PLURALISMO
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«Pluralismo» es un término de uso frecuente desde el Vaticano II, pero su significado no siempre resulta evidente. En sí mismo significa que una multitud no se reduce a un único principio último. Hay claramente pluralismo en la cultura, la política, la religión. El hecho de aceptar el pluralismo no significa reconocer a todas las visiones igual legitimidad. Así, un cristiano puede ser respetuoso con las otras religiones, incluso reconocer que el Espíritu Santo actúa en ellas, sin tener por ello que afirmar que todas son iguales (>No cristianos).

Dentro del judaísmo, ya en los tiempos del Nuevo Testamento existía pluralismo: saduceos, fariseos y los miembros de la comunidad de Qumrán tenían visiones distintas acerca de lo que significaba la verdadera fidelidad a la alianza. También hoy siguen siendo distintos los modos de ser judío: ortodoxo, conservador, reformista, etc. Por otro lado, en los mismos libros del Nuevo Testamento puede observarse un pluralismo teológico, muy en particular en los temas relativos a la Iglesia (>Eclesiologías neotestamentarias).

Aunque se asocia el período anterior al Vaticano II con la uniformidad más que con el pluralismo, lo cierto es que siempre ha habido un notable pluralismo en la teología católica. No hay más que pensar en las escuelas medievales, que seguían principios agustinianos, aristotélicos o platónicos, en las diferentes escuelas de espiritualidad que ha habido a lo largo de los siglos, o en los diferentes ritos litúrgicos.

Con respecto a la teología y la vida de la Iglesia, son varios los fundamentos del pluralismo. Son diferentes las mentalidades según los ambientes culturales, como puede verse en los >padres de la Iglesia latinos, griegos o siríacos. Diferentes fundamentos filosóficos dan lugar también al pluralismo: por ejemplo, el aristotelismo de Tomás de Aquino o el nominalismo de los reformadores. Las diversas escuelas y órdenes religiosas surgen también de intuiciones y preocupaciones iniciales diferentes, por ejemplo, las escuelas benedictina y dominicana. Son diferentes también las perspectivas teológicas (cf las cristologías y eclesiologías «desde arriba» y «desde abajo»), o los planteamientos teocéntricos, cristocéntricos y antropocéntricos. En el fondo, el pluralismo teológico brota de la insuficiencia de todo lenguaje humano para expresar plenamente las realidades divinas; las expresiones de la verdad divina son perfectibles. Con el Vaticano II hay que decir que «una cosa es el depósito mismo de la fe, es decir, sus verdades, y otra cosa es el modo de formularlas, conservando el mismo sentido y el mismo significado» (GS 62).

En el Vaticano II hubo un auténtico pluralismo teológico, por lo que pueden detectarse varias teologías operando simultáneamente en un mismo documento como Lumen gentium. Pero este pluralismo fue difícil de conseguir: los documentos preparatorios estaban redactados generalmente en forma neoescolástica y hubo que someterlos a una drástica transformación, debida en no pequeña parte a la presencia de obispos procedentes de las más diversas zonas del mundo, especialmente del Este, de observadores de otras Iglesias y de una amplia plantilla de expertos, cuyos servicios fueron requeridos en múltiples ocasiones por el concilio. Parte de los problemas surgidos en la Iglesia posconciliar se debieron a que, en lugar de continuar la línea de pluralismo del concilio, los documentos vaticanos volvieron a aparecer en una teología romana no siempre adecuada a otros contextos eclesiales. Por otro lado, el concilio había optado decididamente por el pluralismo en la liturgia y en la teología (SC 37, 40; AG 22; LG 13, 23; UR 17). En UR 4e se hace una amplia exposición de la sentencia tradicional in necesariis unitas, in dubiis libertas, in omnibus caritas («en lo esencial, unidad; en lo dudoso, libertad; y caridad en todo»), inspirada en san Agustín, promulgada en círculos anglicanos y luteranos, y consagrada por Juan XXIII.

El pluralismo es normal fuera de la Iglesia católica. La comunión anglicana (>Anglicanismo) se siente orgullosa de su capacidad abarcadora, que no sólo da cabida a diversas teologías, sino también a diversas concepciones de lo que realmente son la Iglesia y sus doctrinas, que van desde el ala católica de la High Church hasta el ala evangélica de la Lorv Church más extrema, que tiende a veces al >fundamentalismo. Las >Iglesias orientales, muchas de las cuales están en comunión entre sí, tienen un sorprendente pluralismo en teología, >ritos y estructuras.

Un pluralismo extremado haría imposible todo ecumenismo, o más bien lo haría irrelevante; supondría la aceptación de la imposibilidad de ponerse de acuerdo, la idea de que no importa pensar de manera distinta; sería en el fondo indiferentismo.

Como la diversidad en la catolicidad (>Católico), de la que este es expresión, el pluralismo está siempre en tensión con la necesaria unidad fundamental. El límite del pluralismo es la revelación tal como se expresa en el sentido de la fe (>Sensus fidei) de la Iglesia y es expresada por el >magisterio. Algunos autores prefieren usar la palabra «pluralismo» en un sentido negativo, para referirse a lo que destruye la unidad, reservando la palabra «pluriformidad» para la diversidad legítima.