MYSTICI CORPORIS
DicEc
 

La encíclica de Pío XII sobre el cuerpo místico (1943) fue un documento eclesiológico del magisterio de primera magnitud, preparó el camino a la constitución del Vaticano II sobre la Iglesia, si bien LG no siguió las posturas del documento anterior en todos los puntos. Se trata de un texto de carácter general sobre la doctrina del cuerpo de Cristo que durante las décadas anteriores había ido adquiriendo cada vez mayor relieve (>Cuerpo de Cristo). En los párrafos iniciales el Papa indica un doble motivo para la elaboración de la encíclica: el valor y sublimidad de la doctrina, y la aparición de varios errores peligrosos al respecto. En relación con los errores, sobre los que vuelve en varias ocasiones a lo largo del documento, Pío XII afirma: «Por un lado persiste el error del racionalismo, que rechaza como absurdo todo lo que trascienda el poder de la mente humana, junto a la doctrina análoga del naturalismo, que no ve en la Iglesia de Cristo nada y se niega a ver nada que no sean puros vínculos políticos y sociales. Por otro lado está el crecimiento insidioso de un misticismo falso que, con la pretensión de eliminar la frontera inviolable entre las cosas creadas y el Creador, falsea las Sagradas Escrituras». Advertía además del peligro del quietismo, asociado a este último error.

La exposición doctrinal de la encíclica sigue diversas etapas: la Iglesia es un cuerpo; la Iglesia es el cuerpo de Cristo; Cristo es la cabeza del cuerpo; la Iglesia es el cuerpo místico. En la segunda parte se presenta la unión de los fieles en Cristo y con Cristo. La perspectiva dentro de la cual se considera la doctrina paulina es un modelo institucional de la Iglesia, en el que esta aparece como «>sociedad perfecta»: «La verdadera significación de la palabra "místico" nos recuerda, pues, que la Iglesia, acerca de la cual hay que sostener que es una sociedad perfecta en su propio orden, no consiste simplemente en elementos sociales y jurídicos, ni se apoya exclusivamente en tales fundamentos (...): Lo que eleva a la sociedad cristiana a un nivel absolutamente superior a cualquier orden de la naturaleza es el Espíritu de nuestro Redentor, fuente de todas las gracias, dones y poderes milagrosos, presentes perenne e íntimamente en la Iglesia y actuantes en ella». El Vaticano II, sin embargo, no siguió exactamente la identificación de la Iglesia católica romana con el cuerpo místico y la descripción de la pertenencia a dicho cuerpo (>Pertenencia a la Iglesia). Dado que fue uno de sus principales autores, las notas de S. >Tromp sobre la encíclica y sus obras sobre el cuerpo de Cristo tienen un valor especial a la hora de su interpretación.