IV. La eucología

Durante el tiempo de adviento -uno de los tiempos más logrados del misal- han vuelto a cobrar vida las perlas más hermosas de la eucología antigua, inspiradas en los sermones de san León Magno, junto con lo mejor de la reflexión de la tradición cristiana -bíblica, teológica, espiritual-, que ha confluido en los sacramentarios más importantes (Veronense, Gelasiano antiguo, Gregoriano-adrianeo, Rollo de Rávena, etc.). En estos formularios, literariamente muy densos, a menudo en un espacio exiguo, se encuentran contenidos doctrinalmente amplios y elementos sumamente ricos 37.

Estos textos insertan el adviento litúrgico en la historia de la salvación, es decir, están destinados a actualizar y a traducir en plegaria los anuncios bíblicos y las reflexiones ulteriores. Aunque son las lecturas proclamadas las que dan su colorido primario a las celebraciones, la eucología reviste una indudable importancia no sólo por su inspiración tan rica, sino también porque es el lenguaje de la alabanza y de la intercesión'". Limitaremos nuestras observaciones a los dos tipos más significativos: los prefacios y las colectas.

1. LOS PREFACIOS. Los prefacios tienen una gran importancia porque en ellos se condensan los temas esenciales del tiempo litúrgico, ofrecen los motivos para la acción de gracias y pueden entenderse como la estructura de apoyo de todas las articulaciones que desarrollan las oraciones39. A los prefacios del misal de Pablo VI (1. ° y 2. ° de adviento), la edición italiana del mismo añade otros dos (1. °A y 2. °A): los primeros (1, ° y 1. °A) son para el adviento escatológico, los segundos (2. ° y 2. °A) para los días del adviento natalicio.

El prefacio 1.° presenta en un texto esmaltado de expresiones típicas la concatenación de las etapas fundamentales de la historia salutis: entre el cumplimiento de la promesa antigua (el primer adviento es una expresión que comprende el misterio completo de la salvación realizado en la carne del Hijo) y el cumplimiento definitivo ("vendrá de nuevo"), queda inserta la historia de la iglesia 40. Para poner de manifiesto la dialéctica entre el ya y el todavía no y para mostrar su progreso, las dos venidas se ven al mismo tiempo en paralelismo y en contraposición: a través del juego literario se hace patente la diferencia y al mismo tiempo la relación entre las dos manifestaciones de Cristo. La encarnación, mientras que es la realización de las promesas, es ya garantía de la salvación eterna y la prenda de que podremos gozar de la plenitud de Cristo, cuando él sea todo en todas las cosas41.

El prefacio 1º.A, que se adapta sobre todo al domingo 1º tiene como tema la parusía de Cristo, Señor y juez de la historia. El juicio está ya presente y operante: "Ahora él viene a nuestro encuentro, en cada hombre y en cada momento, para que lo acojamos con fe y atestigüemos con amor la bienaventurada esperanza de su reino". La perspectiva es amplísima: toda la historia es misterio de adviento, el cual a su vez irradia a lo largo de los siglos. La mirada hacia el destino futuro ilumina el presente e implica ciertas consecuencias morales de compromiso cristiano. Se trata de temas que están presentes en la Gaudium et spes y en el magisterio reciente.

El prefacio 2. ° entona con la esperanza gozosa de la encarnación; Cristo figura en el centro del misterio. En la primera parte del embolismo el mesías es objeto del anuncio de los profetas, de la espera y de la preparación en la Virgen madre, de la proclamación y presentación del Bautista (la progresión culmina con la presencia en el mundo del Emmanuel); en la segunda parte Cristo es el sujeto activo en la preparación para la celebración del memorial de su venida42. La mediación de la Virgen se expresa en una síntesis bellísima que pone de relieve su cooperación en la encarnación 43. La espiritualidad de la espera se caracteriza por la vigilancia, por la plegaria de alabanza, por el gozo.

El prefacio 2. °A es mariano y por tanto se presta de manera especial para el 4.° domingo y para los días que conmemoran la anunciación y la visitación. Se presenta a María como la nueva Eva y la hija de Sión. Estos dos títulos evocan los temas que desde los tiempos patrísticos ha hecho surgir en este sentido la reflexión cristiana. Virgen fecunda y madre universal de la vida, ella es fuente de bendición para la humanidad entera. En esta mariología orante el papel de María es designado sin más como misterio, ya que forma parte del misterio central, Cristo (cf Sacr. Bergom. 85).

2. LAS COLECTAS. Estas perspectivas de fondo vuelven a aparecer, ampliadas y muy ricas en resonancias, en las oraciones. En ellas -observa M. Augé- "el adviento se presenta como preparación a la venida de Cristo, venida que a veces no se especifica ulteriormente, pero que en general se identifica con la encarnación o con el retorno glorioso al final de los tiempos... Pero hemos de recordar que la liturgia contempla estas dos venidas de Cristo en íntima relación entre sí: la celebración del nacimiento de Jesús nos prepara para el encuentro definitivo con él"44.

a) Las dos venidas de Cristo. En la. primera parte del adviento la oración de la iglesia está fuertemente impregnada de sentimiento escatológico. Es oportuno reagrupar esta complejidad temática en dos perspectivas: el mysterium salutis o las realidades salvíficas llevadas a cabo por el Padre en el Hijo enviado al mundo, y el caminar de la iglesia que va al encuentro de su Señor 45.

El Señor viene. Es el tema más importante y uno de los mayores de la Escritura. El verbo venir significa la intervención de Dios en la historia y equivale a la venida salvífica de Cristo; por eso la expresión aparece con frecuencia en las oraciones. Cristo es enviado como don del Padre (l.e• domingo, 1.^ sábado, 2.° y 3.^ lunes; 17 diciembre), para habitar entre nosotros (1º. martes, 2. miércoles; 23 diciembre), para visitar a su pueblo (3.° lunes), para salvar jueves y viernes de la 3ª. semana) y renovar al mundo (17 diciembre) y para hacer de nosotros nuevas criaturas (3. martes). Su venida es para librar a los hombres del pecado (tema pascual: jueves, viernes y sábado de la 1ª. semana; 18 y 21 diciembre), para vencer a las tinieblas e iluminar (tema bautismal: viernes y sábado de la 3ª. semana, 3.- lunes) y para llevar a cabo la reconciliación. Cuando venga en la gloria (dimensión escatológica: 1.- domingo, 2. ° sábado; 19 y 21 diciembre) nos llamará a su lado (l.- domingo), introduciéndonos en el reino (2. ° domingo; 17 diciembre); entonces él mismo nos servirá (1.- miércoles) y será para nosotros la paz (3.- jueves). El carácter pascual de la encarnación resulta tan obvio como olvidado y marginado en la espiritualidad y la pastoral; la eucología guía y obliga continuamente a referirla al centro dinámico del año litúrgico, a fin de evitar la fragmentación del misterio de Cristo en los misterios particulares 46.

La iglesia sale al encuentro del Señor. Cuando el Señor se acerca, se va a su encuentro. Los modelos están sacados del evangelio: las parábolas de las diez vírgenes (Lc 25,1-13: 2.° viernes), los siervos del amo que permanecen en vela cuando él llega de improviso (Lc 12,35-40: 1º. lunes), los comensales dignos de entrar en el banquete eterno, en que el mismo Cristo servirá a la mesa (Lc 12,35-48: l.º miércoles)47. María, en la espera de la primera venida, es el tipo de la iglesia que aguarda esperanzada la segunda: confía en la palabra de Dios y por obra del Espíritu Santo se convierte en templo de la nueva alianza; de esta forma la iglesia se adhiere humildemente a la voz del Padre (20 diciembre). La espera de la iglesia se vive en la fe (2. ° jueves; 19 y 22 diciembre) y se reaviva por la esperanza (24 diciembre); es vigilante (2. ° viernes), fervorosa (2. ° lunes), perseverante en el bien (lº. lunes); la iglesia se prepara a acoger a su Señor (2. ° martes), en el gozo que habrá de cumplirse al final de los tiempos (3.- jueves; 21 diciembre), en la exultación (2. ° martes, 3.^ domingo; 18 diciembre) y en la alabanza (1.^ lunes).

b) El nacimiento de Cristo de María. A medida que se va acercando la Navidad, la atención se polariza en la encarnación, y por eso el suceso del nacimiento de Jesús surge al primer plano. La venida del Verbo a este mundo es vista como parte del misterio pascual, tanto directamente cuando se habla de esclavitud-liberación (o de redención y salvación) como de forma alusiva cuando se tocan los temas del hombre viejo, de la nueva criatura, de la luz-tinieblas, etcétera. El tema bautismal está presente en todo el ciclo natalicio como el elemento más destacado de su clima 48. En todo ello es determinante el papel de María. Se capta a Mana en el misterio de Cristo y de la iglesia, según la doctrina del c. VIII de la Lumen gentium.

El tema mariano, que estaba antes ausente en las colectas de éste período, ha encontrado su puesto en cinco oraciones del adviento natalicio, que ponen de relieve el misterio de la encarnación. La 2.a edición italiana del misal ha incrementado este número en el común de la b.v. María (l infra, VI, 6; las primeras sintonizan con el adviento) y con las A, B y C del domingo 4.°. Este tema es el que logra recoger todos los hilos y sintetizar los diversos elementos; es una consecuencia del papel primordial que representa María en éste tiempo de preparación. La memoria de la virgen de Nazaret en la eucoltigía lleva a la celebración del misterio del Hijo.