EFRÉN DE SIRIA, San
(ca. 306-373)
DicEc
 

Nacido en Nisibis (Mesopotamia) hacia el 306, Efrén se bautizó hacia el 324 y se hizo diácono. Más tarde se puso al frente de una escuela catequética catedralicia. Al ser capturada Nisibis por los persas el año 361, se retiró para convertirse en algo así como un monje o un eremita cerca de Edesa, aunque siguió enseñando y haciendo obras de caridad. Escribió amplios comentarios a las Escrituras, primero siguiendo el estilo midráshico judío y más tarde al modo antioqueno. Sus himnos han tenido un influjo inmenso en la liturgia oriental. Fue proclamado >doctor de la Iglesia en 1920.

Efrén no escribió ningún tratado específico sobre la Iglesia, pero alude a menudo a ella con una enorme variedad de símbolos tomados de las Escrituras, del lenguaje común, de la naturaleza y de los sacramentos. La Iglesia es esposa y madre, arca, cuerpo, eucaristía, viña, templo, roca; está llena de la cálida presencia del Espíritu. La Iglesia está en peregrinación o, como él dice, en camino o de viaje hacia el reino eterno. La Iglesia es en cierto sentido la restauración sacramental del paraíso. La virginidad transforma la Iglesia en un nuevo paraíso. Un fuerte sentido de la escatología le permite ver la Iglesia como una recreación del paraíso y, al mismo tiempo, como ya en parte triunfante. Su eclesiología, la mayor parte en verso, es muy rica y cálida.

Su estilo poético puede apreciarse en un volumen de la colección «Classics of Western Spirituality», que no contiene sin embargo mucho de eclesiología. Por el resto de sus obras sabemos que su Iglesia era episcopal y tenía unas hondas raíces apostólicas; tenía una vida sacramental vigorosa; veneraba y conmemoraba a los mártires. Efrén combate en sus escritos a tres enemigos de la Iglesia: el proselitismo judío, las sectas gnósticas y los arrianos.