VISIBLE
DicEc
 

En un denso pasaje, el Vaticano II describe la naturaleza compuesta de la Iglesia: «La sociedad provista de sus órganos jerárquicos y el cuerpo místico de Cristo, la asamblea visible y la comunidad espiritual, la Iglesia terrestre y la Iglesia enriquecida con los bienes celestiales, no deben ser consideradas como dos cosas distintas, sino que más bien forman una realidad compleja que está integrada de un elemento humano y otro divino» (LG 8). Puede decirse que lo que es humano en la Iglesia es visible. Pero no se puede limitar lo divino a lo invisible; los sacramentos son obra de Dios, y son visibles en cuanto a su celebración e invisibles en cuanto a sus efectos últimos.

El conocido libro de A. Acerbi afirma que pueden descubrirse dos eclesiologías operantes en la constitución sobre la Iglesia: una jurídica, que refleja la idea de la Iglesia como sociedad perfecta (>Sociedad y Sociedad perfecta), y otra de comunión, en la que se tiene debidamente en cuenta el hecho de que la vida divina se manifiesta y comunica históricamente en las estructuras y la vida de la Iglesia. El pasaje anteriormente citado, sin embargo, puede interpretarse mejor históricamente a la luz de la encíclica de Pío XII >Mvstici corporis. En ella el papa trataba de integrar las dimensiones jurídicas y carismáticas de la Iglesia y de hacer frente a una insistencia exclusiva en las facetas carismáticas o internas de la Iglesia. El, por el contrario, estaba reflejando el esquema del >Vaticano I sobre la Iglesia, preparado pero nunca promulgado. No obstante, este concilio hizo una importante, aunque implícita, afirmación de la visibilidad cuando apeló a la Iglesia como un motivo de la credibilidad de la fe: «La Iglesia es por sí misma un grande y perpetuo motivo de credibilidad y un testimonio irrefutable de su misión divina, a causa de su admirable propagación, de su eximia santidad, de su inagotable fecundidad en toda clase de bienes, de su unidad universal y de su invicta estabilidad» (>Credibilidad de la Iglesia).

Sabemos por LG 14 que para la plena comunión son necesarios tanto los vínculos visibles como los invisibles: la gracia, la aceptación de las estructuras, la profesión de fe, los sacramentos, el gobierno eclesiástico y la comunión (>Pertenencia a la Iglesia). Estos tres últimos elementos se remontan a >Roberto Belarmino. Otras indicaciones de la visibilidad de la Iglesia son la manifestación principal de la Iglesia local en la liturgia (LG 26; cf SC 41) y el papel de la Iglesia en el mundo (GS passim).

La tradición y el magisterio han rechazado siempre la idea de que la verdadera Iglesia es invisible, sólo Dios la conoce y consiste exclusivamente en los santos o predestinados. Aun cuando los reformadores puedan haber mantenido que la Iglesia en el sentido más auténtico consiste sólo en los santos o elegidos, han insistido también, no obstante, en la necesidad de estar en comunión con la Iglesia visible (>Calvino). La teología de las >notas (>Eclesiología fundamental) implica también la visibilidad.

Desde un punto de vista teológico, la visibilidad es necesaria para que la Iglesia sea un sacramento (>Sacramento, la Iglesia como) o signo del amor salvífico de Dios. De este modo es concebida como exhortando a los fieles a entrar en la comunidad que proclama el señorío de Jesús, comunidad en continuidad con la Iglesia apostólica derivada de Jesús y en camino hacia la esperanza escatológica para todos propuesta (>Iglesia: ¿por qué?).

Pero aunque la Iglesia es esencialmente visible, su realidad más honda es también espiritual: gracia, oración, la existencia de los cristianos como templos del Espíritu dentro del >templo más amplio que es la Iglesia. Hay vínculos que unen a la Iglesia con los otros cristianos (>Subsistit), con los creyentes de otras religiones y con todas las personas de buena voluntad (LG 15-16; cf GS 22).