EVDOKIMOV, Paul
(1901-1970)
DicEc
 

Nacido en San Petersburgo en 1901, Paul Evdokimov emigró a París en 1923. Su primera obra académica versó sobre Dostoievsky; más tarde sufrió la influencia de los teólogos de Saint-Serge de París, especialmente de S. >Bulgakov y de N. Berdiaev. Siendo laico, publicó amplias obras sobre temas ortodoxos y ecuménicos. Sus obras más importantes sobre la ortodoxia y el Espíritu Santo tienen un planteamiento profundamente trinitario. Sus notables obras sobre la mujer en la historia de la salvación y el matrimonio dan muestras del alcance de su pensamiento, al mismo tiempo patrístico y erudito, intuitivo y poético. En espiritualidad abogó por la interiorización del ideal monástico por parte de todos, tanto laicos como clérigos. Su audaz teología trinitaria trata de asumir el >Filioque junto con un Spirituque: el Espíritu es condición para la generación del Logos.

Su doctrina sobre la Iglesia es fuertemente trinitaria y pneumatológica: es a través del Espíritu Santo como la Iglesia, especialmente en su manifestación local, eucarística, es una, santa, católica y apostólica. En ecumenismo pasó de una posición ortodoxa más bien rígida a posturas más abiertas, especialmente después de asistir como observador oficial al cuarto período de sesiones del Vaticano II (1965). Repetía con frecuencia que sabemos dónde está la Iglesia, pero no es dado saber dónde no está. Parece haber sido quien acuñó la expresión «epíclesis ecuménica», subrayando que la unidad es obra del Espíritu y ha de buscarse en humilde oración, y poniendo de relieve que sólo cuando al Espíritu se le concede el lugar que le corresponde en la Iglesia es posible una comprensión adecuada de la tradición, problema este crucial para el ecumenismo. Para que haya verdadero diálogo ecuménico es necesario ser absolutamente fiel a la propia Iglesia. Aunque Evdokimov rechazaba cualquier forma de «teoría de la rama» (>Anglicanismo y ecumenismo), insistió en los elementos que caracterizaban a las principales ramas del cristianismo: el joánico en los ortodoxos, el petrino en el catolicismo, el paulino en el protestante. Por eso, todo diálogo ecuménico que no incluya estos tres legados tiene escaso valor. Aunque la Iglesia sufre divisiones, sigue existiendo una unidad básica que, a última hora, es escatológica. Puede decirse que este sentido suyo del destino de todas las cosas a la unidad lo condujo a adentrarse en una teología de la belleza, que es esencial para una eclesiología integral.