PÍO XII, Papa
(1939-1958)
DicEc
 

Eugenio Pacelli nació en una familia de juristas romanos en 1876. Después de realizar estudios en Roma, fue ordenado sacerdote en 1899, y, entrando al servicio del papa en 1902, se convirtió en un ayudante clave del cardenal Gasparri (1904-1916) en la elaboración del nuevo Código de Derecho canónico. En 1917 fue nombrado nuncio del papa en Munich. Trabajó en la preparación de los >concordatos con Baviera (1924) y Prusia (1929). Siendo nombrado cardenal en 1929, se convirtió en secretario de Estado al año siguiente. Fue elegido papa en 1939 e inmediatamente se propuso hacer todo lo posible en favor de la paz. Durante la guerra no dejó de hablar de paz. Después de ella fue duramente criticado por no haber sido más explícito en su condena de las atrocidades nazis, especialmente la persecución de los >judíos. En su defensa suele alegarse lo siguiente: su gran confianza en el valor de la diplomacia, profundamente arraigada en él por la práctica de su vida anterior; su creencia de que las condenas explícitas no harían sino empeorar las cosas; sus repetidas denuncias, si bien en términos generales, del exterminio racial; la gran ayuda que brindó a los judíos ofreciéndoles refugio dentro del Estado del Vaticano, hecho reconocido por los mismos judíos después de la guerra. Durante la guerra organizó amplias labores de asistencia a través de la Comisión Pontificia de Ayuda y logró que Roma fuera declarada ciudad abierta, evitando así su destrucción material.

Pío XII consideró el marxismo como una amenaza para la humanidad y para la Iglesia aún mayor que el nazismo. Como obispo de Roma y como papa, intervino poderosamente en las elecciones de la Italia posbélica con el fin de excluir a los comunistas, consiguiendo que en 1948 la Democracia Cristiana alcanzara el poder. Se inició así una alianza informal entre los jefes de la Iglesia y los líderes políticos italianos, que duró hasta la década de 1980. Al año siguiente (1949) se hizo pública una excomunión de todo el que se adhiriera al comunismo o siguiera sus pasos.

Internacionalizó la curia, creando veintidós cardenales en 1946, y veinticuatro más en 1953. Pero su pontificado tendió a ser autoritario, hecho que se hizo más evidente en los años finales. Después de 1944 no nombró secretario de Estado, prefiriendo ocuparse él mismo del cargo con la ayuda de prosecretarios. Murió en 1958.

En la distancia del tiempo transcurrido, es posible contemplar ya en perspectiva el notable pontificado de Pío XII. Fue sin duda responsable de una apertura de la Iglesia al mundo. A través de un número enorme de alocuciones fue explicando las diversas dimensiones cristianas de su obra a grupos de todo tipo: juristas, políticos, doctores, científicos, comadronas, periodistas, etc.

Al mismo tiempo, no permitió que la guerra interrumpiera la enseñanza magisterial de tipo más solemne, como muestran sus encíclicas sobre el cuerpo místico, >Mystici Corporis, y los estudios bíblicos modernos, Divino afflante Spiritu. Después de la guerra siguió realizando actos muy importantes y haciendo declaraciones decisivas: clarificó y determinó la esencia del sacramento del orden; escribió una encíclica, la Mediator Dei, que habría de ser la carta magna del movimiento litúrgico; modificó el ayuno eucarístico con el fin de fomentar la comunión frecuente; restauró la liturgia de la semana santa, incluyendo la vigilia pascual`. Más recordado quizá para algunos por sus pronunciamientos marianos, proclamó el dogma de la Asunción en 1950 y escribió varias encíclicas marianas, una con ocasión del año mariano que proclamó en 1954 y otra cuando instituyó la fiesta de María reina ese mismo año. Dentro de su polifacético magisterio cabría destacar también sus encíclicas sobre el Corazón de Jesús, los medios de comunicación y las misiones.

En 1950, usando parte del material que se había preparado durante una exploración de las posibilidades de reabrir el Vaticano I (>Vaticano II), publicó una encíclica más bien conservadora contra la «nueva teología» y el recrudecimiento del modernismo, la Humani generis. Aunque él no nombraba a nadie, otros se apresuraron a hacerlo, iniciándose así una persecución de algunos de los teólogos que más habrían de destacarse en el futuro: H. >De Lubac, Y. > Congar, K. >Rahner, M. D. Chenu.

Partiendo de su experiencia en el derecho canónico, Pío XII introdujo un buen número de importantes cambios en la disciplina de la Iglesia, especialmente en el terreno de los sacramentos, los sacramentales, el derecho oriental, la vida religiosa, aprobando también los estatutos fundacionales de los >institutos seculares.

Es frecuente en nuestros días pensar más en las declaraciones de Pío XII que no tuvieron prolongación en el Vaticano II que en las importantes contribuciones que hizo a la eclesiología. No sólo en sus tres grandes encíclicas —sobre el cuerpo místico (1943), el estudio de la Escritura (1943) y la liturgia (1947), por las que es recordado sobre todo, sino también en multitud de alocuciones y discursos menores, fue elaborando y presentando una rica eclesiología. En el fondo quizá lo que más le unía al Vaticano I era su declaración de la Iglesia como motivo de credibilidad. Parece haber tenido un hondo sentido del malestar de la sociedad y la cultura modernas; para él, el mundo estaba desgarrado por las ideologías, mientras la Iglesia seguía siendo un recinto sagrado de verdad, más aún, de civilización.

Por razones internas al concilio, el Vaticano II citó frecuentemente los documentos de Pío XII (> Vaticano II). Aunque el concilio no siempre siguió exactamente la línea de este papa, puede decirse que preparó el camino para muchas de sus iniciativas, o contribuyó a que la minoría del concilio pudiera aceptarlas. A pesar de que en los últimos años su reputación se ha visto en cierto modo eclipsada, su influencia en el concilio fue importante y, en general, muy positiva.