo haciéndose imprescindible.

V. PRINCIPIOS DE SELECCIÓN Y VALORACIÓN DE LA REALIDAD.

Después de ver el tipo de presentación de la realidad que constituye el núcleo del sistema mediático, es necesario examinar cómo, con qué criterios o principios se construye esa realidad, y su percepción por parte del usuario. Es el punto neurálgico de cómo la percepción de la realidad mediática se convierte en valores y modos de comportamiento. La industria de la comunicación de /masa (agencias, prensa, radio, editoriales, televisión, bancos de datos) usa una serie de criterios de selección temática, que se suelen denominar simplemente «reglas para captar la atención del usuario», en nombre de una pretendida neutralidad ética de la ciencia de la información. Pero, en el fondo, estos principios de selección temática no son más que específicos criterios de valoración de la realidad y bien definidos modelos de comportamiento. Con el agravante de que los Mass media pretenden utilizar estos principios de selección de temas, eventos y noticias, para que aparezcan como universales los contenidos de sus mensajes, con la intención de reflejar de manera representativa el mundo entero. En realidad, el conjunto de estas reglas garantiza simplemente una parcialidad uniforme, y es propiamente la uniformidad la máscara que encubre esa parcialidad. Todo usuario tendría que tener presentes los siguientes criterios (sin ninguna pretensión exhaustiva), que dominan el quehacer diario de un profesional de los Mass media en su selección y emisión de mensajes que enviar al usuario.

a) La primera norma es el éxito. Interesan todos aquellos signos de éxito atribuibles a la fortuna-suerte personal. Con la celebración del personaje famoso, se trata de hacer soñar y hábilmente se especula sobre el mito del éxito (ifulguración!) como valor central de la vida, y sobre todos los medios que a él conducen, por encima de cualquier aspecto ético-moral. b) La segunda norma se refiere a la originalidad, novedad, /modernidad. El índice de novedad ordena las cosas, no según una sucesión temporal, sino según una valoración radical, donde novedad corresponde a nueva verdad y nuevo valor. Al criterio de novedad va estrictamente ligado el de moda (marcha, movida). Todo lo que se refiere al pasado es algo muerto, no tiene ningún valor (anticuado, retrógrado, superado, carroza, conservador, tradicionalista... son antivalores). Si alguna vez se usan datos del pasado, se reciclan como inventos nuevos y originales. c) La tercera es lo personal, privado, íntimo. A primera vista parecen criterios de selección que afectan a lo concreto, lo realístico, lo individual, mientras que se usa el interés por lo humano como simple reclamo. La curiosidad por la vida privada de personas famosas esconde la oferta de modelos de consumo. Se presentan elites al poder, los stars, la alta sociedad, y se descubren sus vicios y problemas existenciales. No interesa tanto el hombre, cuanto el héroe con sus debilidades. Interesa además ofrecer el personaje modelo para mover al consumo de todo lo relacionado con el estilo de vida de tal modelo y, contemporáneamente, para destruirlo y no romper la cadena del consumo de otros modelos. De ahí la necesidad de lo efímero. También la vida íntima de personas anónimas sirve para crear emociones fuertes, capaces de crear más audience. d) Otra norma para suscitar el interés del usuario es la anormalidad-excepcionalidad. Lo raro, absurdo e imposible es noticia, porque rompe con lo convencional y con el aburrimiento cotidiano. Pero además, se trata de un criterio de selección de valores donde lo normal y cotidiano queda menospreciado (no existe). Cuando estas anormalidades o excepcionalidades van unidas en la crónica al sexo y a la /violencia, tanto mejor. e) La norma de la agresividad, la brutalidad en situaciones de peligro, la sádica destrucción de la /felicidad ajena, es usada como reclamo, en cuanto los comportamientos transgresivos que van contra los otros sistemas de orientación de la conducta (sistemas familiares, educativos, religiosos, sociales –que por lo tanto no hacen noticia–), crean escándalo que incrementa la atención (véase el fenómeno del monstruo en primera página). Esta clave hace dispararse una ley de la comunicación de masa, que se podría definir como ley del adelantamiento ininterrumpido: si han podido acaecer ciertas cosas, quiere decir que pueden suceder o haber sucedido otras peores. Una cadena de variables anuncia la llegada del monstruo y, cuando este aparece en la escena, se le considera tal aunque no lo sea o aún no se haya podido demostrarlo. f) Otro criterio de selección es la competitividad, en cuanto modelo de vida ofrecido como medio para llegar al éxito. Se exalta una vida para los más fuertes y vivos, sin escrúpulos y en guerra continua con su entorno. El aumento de la riqueza es reclamo que va unido a la carrera del consumismo, jugando con la identificación con el poderoso, es decir, con toda fuerza monetaria, material y física, pero también con la psíquica, intelectual y cultural. Junto a estos más llamativos están los más sofisticados, como los referentes a las crisis y síntomas de crisis: el fantasma de la crisis atrae la atención, sobre todo cuando se trata de instituciones fuertes (Iglesia, Estado, grandes colosos industriales...). En el clima de inseguridad y peligro, dicen los expertos que se vende más y mejor. En otras ocasiones se utiliza este fantasma para crear un clima de /obediencia y sumisión. Lo extraordinario, exótico y extravagante se utiliza para provocar y para normalizar, y para llamar la atención sobre ciertas categorías sociales marginadas, despreciadas o condenadas (gays, luciérnagas, religiones esotéricas, orientales...). La regla es que «lo que es extravagante, excéntrico o anómalo, si se multiplica en millones de copias, pasa a ser objeto de admiración». Sobre todo para las categorías débiles, como los adolescentes y jóvenes.

Pero no hay que olvidar que todos estos criterios no sólo tienen la función de promoción o provocación, sino también de censura en relación a categorías y temas no considerados bellos ni atrayentes, como pueden serlo los minusválidos, la muerte, los enfermos..., y no sólo de promoción o provocación. Constituyen verdaderos decálogos de reglas de comportamiento y la forma más sutil para cambiar escalas de valores, hábitos y juicios prácticos.

BIBL.: AA.VV., McLuhan e la metamotfosi dell'uonw, Roma 1984; ABEL K. O., Comunitú e Connmicazione. Turín 1977; BOECKELMANN F., Teoria della comunicazione di mansa, Turín 1980; CONRAD P., The Medium and Manners, Londres 1984; FERNÁNDEZ-ARDANAZ S., L'influsso dei mass-media nena formazione della coscienza rnorale, Bolonia 1989; HABERMAS J., Strukturwandel der Offentlichkeit, Berlín 1962; MALETZKE G., Psychologie der Massenkommunikation, Hamburgo 1963; MCLUHAN E., Laws of Media, Toronto 1989.

S. Fernández-Ardanaz