EUCARISTÍA E IGLESIA
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Los años posteriores a la II Guerra mundial han sido testigos de un gran incremento en la reflexión teológica sobre la eucaristía. Gracias al movimiento litúrgico (>Liturgia) en las distintas Iglesias se han estudiado los textos antiguos y se han compuesto otros nuevos. Hoy siguen apareciendo importantes estudios teológicos. La eucaristía es el centro de interés de muchos diálogos y conversaciones ecuménicos. El documento elaborado por Fe y constitución en Lima (1982), aunque deficiente en varios aspectos desde el punto de vista católico, constituye, como visión de conjunto, una declaración notable: acción de gracias al Padre; memorial (anamnésis) de Cristo, invocación del Espíritu; comunión de los fieles; comida del Reino.

Son innumerables los estudios litúrgicos y pastorales, tanto en libros como en artículos, que se ocupan de la eucaristía y de su celebración. En la Iglesia católica ha habido desde el Vaticano II muchos decretos y declaraciones acerca de la eucaristía. Los diversos estudios recientes, así como los numerosos de otras obras de referencia, pueden constituir un resumen de los desarrollos actuales. Aquí nos limitamos a la relación entre la eucaristía y la Iglesia, un tema patrístico y medieval que vuelve a despertar mucho interés en la eclesiología contemporánea.

En el Nuevo Testamento la eucaristía y la Iglesia están siempre estrechamente vinculadas. La Ultima Cena tiene claramente un carácter fundacional para la Iglesia, que inmediatamente después de Pentecostés tuvo como uno de sus rasgos distintivos la fracción del pan (He 2,42). La tradición relativa a la cena del Señor es una de las principales fórmulas catequéticas transmitidas a Pablo en suconversión (lCor 11,23-25). Pablo reflexiona luego sobre las implicaciones de la eucaristía para la comunidad de los Corintios (lCor 10,16-21; 11,17-34).

En la Iglesia primitiva, al parecer, el que presidía la Iglesia local presidía también la eucaristía (>Sacerdocio común). En la >Didaché, las cartas de >Ignacio de Antioquía, san >Justino, la >Tradición apostólica y las >Constituciones apostólicas la eucaristía ocupa un lugar central en la vida de las Iglesias". Podría decirse que la pertenencia a la Iglesia comprende la comunión y el acceso a la eucaristía.

En el período patrístico las liturgias de Occidente tienden a ser más cristológicas, subrayando el encuentro con el Señor, mientras que las de Oriente se inclinan más en la dirección de la historia de la salvación; pueden ser ejemplos ilustrativos de cada una de ellas la I y la IV plegarias eucarísticas de la liturgia romana actual respectivamente. Pero el aspecto eclesial se encuentra tanto en Occidente como en Oriente. En particular existe intercesión por la Iglesia universal —más clara, sin embargo, en Oriente (liturgia de san Basilio) que en Occidente—.

San Agustín, en su famoso Sermón 272, decía: «Es vuestro misterio lo que está colocado sobre el altar. Es vuestro misterio lo que recibís. A lo que sois, es a lo que decís amén». La frase frecuentemente citada de san Agustín: «No me transformas a mí en ti, como alimento de tu carne, sino que tú te transformas en mí», no aparece originariamente en un contexto eucarístico, sino que se refiere a la palabra de Dios". En Oriente, san >Máximo el Confesor tiene un profundo sentido tanto de la liturgia como de la Iglesia. J. >Zizioulas resume su enseñanza del siguiente modo: «En el mismo Espíritu la misma estructura de la Iglesia se convierte en la estructura existencial de cada persona». En su comentario a la liturgia, La mistagogia de la Iglesia, Máximo considera la liturgia eucarística de la Iglesia reflejo de las realidades celestes y anticipo de su cumplimiento final; la Iglesia en los misterios eucarísticos se une a los ángeles, y los imita, en su liturgia celeste.

La síntesis medieval de santo >Tomás de Aquino está en armonía con las intuiciones patrísticas y, al mismo tiempo, es un desarrollo de estas. En un denso artículo afirma que los sacramentos son un signo triple: conmemorativo de lo que ha acontecido, a saber, la pasión de Cristo; demostrativo de lo que ha producido en nosotros la pasión de Cristo, a saber, la gracia; y anticipador de la gloria futura". Su exposición de la estructura de la misa muestra que esta conmemora la pasión, afecta a los presentes e implica los que están ya en la gloria". En un artículo anterior apela también a la triple estructura del sacramento: el sacramento solo (sacramentum tantum) es el pan y el vino; la realidad intermedia (res et sacramentum) es el cuerpo y la sangre de Cristo; la realidad última (res tantum) es la unidad del cuerpo místico; de hecho este efecto final del sacramento hace que sea necesario para la salvación, al menos in voto, es decir, que una persona, para salvarse, tiene que tener de algún modo la intención de recibir el sacramento y de incorporarse así a la unidad de la Iglesia.

Todos los sacramentos están orientados hacia la eucaristía, que contiene todo el misterio de nuestra salvación. Aunque Tomás de Aquino acepta que uno de los efectos del sacramento es el fortalecimiento individual en cuanto alimento espiritual", el significado más profundo de la comunión reside en la unidad de la Iglesia, que tiene lugar en la eucaristía por medio de la caridad. La eucaristía, en cuanto ofrenda y en cuanto representación de la pasión de Cristo, es un sacrificio; por encima de todo es un sacrificio ofrecido a Dios en beneficio de la Iglesia y en unión con la Iglesia celeste.

Después de santo Tomás la visión de la eucaristía, de manera significativa, se fue haciendo cada vez más estrecha y adquiriendo un significado predominantemente individual. El decreto Pro Armenis del concilio de Florencia está basado en gran medida en la obrita de santo Tomás Sobre los artículos de la fe y los sacramentos. Todavía se dice que el efecto del sacramento es «la unión del pueblo cristiano con Cristo»3, reflejando así la afirmación de santo Tomás en ella de que la realidad última del sacramento (res) es «la unidad del cuerpo místico»

En Trento se discutieron sólo normalmente cuestiones disputadas y el concilio puso particular empeño en dejar que subsistiera el pluralismo de las escuelas teológicas. De ahí que el efecto eclesial de la eucaristía no se hiciera muy explícito. En la 13 sesión se dice: «la cual (la eucaristía) dejó nuestro Salvador en la Iglesia precisamente como símbolo de su unidad y caridad, con la que quiso que todos los cristianos estuvieran entre sí unidos y estrechados». En la 22 sesión, en relación con el sacrificio de la misa, se enseña que el Señor dejó «a su esposa amada, la Iglesia, un sacrificio visible», que era él mismo, «que había de ser inmolado por la Iglesia por ministerio de los sacerdotes». Esto viene a confirmar el decreto de Florencia que prescribía añadir un poco de agua al vino, lo cual significa «la unión de Cristo con el pueblo fiel».

Pero desde santo Tomás hasta el siglo XIX, aunque estaba claro que la eucaristía como sacramento y como sacrificio era de hecho un punto culminante de la vida de la Iglesia, se hicieron pocos esfuerzos por considerarla englobando todo el misterio de la salvación y, en consecuencia, de la Iglesia. El redescubrimiento de esta dimensión es en gran medida obra de N. >Afanasiev; en él hallamos un rico filón de «eclesiología eucarística», término que él mismo parece haber acuñado. Su idea clave es que «donde hay una asamblea eucarística, allí mora Cristo, y allí está la Iglesia de Dios en Cristo». Las intuiciones de los pioneros no tienen por qué aparecer ya en su plenitud; Afanasiev ha sido criticado de hecho por subrayar tanto la comunidad local que los demás factores eclesiales —como la comunión con otras Iglesias, la jerarquía y la posición de la Iglesia universal—, no encuentran su lugar adecuado.

J. >Zizioulas desarrolla la idea de Afanasiev, que él considera un principio auténticamente ortodoxo. Introduce en la eclesiología eucarística la noción del Cristo orgánico, de un Cristo que nunca puede separarse de la Iglesia. Más que como una conmemoración de la pasión, la eucaristía se entiende más plenamente en su futuro escatológico, en el que es el Cristo total. La Iglesia se realiza plenamente como cuerpo de Cristo cada vez que celebra la eucaristía; deja de tener esta plenitud hasta que vuelve a celebrarla; en el «eschaton» será el Cuerpo de manera permanente. En resumen: «La Iglesia constituye la eucaristía, al tiempo que es constituida por ella»

Entre tanto en la Iglesia católica se fue desarrollando también la eclesiología eucarística. Ya en 1953, en un capítulo titulado significativamente «El corazón de la Iglesia», H. de Lubac recogía la idea de que la Iglesia y la eucaristía son «causa la una de la otra», de modo que «la Iglesia hace (fait) la eucaristía, pero la eucaristía hace también a la Iglesia». Y concluía audazmente el capítulo: «Cristo en su eucaristía es verdaderamente el corazón de su Iglesia». Dado que De Lubac no mantuvo las posiciones escatológicas y orgánicas de Zizioulas, estuvo en mucho mejores condiciones para integrar otros temas eclesiales como el de la >esposa, la >jerarquía de verdades y las >notas de la Iglesia. Pero, por otro lado, De Lubac no se mostró capaz de desarrollar plenamente el sentido de la eucaristía como ofrecimiento de toda la creación a Dios, punto este característico de la teología oriental, o de integrar su eclesiología eucarística de manera tan completa como Zizioulas.

Es difícil sintetizar la teología eucarística del Vaticano II. Indudablemente continúa la tradición iniciada en la época posmedieval, que considera la eucaristía como un sacramento individual. Pero contiene también algunasafirmaciones clave, susceptibles de un desarrollo eclesiológico. Una de las decisiones clave del concilio fue la de usar la categoría de memorial, siguiendo en esto a O. >Casel y a otros muchos (cf SC 47, 102, 106...). El sacrificio único del Señor es actualizado hasta que vuelva (cf LG 28); palabra y sacramento están inextrincablemente unidos (SC 7). El Espíritu Santo congrega al pueblo en torno a la eucaristía (CD 11), haciendo viva y vivificadora la carne del Señor (PO 5); no obstante, la pneumatología de SC es floja (sólo tres referencias en SC 5-6). El concilio desarrolla fuertemente el sentido de la >Iglesia local o particular en tomo a la eucaristía (LG 26; CD 11); la liturgia no es una acción del sacerdote solo, sino de toda la asamblea (SC 26). La eucaristía celebrada por el obispo es una manifestación privilegiada de la Iglesia (SC 41); «el sacrificio eucarístico es fuente y cumbre de toda la vida cristiana» (LG 11; cf PO 2); «en la santísima eucaristía se contiene todo el bien espiritual de la Iglesia» (PO 5); no obstante, la liturgia, que anuncia la transfiguración de todas las cosas (GS 38), no agota la actividad de la Iglesia (SC 9).

Después del concilio se ha escrito largamente sobre la relación entre la Iglesia y la eucaristía". Una eclesiología eucarística completa tendrá que incluir la idea de la eucaristía como sacrificio y sacramento, como banquete sagrado. La relación entre lo invisible y lo visible, lo divino y lo humano, lo carismático y lo institucional (cf LG 8) habrá de integrarse en una visión trinitaria y pneumatológica de la Iglesia. Tendrá que poner el acento en la comunidad concreta celebrante, que es una pero, al mismotiempo, está abierta a la catholica. Habrá de situar en el centro la idea de >comunión; así como la de conciliaridad. Dicha eclesiología tendrá que integrar la dimensión cósmica de la eucaristía que se encuentra en Oriente y en Teilhard de Chardin. Tendrá que considerar también la eucaristía en términos de confesión de fe y de servicio, es decir, en la liturgia de la vida después de la liturgia de la Iglesia. Habrá de hacerse necesariamente en diálogo con la teología oriental

Está por ver todavía si una eclesiología eucarística puede ser suficientemente integradora como para ofrecer una visión unificada de la Iglesia. H. de Lubac ha manifestado la opinión de que, en sí misma, no es suficiente para dar razón de las estructuras, y de que es necesaria la Iglesia para la difusión a lo largo y ancho del mundo. Sin embargo, si la enseñanza del Vaticano II sobre el >sacerdocio común y ministerial, junto con la trilogía sacerdote-profeta-rey, se incorporaran a la eclesiología eucarística, se constituiría una visión muy rica e integradora. El tema necesita mucho más estudio y reflexión de los que hasta ahora se le han dedicado.